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Comechingonia

versão On-line ISSN 1851-0027

Comechingonia vol.20 no.1 Córdoba jun. 2016

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Caracterización petrográfica de las pastas cerámicas de Antofagasta de la Sierra (Puna austral Argentina). Un enfoque comparativo a nivel intersitios

Petrographic characterization of ceramic fabric from Antofagasta de la Sierra (Catamarca province, Argentina). A comparative approach to intersite level

 

Martina Pérez1 y Leticia Gasparotti2

1 Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. 3 de Febrero 1378, (1426) Buenos Aires, Argentina, martinainesperez@hotmail.com;
2 CITCA-CONICET. Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca. Prado 366, (4700) Catamarca, Argentina, lgasparotti@arqueo.unca.edu.ar

Presentado: 3/11/2015
Aceptado: 3/06/2016


Resumen

El objetivo de este trabajo es caracterizar las pastas cerámicas de diferentes sectores de Antofagasta de la Sierra a través de la petrografía, y aportar información que permita entender el manejo de las materias primas para comprender el tipo de relaciones que se establecieron entre los distintos grupos humanos. En esta ocasión se aborda la problemática que involucra a las interacciones y vínculos que se pudieron establecer entre las personas que habitaron el fondo de cuenca y los sectores intermedios de las quebradas en Antofagasta de la Sierra (provincia de Catamarca, Argentina) durante el período Tardío. Analizar la naturaleza de las inclusiones en las pastas, a través de la petrografía, permitió relacionar la manufactura cerámica con la geología regional, aunque se han identificado algunos conjuntos que podrían ser alóctonos. A nivel general, las muestras presentaron importante variabilidad petrográfica, lo cual refleja el empleo de distintas materias primas y posiblemente distintas tradiciones de manufactura. Las pastas de los fragmentos provenientes de los sitios ubicados en el fondo de cuenca, mostraron una mayor homogeneidad, lo cual podría deberse a necesidades funcionales demandadas por el proceso de intensificación agrícola. Por otro lado, en los sectores intermedios las pastas permiten inferir tradiciones locales a nivel intra-sitio. Con esta línea de investigación pretendemos aportar al conocimiento general de los sitios tardíos de la región, sumando el análisis petrográfico de las pastas cerámicas, vía que recientemente está comenzando a ser utilizada.

Palabras clave: Período Tardío; Materias primas; Tecnología; Tradiciones.

Abstract

In this article the results of the petrographic analysis of pottery samples from Antofagasta de la Sierra are presented to understand the relationships established between the human groups who settled at the conglomerate dwellings in the lower basin, and those living in the intermediate sectors during the first half of the second millennium AD. The nature of the temper used is analyzed to relate ceramic manufacture to regional geology, identifying some possible foreign groups. Broadly speaking, petrographic samples show significant variability, evidencing the selection of different raw materials and, possibly, several manufacturing traditions. The samples from the lower basin present a stronger homogeneity, which could have resulted from the functional needs implied in the process of agricultural intensification. On the other hand, in intermediate sectors, ceramic fabrics could be inferred as possible local traditions at the intra-site level.

Keywords: Late Period; Raw materials; Technology; Traditions.


 

Introducción

En la localidad de Antofagasta de la Sierra (provincia de Catamarca, Argentina), las investigaciones arqueológicas realizadas hasta el momento  permiten afirmar que durante el Período Tardío y Tardío Inca (ca. 1000-1450 d.C.) la mayoría de las poblaciones agropastoriles puneñas experimentaron profundos cambios (Cigliano y Raffino 1973; Nielsen 1996; Núñez Regueiro 1974; Olivera y Vigliani 2000-02; Raffino 1972; Sempé 1999; Tarragó 2000).
La combinación entre las pautas de vida pastora y el énfasis creciente en las prácticas agrícolas habría iniciado una paulatina modificación en la organización social y política de los grupos que, sumadas al incremento poblacional que ocurriría en la región, habría llevado a un patrón concentrado de asentamiento, como sucedió en el sitio La Alumbrera. En este proceso, la producción de alimentos y en especial, el desarrollo del sistema de producción agrícola de Bajo del Coypar II, debió desempeñar un papel relevante (Olivera y Vigliani 2000-02).
Coincidentemente con el surgimiento del asentamiento conglomerado de La Alumbrera se habría dado entre los grupos que habitaban la microrregión (sensu Aschero 1988) una creciente complejización social y política con estratificación social (Cigliano y Raffino 1973; Olivera y Vigliani 2000-02). Este proceso no habría implicado necesariamente la desaparición de las antiguas unidades familiares de pastores, aunque el cambio de un modo de producción doméstico o cooperativo inter-familiar a un sistema productivo establecido a partir de las demandas de fuerza de trabajo y recursos por parte de élites, pudo  constituir  un  punto  de  conflicto  y  tensión  social. De este modo, diferentes grupos inter-familiares asentados en las quebradas de los sectores intermedios se encontrarían resistiendo la coerción implementada por cierta elite desde el fondo de cuenca (Cohen 2012, 2014; Elías 2010; Gasparotti 2012; Martel y Aschero 2007).
En este contexto, creemos que la tecnología no se mantuvo al margen de estos procesos, sino que habría reflejado los cambios ocurridos, ya que fue producida y usada dentro de un contexto social determinado. Debido a que consideramos a la tecnología como un fenómeno social total acordamos que éste es un campo donde las personas y sus relaciones se expresan, generan y reproducen socialmente a través de las prácticas sociales (Dobres 1999; Dobres y Hoffman 1994; Hoffman 1999; Hoffman y Dobres 1999; Lemonnier 1992). Estas prácticas se traducen en elecciones tecnológicas, observables en el registro material (Dobres 1999; Dobres y Hoffman 1994; Lemonnier 1993), siendo estas elecciones las que refieren al contexto social en el cual se desarrolló la práctica de elaboración de un objeto, en este caso la cerámica.
Por otra parte, entendemos como tradiciones alfareras al conjunto de elecciones técnicas, los pasos de la producción o cadenas operativas y los saberes que involucran las habilidades, procedimientos y el conjunto de representaciones culturales de la realidad (Lemonnier 1986).
Desde esta concepción, creemos que es posible abordar la producción cerámica de dos sectores geográficos diferentes de esta parte de la puna austral. Para ello, se plantea un análisis comparativo de las pastas de los conjuntos cerámicos provenientes de los sitios La Alumbrera y Bajo del Coypar II, ubicados en el fondo de cuenca, con la muestra cerámica de Corral Alto, localizado en el sector intermedio de la quebrada del río Miriguaca. El propósito de este trabajo es explorar cómo la petrografía cerámica puede ayudar a comprender el tipo de relaciones que se establecieron entre los grupos humanos establecidos en estos diversos sectores, pero que coexistieron en un momento particular. A través de la profundización del conocimiento sobre las diversas elecciones tecnológicas (sensu Lemonnier 1992) relacionadas con el manejo de las materias primas, usamos como herramienta principal la petrografía y pretendemos aportar información que permita integrar los datos referentes a la producción cerámica durante la primera mitad del segundo milenio de la Era en Antofagasta de la Sierra.

Tres sitios para integrar sectores

Los sitios arqueológicos ejes de este trabajo se encuentran en la Puna Austral Argentina, en la microrregión de Antofagasta de la Sierra (sensu Aschero 1988), situada en el ángulo noroeste  de  la  provincia   de  Catamarca.  Allí,  a  partir  de   las  diferentes  características ecológicas y topográficas y la oferta diferencial de recursos faunísticos, vegetales y minerales, Olivera (1992) distingue tres sectores con alta concentración de recursos diferenciados:

a) Fondo de cuenca (3400-3500 msnm): con predominio de la vega y el tolar, ofrece las mejores posibilidades para la agricultura debido a su topografía abierta, la disponibilidad de agua permanente y los suelos aptos para las labores agrícolas.
b)
Sectores intermedios (3550-3800 msnm): se encuentran entre el fondo de cuenca y las quebradas de altura. Predomina la vega, el tolar y el campo. Las vegas se distribuyen a lo largo de los cursos inferior y medio de los ríos. Se trata de sectores aptos para la producción agrícola y pastoril, con excelente forraje y agua durante todo el año.
c)
Quebradas de altura (3900-4600 msnm). Pertenecen a este microambiente los cursos medios y superiores de los ríos. Son sectores de quebradas protegidas, relativamente estrechas, por donde corren cursos permanentes de agua. Aquí predomina la vega y, en los sectores altos, el pajonal  que a esta altura ofrece una excelente calidad de forraje.

Ubicados en el sector de fondo de cuenca, se encuentran los sitios Bajo del Coypar II  y La Alumbrera (en adelante BC II y LA) (figura 1). El primero de ellos está conformado por un conjunto de estructuras ubicadas en la ladera inferior de los cerros del Coypar que, a su vez, se corresponde con la terraza aluvial del río Punilla. Entre las construcciones arquitectónicas pueden identificarse estructuras agrícolas, habitacionales, funerarias y otras de funcionalidad aún indeterminada (Olivera y Vigliani 2000-02).


Figura 1
. Localización de los sitios arqueológicos y sectores ambientales.

De acuerdo a las características constructivas se ha sectorizado el sitio en dos secciones individuales. Por un lado, se denominó Bajo del Coypar I al reticulado irregular de estructuras de funcionalidad agrícola en el cual se identificaron dos sectores que presentan una capacidad diferencial para ser regados artificialmente (Tchilingirián y Barandica 1995; Olivera y Vigliani 2000-02). Por otro lado, se denomina Bajo del Coypar II  a un conjunto de estructuras de plantas variables, ubicadas en una saliente del faldeo de los cerros del Coypar. En su parte central y más elevada, un muro perimetral rodea parcialmente el conjunto de estructuras.
En el caso de LA, se trata de un gran asentamiento ubicado sobre las laderas del volcán La Alumbrera, cuyas estructuras fueron construidas con piedras de las coladas basálticas de este volcán, en un terreno sumamente irregular. Está considerado como un gran sitio residencial, compuesto por diversas  estructuras que corresponden en gran parte a recintos y tumbas. El área con mayor densidad arquitectónica se denomina Sector Central. Dos sistemas de murallas perimetrales rodean al asentamiento hasta las costas de la laguna Antofagasta. Las estructuras presentan, en su mayoría, planta rectangular/cuadrangular, con algunas excepciones de plantas circulares e irregulares (Olivera 1991; Salminci 2010)
Por otro lado,  en el sector intermedio de la quebrada del río Miriguaca se encuentra Corral Alto (CA en adelante). El sitio se ubica a 3680 msnm, sobre una terraza elevada, localización que permite un amplio control visual de toda el área. En el mismo es posible diferenciar dos grandes sectores o espacios arquitectónicos discontinuos, compuestos por un número escaso de recintos de planta cuadrangular y rectangular, más o menos regulares y diferenciados por una marcada pendiente entre ellos (Escola et al. 2013).
Respecto a la cronología, los tres sitios cuentan con fechados que permiten ubicar temporalmente a sus ocupaciones dentro del Período Tardío, Tardío Inca e incluso el Colonial (figura 2).


Figura 2
. Tabla con los fechados radiocarbónicos calibrados de los sitios presentados2.

Características del material cerámico

Los conjuntos cerámicos de LA (n = 776) y BCII (n = 548) presentan similitudes de tipo estilístico y tecnológico (Pérez 2013). A nivel decorativo, en ambos sitios predomina el grupo “no decorado” (con más de un 70 % de representatividad) con pastas en su mayoría porosas de textura mediano-gruesa y una densidad de inclusiones que varía de mediana a alta (según Mathew et al. 1991, en Orton et al. 1997).
El grupo Belén es el segundo más representativo (en ambos sitios representa un 20% del total de la muestra). Se trata de recipientes con decoración pintada negro sobre rojo, aunque es posible observar variantes como negro sobre marrón, negro sobre morado y negro sobre natural. Esta decoración se presenta, en general, en la superficie externa de los fragmentos. Son frecuentes los acabados de superficie alisado y pulido. Los motivos decorativos se definen por composiciones que abarcan elementos geométricos, espiralados, punteados, reticulados, lineales y escalonados. Las pastas son oxidantes y mayoritariamente de textura fina, dentro de las cuales hay compactas y porosas con un porcentaje de inclusiones de mediano a alto (según los criterios anteriormente definidos).
El grupo Santa María, el tercero en frecuencia (no supera el 5% del total de las muestras), presenta la decoración pintada típica en su variedad negro sobre ante o natural. Se trata de composiciones con líneas negras finas y gruesas y se han registrado motivos zoomorfos. En cuanto a las pastas, las mismas son de textura fina y a veces mediana-gruesa y contienen abundante mica, la cual es fácilmente identificable a nivel macroscópico y le otorga a las pastas un carácter sumamente disgregable.
El conjunto Inca, con muy baja representación (menor al 3%), agrupa a aquellos fragmentos que por su forma, decoración y/o tipo de pasta, pueden relacionarse con el imperio incaico. La mayoría posee texturas muy finas, pastas compactas e inclusiones que pocas veces se observan macroscópicamente. En la decoración son preponderantes las pinturas de colores rojos y naranjas, con trazos de líneas finas en negro. Por último, y también con frecuencias muy bajas (menor al 3% del total de las muestras) se observa un grupo Negro pulido, el cual se encuentra pintado de negro y el pulido puede variar y observarse en la superficie externa, interna o en ambas.  Este grupo es de textura generalmente fina y con inclusiones pequeñas a medianas. La atmósfera de cocción se presenta como reductora completa u oxidante parcial, y en menor proporción, oxidante. A nivel tecnológico, resulta evidente que los ceramistas buscaron hacer recipientes con paredes muy gruesas en lo que respecta al grupo “no decorado”, donde el promedio  de los diámetros en ambas muestras es de 10 mm, con tamaños máximos de 18 mm en La Alumbrera y 22 mm en Bajo del Coypar II, medidos en la porción de los cuerpos (Figura 3).


Figura 3
. Ejemplos del material cerámico trabajado.
A: material de BCII. B: material de LA. C: material de CA.

Las variedades formales registradas en el grupo “no decorado” son ollas, pucos, jarras y platos. Las ollas y pucos presentan diámetros de boca de gran tamaño (con valores que promedian los 23 y 20 cm respectivamente). Existe una alta representación de contornos no restringidos, sobre todo en Bajo del Coypar II donde alcanzan el 50%. Como dato adicional, se puede añadir que en ambas muestras se han registrado porcentajes poco significativos de adherencias de hollín en las superficies externas. Esto suma elementos para vincular a estos recipientes con la función de procesamiento de alimentos más que con la de cocción de los mismos. En lo que refiere al grupo Belén, los pucos se encontrarían más asociados al servicio de alimentos, y las urnas a prácticas rituales, dado que estas últimas se han hallado generalmente asociadas a contextos funerarios, tanto en la región de estudio como en la zona de los valles (Raffino 1973; Sempé 1980, 1999).
En el caso de Corral Alto, el conjunto cerámico recuperado (n = 1797) presenta una variabilidad interna importante, aunque se pueden distinguir de manera general cuatro grupos. El grupo predominante es aquel que denominamos “utilitario o doméstico” (70%, n = 1294). Este conjunto no está decorado y se conforma por grandes recipientes de paredes gruesas, con pastas porosas e inclusiones no plásticas en densidades medianas a altas (en base a estimaciones comparativas según Mathew et al. 1991, en Orton et al. 1997). Las formas que se pudieron reconstruir fueron ollas con diámetros bastante grandes, no decoradas y con escasa evidencia de uso, ya que no se detectó hollín o abradidos que puedan relacionarse con actividades domésticas específicas (Skibo 1992).
El segundo grupo, menos numeroso, es aquel que pudo asignarse estilísticamente a Belén (23%, n = 413) con decoración pintada exclusivamente negra sobre fondo rojo. Las pastas también son de texturas gruesas, con mucha densidad de inclusiones. Estos recipientes exhiben grandes dimensiones y perfiles abiertos. Los últimos dos grupos muestran una baja representación dentro del conjunto general. Uno de ellos se asoció a material Sanagasta (4%, n = 72), y entre las formas se identificaron una olla y un puco con  espesores gruesos en las paredes y pastas compactas con pocas inclusiones. El otro grupo identificado fue relacionado con  cerámica Santa María (1%, n = 18), ya que presenta representaciones en pintura bicolor y tricolor. Este grupo muestra recipientes con paredes de poco espesor y pastas con poca cantidad de inclusiones, dando como resultado una apariencia compacta.
En general, en cuanto al aspecto tecnológico y morfológico del conjunto cerámico de CA, se puede afirmar que predominan vasijas de dimensiones grandes y paredes gruesas, a excepción de los pucos. Las formas son en su mayoría de contornos no restringidos y presentan cuerpos con diámetros promedio entre 20 y 40 cm. Las evidencias sobre los acabados superficiales no son demasiado variables, predominando los alisados incompletos, o toscos con rastros de los instrumentos utilizados para tal fin. Por otro lado, en la mayor parte del conjunto es notable la baja proporción de tratamientos en las superficies, como baños, pulidos, pinturas, etc. Se puede señalar que en CA la mayor parte del repertorio cerámico parece responder a usos utilitarios o domésticos, debido a sus características tecnológicas. Al mismo tiempo, podemos sugerir que la mayoría de las piezas tuvieron un uso restringido dentro del sitio, ya que las grandes dimensiones de los recipientes probablemente complicaron su traslado (Rice 1987). Es posible que el almacenamiento de diversos productos (granos, líquidos, etc.) haya condicionado la fabricación de la mayoría de las  piezas. Podemos inferir esto debido a las  características de las pastas, los espesores de las paredes, los tamaños de los recipientes y las formas identificadas (Gasparotti 2015).

Materiales y metodología

La muestra cerámica utilizada para los análisis petrográficos está compuesta por 59 fragmentos que fueron recuperados en excavaciones y recolecciones superficiales de los sitios anteriormente descriptos (22 fragmentos de LA, 21 de BCII y 16 de CA). Los mismos se seleccionaron a partir de las muestra totales, las cuales fueron sometidas previamente a análisis macroscópicos (ojo desnudo y lupa binocular de bajos aumentos hasta 40X), que permitieron identificar y caracterizar una serie de grupos de referencia de acuerdo a los criterios  tecno-estilísticos   antes   descriptos.  El   número  de   muestras  seleccionadas  fue arbitrario, ya que los estudios petrográficos, por lo menos para el caso de CA, aún están en desarrollo.
Una vez obtenida la muestra, a través de la petrografía se buscó realizar una identificación  mineralógica de los antiplásticos de las pastas cerámicas, siguiendo diversas propuestas metodológicas (Cremonte 1997; Cremonte y Bugliani 2006-09; Cremonte y Pereyra Domingorena 2013), con el fin de lograr una base de datos sobre las materias primas utilizadas en cada caso.
Para realizar la comparación entre las muestras analizadas se procedió a identificar la naturaleza mineralógica y petrográfica de las pastas, y luego se realizó una estimación porcentual de la abundancia de cada tipo de inclusiones a través del conteo de puntos, 300 o más (point counter), realizados barriendo el corte en su totalidad y a distancias constantes. Para este análisis se utilizó un microscopio trinocular “Biotraza” modelo XP-148PLT con objetivos de 4x, 10x, 25x y 40x. Las variables tomadas en cuenta fueron los minerales y litoclastos identificados: cuarzo, plagioclasas, rocas volcánicas, rocas graníticas, micas, arenas micáceas, vitroclastos, feldespatos, minerales opacos, tiesto molido y rocas metamórficas.
Es bien sabido que la pretrografía brinda infinitas posibilidades en el estudio de pastas cerámicas, que incluyen la inferencia tecnológica a partir de la orientación, tamaño, forma, entre otras variables de inclusiones y poros. Sin embargo, en este trabajo, al ser una primera aproximación comparativa, hemos decidido centrarnos exclusivamente en las características de las materias primas utilizadas para cada caso, dejando para futuros trabajos una comparación más exhaustiva.

Análisis petrográficos

A continuación se presenta una tabla con las características de cada uno de los fragmentos seleccionados  para ser sometidos a las observaciones en lámina delgada (figura 4).


Figura 4. Características de la muestra utilizada para petrografía.

Una vez analizados los cortes delgados, los datos fueron procesados estadísticamente aplicando el método de conglomerados jerárquicos, que permite discernir fácilmente las relaciones existentes entre los casos de una base de datos en función de similitudes y diferencias presentes. Para ello se aplicó un análisis de conglomerados, utilizando el programa PAST V. 3.02a (Hammer et al. 2001), aplicando el método “Ward” y ladistancia euclidiana al cuadrado. Este algoritmo es también llamado de varianzamínima, debido a que busca separar conglomerados cuya unión conlleve el menorincremento de la varianza.
Se obtuvo un fenograma con ocho grupos, que combinó las 59 muestras a través de las 11 variables antes mencionadas, agrupándolas con un coeficiente cofenético de 0.6288, el cual nos ofrece una buena representación de las verdaderas distancias en la estructura jerárquica. Los grupos establecidos fueron (figura 5).

 


Figura 5. Composición petrográfica de la cerámica de  LA, BCII y CA.
Fenograma que resume el análisis de conglomerados jerárquicos, aplicando el método “Ward” y la distancia euclidiana al cuadrado.

Grupo 1: compuesto por fragmentos que poseen tiesto molido en sus pastas,  entre 13% y 24% en todos los casos. Se diferencian dos subgrupos: el 2a que se caracteriza por presentar altos porcentajes de micas (entre 16% y 28%) y plagioclasas (entre 12% y 17%), mientras que las muestras del subgrupo 2b contienen menores cantidades de micas y plagioclasas y mayores de cuarzo (entre 44% y el 64%). Al primer subgrupo lo componen tres casos (LA-1, BC-445 y BC-416) y  se corresponde con  dos fragmentos Inca de BCII y uno Belén de LA, mientras que el 2b está conformado por cinco fragmentos (LA-19, LA-15, BC-14, LA-18, LA-13, y BC-5) que son en su totalidad “no decorados” (Figura 6).


Figura 6. Fotografía microscópica con detalles de las pastas cerámicas; a: corte CA1 (paralelos); b: corte CA1 (polarizado), se observan vulcanitas y andesitas; c: corte CA 47 (polarizado) se observan inclusiones graníticas; d: corte LA 14 (paralelos), detalle de micas; e: corte LA-7 (paralelos), detalle de tiesto molido.

Grupo 2: las muestras que lo componen poseen altas proporciones de cuarzo, que superan el 46% y hasta 64%, también se observan micas en cantidades que sobrepasan el 13% hasta un 46%. Presentan rocas graníticas (menos de 12%) y plagioclasas en bajos porcentajes (menos del 16%). Está compuesto por 11 casos que estilísticamente son muy variados: fragmentos Belén de LA (LA-20 y LA-10), Sanagasta de CA (CA-26 y CA-19), “no decorados”  de CA (CA-41 Y CA-47) (figura 3c), Santa María de LA (LA-7 y LA-17), Inca de LA (LA-8), Negro Pulido de BCII (BC-11) y No decorado de BCII (BC-16). El sub grupo A muestra mayores porcentajes de cuarzo y plagioclasas, mientras que el sub grupo B tiene mayor porcentajes de mica.
Grupo 3: son muestras que presentan una importante cantidad de inclusiones de cuarzo,  hasta 60%, también presenta porcentajes de plagioclasa variables (entre el 5% y 41%), pero el elemento significante es la presencia de rocas volcánicas. Los fragmentos de este conjunto conforman tres subgrupos que coinciden exactamente con los sitios. El 4a agrupa a fragmentos de LA que contienen rocas volcánicas con porcentajes mayores al 7%. Dos de ellos poseen vitroclastos (12%) y otro rocas metamórficas (9%). Lo integran fragmentos Belén y “no decorados” (LA-1, LA-4 y LA-9) procedentes de LA.  En el subgrupo 4b se encuentran los fragmentos de CA que no poseen ningún componente de vitroclástos ni de areniscas micáceas y poseen un importante porcentaje de plagioclasas (más del 23%) y rocas volcánicas (entre un 2% y 8%). Son cuatro fragmentos (CA-8, CA-33, CA-37 y CA-42), todos ellos “no decorados”. Las muestras del subgrupo 4c contienen menor cantidad de rocas volcánicas que los otros subgrupos (3%), areniscas micáceas (hasta un 11%), rocas metamórficas en cantidades considerables (entre un 11% y 40%) y en algunos casos vitroclastos (hasta un 5%). Este subgrupo conglomera en su totalidad fragmentos de BCII (BC-9, BC-4, BC-3, BC-6, BC-7, BC-15 y BC-8), dos de ellos Belén y el resto “no decorados”.
Grupo 4: compuesto por fragmentos que presentan un alto contenido de inclusiones de  cuarzo (entre el 66% y 85%), plagioclasa en cantidades considerables (entre 3% y 23%) y micas (hasta un 12%). Algunos presentan rocas volcánicas (entre 3% y 9%) y también se observaron rocas graníticas (hasta un 6%). A este grupo lo componen  siete casos (CA-4, CA-12, CA-13, CA-23, BC-1, LA-3 y LA-12), que provienen de los tres sitios y presentan alta variabilidad en sus asignaciones estilísticas. Se contabilizaron dos fragmentos Santa María y uno Belén (de CA) y finalmente, cuatro “no decorados” de los tres sitios.
Grupo 5: se trata de muestras que poseen un alto contenido de rocas volcánicas (entre 24% y 39%) y además algunas muestras presentan vitroclastos (menos de 4%). Las inclusiones de cuarzo se observan en proporciones importantes (entre 22% y 42%), al igual que las plagioclasas  (entre 12% y 39%) y  micas (entre 5% y 23%). A este  grupo lo  conforman cuatro fragmentos: (CA-1, CA-3, CA-5 y LA-22), dos de ellos son de adscripción Belén de CA y dos “no decorados” de LA y CA.
Grupo 6: se diferencia notablemente de los otros grupos ya que las muestras que lo integran contienen importantes cantidades de rocas graníticas (entre 21% y 36%) y mica (entre 23% y 42%). Mientras tanto el cuarzo presenta porcentajes más bajos (entre 19% y 25%), al igual que la plagioclasa (entre 3% y 12%). Está conformado por dos fragmentos, uno de ellos Santa María (LA-5), y el otro “no decorado” (CA-9).
Grupo 7: el componente que define a este grupo es el vidrio volcánico o vitroclastos, que se presenta en porcentajes que van del 15% al 55%. Además, estas muestras poseen una considerable cantidad de micas (entre 8% y 26%). Están ausentes las inclusiones de rocas graníticas y areniscas micáceas. También se observa cuarzo (entre 16% y 46%) y plagioclasas en menor cantidad (entre 5% y 14%).  Se observaron rocas volcánicas en bajas proporciones (1%). Este grupo se conforma por nueve fragmentos, todos ellos procedentes de BCII y LA. En cuanto a la asignación estilística es bastante variado, ya que hay fragmentos Belén (BC-13, LA-6, BC-10 y LA-11), Santa María (BC-436 y BC-12), “no decorados” (BC-2), Inca (LA-21) y Negro Pulido (LA-2).
Grupo 8: Es el grupo que presenta menos afinidad petrográfica con el resto de conjunto analizado. Está conformado por fragmentos con elevados porcentajes de micas, en todos los casos estos minerales superan el 74%. Este dato resulta llamativo, al igual que los escasos porcentajes de cuarzo (entre 6% y 16%). No presenta rocas volcánicas pero si graníticas, aunque en bajos porcentajes (entre un 1% y 5%). Componen este grupo tres muestras asignadas a Santa María de los sitios LA y BCII (LA-14, BC-433 y BC-441).

Observaciones generales y tendencias en los grupos de pastas

La aplicación del análisis de conglomerados nos permitió observar algunas tendencias en las muestras analizadas, esto nos condujo a establecer relaciones entre los grupos de pastas y los diferentes sitios.
En primer lugar destacamos que las muestras pertenecientes a los sitios de LA y BCII se distribuyen en todos los grupos de pastas; mientras que los fragmentos de CA sólo se encuentran en los grupos 2, 3, 4, 5 y 6. A partir de esto, podemos inferir que la cerámica de CA es más homogénea entre sí que la de los otros dos sitios. Por otro lado, notamos que los grupos 1, 7 y 8 sólo están conformados por ejemplares correspondientes a LA y BCII; lo que indica una mayor segregación de la alfarería de estos dos sitios en  relación a CA. Al mismo tiempo, las muestras de LA y BCII se agrupan mucho más entre sí, mostrando una mayor homogeneidad entre estas muestras.


Figura 7. Porcentajes de variable según cada muestra.
Referencias: Cz= cuarzo, Plag= plagioclasa, R.V.= rocas volcánicas, R.G.= rocas graníticas, A. mic= areniscas, micáceas Vitr= vitroclastos, Feld= feldespatos, Min.Op= minerales opacos, Ties. M= tiesto molido, R.M. =rocas metamórficas.

Sin embargo, los ejemplares analizados de CA se vinculan más con los de LA que con los BCII, mostrando mayor similitud en la mieneralogía de sus inclusiones. Es importante destacar que no hay agrupaciones exclusivas por cada sitio, salvo el grupo 3 en sus subgrupos, lo que no necesariamente indicaría tradiciones manufactureras divergentes en cada asentamiento, pero sí algunas tendencias particulares. En  general, también se puede resaltar que no se ha observado una correlación entre los grupos petrográficos y los tipos cerámicos establecidos a nivel macroscópico para ninguno de los sitios analizados. Sin embargo es interesante destacar que las pastas Belén de CA se distribuyen en grupos diferentes a las  Belén de LA y de BCII, por lo cual éstas últimas están más cercanas entre sí que con las pastas Belén de los sectores intermedios. Al mismo tiempo, las pastas asociadas a Belén en todos los casos se relacionan más con aquellas no decoradas que con otras asociadas a tipos estilísticos determinados, como Santa María o Inca.
Así también, los fragmentos identificados como Santa María de CA se agrupan petrográficamente (grupo 4), separándose del resto de los fragmentos que se caracterizaron con este estilo en LA y BCII. Por otro lado, las pastas incas de BCII se ubican dentro del grupo 1a, mientras que las de LA se dividen en diversos grupos, conformándose más heterogéneamente. Finalmente, la petrografía de las pastas incas y Belén de LA y BCII se relacionan más entre sí, que con las Belén de CA. Podemos decir en base a estas observaciones que la petrografía de las pastas de LA y BCII es más homogénea y más similar entre sí que con las pastas de CA. Como observación final, las inclusiones de tiesto molido nos resultan un tema interesante para destacar. Por un lado, hemos notado en ejemplares de los sitios LA y BCII la presencia de inclusiones de tiesto molido en abundancia considerable, pertenecientes al grupo 1. Mientras tanto, en los fragmentos de CA sólo se observó un solo caso y con escasas proporciones. Creemos que esta práctica de manufactura tiene implicancias particulares en las tradiciones de manufactura que son válidas para considerar.
Por otro lado, con respecto al grupo 7, es interesante destacar la presencia de vitroclastos y vincular la utilización de esta materia prima con las prácticas alfareras que se están desarrollando en todo el noroeste argentino en estos momentos tardíos, asociadas al imperio inaico. Páez y Arnosio (2009), al observar esta tendencia a nivel regional, postulan que esta práctica tecnológica habría tenido connotaciones importantes para la política del Tawantinsuyo en esta región, no solamente en formas incas diagnósticas, sino también en alfarería de momentos previos, como aquella de los estilos Santa María y Belén. Para este último caso, ha sido observada su incorporación recurrente en la cerámica Belén de los sitios del Valle de Hualfín, por lo cual se postula una larga tradición de manufactura asociada a esta práctica (Wynveldt 2004, 2007; Zagorodny et al. 2010). Según estos autores su uso podría responder a la disminución del peso de los recipientes y a la resistencia que aporta la utilización de este tipo de inclusiones.

Discusión

El análisis petrográfico realizado sobre la cerámica de LA, BCII y CA nos permite abordar la problemática de la producción alfarera durante el Período Tardío en la cuenca de Antofagasta de la Sierra, al poder comparar la naturaleza y composición de las pastas en diferentes sectores de la región (fondo de cuenca y sectores intermedios). Así, creemos que la aplicación de análisis petrográficos puede brindar la posibilidad de explorar las prácticas de producción alfarera, especialmente el uso de diversas materias primas, que involucra de manera directa un “saber hacer” tradicional.
Proponemos dos instancias de discusión: en una primera parte abordaremos las relaciones entre las muestras y la geología regional. Entretanto, en la segunda nos centraremos en los conglomerados resultantes del análisis petrográfico, lo que nos permitirá discutir las relaciones, similitudes o divergencias en las elecciones tecnológicas de los alfareros para momentos tardíos.

1. Relaciones entre la geología y la petrografía cerámica
Consideramos importante explorar la relación de los fragmentos analizados con la geología de la región, ya que esto nos permitirá abordar posibles diferencias en las materias primas utilizadas y plantear una aproximación a la posible procedencia de las mismas.
La geología local está conformada prácticamente en su totalidad por sedimentitas y vulcanitas cenozoicas (Formación Sijes, Beltrán, Toconquis e Incahuasi). Las vulcanitas constituyen el elemento litológico de mayor significación regional (Aceñolaza et al. 1976; González 1992). Así, partiendo de esta base, podemos proponer una notable vinculación entre la mayoría de los grupos (4, 5, 6 y 8) y la geología regional, ya que las inclusiones de rocas volcánicas son una constante dentro de ellos. En un trabajo previo (Pérez y Tchilinguirián 2014) se pudo establecer una asociación entre los componentes petrográficos cerámicos del fondo de cuenca y la geología regional, ya que las inclusiones identificadas se vinculan con los afloramientos dominantes en la región de Antofagasta de la Sierra, que están constituidos por litoclastos volcánicos de distintos tipos de basaltos y minerales como el cuarzo, plagioclasas, piroxenos, anfíboles y olivina. La predominancia de formaciones de origen volcánico está representada por las formaciones Incahuasi y Beltrán, compuesta esta última básicamente por andesitas. Mientras tanto, la formación Toconquis está  conformada  por  tobas  e  ignimbritas.  Sería  esta  formación  la  que  presenta  aporte de material vítreo, asociado tal vez al grupo 7, representado exclusivamente por material proveniente de los sitios LA y BCII.
Otras inclusiones, como areniscas micáceas, cuarzo policristalino, cuarzo, feldespatos y micas de escaso tamaño, podrían asociarse a las arcillas procedentes de la formación Sijes, de edad terciaria. También hay pelitas y cuarzo policristalino pertenecientes a la formación Falda Ciénaga, situada a 4 km al norte de Bajo del Coypar II. Estas son rocas metamórficas de bajo grado, intercaladas con bancos de metacuarcitas (Pérez y Tchilinguirián 2014). Este tipo de inclusiones se observó particularmente para el material procedente de LA y BCII, siendo prácticamente inexistente en el caso de CA.
Es interesante remarcar que dentro del conjunto de grupos asociados a las rocas volcánicas se encuentra el grupo 3, dentro del cual los subgrupos se separan específicamente por cada sitio considerado (LA, BCII y CA). A partir de esto, si consideramos la posibilidad de que los agrupamientos estén estrechamente relacionados con la geología más inmediata, es posible que la manufactura cerámica también se haya realizado de manera local e incluso intra-sitio. Esto explicaría la individualización de las agrupaciones, respondiendo a tradiciones de manufactura particulares para cada sitio. Sin embargo, la identificación de material volcánico en la geología local no explica por completo las características del conjunto bajo análisis, ya que hemos individualizado grupos con inclusiones predominantemente de tipo granítico (grupos 2, 6 y 8). La identificación de formaciones litológicas conformadas por rocas graníticas puede ubicarse en formaciones geológicas del norte de la puna austral, o de la llamada Faja Eruptiva Oriental, ubicada a unos 75 km al sur del Cerro Galán o incluso de la Faja Eruptiva de la Puna Occidental, ubicada al norte y oeste de Antofalla (Alonso et al. 1984; González 1992). En todo caso, ninguna de las posibles fuentes de los aportes graníticos se encuentra en las inmediaciones de los sitios, lo que nos permite proponer un origen no local de las materias primas utilizadas en los grupos 1, 3 y 7.
Este tipo de inclusiones se observa particularmente en el grupo 8, conformado en su totalidad por fragmentos Santa María de LA y BCII; en el grupo 2, compuesto por una variabilidad importante tanto de procedencia como de estilos, y el grupo 6 formado por un fragmento Santa María de LA y uno no decorado de CA. Podemos afirmar que no hay una correlación estricta de estas materias primas no locales con estilos definidos, pero sí es posible pensar que los casos de cerámica Santa María de LA y BCII se relacionen con este tipo inclusiones no locales. Mientras tanto los casos de pastas con inclusiones graníticas en CA son mucho más escasos (cuatro fragmentos de los analizados correspondientes a los grupos 2 y 6) y agrupan algunos fragmentos no decorados (n=3) y llamativamente los únicos ejemplares asociados a Sanagasta (n=2), lo que puede conducirnos a pensar en la posible procedencia alóctona de este tipo de cerámica.

2. Relaciones entre los agrupamientos
En esta segunda parte, nos interesa centrarnos en las relaciones que se establecieron entre las muestras estudiadas. A través de las observaciones realizadas sobre la petrografía podemos postular que existió una gran heterogeneidad en las materias primas utilizadas para la producción de cerámica recuperada en los tres sitios considerados. Esto no implica que cada sitio presente una “tradición” alfarera propia y separada del resto, sino más bien procesos de manufactura flexibles dentro de cada sitio, tanto en el fondo de cuenca (LA y BCII) como en los sectores intermedios (CA). 
Sin embargo, se reconocen similitudes que caracterizan y al mismo tiempo vinculan la producción alfarera de los tres sitios. Específicamente se observa una relación entre la alfarería de LA y BCII. Esto se daría en concordancia con el modelo que propone a BCII como un centro productor de alimentos administrado desde LA y en estrecha relación con un momento de intensificación productiva durante el Período Tardío y aún más en el incaico (Olivera y Vigliani 2000-02). Es posible que las similitudes en las pastas cerámicas se deban a tradiciones alfareras similares.
En concordancia con esto último, la mayor homogeneidad petrográfica de BCII podría atribuirse a la funcionalidad de la alfarería, ya que sería utilizada en actividades específicas como contenedores para procesar o almacenar alimentos, posiblemente vinculada a los extensos campos de cultivo de este sitio (Pérez 2013; Vigliani 1999). En el caso del subgrupo 3c, lo que segrega a las muestras de BCII es el alto componente de arenisca micácea. Este componente le otorga una textura disgregable a las pastas y un aspecto poroso. Un tipo de cerámica con estas características es ideal para el almacenaje. El alto porcentaje de inclusiones (Pérez 2013) y la poca cohesión de las pastas traen aparejado una mayor resistencia a la humedad de los productos almacenados en ellas (Orton et al. 1997: 135).
Por otra parte, el caso de CA se muestra diferente. En primer lugar se observa una importante heterogeneidad interna, aunque en algunos casos como en el subgrupo 3b se aglomeran de manera conjunta y se diferencian claramente del resto. Esta situación podría indicar una tradición alfarera local en CA. La ausencia de vitroclastos y areniscas micáceas, características de BCII, marcan una clara diferencia entre las materias primas utilizadas. Más llamativo aún resulta la prácticamente nula presencia de tiesto molido, observado solo en un caso y con un porcentaje menor al 4%. Esta es una elección bastante recurrente para momentos tardíos, sobre todo en los valles (Puente 2012, 2015), y presente también en LA y BCII (Pérez 2013). La elección de incluir o no tiesto molido en las pastas se convierte en un indicador importante sobre las prácticas de producción alfarera y las tradiciones tecnológicas. Es posible que esta elección  esté más estrechamente relacionada con las tradiciones alfareras de los valles, lo que nos permite plantear que los habitantes de LA y BCII pudieron haber tenido una relación más estrecha con las tradiciones de manufactura alfarera de los valles, en contraposición con la gente de CA.
En este sentido, es importante rescatar que las pastas Belén e Inca de LA y BCII se relacionan más entre sí que con las Belén de CA, caso que resulta llamativo ya que sería esperable que las pastas asociadas este grupo sean más homogéneas en general. A pesar de estas diferencias, es evidente que las muestras de CA se encuentren más asociadas a LA que a BCII. Esta situación cobra sentido si consideramos el papel de LA, que como cabecera política o como un importante conglomerado habitacional ubicado estratégicamente en el fondo de cuenca, es posible que bienes como la cerámica reflejen relaciones establecidas entre este importante sitio y aquellos asentamientos más pequeños de los sectores intermedios, como CA. Pero al mismo tiempo, la variabilidad y las diferencias observadas nos permiten proponer la existencia de tradiciones tecnológicas flexibles, no estructuradas entre los habitantes de fondo de cuenca y los sectores intermedios en Antofagasta de la Sierra.

Conclusiones

Los análisis petrográficos realizados sobre el material cerámico perteneciente a estos tres sitios permitieron identificar elecciones tecnológicas asociadas con las prácticas alfareras, especialmente aquellas que se relacionan con la elección de materias primas.
En principio, tanto en el fondo de cuenca como en los sectores intermedios la naturaleza de las inclusiones no plásticas de las pastas evidencia la utilización mayoritaria de materias primas locales, lo cual deberá ser contrastado en un futuro con la recolección y estudio de arenas locales o bien, análisis químicos de elementos traza. Sin embargo, existen ejemplares que se asocian a materias primas no locales. Específicamente aquellos grupos que muestran litoclastos de origen granítico y ausencia de inclusiones volcánicas. También dentro de este conjunto minoritario, observamos que la cerámica santamariana de Bajo del Coypar II y La Alumbrera presenta abundante cantidad de mica (muscovita) no identificable, hasta el momento, en la geología de la microrregión. Estas diferencias en la materialidad específica de este grupo (grupo 8), podrían ser el reflejo de una manifestación identitaria o social que vincule a esta alfarería con otros territorios. Al respecto, es sugerente la reación con la región de los valles mesotermales, donde afloran secuencias terciarias en las que hay un considerable   aporte  de rocas  cristalinas  como  granitos,  grandinioritas,  gneiss  y  filitas  (provincia geológica de las Sierras Pampeanas) (Pérez y Tchilinguirián 2014).  Esto, sumado a la presencia de las inclusiones graníticas de origen no local, nos conduce a pensar en una vinculación con otros territorios.
La importancia del sitio La Alumbrera durante momentos incaicos, conjuntamente con la intensificación productiva de Bajo del Coypar II, pudo haber estado asociada con el traslado de poblaciones vallistas (Santa María en este caso) para la reorganización de actividades relacionadas con la producción (Olivera 1991), lo que podría explicar las particularidades del conjunto santamariano de La Alumbrera y Bajo del Coypar II. Por otro lado, como ya se mencionó anteriormente, la homogeneidad de las pastas de BCII puede asociarse con propiedades específicas que respondieron a las necesidades funcionales de estos recipientes insertos dentro de un sistema extensivo de producción agrícola.
En general, las observaciones petrográficas muestran una importante variabilidad a nivel de pastas, que no presentan correlaciones estrictas con estilos o formas. Esto podría ser el reflejo de una producción cerámica no estandarizada  ni centralizada desde el fondo de cuenca. Sin embargo, la cercanía existente en la conformación de las pastas entre  Corral Alto y La Alumbrera permite considerar similitudes en las elecciones tecnológicas entre uno y otro sector de la microrregión.
Si nos detenemos en el conjunto estilístico mayoritario, que es el Belén, es interesante mencionar que ni siquiera para este caso, se evidencia una composición muy homogénea en los componentes de las pastas. Esta situación parece ser muy distinta a lo que ocurre en los conjuntos cerámicos de los sitios del valle de Hualfín, donde los resultados petrográficos sugieren una composición muy homogénea que varía solo en la frecuencia de los componentes principales y conserva cierta recurrencia composicional en sus asociaciones (Zagorodny et al. 2010).
Por otro lado, es muy sugerente la diferenciación entre los sitios en cuanto a la práctica del agregado de tiesto molido. La posible relación de esta elección tecnológica con tradiciones manufactureras de los valles (Puente 2012, 2015), y la notable diferencia en cuanto a la frecuencia de este tipo de inclusiones en los sitios del fondo de cuenca, nos permite plantear la existencia de relaciones más estrechas de la gente de La Alumbrera y Bajo del Coypar II con aquella de los valles mesotermales, situación que no es tan clara para Corral Alto.
De este modo, en los sectores intermedios las características de las materias primas de  las pastas permiten inferir tradiciones locales específicas y, al mismo tiempo, algunas vinculaciones  entre  las “recetas” utilizadas  en uno y  otro sector. Se  puede  proponer que estas poblaciones tuvieron contactos fluidos  con el gran conglomerado de La Alumbrera y a eso se deben las similitudes en las tradiciones tecnológicas. Sin embargo, estas semejanzas no estarían basadas en prácticas de producción estructuradas y/o estandarizadas en el fondo de cuenca, sino más bien en una autonomía y flexibilidad en las prácticas, incluso una identidad propia reflejada en los modos de hacer.
En el contexto micro-regional, durante este momento la situación social habría sido más que compleja. Como se ha planteado en recientes investigaciones, durante la primera mitad del segundo milenio habría existido una continuidad de las autonomías comunitarias de las unidades familiares de los sectores intermedios. Sin embargo, estas familias habrían estado contenidas al mismo tiempo dentro de redes socio espaciales mayores, con grados de centralización política variables (Cohen 2012, 2014; Martel y Aschero 2007).
A partir de estos resultados, postulamos que esta situación también podría verse reflejada en la cerámica. Así podemos entender las tendencias observadas petrográficamente como un doble juego en las prácticas de producción alfarera, coincidentes con el panorama regional planteado anteriormente. Por un lado, parece haber diferencias marcadas en los modos de hacer cerámica entre ambos sectores, lo que reflejaría una posible continuidad de las unidades familiares de los sectores intermedios pero, por otro lado, las similitudes en ciertas elecciones tecnológicas estarían marcando la inserción de estas comunidades dentro de redes socio-espaciales más amplias.
Creemos que este trabajo constituye un primer aporte desde la petrografía de pastas cerámicas a la problemática del período Tardío regional. Se ha intentado una integración de datos provenientes distintos sitios, y al mismo tiempo buscar interpretaciones válidas que nos ayuden a entender los procesos sociales y la dinámica social en este momento en Antofagasta de la Sierra, aunque sabemos que esto es sólo el comienzo.

Agradecimientos: este trabajo fue posible gracias muchas personas que de una forma u otra han colaborado con nosotras. Quisiéramos agradecer a la Dra. Patricia Escola y al Dr. Daniel Olivera, por la dirección de los proyectos en los cuales este trabajo está enmarcado, y facilitar siempre nuestra tarea. Al Dr. Pablo Tchilinguirian y al Dr. Gustavo Tosseli por la ayuda en la interpretación petrográfica de los cortes delgados, y a la Dra. Beatriz Cremonte por sus comentarios y sugerencias. También queremos agradecer a los editores de esta revista y a los evaluadores.

Notas

1 Fechado realizado sobre una muestra de carbón vegetal recuperada de la Estructura 2 de Corral Alto. Laboratorio: LATYR. Código: LP- 3087. Años calibrados AP 963-689. Rango de 1 σ [cal AD 1031: cal AD 1179]. Noviembre de 2014.

2 Todas las dataciones radiocarbónicas se calibraron con 2σ con el software Oxcal v. 4.1 (Bronk Ramsey 2001, en Grana 2013) y utilizando la curva ShCal04 (McCormac et al. 2004, en Grana 2013).

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