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Revista argentina de cardiología

versión On-line ISSN 1850-3748

Rev. argent. cardiol. vol.89 no.5 Ciudad Autónoma de Buenos Aires oct. 2021  Epub 01-Oct-2021

http://dx.doi.org/10.7775/rac.es.v89.i5.20449 

ANÁLISIS HISTÓRICO DE LA EVOLUCIÓN DE LAS IDEAS

El bordado y el nacimiento de la cirugía vascular

Embroidery and the Birth of Vascular Surgery

JORGE C. TRAININI

Era fines de junio de 1894 en Lyon. Marie François Sadi Carnot recostó su mirada contra los edificios de tejados que circundaban la ribera del Saône. Las aguas eran caudalosas y corrían monótonas hacia el sur al encuentro del Rhône. El verde asaltaba el paisaje denunciando el estío incipiente. En las alturas de la espesura arbórea se regocijó con la basílica de Notre Dame de Fourvière, casi concluida sobre la “colina que ruega”.

Alexis Carrel subía con el caballo al paso hacia su pueblo de nacimiento. Antes de abrir la verja observó desde las pendientes de la colina el panorama que guardaba su memoria más primitiva. Se ofrecía toda la antigua ciudad lionesa con sus chimeneas y puentes que cruzaban los dos ríos que la anidaban. Al elevar la vista en la bruma de la tarde aún pudo vislumbrar los primeros peldaños de los Alpes. Se había refugiado lejos del ruido de la visita trascendental que ofrecía el presidente de la Tercera República Francesa Sadi Carnot. En esos días iniciaba el segundo semestre de medicina en el servicio de Lannois del Hospital de l´Antiquaille.

Sadi Carnot ingresó a la recepción. Luego levantó fuertes aclamaciones con el discurso. Al fin del período de la presidencia se hallaba distendido y satisfecho por su tarea. Tenía el gusto de la renuncia voluntaria al insinuar que pese al cenit de su prestigio y popularidad no deseaba ser reelegido. Afuera del banquete lo acechaba Sante Gerónimo Caserio con la sorpresa a su favor. Había decidido jugar el papel contradictorio del anarquismo propagado insidiosamente por ese tiempo en las Galias. El dolor en el flanco derecho del filo del cuchillo manejado con presteza por el anarquista italiano fue súbito, lacerante. Un color escarlata y caliente emergía a bocanadas desde las entrañas de la víctima. Marie François se hincó. Sus manos apretadas contra la herida se vieron desbordadas en un instante. Ahora la puñalada era el fiel de una precisa balanza que empalidecía la tez del presidente a medida que la blanca pechera se volvía inmensamente bermeja. El landó al galope se abalanzó al hospital. La vena porta había sido seccionada. Sólo se pudo realizar el diagnóstico, lo demás fue impotencia. La muerte se produjo en las primeras horas del 25 de junio. La claridad de sol ausente descubrió al amanecer a una ciudad callada. La fina lluvia meditaba con su tristeza.

Alexis se informó de las circunstancias acontecidas al volver a la ciudad el día siguiente. En la contienda verbal de los claustros médicos se discutía largamente sobre la imposibilidad de lograr resolver las suturas de los vasos sanguíneos al considerarse que los puntos no podían, por pura lógica, ser perforantes. De hecho, en la cirugía gastrointestinal se utilizaba el punto no perforante a lo Lambert. Carrel se había manifestado reticente a este veredicto. Anne-Marie Ricard, su madre, fue nuevamente el oráculo a sus premoniciones. Alexis le explicó con detalles el dilema. Necesitaba otras herramientas a las existentes. Debían las suturas ser tenues para evitar hemorragias por el procedimiento. Quizás por ser descendiente de una familia que comerciaba con lanas y sedas su consejo fue una intuición sorprendente.

-Hijo, debes utilizar agujas muy delicadas y pequeñas.

-¿Tienen un nombre?

-Sí, se utilizan en la confección de encajes ¡por éso se llaman encajeras!

-El hilo entonces debe ser muy delgado.

Anne-Marie lo observó un instante. Luego respondió casi con naturalidad.

-Debes cargar esas agujas con hebras de seda.

-Madre no he podido hallar en ningún lado instrumental adecuado.

-Llégate a la calle Jean de Tournes. Allí hay una antigua mercería al por mayor de la familia Assada.

Los datos fueron fidedignos. Alexis consiguió los elementos indispensables para la experiencia. Cuando regresó a su madre con lo hallado ella lo esperaba con otra sentencia.

-Mira “Bébé” [así lo llamaba su madre] debes consultar el problema con la señora Leroudie. Creo que necesitas ser muy hábil para cumplir con tus propósitos.

Alexis la miró extrañado. Desde hacía mucho no lo llamaba así. -¿Quién es?

-Es una bordadora de seda de gran renombre en la ciudad. Ella te dará lecciones de cómo utilizar las agujas en forma rápida y precisa. Complementa el internado médico con clases de bordado.

Su amigo Marcelo Soulier le proporcionó el lugar que necesitaba, el laboratorio de su prestigioso padre, profesor de terapéutica. A partir de esa posibilidad y ya reunidos todos los elementos que imponía su idea, el trabajo en solitario que procuró fue esforzado. El éxito de la experiencia se difundió en forma paulatina y sin que interviniese su voluntad. En el ambiente se edificaron expectativas que le procuraron también comentarios hirientes. Así Morat, prestigioso profesor de Fisiología, ponía freno a la imaginación en la revista más reconocida de la profesión, el “Lyon Médical”, alertando contra la imposibilidad real de esas investigaciones. Incluso se comentaba con sorna de las agujas de Carrel. En 1912 recibía el Premio Nobel de Medicina.

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