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Comechingonia

versión On-line ISSN 1851-0027

Comechingonia vol.16 no.1 Córdoba ene./jun. 2012

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Determinación de la base regional de recursos líticos en el área Río Manso inferior-foyel (Río negro). Primeros resultados

 

Mariana Carballido Calatayud1 y Fernando Xavier Pereyra2

1CONICET-INAPL-UBA 3 de febrero 1378, C.A.B.A., Argentina. E-mail: mcarballidocalata@hotmail.com
2SEGEMAR Av. Presidente J. A. Roca 651, C.A.B.A., Argentina. E-mail: fernap@mecon.gov.ar

Presentado el: 23/12/2011 - Aceptado 24/03/2012

Introducción
Las investigaciones que se vienen desarrollando en el bosque del suroeste de Río Negro y noroeste de Chubut han expuesto los desafíos que implica habitar este ambiente para sociedades que basan su subsistencia en la caza y recolección (Bellelli et al. 2000, Carballido Calatayud 2009, Fernández 2008). Desarrollar esta forma de vida en los bosques presenta mayores difi cultades que en la estepa, ya que en ellos hay una menor biomasa animal y las potenciales presas frecuentemente son mamíferos de porte mediano a pequeño, de hábitos solitarios y dispersos. Además, el desarrollo de la vegetación dificulta el tránsito y la visibilidad de los recursos dentro del bosque (Carballido Calatayud 2009, Fernández et al. 2011a, Scheinsohn 2004). En general existe cierto consenso en que la ocupación de este ambiente implicó algún tipo de complementariedad ambiental (Arrigoni 1997, Bellelli et al. 2003, Lezcano et al. 2010, Hajduk et al. 2004, Silveira 1999). En relación con las materias primas líticas para la talla, la existencia de dicha complementariedad o más precisamente la presencia de rocas no locales en los conjuntos arqueológicos de bosque ha sido informada por diversos autores. En algunos casos estas rocas constituyen la totalidad o casi la totalidad del material identificado (Hajduk et al. 2004) mientras que en otros la proporción de materias primas locales y no locales es variable (López 2010, Silveira 1996).
Para ambas situaciones, la disponibilidad local y en algunos casos la abundancia de rocas ha sido considerada como el principal factor para explicar la representación de las materias primas en los conjuntos líticos (Hajduk et al. 2004, López 2010, Silveira 1996). En trabajos previos en el área boscosa de Cholila (Chubut) planteamos que además de la disponibilidad y abundancia de rocas, la accesibilidad y la visibilidad eran factores igualmente determinantes (Carballido Calatayud 2009, 2011). La importante cobertura vegetal que caracteriza a los bosques se traduce en una baja visibilidad de las potenciales fuentes de materias primas líticas y restringe los desplazamientos disminuyendo la accesibilidad a las canteras. A la vez, la dinámica de los incendios forestales, que a lo largo del tiempo modifica la fisonomía del bosque, habría dificultado la reubicación de las fuentes luego de determinado lapso, dejando también al descubierto nuevas canteras potenciales (Carballido Calatayud 2009, 2011). Para superar las dificultades de la localización y reubicación de las materias primas líticas en el bosque propusimos dos comportamientos que podrían incluso ser complementarios: el aprovisionamiento en fuentes del ecotono o de la estepa y/o el uso de las materias primas locales más fáciles de reubicar, como las emplazadas en las playas de ríos, lagos o lagunas. Los resultados alcanzados en Cholila muestran la disponibilidad y abundancia de basaltos, calcedonias y en menor cantidad, de sílices. En todos los casos estas rocas fueron localizadas en playas o en sectores con vegetación menos densa. Por otra parte, estas materias primas constituyen una proporción importante de los conjuntos artefactuales, que están compuestos por una elevada proporción de instrumentos descartados al final de su vida útil y, muchos de ellos, con evidencias de un uso económico o maximización de las rocas (Bamforth 1986, Bayón et al. 1995, Shott 1989). Pudimos ver entonces que una parte de las materias primas locales se trataron cuidadosamente, sin derroche tal como se esperaría para rocas no locales o poco disponibles y/o escasas. Así, en este caso la disponibilidad y abundancia local parecerían no alcanzar para explicar el tratamiento dado a los conjuntos artefactuales. Una explicación alternativa sería que las dificultades en la accesibilidad y visibilidad, que elevan los costos de búsqueda y relocalización, habrían llevado a optimizar las rocas halladas (Carballido Calatayud 2009, 2011).
La variabilidad de situaciones expuestas en relación con las modalidades de aprovechamiento de materias primas líticas en el bosque podría vincularse en parte a la distancia y la accesibilidad a zonas ecotonales o de estepa en las que, entre otros factores, la visibilidad y accesibilidad a las fuentes podría ser mayor. Es por ello que consideramos la necesidad de generar modelos locales que tengan en cuenta estos factores. Así, nos hemos propuesto explorar en qué medida el emplazamiento hacia el interior del bosque mixto de Nothofagus y Austrocedrus de Norpatagonia influyó en las decisiones tecnológicas líticas desarrolladas por grupos cazadores-recolectores. El trabajo que aquí presentamos es una primera aproximación al problema ya que su objetivo es presentar los resultados de las prospecciones que tuvieron como fin comenzar a evaluar la base regional de recursos líticos (Ericson 1984).

El caso de estudio
El área de investigación abarca los valles de los ríos Manso inferior y Foyel (provincia de Río Negro), aproximadamente entre 71º 30´ longitud oeste y la frontera con Chile y se ubica inmediatamente al sur del límite del Parque Nacional Nahuel Huapi (Figura 1). Comprende un ambiente de bosque dominado por distintas especies de Nothofagus que también presenta extensas formaciones de Austrocedrus chilensis, sobre todo en sectores perturbados y en los faldeos. A medida que se avanza hacia la cordillera la vegetación se hace más densa ya que comienzan a aparecer especies típicas del bosque lluvioso (Armesto et al. 1995; Podestá et al. 2008). En el área se han registrado 21 sitios arqueológicos, todos con manifestaciones rupestres. La mayoría se localiza en los valles fluviales aunque algunos están en los faldeos de los cerros que rodean a los valles. Se trata de aleros, paredes rocosas y bloques, a los que se suman varios objetos aislados hallados por pobladores como manos, molinos y un toki (Fernández et al. 2011b). Este sector de bosque registra ocupaciones desde hace 3400 años, registrándose un incremento en la señal arqueológica a partir de 1600 años A. P. (Fernández et al. 2011b). Hasta el momento se han excavado cinco de estos sitios y el material lítico proveniente de dos de ellos (Paredón Lanfré y Población Anticura) está bajo análisis.


Figura 1. Mapa de ubicación de los sitios y puntos de muestreo mencionados en el texto. Referencias: PL: Paredón Lanfré, PA: Población Anticura.

La oferta de rocas potencialmente utilizables como materias primas es variada en toda la región (Figura 2). Desde el punto de vista geológico, ésta corresponde a una faja plegada y corrida de retroarco formada como consecuencia de la Orogenia Andina. Este proceso comenzó hace al menos 60 Ma y continua activo. Consecuentemente, la estructura presenta una orientación norte-sur constituyendo una serie de láminas de corrimiento, generalmente con vergencia al este que implican variadas litologías. Entre ellas destacan, en la zona de la Cuesta del Ternero, pórfi ros graníticos y riolíticos y metamorfitas de bajo grado correspondientes a un antiguo Plutón paleozoico y volcanitas y piroclastitas del Terciario Inferior de la Formación Ventana. Hacia el oeste aparecen también sedimentitas y volcanitas juráricas del Complejo Volcánico-sedimentario Jurásico, así como sedimentitas y piroclastitas neógenas y granitoides terciarios. Finalmente, tanto en la zona del límite como hacia el este, se encuentran volcanitas (andesitas y basaltos) pliocenos y pleistocenos (Giacossa et al. 2001).


Figura 2. Mapa litológico del área de investigación. Tomado de las Cartas de Peligrosidad Geológica, Cartas Litológicas de San Carlos de Bariloche 4172-IV (Wilson et al. 2007) y de Esquel 4372-II y I (Chavez et al. 2009). Escala 1:250.000.

En relación a la geomorfología, la zona muestra la evidencia de un englazamiento total, salvo en los sectores más elevados. Evidencias de al menos dos Glaciaciones son reconocibles en la región, así como rasgos glaciales más modernos correspondientes al Tardiglacial y Neoglacial. En al zona de la Cuesta del Ternero una lengua glaciaria se proyectó desde el valle de El Bolsón-Mallín Ahogado hacia el este convergiendo con una gran lengua que venía desde el sur, por el valle del Maitén. Estos glaciares dieron como resultado una serie de cordones morénicos bien representados al NE de ese valle (hacia Ñorquinco). Con el retroceso de los glaciares, ambas lenguas se desvincularon y la proveniente del oeste dejó como registro las morenas ubicadas en la zona de la Cuesta del Ternero. Al frente de las mismas se desarrollaron planicies glacifluviales que se extienden hasta el actual valle del río Chubut. Es posible identificar además algunos abanicos aluviales más modernos que conforman un nivel de bajada que ha progradado sobre las planicies glacifluviales y algunos pequeños remanentes de niveles de pedimentos (Figura 3). Tanto las planicies glacifluviales como las bajadas, pedimentos y terrazas fluviales del río Chubut pueden constituir importantes fuentes potenciales de aprovisionamiento (Flint y Fidalgo 1964).


Figura 3. Mapa geomorfológico del área de investigación. Tomado de las Cartas de Peligrosidad Geológica, Cartas Geomorfológicas de San Carlos de Bariloche 4172-IV (Pereyra et al. 2007) y de Esquel 4372-II y I (Tejedo y Pereyra 2009). Escala 1:250.000.

Relevamientos
Los trabajos de relevamiento orientados a reconocer fuentes de materias primas potencial o efectivamente utilizadas consistieron en prospecciones asistemáticas guiadas por la información geológica generada por uno de nosotros y obtenida a partir de la Hoja Geológica Bariloche (Giacossa et al. 2001) y recorridas basadas en datos proporcionados por pobladores locales. El primer espacio elegido para ser relevado fue un sector de la playa del río Manso (Punto 1, Figura 1) que se encuentra ca. 2,5 km lineales del sitio Paredón Lanfré. Este río posee sectores en los que la sedimentación ha cubierto los guijarros de las playas y otros en los que éstos están expuestos. Según datos de pobladores uno de estos sectores de playa compuesta de guijarros podía presentar algunas rocas que se encuentran en los conjuntos arqueológicos, por ejemplo riolitas y andesitas de grano fino. En el relevamiento realizado hallamos guijarros de andesitas de entre 140 y 40 mm de diámetro y con distintos tamaños de grano, algunos aptos para la talla por su buena fractura. También identificamos un guijarro de una riodacita de 110 mm de diámetro que tiene una venilla de cuarzo de 50 mm de espesor y otros de tobas vítreas de entre 90 y 50 mm de diámetro de grano muy fi no y fractura concoidea. En segundo lugar, decidimos privilegiar la prospección de las planicies glacifluviales en las que estuvieran expuestos los depósitos de rocas. A partir del estudio de la Hoja Geológica Bariloche (Giacossa et al. 2001) y de la experiencia de campo directa de uno de nosotros se identificaron una serie de espacios potencialmente interesantes. Uno de ellos son los glacifluviales que se encuentran en el camino de la Cuesta del Ternero, que conecta la zona de El Bolsón y Mallín Ahogado con la localidad de El Maitén. Recorrimos ca. 28 kilómetros lineales haciéndose los relevamientos en los sectores en los que los depósitos glacifluviales estaban expuestos o en otros en los que hubiera bloques u afloramientos. El primer lugar que revisamos se encuentra ca. 38 km del sitio Paredón Lanfré (Punto 2, Figura 1) . Se trata de un sector con bloques de arrastre glacial principalmente de granito y de andesitas de grano grueso, no aptas para la talla. Allí detectamos la presencia de una calcedonia en forma de un guijarro de unos 75 mm de diámetro, de fractura angular o plana y calidad regular para la talla. El segundo lugar está a 3 km al sureste del punto anterior (Punto 3, Figura 1). Corresponde a un depósito glacifluvial relacionado con el curso del río Ternero, que corre a unos 35 - 40 metros de distancia. Revisamos extensas acumulaciones de guijarros de diversos tamaños y localizamos granitos, rocas volcánicas -principalmente andesitas- y en menor frecuencia brecha volcánica y calcedonia. Algunas de las andesitas son de grano fino y fractura concoidea, siendo de calidad regular a buena. Se presentan en guijarros de entre 70 y 110 mm de diámetro. La calcedonia detectada es de características similares a las vistas en el primer sector revisado. Por último, la brecha volcánica también se presenta en forma de guijarros, algunos de tamaños menores (40 a 50 mm de diámetro) y con una mala calidad para la talla a raíz de la presencia de inclusiones que dirigen las fracturas planas. También relevamos un sector de bloques de derrumbe de una ladera a ca. 11 km del punto anterior (Punto 4, Figura 1). Allí registramos la presencia cuarzo y de rocas volcánicas: andesitas, dacitas, riodacitas, de una brecha volcánica similar a la vista anteriormente. La andesita es la que posee mejor calidad para la talla, es de grano fino y tiene fractura concoidea.
Se presenta en bloques medianos a pequeños (de unos 150 a 200 mm de diámetro). Las dacitas y riodacitas, a pesar de ser de grano fino tienen fractura plana por lo que no son aptas para la talla. El cuarzo, incluido en una matriz volcánica y con un espesor de aproximadamente 50 mm también presenta una fractura angulosa. En la localidad de El Maitén se relevó un sector de la costa del río Chubut, el punto más alejado del recorrido, a ca. 58 km de Paredón Lanfré (Punto 5, Figura 1). Se trata de una playa de guijarros y rodados que son los mismos que componen el lecho del río. Allí se detectaron sobre todo andesitas y basaltos con distintos tamaños de grano y tipos de fractura y con un tamaño promedio de 100 mm. También se hallaron guijarros de brecha volcánica de grano grueso y de una roca volcánica ácida de grano muy fino y fractura concoidea, también de 100 mm de diámetro. Por último se halló un pequeño guijarro (de 30 mm de diámetro) de una roca silícea de textura amorfa y fractura concoidea.

Palabras finales
Esta primera aproximación a la base regional de recursos líticos contempló el relevamiento de espacios cercanos a los principales sitios y de otros más alejados. Entre los primeros priorizamos un sector de la playa del río Manso inferior, con el objetivo de evaluar si estos espacios, más accesibles y relativamente más fáciles de reubicar, presentaban rocas aptas para la talla. Los resultados alcanzados muestran que constituyen áreas potenciales de aprovisionamiento, sobre todo de rocas volcánicas. Por su parte, los sectores más alejados están representados por el camino denominado Cuesta de Ternero, seleccionado para su relevamiento por la variada oferta de potenciales materias primas y porque constituye una de las vías de acceso más transitables -a esta latitud- que conecta el bosque con el ecotono y la estepa y permite contemplar la problemática de la complementariedad ambiental a la que hemos hecho referencia al inicio de esta nota. Allí constatamos que están disponibles rocas volcánicas, cuarzo, calcedonia y sílices, cuya disponibilidad podría verse afectada estacionalmente por la mayor carga nival que recibe esta área más elevada (700-760 msnm) que el valle del Manso (490 msnm).
La información reseñada aquí es la base para continuar los relevamientos en otros sectores. Además, junto con la generada a partir de los análisis líticos brindará un panorama más acabado de las decisiones de manejo y uso de materias primas líticas que se llevaron a cabo en el pasado en esta zona del interior del bosque de Norpatagonia.

Agradecimientos

Estamos en deuda con varias personas, principalmente con Soledad Caracotche quien colaboró activamente en los trabajos de relevamiento, con Pablo Fernández por la lectura del manuscrito y con Ana Forlano por su ayuda en la confección de la figura 1. Agradecemos a todo el equipo de investigación por el apoyo de siempre, muy especialmente a Pedro Fernández Carballido y su abuela Didi por su ayuda en el relevamiento de la playa del río Manso y a Manuel Fernández Carballido que desde la panza acompañó en todas las prospecciones. También estamos en deuda con el evaluador del manuscrito por sus comentarios y sugerencias. Este trabajo fue financiado por los proyectos PICT ANPCyT 26332 y UBACYT U013.

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