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Intersecciones en antropología

On-line version ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.17  supl.2 Olavarría June 2016

 

INTRODUCCIÓN

La Geoarqueología en la Argentina: aportes y avances

 

Mónica Salemme, Jimena Oría y Fernando Santiago

Centro Austral de Investigaciones Científicas-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CADIC-CONICET). B. Houssay 200, Ushuaia, Tierra del Fuego y Universidad Nacional de Tierra del Fuego. E-mail: monica.salemme@gmail.com
Centro Austral de Investigaciones Científicas-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CADIC-CONICET). B. Houssay 200, Ushuaia, Tierra del Fuego. E-mail: jimenaoria@hotmail.com
Centro Austral de Investigaciones Científicas-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CADIC-CONICET). B. Houssay 200, Ushuaia, Tierra del Fuego. E-mail: ersant2@gmail.com

 

La Geoarqueología, subdisciplina que reúne aportes desde las Ciencias de la Tierra y de las Humanidades, ha crecido notablemente tanto en cantidad de investigadores que la desarrollan como en los campos de aplicación en las distintas regiones de nuestro país. Si bien generalmente los resultados se presentan en reuniones del área de Arqueología, desde hace varios años el ámbito de las Ciencias de la Tierra también abre sus espacios convocando a la interacción de geocientíficos con arqueólogos. Ejemplos recientes en nuestro país son los congresos de Cuaternario y Geomorfología (2009 y 2012), la Reunión Argentina de Sedimentología (2014), el Congreso Internacional de Sedimentología (2011) y la IV Southern Desserts Conference (2014), entre otros. Siguiendo esta línea, el VI Congreso Argentino de Cuaternario y Geomorfología, celebrado en abril de 2015 en la ciudad de Ushuaia (Tierra del Fuego), contó también con una sesión de Geoarqueología, que reunió nueve trabajos. Este espacio permitió reafirmar la inserción de esta subdisciplina en variados ámbitos.
Con el objetivo de consolidar esta muestra, en este volumen especial de Intersecciones en Antropología se reúnen algunos de los trabajos presentados en el mencionado congreso. Además, se incluyeron artículos de autores invitados con el objetivo de cubrir áreas o aspectos que no se hubieran reflejado en el evento. Asimismo, se solicitó a Marcelo Zárate, quien inició este camino de vincularnos a los arqueólogos con las Ciencias de la Tierra y Ambientales, un estado de situación de la Geoarqueología en el país. En este sentido, Zárate destaca el notable crecimiento de la disciplina en los últimos 20 años y evalúa el estado del conocimiento; analiza las técnicas y los métodos que desde las Ciencias de la Tierra contribuyen en las investigaciones arqueológicas. Este autor hace un recorrido por varios casos de estudio en diversas áreas y destaca el incremento de la interacción entre arqueólogos y las geociencias. La consolidación de la Geoarqueología "en el marco de la discusión del Antropoceno" es una de las fortalezas de esta subdisciplina y del avance de las aproximaciones inter- y transdisciplinarias.
En tanto algunas de las contribuciones que reúne el volumen constituyen estudios de caso y otras son síntesis regionales, hemos optado para su ordenamiento, por un criterio meramente geográfico, de norte a sur. Estos aportes incluyen variadas formas de aproximarse a la comprensión de las ocupaciones humanas a partir de una perspectiva geoarqueológica. El trabajo de Grana et al. plantea un modelo de evolución paleoambiental en Antofagasta de la Sierra a partir del análisis de cambios paleohidrológicos. En él se incluyen relevamientos geomorfológicos, análisis sedimentológicos, edafológicos, de diatomeas y de ostrácodos que, en conjunto, les permiten a los autores inferir que durante los últimos 7200 años cal AP existió disponibilidad de recursos hídricos, aunque de variada magnitud y distribución espacio-temporal. Así, desde ca. 7200 años cal AP y hasta después de 1600 años cal AP ocurrieron variaciones en la disponibilidad hídrica que dieron lugar a una heterogeneidad ambiental también variable que habría incidido en diversas estrategias del uso del espacio por las sociedades prehispánicas.
Un modelo de ocupación del espacio en función de los procesos de volcanismo y glaciarismo en Cuyo es formulado por Durán et al., quienes estudian la baja demografía durante el Holoceno medio en el sur de Mendoza. Apuntan a comprender si procesos de volcanismo y englazamiento pudieron ser la causa de las discontinuidades de evidencia
arqueológica en ambientes de altura. Presentan datos geoquímicos y fechados sobre tefras asociadas a depósitos arqueológicos y geológicos, y analizan la magnitud de eventos volcánicos que pudieran haber incidido en el poblamiento humano del área durante el Holoceno. Para la región costera de Patagonia norte, Favier Dubois y colaboradores han focalizado su trabajo en las dinámicas de los ambientes marino y continental, a partir de los procesos evolutivos -erosión/ depositación- de los depósitos eólicos que contienen la evidencia arqueológica. También analizan las variaciones de las líneas de costa, así como las cronologías que indican sesgos en la ocupación del espacio. Sumado a esto, a partir de estudios paleodietarios, paleoclimáticos, arqueofaunísticos y tecnológicos plantean tendencias espaciales y temporales en la región, que marcan un uso intensivo de la fauna marina entre 6000 y 2000 años AP; mientras que entre 1500 y 400 años AP observan una diversificación de las especies incorporadas a la dieta, incluyendo varias del ámbito continental, particularmente el guanaco. Una serie de geoformas en la costa norte de Santa Cruz son vinculadas a determinados tipos de sitios. Hammond y coautores estudian la localidad Punta Medanosa (provincia de Santa Cruz) con un criterio geomorfológico. Desde el análisis de un registro arqueológico diferencial vinculado a playas bajas y afloramientos rocosos plantean una selectividad en el tipo de actividad humana realizada en cada uno: concheros como sitios de actividades múltiples en dunas y entierros humanos en chenques en afloramientos rocosos. Las edades obtenidas en distintos sitios de esta localidad van desde 6300 a 370 años AP.
En el extremo meridional de la Argentina, para Tierra del Fuego, se presentaron dos formas de aproximación geoarqueológica para entender, por un lado, el aprovisionamiento de materias primas líticas y, por otro, el uso de un espacio de lagunas en un sector del interior de la Isla Grande. Ambos trabajos hacen su abordaje desde la geomorfología; y en el primero de ellos, además, se aplican criterios petrológicos.
Turnes et al. toman como caso testigo un sitio del Holoceno tardío para estudiar, a través de unidades de muestreo, las potenciales fuentes de rodados que habrían sido utilizadas para fabricar las herramientas. Los resultados obtenidos demuestran que las fuentes secundarias inmediatamente disponibles son numerosas y que contienen rocas de calidad irregular; sin embargo, los artefactos líticos recuperados en Herradura 1 muestran materias primas de buena calidad para la talla, lo que sugiere que hay una intensa selección de ellas en las abundantes fuentes secundarias detectadas.
En cuanto al aporte de Oría y Salemme, el análisis se centró en la dispersión de materiales arqueológicos en distintos sectores de una de las grandes lagunas salobres del interior de la estepa fueguina (laguna Arturo). Se utilizaron distintas variables para analizar el registro desde una perspectiva distribucional y de las geoformas donde se hallan los emplazamientos, así como el uso de diversos proxies (diatomeas, ostrácodos, fitolitos). Se sugiere que las variaciones ambientales durante el Holoceno pudieron influir en las decisiones humanas para ocupar esta laguna. Pero esta aproximación posibilita también entender que procesos geomorfológicos como la acumulación de sedimento o la erosión eólica e hídrica gravitan sobre la potencialidad de preservación y detección del registro. Los trabajos aquí referenciados muestran la gran diversidad de enfoques a través de los cuales la Geoarqueología permite abordar el registro arqueológico. En áreas con larga tradición de trabajo arqueológico, los investigadores encuentran en esta subdisciplina una vía enriquecedora para generar síntesis de información; mientras que para otras en las cuales el estudio es relativamente reciente, se emplea como marco relevante desde el cual generar sus planteos iniciales. Sea cual sea la región bajo estudio o el estado de las investigaciones, la Geoarqueología brinda una dimensión más compleja, amplia y rica para la comprensión del registro.
La transdisciplinaridad en la práctica científica muestra, una vez más, que la resultante es mucho más que la suma de las partes.

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