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Intersecciones en antropología

On-line version ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.19 no.1 Olavarría June 2018

 

ARTÍCULOS

Arqueología de la Isla Victoria, Parque Nacional Nahuel Huapi, Patagonia Argentina: actualización y perspectivas futuras

 

Adam Hajduk, Federico Luis Scartascini, Fernando Emmanuel Vargas y Maximiliano Javier Lezcano

Museo de la Patagonia, F. P. Moreno, Argentina. Centro Cívico s/n (8400), San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina. E-mail: ahtrapalanda@gmail.com
Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio- Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, (IIDyPCa-CONICET). Universidad Nacional de Río Negro (UNRN). Av. de los Pioneros 2350, San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina. E-mail: fscartascini@gmail.com
IIDyPCa-CONICET. UNRN. Av. de los Pioneros 2350, San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina. E-mail: femmanuelvargas@gmail.com
IIDyPCa-CONICET. UNRN. Av. de los Pioneros 2350, San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina. E-mail: mjlladeranorte@gmail.com

Recibido 30 de octubre 2017.
Aceptado 10 de febrero 2018


RESUMEN

En este trabajo se presentan datos sobre los estudios arqueológicos desarrollados en la Isla Victoria, Parque Nacional Nahuel Huapi. Se incluyen los datos inéditos generados por uno de los autores (A. H.) hace más de 30 años en el marco de los nuevos proyectos y la revisita a los sitios. Hasta el momento, se documentaron 30 sitios arqueológicos en la isla. Se describe la excavación del sitio Puerto Tranquilo 1 (PT1) y se presentan los materiales recuperados y los análisis realizados. Los resultados muestran dos periodos diferenciables en la ocupación del espacio insular, uno inicial, hacia el 2000 AP, y otro tardío, pos 640 AP. Finalmente, se discuten estos datos en relación con la información regional disponible para el Holoceno tardío.

Palabras clave: Isla Victoria; Parque Nacional Nahuel Huapi; Cazadores recolectores, Holoceno tardío; Norpatagonia.

ABSTRACT

Archaeology of Isla Victoria, Nahuel Huapi National Park, Patagonia Argentina: current status and future perspectives

In this paper, a series of data on archaeological studies carried out in Isla Victoria, Nahuel Huapi National Park, is presented, including unpublished work produced by one of the authors (A. H.) more than 30 years ago, as well as new projects in the area. To date, 30 archaeological sites have been documented on the Island. The excavation of the PT1 site is described and an initial characterization of the recovered materials made. Two occupation events were detected: an initial one ca. 2000 BP, and a late one after ca. 640 BP. Finally, these data are discussed in the context of the available regional information for the last 2000 years BP.

Keywords: Isla Victoria; Nahuel Huapi National Park; Hunter gatherers; Late Holocene; North-Patagonia.


 

INTRODUCCIÓN

Las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo dentro del ambiente boscoso-lacustre del Parque Nacional Nahuel Huapi presentan una trayectoria relativamente extensa, aunque discontinua (Vignati 1944; Fernández 1978; Hajduk 1989-1990; 1995-1996; Albornoz 1996; Albornoz y Hajduk 2001; Hajduk et al. 2006, 2012; Braicovich 2007, entre otros). Si bien hasta la fecha gran parte de la información disponible ha podido ser integrada y discutida en el contexto regional (Lezcano et al. 2010; Hajduk et al. 2011, 2013), aún poseemos un escaso conocimiento acerca de múltiples aspectos de la arqueología en este sector de Norpatagonia argentina. En particular, no existe ninguna investigación publicada acerca de la arqueología de las islas del Nahuel Huapi y las implicaciones del uso de estos espacios en la dinámica de poblamiento de la zona andina norpatagónica.
Desde una perspectiva arqueológica comparativa, las islas ofrecen la oportunidad de evaluar distintos aspectos de la vida humana en un contexto circunscrito y más pequeño que el continente. En términos de Kirch (2004), estas funcionan como un microcosmos -conectado y aislado a la vez- de lo que sucede en el continente. En este caso particular, la Isla Victoria nos brinda una excelente oportunidad para acceder al poco conocido uso de los ambientes insulares intracontinentales y su entorno, lo cual implica conocer más acabadamente la variabilidad en la forma de uso del ambiente boscoso-lacustre en Norpatagonia. A la vez, esto nos permite avanzar en el conocimiento de sociedades que utilizaron la navegación como particular forma de adaptación a este tipo de ambientes. Las primeras prospecciones arqueológicas en Isla Victoria se remontan a fines de la década del cincuenta y estuvieron principalmente destinadas al relevamiento rupestre (Vignati 1944; Pedersen 1959, 1978). En forma posterior, a partir de los años ochenta, comenzaron las investigaciones sistemáticas (Hajduk 1989-1990, 1995-1996), aunque hasta la fecha sus resultados no han sido publicados en su totalidad.
Existen también fuentes escritas que documentan el uso del ámbito boscoso-lacustre del Nahuel Huapi y de la estepa vecina entre los siglos XVII y XIX. Los cronistas del siglo XVII y principios del XVIII –particularmente, los jesuitas- dieron cuenta de que el ámbito boscoso lacustre del Nahuel Huapi estaba ocupado por una parcialidad indígena especializada en el uso de este tipo de ambiente, a la que denominaban como "Puelches del Nahuelguapi". Estos tenían dominio de la navegación y del tránsito en el medio boscoso. En sus desplazamientos, cubrían ambas vertientes cordilleranas, y así llegaron a las costas del Pacífico. Se caracterizaban por tener lengua propia, distinta de la de sus vecinos de la estepa, y también de la vertiente pacífica (Albornoz y Hajduk 2001).
En este marco, el principal objetivo de este trabajo es presentar por vez primera los datos arqueológicos y contextuales de la Isla Victoria, Parque Nacional Nahuel Huapi, hasta ahora conocidos únicamente por menciones aisladas en diferentes publicaciones. La información proviene de la síntesis de los dos informes inéditos presentados al CONICET (Hajduk 1989-1990, 1995-1996). Se considera la frecuencia y distribución de sitios y se presentan en forma resumida los materiales del sitio Puerto Tranquilo 1 (en adelante, PT1), único contexto excavado y analizado de la isla. Finalmente, se realiza una evaluación general acerca del uso de este espacio lacustre en el contexto de la diversidad ambiental del área, lo que permitirá en el futuro cercano avanzar sobre las distintas líneas de evidencia aquí presentadas.

MARCO AMBIENTAL

La isla Victoria es una de las diez islas presentes en el lago Nahuel Huapi. Se localiza en el extremo suroeste de la provincia de Neuquén, al límite con la provincia de Río Negro, sobre el lago Nahuel Huapi, en el Parque Nacional homónimo (Figura 1). Se encuentra separada del continente desde el final del Último Máximo Glacial (Lirio 2011). Tiene una superficie aproximada de 37 km2, lo que la convierte en la isla de mayor envergadura dentro de la cuenca lacustre del Nahuel Huapi. Presenta una morfología alargada en el sentido noroeste-sudeste (ca. 20 km) y delgada (entre 250 m a 4 km). Su punto más cercano al continente se encuentra en el extremo noroeste, a 1,7 kilómetros de la península de Quetrihué. En su interior presenta una serie de serranías bajas, que no superan los 1025 msnm (Cerro Quemado).


Figura 1.
Isla Victoria en el contexto norpatagónico. Localización de los principales sitios arqueológicos mencionados. A: PT1 y PT2, B: PT3 a PT8 y PT Chico, C: PT9 a PT12.

La isla se encuentra comprendida dentro de la ecoregión fitogeográfica del Bosque Andino Patagónico (Cabrera l976). El clima es templado-frío, con medias que oscilan entre los 16 °C y los 2 °C. Las precipitaciones medias en los meses cálidos son del orden de 100 y 200 mm; y en los meses fríos, de entre 500 y 800 mm (De Fina 1972). Los vientos predominantes soplan del cuadrante oeste. Los datos polínicos disponibles para el área del Nahuel Huapi muestran que ya desde el Holoceno tardío (ca. 3000 AP) la configuración ambiental sería similar a la actual, con bosques mixtos de coihue (Nothofagus dombeyi) y ciprés (Austrocedrus chilensis) (Whitlock et al. 2006).

MATERIALES Y MÉTODOS

Las prospecciones iniciales realizadas por Hajduk en la década de 1980 se orientaron a la identificación de sitios y a la excavación de contextos estratigráficos (Hajduk 1989-1990, 1995-1996). Los nuevos trabajos, iniciados en 2016, se enfocaron en la revisita de los sitios ya conocidos y en la búsqueda dirigida de nuevos contextos en el sector norte de la isla (Tabla 1). La estrategia metodológica abordada en este trabajo incluye, en primera instancia, ofrecer una visión preliminar de la diversidad y frecuencia de sitios en el contexto general de la isla e integrarla en una escala local a partir de la presentación sintetizada del sitio PT1. Este sitio es el único que cuenta con cronología, y se destaca por el volumen excavado, la diversidad y la frecuencia de materiales. Si bien parte de estos datos han sido parcialmente mencionados en publicaciones previas (Albornoz 1996, 2003; Hajduk y Albornoz 1999; Albornoz y Cúneo 2000; Albornoz y Hajduk 2007, 2009), aún no han sido presentados en forma integrada.

Tabla 1. Sitios arqueológicos relevados en la Isla Victoria por sector.

Atendiendo a los objetivos planteados en este trabajo en cuanto al rol de los espacios y recursos acuáticos, en esta instancia se puso mayor énfasis en el análisis de las colecciones arqueofaunísticas de PT1. Estas fueron analizadas considerando los criterios expuestos por Mengoni Goñalons (1999) para la abundancia anatómica y taxonómica; y por Gutiérrez (2004) para los análisis tafonómicos. En los cálculos de abundancia se priorizó el uso del NISP, NSP y el MNI (Lyman 1994). Para estimar el estado de preservación de la muestra se consideraron modificaciones antrópicas como huellas de corte y evidencias de fractura intencional (fractura en fresco asociada a puntos y negativos de percusión), marcas de carnívoros y roedores, improntas de raíces, meteorización y tipos de fractura según la conservación del hueso (Mengoni Goñalons 1999; Gutiérrez 2004). Se utilizaron categorías taxonómicas linneanas y se discriminaron rangos de tamaño corporal (e.g., "Mamífero grande" involucra tamaños similares a los de guanaco o huemul). Asimismo, esta nueva información se complementa con los datos tecnológicos previamente generados (Hajduk 1989-1990, 1995-1996). En el caso de la tecnología lítica, se siguieron los criterios de Aschero (1975-1983) para determinar los grupos tipológicos principales. Por su parte, la tecnología cerámica se caracterizó macroscópicamente (tecnología, morfología y decoración) (Rice 1987; Shepard 1995 [1954]). Finalmente, el arte rupestre se relevó inicialmente mediante la técnica de calco y fotografía, y los motivos fueron identificados según los lineamientos propuestos por Gradin (1978).

RESULTADOS

PT1 es uno de los 30 sitios arqueológicos registrados hasta ahora en la Isla Victoria (Tabla 1). Se trata de un extenso alero rocoso de ca. 234 m2 en el que se excavó una superficie total de 8 m2 en dos sectores (S1 y S2) (Figura 2). Se encuentra ubicado en el extremo norte de la Isla Victoria, al pie de un acantilado rocoso orientado hacia el norte, en vecindad de un entrante natural del lago, conocido como Puerto Tranquilo (Figura 1). La base del acantilado y, por ende, del sitio, se encuentra a unos 50 m verticales por sobre el nivel del lago actual.


Figura 2.
Alero PT1, planta, perfil del sitio y la excavación

En el sector 1 (5 m2 de superficie) se obtuvieron dos fechados radiocarbónicos sobre muestras de carbón de fogones (Figura 2). El primer fechado es de 640 ± 60 AP (LP. N° 273) y proviene de la capa V(b); y el segundo es de 1980 ± 60 AP (LP. N° 204) y corresponde a la capa VII (última capa arqueológicamente fértil). Se observa cierta correspondencia entre los dos sectores excavados (Figura 2), definidos estos por una capa fina de ceniza volcánica que selló el depósito (Villarosa et al. 2006). Operativamente, para este trabajo, se definieron dos bloques cronológicos. El bloque temprano, caracterizado por la ausencia de recipientes cerámicos entre ca. 2000 AP y 640 AP; y el bloque tardío, comprendido por los niveles con presencia de cerámica, pos 640 AP (Figura 2). En la tabla 2 se resumen la diversidad y frecuencia de materiales recuperados en PT1 (excepto las arqueofaunas). Se observa un amplio espectro de materiales de distinto origen (Figura 3).

Tabla 2. Diversidad y frecuencia de materiales recuperados por bloque cronológico. Nota: Indet. = indeterminado


Figura 3.
Detalle esquemático de algunos materiales recuperados en PT1. a: fragmento de posible perforador óseo; b: cordelería en posible cabello humano, en fibra animal y en fibra vegetal; c: cuatro fragmentos de piel de guanaco unidos con costura de tendón (dos fragmentos pintados con pigmento rojo; d: Cuentas de Hamalopoma sp. y bivalvo marino indeterminado; e: Fragmentos de cerámica con decoración incisa y punzonada alineada doble paralelo sobre superficie pulida.

El registro tecnológico es variado e incluye tecnología lítica, ósea, cerámica, vegetal, fibra animal, malacológica y metal (Tabla 2). En cuanto al lítico, la muestra total asciende a 348 artefactos. Predominan los desechos de talla (n = 297), de tamaño pequeño, lo que correspondería a las etapas finales de reducción y/o a trabajos de reactivación de filos. Los instrumentos (n = 48) corresponden mayoritariamente a útiles vinculados con actividades de raspado y corte, aunque se recuperaron también cepillos e instrumentos sobre guijarros, y un bajo número de instrumentos de molienda. No se recuperaron núcleos, aunque sí se observó un bajo número de fragmentos tipo chunk. Las materias primas utilizadas corresponden tanto a fuentes locales de calidad mala o regular (inmediatamente disponibles en depósitos de la playa del lago), como no locales (variedades de sílice y obsidiana), cuya proveniencia aún se encuentra bajo análisis. En cuanto a las evidencias de tecnología cerámica (que incluye recipientes cerámicos y evidencias de manipulación de pastas), se recuperaron en total 1309 fragmentos. La mayor parte de ellos corresponde a fragmentos de recipientes cerámicos (n = 1008) y recipientes no cocidos (n = 264). Del análisis de los tiestos se reconoce, al menos, la presencia de formas de ollas y jarras. Del total, 62 tiestos presentan decoración por incisión lineal, punzonado vertical y oblicuo, y acanalados. La totalidad de estos elementos se recuperó en niveles tardíos, es decir, posteriores a 640 años AP. Se documentaron fragmentos de recipientes sin cocción, lo que indicaría la producción local. En los niveles más tempranos se recuperaron tres pequeñas esferas de arcilla sin cocción y cinco fragmentos de arcilla amorfos, tres de los cuales se encontraban cocidos. El repertorio tecnológico del sitio se completa con evidencias de manufacturas sobre hueso (instrumentos óseos), fibra y tejido animal (cueros, pieles y tientos), vegetales, moluscos marinos y metal (Tabla 2). Estos materiales se encuentran en proceso de análisis y serán fruto de una publicación específica en el futuro cercano.
En la excavación se recuperaron también restos humanos fragmentarios completamente desarticulados y con evidencias de meteorización distribuidos a lo largo de la secuencia. En total suman 41 restos óseos y tres dientes. De estos, 23 provienen de los niveles tardíos y corresponden a tres dientes, un fragmento de cráneo, un fragmento de vértebra lumbar, cuatro fragmentos de vértebras cervicales, un metacarpo, un fragmento de fémur, un fragmento de peroné (con huellas de alteración térmica), una falange segunda y siete fragmentos indeterminados, todos probablemente de adulto. Asimismo, se recuperaron un fragmento de neurocráneo, un fragmento de esternón y un fragmento de fémur, todos de un posible infante. Por otro lado, 21 restos corresponden al bloque temprano: cráneo (3), dientes (3), vértebra (4), fémur (2), peroné (1), metapodio (1), falange (1), indeterminados (6) todos correspondientes a un individuo adulto.
Por otra parte, en los niveles tempranos del sector 1 se recuperó también una inhumación primaria
completa de cúbito lateral izquierdo en posición fetal. Los análisis preliminares sobre estos restos indican que se trata de un probable adulto masculino, sin deformación craneal (Hajduk 1989-1990) y rasgos somáticos adscribibles a poblaciones canoeras de la vertiente pacífica de los Andes (Hajduk et al. 2011). Por su parte, PT1 se destaca por contener un extenso panel rupestre con una importante cantidad y variedad de diseños. Estas pinturas fueron ejecutadas sobre un único panel de 7,17 m de extensión, con un ancho promedio de 1 m; se trata de un soporte rocoso muy apto para ejecutar los diseños debido a su topografía plana y lisa. En general, los diseños suelen iniciarse a 0,76 m y culminan a 2,3 m por encima del piso actual. Todos los motivos fueron producidos con color rojo, con variantes de la misma tonalidad. En cuanto a la distribución de los diseños, se aprecian tres sectores (Figura 4). El sector central, compuesto por motivos geométricos simples tales como cruciformes, círculos y líneas ondulantes simples de trazo vertical grueso. El sector izquierdo del panel (este) presenta la mayor concentración de diseños, donde se destacan motivos figurativos tales como zoomorfos cuadrúpedos de cuerpo lleno y de contorno lineal, asociados a motivos geométricos. En este sector, la presencia de un diseño zoomorfo cuadrúpedo con apéndice sobre su lomo ha sido interpretado por Pedersen (1963, 1978) como la representación intencional de un jinete montado, o bien, de un animal de carga. Por su parte, en el sector derecho (oeste) se aprecian también diseños figurativos que representan motivos antropomorfos de contorno lineal. Estos diseños se vinculan topográficamente con motivos geométricos de tipo "clepsidras", lo que sugiere alguna relación visual intencional.


Figura 4.
Extracto parcial de motivos por sector del único panel rupestre de PT1.

Análisis faunístico
La frecuencia total de restos óseos recuperados alcanza los 283 especímenes, más diez fragmentos de cáscara de huevo de Rheidae (Tabla 3). De estos, 271 (95,33%) más los diez fragmentos de cáscara de huevo de Rheidae provienen de los niveles tardíos, mientras que sólo 12 (4,66%) corresponden a los componentes iniciales del sitio. A nivel general, el grupo taxonómico mayoritario son los peces (NISP = 126), que corresponden al menos a cuatro especies: Percicthys trucha (perca) (NISP = 83) y Odonthestes hatcheri (pejerrey) (NISP = 39) y dos especies indeterminadas (NISP = 4).

Tabla 3. Frecuencia y diversidad de las arqueofaunas recuperadas goría "Mamífero grande" y a las categorías en PT1.

Lo siguen en orden de importancia numérica la categoría "Mamífero grande" (NSP = 64) y "Mammalia indet." (NSP = 58), a lo que se suman Artiodactyla (NISP = 11); Hippocamelus (NISP = 3) y un único resto de Camelidae (NISP = 1). Considerando el total de restos asignados a estas categorías (NSP), sólo 17 fragmentos se identificaron anatómicamente (NISP). En todos los casos, corresponden a los miembros traseros y delanteros y, en menor medida, a cráneo. Siguen Equus (fragmentos craneales) y Zaedyus (placas del caparazón), con dos fragmentos en cada caso. Las aves continúan en importancia (NISP = 26), aunque en el caso de Rheidae se trata de cáscara de huevo (NISP = 10) y se encuentran aún bajo análisis. Lo mismo ocurre con los moluscos bivalvos (Diplodon) y los microvertebrados, en particular roedores, que aparecen en toda la secuencia pero aún no fueron cuantificados. Pese al tamaño reducido de la muestra, sobre todo en el bloque temprano, podemos señalar que en las capas tardías, las categorías "Mamífero grande" y "Peces" se encuentran comparativamente más representadas, mientras que en las tempranas predominan las aves chicas e indeterminadas y, en menor medida, el huemul (Figura 5).


Figura 5.
Diversidad faunística porcentual (NSP%) por bloque cronológico.

Respecto del estado de preservación de la muestra, se observó que los conjuntos presentan un alto grado de fragmentación, hecho que dificulta la cuantificación de modificaciones antrópicas y naturales. Considerando el grupo taxonómico "Mamífero grande" (NSP = 64), se observó que el 81,25% (52) presenta medidas entre 0,5 y 30 mm, el 17,18% (11) entre 31 y 60 mm y sólo el 1,56% (1) más de 60 mm. Pese a esto, el estado de preservación de la muestra es muy bueno. No se evidencian rastros de meteorización u otras formas de afectación importante de los huesos. Tan es así, que algunos vestigios (n = 24) conservan restos de tejido blando. Las marcas de carnívoros sólo se observaron en un fragmento de cráneo de caballo y en un hueso de ave chica, en este último caso, atribuibles a un carnívoro pequeño. Por su parte, sólo un resto presenta marcas claras de roedor. Del total de restos atribuidos a la categoría "Mamífero grande" y a las categorías Artiodactyla, Hippocamelus y Camelidae (NSP = 79), el 11,39% (9) presenta huellas de corte, y cinco de ellos (es decir, el 6,32%) además presentan evidencias de fractura en fresco asociadas a puntos y negativos de lascado. Otros cuatro restos presentan sólo evidencias de fractura intencional, más una lasca ósea. Finalmente, de los 79 restos, el 51,89% (41) presenta alteración térmica.

DISCUSIÓN

Este trabajo pone de manifiesto la riqueza y variedad del registro arqueológico de la Isla Victoria, lo que permite iniciar una discusión de diferentes temas que son centrales para la arqueología del ambiente boscoso-lacustre del Parque Nacional Nahuel Huapi en distintas escalas. En escala local, PT1 se presenta con un espacio ideal para el asentamiento, no sólo por su ubicación y orientación, sino además por ser un ambiente reparado de los vientos del oeste, que predominan en el área. Aún no tenemos una idea clara acerca de la funcionalidad de los diferentes sitios relevados en la isla, pero sin duda este será un aspecto central para evaluar la aparente distribución desigual de los sitios (Tabla 1). Para el caso de PT1, los resultados indican que se trata de un sitio multifuncional, con evidencias de uso doméstico, de inhumación y de producción de arte rupestre y elementos decorados.
En primera instancia, PT1 se destaca por la gran diversidad de artefactos e instrumentos registrados en diversos materiales, sobre todo para momentos tardíos (Figura 3). Esto implica la necesidad de avanzar en un análisis de mayor profundidad para comprender la completitud de la esfera tecnológica del sitio. En principio podemos decir que la tecnología lítica se da en el marco de una estrategia expeditiva (sensu Nelson 1991), con instrumentos informales formatizados sobre materias primas de calidad mala o regular que se encuentran inmediatamente disponibles. Por otra parte, se observa una estrategia más conservada de instrumentos confeccionados con materias primas no locales, como las variedades de sílice que posiblemente provienen de la estepa vecina y las obsidianas, cuya proveniencia se encuentra actualmente bajo análisis. La cerámica, por otra parte, está presente desde ca. 640 años AP, es decir, bastante más tardíamente que la primera cerámica registrada en el área boscosa de norpatagonia argentina, fechada para el quinto siglo de nuestra era en Alero Los Cipreses (Silveira 1996). A nivel general, presenta diseños similares a las recuperadas en otros sitios del área (Aldazábal y Micaelli 2007) y morfologías similares a las presentes en la vertiente pacífica de la cordillera (Adán y Mera 1997). En términos de subsistencia, en PT1 se consumieron recursos faunísticos provenientes del ambiente boscoso- lacustre, como el huemul; y de la estepa, como el guanaco, el piche y el choique, además del caballo, lo cual indica el acceso a diferentes ambientes. En la muestra analizada predominan, por lo menos en términos de NISP, los recursos acuáticos, particularmente los peces. Se identificaron al menos cuatro especies de peces, dos nativas (Perca y Pejerrey) y dos exóticas, posiblemente de origen marino, aunque esto debe ser confirmado con nuevos análisis, actualmente en curso. Esta evidencia sugiere estrategias sistemáticas de obtención de estos recursos, como también un amplio conocimiento de los ambientes de captura y la etología de las diferentes especies.
En cuanto al arte rupestre, las pinturas de PT1 y las del resto de la isla (Albornoz 1996) forman parte de una modalidad estilística regional denominada "Modalidad del Ámbito Boscoso Lacustre" (MABL) (Albornoz y Cúneo 2000). Esta modalidad incluiría geográficamente las cuencas de los lagos Lacar y Guillelmo, y marca su posible límite sur en el valle del río Epuyén (Podestá et al. 2007, 2009), lo que implicaría un código visual compartido en una escala que trasciende la cuenca del Nahuel Huapi. Particularmente en el Nahuel Huapi, el MABL se destaca por la abundante presencia de motivos zoomorfos y la representación de jinetes (Albornoz y Cúneo 2000; Albornoz y Hajduk 2009). En este sentido, el sitio PT1 constituye un perfecto ejemplo, ya que cuenta con la presencia de un motivo zoomorfo cuadrúpedo con apéndice en su lomo que ha sido interpretada como la representación intencional de un jinete o animal de carga (Pedersen 1978). Sin embargo, esta interpretación debe ser discutida a la luz de las nuevas tecnologías disponibles para la observación digital sobre los diseños rupestres. Los nuevos análisis en curso buscan identificar posibles superposiciones en diferentes momentos de ejecución a partir del uso de D-stretch y el estudio químico comparativo entre los pigmentos recuperados en estratigrafía (Tabla 2) y el panel. Este acercamiento permitirá asignar edades mínimas y máximas de producción rupestre y discutir adecuadamente las interpretaciones realizadas sobre este y otros conjuntos de la isla.
Finalmente, el hallazgo de restos humanos indicaría un uso del espacio del sitio también para actividades de inhumación, en el caso de los niveles tempranos del Sector 1, y de otro tipo de práctica que no puede precisarse a partir del hallazgo de fragmentos de huesos humanos dispersos en el sedimento, sin asociación a ninguna estructura. Esto último podría vincularse a una modalidad de depositación de los restos, lo que podría coincidir con modalidades mortuorias registradas y discutidas en otros ámbitos boscosos norpatagónicos (Rizzo 2017). Si bien estas muestras aún no han sido adecuadamente estudiadas, los análisis preliminares sugieren la presencia de individuos con rasgos somáticos similares a las poblaciones canoeras de la vertiente pacífica de los Andes. En conjunto, los análisis iniciales realizados en PT1 muestran, para los últimos 600 años, un uso más efectivo, intenso y diverso del sitio, lo que concuerda con propuestas previas en otros sectores del bosque norpatagónico (e.g., Silveira 1996, 1999; Pérez 2006; Silveira et al. 2010; Fernández et al. 2013, entre muchos otros). Esto habría implicado la ejecución de múltiples actividades en el sitio, e indicaría también fuertes vínculos y conexiones a escala local y regional con otros sectores (estepa, costa marina, etc.), dada la presencia de elementos exóticos, como los moluscos marinos, la fauna y las rocas de la estepa, entre otros (Ver Tabla 2 y Hajduk et al. 2011 para una discusión regional).
En suma, las evidencias recuperadas en PT1 se corresponden -en términos de tipos de registro, diversidad y frecuencia- a las de otros contextos arqueológicos boscosos del área del Nahuel Huapi y regiones vecinas, tal como hemos visto. Sin embargo, la Isla Victoria solamente era accesible en tanto se dispusiera de embarcaciones, lo que -además de un conjunto de tecnologías para la construcción, uso y mantenimiento- implica un marcado conocimiento del ambiente y de los modos de operar esta tecnología. En la zona del Nahuel Huapi y otros lagos norptagónicos de Chile y Argentina existen evidencias materiales y escritas de la presencia de embarcaciones monóxilas para tiempos históricos (Braicovich 2007; Carabias et al. 2010). Si bien estas evidencias se restringen casi exclusivamente al periodo histórico, el caso de la Isla Victoria presupone que por lo menos desde 2000 años AP, las aguas del Nahuel Huapi fueron exitosamente navegadas. La incorporación de las embarcaciones permitió la ocupación de nuevos espacios antes inaccesibles y, por consiguiente, el establecimiento de nuevas vías de circulación humana en este sector (Lezcano et al. 2010; Hajduk et al. 2011). En este contexto, nos preguntamos: ¿cómo y por qué se dio la ocupación de este sector insular?; ¿bajo qué condiciones sociales y ambientales? Actualmente, los registros de ocupación humana en el área se remontan al menos a ca. 10.600 años AP en el Sitio El Trébol (Hajduk et al. 2012) (Figura 1); sin embargo, la colonización humana de la Isla habría ocurrido en los últimos 2000 años AP; ¿a qué se debe este desfase o discontinuidad de cerca de 8000 años de ocupación entre el continente y la isla? ¿Corresponde a un sesgo en la aún incompleta cronología del área y de la isla en particular? ¿Se relaciona con un cambio en el uso del espacio por poblaciones locales de la mano de innovaciones tecnológicas como la navegación? ¿O más bien se vincula con la llegada al área de un grupo humano diferente que trajo consigo esta tecnología y un manejo especializado del ambiente boscoso-lacustre? Aún no es posible responder adecuadamente estas preguntas pero, sin duda, la profundización de las investigaciones en la Isla Victoria permitirá tener una visión más completa de algunos de estos procesos y sus implicaciones locales y regionales.

CONSIDERACIONES FINALES

Los resultados de este trabajo ponen de manifiesto el potencial arqueológico que posee la Isla Victoria para discutir el uso del espacio boscoso lacustre tanto a escala local como regional. La ocupación humana efectiva de este espacio insular implicó necesariamente un cambio significativo en las estrategias de adaptación humana en este entorno. Este cambio incluyó no sólo el uso de tecnologías de navegación adecuadas, sino también un conocimiento acabado del ambiente y sus riesgos inherentes. La incorporación de estos nuevos espacios insulares habría reconfigurado entonces el modo en que estos grupos humanos usaron y significaron el entorno lacustre (Albornoz y Cúneo 2000). Así, este contexto posibilitó el uso de estos cuerpos de agua como vías de circulación que permitieron la conexión de ambientes diversos en un espacio de difícil acceso y tránsito como el bosque.
En suma, proponemos que la isla puede funcionar como una suerte de laboratorio para discutir procesos sociales en una escala espacial y temporal acotada pero con proyección en un espacio y tiempo mayor. El conocimiento actual nos permite avanzar en futuras publicaciones respecto de la evaluación de temas nodales tales como: 1- las condiciones bajo los cuales se dio la colonización de nuevos espacios antes inhabitados, zonas vacías (sensu Borrero 2013); 2- las formas de uso de estos espacios alejados o restringidos; 3- el impacto de las variaciones microambientales y sus implicaciones en la señal arqueológica; 4- la ponderación y jerarquización de estos espacios en términos de su potencial geográfico y la conectividad entre sectores diferentes (Bosque-Estepa). La profundización de los trabajos arqueológicos en este espacio nos posibilitará avanzar en estos y otros aspectos de gran relevancia para comprender el proceso de poblamiento de este sector cordillerano y sus variaciones a lo largo del tiempo.

Agradecimientos

Las tareas de prospección, excavación y gran parte de los análisis realizados en este trabajo fueron desarrollados en el marco de los proyectos dirigidos por el Lic. Hajduk en la década del ochenta. Muchas personas fueron de gran ayuda lo largo de estos 30 años de investigaciones en la isla; a todas ellas, el más sincero agradecimiento. Las nuevas investigaciones en el área son financiadas por el PICT 2014 V-1558, dirigido por el Dr. José Luis Lanata. Agradecemos también a las becas doctoral y posdoctoral otorgadas por el CONICET a dos de los autores de este trabajo. Agradecemos al APN y al IIDyPCA-CONICET-UNRN por el equipamiento y la asistencia logística. Agradecemos, también, la lectura de Marcia Bianchi, Victoria Fernández, Pablo Fernández y dos evaluadores anónimos que, sin duda, ayudaron a mejorar versiones previas del manuscrito.

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