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Revista argentina de cardiología

On-line version ISSN 1850-3748

Rev. argent. cardiol. vol.82 no.6 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Dec. 2014

 

IN MEMORIAM

Dr. Miguel Granja

El adiós a un brillante profesional y excelente amigo

Una mañana como tantas nos despertamos con la tremenda noticia de que durante la noche anterior había fallecido Miguel Granja (1 de noviembre de 2014).

Comenzamos a llamarnos unos a otros, un poco descreídos y otro poco con la ilusión de que fuese un error.

Llovían llamados de todos los amigos cercanos que a medida que se iban enterando de la infausta noticia querían saber si era verdad… porque nadie lo podía creer.

Fue sorprendente para todos; no solo por lo inesperado de la pérdida, sino también por lo que significaba para cada uno de nosotros su ausencia.

Miguel siempre estaba para todos, tenía la respuesta justa, pensada y sensata.

De pronto comprendimos que ese espacio ya no lo iba a volver a ocupar. Y el vacío fue enorme.

Algunos comentaban: pero si ayer hablé con él …, si vimos un paciente juntos …, si me llamó para explicarme algo …; todos sentimos en ese momento la fragilidad de la vida humana, la importancia de cada momento compartido, lo insensato de que alguien a quien amamos pueda desaparecer físicamente de un momento para otro.

Pero luego vino el momento de la calma y de la reflexión, de quién era realmente el que se había ido, y todos coincidimos en que se fue el MAESTRO, el pionero de la hemodinamia intervencionista pediátrica, el gran buscador de respuestas, el incansable trabajador, el que no tomaba un no como respuesta, el padre de sus tan queridas hijas y nietos, el esposo compañero y cariñoso; el amigo siempre presente.

En cada uno de nosotros hubo una respuesta diferente; yo pensé he perdido un hermano de la vida, y de pronto recordé he tenido la dicha de compartir y vivir junto a él la emoción de hacer tantas cosas: el primer cierre de comunicación interauricular por hemodinamia; qué emoción, era la época en que el intervencionismo terapéutico ganaba la batalla, se trataba de la gran innovación del momento, impensado para todos ya que por entonces solo contábamos con la opción quirúrgica; o cuando se hizo el primer cierre de comunicación interventricular en nuestro hospital, era el año 2000; increíble, esto fue hace ya 14 años; y entonces pensé en las mil historias que compartimos.

Por las tardes hablábamos de cada paciente y lo discutíamos cuantas veces fuera necesario hasta coincidir en una respuesta. Si alguien nos proponía algo nuevo o innovador allí salíamos a aprender a hacerlo; porque su curiosidad era infinita y su “testarudez” también; no se daba por vencido e insistía en lo que fuese hasta lograrlo.

Miguel, oriundo de Mar del Plata, completó su formación universitaria en la ciudad de La Plata e ingresó en el Hospital Pedro de Elizalde para hacer su residencia en pediatría. Lo atrajo inicialmente la terapia intensiva, especialidad a la que se dedicó por un tiempo en el mismo hospital.

Pero con la llegada del Dr. Eduardo Kreutzer (hijo del legendario Rodolfo Kreutzer, padre de la cardiología pediátrica argentina), nace en él un nuevo rumbo en su vida. Decide dedicarse a la hemodinamia.

Y opta por ir a formarse al Hospital Ricardo Gutiérrez, donde el Dr. Gustavo Berri estaba a cargo junto al reconocido hemodinamista Dr. Rodríguez Coronel, y permaneció allí algún tiempo, para luego hacerse cargo del servicio de hemodinamia del Hospital Elizalde, cargo que ocupó hasta su jubilación.

Su entusiasmo arrastró en los comienzos a quienes también como él comenzaban a transitar la especialidad: Beatriz Zarlenga, María Marta Binello, María Inés Román, Rubén Cuttica y otros tan reconocidos como él. Luego llegamos nosotros, César Viegas, Enrique Flores, Enrique Fischman y quien esto escribe, Ana de Dios. Año tras año se formaron en la especialidad innumerables especialistas y él fue la cabeza de la hemodinamia no solo en el Hospital Elizalde, sino también en los diversos centros que dirigía.

Para entonces ya era jefe de hemodinamia de los más destacados servicios privados del país: Hospital Italiano, Sanatorio Trinidad Mitre y Palermo, Clínica Bazterrica, Sanatorio Anchorena y otros. ¿Cómo podía con todo esto?, solo él lo sabe.

Incansable, trabajaba muchísimas horas por día, siempre listo para lo que se presentase; formó un grupo sólido de colaboradores, discípulos y amigos, todos prestigiosos y reconocidos como él.

Sus discípulos están en todo el país y son ellos quienes lo reconocen como su mentor, maestro y amigo: Luis Trentacoste, Jesús Damsky Barbosa, Marcelo Rivarola, Victorio Luccini, Liliana Ferrin, Jorge Gómez, Alberto Quilindro y otros. Y sus compañeros cotidianos de trabajo, Beatriz Zarlenga, Nilda Batista, María Grippo, María Inés Román y Eduardo Kreutzer, su maestro y amigo.

Internacionalmente reconocido por sus pares, participó de los ámbitos académicos más importantes y su modestia y rectitud lo distinguían, además de sus habilidades en la especialidad. Siempre de buen ánimo, amigo de sus amigos; siempre distinguía en sus charlas a Horacio Faella, su contemporáneo, que junto con él y el Dr. Luis Alday y luego con su discípulo Alejandro Peirone hicieron el gran cambio y el gran avance de la especialidad en la Argentina.

Sin embargo, las personas somos frágiles, vamos y venimos por el mundo según los designios de alguien superior y él decide cuándo y cómo partimos.

Pero lo que importa es lo que dejamos en cada uno de los que nos conocieron y con quienes compartimos nuestra existencia.

Miguel nos dejó sus ganas de vivir, su energía para alcanzar lo que parecía inalcanzable, su amor por la profesión, por la familia, por los amigos.

Y todos nosotros hoy somos parte de él y su llama está con nosotros y permanecerá así mientras sigamos trasmitiéndola, porque cada uno de nosotros es parte de la posibilidad de ser y de crecer que tiene este país.

No somos mejores ni peores que nadie, somos seres capaces de luchar por lo que queremos y lograrlo; como fue él, que consiguió el reconocimiento más sincero de sus colegas nacionales e internacionales. Que supo escuchar, seguir y recrear en cada momento de su vida a sus amigos y colegas. Que siempre buscó lo nuevo, lo diferente, lo impensado.

Miguel Granja, nuestro amigo, compañero y protector, te vamos a extrañar y siempre estarás en nuestro recuerdo.

El pesar por la pérdida del ser querido es enorme. Pero creo que se atenúa cuando recordamos los momentos compartidos.

Miguel perdurará por siempre en nuestros recuerdos y su espíritu será la mecha encendida en cada uno de nosotros con sus ganas de ser y hacer, que nos servirá de motor para avanzar y buscar todos los días un nuevo motivo para crecer. Lo vamos a tener junto a nosotros siempre.

Ana María de DiosMTSAC

 

Homenaje a Miguel Granja

Miguel Granja debe ser considerado uno de los pioneros de la Cardiología Intervencionista Pediátrica, tanto en nuestro país como en Latinoamérica. Desde su adolescencia médica comprende la importancia en el devenir que tendría la Hemodinamia en la Cardiología Infantil. Se inicia en la práctica de la especialidad con el Dr. Alberto Rodríguez Coronel, jefe de la Sección del Hospital de Niños “Dr. Ricardo Gutiérrez”. Al ser nombrado en el año 1974 el Dr. Eduardo Kreutzer jefe de Cardiología del Hospital “Dr. Pedro de Elizalde”, se constituye entre ambos una relación que los llevaría a prolongados años de logros: Curso Superior Universitario de Cardiología Pediátrica, creación de la Sección Hemodinamia, para cuya primera jefatura fue nombrado Miguel Granja.

En 1976 se destina al Hospital Elizalde un equipo de hemodinamia, el cual tendría un desarrollo vertiginoso en la labor de Miguel Granja para poder lograr entre 400 y 500 cateterismos anuales. Más tarde ingresaría en carácter de hemodinamista pediátrico en la Clínica Bazterrica. Tanto en la actividad pública como privada fue un adelantado en nuestro medio, siendo uno de los precursores del intervencionismo en niños. Fue protagonista principal de las primeras valvuloplastias percutáneas, angioplastias de coartación de la aorta y de ramas pulmonares, oclusión endovascular de malformaciones congénitas (ductus arterioso, comunicación interauricular e interventricular).

Al producirse la integraci ón en 1988 de los servicios de Cardiología, Cirugía y Hemodinamia de los Hospitales de Niños Gutiérrez y Elizalde, se conforma una Unidad Funcional que será la base fundamental en la generación de la Carrera de Especialista en Cardiología Infantil. Allí, Miguel Granja despliega su gran capacidad, tanto en la actividad asistencial como docente. Dueño de una gran capacidad en el entendimiento de las cardiopatías congénitas y de un manejo exquisito de la técnica del cateterismo, ha sido maestro de un número significativo de colegas. Su solidez intelectual y su enorme disposición al trabajo diario lo transformaron en pilar indispensable de la enseñanza, a la que aunó un carácter afable y solidario, situación que se suscitaba también con el núcleo familiar de los pacientes.

Fue activo participante de los claustros médicos y generador de múltiples trabajos científicos. Actualmente trabajaba en el incremento de la utilización de prótesis valvulares en posición pulmonar por vía percutánea, el desarrollo de prácticas híbridas y la propuesta de constituir centros de atención de adultos con cardiopatías congénitas.

En definitiva, el Dr. Miguel Granja fue una figura única e irremplazable. Un fundador de la Cardiología Intervencionista Pediátrica, pero por sobre toda referencia posible un gran Maestro para los que tuvieron la suerte de haber sido parte de su brillante trayectoria.

Eduardo KreutzerMTSAC y Luis Trentacoste

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