Cuando acabamos de leer el movilizador libro de Jorge Trainini El explorador del corazón, sobre la vida y pasión de Francisco Torrent Guasp, nos resulta difícil no asociar su figura con la de otros héroes solitarios de la historia de la ciencia. Nacido en 1931 en el sur de España, Torrent Guasp, huérfano de ambos padres a la temprana edad de 14 años, siguió la carrera de Medicina porque el fracaso en una prueba de Matemática le impidió dedicarse a los estudios de Agronomía. Pocas veces ha merecido tanto un fracaso ser festejado. Estudiante aventajado en la Universidad Complutense de Madrid, siguió al titular de Anatomía a la Universidad de Salamanca. Y fue allí, una noche en que se embarcó en la disección de un corazón para dar una clase al día siguiente, cuando se inició una aventura que solo culminaría con su muerte, 50 años después. Allí donde todos veían un preparado anatómico, y donde la teoría de Harvey sobre la circulación vis a tergo no era discutida, un joven español encontró motivo y razón suficientes para dudar. ¿Era el saber universalmente aceptado una explicación satisfactoria de la circulación sanguínea? ¿Cómo entender adecuadamente la dinámica valvular, y cuál era la base anatómica y fisiológica del ciclo contracción-relajación ventricular? En 1954, y cuando aún no era médico, publicó, a instancias de su profesor, una monografía sobre el ciclo cardíaco, en la que planteó la duda primordial: ¿es el llenado ventricular la causa de su expansión o la expansión la que genera el llenado? Fue el comienzo de una actividad febril y fecunda, con descubrimientos sucesivos e ingente cantidad de disecciones (a la manera de Vesalio) que lo llevaron a sostener la idea del corazón como una banda muscular única, que “definiendo una helicoide con dos vueltas de espiral delimita en su discurrir desde la raíz de la arteria pulmonar a la raíz de la aorta, dos cavidades, el ventrículo derecho y el izquierdo”. Esta y otras ideas revolucionarias sobre la circulación sanguínea y la eléctrica desarrolló Torrent Guasp a lo largo de su vida, que tan bien retrata Trainini en una serie de capítulos que remarcan los momentos salientes de la misma. Y más allá de la confirmación de sus hallazgos (Trainini mismo ha podido reproducir la técnica de Torrent Guasp y demostrar la estructura helicoidal de la banda, Jorge Lowenstein ha demostrado en estudios ecocardiográficos la dinámica planteada por Torrent Guasp, muchos de los más eminentes cirujanos cardiovasculares, Ross y Buckberg entre ellos, han adherido calurosamente a sus planteos) y aun cuando otros persisten en negarles entidad, no es el acierto o no de sus afirmaciones lo que para mí destaca en este hermoso libro.

A lo largo de su carrera enfrentó el anatomista español todo tipo de iniquidades, propinadas por los que eran sus colegas, incluso los más cercanos. Desde los que presumieron de protegerlo para que pudiera investigar, pero buscaban en el fondo quedarse con los frutos de dicha actividad, hasta los que se burlaron, los que le cerraron el camino a la publicación en las revistas más importantes de la especialidad, los que lo relegaron del primer y merecido lugar cuando finalmente dicha publicación llegaba, los que le impidieron desarrollar labor médica asistencial para sostenerse y los que le negaron premios que en cambio recibían médicos que la historia ha olvidado. Torrent Guasp desarrolló su actividad en forma solitaria y austera; nunca contó con subsidios fabulosos ni la protección económica de la industria; defendió siempre la paternidad intelectual de sus hallazgos y no la cedió aun cuando hacerlo le hubiera hecho más transitable el camino. Investigó en su casa hecha laboratorio, con la ayuda de su esposa y sus hijos en tareas menores; financió de su propio peculio la impresión de libros que permitieron diseminar sus hallazgos, se mantuvo pétreamente firme en la defensa de sus ideas y concepciones, con humildad, pero al mismo tiempo con orgullo, que una cosa no invalida la otra. Y nada hizo guiado por el afán económico. Nunca transigió con el poder, económico o académico. Un investigador apasionado con un estilo de vida monacal. Aun cuando hubiera estado errado, ¿cómo no admirarlo? Y además, pintor, ensayista, pensador. Como bien dicen Trainini en el libro, Lowenstein en el prólogo, un hombre del Renacimiento.

Ahora bien, pocas veces como en este libro guarda tanta afinidad la figura del protagonista de una biografía con la del autor. Jorge Trainini es un cirujano cardiovascular cuya fama ha trascendido nuestras fronteras; pionero en nuestro país en técnicas de cardiomioplastia y aortomioplastia, y un investigador comprometido con el estudio del implante cardíaco de células madre; autor de ensayos y novelas, muchas veces laureado, con un conocimiento profundo de la filosofía y la pintura, Director Asociado de la Revista Argentina de Cardiología, leer a Trainini hablando de Torrent Guasp es conocer a Torrent Guasp, y conocer también a Trainini. Sus reflexiones sobre el saber, la vida, el arte, son un premio en sí mismas, más allá de la figura del Explorador del corazón. Trainini no es solo un biógrafo. Protagonista al mismo tiempo de otros periplos, embarcado en la aventura que inició Torrent Guasp, la continúa y busca completarla, como Elcano confirmó la intuición de Magallanes. Un libro en suma que debe leerse, porque nos enriquece y mejora.