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Intersecciones en antropología

versión On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.18 no.2 Olavarría ago. 2017

 

ARTÍCULOS

Patrimonio y paisaje cultural rankülche. La relación pasado-presente en la construcción de “Pueblo Ranquel” (San Luis, Argentina)

 

María Vanesa Giacomasso y Rafael Pedro Curtoni

Unidad Ejecutora Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano (INCUAPA- CONICET). Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Avenida del Valle 5737 (7400), Olavarría, Buenos Aires, Argentina. E-mail: vanegiaco05@gmail.com
INCUAPA- CONICET. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Avenida del Valle 5737 (7400), Olavarría, Buenos Aires, Argentina. E-mail: rcurtoni@soc.unicen.edu.ar

Recibido 06 de septiembre 2016.
Aceptado 10 de febrero 2017


RESUMEN

“Pueblo Ranquel”, un nuevo asentamiento de familias indígenas rankülches inaugurado en el año 2009 en la provincia de San Luis, es el resultado de un proceso de planificación encabezado por el gobierno provincial durante la primera década del presente siglo, que incluyó la cesión de miles de hectáreas de tierra y la construcción de infraestructura para la vida en comunidad de pobladores que se adscribieran étnicamente como rankülches. Sus obras que conforman un total de 24 viviendas, una escuela y un hospitalse caracterizan por reproducir el formato de las antiguas tolderías, que aparecen, además, dispuestas de manera circular. Esta cualidad del diseño, así como los usos, significados y prácticas que desarrollan sus habitantes, pueden considerarse como parte de un proceso de patrimonialización que combina componentes del presente relacionados con un paisaje arqueológico circundante. El objetivo de este trabajo es analizar la construcción de “Pueblo Ranquel” como parte de una política pública de reconocimiento y reparación hacia los pueblos indígenas y discutir respecto de los actores involucrados y las formas de recreación y reapropiación territorial e identitaria de los pobladores en este nuevo contexto.

Palabras clave: Rankülches; “Pueblo Ranquel”; San Luis; Patrimonio cultural; Pasado-presente.

ABSTRACT

Rankülche heritage and cultural landscape: the relationship between past and present in the construction of “Pueblo Ranquel”, San Luis province, Argentina.

“Pueblo Ranquel” is a new settlement of Rankülches indigenous families founded in 2009 in the province of San Luis. The settlement is the result of a planning process led by the provincial government during the first decade of this century which included the transfer of thousands of hectares of land and the construction of infrastructure for communities who identified ethnically as Rankülches. The structures, made up of 24 houses, a school and a hospital, are characterized by reproducing the old shelter format, arranged – moreover - in a circular plan. This quality of design, as well as the uses, meanings and practices developed by the inhabitants, can be considered as part of a patrimonialisation process that combines components of the present related to a surrounding archaeological landscape. The aim of this paper is to analyze the construction of Ranquel Pueblo as part of a policy of recognition and reparation towards indigenous peoples and discuss both the actors involved and the ways territorial and identity re-creation and reappropriation by settlers occurs in this new context.

Keywords: Rankülches; Pueblo Ranquel; San Luis; Cultural heritage; Past-present.


 

INTRODUCCIÓN

“Pueblo Ranquel”, habitado por descendientes indígenas rankülches1, está ubicado en la zona centro sur de la provincia de San Luis, Argentina (Figura 1), a 200 km al sureste de la capital provincial y a 27 km al norte de la localidad de Batavia, el centro urbano más cercano. Fue inaugurado el 30 de mayo de 2009, luego de un conjunto de acciones políticas, legales y sociales que fueron puestas en práctica por el gobierno provincial, encabezado por el gobernador Alberto Rodríguez Saá, y que se concentraron básicamente en la elaboración de leyes específicas, la creación de programas de gobierno relacionados con las culturas originarias, el armado del proyecto, la ubicación de las tierras a restituir y el relevamiento de familias descendientes, entre otros. El proyecto de creación de “Pueblo Ranquel” abarcó gran parte de la primera década del siglo XXI. Las autoridades provinciales propiciaron reuniones entre diferentes actores, que incluyeron a familias indígenas, investigadores de la historia local y profesionales capaces de participar del desarrollo de las actividades que se iniciarían desde la fundación del lugar (arquitectos, contadores, agrónomos, médicos, docentes). En este marco, un punto de inflexión fue la sanción en 2007 de la Ley Provincial de Restitución de Tierras a las Comunidades Originarias de la Provincia. En su articulado, se reconoció “la preexistencia étnica y cultural de todas las comunidades originarias del territorio” y se estableció “la restitución de las tierras que históricamente les han pertenecido” (art. 2), en concordancia con el mandato constitucional establecido en el art. 75 inc. 17 de la Constitución nacional (Reforma de 1994). La reglamentación de la ley (decreto Nº 344-MIyDH-07), también durante 2007, efectivizó la restitución de 2500 hectáreas al grupo étnico rankülche. Con posterioridad, una nueva ley (Nº V – 0677) aprobó el decreto de necesidad y urgencia que amplía la cantidad de tierras restituidas hasta alcanzar finalmente un total aproximado de 68.000 ha. Inmediatamente, en las tierras expropiadas comenzó la construcción de viviendas (n = 24) y de dos edificios comunitarios (escuela y hospital). El proceso culminó dos años más tarde, en mayo de 2009, con la llegada de las familias rankülches, que vivían, hasta ese momento, en diferentes localidades de la zona.


Figura 1.
Área de estudio: “Pueblo Ranquel”, San Luis, Argentina

Una característica central del proyecto fue el diseño arquitectónico, a cargo del profesional Luciano Tessi, basado en una estética que presenta claras reminiscencias con los toldos rankülches del siglo XIX. Asimismo, las viviendas fueron dispuestas de forma circular, lo que rompe, de este modo, con el urbanismo propio de los pueblos del sur de San Luis (con damero rectangular en torno a la plaza central o a la estación de ferrocarril). Por otra parte, investigaciones posteriores a la conformación de “Pueblo Ranquel” permitieron constatar la existencia de sitios arqueológicos en las geoformas que rodean al pueblo que ponen en evidencia la presencia en el lugar de grupos humanos del pasado. La sucesión de acciones llevadas a cabo por el gobierno, como así también la constatación de la existencia de sitios arqueológicos, conforma un paisaje cultural que establece relaciones de continuidad (más que de ruptura) entre el pasado y el presente de los rankülches. A su vez, en este nuevo escenario, los actuales pobladores activan y reproducen significados y prácticas culturales ancestrales, tales como la celebración de festividades, danzas y evocación de elementos naturales. Estas cuestiones que se activan en “Pueblo Ranquel” serán consideradas mediante los conceptos de patrimonialización y patrimonio cultural, los cuales se entienden como constructos sociales dinámicos y conformados por bienes materiales e inmateriales como las costumbres, conocimientos, sistemas de significados y formas de expresión simbólica2que determinados grupos promueven como parte de sus historias e identidades. Se destaca, a su vez, la dimensión política del patrimonio, el cual es activado en situaciones históricas concretas, no de modo neutral ni inocente, sino de acuerdo con ideas, valores e intereses particulares de los actores que los impulsan. Por ello, es importante agregar las tensiones como parte inherente en el proceso de construcción patrimonial, de acuerdo con las formas desiguales de apropiación, participación y legitimación de los sistemas de expresión y valoración de los diversos grupos involucrados (Rosas Mantecón 1998; García Canclini 1999; Prats 2000, 2007; Bonfil Batalla 2004; Rotman 2015). De esta manera, el objetivo de este trabajo es analizar las características de “Pueblo Ranquel”, así como las prácticas y los significados que se activan y desarrollan, atendiendo a las diferencias y limitaciones presentadas en dicho proceso y prestando especial atención a la agencia indígena y a los diversos modos de apropiación e identificación con el territorio generados por este grupo.
La metodología empleada para el presente análisis se basó en técnicas propias del enfoque etnográfico (Van Maanen 1995; Guber 2011), tales como observaciones participantes y entrevistas abiertas y en profundidad con los habitantes de “Pueblo Ranquel” y otros actores relacionados con su proceso de construcción. A su vez, se relevaron fuentes legislativas e históricas que remiten a los orígenes de la región; y además, se consultó bibliografía relativa a las investigaciones arqueológicas recientemente realizadas en el lugar.

Los rankülches “desde siempre” en el actual territorio nacional
La etnia rankülche se autodefine de este modo en alusión a las especificidades de su hábitat geográfico de pertenencia, caracterizado por la presencia de vegetación de cañaverales o carrizales. En este sentido, rankül (caña o carrizo) y che (hombre o gente) significa “gente de las cañas o de los carrizales” (Canuhé 2003). La reivindicación que se realizó a los rankülches en San Luis, como así también en otras provincias del centro de la Argentina (La Pampa, Córdoba, Mendoza y Buenos Aires), aparece como respuesta a una lucha histórica de estos pueblos por su reconocimiento como originarios y, en ese sentido, preexistentes al Estado nacional. Si bien entre los investigadores existe cierto consenso sobre la presencia de los “ranqueles” en la pampa central a partir del último tercio del siglo XVIII (Roulet 2002; Hux 2003; Villar y Jiménez 2006, 2013), representantes actuales rankülches (basados en la memoria oral y en datos provenientes de fuentes primarias, como el diario de viaje de Luis De la Cruz [1969]3) sostienen que habitan el centro del actual territorio argentino “desde tiempos inmemoriales” (Canuhé 2003).
La presencia de los rankülches en la región central se halla también en la literatura histórica de la provincia. En este sentido, Juan Gez (1916) señala que entre los primeros habitantes de la ciudad de San Luis de Loyola de 1594 (perteneciente al Corregimiento de Cuyo), ya se encontraban los llamados ranqueles. Por su parte, la provincia de San Luis, por medio de su legislación provincial, considera que los ranqueles resultan un pueblo originario preexistente a los demás ciudadanos que componen el Estado argentino y reconoce explícitamente que:

Habitan históricamente desde tiempos inmemoriales el Centro de la República Argentina […] desde el Río Salado, Río Cuarto hasta Río Negro, al Este el Atlántico y al Oeste parte de Santa Fe, Córdoba, San Luis, Mendoza, hasta el Neuquén, lo que así está registrado desde aquella época y en los Tratados de Paz que la Nación Ranquel firmó con sucesivos gobiernos, desde Octubre de 1819 hasta el 24 de Julio de 1878 (Decreto Nº 2884-MGJyC-2009: 3).

La restitución de tierras, basada en la argumentación previamente expuesta, incluyó además una mención explícita sobre la autodeterminación de la etnia al mencionar que los rankülches tendrán “su propia forma de organización, representación y funcionamiento, conforme a sus usos y costumbres, garantizándose el respeto a su identidad y sus derechos a desarrollarse como Comunidad Originaria en ese mismo territorio” (Decreto Nº 2884-MGJyC-2009: 3).

“PUEBLO RANQUEL” DE SAN LUIS

Características poblacionales, arquitectónicourbanísticas e institucionales
“Pueblo Ranquel” está conformado por 24 rukas (viviendas), distribuidas en dos aduares (barrios) de 12 casas cada uno, pertenecientes a las comunidades Guayqui Gnerr y Manuel Baigorria, ambas inscriptas según la ley Nº V-0613/08 en el Registro de Comunidades Originarias Provincial. La formación y diferenciación en dos comunidades se basó en los distintos lugares de procedencia de los pobladores, provenientes de las ciudades de Villa Mercedes y de Justo Daract (provincia de San Luis). Estos fueron convocados a través del programa de Culturas Originarias del gobierno desde donde previamente se había realizado un relevamiento de las familias y lugares con descendientes en la zona, tal como destacó la representante del programa provincial. Los habitantes actuales que fueron entrevistados (20) también describen cómo fueron “invitados a participar” e informados del proyecto de reivindicación que venía gestándose desde el Estado, dado que ellos no habían realizado reclamos desde alguna organización o movimiento (ver relatos completos en Giacomasso 2016). Cada unidad habitacional cuenta con servicios de luz eléctrica, agua potable y cloacas. Además, a 1 km al este de ambos aduares se encuentra un hospital y una escuela para la educación de los niños en edad escolar (Figura 2).


Figura 2.
Arriba: Ruka Kimuy (escuela). Abajo: Ruka Tremoi (hospital).

El pueblo posee institucionalmente el carácter “provisorio” de municipio, lo cual le permite obtener la coparticipación del estado provincial (ley V-0677/09). El lonko (único cacique o líder) adopta la figura de intendente; se encarga de la administración comunal y, además, de la organización y planificación de las actividades culturales (actos públicos, festejo del año nuevo rankül, encuentros indígenas), para las cuales juega un papel central la machi pampeana, Ana María Domínguez Rosas, reconocida por el ejercicio de la espiritualidad rankülche en su provincia y trasladada a San Luis para colaborar en el proyecto desde el momento inicial. En cuanto a la economía familiar, una parte se sustenta en una suma fija de dinero que se entrega mensualmente a cada vivienda-grupo familiar, a la que se adiciona una canasta de alimentos. Las mujeres de la comunidad son las encargadas de la docencia en el establecimiento educativo, como así también del mantenimiento y la limpieza del hospital y la escuela. La actividad productiva es básicamente pecuaria (principalmente invernada y cría de bovinos, equinos y caprinos), y es llevada a cabo sobre todo por los hombres en carácter de contraprestación por el sueldo previamente mencionado. La provincia, por su parte, proporciona los profesionales que se encargan de la gestión técnica (sanidad animal, planificación de pasturas y rotación).

La población
La población actual es de unos 110 habitantes. Se trata de una aproximación dada la existencia de movimientos poblacionales, a partir del abandono por parte de algunos habitantes y la llegada de otros nuevos, lo que ha generado hasta el momento una relativa “inestabilidad habitacional” (Giacomasso 2016). Esta no es una cuestión menor, en tanto pone de manifiesto una de las limitaciones del proyecto, de no haber promovido desde los primeros años la apropiación, sostenimiento y fortalecimiento de lazos comunitarios a partir de la presencia continuada de las primeras familias en el lugar. La explicación a esta cuestión puede hallarse en notas de campo que dan cuenta de los modos en que el proyecto es percibido por algunos habitantes. Así, existen discursos que mencionan el gran cambio que implicó “dejar lo propio para trasladarse a vivir al pueblo […] lejos de las ciudades” (Poblador 14, entrevista 2015); “es como tener que empezar de cero, cambiar tu estilo de vida” (Poblador 2, entrevista 2015); “acostumbrarse a que no tenés todo al alcance de la mano, por ejemplo, los comercios, y que sin vehículo dependés de las combis cuando viajan hasta Batavia o Buena Esperanza” (Poblador 3, entrevista 2015). Estas razones dieron los actuales pobladores sobre las dificultades de habitar el lugar y que consideran fueron motivo del retiro de algunas familias. En este sentido, si pensamos en la construcción del pueblo como un acto encabezado por el gobierno de “reparación histórica”5 de las culturas originarias, se observan en estas diferentes elecciones de los pobladores de irse o de permanecer en el lugarmodos diversos de apropiación e identificación con el proyecto y sus formas de desarrollo. Con ello, la “recuperación” y puesta en valor de la cultura rankülche parece activarse de acuerdo con formas de participación desiguales en las que priman criterios hegemónicos (estipulados por el gobierno provincial) de valoración y reconocimiento (Rosas Mantecón 1998; Crespo 2007), como la fundación del pueblo en la zona rural, a la que no todos pudieron adaptarse. No obstante, aquellos que eligen continuar viviendo en “Pueblo Ranquel” rescatan las ventajas de este proyecto que, además de mejorar para muchos sus condiciones económicas, promueve un espacio que es valorado por revitalizar, en contacto con el territorio, la propia cultura indígena, proceso que se fundamentará en los siguientes apartados.

Arquitectura y prácticas institucionales
Otra cuestión a considerar de las características de “Pueblo Ranquel” tiene que ver con el diseño de las obras. Las rukas o casas (de 70 m2, con dos dormitorios, living-comedor, baño y cocina) tienen una forma exterior irregular, están hechas de hormigón, con techos que simulan ser los toldos de cuero de vaca y con palos de fibrocemento que recrean las cañas que servían de pilares para los toldos originales. Con el techado, que se extiende hasta el suelo, se forma una suerte de galería o espacio de transición con diferentes planos. Los detalles más llamativos están dados por los colores fuertes del techo, que contrastan con las paredes blancas de la casa, y por los elementos decorativos como la guarda pampa y otros dibujos pintados en su fachada (Figura 3).


Figura 3.
Las rukas vistas desde el frente. Fuente: Multimedia Especial “Pueblo Ranquel”. Página web: http://www.ranqueles.sanluis.gov.ar/multimedia/multimedia.html

El diseño está inspirado en la cultura y tradición ranquelinas, en tanto su construcción se asemeja a las antiguas tolderías fotografiadas por diversos expedicionarios a partir del siglo XIX. Así lo explicó el arquitecto Tessi en una nota de El Diario de la República6 de San Luis, donde argumenta sobre esta visión moderna de los tradicionales toldos. Otros actores que participaron en este proceso fueron los integrantes del Centro de Estudios Ranquelinos de Villa Mercedes (CER)7, quienes, tal como expresaron en las entrevistas, fueron contactados por el gobierno para asesorar a los encargados de diseñar las estructuras de las viviendas acordes con la información histórica sobre estos grupos. En este sentido, “el diseño adoptó conceptos que nosotros aportamos y obtuvimos de bibliografía sobre los ranqueles como la de Hux, Mansilla, Martínez Sarasola, Dillón u Ossola” (presidenta del Centro de Estudios Ranquelinos, entrevista 2014). No obstante, en este proceso cabe destacar algunas contradicciones en los discursos de los diferentes actores entrevistados. Por un lado, en los testimonios de las autoridades se advierte la solicitud de los pobladores de que las viviendas se parezcan a una ruka; “pedían que la casita conservara su estilo, la puerta mirara a la salida del sol, tuviera sombrita, las enramaditas delante para sentarse abajo a hacer artesanías, siempre los ranqueles, delante de la ruka, en la enramada” (Representante de gobierno, entrevista 2012). Sin embargo, por otro lado, los rankülches entrevistados negaron haber participado de la elección arquitectónica y refirieron a la obra sin atribuirle una valoración simbólica, sino más bien describiéndola de modo informativo (Giacomasso 2016). Ante esta cuestión además de no poder encontrar coincidencias entre el discurso de la autoridad provincial y el de los habitantes, se evidencia en el diseño la participación central de agentes de gobierno (como el arquitecto) y de estudiosos del tema rankülche, en detrimento de las perspectivas y opiniones de quienes fueran sus futuros habitantes.
Sin embargo, en la escuela y en el hospital rankül, algunos elementos y prácticas denotan la intervención y presencia de sentidos identitarios de sus pobladores. Así, por ejemplo, la Ruka kimuy (escuela o casa del saber) está decorada con textos y canciones en idioma rankülche y con obras artesanales que comunican una reflexión o mensaje sobre la cultura indígena. Un ejemplo de ello es la piedra tallada que reproduce el escrito del Popol Vuh o Libro del Consejo de los indios Quichés que dice: “Arrancaron nuestros frutos, cortaron nuestras ramas, quemaron nuestro tronco, pero no pudieron matar nuestras raíces. Popol Vuh. Pueblo Rankül”. Otra situación se observa en una tela con manos pintadas que se encuentra colgada sobre un atril y que tiene como texto “El Patrimonio cultural es la memoria viva de nuestra historia”. En dicha frase, se otorga valor patrimonial al hecho de conservar los saberes sobre la historia y la raíz de estos pueblos. A ello se suman los testimonios de pobladores que reconocen a la escuela como un espacio donde se pueden “recuperar lecturas, redactar relatos sobre nuestra identidad […], reconocer las distintas versiones de la historia de los pueblos originarios para poder hacer validar la nuestra” (Poblador 4, entrevista 2015), y donde se celebran fechas propias, como el 11 de octubre, considerado el “Último día de libertad de los pueblos originarios, donde realizamos danzas tradicionales” (Poblador 5, entrevista 2015). En tanto, por su parte, en el hospital o Ruka Tremoi se destaca significativamente la opción de una medicina tradicional como la imposición de manos8, para lo cual existe una sala destinada al uso de la guía espiritual que lleve adelante la práctica.

La ruka y su disposición circular
Otra característica urbanística destacada, además de la casa tipo toldo, es la disposición circular de
las viviendas (Figura 4), basada en la cosmovisión ancestral centrada en la idea de “circularidad”. Al respecto, el arquitecto responsable detalla que “la ocupación y distribución se estructuraron a partir de la naturaleza y bajo formas anticolonialistas, sin centros ni líneas rectas” (El Diario de la República, 28 de mayo de 2009: 9), al especificar sobre un ordenamiento espacial ligado a criterios de valoración indígena sobre el paisaje.


Figura 4.
Vista aérea de uno de los aduares del pueblo y la disposición de las rukas. Fuente: https://www.bing.com/maps/?FORM=Z9LH3

La concepción de lo circular como sentido de “totalidad”, aunque no directamente asociado a la obra, aparece elocuentemente en los relatos de varios pobladores rankülches que sostienen que “recuperar el territorio nos permitió integrarnos en armonía con el cosmos y la naturaleza, con el todo” (Poblador 6, entrevista 2015); “el círculo es un símbolo sagrado […] es pensar al indígena y su relación con el entorno como un todo único y conectado” (Poblador 4, entrevista 2015). Estas perspectivas deben comprenderse, a su vez, de acuerdo con principios centrales presentes en las distintas culturas indígenas americanas y que expresan “la aproximación que el indígena tiene acerca de la totalidad que lo rodea incluyendo al universo, así como las formas que adopta el hombre y la comunidad para relacionarse con él” (Martínez Sarasola 2004: 24). Asimismo, la circularidad es leída por algunos pobladores como representativa de “la vida en comunidad, la unión familiar y la igualdad (Poblador 7, entrevista 2015). Cabe destacar que los habitantes de cada barrio son, en su mayoría, familiares directos (padres e hijos, hermanos con sus respectivas familias) y por tal motivo, refieren a la conexión entre las viviendas como forma de cercanía entre la familia. En estos particulares discursos aparecen significados sobre el vínculo indisoluble de los rankülches con el territorio, bajo formas de vida comunitarias. En ellos, coincidentemente, sostienen que “la tierra es el elemento más fuerte” y que “sin ella no es posible desarrollar la propia cultura”. Por ello se advierte sobre la importancia de recuperar el territorio, porque a través de él es posible “vivir en armonía con la naturaleza”, “mantener el equilibrio y el sentido de pertenencia al reencontrase con las raíces y desarrollar actividades conjuntas sobre la cultura rankülche” (Poblador 8, entrevista 2015).

El registro arqueológico y su valoración
“Pueblo Ranquel” está localizado en el centro-sur de San Luis, en lo que arqueológicamente se conoce como subregión pampa seca. Una característica distintiva del sector fue la escasez de investigaciones arqueológicas, sólo representadas por los estudios llevados a cabo por Greslebin en la segunda década del siglo XX (Heider y Curtoni 2016). Con posterioridad a la creación del pueblo se comenzó un proyecto doctoral que incluyó dentro de su área de interés al territorio perteneciente a la comunidad (Heider 2015). Los sitios arqueológicos fueron detectados dentro de los médanos; no se registraron hallazgos en las costas de las lagunas existentes en “Pueblo Ranquel” (n = 3). En particular, se trata de diferentes concentraciones ubicadas en las formaciones medanosas y que corresponden a los sitios denominados San José de Escala a1, b1; Médano de “Pueblo Ranquel” Norte 1; Médano de “Pueblo Ranquel” Sur 1 y La Felisa a1 (Figura 5). Estos pueden presentar problemas de visibilidad en algunos momentos del año debido a la movilidad de los médanos (Heider 2015).


Figura 5
. Vista aérea del pueblo, desde su acceso hasta el centro principal. Fuente: https://www.bing.com/maps/?FORM=Z9LH3

En las diferentes concentraciones que componen el sitio San José de Escala (A en la Figura 5) se recuperaron instrumentos y productos de talla cuyas materias primas fueron identificadas como cuarzo, calcedonia, riolita y sílice. Se destacan en este conjunto un par de puntas de proyectil triangulares medianas y un artefacto formatizado por picado abrasión y/o pulido (posiblemente, un adorno corporal). En las concentraciones de Médano de “Pueblo Ranquel” Norte y Sur (B en la Figura 5), se recuperaron artefactos y lascas con materias primas similares a las de las primeras concentraciones mencionadas (Heider 2015). Por último, el sitio denominado La Felisa (C en la Figura 5) se encuentra en un médano cercano a un puesto abandonado. Entre los artefactos líticos predominan los confeccionados en cuarzo y calcedonia y otros instrumentos elaborados sobre vidrio. A partir de las evidencias recuperadas se planteó que la mayoría de las formaciones medanosas funcionaban como campamentos residenciales; es decir, lugares donde se realizaban la mayor parte de las actividades diarias (talla y reparación de instrumentos, procesamiento y consumo de alimentos). Una característica peculiar del sitio La Felisa es que se recuperaron instrumentos confeccionados sobre vidrio, lo cual indicaría que el sitio es “temporalmente” contemporáneo con los rankülches de tiempos históricos (Heider 2015). En cuanto a estos estudios y el material recuperado, se destaca un interés gubernamental por apoyar estas investigaciones (autorizadas por la provincia) a los fines de reconstruir y revalorizar la “puntanidad” o “identidad puntana”, tal como se menciona en el discurso oficial. En la actualidad, existe un fuerte movimiento expresado, por ejemplo, en la “Semana de la Puntanidad y el Sanluisismo”que apunta a dar a conocer y así poner en valor la historia, las costumbres, las personalidades ligadas a la región, así como a sus habitantes originarios, entre otras cosas9. No obstante, en lo que respecta a los rankülches, existe en su mayoría un desconocimiento sobre el valor del registro arqueológico, aunque con la excepción de algunos pobladores que encuentran en dicha evidencia argumentos para validar (científicamente) sus saberes y significados trasmitidos oralmenteen torno a su vinculación con el territorio. Así, en un discurso reciente, uno de los habitantes hace referencia a su conexión ancestral con la tierra “de los carrizales”, apelando al relato de su abuelo, quien le contaba que cuando los europeos (en sus primeras excursiones) empezaron a interiorizarse acerca de cuánto tiempo hacía que estaban los rankülches en el territorio, “estos respondían con algún lenguaraz, porque hablaban el idiomaque ancestralmente han vivido acá, no es que se hayan trasladado o que sean nómades, es decir ‘nosotros estamos acá desde tiempos inmemoriales’, decía mi abuelo; mis abuelos estaban acá y los abuelos de mis abuelos decían que ya estábamos acá”. Además, en este testimonio se hace hincapié en que “no hay un texto escrito que lo demuestre, sí tenemos las tradiciones orales, claro que sí, […] pero creemos que el material arqueológico puede ayudarnos a certificar esto” (Poblador rankülche 9, entrevista 2014).
Por otro lado, en el discurso de otro poblador, también se menciona a la arqueología como forma de contrarrestar la versión legitimada desde la historia. Esta se basa en la emergencia rankülche hacia fines del siglo XVIII como proceso de mezcla y reemplazo entre pobladores locales e indígenas chilenos que ingresaron al territorio (Villar y Jiménez 2006, 2013). Sin embargo, la palabra de este habitante rankülche de San Luis enfatiza en que “acá hay muchas teorías, que los rankülches vinieron de Chile, de arriba, de abajo, pero nosotros somos un pueblo preexistente y ha habido hallazgos de restos humanos que a mí no me van a decir que no son los ranqueles […] no somos desgaje de nadie y estamos desde muchísimo tiempo acá” (Poblador rankülche 6, entrevista 2015). Como antecedente de estos relatos cabe destacar que, hace unos años, los rankülches de la provincia de La Pampa hicieron planteos similares en relación con la potencialidad de las investigaciones académicas en general, y de la arqueología en particular, para sustentar relaciones ancestrales con el territorio (Curtoni et al. 2003; Endere y Curtoni 2006).

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA TERRITORIALIDAD, EL PAISAJE Y LAS IDENTIDADES INDÍGENAS

La importancia de la restitución del territorio para los pueblos indígenas no se debe sólo a la obtención de tierras para su subsistencia económica, sino que significa fundamentalmente la recuperación de sus lazos y experiencias identitarias adquiridas en relación con ese espacio. Ello se debe a que, para estos grupos, la tierra “no es solo un medio de producción, también es el entramado simbólico de la identidad y la reproducción del grupo y su cultura” (Lazzari 2007: 14) y un espacio para el fortalecimiento de su conciencia y autoidentificación, que se considera un derecho humano. En torno de los procesos de identificación, cabe destacar que se entiende por ellos el establecimiento de la “distintividad grupal”, basada tanto en la formación organizativa de un grupo como en determinadas características o bases culturales que le permiten proyectarse. Aunque debe comprenderse que los sentidos de pertenencia étnica son indisociables de los contextos políticos y socioculturales en los que se inscriben, y que poseen un carácter relacional, dinámico y de confrontación. Se trata de una construcción simbólica continuamente actualizada y enmarcada en relaciones de poder, negociaciones, luchas simbólicas y lucha por los espacios (Barth 1976; Cardoso de Oliveira 1976; Tamagno 1997; Bartolomé 2006; Escolar 2007). Es importante destacar que, particularmente en relación con los pueblos indígenas, los procesos de formación de autoconciencia o autoafirmación tienen las implicancias propias de su carácter de comunidad preexistente y precedente a los Estados nacionales en el mismo territorio y de la lucha por el reconocimiento de sus derechos como tales (Balazote y Radovich 1992; Briones 2004).
En este marco, una serie de manifestaciones y simbolizaciones que tienen lugar en “Pueblo Ranquel” permiten rastrear algunas afirmaciones identitarias de los rankülches actuales. Además de expresar afirmativamente “nosotros somos indígenas”, “estamos orgullosos de ser de los carrizales”, “somos un pueblo preexistente que queremos volver a ponernos de pie”, aquellos habitantes (principalmente los que se reconocen indígenas desde niños y recuerdan historias familiares y tradiciones rankülches) actualizan en dicho espacio algunas experiencias y prácticas concretas heredadas de los antepasados que distinguen como representativas de su pueblo. Así, por ejemplo, festejan el año nuevo rankül cada 23-24 de junio, con el solsticio de invierno, y realizan la danza del ñandú (choique pürrun), en la que se imitan los movimientos del animal considerado “símbolo de la comunión y unión entre los rankülches” (Poblador 10, entrevista 2015). Entre otras manifestaciones culturales, también se destaca, en situaciones particulares, la danza de la fertilidad o de tributo a la luna para el fortalecimiento de los vientres durante el embarazo y la ceremonia del toro negro (Curru Toro Magüen) o el pedido de lluvia en épocas de sequía y/o para el mejoramiento de las tierras. En la realización de las mencionadas ceremonias (algunas de ellas, relevadas durante el trabajo etnográfico), se observó el despliegue de creencias, modos de comunicación y conexión de estos pobladores con la naturaleza (por medio de gestos y ademanes) y con la tierra, frente a la cual se realizan las ofrendas en los festejos o rogativas. También se relevó la valoración de símbolos ancestrales como el de circularidad (expresado en danzas donde los participantes realizan movimientos circulares y en las representaciones del kultrúm o tambor ceremonial) y espacios como el lugar sagrado, donde se ubica el rehue, centro de las prácticas rankülches.
De acuerdo con las observaciones de campo, es posible advertir que particularmente en esos actos ceremonialesse crean vínculos estrechos entre los rankülches participantes, así como relaciones con el territorio y con elementos naturales (por ejemplo, hierbas), que son considerados por los pobladores como “modos comunes de identificarse”. Por ello resulta imprescindible comprender estos procesos por medio del concepto de paisaje, que, lejos de entender al territorio como espacio físico, natural y externo a los humanos, es pensado como parte de complejas redes de relaciones entre las personas, las cosas y los lugares (Bender 2001). En este sentido, estas experiencias devienen en relaciones mutuamente constitutivas que emergen a partir de las distintas prácticas y que se actualizan en este nuevo contexto de reivindicación indígena. Recuperar el territorio y habitar en comunidad permitió, para algunos, “conocerse con otros rankülches, que vivían en distintas ciudades”; comenzar a “conectarse con las energías de la naturaleza”; “descubrir costumbres trasmitidas por nuestros abuelos”; “fortalecernos como pueblo” y, como meta futura, “enseñar a los más jóvenes y los niños a valorar la historia y cultura rankülche para que no se pierda” (Poblador 11, entrevista 2015). De modo tal que estas vinculaciones reemergentes pueden considerarse, en parte, como formas de mantener y dar continuidad a significados, ceremonias y modos de valorar la tierra, movilizados principalmente por aquellos habitantes que manifiestan conocer sobre la historia rankülche y las características culturales más importantes de su pueblo.

DISCUSIÓN Y CONSIDERACIONES FINALES

“Pueblo Ranquel”, construido como parte de la política reivindicatoria del gobierno de San Luis, presenta una serie de peculiaridades que lo convierten en un paisaje distintivo si se lo compara con otros procesos de reivindicación hacia los indígenas en el contexto nacional. Estas particularidades se deben, en principio, a que las tierras restituidas se corresponderían con el hábitat de los rankülches del pasado, según las recopilaciones históricas que ubican a estos pobladores en la zona y las propias versiones de integrantes de este pueblo. Al mismo tiempo, desde el registro arqueológico, si bien aún no pudo corroborarse que los hallazgos encontrados pertenezcan específicamente a los rankülches, es factible que nuevas investigaciones puedan dar muestra de su pertenencia a dicho territorio, teniendo en cuenta la vinculación ancestral de este grupo con el área. También se destaca como rasgo peculiar, sin otro antecedente de este tipo en la Argentina, que la restitución del territorio ancestral haya comprendido 68 mil hectáreas de tierras, cuando comúnmente las restituciones de tierras son escasas y de menor superficie. Por otra parte, el pueblo tiene la particularidad de conformar un paisaje que reproduce formas arquitectónicas que simulan las antiguas tolderías y recrean un modelo circular de ocupación del espacio que, para el área central de la provincia de La Pampa, ya había sido registrado a partir de la reconstrucción del sistema de rastrilladas y de la distribución espacial de las tolderías rankülches del siglo XIX (Curtoni 2008).
Ante estas peculiaridades, resultó significativo relevar las representaciones sobre las cuales se inscribieron las decisiones respecto de la materialidad y visibilidad de “Pueblo Ranquel”. En este caso, la valoración de las obras se destaca sólo desde los discursos de funcionarios gubernamentales y de historiadores como voces legitimadas del conocimiento sobre este grupo. En cambio, los actuales pobladores que permanecieron en el lugar no valorizan el proyecto desde su infraestructura, sino desde las posibilidades que este generó de reactivar saberes y experiencias de identificación étnica; expresadas, por ejemplo, en algunos espacios escolares, en la posibilidad de acceder a una “medicina centrada en la espiritualidad” y puntualmente en la celebración de ceremonias ancestrales en las que, si bien se desarrollan en momentos concretos del año, se ponen en práctica rasgos culturales propios de lo rankülche. En este punto se evidencian algunas tensiones en los modos de percibir este proyecto, donde se impone una versión hegemónica de los indígenas, tanto desde los aspectos materiales con los que fueron asociados (y que los residentes no eligieron), como en la propuesta de vivir en tierras alejadas de los centros urbanos que también se lee como imagen “folclorizada” y “romantizada” del indio alejado en tiempo y espacio (Chocobare 2013)y que fuera motivo, según varios entrevistados, del abandono del lugar por parte de algunos habitantes. Al respecto, cabría preguntar si, para la recuperación de la cultura rankülche, no hubieran sido posibles otras formas de “reparación histórica”, más acordes con los modos de vida actuales, en las ciudades o en áreas también consideradas hábitat rankülchemás cercanas. El reconocimiento de todos los entrevistados de haber sido convocados por el gobierno para habitar el pueblo planificado para construirse en tales tierrasy su afirmación de no haber participado al momento de algún colectivo que estuviera reclamando el territorio (ver relatos completos en Giacomasso 2016), fundamenta la afirmación de que se trató de una iniciativa principalmente estatal con el objetivo de reivindicar a los pueblos originarios de la provincia (como lo demuestran las medidas legales), bajo condiciones, intereses (con vistas al turismo) y patrones de valoración construidos desde ese sector. Esto da cuenta, a su vez, de relaciones de poder y de modos de participación desigual al momento de crear, definir y consagrar como legítimos ciertos objetos, lugares y significados (Rosas Mantecón 1998; García Canclini 1999; Crespo 2007). No obstante ello, los habitantes de “Pueblo Ranquel” construyen su propia agenda indígena, no sólo al aceptar la propuesta, sino también al utilizarla; algunos, principalmente para mejorar sus condiciones económicas; y otros, para desarrollar y fortalecer saberes, símbolos y ritualidades que, de otro modo, admiten, “no se estaban realizando en San Luis y para celebrarlas teníamos que ir con nuestros hermanos de La Pampa” (Poblador 12, entrevista 2015). Asimismo, de vivir en el pueblo algunos rescatan el contacto con la naturaleza y el hecho de recuperar un modo de vida en comunidad para reactivar sentidos de pertenencia ancestrales.
Todas estas cuestiones que se combinan en “Pueblo Ranquel” muestran la complejidad de un proceso con múltiples aristas y diversidad de intereses de acuerdo con los grupos involucrados (agentes de gobierno, investigadores, pobladores rankülches y al interior del grupo mismo) y donde aparecen elementos “cruzados” de las representaciones de las diferentes partes. No obstante, más allá de que se trata de un proyecto de fundación relativamente reciente, puede ser considerado en su potencial valor patrimonial, en tanto, más allá de las diferencias, en dicho espacio se configura un paisaje peculiar y se pone en valor (desde diversas percepciones) la reivindicación de la cultura rankülche que de la mano de pobladores más activos e interesadosse expresa por medio de ceremonias, reflexiones sobre el pasado rankülche y actos festivos propios de los indígenas. Cabe destacar que, en la vida cotidiana de las 24 familias, los distintos habitantes realizan rutinariamente sus trabajos en el campo (los varones) y en las instituciones (las mujeres) lo que no implica que todas sus actividades estén atravesadas por un simbolismo indígena. No obstante, existen proyectos de avanzar en la enseñanza de la lengua, en la producción de artesanías típicas, en su visibilización por medio del turismo cultural que, si bien están en proceso de elaboración, refieren a la agencia indígena de reapropiación del proyecto y de su puesta en valor. Por último, “Pueblo Ranquel” posee valor patrimonial para la provincia, dado que el proceso de patrimonialización que se activa a partir del impulso y de la perspectiva estatal busca promover la identidad y los valores de lo puntano, entre otras cosas, por medio de la reparación cultural hacia los pueblos originarios.

Agradecimientos

Agradecemos al pueblo rankülche en general y a los integrantes de “Pueblo Ranquel” de San Luis en particular, por su participación y apoyo para realizar esta investigación. A María Luz Endere y María Eugenia Conforti por sus comentarios durante la elaboración del artículo, y a Guillermo Heider por el aporte de sus estudios arqueológicos en el área. Esta investigación contó con subsidios de la Unidad Ejecutora INCUAPACONICET y de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (PICT-0290).

NOTAS

1 El uso del concepto “rankülche” aparece como un marcador de identidad étnica, dado que a partir de la década de 1990 fue utilizado en el ámbito público de la provincia de La Pampa como una transcripción fonética de los términos españoles ranquel, rancul o ranquelino/a (Curtoni et al. 2003).

2 Cabe aclarar que el patrimonio material no puede disociarse del inmaterial y viceversa, de modo que las diferencias no son ontológicas, de naturaleza, sino básicamente analíticas u operacionales.

3 Fue un viajero, alcalde de la ciudad chilena de Concepción, que recorrió en 1806 los territorios pampeanos y relató en su diario características de las poblaciones que allí residían.

4 Se utiliza un número para cada poblador entrevistado a fin de mantener su privacidad.

5 Ver estos modos de nombrar el proyecto en el Sitio Web: http://www.ranqueles.sanluis.gov.ar/historia/historia.html (junio 2016).

6 Ver notas del 28 y 29 de mayo de 2009.

7 El Centro de Estudios Ranquelinos se creó en 2002 con el objetivo de sistematizar estudios relacionados con los rankülches del territorio de San Luis, desde la perspectiva de los actuales habitantes en la zona.

8 Tal como lo describió una habitante, es una práctica antigua basada en la sanación por medio de la energía espiritual que se transmite al cuerpo a través de las manos.

9 Ver discursos oficiales sobre la “Puntanidad” y el “Sanluisismo” en algunos sitios web, tales como: http://agenciasanluis.com/notas/2015/08/16/que-es-la-puntanidad/; http://agenciasanluis.com/notas/2015/04/01/la-identidad-puntanay-el-respeto-por-la-diversidad-cultural/; http://agenciasanluis.com/notas/2015/08/20/se-brindo-una-charla-sobre-identidadpuntana/ (junio de 2016).

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