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Revista argentina de cardiología

versión On-line ISSN 1850-3748

Rev. argent. cardiol. vol.84 no.5 Ciudad Autónoma de Buenos Aires oct. 2016

 

IN MEMORIAM

Dr. Horacio Mario Zylbersztejn
Para un amigo
"Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado."
Fragmento de "ElEgía", de Miguel Hernández

Querido amigo/hermano Horacio: No pensé jamás y nunca hubiera querido escribir este homenaje a causa de tu temprana partida, más aún cuando todo fue tan vertiginoso, que lo hizo mucho más difícil de elaborarla psíquicamente, tanto para vos como para nosotros, los que te amamos. Parece mentira que solo seis meses atrás estabas en mi casa en compañía de tu amada Noga festejando mi cumpleaños número sesenta, donde bebimos, comimos y también bailamos los éxitos de los '60 y '70 como adolescentes. ¡Se te veía tan bien, con tanta vida y alegría..! y ahora todo eso parece un recuerdo lejano y sin embargo ¡aún tan fresco en mi memoria!

Te conocí en los comienzos del año 1990. Ambos dábamos nuestros primeros pasos en la cardiología. Juntos comenzamos en la Unidad Coronaria creada y bajo la jefatura de otro gran cardiólogo y maestro, el Prof. Dr. Mario Fortunato. Nosotros dos más la Dra. Patricia Soria (actual Jefa del Servicio de Cardiología del Hospital) nos repartíamos los tres sectores de la UCO y la llevábamos adelante. En ese momento vos eras un flaco alto y rubio que se ponía muy nervioso en las guardias y fumabas mucho (luego te convertirías en un ferviente luchador contra el tabaquismo).

Enseguida comenzamos a congeniar, compartíamos muchas cosas: la música, la política, nuestro amor por la familia y nuestros hijos. Lo único que nos diferenciaba era que vos eras una gallina empedernida y yo un ferviente bostero (para colmo de males, en esos años River se cansaba de ganar campeonatos y nosotros solo nos consolábamos con ganarles los clásicos). Y así fue como juntos compartimos fiestas familiares, cumpleaños, innumerables salidas y alguna vacación. Aún tengo en mi memoria la foto donde ambos estábamos abrazados sosteniendo en nuestras manos el diploma del Curso Superior de Cardiología en aquel lejano 1992. Pasaron los años y nuestro vínculo se afianzó tanto que vos me presentabas como tu "hermano de la vida" y fuiste papá de Tamara y yo de Ignacio. Luego llegaron tus otros dos hijos: Matías y Gabriel.

En esos años, el coordinador de la Unidad Coronaria era Mario Ciruzzi, otro gran cardiólogo, epidemiólogo, maestro y pionero en la prevención cardiovascular. Él fue tu mentor. Marito Ciruzzi nos insistía a todos para que fuéramos a los Consejos de la SAC y tuviéramos participación societaria. Vos fuiste el que más y mejor siguió sus pasos y así creciste: recorriendo el interior del país o los países vecinos representando con tu presencia a la SAC. En esos años gestaste a tu otro "hijo", no biológico, pero sí muy querido por vos: el Estudio Tamara (elegiste ponerle ese nombre en honor a tu hija), del cual, como de tus hijos biológicos, estabas muy orgulloso. Luego vino el Estudio Tamara 2. Actualmente trabajabas en un estudio comparativo de los dos estudios Tamara (sería muy interesante que alguien tome la iniciativa y publique ese estudio en tu homenaje). En el Hospital Pirovano llegaste a ser Jefe de la Unidad 5 (internación en cardiología), cargo que seguías ocupando en la actualidad. En la SAC fuiste Presidente del Consejo de Epidemiología y Miembro del Comité Científico. Paradójicamente, y como una cruel jugada del destino, ambos, Mario Ciruzzi y vos, ocuparon los mismos cargos en el Hospital y en la SAC y ambos también se fueron antes de poder dar, en el sentido más generoso del término, todos los conocimientos que tenían para ofrecer a la cardiología argentina. Además de ser un excelente padre, un gran médico cardiólogo, un trabajador incansable (aún te veo detrás de tu computadora trabajando en un nuevo proyecto), también fuiste un hombre de gran coraje. Cuando como consecuencia del inicio de tu enfermedad que te llevaría a tu final perdiste el ojo derecho, no te compadeciste de vos mismo y al mes ya estabas arreglando tu auto y manejando 400 km por la ruta hasta Mar de las Pampas donde compartimos unos inolvidables días juntos. Con ese mismo coraje enfrentaste tu enfermedad final. El sábado 16 de julio te llamé por teléfono y te pregunté si querías verme. Me dijiste que sí, que te encantaría, y me concediste ese privilegio. Fui a tu encuentro con una profunda congoja. Ahí tuvimos nuestra última conversación prolongada en la cual me dijiste que sabías que tu tiempo se terminaba pero que estabas "en paz" con los seres que amabas y con tu trabajo, ya que todo lo que quisiste hacer lo habías logrado. Me fui a mi casa reconfortado con tus palabras: mi amigo se iba en paz y eso es un privilegio que pocos hombres pueden verdaderamente darse al final de sus vidas.

Los últimos cinco días quisiste internarte en "tu" Hospital Pirovano, esa era tu casa también, ahí te sentías mimado, protegido y cuidado por tus compañeros médicos y enfermeros. En el mediodía del 22 de julio te vi por última vez con vida, vos estabas muy débil, no querías hablar. Solo me tomaste de la mano fuertemente y cuando me iba te di un beso y vos, como la mejor idishe mame me dijiste: Oscar, abrigate que hace frío y andás despechugado, ¡él era el enfermo y me cuidaba! Así era Horacio. Me fui con el temor y la certeza de que era la última vez que te escucharía y así fue. Al volver del consultorio por la tarde me llamó una colega y me avisó que agonizabas. Tuve tiempo para despedirte con un beso y como me cuesta demasiado decirte adiós, solo te digo: ¡Hasta siempre, Horacio!

Dr. Oscar Lorenzo Martínez

Cardiólogo del Hospital Pirovano Buenos Aires, 9 de agosto de 2016

A mi amigo Horacio

Me resisto a escribir una nota necrológica acerca de Horacio Zylbersztejn, cuya partida sorpresiva me dejó sin respuestas.

Desde hace muchos años, y a partir de la convocatoria de otro grande como el Dr. Mario Ciruzzi, integramos la SAC, compartiendo trabajos desde el Área de Investigación, que también se extendieron al espacio del hospital público al cual pertenecemos.

Recuerdo nuestro primer curso de Metodología de la Investigación en la SAC, donde surge el estudio de Tabaquismo en médicos, temática que desarrolló hasta sus últimos días.

Su trayectoria, reconocida en el ámbito profesional, tuvo amplia difusión a través de la publicación de sus trabajos y de su participación en el Consejo de Epidemiología y Prevención Vascular, como también en el Área de Investigación, ambos espacios a los que llegó a dirigir con gran idoneidad.

Su producción enriqueció a la SAC y su persona la trascendió largamente.

Sirvan estas pocas líneas como reconocimiento institucional y profesional hacia el entusiasta investigador, gran colega y amigo.

Agradezco al Comité de Redacción de la Revista Argentina de Cardiología por permitirme expresar mi sentido testimonio.

Dra. Alejandra FrancesiaMTSAC

Médica de Planta del Hospital E. Tornú Miembro del Consejo de Insuficiencia Cardíaca e Hipertensión Pulmonar SAC

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