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Revista argentina de cardiología

versión On-line ISSN 1850-3748

Rev. argent. cardiol. v.75 n.5 Buenos Aires sep./oct. 2007

 

Dr. Adolfo Enrique Mondejar

El 8 de agosto de 2007 falleció a los 72 años el Dr. Adolfo Enrique Mondejar, destacado cardiólogo de nuestra Sociedad. Deja entre nosotros el recuerdo de su trabajo honesto y el ejemplo de su bondadosa y desinteresada amistad.
Nació en la ciudad de Córdoba en 1934, estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires y se graduó en 1964. Durante su juventud se formó en la disciplina deportiva del rugby, pasión que lo acompañaría toda la vida. Fue médico cardiólogo universitario y ejerció la especialidad en el Servicio de Cardiología del Hospital Prof. Dr. Mariano R. Castex entre 1965 y 1977 y, en el ámbito privado, en la Corporación Médica de Gral. San Martín.
Fue pionero en el implante de los primeros marcapasos en el país y precursor del desarrollo de la electrofisiología, especialidad sobre la que publicó más de cincuenta trabajos. Tuvo un papel destacado en el ambiente de las sociedades científicas. En la Sociedad Argentina de Cardiología se desempeñó como Secretario General en el bienio 1977-1978; más tarde fue Presidente de la Sociedad Argentina de Estimulación Cardíaca, cargo que ejerció entre 1984 y 1985. Pero más allá de sus logros académicos, la nobleza y la generosidad fueron sus conquistas más destacadas, virtudes que cultivó entre quienes lo conocieron.
Su formación e interés también lo inclinaron hacia el compromiso con la salud pública. Así, entre 1977 y 1983, ejerció la Jefatura del Departamento de Prótesis Vitales de la Dirección de Asistencia Médica Social de la Secretaría de Salud Pública de la Nación y, entre 1984 y 1989, fue Director de Asistencia Médica Social de la misma Secretaría de Salud Pública. Su honestidad y responsabilidad en el desempeño de estas funciones le valieron el aprecio de sus colegas y pacientes.
Su desaparición inesperada, fruto de la violencia de nuestra sociedad y de la ingratitud del destino, dejará una huella imborrable y, a la vez, la ineludible responsabilidad de continuar su ejemplo.

Dr. Raúl A. BorracciMTSAC

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