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Comechingonia

versión On-line ISSN 1851-0027

Comechingonia vol.17 no.1 Córdoba jun. 2013

 

RESEÑAS

Reseña de: Arqueología de la agricultura. Casos de estudio en la Región Andina Argentina. (M. A. Korstanje y m. n. Quesada editores). Ediciones Magna, San Miguel de Tucumán. ISBN 978-987-1726-08-0.

 

Pedro Salminci

CONICET.INAPL E-mail: pedrosalminci@yahoo.com.ar

La enorme cantidad de campos prehispánicos abandonados del Noroeste de Argentina da testimonio del trascendental rol que la agricultura desempeñó en el pasado. Las tierras desnudas y los restos de estructuras que hoy se ven como esqueletos, antiguamente bullían de vida y verdes cultivos; actualmente consideradas marginales, en otros tiempos fueron áreas intensamente explotadas sobre cuya producción recayó gran parte del tejido sociocultural ¿Cómo lograron los pueblos originarios producir cultivos en estas zonas? ¿Qué implicancias sociales tuvo la agricultura en distintos momentos? ¿De qué manera podemos abordar el estudio de la agricultura prehispánica? Arqueología de la Agricultura procura algunas respuestas a estas y otras preguntas.

El libro representa el primer volumen editado sobre trabajos dedicados exclusivamente al estudio arqueológico de la agricultura prehispánica en nuestro país y de esta manera contribuye a llenar un vacío en la disciplina considerando que es un tema de investigación que ha quedado rezagado con respecto a otros como por ejemplo las investigaciones de materiales cerámicos, líticos y arquitectura residencial. Reflejando el renovado interés en la temática que ha surgido en los últimos años, el volumen demuestra que el estudio de la materialidad de la agricultura tiene mucho que aportar a la comprensión del pasado prehispánico, no sólo a partir de la aplicación de nuevos métodos y técnicas que involucran conocimientos interdisciplinarios, sino también a partir de perspectivas teóricas centradas en el trabajo campesino como eje de primario de reflexión.

Los nueve capítulos que lo conforman presentan casos de estudio diversos no sólo en cuanto a los escenarios temporales y espaciales sino también en cuanto a las propuestas metodológicas desarrolladas y las concepciones teóricas en las que se apoyan. Sin embargo, esta característica puede apreciarse como una virtud porque resume y refleja cambios de perspectivas que dominaron la labor sobre la agricultura arqueológica en los últimos veinte años. En este sentido, mientras que algunos trabajos son resúmenes de tesis doctorales, resultado de más de una década de investigaciones, otros representan etapas intermedias y otros publican los primeros resultados.

Las estrategias metodológicas elegidas para abordar la agricultura arqueológica se basan tanto en evidencias artefactuales como ecofactuales y ambientales. Quizás el método más básico, pero no menos importante, sea el análisis de las tecnologías agrarias. La descripción detallada de los modos constructivos, las características principales de los terrenos está presente en la mayoría de los trabajos relacionados a la agricultura prehispánica. En el libro se puntualizan las obras realizadas sobre los terrenos de cultivo, básicamente destinadas a la nivelación de las superficies y a minimizar la erosión, incluyendo las estructuras más conocidas en la literatura arqueológica como los canchones, terrazas y andenes pero también incorporando otras no tan difundidas como las parcelas delimitados por elevaciones de tierra, llamadas bordos descritas por Tchilinguirian y Olivera en el capítulo "Agricultura, ambiente y sustentabilidad agrícola en el desierto: El caso de Antofagasta de la Sierra (Puna Argentina, 26°S)". También Albeck en el capítulo "Estudios de arqueología prehispánica en Casabindo" realiza una pormenorizada descripción de las diferentes técnicas utilizadas en el área, y sumando la observación de la acumulación diferencial de líquenes y sedimentación sobre las diferentes estructuras agrícolas logra establecer, a pesar de la ausencia de dataciones absolutas y materiales diagnósticos, varias etapas de crecimiento dentro de una larga secuencia de ocupación de las áreas agrícolas.

Otra de las evidencias artefactuales ligadas a la agricultura son las obras de infraestructura hidráulica destinadas al riego. En este sentido, además de la identificación de las características técnicas de acequias, canales y reservorios, son fundamentales los análisis de los sistemas fluviales y así ha quedado plasmado en varios trabajos. En los capítulos arriba mencionados se describe cómo los sistemas de canalización cubren la totalidad de las áreas cultivadas indicando que tanto en la Puna Seca como en la Puna Salada la agricultura prehispánica dependió totalmente del riego alimentado por cursos de agua permanente. En el capítulo "Formas y espacios de las estructuras agrícolas prehispánicas en la quebrada del Río los Corrales (El infiernillo, Tucumán)", Caria, Oliszewski, Gómez Augier, Pantorrilla y Gramajo Bühler describen una forma de canalización distinta, utilizada para el primer milenio de la Era, destinada a encauzar las escorrentías naturales hacia los diferentes pisos cultivados dentro de un manejo estacional dependiente del agua de lluvias, en un contexto climático más húmedo que el actual. Quesada, en los capítulos "Agricultura campesina en el área de Antofalla (1997-2007)" y "Los límites de la autonomía campesina en la agricultura de regadío. Antofalla y Tebenquiche Chico (s. III a XII d.C)" aplica un modelo teórico-metodológico que relaciona el diseño de las redes de riego con las escalas de gestión implicadas en su construcción y uso, basado en el concepto de red de riego como unidad funcional y de gestión. Así el diseño de múltiples redes de riego independientes en su área de estudio, fue explicado como una evidencia de autonomía doméstica.

La asociación de las áreas agrícolas con los espacios residenciales es también un tema destacado en Arqueología de la Agricultura. En este sentido, los casos presentados coinciden, en esencia, con la diferenciación establecida entre los períodos Formativo y Tardío, en donde en el primer momento las viviendas se distribuyen de manera dispersa entre los campos de cultivo y en el segundo el sector residencial se encuentra nucleado y separado del área productiva. Un caso de particular interés es el presentado por Williams, Korstanje, Cuenya y Villegas en el capítulo "La dimensión social de la producción agrícola en un sector del Valle Calchaquí Medio", donde encuentran que las áreas de cultivo correspondientes a los períodos Tardío en Inca son desproporcionadamente mayores a la población inferida a partir de los asentamientos residenciales. Además, grandes extensiones agrícolas como La Campana y Corralito se hallan a una distancia considerable de áreas de vivienda revelando una dinámica distinta entre vivienda y producción a las ya conocidas. Surgen así, hipótesis sobre el posible uso estacional de estos sectores por parte de poblaciones distantes y del manejo imperial de mano de obra especializada.

El análisis de ecofactos representa otro gran núcleo metodológico contenido en el libro, en particular la definición de especies cultivadas a partir de microrrestos vegetales. Cada cultivo tiene su propio ciclo de crecimiento, requerimiento de agua y nutrientes, cuidados y labores asociados y su definición puede detallar sensiblemente la comprensión de la agricultura y el trabajo campesino en tiempos prehispánicos. En el capítulo "Producción y consumo agrícola en el valle del Bolsón", Korstanje explica el desarrollo del método de análisis múltiple de microfósiles que tiene la ventaja de extraer información de los propios suelos antiguamente cultivados y evita las incertezas sobre el origen, local o foráneo, de los macrorrestos de cultivos, hallados generalmente en contextos domésticos. Una metodología similar es utilizada por Pastor y López en el capítulo "Consideraciones sobre la agricultura prehispánica en el sector central de las Sierras de Córdoba (Argentina)" para afirmar que en la zona de estudio definitivamente se practicó la agricultura por lo menos a partir de los 1000 años AP.

Desde el punto de vista teórico Arqueología de la agricultura ofrece renovadas propuestas de acercamiento a la temática. Si bien el acabado entendimiento de las condiciones ecológicas continúa siendo importante, se distinguen los acercamientos sobre la organización social enfocados en el trabajo campesino. En este sentido el libro incluye expresiones de un importante debate referido a la relación entre la expansión y la intensificación agrícola y la centralización política. Algunas posiciones sostienen que la construcción de amplios terrenos de cultivo y extensas redes de riego se da necesariamente "desde arriba", es decir, mediante una autoridad centralizada con poder suficiente para movilizar la cantidad de individuos, dentro de una sociedad jerarquizada. Contrariamente, otros estudios enfatizan el poder "desde abajo", o sea, el potencial de las unidades domésticas; en este sentido, la repetición de eventos constructivos con baja inversión de trabajo, en términos de tiempo y cantidad de personas, puede producir extensos paisajes agrarios a lo largo de los años, sin la mediación de autoridades. Más allá de que se dé una u otra situación en cada caso particular, el debate pone en evidencia la importancia de la arqueología de la agricultura para profundizar cuestiones fundamentales sobre las sociedades agrícolas prehispánicas.

Lo reseñado representa sólo unos pocos puntos de interés que pueden motivar a leer Arqueología de la Agricultura. Por su contenido, es un libro que no solo atañe a los que se avocan al estudio de la agricultura sino a todos los que investigan las sociedades prehispánicas del NOA y también a aquellos interesados en los pueblos tradicionales de los Andes, herederos de conocimientos, prácticas y tradiciones milenarias. Cabe esperar para un futuro cercano que este campo de investigación se afiance y que obras como esta se multipliquen.