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Intersecciones en antropología

versão On-line ISSN 1850-373X

Intersecciones antropol. vol.20 no.1 Olavarría jun. 2019

 

OBITUARIO

Dra. Patricia Susana Escola, in memoriam
(17 de noviembre de 1959 - 3 de mayo de 2019)

 

Por Daniel E. Olivera

Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. 3 de Febrero 1370, (1426), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. E-mail: deolivera@gmail.com

Podría escribir los versos más tristes
esta noche, escribir por ejemplo…
Pablo Neruda (poeta chileno)

…que el 3 de mayo de este año nos dejó físicamente la Dra. Patricia Susana Escola, destacada investigadora y académica de la Arqueología en Argentina. Dicho de este modo solo refleja parcialmente y de manera en extremo incompleta quién fue Patricia (Pato para todos sus amigos) y lo que representó su trabajo arqueológico dentro del ámbito de los Andes Centro Sur, en la investigación, la docencia, la formación de recursos humanos y la divulgación. Porque Patricia fue, fundamentalmente, una apasionada de las sociedades andinas, de su gente y de su historia, dedicándose con absoluta seriedad, capacidad y profesionalismo a profundizar en su entendimiento.
En lo personal, podría describir a Pato como alguien que fue para mí inicialmente una apreciada discípula hasta convertirse en una respetada y valorada colega, con la que compartimos innumerables intereses de investigación hasta su fallecimiento. Sin embargo, nuevamente estas palabras son apenas un pálido reflejo de mis sentimientos para la que fue una muy querida amiga, que me acompañó en buenos y no tan buenos momentos, pero que siempre fue incondicionalmente dispuesta en su apoyo y su ayuda.
Los Editores de Intersecciones, a los que agradezco su gentileza y comprensión, me han pedido que escriba una breve reseña sobre la Dra. Escola, su trayectoria y sus aportes a la Arqueología Argentina. No dudé en aceptar, pero en ese momento no sabía lo difícil que iba a resultar para mí escribir estas pocas páginas. Es que cada párrafo, cada idea, cada pensamiento disparó una desbocada catarata de recuerdos sobre Patricia, su calidez en el trato, su capacidad profesional y, en resumen, su riqueza como arqueóloga y ser humano.
Intentaré, algo más fría y objetivamente, resumir la trayectoria profesional y los aportes científicos y académicos de la Dra. Escola para que aquellos que la conocieron puedan repasarlos y los que no la conocieron puedan valorar la pérdida que significó su partida para la arqueología, cuando aún le quedaba mucho por aportar.
Conocí a Patricia cuando se acercó a mi gabinete siendo una estudiante de la carrera de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, creo que corría el año 1985. Tímidamente, la joven estudiante me planteó que estaba interesada en la tecnología lítica y que le había llegado la noticia, que era correcta, que yo buscaba integrar estudiantes a mi equipo de investigación para mis proyectos recientemente iniciados en la Puna Meridional argentina.
Le comenté que estaba buscando a alguien que se interesara en trabajar sobre material lítico de sociedades agropastoriles tempranas en la Puna, concretamente en Antofagasta de la Sierra, Catamarca. Para tantear a la postulante, le planteé un panorama bastante complicado. Le dije que casi eran inexistentes las investigaciones sistemáticas sobre la tecnología lítica de las sociedades agropastoriles del NOA, que no existían especialistas destacados en el tema y que, incluso, posiblemente habría que hasta diseñar herramientas metodológicas específicas ya que las disponibles aplicaban especialmente a sociedades cazadoras-recolectoras, todo lo cual retrasaría quizás un tiempo mayor la conclusión de su Tesis de grado. Le dije también que el aspecto positivo era que, habiendo tan escasa investigación sobre el tema y la región, todo lo que ella aportara sería original e importante. Reconozco que quizás exageraba un poco, pero quería ver cómo aquella chica con aspecto tímido reaccionaba al desafío de tener que enfrentar viajes al duro ambiente puneño y trabajar sobre un terreno de investigación poco explorado.
Allí tuve mi primera sorpresa cuando me dijo que le interesaba el desafío y estaba dispuesta a intentarlo. Fue entonces cuando comencé a conocer mejor a Patricia, era evidente que detrás de esa aparente timidez había una mujer con una determinación y confianza importantes.
Ese día, en que se incorporó al Proyecto Arqueológico Antofagasta de la Sierra, en el Instituto Nacional de Antropología (INA)1 comenzó un camino de trabajo conjunto que duraría más de treinta años y durante el cual ambos nos fuimos enriqueciendo significativamente en lo profesional y lo humano, por lo menos ese fue claramente mi caso. Unos meses más tarde Patricia se incorporaba a su primera campaña en la Puna de Catamarca donde me demostró que, además de adaptarse perfectamente al ambiente del desierto de altura, poseía una actitud de equipo y capacidad de trabajo notables. Ese viaje inició una historia de compromiso casi amoroso de Pato con la Puna que no se detendría nunca más y que se traduciría en más de treinta viajes de campo, más de la mitad de ellos bajo su dirección. Como investigadora Patricia participó en alrededor de treinta y cinco Proyectos científicos acreditados por Instituciones oficiales (CONICET, FONDCYT, UBA, UNCA, NGS, etc.) ejerciendo la dirección o codirección de una decena de ellos.
Esta sobresaliente trayectoria como investigadora se plasmó en una importante carrera profesional y una producción científica destacada, sola y en coautoría, manifestada en unas sesenta publicaciones (artículos y capítulos de libros, nacionales e internacionales), a los que se agregan más de cincuenta presentaciones a reuniones científicas en el país y el extranjero. Se trata de una producción cuanti y cualitativamente importante y altamente valorada por los especialistas, cuyos hitos más relevantes intentaré resumir brevemente.
Un par de años después de ese encuentro en mi oficina del INA, Patricia obtuvo su Licenciatura en Ciencias Antropológicas con Orientación en Arqueología, realizando su primer aporte importante referido a la tecnología lítica del Formativo, temática en la que con el tiempo se iba a destacar significativamente (Escola 1987). Aquí, deseo remarcar el aporte especializado y humano, que continuaría en el curso del Doctorado de Patricia, de nuestro amigo el Lic. Carlos Aschero sin cuya experiencia y conocimiento en el tema lítico hubiera sido mucho más difícil y árido este camino inicial.
En el año 2000, presentaría su Tesis doctoral “Tecnología Lítica y Sociedades Agro-Pastoriles Tempranas” (Escola 2000) que obtendría la máxima calificación y que se convertiría en una referencia ineludible para todos los interesados en las sociedades agropastoriles de los Andes Centro Sur. La Tesis de Patricia, tal como destacaran sus jurados, excede lo meramente referido al material lítico, ya que contiene referencias metodológicas novedosas, aportes teóricos importantes (destaco el referido a los conceptos de expeditivo vs. conservado) y agudas observaciones sobre la organización y funcionamiento de las sociedades agropastoriles tempranas en un ambiente de riesgo como la Puna.
Entre ambos aportes, ya Patricia había realizado una decena de publicaciones algunas de las cuales destacaban su amplitud de intereses, los que excedían lo meramente convencional para transitar diferentes aspectos metodológicos y teóricos en la investigación de las sociedades puneñas. Destaco especialmente la aplicación de análisis de fluorescencia de Rayos X sobre artefactos de obsidiana (Vázquez y Escola 1995), la aplicación de los conceptos de riesgo e incertidumbre a la interpretación de economías agropastoriles puneñas (Escola 1996) y el trabajo sobre la variable tecnológica en contextos agro-pastoriles (Escola 1999), que le valiera el Premio “Juan B. Terán” para Investigadores Jóvenes en Ciencias Sociales.
En el año 2000, publicaría “Análisis de procedencia de artefactos de obsidiana: vías metodológicas de acercamiento al intercambio” (Escola et al. 2000), sobre el que llamo la atención porque marcó el inicio de uno de sus mayores intereses de investigación posteriores. Este estuvo referido a la determinación no ambigua de fuentes de materia prima y vías de circulación de la obsidiana, material de singular importancia para las sociedades andinas. Junto a un grupo de colegas investigaron por primera vez en detalle las fuentes de este mineral en el NOA y comenzaron a perfilar las vías de circulación y áreas de influencia prioritarias de las diferentes fuentes principales (e.g., Yacobaccio et al. 2004; Escola 2007; Elías y Escola 2010).
En estas últimas dos décadas Patricia Escola aportó su interés de investigación tanto a temas de arqueología regional (destaco sus investigaciones en la Quebrada del Río Miriguaca en Antofagasta de la Sierra; Escola et al. 2013, 2015), indagaciones relacionadas con la caza y el pastoreo de camélidos (Escola 2002, 2014), diversos aspectos sobre los modos de vida y las características de las sociedades en el pasado (e.g., Martel y Escola 2011; Gasparotti y Escola 2012; Escola et al. 2013 a y b; Arias et al. 2014; Grant y Escola 2015; Grana et al. 2016; Killian et al. 2016) y, por supuesto, continuó explorando diversos temas relacionadas con la tecnología lítica, incluyendo conceptos teóricos y metodológicos (Bayón et al. 2001; Aschero et al. 2002-2004; Escola 2004 a y b, 2015; Hocsman y Escola 2006-2007; Escola et al. 2016; entre muchos otros).
La apretada reseña anterior muestra no solo los importantes aportes de la Dra. Escola a la arqueología del NOA y particularmente a la comprensión de los diversos aspectos de la tecnología lítica en las sociedades puneñas, sino que da cuenta de dos elementos igualmente destacados. En primer lugar, se trata de una producción continuada a lo largo de tres décadas que trascendió incluso las fronteras de nuestro país y, en segundo lugar, que si repasamos los coautores que trabajaron con Patricia encontraremos a un grupo notable de destacados especialistas en diversas ramas de la arqueología argentina. Lo primero muestra a una investigadora dedicada firmemente y sin descanso a su profesión, lo segundo indica el elevado reconocimiento que sus colegas tuvieron de ella. Así, entre otras tareas, fue elegida como jurado de concursos docentes y de Tesis de grado y postgrado, evaluadora de numerosas publicaciones científicas, miembro de comisiones científicas de CONICET, coordinadora y comentarista en eventos científicos nacionales e internacionales, miembro con participación activa en sociedades científicas, entre los múltiples aspectos que cubre una vida científico-académica intensa y plena.
No quisiera terminar esta reseña de la vida profesional de mi querida amiga sin llamar la atención sobre que su labor no se limitó a la investigación científica. Fue docente en diversas materias en la Universidad Nacional de Catamarca y en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, tarea que doy fe que le proporcionaba un gran placer y a la que se dedicaba con fervor, y dictó además numerosos cursos y seminarios para niveles de grado y post-grado en esas y otras Universidades argentinas. En particular, deseo destacar su tarea, junto a las Lics. Nora Flegenheimer y Cristina Bayón, en el dictado de cursos de talla experimental (“Tecnología Lítica en Acción”), que llevaron adelante durante muchos años en diversas Universidades e Instituciones científicas. Este curso se convirtió en un verdadero clásico para aquellos que pensaran en dedicar su esfuerzo profesional al estudio de la tecnología lítica.
Asimismo, dictó numerosas conferencias y charlas, tanto a nivel académico como de divulgación para público de diversos niveles. A este último aspecto, la divulgación y transferencia, le daba Patricia singular importancia. Entendía, tesis que comparto, que era parte de las obligaciones del científico volcar el conocimiento adquirido en sus investigaciones en la sociedad, a la que consideraba la directa destinataria y propietaria de ese conocimiento.
Finalmente, Patricia tuvo una destacada labor en la formación de recursos humanos tanto en la Universidad como en el CONICET. Dirigió Tesis de grado y post-grado, becarios de diferentes niveles y miembros de la carrera de investigador. Conozco a muchos de ellas y ellos, la mayoría son hoy sólidos profesionales o están camino a serlo y estoy seguro de su excelente opinión y agradecimiento hacia Patricia por la dedicación, no exenta de sensibilidad y afecto, con la que colaboró en su formación.
Patricia partió hace cerca de cuatro meses, estaba por cumplir 60 años y aún tenía mucho para ofrecer en lo profesional y en lo humano. Pasé con ella varias horas en su casa de Catamarca apenas unos días antes de su fallecimiento, compartimos mates y cenas junto a Jorge, su esposo, algunos amigos y familiares. Nos reímos, recordamos cosas e hicimos planes de trabajo futuros, porque para Pato siempre había un futuro y estaba ligado a la arqueología y a la Puna, la muerte no estaba en sus planes. Agradezco y atesoro esos momentos como un regalo maravilloso antes de su partida definitiva. Al poco tiempo, quizás por esas misteriosas cosas del dolor, la siguió su esposo y mi amigo el Prof. Jorge Reales. Juntos caminaron la vida afectiva y la arqueología de la Puna, tal vez por eso decidieron partir juntos. Seguramente los recordaremos en cada viaje a Antofagasta y, quizás, creamos escucharlos en el viento inclemente susurrando entre las peñas o en el rumor del agua en el Río Punilla. Seguramente.
No dudo de que el legado profesional de Patricia será de gran utilidad para la arqueología, del mismo modo que su calidad humana será un bien preciado para todos aquellos que fuimos sus colegas y amigos. Comencé estas páginas con un verso del gran poeta chileno, no se me ocurre mejor forma de terminarlas que con los de otro gran poeta, español en este caso, que me dan vuelta en la cabeza desde ese 3 de mayo: “…no perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada” (Miguel Hernández, Elegía a Ramón Sijé).

Buenos Aires, invierno del 2019

Agradecimientos

A Patricia y Jorge por ser, como fueron, parte importante de mi vida. A mis colegas de Intersecciones por darme esta oportunidad de escribir este recuerdo para esta gran arqueóloga y amiga. A todos mis amigos, colaboradores y colegas de la Arqueología Argentina porque con su entrega permanente, en muy difíciles condiciones, siguen haciendo posible una ciencia de calidad no alejada de la realidad. De todos ellos me inspiro y aprendo constantemente para poder seguir adelante.

NOTA

1 Actualmente Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL), Secretaría de Cultura de la Nación, Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, Argentina.

REFERENCIAS CITADAS

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