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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.18 no.1 Olavarría jun. 2017

 

RESEÑA DE LIBRO

Las primeras comunidades sedentarias del Noroeste argentino: entre la evolución y la historia
Reseña del libro Crónicas materiales precolombinas. Arqueología de los primeros poblados del Noroeste Argentino, editado por M. A. Korstanje, M. Lazzari, M. Basile, F. Bugliani, V. Lema, L. Pereyra Domingorena y M. Quesada. Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires. 752 pp. ISBN 978-987-1280-27-8

 

Reseña de Axel Nielsen

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL). 3 de Febrero 1378 (C1426BJN), Ciudad Autónoma de Buenos Aires. E-mail: axelnielsen@gmail.com

Crónicas materiales precolombinas reúne los trabajos presentados a una reunión realizada en Tafí del Valle en abril de 2012 con el propósito de discutir el estado del conocimiento sobre el período Formativo (ca. 1000 AC-1000 DC) en el Noroeste argentino. Con 750 páginas organizadas en 23 capítulos escritos por 90 profesionales, esta obra –publicada sólo en formato digital– es un testimonio más del notable crecimiento logrado por la arqueología en la Argentina en los últimos años merced al sostenido apoyo del CONICET, las Universidades nacionales y el FONCYT, entre otras agencias estatales. Algunos capítulos presentan los resultados de investigaciones regionales recientes o discuten el conocimiento existente sobre ciertas áreas o determinados temas, mientras que otros analizan sitios, contextos o materiales puntuales, o abordan cuestiones más generales, como el culto a los antepasados o la organización de los paisajes agrarios, entre otros. Aunque hay algunas ausencias (e.g., la Puna septentrional), las principales regiones del NOA se encuentran bastante bien representadas, ya que fueron incluidas la Puna meridional, las quebradas de Humahuaca y el Toro, la región Valliserrana y las Selvas occidentales. La cantidad de información y de ideas novedosas que ofrece este texto lo convierte en una fuente de consulta ineludible para todos los interesados en la historia prehispánica del NOA y del sur andino en general. Por razones de espacio, me limitaré aquí a comentar sobre algunos de los temas que plantea, sin detenerme en contribuciones particulares.
Teniendo en cuenta que la reunión que dio origen a los trabajos fue convocada para discutir el Formativo, llama la atención la incomodidad que este concepto genera en los autores. Como señala el ensayo introductorio, el término ha sido empleado en la arqueología argentina para designar un período o una etapa en la evolución de la sociedad, y hasta el momento ha predominado la segunda acepción. Esta obra muestra, sin embargo, que la situación ha cambiado sustancialmente en los últimos años: 14 de los trabajos se refieren al Formativo sólo como un intervalo temporal (ocho de ellos prescinden directamente del término) y los demás lo emplean con referencia a procesos o modos de vida propios de esta época en sus áreas de estudio. Esto revela que la arqueología del NOA ha abandonado el evolucionismo cultural predominante en las últimas décadas del siglo XX y, con él, la idea de que las sociedades atraviesan una serie de etapas predeterminadas en su desarrollo (e.g., la formativa). En su lugar, la mayoría de los trabajos adopta una concepción histórica del cambio según la cual las contingencias inherentes a la práctica generan trayectorias únicas y configuraciones sociales siempre nuevas, que no se explican subsumiéndolas bajo leyes de cambio social, sino con referencia a las secuencias de hechos y acciones que les dieron origen y al modo particular en que procesos diversos (ambientales, políticos, demográficos, económicos, etc.) interactúan en el contexto. Por cierto, la temporalidad histórica no es uniforme, sino que se encuentra puntuada por "eventos", hechos excepcionales que transforman significativamente las estructuras y que inauguran épocas regidas por lógicas sociales distintivas o signadas por problemáticas ampliamente compartidas (Sewell 2005). Las periodizaciones históricas, entonces, no son recortes temporales puramente arbitrarios, sino recursos heurísticos mediante los cuales se busca destacar discontinuidades objetivas en el devenir de sociedades concretas.
Bajo esta perspectiva, cabe preguntar a esta obra ¿qué principios o lógicas distinguen a las sociedades de este período en el NOA? Comenzando por la subsistencia, los trabajos revelan una enorme variabilidad de acuerdo con las oportunidades que cada región o localidad ofrece, aunque una característica común a todas ellas es la búsqueda de la diversidad. Así lo indican varias prácticas reiteradamente documentadas, por ejemplo, la explotación de distintas ecozonas por medio de desplazamientos estacionales, el uso de múltiples especies, tanto silvestres como domesticadas, o la tendencia a combinar actividades "extractivas" (caza-recolección) con "productivas" (agricultura y pastoreo), antes que a reemplazar las primeras por las últimas. Esto lleva a pensar que la voluntad de asegurar la continuidad de un modo de vida mediante la reducción de los riesgos –derivados de un ambiente fluctuante e impredecible, por ejemplo– tuvo mayor incidencia en el diseño de las estrategias económicas que la necesidad de aumentar la producción para sustentar poblaciones en crecimiento o en pos de generar excedentes.
El tráfico interregional es otro fenómeno generalizado, aunque (como es sabido) su importancia excede los confines de la época aquí tratada. Los usos o probables contextos de consumo de los objetos circulados, así como sus lugares de procedencia y áreas de dispersión, varían considerablemente, lo que resulta en un panorama complejo, acorde con una gestión descentralizada de esta actividad: redes de intercambio abiertas y la coexistencia de diferentes mecanismos de traslado de bienes, tipos de transacciones y regímenes de valor. Algo semejante sucede con la distribución de atributos estilísticos en diversos componentes de la cultura material, como la cerámica y la arquitectura. Los trabajos muestran cómo técnicas constructivas o de manufactura, diseños de viviendas o vasijas, motivos decorativos y tratamientos de superficie –entre otras características otrora consideradas emblemáticas de culturas arqueológicas discretas imaginadas como colectivos étnicos– se combinan, distribuyen y perduran en formas diversas, para delinear una sociedad fluida y sin soluciones de continuidad, en la que grupos locales apelaron flexiblemente a "recursos estilísticos" (Scattolin 2007) para identificarse, diferenciarse o posicionarse, según las circunstancias. En este escenario desprovisto de contrastes étnicos, fracturas territoriales, instituciones centralizadas o poderes coercitivos, desplegaron su agencia las familias campesinas, recreando cotidianamente el mundo en sus quehaceres, criando humanos, animales y plantas, compartiendo con sus antepasados u honrando en el rito a los distintos seres que animaban el paisaje. Pensar esta época a partir del imperio de la escala doméstica en la reproducción social es una propuesta fértil, que merece mayor investigación a futuro, ya que abre nuevas posibilidades para interpretar los procesos y sus consecuencias arqueológicas. A partir de ella, por ejemplo, parece más acertado –como proponen distintos autores en esta obra– centrar el análisis de los paisajes en la autonomía relativa con que pudieron gestionarse los distintos componentes del espacio doméstico (casas, chacras, canales, corrales, pastoreos, wak’as, etc.), antes que en la cuestión formal de la distancia física entre las casas (aldeas vs. viviendas dispersas) o entre ellas y los campos agrícolas u otros recursos. También ofrece explicaciones sencillas a evidencias aparentemente complejas, como sucede con algunos sitios sorprendentemente extensos (tipificados como aldeas o de alguna otra forma) que se presentan desde la puna hasta el piedemonte, tal vez producto de la reiterada yuxtaposición de módulos semejantes durante siglos.
El problema de la reproducción de la agencia doméstica en la larga duración pone de relieve la importancia de los modos de transmisión de la memoria social más allá de los individuos y las generaciones. Bajo esta perspectiva, cobran sentido distintas prácticas identificadas en los trabajos, como la tendencia a habitar en forma duradera las mismas viviendas o lugares puntuales (alternando a veces lapsos de abandono o usos habitacionales, funerarios y conmemorativos), la importancia del culto a los antepasados o la persistencia de ciertos modos de hacer, recursos estilísticos y gestos rituales. Es relevante aquí el concepto de materialidad, el modo en que las cosas –en virtud de sus propiedades físicas– también conducen la historia, y así perpetúan o transforman el orden social. ¿Qué acciones y sentidos proponen los objetos a la gente? ¿Cómo contribuyen a sostener ciertas subjetividades y concepciones de la realidad? Los antiguos habitantes del NOA parecen haber sido conscientes del protagonismo de las cosas en su propia historia, como lo demuestra su insistencia en relacionarse socialmente con animales, plantas, minerales, viviendas, difuntos o manantiales. Si la preeminencia de la agencia doméstica es un principio distintivo de la sociedad de este período, ¿qué eventos marcarían sus inicios? Mi impresión es que la agricultura, el pastoreo y la cerámica (entre los marcadores tradicionalmente empleados) pierden peso como hechos fundacionales frente a la aparición de la casa y al anterior proceso de domesticación, entendido no sólo como intervención humana en el nicho y reproducción de animales y plantas, sino como transformación simbólica de la sociedad que da origen al grupo doméstico como sujeto de apropiación de aquellos (Haber 2006).
El final de esta época se habría dado por la subordinación del grupo doméstico a escalas mayores de reproducción. La aparición de escenarios destinados al ritual colectivo –montículos, plataformas, plazas o recintos ceremoniales– podría revelar un cambio así. No obstante, este tipo de lugares existieron en el NOA desde comienzos del primer milenio y los cultos asociados no parecen haberse propagado más allá de zonas acotadas ni haber transformado de modo duradero las lógicas de reproducción social. Creo que, en muchas partes del NOA, fueron recién los conflictos de los siglos XIII y XIV y la inseguridad asociada a ellos los que terminaron por subordinar los grupos domésticos a lógicas colectivas de gestión del territorio, los recursos y las relaciones con personas no-humanas. La redistribución de la población hacia sitios defensivos (y el desarraigo que ello implicó), la construcción de complejos agrícolas distantes y organizados a escalas sociales mayores, la proliferación de escenarios de congregación asociados al comensalismo político, la implementación de ciertas estrategias defensivas (intervisibilidad de sitios, tierras-de-nadie) y la consolidación de "estilos regionales" que coinciden en su distribución con etnocategorías registradas en el siglo XVI, son algunos fenómenos que evidencian la consolidación de nuevas lógicas de reproducción social en esos momentos. Por cierto, estos cambios no afectaron a todos por igual –en efecto, algunas regiones parecen mantenerse al margen de algunos o de todos ellos– ni acabaron por completo con la autonomía familiar. Las estructuras segmentarias que caracterizaban a las federaciones étnicas en la época del contacto, la perduración de formas productivas descentralizadas en muchos lugares y la continuidad de prácticas rituales propias del mundo doméstico revelan la sostenida lucha de las familias campesinas por defender su autonomía frente a las demandas de poderes políticos centrales o crecientemente abarcadores.

REFERENCIAS CITADAS

1. Haber, A. F. 2006 Una arqueología de los oasis puneños. Domesticidad, interacción e identidad en Antofalla, primer y segundo milenios d.C. Sarmiento, Córdoba.         [ Links ]

2. Scattolin, M. C. 2007 Estilos como recursos en el noroeste argentino. En Procesos sociales preshipánicos en el sur andino. La vivienda, la comunidad y el territorio, editado por A. Nielsen, C. Rivolta, V. Seldes, M. Vázquez y P. Mercolli, pp. 291-321. Brujas, Córdoba.         [ Links ]

3. Sewell, W. 2005 Logics of History: Social Theory and Social Transformation. The University of Chicago Press, Chicago.         [ Links ]

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