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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.18 no.1 Olavarría jun. 2017

 

ARTÍCULOS

Los paisajes forestales en torno a la ciudad colonial de Mendoza, con base en el registro antracológico

 

Luis Eduardo Mafferra

Secretaría de Ciencia Técnica y Posgrado-Universidad Nacional de Cuyo. Instituto de Arqueología y Etnología Salvador Canals Frau-Facultad de Filosofía y Letras. Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA)-CONICET-Centro Científico Tecnológico Mendoza. Ruiz Leal s/n Parque Gral. San Martín (5500). E-mail: luismafferra@gmail.com

Recibido 14 de marzo 2016.
Aceptado 24 de mayo 2016


RESUMEN

En la presente contribución analizamos resultados obtenidos en la identificación de restos de carbón recuperados en sitios de la ciudad de Mendoza correspondientes a los períodos Prehispánico y Colonial. Proponemos caracterizar los paisajes forestales en diferentes etapas de ocupación, en función de dos dimensiones interrelacionadas. Por un lado, comparamos las prácticas de uso de la leña; por otro, describimos las formas de este paisaje con base en los taxones identificados. La información obtenida permite discutir hipótesis sobre la vegetación del valle de Mendoza previo al proceso colonial y sobre los cambios ocurridos a partir de este período. A la vez, incluimos en la discusión información proveniente de la ecología y la historia ambiental. El análisis de los datos permite observar cambios diacrónicos en los modos de uso y en la presencia/ausencia de taxones. Entre los resultados, destaca la retracción de algunas especies nativas y la introducción de plantas exóticas durante el período Colonial.

Palabras clave: Antracología; Arqueología histórica; Paisajes forestales; Períodos Prehispánico y Colonial.

ABSTRACT

Forest landscapes around the colonial city of Mendoza based on archaeological charcoal remains

In this paper, the results of the taxonomic identification of archaeological charcoal associated with the Prehispanic and Colonial periods recovered from Mendoza city are presented. Forest landscapes are characterized for different periods of occupation according to two interrelated dimensions. First, the practices of firewood use are compared. Second, the forms of this landscape are described on the basis of the taxa identified. The results enable hypotheses about the vegetation of Mendoza valley before and during the colonial period to be discussed while ecological and environmental history data are also added to this discussion. The analysis of the data reveals diachronic changes in modes of use and presence/absence of taxa. Among these results, the retraction of some native species and the introduction of exotic plants during the colonial period stand out.

Keywords: Charcoal Analysis; Historical Archaeology; Forest landscapes; Prehispanic and Colonial period.


 

PROBLEMÁTICA Y ANTECEDENTES

El paisaje forestal en torno a la ciudad de Mendoza presenta un caso de estudio interesante: es un buen ejemplo de lo que Crosby (1986) llamó "neoeuropa", es decir, un lugar donde las plantas nativas fueron desplazadas por plantas introducidas durante el proceso colonial. Pero ¿cuál fue la historia de estos cambios? El imaginario popular afirma que "Mendoza era un desierto", haciendo referencia a un páramo desolado y carente de vegetación. Esa condición de base es revertida en este relato por el trabajo, acción constructiva del actual "oasis". Si bien se estima que sus raíces profundas habrían germinado en tiempos prehispánicos, su concreción se asocia al proceso colonial, acoplado a la acción domesticadora/civilizatoria de la conquista. En estos términos, la historia del paisaje forestal se relata como un avance de la "cultura" sobre la "naturaleza". Si bien esta dualidad característica impregna los discursos históricos en la región (Mafferra 2015: 113-117), en esta ocasión deseamos preguntarnos ¿qué certezas tenemos sobre el paisaje forestal de la Mendoza prehispánica? Y ¿cuáles tenemos sobre el paisaje que se construyó con base en la acción colonial? En este trabajo aportaremos datos resultantes del estudio de las materialidades de los paisajes forestales asociados a la historia regional.
Afortunadamente, existen trabajos previos que guiaron nuestra investigación. La posible vegetación del valle de Mendoza y sus alrededores se delineó sobre la base del registro documental para tiempos prehispánicos y coloniales (Prieto 1985, 1989; Prieto y Wuilloud 1986). En primer lugar, para el momento de la llegada de los españoles (Figura 1), se describe la vegetación típica de la provincia fitogeográfica del Monte, dominada por leñosas arbustivas con preeminencia del jarillal (Larrea spp.), y se menciona también la presencia de formas arbóreas dispersas de chañar (Geoffroea decorticans), retamo (Bulnesia retama) y sauce (Salix humboldtiana). Se plantea, además, la existencia de una formación boscosa de molles (Schinus fasciculatus) en el centro del valle (Prieto y Wuilloud 1986: 11). Por otro lado, se propone la ausencia de algarrobos de porte arbóreo, con base en la mención en fuentes históricas tempranas sobre la ausencia de maderas para fustes en la ciudad de Mendoza y principalmente de fuentes del siglo XVIII y XIX (Prieto y Wuilloud 1986: 10). Para el siglo XIX, M. Prieto (1989) recopiló también menciones de otras plantas; entre ellas, nos interesa remarcar el garabato (Acacia gilliesii). La autora presentó también información para el proceso colonial que permite observar cómo, en su transcurso, se habrían iniciado dinámicas que afectaron especialmente a la vegetación nativa (Prieto 1989: 140). Estas fueron activadas principalmente por la instauración del modo de producción colonial
mercantilista y por el emplazamiento de la ciudad. Ello implicó la introducción de animales exóticos, la agricultura y la proliferación de cauces de riego; así como el fomento de actividades que incrementaron la demanda de leña, tales como la producción de cerámica o la minería (Prieto 1989: 139-140; Chiavazza 2010: 228).


Figura 1.
Vegetación de la ciudad de Mendoza en el siglo XVII a partir de la propuesta de Prieto y Wuilloud (1986: 13). El recuadro gris demarca de forma aproximada el área definida por d iversos autores como valle de Mendoza.

Sitios de estudio
En este trabajo hacemos referencia a materiales recuperados en dos sitios ubicados en el antiguo valle y actual ciudad de Mendoza (Figura 2): Memorial de la Bandera (MB) y Ciudad de Mendoza. Las muestras analizadas provienen de contextos que responden a ciertas características comunes. En primer lugar, se trata de sectores donde los carbones fueron depositados en posición secundaria, lo que permite obtener datos taxonómicos susceptibles de ser interpretados como un promedio de la leña usada durante toda la ocupación (Piqué i Huerta 1999: 51). Son, además, contextos con dataciones absolutas que, al complementarse con otros datos contextuales, posibilitan su asociación a periodos históricos acotados (Chiavazza et al. 2013: 12). En este sentido, los conjuntos estudiados nos permiten observar en MB un caso prehispánico. En el sitio Ciudad de Mendoza, analizamos contextos de cuatro puntos arqueológicos del sector Casco Fundacional1: Ruinas de San Francisco (RSF), correspondiente al siglo XVI; Alberdi e Ituzaingó (AeI), de la transición de los siglos XVI y XVII; Edificio Plaza Fundacional (EPF), asociado a la transición de los siglos XVI y XVIII; y Edificio Plaza Huarpe (EPH), de la transición de los siglos XVII y XVIII.


Figura 2.
Ubicación de los sitios de estudio. Mapa de: A-Argentina, B-Norte de Mendoza, C-Ciudad de Mendoza. MB: Memorial de la Bandera (32°53’52.66"S-68°50’46.75"O), Casco Fundacional Ciudad de Mendoza (32°52’46.90"S-68°49’44.99"O).

El sitio MB se ubica donde actualmente se encuentra el centro cívico de la ciudad de Mendoza, un sector del piedemonte próximo a un curso de agua estacional de aporte aluvional conocido como Zanjón Frías (Chiavazza 2015). En cuanto al sector correspondiente al casco fundacional de la ciudad de Mendoza colonial, está ubicado en la zona de la Cuarta Sección de la capital provincial (Chiavazza et al. 2013). En la Tabla 1, pueden observarse las características de los conjuntos arqueológicos analizados.

Tabla 1. Sitios y contextos de donde provienen los materiales analizados.

PROPUESTA ANALÍTICA

Por cuestiones de espacio no nos explayaremos aquí en la descripción de los aspectos técnicos referentes a la identificación de los restos de carbón arqueológico, que realizamos siguiendo el protocolo ya descripto en trabajos anteriores (Mafferra et al. 2014, 2015; Mafferra 2015). Esta vez, nos interesa detenernos en el tratamiento de los datos a partir de los cuales desarrollaremos la discusión de la dinámica de los paisajes forestales durante el desarrollo de la ciudad colonial de Mendoza. Si bien aquí la centramos en la conformación de las materialidades de los paisajes forestales, nuestro proyecto incluye una interpretación más amplia, que vincula los modos de uso de la leña con la configuración de modos de identificación y relación con el ambiente (Mafferra 2015). Analizamos entonces los paisajes como compuestos y resultantes de un conjunto de relaciones entre comunidades humanas y formaciones forestales. Entendemos que, en dicha asociación, unas y otras incorporan formas características cuya estabilidad está condicionada por el carácter y la persistencia de las vinculaciones que las conforman. Analizamos los restos de carbón como materialidad resultante de dichas interacciones.
Puntualmente, buscamos caracterizar modos de uso de la leña en relación con formaciones forestales particulares. En función de ello, identificamos tendencias en los resultados de la determinación taxonómica en relación con los diferentes contextos de análisis. Específicamente, observaremos la riqueza, la frecuencia y la equitatividad. La primera característica permite analizar la amplitud de las relaciones mantenidas entre sociedades humanas y plantas, mientras que las otras dos permiten observar la intensidad de estas vinculaciones. Calculamos la riqueza contando los taxones identificados en cada caso, evitando categorías que se traslapen. Para la frecuencia, calculamos el porcentaje del volumen de cada taxón en relación con el volumen general de la muestra. Para la diversidad, calculamos un índice de equitatividad (Shannon_H2, a partir del software libre PAST) (Hammer et al. 2001). Para analizar comparativamente estas variables y caracterizar modos de uso, calculamos algunos índices. Para la frecuencia, adaptamos el índice de abundancia propuesto por Popper (1988). Este nos permite determinar clases y diferenciar los taxones presentes de forma abundante, intermedia o rara3 y así facilitar la interpretación de la importancia relativa de los taxones en los diferentes contextos de estudio. De igual modo comparamos la riqueza y la diversidad, a fin de observar la posición relativa de cada muestra con base en los valores absolutos asociados al conjunto de ellas; diferenciamos si es baja, intermedia-baja, intermediaalta o alta4. Para caracterizar modos de uso, también utilizamos información contextual de los taxones identificados, explorando relaciones con otros usos o significaciones que pudieran mediar en la utilización de plantas específicas como leña.
Para caracterizar las formas, analizamos los taxones identificados de manera habitual (abundante e intermedia), especialmente observamos los cambios y la presencia de especies introducidas, a razón de estudios ecológicos regionales referentes a la dinámica de la vegetación leñosa nativa (Roig 1972, 1989; Allegretti et al. 1997, entre otros) y de estudios históricos que refieran a cambios ambientales iniciados durante el proceso de conquista (Prieto y Wuilloud 1986; Prieto 1989; Prieto et al. 2008, 2012).

RESULTADOS

Los resultados generales pueden verse en la Tabla 2, donde detallamos para cada caso de estudio el tamaño total de la muestra; es decir, el número de fragmentos, el volumen (ml) de las fracciones identificables (> 3 mm) y de la parte no identificable (< 3 mm). También se observa allí el tamaño de la porción analizada (Nº fragmentos y volumen), así como la representación porcentual del volumen de la muestra analizada en función del volumen total. Observamos también índices de fragmentación que indican que no existieron eventos tafonómicos o de recuperación arqueológica particulares que afectaran la fragmentación; es decir, se constataron buenas condiciones de conservación.

Tabla 2. Resultados generales del análisis antracológico.

En cuanto a la riqueza, registramos la mayor en el sitio prehispánico, le sigue el periodo Colonial tardío y luego el periodo Colonial temprano (Figura 3). Con respecto a la diversidad, observamos que, en la muestra prehispánica, la frecuencia se distribuye de forma relativamente homogénea entre los taxones identificados. Para el período Colonial, vemos que las muestras más tempranas (RSF y AeI) son menos equitativas que la perteneciente al periodo Colonial más tardío (EPF y especialmente EPH).


Figura 3.
Gráfico índice de riqueza y diversidad.

En la Tabla 3, presentamos los taxones identificados en cada contexto con base en el número de fragmentos (nº) y la medición del volumen de estos (mililitros). En total, fueron identificados 28 taxones diferentes, y salvo tres de ellos, todos pudieron relacionarse con referentes actuales presentes en nuestra colección. La descripción de los caracteres diagnósticos que permitieron realizar estas asignaciones, así como las imágenes correspondientes a cada uno de los taxones, pueden consultarse en trabajos previos (Mafferra 2015; Mafferra et al. 2015). Además, registramos restos que, por su estado de conservación, no poseían caracteres diagnósticos que permitieran su identificación (NI). En la Figura 4 se puede observar la frecuencia en la que fueron identificados los diferentes taxones en las distintas muestras. Presentamos, para cada contexto, el cálculo de la frecuencia sobre la base de la medición del volumen registrado por cada taxón y de acuerdo con el cálculo del índice de abundancia. Debemos aclarar que el taxón Aff. Asteraceae, identificado en MB de forma frecuente, no fue considerado en el cálculo presentado en dicha figura, ya que fue hallado en un contexto acotado a una pieza entera, posiblemente un objeto (H. Chiavazza, comunicación personal 2015).

Tabla 3. Frecuencia de los taxones identificados. Número de fragmentos (n°) y volumen (Vol. en ml).


Figura 4.
Frecuencia en la identificación de taxones con base en el cálculo de los índices de abundancia.

Caracterización de los modos de uso de la leña
En primer lugar, en la Tabla 4 se puede observar un resumen de los resultados obtenidos en los diferentes contextos. Allí detallamos las variables descriptas en nuestra propuesta analítica; es decir, el índice de comparación de riqueza taxonómica, así como de la diversidad calculada en cada caso. También la representación porcentual y la cantidad de taxones en las diferentes clases de abundancia; así como la vinculación a otros usos potenciales de los taxones usados de forma más frecuente (abundantes e intermedios) y la presencia de especies introducidas o alóctonas.

Tabla 4. Tendencias identificadas en relación con los modos de uso de la leña.

Para el período Prehispánico identificamos tendencias asociadas a un tipo de uso caracterizado como Nativo-Prehispánico. Lo distinguimos por muestras de alta riqueza taxonómica y diversidad intermedia-alta. En esta categoría, varios taxones son usados de forma abundante o intermedia y son los más representativos en la muestra. De todos los taxones identificados de forma habitual conocemos otros usos potenciales. En el periodo Colonial temprano (RSF y AeI), identificamos tendencias que interpretamos asociadas a un modo de uso caracterizado como Colonial-azaroso. Este fue definido por muestras de riqueza y diversidad baja o intermedia-baja. Pocos taxones dentro de la clase abundante dominan la frecuencia, y no presenta taxones usados de forma intermedia. Interpretamos como difusa la vinculación de estos taxones en asociación a otros usos, sobre todo con base en la diferencia en los taxa identificados en las muestras de AeI y RSF, y en la información histórica revisada para este período. Registramos, además, la presencia de un taxón de introducción europea, Prunus persica, y de un taxón alóctono, Caesalpinia paraguariensis (que crece actualmente en la provincia fitogeográfica del Chaco). Para la ocupación de EPF, interpretada como indígena durante momentos coloniales, observamos tendencias que relacionamos con un modo de uso definido como Nativo-Colonial. Observamos una continuidad de lo visto en la muestra del periodo Prehispánico; dada principalmente por la similitud de los taxones seleccionados de forma frecuente y la ausencia de taxones introducidos. De igual modo, registra menor riqueza y mayor diversidad que la muestra de MB y, en esta, la mayor frecuencia se expresa en los taxones usados de forma intermedia.
En la muestra de EPH, asociada al período Colonial tardío, caracterizamos un modo de uso que llamamos Colonial-diverso, debido a que se trata de un conjunto de alta riqueza taxonómica y alta diversidad. En dicha muestra encontramos la mayor cantidad de taxones usados de forma frecuente; los usados de forma intermedia son los más representativos en la frecuencia de la muestra. Identificamos cuatro taxones de introducción europea. Por otro lado, es diferenciada la vinculación potencial a otros usos de los taxones utilizados de forma frecuente como leña, ya que, si bien de muchos de ellos conocemos otros usos, no sucede lo mismo con otros (e.g., de Bougainvillea spinosa, que es el segundo taxón más frecuente).

FORMACIONES FORESTALES Y DINÁMICAS EN ASOCIACIÓN AL PROCESO COLONIAL

Analizaremos aquí los datos obtenidos en la determinación taxonómica en los diferentes casos de estudio, en relación con los modos de uso caracterizados en la sección anterior y con las propuestas sobre la vegetación leñosa del valle de Mendoza en forma previa a la llegada de los españoles y durante el período Colonial. En cuanto a la pertinencia de los datos aquí aportados, a pesar de que la selección y uso habitual de un taxón no indique directamente su presencia abundante en el pasado, sí puede señalar su disponibilidad, especialmente en relación con los lugares habitados por una comunidad. Si bien nuestro entendimiento del paisaje no es en modo alguno "espacial", y nuestros datos difícilmente puedan interpretarse en tal sentido, de manera heurística estimamos –con base en información arqueológica y etnoarqueológica5– que las áreas de colecta de leña cubrían un radio promedio de entre 3 y 12 km en torno a los sitios. A partir de este criterio, los datos aportados podrían incluirse en la discusión dada para el área definida en los antecedentes como valle de Mendoza. La delimitación espacial del valle propuesta por Prieto y Wuilloud (1986) se circunscribe al espacio demarcado por la precordillera al oeste, el arroyo Tulumaya al este, el Plumerillo al norte y las barrancas de Lunlunta al sur (Figura 1).
Con respecto a las formaciones forestales asociadas al periodo Prehispánico, en MB identificamos de forma habitual los géneros Acacia, Prosopis y Larrea, seguidos por Bulnesia y Geoffroea. De acuerdo con los antecedentes, la vegetación esperada era la descripta para la provincia fitogeográfica del Monte, con preeminencia de Larrea, lo cual es corroborado en el registro antracológico. Además, actualmente el género domina en sectores del piedemonte no desmontados, por lo que es estimable que el jarillal haya sido la formación forestal predominante en el pasado. Los datos conseguidos avalan también la presencia de chañar (Geoffroea decorticans) y retamo (Bulnesia retama). En este contexto, la alta frecuencia de taxones asociados al grupo de fabáceas afines a los géneros Acacia y Prosopis6 es un dato interesante. Si bien son especies con ocurrencia en el monte nativo, estudios históricos han propuesto la inexistencia de un estrato arbóreo de algarrobos en el valle a la llegada de los españoles y no han considerado a las acacias (Prieto 1985: 10, 1989: 143; Prieto y Wuilloud 1986: 10). Sin embargo, los datos obtenidos en MB y algunos datos actuales permitirían discutir esta propuesta, por lo menos en su proyección para el período Prehispánico. Con respecto a Prosopis, se han registrado algarrobos habitando de forma arbórea a los lindes de la actual ciudad de Mendoza (Ambrosetti 1972: 226-232). Para el caso de Acacia, se han documentado restos de bosques en galería de garabatos (Acacia gilliesii) en algunos sectores altos del piedemonte (800-1100 msnm), en torno a cauces aluvionales de avenida estival (Méndez 1999: 159), o proliferando en suelos removidos (Roig 1972: 56-57). También, hemos relevado bosques en galería de otras especies del género Acacia (A. caven, atramentaria y aromo) en sectores más bajos (600-800 msnm). Teniendo en cuenta que el contexto hallado en MB se encuentra junto a un cauce aluvional, bosques en galería de Acacia pueden haber vegetado en torno a este en el momento de la ocupación indígena.
Por lo mismo, la hipótesis de un paisaje sin árboles de los géneros Prosopis y especialmente Acacia podría discutirse a partir de nuestros resultados y de los datos mencionados. A la vez, la información histórica en la que se basa dicha propuesta –si bien toma datos tempranos donde se señala la ausencia de árboles y maderas– se apoya principalmente en datos más tardíos, correspondientes al siglo XVIII y XIX (Prieto y Wuilloud 1986: 10-12; Prieto 1989: 143), momento en que, como detallaremos más adelante, la escasez de algarrobos y de Acacia puede corroborarse también en el registro antracológico. Cabe aclarar que cuando nos referimos a árboles o estrato arbóreo, especialmente en el caso de Prosopis, no hacemos referencias a bosques (cerrados o abiertos); nuestro registro nos permite solamente señalar la presencia del taxón y la posibilidad (con base en datos actuales) de su hábito arbóreo en torno a la zona del sitio. En este sentido, antiguas formaciones cercanas de "bosquecillos" han sido propuestas para las zonas de Capdevila, Panquehua y La Hullera, a partir de los 5-10 km al noreste de la ciudad; y formaciones más desarrolladas para la zona del Algarrobal (Las Heras) o Tulumaya (Lavalle), a partir de los 25 km al noreste de la ciudad (Prieto y Chiavazza 2006: 11-13). En cuanto a la propuesta de un matorral de Schinus fasciculatus, que puntualmente se habría ubicado en el sector donde se encuentra el sitio MB (actual Barrio Cívico, antigua hacienda del Carrascal) (Prieto y Willoud 1985: 11), nuestros resultados indican un uso raro de este taxón (tanto en el periodo Prehispánico como en el Colonial), lo cual pudo deberse tanto a su poca disponibilidad como a su no selección. Sin embargo, no sería coincidente con datos actuales que señalan que este árbol es muy apreciado como leña (Roig y Ambrosetti 1971: 126). Es interesante cómo, en EPF, registramos de forma habitual todas las especies utilizadas de igual forma en el periodo Prehispánico, lo que corrobora que la disponibilidad de las leñosas asociadas a esta forma de uso no habría cambiado, por lo menos hacía el periodo Colonial temprano. Con respecto a RSF y AeI, contextos correspondientes a este periodo, observamos cambios en los modos de uso. Igualmente, identificamos tendencias que indican que la disponibilidad de leñosas no habría cambiado desde momentos prehispánicos. En primer lugar, en ambas muestras sobresale la identificación de restos afines a Acacia/Prosopis que, en ambos casos, representan porciones muy importantes. Esto corroboraría nuevamente la existencia de formaciones forestales asociadas a estos géneros y abonaría la idea planteada más arriba. A la vez, si analizamos los resultados obtenidos en AeI y RSF como un grupo asociado al período Colonial temprano, vemos cómo todos los taxones más frecuentemente usados en MB y nuevamente descubiertos en EPF se registran usados de forma rara en una u otra muestra. Por lo que, si bien reconocemos cambios notables en los modos de uso, no creemos que haya habido cambios en la disponibilidad de las plantas utilizadas de forma habitual dentro del esquema de paisaje nativo. Por otro lado, los datos señalan que desde momentos tempranos se habría introducido el duraznero (Aff. Prunus persica); al respecto, en el siglo XVI lo registramos de forma escasa. En AeI, asociado a la transición del siglo XVI y XVII, ya es el segundo taxón más frecuente. La introducción y cultivo de este frutal es avalada tanto por datos históricos (Lacoste et al. 2011; Castro 2015), como por otros datos arqueobotánicos (Mafferra 2011). A la vez, hallamos una especie alóctona: el guayacán (Caesalpinia paraguariensis), planta que no crece actualmente en la zona de estudios y que, estimamos, llegó al contexto desde otra región (ver discusión al respecto en Mafferra 2015; Mafferra et al. 2015). Los resultados de EPH correspondientes al periodo Colonial tardío evidencian cambios en los modos de uso que relacionamos con dos procesos, que se habrían dado en forma paralela. Por un lado, el cambio en los taxones seleccionados pudo relacionarse con una mayor implicación de las leñosas nativas en la sociedad colonial. Por otro, pudo existir una restricción de la disponibilidad de las especies que se seleccionaban de forma abundante en los periodos Prehispánico y Colonial temprano (especialmente, Aff. Acacia/Prosopis).
En este sentido, con el periodo Colonial se iniciaron múltiples procesos que, se propone, contribuyeron a la degradación de la vegetación nativa (Prieto 1989: 140). Entre ellos, el uso intensivo de la leña de los taxones afines a Acacia/Prosopis a partir del periodo Colonial temprano (visto en RSF y AeI) pudo restringir la reproducción de estas plantas. Además, varios de los procesos dados en el periodo Colonial dieron inicio a dinámicas que afectaron a la vegetación. Entre estos, la presencia de algarrobos habitando de forma arbustiva para el siglo XVIII y XIX podemos relacionarla tanto con la tala de ejemplares, como con la acción de la fauna introducida. Estudios actuales describen cómo los bosques de algarrobo talados se renuevan en plantas más bajas y de muchas ramas en lugar de hacerlo en troncos únicos (Roig 1972: 52). Dicha tendencia a la "arbustización" y a la pérdida de altura de los ejemplares ha sido marcada como señal de la presión de la fauna en el piedemonte mendocino (Roig 1989: 222). Durante el siglo XVIII, la zona de monte nativo en el piedemonte era la principal área de pastoreo, especialmente de ganado caprino. Otros estudios regionales asignan a las cabras una alimentación de ramoneo, es decir, con brotes de arbustos, con especial preferencia por las leguminosas (Dalmasso et al. 1995: 21-23), familia dentro de la cual se hallan los géneros de Acacia y Prosopis.
Es interesante, además, que los taxones que dominan la frecuencia de EPH –es decir, Geoffroea decorticans y Bougainvillea spinosa– son plantas que integran algunas dinámicas sucesionales que, a partir de los antecedentes, pueden asociase a las transformaciones ecológicas dadas durante el proceso colonial. Se ha documentado cómo, por ejemplo, el chañar suele proliferar luego del desmonte de formaciones del jarillal (Allegretti et al. 1997). También suele colonizar luego del desmonte de algarrobales abiertos, donde la erosión acumula suelos arcillosos, procesos que, estimamos, se dieron en relación con la expansión de las áreas cultivadas e irrigadas a partir del ingreso colonial. Asimismo, tanto el chañar como el monte negro (Bougainvillea spinosa) son plantas que suelen crecer en las dinámicas de inundación y desecación de las lagunas, o en suelos arcillosos periódicamente inundables (Roig 1972). En este sentido, a partir del final del siglo XVII, el aumento del caudal del río Mendoza y la construcción de nuevos canales dieron inicio a un proceso de expansión de los humedales situados al este de la ciudad. Si bien estos espacios habrían sido relevantes desde el periodo Prehispánico, durante el siglo XVIII y la primera mitad del XIX alcanzaron su mayor dimensión (Prieto y Chiavazza 2006; Prieto et al. 2008, 2012; Prieto y Rojas 2012). Ello pudo haber contribuido también a la distribución de una planta introducida hallada en EPH en baja frecuencia: el tamarindo (Tamarix aff. gallica). Si bien esta no debe haber sido abundante en esa época, posiblemente quedara enredada en el proceso de expansión de los espacios palustres, que llevó implícita una proliferación de los suelos salinos, en los que esta planta cuenta con ventajas reproductivas (Roig 1972; Natale et al. 2008). Aunque en esta etapa de nuestra investigación debemos asociar con cautela estos datos, el tamarindo se encuentra actualmente integrado en el paisaje nativo especialmente en torno a las cuencas y lagunas de la planicie, y forma incluso bosques bien desarrollados (Roig 1972: 55).
En EPH, identificamos además otras tres especies de ingreso colonial. Se trata de frutales como el duraznero, el membrillero/manzano/peral (Aff. Cydonia/ Malus/Pyrus7) y la vid (Vitis vinifera). Todos hallados entre los índices de abundancia intermedia, por lo que estimamos su uso frecuente y la expansión de las áreas cultivadas en detrimento de los espacios de bosque nativo. Como en el caso del duraznero, el cultivo de membrillero manzano o peral en la región durante el periodo Colonial tardío es corroborado por múltiples menciones documentales (Lacoste et al. 2011; Castro 2015) y, en el caso de la vid, tanto por datos históricos como carpológicos (Mafferra 2011).

COMENTARIOS FINALES

Analizamos resultados en la identificación taxonómica de carbones, como materialidad resultante del conjunto de relaciones entre comunidades humanas y formaciones vegetales leñosas que conformaron paisajes forestales. Identificamos cambios en los modos de uso y en las formas asociadas que permitieron discutir algunas hipótesis fundadas en datos históricos. Caracterizamos el paisaje prehispánico y constatamos su continuidad hacia el periodo Colonial temprano (siglos XVI-XVII). Sin embargo, registramos, a partir de ese momento, cambios notorios en los modos de uso. En el periodo Colonial tardío (siglos XVII-XVIII) observamos cambios en la disponibilidad de especies leñosas que podrían haberse dado en relación con procesos ambientales específicos. Estos habrían limitado las condiciones de reproducción de ciertas especies y favorecido posiblemente las de otras (tanto nativas como introducidas).
Retomando nuestra digresión introductoria, el "desierto" asociado en el imaginario popular al paisaje nativo del valle de Mendoza, más que una situación de base, parece haber sido resultante de la experiencia colonial. Este proceso materializó un "vacío" cuya construcción discursiva habría iniciado desde momentos coloniales tempranos (Mafferra 2015: 113-117), dentro de un proceso general en el que la negación del paisaje nativo fue parte de la conformación de uno nuevo (Chiavazza 2006: 2).

NOTAS

1 La ciudad de Mendoza es definida como un sitio; el Casco Fundacional, como un sector; y cada excavación, como un punto arqueológico (Chiavazza y Tamiozzo 2002).

2 La fórmula es: H’ = ‐Ópi ln pi; Donde pi es el número de especímenes de la categoría i dividido por el tamaño de la muestra y donde ln pi es el logaritmo natural de dicha proporción (Mengoni Goñalons 2010: 8).

3 Definidos en base a las siguientes funciones

Taxón raro = x < a;

Taxón medio = a ≤ x < 2.a

Taxón abundante = x ≥ 2.a

donde x es el valor de la muestra a evaluar y a = (valor máximo)/3 (Mafferra 2015).

4 Definidas en base a las siguientes funciones:

Baja: Vm ≤ x < Vm + a;

Intermedia-baja: Vm+ a ≤ x < Vm + 2.a;

Intermedia-alta: Vm + 2.a ≤ x < Vm + 3.a;

Alta: Vm+ 3.a ≤ x < Vm + 4,

donde x = Valor de la muestra a evaluar Vm = Valor mínimo, VM = valor máximo, a=((VM-Vm)/4) (Mafferra 2015).

5 El tratamiento de algunos ejemplos puede observarse en Marconetto (2005: 31-33).

6 La diferenciación de la madera de los géneros Acacia y Prosopis se realiza a partir de lo propuesto en Mafferra et al. (2014).

7 La madera de los géneros Cydonia/Pyrus/Malus es de muy difícil distinción (Schoch et al. 2004).

REFERENCIAS CITADAS

1. Allegretti, L., C. Passera y A. Robles 1997 Short-and long-term effects of shrub management on vegetation in the Monte, Argentina. Journal of Arid Environments 35 (4): 685-693.         [ Links ]

2. Ambrosetti, J. 1972 Especies interesantes en la ordenación de la cuenca Papagallos I. Deserta 2: 207-240.         [ Links ]

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