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Revista argentina de cardiología

On-line version ISSN 1850-3748

Rev. argent. cardiol. vol.76 no.3 Buenos Aires May/June 2008

 

El corazón enfermo. Puentes entre las emociones y el infarto. Carlos Tajer. Buenos Aires: Libros del Zorzal; 2008 1ª edición 192 páginas

Dentro del microcosmos del ser humano, el corazón era lo que debía llamar la atención por su carácter pulsátil permanente. Derivado de esta concepción, desde la primigenia historia el hombre vislumbró en el estudio del pulso el acercamiento a una situación mágica y emocional. De su índole batiente se desprende la etimología. El vocablo más primitivo que habla del corazón es hrid y corresponde al sánscrito (lengua de los antiguos habitantes de la India, familia in-doeuropea, 2500 a. C.), el cual pasó a ser fonéticamente krid o kurd, cuyo significado es órgano saltarín, muy cercano a kiruz con que se denomina al ciervo. De ahí evolucionó a kardia (griego), hertz (germano) y cor (latín). En la incipiente medicina técnica, el corazón se consideró el centro de la emoción y de la pasión en la fisiología circulatoria que se prolongó hasta el Renacimiento. Era el sitio donde la sangre recibía el calor innato. El sistema cartesiano al separar el alma del cuerpo dejó paso al movimiento mecanicista que se evidenció posteriormente en el positivismo. En nuestros días, un pensamiento reaccionario al divorcio de la unidad cuerpo-alma intenta recuperar el legado hipocrático de Cos, el de hacer confluir en el quehacer médico el ars médica con la tekhne iatriké.
La obra de Carlos Tajer "El corazón enfermo. Puentes entre las emociones y el infarto" explora este universo no solamente como una visión fisiopatológica, sino que se explaya en una diáspora humanística. Se refiere al hombre. Obliga a recapacitar hacia los fundamentos de entender la enfermedad al decir de Ortega y Gasset "el hombre no tiene naturaleza sino historia", en un hecho primordial de aliviar el dolor que conlleva una clara imprecación de afecto. La emoción y el dolor son procesos autoorganizativos. Se retroalimentan. La tekhne se convirtió en una necesidad posterior a la congoja y al dolor que se establecen en el inicio del mórbido. Tajer toma como blanco de esa ecuación al corazón, de quien ha sido un orfebre durante toda su vida. Se aproxima a los antiguos para quienes el centro del pulso era el alma caliente (Aristóteles), del amor (Homero), de la bondad y la conciencia (egipcios), de la vida anímica (indios). Pero este documento tiene innumerables facetas. Recorre la historia biográfica del paciente y alerta. Integra esa ecuación tan indisoluble cuerpo-alma, res cogitans-res extensa, que el mecanicismo aún separa en esta época con dramáticas consecuencias. Avisa el documento de Tajer que la enfermedad debe entenderse a través de un acercamiento al paciente, comprendido como un ser total, incluidas sus circunstancias. Que debe recorrerse la historia natural del enfermo.
Actualmente esta posición no es un hecho conceptual teórico. Se intrinca en los procesos de las ciencias de la complejidad en donde los sistemas ya no se erigen inexpugnables. Permanecen abiertos y retroalimentados, sujetos a transformaciones continuas, presos a la sensibilidad de las condiciones que le dieron origen, involucrados en el azar o en la falta de conocimiento como lo explicaba Laplace con su demonio. Hoy, el refinamiento intelectual del conocimiento aceleró el desenlace de divorciar a la tecnología de la exploración del cuerpo (semeion). Lo precipitó en un círculo vicioso de abstracción, conocimiento y duda. Al mismo tiempo que lo debilitó, le fue retirando la subjetividad de los acontecimientos como fuerza vital, lo distanció progresivamente del instinto primigenio llevándolo al filo del peligro, cual es la comprensión del mundo circundante sin el caudal de ética y moral suficiente. Un "progreso" inadecuado vuelve cenizas el concepto del propio término.
La debilidad que sufrimos en el ars médica de nuestros días proviene de la profundización del intelecto progresivamente disociado de su estructura natural. Al acumular ciencia sin hallar solución, ¿a dónde ir? La obra de Tajer nos allana el camino al develar la incógnita. Avanza hacia la historia para depositarla ante nuestra conciencia, en el verdadero nivel, para que ella honre al hombre como ser circunstancial y efímero. Las vertientes de espacio-tiempo son inagotables, las del cuerpoalma también. Este enfoque que presenta el autor puede ser muy bien incorporado a las ciencias actuales de la complejidad, en el núcleo más íntimo de la naturaleza donde se esconde una inherente aleatoriedad.
Fuente de emoción y desgarro, del mismo modo de lo opuesto, de fortaleza y espíritu, el corazón que explora Carlos Tajer ofrece una visión de la crisis por la que se desliza el arte médico. Pero más importante aún, reintegra el cuerpo al alma señalando los cambios imprescindibles para que la técnica llegue con la palabra y la narrativa a su verdadero centro. Así reza el salmo: "Si Jehová no vela, la guardia vigila en vano".

Jorge C. Trainini

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