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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.16 no.1 Olavarría jun. 2015

 

ARTÍCULOS

Nuevas interpretaciones para la secuencia de ocupación de Tilcara (Quebrada de Humahuaca, Jujuy)

 

Clarisa Otero y María Clara Rivolta

Clarisa Otero. Instituto Interdisciplinario Tilcara, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Belgrano 445 (4624), Tilcara, Provincia de Jujuy. E-mail: clarisaotero@yahoo.com.ar
María Clara Rivolta. Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta/ Instituto Interdisciplinario Tilcara, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Av. Bolivia 5150 (4400), Salta. E-mail: clararivolta@hotmail.com.ar

Recibido 4 de septiembre 2013.
Aceptado 7 de diciembre 2013


RESUMEN

El objetivo de la presente contribución es discutir y ofecer nuevas evidencias relacionadas con la ocupación prehispánica y colonial temprana en la localidad de Tilcara (Quebrada de Humahuaca, Jujuy), entendiendo esta última como el registro arqueológico recuperado tanto en la planta urbana como en el sector delimitado entre los ríos Grande, Huasamayo y el cordón montañoso correspondiente al cerro Negro. La ocupación, de acuerdo con las investigaciones recientes, se habría iniciado a partir del primer milenio y se extendió en adelante de manera alternada. Es decir que en el actual poblado de Tilcara se registran evidencias que integrarían, en emplazamientos diferentes, las ocupaciones desde las primeras aldeas hasta tiempos históricos, lo que pone en evidencia los intensos procesos de ocupación.

Palabras clave: Uso del espacio; Poblado de Tilcara; Procesos de ocupación; Cronología.

ABSTRACT

New interpretations of the occupational sequence of tilcara, quebrada de Humahuaca, Jujuy

This paper presents new evidence of the pre-Hispanic and early colonial occupation of Tilcara locality (Quebrada de Humahuaca, Jujuy), consisting of the archaeological materials found both in the city and in the area delimited by the Grande and Huasamayo rivers and the slopes of the Cerro Negro. According to recent research, the occupation began in the first millennium and spread thereafter. In the present-day city of Tilcara evidence exists from different sites of the range of occupations from the first villages through historic times, demonstrating the intense processes of occupation.

Keywords: Use of space; Tilcara town; Occupational process; Chronology.


 

INTRODUCCIÓN

La problemática relacionada con los poblados prehispánicos en la localidad de Tilcara, erigida próxima al río Grande en el sector central de la Quebrada de Humahuaca (provincia de Jujuy) (Figura 1), constituye una de las más relevantes, dado que los registros de investigaciones permiten analizar rangos temporales que van desde el primer milenio de nuestra era hasta el siglo XIX. Esta particularidad se registra en un espacio relativamente acotado, concentrado en el perímetro de la actual planta urbana de Tilcara, atendiendo al crecimiento que ha tenido durante las últimas décadas. En esta planta se incluye el Pucará de Tilcara, que no sólo se incorpora a ella, sino que conforma uno de los referentes más importantes a la hora de construir la historia ocupacional local. En este sentido asumimos que, dada la cercanía que se registra entre el Pucará de Tilcara y la actual planta urbana, no podría entenderse la dinámica prehispánica del área bajo estudio sin realizar un abordaje de carácter holístico e integrador. En la actualidad contamos con un registro de información considerable, aunque este surge de manera diversa, dado que -para lo que constituye la planta urbana, sobre todo atendiendo a los inicios de las ocupaciones- procede de rescates arqueológicos.


Figura 1.
planta urbana de Tilcara

La recuperación de piezas en el casco céntrico del poblado de Tilcara se registra ya durante las investigaciones de Salvador Debenedetti, quien rescata piezas consignadas como "[.] Descubierto en los sepulcros aislados en las barrancas que están a espaldas de la Iglesia Parroquial [.]" (citado en los catálogos del Museo Etnográfico de Buenos Aires, año 1921, XVII Expedición Arqueológica de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires). Sin embargo, las acciones más importantes de rescate se condensan durante la década del ochenta hasta la actualidad (Mendonça et al. 1991; Rivolta y Albeck 1992; Rivolta 1994, 1996, 2000; Rivolta y Nielsen 1996; Mendonça et al. 1997; Tarragó y Albeck 1998; Nielsen 2001; Mercolli et al. 2004; Seldes 2006; Otero y Mercolli 2008; Rivolta et al. 2010). Asimismo, las investigaciones en el Pucará de Tilcara llevan aproximadamente más de 100 años desde su inicio y, si bien de manera interrumpida, constituye uno de los sitios más intervenidos en la región (Ambrosetti 1908; Debenedetti 1930; Casanova 1950; Krapovickas 1958/1959, 1981/1982; Madrazo 1969; Casanova et al. 1976; Tarragó 1992; Tarragó y Albeck 1997; Rivolta 2005; Otero 2007, 2013; Zaburlín 2009; Otero y Ochoa 2011).
Es así que el objetivo central de esta contribución es ofrecer un panorama actualizado sobre las investigaciones arqueológicas en el pueblo de Tilcara, sumado a la discusión de los resultados, producto tanto de las investigaciones como de los fechados radiocarbónicos, atendiendo al panorama de avances en la comprensión de la historia ocupacional en los últimos años. Si bien diversos hallazgos ya fueron publicados, se realiza una breve mención de ellos, teniendo en cuenta la necesidad de incluir las evidencias en el apartado final de la discusión, para ir componiendo un panorama general, que acompañe a las nuevas investigaciones e hipótesis de trabajo.

LAS OCUPACIONES DEL PRIMER MILENIO

Las evidencias relacionadas con las primeras ocupaciones del poblado están conformadas por un conjunto de investigaciones originadas en rescates arqueológicos que se han localizado particularmente sobre un sector específico de la planta urbana (Figura 1). Estos han sido particularmente intensos en los últimos 50 años, aunque varían sustancialmente en cuanto al modo en que fueron realizados y los momentos que representan, en relación con la ocupación del área. En la década del sesenta se da a conocer el hallazgo de materiales arqueológicos durante la construcción del hotel "El Antigal" (Figura 1: 1) (Madrazo 1968). A una profundidad aproximada de entre 2,80 y 3 metros, además de un importante número de ollas tubulares -que conforman parte habitual de los contextos materiales de esta época- se recuperó un fragmento de cerámica San Francisco. Asimismo, en su publicación, Madrazo (1968: 17) incluye las evidencias registradas en la calle Sorpresa, en su intersección con la calle San Martín (Figura 1: 7), en el domicilio del Sr. Arroyo, donde se detectó una inhumación y, próxima a ella, una olla tubular de grandes dimensiones. Posteriormente, los hallazgos se concentraron en torno al área definida entre las calles Sorpresa, Lavalle y San Martín. Dentro de esta área, la zona de sectores más esporádicos es la de cotas de mayor altura del Cerro Negro, que constituye uno de los límites naturales del pueblo. Entre los rescates realizados, se encuentran: Til.20 (calle Belgrano; figura 1: 2), Til.22 (calle Lavalle y Sorpresa; figura 1: 5), Til.23 (calle Sorpresa; figura 1: 7), Hotel Intiwayna (calle Lavalle; figura 1: 4), Flores 1 (calle Sorpresa; figura 1: 5), calle Belgrano y Alberro (figura 1: 3), barrio Malka (Figura 1: 8).
El primero de estos rescates, Til.20, se produjo en los años 1989-1990, en el patio de una vivienda en obra localizada sobre la calle Belgrano (Figura 1: 2). Comprende el hallazgo de cuatro cistas -tres de ellas
con inhumaciones-, cuatro ollas tubulares -una de las cuales contenía un párvulo- y dos entierros directos, así como diversas piezas de metal, cuentas de collar y alfarería (Mendonça et al. 1991). El segundo, Til.22, corresponde a la intersección de las calles Lavalle y Sorpresa (Figura 1: 5). Se trata de un rescate arqueológico llevado a cabo en el año 1990, durante el cual se detectó un sector de viviendas sepultadas y un área de descarte localizada por encima del muro de un recinto (Rivolta y Albeck 1992; Rivolta 1996). En este basurero se recuperó numeroso material óseo animal, puntas de obsidiana y sílice del tipo pedunculadas, un ejemplar de molusco que fuera identificado como Strophocheilus oblongus lorentzianus, un vaso incompleto decorado en negro sobre rojo, numerosos fragmentos de vasijas y de una pipa confeccionados con cerámica, y representaciones zoomorfas en miniatura del mismo material. Uno de los elementos más interesantes está constituido por escasos fragmentos de cerámica, identificados a partir de cortes delgados como San Pedro negro pulido. Recuperadas en este basurero se procesaron tres muestras de carbón, cuyos resultados se presentan en la Tabla 1 (ver fechados n° 23, 27 y 30) (Rivolta 1996: 132).

Tabla 1. Lista de fechados de la planta urbana de Tilcara y el Pucará de Tilcara. Curva de calibración ShCal04 (McCormac et al. 2004); Software utilizado OxCal v4.2 (Bronk Ramsey 2009). Calibración realizada por el Dr. Greco.


Posteriormente, se efectuó un rescate en un perfil sobre la calle Sorpresa (Tarragó y Albeck 1997), aproximadamente a 25 m del hallazgo denominado Til.22, en el que se recuperaron restos óseos humanos y fragmentos cerámicos de tipo gris y negro tanto ordinarios como pulidos. A partir del carbón obtenido de una lente de ceniza, se obtuvo un cuarto fechado para este sector de Tilcara (Tabla 1: fechado n° 29) (Tarragó y Albeck 1997: 129). Durante las actividades de rescate realizadas en el sitio Til.22, también se ampliaron las tareas vinculadas con el sector previamente relevado por Madrazo (Figura 1: 7), sobre la calle Sorpresa (Aleksandrowicz 1987). A partir de esta ampliación se localizó otra olla tubular, que actualmente se encuentra en exhibición en una vitrina montada a la vera de la calle. En cuanto a Til.23, durante la década del noventa se realizó un sondeo en el sector opuesto en relación con la ubicación de esta olla, en el cual se identificó un tramo de muro arqueológico asociado a una punta de proyectil pedunculada, similar a las recuperadas en Til.22. El rescate arqueológico Hotel Intiwayna comprende dos temporadas de excavación realizadas entre 2003 y 2004. Los hallazgos se produjeron en la parte del patio trasero de un hotel localizado en la calle Lavalle (Figura 1: 4). En él se recuperaron restos óseos humanos y de fauna, así como también numerosos  fragmentos cerámicos, en su mayoría de tipo monocromo, dado que la decoración pintada es sumamente escasa y se remite al tipo de línea quebrada en zigzag, característica de estos contextos. No se recuperaron evidencias de arquitectura arqueológica, debido a que el rescate fue realizado en un sector sumamente acotado (Rivolta et al. 2010).
Flores 1: se trata de un hallazgo fortuito en un sector interior de la vivienda de la familia Flores (Figura 1: 6), localizada en la calle Sorpresa (Mercolli et al. 2004). Durante el trabajo de excavación, se descubrieron restos óseos humanos (Seldes 2005, 2006), así como también objetos de metal, particularmente brazaletes de cobre y cuentas de collar. En el rescate realizado en la intersección de las calles Belgrano y Alberro (Figura 1: 3), se recuperaron dos ollas tubulares (Tarragó y Albeck 1997). Este hallazgo, próximo al denominado Til.20, fue fechado a partir de restos de carbón ubicados en el sedimento hallado en el interior de dichas ollas (Tabla 1, ver fechado n° 1) (Tarragó y Albeck 1997: 129). Entre las excavaciones realizadas en el sector urbano de Tilcara, próximo a Til. 23, se registra el sitio de Malka (Figura 1: 8). En este sitio se recuperaron conjuntos reducidos de estructuras cuadrangulares y desechos, los cuales se encontraban separados por limitadas evidencias artefactuales. Para este
rescate se obtuvo una datación a partir del análisis de una muestra de carbón, cuyo resultado fue publicado por Nielsen (2001: 188) (Tabla 1, fechado n° 24). Durante el año 2010, en una vivienda familiar de este barrio y a escasos metros del hallazgo anterior, se produjo otro importante rescate, el cual fue excavado y ampliado por personal técnico e investigadores del Instituto Interdisciplinario Tilcara. Los materiales cerámicos, óseos, líticos y confeccionados con metal recuperados en este contexto aún se encuentran bajo estudio. No obstante, estos contextos corresponderían a ocupaciones contemporáneas a los rescates mencionados previamente.

SIGLOS XI A XIV

Para este intervalo temporal se cuenta con seis conjuntos de hallazgos recuperados en la planta urbana de Tilcara y escasas evidencias materiales en el Pucará de Tilcara. Por un lado, se cuenta con la exhumación de tumbas que realizara Eric Boman (1908) en el predio de la antigua Estación Tilcara del ferrocarril. Este se ubica en un sector del poblado que presenta una baja frecuencia en relación con la cantidad de hallazgos realizados (Figura 1: 9). En función de estos datos, se realizó una publicación (Rivolta 2003) en la cual se consignan apreciaciones acerca de algunas de las piezas alfareras recuperadas por Boman y su registro en vinculación con los catálogos vigentes. De este conjunto, que este autor ilustra en su obra (Boman 1908: 779-781 y figura 191), se identificaron tipos vinculados al estilo Yavi-Chicha. Se trata de piezas similares a aquellas que integran las colecciones de sitios como La Isla de Tilcara, Keta Kara y la colección André de Huacalera, depositadas en el Museo Arqueológico de Tilcara (FFyL-UBA). El segundo conjunto de materiales atribuibles a esta época corresponde a las piezas cerámicas recuperadas por Debenedetti en 1921 en tumbas ubicadas detrás de la Iglesia parroquial de Tilcara, hallazgo mencionado al principio de este artículo. Este conjunto se compone por un instrumento de piedra y 19 piezas cerámicas estilo Isla. A partir de un análisis preliminar de una parte de estas vasijas, se ha podido determinar que presentan características estilísticas similares a las recuperadas en una excavación dirigida por Casanova en 1937 en la Calle Belgrano, mencionadas en los catálogos del Museo Etnográfico. Para estos últimos, por el momento no se cuenta con referencias precisas para determinar si se trató de un rescate y cuál fue su ubicación. En el año 1994, se produjo un hallazgo atribuible a este momento en la calle Jujuy (Figura 1: 10), casi en su intersección con la Sorpresa. Corresponde al registro de un conjunto de piezas localizadas en el patio trasero de una vivienda familiar. No obstante, debido a las obras de remodelación que se estaban realizando no fue posible determinar el contexto específico de hallazgo, el cual comprende dos escudillas interior negro pulido, una olla mediana con motivo escalerado en negro orlado de blanco sobre engobe rojo y una olla del tipo Ordinaria con la base en talón.
El quinto hallazgo corresponde a un rescate arqueológico próximo a la calle Jujuy, denominado El Manzano (Figura 1: 11). Este recate se constituye como uno de los más importantes de la localidad, por la diversidad y número de hallazgos y por aportar las primeras dataciones a un contexto de la planta urbana de Tilcara atribuible a este momento de ocupación (Tabla 1, fechados n° 12 y 15). De allí que en este trabajo se presente de forma más detallada que otros rescates, ya que hasta el momento sólo se habían informado resultados preliminares (Otero y Mercolli 2008). Se trata de un grupo de entierros detectados en 2007 a más de 1,5 m de profundidad desde la superficie durante las obras de albañilería de un pozo ciego a realizarse en la vivienda de la familia Leaño. Al igual que en el caso de otros rescates, no se pudo determinar si estos entierros se encontraban ubicados dentro de un espacio doméstico, ya que sólo se excavó la superficie total de la base circular de este pozo, cuyas dimensiones alcanzaban 2,80 x 2,70 m. Se plantearon dos sectores de excavación siguiendo la orientación del norte geográfico (Figura 2). A esta extensión se le sumó la apertura de una pequeña caja de 0,70 x 0,80 m en el sector norte debido al importante número de materiales que se recuperaron hasta alcanzar los 2 m de profundidad. En el cuadrante sur se registraron los restos óseos articulados de un individuo adulto de sexo masculino con deformación tabular erecta, inhumado en posición genuflexa (Seldes 2009). Asociado a este individuo se encontró una única pieza in situ. No obstante, es posible que parte de las vasijas removidas por los albañiles también hayan formado parte del acompañamiento mortuorio. En el cuadrante norte, de manera contraria, se hallaron numerosos restos humanos desarticulados entremezclados con piezas cerámicas y una pinza de cobre fracturada asociada a una falange de camélido (Figura 2). Es posible que este sector fuera alterado por el ingreso de aluviones, es decir, desprendimientos de tierra de los faldeos reforzados por el desnivel considerable existente entre la base de las estribaciones del cerro Negro y el cono de deyección del Huasamayo, donde se localiza la planta urbana. Entre los restos humanos se identificaron dos individuos adultos, uno varón y el segundo de sexo indeterminado, y un infante (Seldes 2009). Si bien se despejó toda el área, dejando expuestas numerosas piedras hasta dar con el nivel estéril, a excepción de grandes lajas que pudieron utilizarse para tapar los sepulcros, no se identificó ningún tipo de estructura arquitectónica que diera cuenta de la utilización de cámaras mortuorias. Entre la cerámica recuperada en este sector se hallaron tres piezas colocadas sobre un piso consolidado junto a un lito formatizado, cuatro puntas de proyectil pedunculadas de obsidiana y tres panes de pigmentos, correspondientes a arcilita rosada, arcilla con limonita y un cuerpo de arcilla sin cocer pintado de morado (M. B. Cremonte, comunicación personal 2008) (Figura 2). Estos panes, por sus colores, debieron guardar un gran valor simbólico. Asimismo se observaron restos de pigmento rojo en la superficie de un pequeño cántaro tricolor y en una punta de proyectil.


Figura 2.
Planta final del rescate arqueológico El Manzano.

La muestra cerámica (N = 40) se encuentra representada en su mayoría por pucos Interior Negro Pulido de cuerpo subhemisférico, en algunos casos restringido, seguidos por pucos también Interior Negro Pulido pero de paredes rectas a evertidas y pucos Interior Rojo Pulido (Tabla 2). Dentro del conjunto se identificaron variantes típicas de la cerámica local reconocida para este período, tal es el caso de ollitas N/R, decoradas por reticulados de malla abierta o conjuntos de líneas oblicuas, pequeños cántaros tricolor con representaciones de ganchos o hileras de triángulos, un vaso con cintura tricolor y un cantarito antropomorfo con el rostro modelado al pastillaje (Figura 3). Sólo se detectaron dos piezas de origen no local, posiblemente procedentes del Altiplano boliviano. Sobre la calle Sorpresa, durante la construcción del Hotel Las Marías, en el año 2008, se recuperaron los restos semiarticulados de un individuo adulto (Figura 1: 12). Asociadas a este individuo se encontraron piezas cerámicas fragmentadas, las cuales presentan características similares a las halladas en El Manzano. Se trata de dos pequeñas vasijas de cuerpo globular y bordes altos rectos a evertidos. Una de ellas, rojo a morado pulido, presenta asas remachadas a la porción superior del cuerpo y adheridas al borde. La superficie de la segunda posee un baño castaño a gris pulido. Por otro lado, se registraron tres fragmentos de diferentes piezas, uno correspondiente a un cuenco con asa horizontal castaño pulido; otro, a un fragmento de un puco Interior Negro Pulido; y el último, al cuerpo de una pieza de superficie rojo a rosa pulido. Por fuera de la planta urbana, las evidencias que podrían reflejar el inicio de ocupación del Pucará de Tilcara (SJuj Til 1) durante esta época son escasas (Figura 1: 14). En relación con los objetos presentes en las colecciones de los Museos Etnográfico "J. B. Ambrosetti", de Buenos Aires, y Arqueológico "Dr. E. Casanova", de Tilcara, de entre 305 vasijas analizadas sólo se pudieron identificar seis piezas cerámicas del tipo Isla, de las cuales cinco no presentan información sobre su ubicación dentro del Pucará o fueron ingresadas entre los materiales recuperados durante las Expediciones de la Facultad de Filosofía y Letras a la Quebrada de Humahuaca en las que no se excavó este sitio. Se debe aclarar que, si bien en el Museo Arqueológico de Tilcara un gran número de objetos asignables a este momento figuran como hallados en el Pucará, al correlacionar la información de procedencia con los catálogos del Museo Etnográfico se pudo determinar que forman parte de las muestras recuperadas en los rescates arqueológicos realizados por Debenedetti en 1921 y Casanova en 1937 en la planta urbana de Tilcara, anteriormente mencionados.

Tabla 2. Clasificación del conjunto cerámico recuperado en El Manzano.


Figura 3.
Piezas cerámicas recuperadas en El Manzano

Por otro lado, resulta notorio que a pesar del gran número de yacimientos descritos, la única mención en la publicación de Debenedetti de 1930 que podría hacer referencia a la detección de una ocupación temprana del Pucará corresponde a la descripción del Yacimiento 196 (Debenedetti 1930: 122). Se trata de la excavación de uno de los ángulos de un recinto ubicado en el camino de circunvalación que rodea las estructuras del suroeste del Pucará. A partir de la remoción de un conjunto de lajas clavadas verticalmente, detectó una sucesión de inhumaciones que, según afirma, debieron ser practicadas en diferentes momentos, dadas las modalidades de entierro. Para el último conjunto de individuos sepultados -cuatro adultos y un niño- identifica entre los materiales incluidos como ajuar mortuorio un plato con decoración cuatripartita, a su decir como "la que es general en los platos de La Isla" (Debenedetti 1930: 122). No aporta otros datos que permitan la caracterización más detallada de esta pieza. No obstante, vale mencionar que la división cuatripartita, como estructuración del diseño, también se registra en objetos más tardíos. Por último, hasta el presente no se registraron materiales atribuibles a este momento entre los conjuntos recuperados durante las recolecciones superficiales y en las excavaciones efectuadas en los últimos años. No obstante, vale mencionar que en la década del setenta (Casanova et al. 1976) y durante la del noventa (Tarragó y Albeck 1997) se realizaron excavaciones en el sector del basural del Pucará de Tilcara, donde se registraron, en el último caso, restos de estructuras por debajo del área de descarte. Esto podría evidenciar una ocupación anterior al siglo XI, aunque a pesar de los resultados de los fechados (Tabla 1, fechados n° 26 y 28), el contexto que los acompaña resulta escaso y no permite realizar otras inferencias sobre las ocupaciones.

SIGLOS XIII-XIV AL XV

Durante este momento las ocupaciones se restringen al Pucará de Tilcara (SJuj Til 1). Es posible que el sector oriental de la planta urbana de Tilcara, al igual que otros sectores del fondo del valle del Río Grande, sólo fuera destinada a la producción agrícola. De todos modos, para esta época, antes de alcanzar su fisonomía como conglomerado, el Pucará debió presentar ocupaciones en terrazas domésticas (Rivolta 2005). Los elementos que permitirían definir una ocupación consistente para el Pucará de Tilcara están constituidos por una estructura ubicada en el faldeo suroeste, denominada Unidad Habitacional 1 (Tarragó 1992), y un área de descarte, designada como Basural 1, emplazada en la cima del faldeo sur (Tarragó y Albeck 1997) (Tabla 1, fechados n° 17, 18, 19, 20, 21, 22 y 25). Estos contextos, además de revelar evidencias vinculadas a las prácticas cotidianas de subsistencia, dan cuenta del desarrollo de actividades relacionadas con la producción de artesanías.

SIGLOS XV A XVI

Para este intervalo temporal, correspondiente a la dominación inca de la región, hasta el presente no se encontraron evidencias arqueológicas en la planta urbana de Tilcara. De forma contraria, para el Pucará se registra la ocupación de mayor densidad, en parte reflejada en el número y distribución de fechados (Tabla 1, fechados n° 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 13, 14, 16), la cual llegó a abarcar la superficie completa del morro donde se encuentra emplazado (17,5 hectáreas) (Otero 2013; Greco y Otero 2015). Además de funcionar como un centro político de primera jerarquía, capital de Wamani (Williams 2004), este sitio se constituyó como uno de los principales polos productivos y administrativos de la región. En él se instalaron numerosos talleres artesanales destinados a la manufactura especializada de bienes. Esta especialización estuvo orientada a la producción de bienes de metal, valva y piedra (Otero y Ochoa 2011; Otero 2013; Otero y Cremonte 2014). La posibilidad de ampliar su traza edilicia y la proximidad a los campos de cultivo de El Alfarcito y Ovejería, a un curso de agua permanente, el río Grande, y a las canteras para el aprovisionamiento de diversos minerales (alabastro, calizas, cobre, entre otros), debieron de ser algunas de las principales causas por las que el Inca utilizó al Pucará para la instalación de un centro productivo de gran envergadura. Además de cumplir con funciones políticas y económicas, en el Pucará se desarrollaron actividades religiosas, tal como se manifiesta con la presencia de "La Iglesia". Se trata de un rectángulo perimetral compuesto (Madrazo y Otonello 1966) o kancha (Hyslop 1992), localizado en el centro del sitio, que habría sido utilizado para el desarrollo de ceremonias y eventos rituales masivos para lograr la legitimación del poder estatal, la promulgación de las bases religiosas incaicas y la organización de la producción. Además de las características arquitectónicas de esta y otras estructuras, el tipo de hallazgos de clara filiación cuzqueña -principalmente en la cima y la terraza superior del Pucará- dan cuenta de la organización estatal fuertemente ligada a la población local (Figura 4).


Figura 4.
Aríbalo y jarra de asa lateral Inca Provincial (Museo Etnográfico: n° 35100 y 8610 respectivamente), maza estrellada (Museo Arqueológico de Tilcara: n° 2593) y kero (Museo Etnográfico: n° 7433).

SIGLO XVI

Las evidencias referidas a este momento permiten definir una reocupación de algunos sectores de la planta urbana de Tilcara, ya que hasta el momento existe un hiato que se encuentra cubierto únicamente para el sector de la planta comprendido por el Pucará de Tilcara. En este sentido, es probable que el abandono del Pucará no se produjera sino hasta la ocupación efectiva de la Quebrada por parte de los españoles a fines del siglo XVI, y aún no se comprenden en profundidad los procesos que tuvieron lugar antes y después del ingreso del conquistador a la región. Las evidencias atribuibles a este momento aparecen en el Pucará de Tilcara de manera aislada. Por un lado, se cuenta con un entierro ubicado en la cima del sitio descrito por Ambrosetti (1908), en el que algunos elementos incluidos como acompañamiento mortuorio son similares a los hallados en el cementerio hispano-indígena de La Falda, ubicado sobre el faldeo del cerro Negro (Rivolta y Nielsen 1996; Mendonça et al. 1997; Bordach 2006) (Figura 1: 16). Entre ellos se pueden mencionar una cinta y una placa de plata, un brazalete de metal, cuentas venecianas, restos de lanas rojas y un arco de madera. En otro contexto de la cima, Ambrosetti recuperó una punta de hueso pedunculada. El tipo morfológico de esta punta difiere al de las conocidas como "puntas cola de golondrina" halladas en los Valles Calchaquíes (L. R. González y Tarragó 2005), e incluso al de las recuperadas en el cementerio hispano-indígena de La Falda.
Otros objetos atribuibles a este momento o quizás al Colonial temprano son los discos metálicos recuperados por Schuel (1930), para los que se desconoce la ubicación de hallazgo dentro del Pucará. Según González (1992), presentan diseños de influencia europea que se pueden vincular a los dibujados en naipes de la época. También se los ha asociado a los motivos de la cerámica traída por los españoles y a ciertas imágenes impresas en biblias, santorales y libros que llegaban a América por distintos medios (Gluzman 2010). Por último, se cuenta con la identificación de siete piezas cerámicas atribuibles a este momento. Cinco de ellas fueron registradas durante la revisión de las colecciones (Otero 2013), y las dos restantes, durante las excavaciones dirigidas por Tarragó en la Unidad Habitacional 1 del faldeo suroeste (Tarragó 1992; Otero 2007; Otero y Cremonte 2010). Para la planta urbana de Tilcara se cuenta con el caso del cementerio hispano-indígena La Falda anteriormente mencionado, que en un inicio fue abordado por Rivolta y Nielsen (1996) durante tareas de rescate arqueológico. Posteriormente fue extensamente trabajado por Mendonça y Bordach (Mendonça et al. 1997). Estos investigadores detectaron un total de 25 tumbas. En algunas de ellas recuperaron diversos elementos de origen europeo, como cuentas venecianas, hierro y trozos de tela, como batista y terciopelo (Bordach 2006). Sobre la misma cota de altura, a cien metros de donde se localiza el cementerio de La Falda, en el 2007 se produjo otro rescate arqueológico en la vivienda de la familia Gallardo (Otero y Mercolli 2008) (Figura 1: 15). Se trata de una tumba en pozo con cámara lateral expuesta en una cavidad del perfil del cerro. En su interior se recuperó un individuo de sexo femenino con deformación craneana del tipo tabular erecta, colocado en posición genuflexa (Seldes 2009). Entre los materiales incluidos como acompañamiento mortuorio se identificaron dos espátulas y un tubo de hueso para inhalar alucinógenos, numerosas mostacillas de vidrio, que por su distribución debieron estar cosidas a la indumentaria, una cuenta cuadrangular y una del tipo Aggri Perlen, un esqueleto de ave, huesos de roedor, camélido y cérvido, cuatro tupus de cobre y uno de plata, y nueve piezas cerámicas. Si bien por sus atributos estilísticos estas vasijas se podrían considerar Humahuaca Inca, a diferencia de las del momento incaico, presentan malas terminaciones de superficies (alisados incompletos), decoración asimétrica, contorno irregular e inserciones desprolijas de las asas. La muestra está compuesta por un vaso chato ordinario, un puco con ambas superficies en rojo semipulido, un puco de asa lateral Interior Negro Pulido, una pequeña olla Rojo Pulido, un aribaloide rojo pulido con decoración de banderines en negro orlados en blanco, dos conjuntos de fragmentos de pequeñas piezas restringidas rojo a castaño pulido y, dos pucos negro sobre rojo de características similares, decorados en el labio mediante rayas paralelas de borde redondeado y una cruz en la base interna (Figura 5). La inclusión de pares de pucos semejantes es una práctica netamente incaica (González 1982), particularidad que, a partir de lo registrado en este caso, permite afirmar que se mantuvo hasta después de la caída del Tawantinsuyu.


Figura 5.
Cántaro tricolor y pucos N/R.

Por último, en el camino que asciende al barrio de Malka, una vez que se logra alcanzar la cota de altura correspondiente al hallazgo de La Falda, se encontró una inhumación en la que fueron dispuestos, como acompañamiento mortuorio, cuentas de origen europeo y una placa de metal. No se realizó el rescate de este hallazgo sino que este corresponde a una comunicación personal realizada por los vecinos del barrio.

MOMENTO HISTÓRICO

Para el Pucará de Tilcara, Debenedetti, en su publicación de 1930, menciona el hallazgo del entierro de un esqueleto de vaca completo dentro de una cámara de dos metros de diámetro construida con piedras en el Yacimiento 172 (Debenedetti 1930: 104). Este entierro se debió producir tiempo después del abandono del Pucará, más específicamente a partir de la constitución de la encomienda y del pueblo de reducción de Tilcara, ya que, tal como señala Sánchez (1996), la principal actividad de los únicos encomenderos de la comunidad y encomienda del pueblo de San Francisco de Tilcara entre 1593 y 1776, representados por el linaje de los Argañarás y Murguía, fue la actividad ganadera. Debido a que los sucesivos encomenderos no se hacían cargo del sustento de sus indios, estos rápidamente adoptaron los cultivos y ganados europeos, y generaron así un sistema de producción mixto, en el cual se combinaba la tradición local con la europea (Sánchez 1996: 153). La detección de este esqueleto en el Pucará podría indicar que los pobladores locales continuaron desarrollando de manera resignificada distintas prácticas rituales de origen prehispánico, tales como la inclusión de animales, o simplemente su sepultura en contextos que fueron de uso habitacional.
En la planta urbana de Tilcara, en la casa donde velaron los restos del general Lavalle se realizaron dos rescates arqueológicos durante 1994 y 2000 (Figura 1: 18 y 19) (Rivolta 1994, 2000). En la primera de estas actividades, y a partir de un trabajo municipal de conexión de red cloacal, se dio aviso al Instituto Interdisciplinario Tilcara acerca de la aparición de restos óseos humanos. Dadas las características del trabajo, se había realizado una zanja de aproximadamente 20 m de longitud que luego fue seccionada en trincheras perpendiculares. Allí se registraron dos esqueletos completos, los cuales -debido a la necesidad de efectuar el rescate en un tiempo acotado- fueron recuperados parcialmente. Estos individuos no presentaban ningún tipo de inclusión mortuoria ni restos de vestimenta, considerando que además habían sido sepultados en posición extendida. A partir de estos datos y de acuerdo con la investigación desarrollada por Seca (1987), se pudo constatar que ambos cuerpos habrían estado enterrados en el antiguo cementerio del pueblo de Tilcara, que fuera relocalizado en el año 1856, cuando se separó al edificio de la iglesia del cementerio. El segundo rescate, que forma parte del sector anterior de la vivienda, estaba conformado por un conjunto de restos óseos en desorden, localizado a escasos metros de la sala principal donde fueron velados los restos del general Juan Galo Lavalle, en el siglo XIX. A diferencia del primer rescate, en este caso el desorden evidente en el que se encontraban los individuos recuperados hace suponer una alteración de los contextos debido a distintos episodios de construcciones a lo largo del tiempo, que implicaron el desentierro y posterior reentierro de los conjuntos óseos. Al igual que en el rescate de 1994, no se registró ningún tipo de acompañamiento mortuorio.

DISCUSIÓN

La cantidad de investigaciones desarrolladas en la planta urbana de Tilcara, sumadas al número creciente de dataciones radiocarbónicas, nos llevan a analizar no sólo las evidencias presentadas en las páginas precedentes, sino a ofrecer marcos explicativos alternativos en torno a las instancias de ocupación del sector considerado. Indudablemente, en la elaboración de propuestas cronológicas encontramos una herramienta poderosa tendiente a interpretar los desarrollos y procesos que tuvieron lugar en momentos prehispánicos en el área. No obstante, es a partir del conjunto de evidencias que creemos necesario rediscutir problemas de consistencia en relación con los modelos de cronología clásica, que entran en conflicto con aquellas a la hora de efectuar interpretaciones. En primer lugar, definiremos algunos aspectos clave de la ocupación en la planta urbana de Tilcara y, en segundo término, debatiremos los aspectos críticos relacionados con el contexto material, su comparación con los fechados radiocarbónicos obtenidos y la coordinación con las propuestas de cronología clásica. La Figura 1, que refiere a la planta urbana de Tilcara en la que se consideran los contextos de hallazgo de los rescates efectuados, destaca un registro que se condensa en el ángulo noreste del cono de deyección sobre el cual se encuentra dispuesta la planta. Esto podría responder a problemas de muestreo, atendiendo a las dificultades que surgen en las actividades de rescate en zonas edificadas, así como también podría reflejar las ocupaciones efectivas que tuvieron lugar en dicho espacio. El sector urbanizado presenta desniveles en el terreno, producto de la propia conformación del cono, la cercanía con la base del Cerro Negro, y de los frecuentes episodios aluvionales, que aún se producen en la actualidad. Una parte importante de los contextos del primer milenio se disponen por debajo de espesos volúmenes de sedimento, como producto de los eventos de sepultamiento, probablemente durante épocas estivales. En el caso del emplazamiento seleccionado para la instalación del Pucará de Tilcara (Figura 1), encontramos que este se realizó sobre el sector sudoeste de la planta, en un terreno naturalmente elevado, seleccionado tal vez como alternativa a estos procesos periódicos de sepultamiento a los que se vieron expuestos los antiguos pobladores en Tilcara. Es así que entre los siglos XIII y XIV se desarrolla una nueva organización del espacio en un asentamiento conglomerado de altura, o asentamiento urbanizado de altura. Estas instancias en la ocupación del entorno no se registran en el espacio definido por el cono de deyección, posiblemente en virtud de la dinámica desarrollada durante el paso de los siglos XII a XIII, en el cual se dieron procesos de reorganización en los sitios de la región. A diferencia de los casos anteriores, las ocupaciones del siglo XVI presentan un cambio de disposición y es posible reconocerlas en cotas elevadas de la planta, particularmente próximas a la base del Cerro Negro. Por último, de acuerdo con la modalidad de instalación colonial y la de tiempos históricos, la selección del emplazamiento correspondió al fondo de valle, localización donde actualmente se encuentra el sector más densamente edificado del poblado moderno.
Desde los inicios de la investigación en el Noroeste argentino, se elaboraron numerosas propuestas a fin de ordenar el amplio universo constituido por los contextos materiales prehispánicos. En las últimas décadas se ha puesto énfasis en la conformación de cronologías más acotadas a las problemáticas regionales¹, atendiendo a cuestiones relativas a la dinámica específica, y se ha involucrado además el estudio de emplazamientos y, en algunos casos, explicaciones acerca de los cambios producidos en el entorno. No obstante, en esta propuesta nos enfocaremos en la cronología clásica (González y Pérez 1972), considerando que refiere a un esquema generalizado de uso, que aún se encuentra vigente más allá de la Quebrada de Humahuaca, a pesar de mostrar problemas de inconsistencia. Sin embargo, pensamos que es necesario discutir dichas problemáticas, a fin de generar una propuesta superadora. La cronología de González y Pérez (1966, 1972) fue elaborada con la finalidad de explicar los diferentes intervalos en las sociedades prehispánicas, cada uno de ellos caracterizado por poblados y contextos materiales específicos. En este sentido, la propuesta partió de la formulación de períodos, que dio contenido a un volumen de información a través del ordenamiento en una secuencia de desarrollo evolutiva unilineal. Así, se establecieron los períodos Temprano, Medio, Tardío, Inca, Hispano-Indígena y Colonial, los cuales presentaban fundamentalmente un contenido basado en información contextual aunque escasamente referida a resultados radiocarbónicos y excavaciones basadas en técnicas estratigráficas. En general, para la Quebrada de Humahuaca, el volumen de fechados se obtiene a partir de la década del ochenta, cuyos resultados producen discordancias entre los contenidos formulados para cada período, particularmente en lo que respecta a los estilos alfareros y, los fechados obtenidos a partir de esa década en adelante. Si bien los fechados se consideran técnicas absolutas, los rangos de las dataciones, una vez calibrados, son amplios, más aún si se trata de dataciones provenientes de técnicas convencionales, ya que producen un rango mucho mayor en la interpretación de las ocupaciones. Esto provoca un solapamiento de fechados, lo que hace dificultoso establecer intervalos concluyentes.
Por otro lado, se debe considerar la asociación entre el contexto material y los fechados radiocarbónicos. En este sentido, en virtud de las nuevas evidencias, el rango de ocupación para el período Medio (González y Pérez 1966; 1972) se encuentra desfasado en relación con el intervalo que este ocupa en la cronológica clásica, no sólo en la planta urbana sino en algunos sitios próximos de la región. En el caso particular de la planta urbana de Tilcara, los resultados radiocarbónicos obtenidos para el sitio El Manzano indican este tipo de desfasaje (Tabla 1, fechados n° 12 y 15). En relación con este sitio, si bien queda clara la posibilidad de que los contextos excavados al provenir de un área urbana se encuentran alterados, otros resultados radiocarbónicos de contextos Isla resultan coincidentes con El Manzano. Entre estos cabe mencionar sitios como Peña Colorada (Krapovickas 1987-1988), Banda de Perchel y Alto de la Isla (Rivolta 2003) y Keta- Kara (Rivolta 2013), los cuales presentan contextos de la época, cuyos resultados radiocarbónicos serían contemporáneos con El Manzano. Nielsen (2007: 246) plantea la problemática en torno a lo que denomina "Fenómeno Isla" alertando acerca de la persistencia, hasta momentos más tardíos de las manifestaciones culturales del período Medio. Sin embargo, a partir de las investigaciones realizadas, sugerimos que los contextos "Isla" pueden ser más tardíos en términos de sus inicios, por lo que, de manera sintética, se ubicarían plenamente en el segundo milenio de la era. En esta misma línea, también resulta necesario avanzar sobre la problemática del período Temprano, particularmente en el rango de ocupación indicado para este. Las evidencias relacionadas con los hallazgos de la planta urbana de Tilcara se destacan por presentar contextos homogéneos que, hasta el momento, no brindan mayores dificultades para su identificación. No obstante, aunque los fechados radiocarbónicos con los que se cuenta son escasos, estos señalarían una ocupación más prolongada en el tiempo que la planteada en la cronología clásica, es decir, ampliando el intervalo hasta entrado el siglo XI. Restaría verificar los inicios de la ocupación que designamos del primer milenio, en la medida en que se fechen hallazgos de la época, pero quedaría claro que la amplitud de esta primera ocupación se extendería notablemente en relación con el cuadro cronológico.
En resumen, encontramos una segunda dificultad en la aplicación de los esquemas temporales. Esta dificultad, inherente a la adecuación entre las evidencias y los marcos de periodificación clásicos, nos lleva a rediscutir las relaciones y conexiones entre las ocupaciones registradas en el entorno del poblado de Tilcara. La propuesta principal que gira en torno a lo discutido precedentemente, y en virtud de las evidencias con las que se cuenta hasta el momento, permitirían formular a modo de hipótesis que los "contextos Isla" deberían ser repensados como propios de los inicios del segundo milenio de la era, extendiéndose un par de siglos avanzado este. Esto nos llevaría a postular que los poblados ocupados durante este momento no formarían parte del denominado período Medio, sino que habrían sido habitados mucho después. A partir de esta propuesta, resulta necesario rediscutir la ocupación de sitios como el Pucará de Tilcara, considerando que por lo general se lo ubica cronológicamente en el intervalo completo del período Tardío. De acuerdo con las últimas investigaciones, hipotéticamente se podría proponer que este emplazamiento definiría su instancia de ocupación máxima en un intervalo más acotado que la habitual extensión de aproximadamente 400 a 500 años. Una parte importante de los fechados radiocarbónicos y los datos contextuales argumentan a favor de este lineamiento. Esto no invalidaría la idea de una sumatoria de eventos que dieron lugar a la conformación del conglomerado, no obstante, este podría haberse iniciado como un sitio en terrazas domésticas, para luego definirse como un gran emplazamiento en el cual la ocupación incaica tuvo un protagonismo particular. Los resultados radiocarbónicos indicarían esta posibilidad, pero también los conjuntos materiales y las excavaciones en contextos habitacionales. En este sentido, los pisos de ocupación relevados en diferentes sectores del sitio exhiben una única ocupación localizada entre los siglos XIII-XIV y el fin del momento incaico. Posiblemente, las escasas evidencias de asociación entre el material del Tardío y del momento Isla estén argumentando a favor de esta ocupación más acotada, mientras que la correspondiente a los contextos Isla específicamente estaría mejor representada en los rescates de la planta urbana, en la cual contrariamente no se registran restos materiales vinculados a esta instancia final del Tardío (González y Pérez 1972). Más allá de la distribución de los sitios, en algunos casos diferenciada, se registra una ocupación prolongada en el área de Tilcara es decir que se cuenta con evidencias arqueológicas para todos los intervalos. Con el avance de las investigaciones se espera completar este panorama con el propósito de establecer una cronología más ajustada para toda la región.

Agradecimientos

A la comunidad de Tilcara, especialmente a las familias Leaño y Gallardo. Al personal del IIT que participó en los rescates: Presentación Aramayo, Armando Mendoza, Pablo Mercolli y Noel Montoya. A María Vázquez y José María Vaquer por su colaboración durante las tareas de rescate en la vivienda de la familia Gallardo. Al personal del Depósito de Arqueología del Museo Etnográfico por su asistencia durante la revisión de la colección del Pucará de Tilcara: Gabriela Ammirati, Alejandra Reynoso, Marina Marchegiani, Victoria Coll, Silvia Manuale. A Catriel Greco por la calibración de los fechados y los aportes a la discusión sobre cronología. Esta investigación fue financiada mediante un Proyecto de Reconocimiento Institucional (Resolución CD n° 5102), por el Instituto Interdisciplinario Tilcara (FFyL-UBA) y el UBACYT 20020090100202 (Programación 2010-2012).

NOTAS

1 Una discusión interesante acerca de la problemática que se plantea en relación con las cronologías de diferentes regiones del Noroeste argentino se encuentra desarrollada en Williams et al. (2007).

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