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Revista argentina de cardiología

versión On-line ISSN 1850-3748

Rev. argent. cardiol. vol.85 no.3 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2017

 

ARTÍCULO ESPECIAL

Epistolario entre Pedro Cossio (1900-1986), Luis Becú (1927-1997) y Francisco Torrent Guasp (1931-2005)

Letters between Pedro Cossio (1900-1986), Luis Becú (1927-1997) and Francisco Torrent Guasp (1931-2005)

 

JORGE C. TRAININI1, JESÚS HERREROS1, PEDRO R. COSSIO (H)

1.Universidad Católica de Murcia (UCAM), España

 

Aclaración

Este material inédito y de investigación fue realizado en el archivo de la casa de Francisco Torrent Guasp, Dénia, España, en junio de 2017. En el marco de la elaboración de la biografía de Francisco Torrent Guasp se halló una correspondencia del médico e investigador español con dos figuras de la cardiología argentina, Pedro Cossio y Luis Becú.

Francisco Torrent Guasp realizó a partir del año 1954 investigaciones anatómicas, en las cuales demostró que la arquitectura cardíaca es una banda muscular plegada en doble helicoide para conformar ambos ventrículos. Esta anatomía determina una función de torsión de la banda durante la sístole y de destorsión durante la fase isovolumétrica, la cual es activa con gasto energético para producir un efecto de succión. De esta forma, el corazón consta de tres tiempos: sístole, succión y diástole. (1)

Pedro Cossio fue el iniciador de la Revista y la Sociedad Argentina de Cardiología. De gran trayectoria docente, impulsó el inicio de la cardiología moderna en la Argentina. Sus trabajos sobre hemodinamia cardíaca e intervencionismo debieron haberlo llevado al Premio Nobel, en palabras de quienes lo recibieron por este desarrollo.

Luis Becú, anatomopatólogo, fue un precursor en el estudio de las malformaciones cardíacas congénitas. A su labor se debe la clasificación actual de las comunicaciones interventriculares. Intervino activamente en la primera cirugía cardíaca con circulación extracorpórea realizada en el mundo.

hace llegar una esquela y el libro “El Ciclo Cardíaco” (Madrid, 1954). (2) Con sorpresa, al día siguiente recibe un llamado de Donald Ross. Le agradece la información y le comenta favorablemente la idea que persigue en la publicación. Más, lo invita. “Doctor Torrent, esta noche en mi casa celebro una cena con prestigiosos cardiólogos. Lo espero”. Francisco concurre con Teresa, su esposa. Cuando llegan ya estaban todos los invitados. Entre ellos, un argentino, Luis Becú, anatomopatólogo, quien sería un buen amigo a la distancia en los años venideros. Uno de los presentes se sorprende con la llegada de Francisco Torrent Guasp. Es un médico español de cargo y prestigio prominentes. Lo que sigue revela la poca importancia que tenían en su país los estudios de Francisco sobre la estructura-función cardíaca. Es que Francisco con su trabajo repitió el periplo de Ulises, deambulando por todo el mundo con sus logros hasta que recién en este último tiempo pudieron recalar sus ideas en el terruño natal. España empezó a desempolvarse de la indiferencia y el rechazo que siempre había demostrado hacia Francisco, luego de su muerte en el 2005.

Llegado a este punto del encuentro casual en la cena entre ambos españoles, el prestigioso cardiólogo le pregunta sorprendido a Francisco “¿qué haces tú aquí?” El esforzado investigador no se inmutó ni le comentó su reciente pero promisoria relación con Donald Ross, quien con Pedro Zarco serían amigos esenciales en su vida. Solo le contestó con inteligencia no exenta de sarcasmo “pues mire Doctor, he venido a comer como Usted”.

I. LA CENA EN LONDRES

En Londres se celebra el Congreso Mundial de Cardiología. Corría 1970. Hacia el norte se cruza Francisco Torrent Guasp llevando sus ideas y realizaciones sobre la banda miocárdica y la función del corazón. Intenta conectarse con Donald Ross, inglés de gran prestigio por su técnica de implante valvular aórtico con autoin-jerto de la válvula pulmonar. Le resulta imposible llegar a establecer una conversación. En un último intento le

II. LA VOTACIÓN. ARGENTINA ELEGIDA PARA EL CONGRESO MUNDIAL DE 1974

El hombre se fervoriza en la indagación de lo acontecido. Ante esta situación se halla en una incertidumbre, la cual no deja de ser paradójica. Esas bifurcaciones de la existencia recorridas hacia atrás debieran conducirlo al rumbo correcto. Pero a veces no hay huellas de él. Vislumbra “retazos de luz” en la composición de esa cronología que indaga. Ellos son fragmentarios, discontinuos. Dispersos en la oscuridad del tiempo. Hay dificultades en hallarles ilación. A esos pañuelos de luz también les alcanza la última mirada si no son recuperados. Cuando el postrer aliento de una conciencia ya no se pose sobre ellos, dejarán de “ser”. Se apagarán a medida que ya no se observen con el afán de valorarlos.

La delegación de la Sociedad Argentina de Cardiología se desplazaba desde el Hotel al Centro de Convenciones del Congreso Mundial de la especialidad (Londres, 1970). Francisco Romano, su Presidente, Pedro y Patricio Cossio, Bernardo Malamud, Albino Perossio, Jacobo Muchnik, Rubén Posse, Carlos Berto-lasi, Bernardo Boskis, René Favaloro, se apiñaban en una fuerza espiritual solidaria. Había trascendencia en la marcha, manifestada con un nerviosismo que los mantenía parcos. El Presidente se acercó a la orilla del Támesis un instante para contemplar el desliz de la corriente en la enorme clepsidra del río. Percibió que contra el paredón representaba el fiel del antes y el después. Las aguas hacia el océano se llevaban la incertidumbre, las nuevas traerían la realidad.

Entraron al anfiteatro. Bernardo Malamud acomodó repetitivamente sus ideas. Conocía bien, como delegado nacional ante la sesión definitiva del Congreso, su ponencia en la defensa de Argentina como sede del próximo mundial de 1974, el VII, pero las manos transmitían inquietas lo que cesaban los labios. Había tres postulantes. Primero Canadá. A continuación el país árabe no expuso. Bernardo acrecentó su firmeza y ascendió al estrado. Se sintió un gladiador, con la necesaria vehemencia para no ser derrotado. Gradas arriba, sus compañeros escucharon disecar con precisión un discurso persuasivo. Al finalizar, el grupo argentino lo palmeó con calidez, pero la vista estaba ensimismada en la urna que iniciaba la recepción de los votos de los países miembros.

Luego el arqueo. Durante media hora observaron a tres delegados escrutar la elección haciendo elevar las montañas de papel. Se sentaron apretados, soñando juntos. Solo uno respiraba por todos. Inmóviles escucharon el veredicto. Argentina había doblado en número de votos a Canadá.

Romano, como Presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología, pidió la palabra. La hora cursaba más allá de las diecisiete cuando se irguió para agradecer con frases simples y sentidas al auditorio. Contuvo el desborde emocional que se derramaba incesante hacia un horizonte donde vislumbraba a Buenos Aires recostada bajo el sol del mediodía. Aún ignorante de la gesta. Por la noche junto a Pedro Cossio festejarían largamente el logro. (3)

III. EPÍSTOLAS

Estos episodios, la cena en la finca de Ross y la proclamación de Argentina para el Congreso Mundial de 1974, dieron inicio a una correspondencia que nuclea a Francisco Torrent Guasp, Luis Becú y Pedro Cossio. Esta relación epistolar se inicia con el envío de Torrent a Pedro Cossio del libro “El Músculo Cardíaco” (4) con “una amable dedicatoria” como expresa la contestación del cardiólogo argentino fechada el 26 de diciembre de 1972, quien además lo felicita “…por la originalidad y el tremendo trabajo de investigación realizado durante años para lograrlo, con nuevas conclusiones anatómicas y revolucionarios conceptos fisiológicos, en base a hechos comprobados y no producto de una frondosa imaginación”. Este envío es acompañado de la reglamentación del Premio Fundación Cossio con el fin de ser divulgado en el viejo continente. La carta siguiente hallada y perteneciente al 24 de diciembre de 1973 revela el agradecimiento de la Fundación Cossio por la difusión de la solicitud anterior. Seguramente estos acontecimientos motivaron la invitación cursada por Pedro Cossio y Luis Becú a Torrent Guasp para el Congreso Mundial de 1974 en Buenos Aires para exponer sobre el “corazón helicoidal”. La contestación del invitado fue una negativa. Esta fue motivada por situaciones económicas. (5)

La correspondencia se reinicia entre Luis Becú y Torrent con fecha 6 de mayo de 1996. Su inicio esclarece “Tú no puedes acordarte de mí. Tuve el placer de visitarte en Denia el 23 de enero de 1977, conducido allí por Jane Somerville [cardióloga inglesa que apodaba a Torrent, quien era excelente dibujante, como el Leonardo del siglo xx]… he tenido mucho que ver con el desarrollo inicial de la cirugía cardíaca, desde que participé activamente en la primera cirugía en el mundo con bomba extracorpórea realizada en la Mayo Clinic por John Kirklin”. Más adelante expresa: “Tengo, creo todo lo escrito por ti… Ahora, alegre y felizmente retirado he montado un laboratorio de investigación… hemos repetido y quizás mejorado las disecciones [cardíacas]. Y nos preparamos para publicar. No puedo ni debo hacerlo sin saber si tú has continuado con tus investigaciones. El concepto anátomo-funcional del “fascículo” recibió formidable confirmación al conocerse en los últimos 10 años la anatomía submicroscópica del colágeno… y sobre esta base hemos avanzado nosotros”.

La contestación de Torrent no se hace esperar. Con fecha 29 de mayo de 1996 inicia la carta expresando “Por supuesto me acuerdo de ti. Eres de las pocas personas con las que he podido hablar sobre anatomía del corazón; la mayoría de los cardiólogos nunca lo han visto ni tenido en sus manos… Te adjunto varios documentos con un modelo elástico del corazón, fiel reproducción de las vicisitudes morfológicas del miocardio ventricular”. Y agrega: “Todavía conservo el pequeño cuchillo que sacándotelo del cinto, me regalaste. Estoy esperando utilizarlo para cuando pueda tener un buen churrasco ante mí”.

El 3 de junio de 1996 escribe Luis Becú: “Saberte vivo y además muy activo me ha dado una especial alegría. Conocer tus recientes andanzas una inevitable envidia. He colocado en la puerta de entrada del laboratorio un “grito de guerra”. Dice así “No physiological theory can be true unless it gives a complete and final explanation of all points of structure” William Harvey en “Motu Cordis”, 1628… Estas son palabras de quien es considerado por todos como el iniciador de la fisiología científica… este mismo concepto, que la función es subsidiaria de la morfología, dicho por mí hubiese justificado mi descuartizamiento a mano de mis amigos cardiofisiológicos. Así como está exhibido anuncia mi propósito sacrílego de cuestionar la misma esencia del modelo analógico que hoy día se usa para describir e interpretar la función cardíaca”.

“[Los] fascículos de músculo unos sobre otros pero en orientaciones discordantes ha sido objetado de diversas maneras, pero una objeción básica es que si fuese cierto la fricción entre ellos sería grande, calorífera y derrochante de energía… lo que nos hacía falta un mecanismo lubricante antifricción… [hay] un vasto sistema de espacios sanguíneos planos y lacunares dispuestos útilmente en los resquicios entre láminas y bandas de tejido muscular… tienen amplia comunicación con las venas coronarias… y lo que es mucho más significativo e interesante con la luz de ambos ventrículos a través de las fantasmales venas de Thebesius”.

“Yo reconocí intuitivamente la organización del miocardio en fascículos, láminas y bandas al verlas deformadas para compensar exitosamente la función del feto alterada por una malformación congénita. Y allí el destino puso en mis manos tu librito ‘El ciclo cardíaco’, Madrid 1954”. (2) Al final de la carta ante la necesidad de digerir el colágeno perimiocitario expresa: “Me pregunto si no es que tú ya has recorrido este camino, sin desmedro de las virtudes de la técnica ancestral del hervor acidulado. ¿Quién sino tú puede saber algo sobre disolución del colágeno?”

Francisco Torrent contesta en la misma fecha: “… la primera pregunta que me hago es ¿ha sido o puede ser cuantitativamente valorada la fricción interfasci-cular? Porque salvo en dos áreas muy concretas (una de ellas la ocupada por las fibras aberrantes y la otra correspondiente al tabique interventricular, en las cuales las fibras contiguas quedan adosadas cruzadas en ángulo recto, en el resto del gran contingente de fibras constitutivo del miocardio ventricular los fascículos adyacentes corren en paralelo acusando simultáneamente todos ellos progresivo retorcimiento que es la causa determinante de las dispares disposiciones adoptadas en el espacio por los fascículos no adyacentes correspondientes a una misma región topográfica. Es decir ¿qué valor puede tener la fricción habida entre dos fascículos paralelos que entran simultáneamente en contracción? Ignoro… Respecto al problema de la disolución del colágeno solo puedo decirte que, tras 43 años, he llegado a una conclusión. El mejor procedimiento consiste en una adecuada ebullición de la pieza, sin más.” Luego añade: “… señalo la ineludible y siempre coherente correlación existente entre la forma y la función de todo órgano, es decir, ambos, tú y yo hemos recalado en aquel mismo hecho, la inter-relación morfo-funcional… pero muy pocos se han percatado de la misma”.

El 11 de julio de 1996 Francisco Torrent envía una carta a Becú que inicia con “constato en la redacción

de tus cartas que tienes cierta proclividad innata a la poesía, un hecho que no podría ser de otro modo dada la sensibilidad que muestras hacia los problemas del corazón”. Luego Torrent vuelve a referirse al trabajo anatómico: “El tejido conjuntivo, andamio que apresa al miocardio, representa por supuesto un obstáculo para la disección… pero la disección de las piezas fijadas en formol presenta otra dificultad: la rigidez adquirida… Me pregunto ¿no sería mejor lograr aquella disolución del conectivo con el agua y el calor suministrado por la ebullición en los corazones frescos?... las piezas anatómicas perennemente elásticas [se logran] si mal no recuerdo [en una] solución a base de glicerina.”

La siguiente epístola hallada es una carta enviada por Torrent a Becú el 9 de septiembre de 1996 en la que le informa haber leído su trabajo “El colágeno en el miocardio” publicado en la Revista Argentina de Cardiología. (6) En el inicio expresa con comicidad “… creía que ya nada querías saber de mí”. Luego introduce un concepto de la física que la medicina ha sido renuente en adoptar. Textualmente dice: “Creo que el conocimiento de la estructura y función del tejido colágeno motriz abre un nuevo camino en el campo que yo llamo cardiología cuántica.” Sobre la duda en la disección de la banda miocárdica que siempre fue un escollo en la aceptación es concreto su parecer: “es mejor ver las cosas sobre el terreno, con un corazón en la mano… tendréis que destrozar algunos corazones antes de poder conseguir una disección limpia y demostrativa. Cuando lo logréis no discutiréis más sobre el asunto, tal como ya ha ocurrido en Alemania o USA.” Concluye con una deuda pendiente del viaje que siempre deseó hacer a la Argentina (5): “Debo decirte, sin embargo, que aun resultando para mí muy atrayente la idea de conocer Argentina, cada vez me supone un mayor esfuerzo viajar”.

La contestación, Luis Becú la cursa el 22 de septiembre de 1996 en la que se sincera “… llevo ya destrozados un par de cientos de corazones, incluyendo más de un ejemplar de cardiopatías congénitas con maravillosas distorsiones de las bandas fasciculares”. Finaliza la carta con “[estoy] por dar una conferencia dentro del Congreso Argentino de Cardiología. Se intitula ‘El miocardio es helicoidal’… ya te contaré las reacciones que produzca mi conferencia que cae sobre oídos poco advertidos, como te imaginas”.

Torrent Guasp, luego de un tiempo sin comunicación, debió haber quedado con el dilema sobre la suerte en la conferencia de su amigo. Es lo que relata en una escueta nota que le envía el 22 de diciembre de 1996 “[deseo] saber si has sufrido algún percance que explique tu prolongado silencio, toda vez que me temo te hayan encerrado o algo parecido, tras pronunciar tu conferencia ‘El miocardio es helicoidal’ (Congreso Argentino de Cardiología)”.

Becú contesta con inmediatez (24 de diciembre de 1996) en lo que sería la última correspondencia entre ellos, ya que éste fallecería poco tiempo después (junio de 1997). Expresa: “Mi prolongado silencio se atribuye a dos circunstancias: no tengo nada inteligente que valga ser dicho, y pasada mi conferencia me deslicé hacia una especie de colapso espiritual del cual terminaré saliendo con mi disfrute en las Sierras de Córdoba. Mi exposición cumplió con reafirmar la real arquitectura del miocardio y proponer bases morfológicas, una nueva interpretación de la mecánica cardíaca bien distinta de la de Starling/Wiggers. Introduje el concepto de velocidad e inercia de un fluido viscoso en lugar de considerar sus hipotéticas presiones (que varían en cada lámina fluida espiral y pulsátil). Desaparecen los períodos isométricos y el volumen residual y reaparece la aceleración diastólica por succión. Te hubiera divertido a ti en especial ver las caras y oír los comentarios. Tú recibiste amplio crédito a tu trayectoria a punto de explicar tus disecciones. Un abrazo que se prolonga por más de un mes, de tu amigo.”

Esta sería la última comunicación de una serie de epístolas que tuvo como protagonistas a tres grandes creativos de la cardiología. Fue iniciada por Pedro Cossio, quien al conocer los trabajos de Torrent Guasp sobre la banda cardíaca, le cursó una invitación para el Congreso Mundial celebrado en Buenos Aires en 1974 a través de la Secretaría del Congreso que ejercía Luis Becú. Luego se prolongaría en cartas de indudable contenido científico y humano. Ellas deben considerarse un complemento de reflexiones que el positivismo del lenguaje y la forma científica basada en la inmediatez se privan de ser enriquecidas. En el párrafo final de esa última comunicación entre los protagonistas expresa el mismo Luis Becú a su amigo Torrent “tú sabes lo horrorosamente difícil que es decir ¡todo! en pocas páginas”.

BIBLIOGRAFÍA

1. Trainini JC, Elencwajg B, López Cabanillas N, Herreros J, Lago N, Lowenstein J, Trainini A. “Basis of the New Cardiac Mechanics. The suction pump”. Buenos Aires: Ed. Lumen; 2015.

2. Torrent Guasp F. El ciclo cardiaco. Madrid, 1972.

3. Trainini JC. Pedro Cossio. El Premio Nobel que no fue. Buenos Aires: Ed. Lumen; 2007.

4. Torrent Guasp. El músculo cardiaco. Madrid, 1954.

5. Entrevista a la familia Torrent realizada en junio de 2017 en la casa de Denia, a orillas del Mediterráneo.

6. Becú L, Brusca G. El colágeno en el miocardio. Rev Argent Cardiol 1996;64:235-43.

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