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Revista argentina de cardiología

versión On-line ISSN 1850-3748

Rev. argent. cardiol. vol.88 no.5 Ciudad Autónoma de Buenos Aires set. 2020

http://dx.doi.org/10.7775/rac.es.v88.i5.19044 

CARTA DEL PRESIDENTE DE LA SAC

Reflexiones y desafíos

Reflections and Challenges

JOSÉ LUIS NAVARRO ESTRADA1 

1 Presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología

Ha transcurrido ya gran parte de este año tan particular; sin embargo, aún se esperan eventos de gran trascendencia donde probablemente se operen defini-ciones que modifiquen nuestra vida futura en forma significativa.

La pandemia no alcanzó aún su pico porque, si bien se ha amesetado -incluso con insinuación de un tímido descenso en Buenos Aires y estabilidad en el conurbano-, ha habido una explosión en el interior del país que alcanzó un nivel crítico en algunas provincias.

El número de infectados globales sigue creciendo y también el de fallecimientos, que alcanzó un nivel alto en la escala comparativa mundial.

Al mismo tiempo, ha progresado severa y preocu-pantemente la crisis económica nacional con reducción de las actividades sin precedentes por un lado, y un aumento inquietante en los índices de pobreza y desempleo.

La Argentina se encuentra en una encrucijada que constituye un desafío para que los gobernantes y la sociedad encuentren un camino de acuerdo para construir un futuro razonable de crecimiento y prosperidad.

Es imposible evitar hacer algún comentario sobre la realidad social sin hacer referencia a este marco ex-tremadamente difícil donde el nivel de incertidumbre produce una ansiedad generalizada, sumada al cansancio físico y emocional que es evidente en la población en general, y en el personal de salud, en particular.

La Sociedad ha seguido trabajando intensamente desde mi última comunicación hasta los primeros días de octubre en que escribo esta quinta carta.

He podido observar que esta situación de crisis excepcional permitió desarrollar nuevas habilidades, condiciones y actitudes que constituirán un nuevo acervo cultural y, probablemente, queden como saldo positivo a pesar del daño general que causó la situación.

Uno de los hechos que más me llama la atención es el derribamiento de las barreras geográficas. No hay más distancias en los niveles local, nacional o interna-cional. Incluso las diferencias de los husos horarios se resolvieron con facilidad: por ejemplo, en el congreso del e-Space tuve la oportunidad de asistir a una mesa de liderazgo con una veintena de representantes de los cinco continentes simultáneamente, intercambiando impresiones, experiencias y proponiendo conductas futuras.

Otro legado positivo es que, en gran parte, se eliminaron los prejuicios y los temores, y se facilitó el intercambio horizontal con muchas menos inhibiciones y equiparación de “rangos” imaginarios de posiciones de cualquier tipo. El diálogo era entre pares sin importar el país o el punto de origen.

Una nueva cualidad incorporada fue el trabajo en equipo como una asimilación que se transformó en indispensable. Hemos aprendido en gran medida a apoyarnos y confiar más en los otros, a depender más, a no “taparnos” según quien gritara más fuerte. Aprendimos mucho más sobre respetar el orden.

En cuanto al nivel de la población en general creo que estas campañas multisocietarias que conllevan un mensaje común de alerta de estimular la consulta, los cuidados y la prevención han revalorizado la profesión médica y al equipo de salud en la dimensión que les corresponde.

No solo los médicos nos percatamos más del papel que desempeñamos en el entramado social sino que también se percataron quienes nos gobiernan.

Gratamente advertimos que, si bien somos cardió-logos, superespecialistas, antes somos médicos y, así hemos retomado roles epidemiológicos, sanitarios y de medicina general, que asumimos en forma impercepti-ble, sin pretender ocupar el lugar de otros.

También hemos aprendido a ser resilientes ante la adversidad, a trabajar incansablemente, solidaria-mente, quizás como nunca antes, por el bien común.

Hasta la próxima

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