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Revista argentina de cardiología

versión On-line ISSN 1850-3748

Rev. argent. cardiol. v.76 n.6 Ciudad Autónoma de Buenos Aires nov./dic. 2008

 

Dr. Adrián Kantrowitz (4/10/18-19/11/08)

El Dr. Adrián Kantrowitz ya no será noticia por sus desarrollos biomédicos. Su larga lucha contra la insuficiencia cardíaca refractaria al tratamiento médico ha llegado a su fin recientemente.
Diarios, revistas de noticias, revistas de difusión científica y journals toman de aquí en más su nombre y cual apologetas resaltan los indiscutibles méritos de un maestro de la cirugía y de la investigación biomédica mundial.
A lo largo de dos generaciones, el Dr. Kantrowitz siempre fue noticia y científicamente hablando esto significa contribuciones originales al conocimiento científico universal, pues como es sabido, los productos de la investigación científica, entre sus muchas características tienen la de ser "algo nuevo", "conocimiento que no tuvo existencia cierta antes"; es decir, ni más ni menos que una noticia.
Entre los logros del maestro desaparecido resalta el hecho de haber efectuado el primer trasplante cardíaco en los Estados Unidos en 1967, algo que tal vez en la región no sea muy conocido. Por el contrario, es más frecuente encontrar a quienes recuerdan que el balón de contrapulsación intraaórtica usado en el ser humano es una contribución de Kantrowitz. También al maestro le gustaba recordar el nacimiento de "su balón" de contrapulsación para asistir la insuficiencia cardíaca. En un libro que curiosamente fue prologado por René Favaloro antes de su desaparición, (1) el pionero refirió, después de una amplia experimentación con franjas de diafragma posicionadas alrededor de la aorta y estimuladas a través del nervio frénico, que en junio 29 de 1967 lo aplica por primera vez en el ser humano. Pero dejemos que el creador con sus mismas palabras nos traiga al presente lo remoto: "El paciente tenía 45 años y había sufrido un infarto agudo de miocardio de cara posterior. Recibía una infusión de nueve ampollas (18 mg) de Levophed. Se hallaba en shock cardiogénico, comatoso y anúrico. A las siete horas, el balón había restaurado la dinámica circulatoria. El paciente, días después, fue dado de alta" (Figura 1).


A la izquierda, Adrián Kantrowitz, en el año 1967

Los logros del Dr. Kantrowitz no se circunscriben a los referidos hasta aquí, ni en lo concerniente a descubrimientos científicos, ni a desarrollos tecnológicos ni en la generación de tecnología biomédica, entendiéndose como tecnología a la reproducción sistemática de prototipos que han pasado la etapa experimental. En efecto, en 1983 fundó su propia compañía de dispositivos médicos.

EL MENSAJE

Precario favor se haría a la memoria de un pionero de la investigación científica y tecnológica como lo fue el Dr. Adrian Kantrowitz si para recordarlo se hace una lista de los logros que supo atesorar. Quien dedicó más de 60 años a la ciencia no lo hizo para generar una interesante sumatoria de descubrimientos e inventos; existe algo más profundo y es simplemente estar convencido de ejecutar "el método" de la investigación científica y tecnológica. Existen circunstancias en la vida de Kantrowitz que deberían tomarse muy seriamente en cuenta, sobre todo en un medio en el que recientemente un conocido epistemólogo se manifestó contra la idolatría de los argentinos (Mario Bunge, "La Nación", 2/5/08).
Los logros del Dr. Kantrowitz son el producto de una metodología de la investigación, exitosa por cierto, aplicada sin descanso, y que le valió más de dos decenas de desarrollos tecnológicos que se usaron en pacientes. La clave del éxito… ¡seguir! En efecto, hubo ideas originales que no pasaron la etapa experimental y que aún permanecen en el campo de las hipótesis, tal es el caso de la aortomioplastia que realizó y comunicó en 1952 al Colegio de Cirujanos. (2) También se diría que algunos logros podrían no haber sido recordados como una contribución de Kantrowitz, como es el caso del mismo balón de contrapulsación intraaórtica que fue usado por primera vez por Moulopoulos, pero sólo en animales.

La idea de transformar a los grandes hombres desaparecidos en estatuas corre el riesgo de dejar de representar un evento histórico cuando la estatua desaparezca por efecto del tiempo. Es más productivo y mucho más justo rendir homenaje a los grandes pioneros de la medicina incursionando por su senda. Y para ello nadie mejor que los médicos que incursionan por la aventura del pensamiento.
Queda mucho por hacer en el área del conocimiento a la que Kantrowitz dedicó su existencia y la historia nos está dando un par de mensajes muy claros sobre el particular: uno, que tal vez no sean los hombres los que hagan la historia; el otro, que tal vez sea la historia la que hace a los hombres. Es que Adrián Kantrowitz acaba de fallecer, de insuficiencia cardíaca, precisamente. No ha sido un accidente, ni una neoplasia; ha sido, paradójicamente, el síndrome al que enfrentó con tantos éxitos.
La vida de Adrián Kantrowitz también tuvo mucho de aventura y, sin duda, de tragos amargos. En efecto, su gran desarrollo fue el balón de contrapulsación intraaórtica, que tuvo lugar en Hospital Maimónides de Nueva York. Luego de la demostración científica y ante el resonante éxito se decidió entre los más destacados exponentes realizar un estudio multicéntrico. El protocolo consensuado fue aprobado por nueve centros de excelencia, pero hubo un décimo que decidió no hacerlo: el "Research Committee at Maimonides Hospital". Ésta fue la causa por la que en junio de 1970 todo el grupo se mudó a Detroit, al Sinai Hospital.
En ciencia es inevitable conectar el pasado con el futuro. Esta dinámica continua no nos permite estacionarnos en leyes definitivas o prohibiciones absolutas. Porque, en esencia, de eso se trata una ley, de prohibir. Sin embargo, para el científico evadirse de esta privación debe constituir su credo.

Dr. Jorge C. Trainini
Dr. Edmundo Cabrera Fischer

1. Cabrera Fischer, Christen, Trainini. Cardiovascular Failure Pathophysiologics. Bases and Management.        [ Links ]

2. Presentación al Surgical Forum of American College of Surgeons, New York, Septiembre de 1952.        [ Links ]

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