SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.21 número1ESTUDIO COMPARATIVO DE DOS SITIOS ALDEANOS DEL PRIMER MILENIO D.C. EN TUCUMÁN, ARGENTINAEL PASTOREO CONTADO EN PRIMERA PERSONA: ENTREVISTA A SABINO FIDEL DÍAZ, ÚLTIMO HABITANTE DE LA QUEBRADA DE LOS CORRALES índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Comechingonia

versión On-line ISSN 1851-0027

Comechingonia vol.21 no.1 Córdoba jun. 2017

 

DOSSIER

PROCESOS LOCALES, MIRADAS REGIONALES, CONCEPTOS GLOBALES. APORTES HACIA LA HISTORIA DE FORMACIÓN DE PAISAJES CAMPESINOS.

LOCAL PROCESSES, REGIONAL VIEWS, GLOBAL CONCEPTS. CONTRIBUTIONS TOWARDS THE HISTORY OF FORMATION OF PEASANT LANDSCAPES.

 

Enrique Moreno1 y Maximiliano Ahumada2

1CITCA-CONICET, Escuela de Arqueología, UNCA. Prado 366, (4700) San Fernando del Valle de Catamarca, Argentina, enalmor@gmail.com;
2 CITCA-CONICET, Escuela de Arqueología, UNCA. Prado 366, (4700) San Fernando del Valle de Catamarca, Argentina, maximilianoahumada@hotmail.com

Presentado: 29/12/2016 - Aceptado: 25/06/2017


Resumen

Al estudiar los procesos sociales acontecidos en un espacio social particular, suelen observarse dos escalas para estudiarlos: una local, vinculada al proceso histórico que llevó a comprender la forma en que dicho lugar fue construido, vivido y abandonado y uno regional, que tiende a tratar de vincular diferentes procesos a mayor escala, donde las historias locales se subsumen a esta visión más amplia. En este sentido, la ocupación humana durante el 1º milenio de la era en la Sierra de El Alto-Ancasti, fue principalmente contada desde una visión regional, donde los pobladores locales fueron vinculados a dos grandes procesos: la producción pastoril a gran escala para centros políticos importantes o la realización de rituales en los espacios rupestres. Esto se insertaba directamente en la lógica de comprensión de las relaciones sociales en el contexto del señorío Aguada. Nuestras investigaciones en la Sierra han tomado otra dirección, pretendiendo profundizar el conocimiento local, para luego pensar en la relación entre estas poblaciones y contextos regionales de media y larga distancia. En particular, en este trabajo, contaremos la historia local de ocupación de una unidad doméstica (ET19), ubicada en la cumbre de la Sierra de El Alto-Ancasti, a través de la materialidad lítica y los recursos faunísticos explotados, con el objetivo de comprender la forma en que se construía un paisaje campesino a escala local y reproducido en el tiempo.

Palabras clave: El Alto-Ancasti, tecnología lítica, conjuntos faunísticos, recursos locales

Abstract

When we study the social processes happened in a particular landscape, two scales generally

are shown to study them: a local one, linked to the historical process that take place to understand the form in which that place was constructed, lived and leaved; and a regional one, which tends to identified the linkage between different processes in a major scale, where the local histories are subsumed to this more wide vision. In this respect, the human occupation during the 1 º millennium of the era at El Alto-Ancasti mountains was principally told from a regional vision, where the local settlers were linked to two major processes: the large-scale pastoral production for political centers or the accomplishment of rituals in the rock art places. This was inserted directly in the logic of comprehension of the social relations in the historical context of Aguada culture. Our investigations in the area, have taken another direction, trying to deepen into the local knowledge, telling the history from this point of view, and form it thinking about the relation between these populations and regional contexts of short and long distance. Especially, in this work, we will count the local history of occupation of a domestic unit (ET19), located in the higher section of El Alto-Ancasti mountains, across the lithic technology and the faunal resources exploited, with the aim to understand the form in which a peasant landscape was constructed at a local scale and reproduced through time.

Keywords: El Alto-Ancasti, lithic technology, faunal compounds, local resources


 

Introducción

Una rápida visión de algunos antecedentes sobre las poblaciones humanas que ocuparon la Sierra de El Alto-Ancasti (Catamarca) (Figura 1) en los últimos dos milenios se centran en aspectos recurrentemente tratados y otros solamente soslayados. Claramente, una problemática central fueron las representaciones rupestres, ubicadas principalmente en aleros y cuevas, con complejas y llamativos diseños que abarcan una multiplicidad de temáticas, rápidamente vinculados a la cultura de La Aguada. Personajes como sacrificadores y danzarines, elementos como báculos, cabezas trofeo y felinos se entremezclan en un espacio altamente ritualizado, en lo que habrían participado, probablemente, los miembros de las élites del señorío Aguada. También fue relacionado este fenómeno cultural a la presencia de bosques de cebil (Anadenanthera colubrina) y su participación en ceremonias chamánicas debido a su potencia psicotrópica (De la Fuente 1979; De la Fuente y Díaz Romero 1974; González 1998; González y Pérez Gollán 1976; Gramajo y Martínez Moreno 1982; Kriscautzky 1996-1997; Pérez Gollán 1991, 1994). Estos autores plantean que durante el llamado período de Integración Regional se asume la utilización de algunos espacios, como el de las cuevas pintadas del Este catamarqueño, para la realización de distintas ceremonias, con el objetivo de integrar creencias y vínculos sociales, ancladas a un centro político-religioso, que posiblemente se hubiese ubicado en el Valle de Ambato.

Con menos intensidad fueron analizadas algunas evidencias sobre las poblaciones que podrían haber ocupado este espacio, entremezclados con la impronta ritual antes comentada. De esta manera Ardissone (1945), Difrieri (1945) y Barrionuevo (1972), realizan las primeras observaciones acerca de viviendas y áreas de producción agrícola-pastoril en el área. Así, llaman la atención sobre la presencia de poblaciones humanas asentadas de manera permanente en estos espacios, con un desarrollo de tecnología de terrazas de cultivo para la práctica agrícola.


Figura 1. Mapa de ubicación del área de estudio.

 

Pero más allá de estos comentarios, las tierras altas de la sierra fueron construidas como espacios destinados a la cría de ganado y la población local dedicada exclusivamente a esta práctica. Allí, se presupone una ordenación espacial de las prácticas productivas, donde las cumbres habrían sido destinadas a la ganadería, los piedemontes al establecimiento social y la producción agrícola y el fondo del valle destinado a la cacería y la recolección de especies vegetales silvestres (Kriscautzky 1996-1997; Pérez Gollán 1994; Raffino 1975).

Por lo tanto, estas investigaciones promueven una comprensión de la Sierra de El Alto-Ancasti entendida esencialmente como una periferia conceptual y material. Material porque la supone un espacio que depende de un poder centralizado en términos políticos, rituales, económicos y sociales y cuyo desarrollo y cotidianeidad se ve sujeto a dicha centralidad o también, claramente, a la ritualidad y a la participación de este espacio en redes de intercambio focalizadas en caravaneros que llegarían a estas latitudes en busca del cebil, pero también de tinturas y plumas de aves (Dlugosz 2005). Conceptualmente, la Sierra también es concebida periféricamente en relación a estos centros y entendida únicamente en relación a ellos, es decir, sin el desarrollo de centros como el de Aguada en Ambato, poco se podría pensar en las ocupaciones humanas en la Sierra de El Alto-Ancasti.

Frente a este panorama, desde hace varios años, se propuso construir una visión desde lo local de las ocupaciones de la cumbre de la Sierra de El Alto-Ancasti, a partir de un estudio de la arquitectura doméstica, la construcción de vecindad y la complejidad del paisaje agrario en estos espacios (Quesada et al. 2012). Estas investigaciones, centradas inicialmente en la localidad de El Taco (Departamento Ancasti, Catamarca), caracterizaron la formación de un espacio social marcado por la construcción de varias compuestos domésticos caracterizados por muros de piedra, algunos constituidos por varios recintos y otros por uno o dos recintos, todos ubicados en los sectores más elevados del espacio, con una fuerte intervisibilidad entre estas unidades y senderos que los comunican con el fin de visitarse constituyendo así un espacio aldeano. Además, se registraron numerosas terrazas de cultivo que definen espacios productivos vinculados a los compuestos domésticos, lo que claramente constituye un paisaje destinado a permanecer en el tiempo y que implica la construcción de relaciones sociales en el marco de un paisaje campesino, destinado a perdurar en el tiempo1 (Ahumada y Moreno 2015-2016; Granizo y Barot 2014; Moreno 2014; Moreno y Egea 2016; Moreno y Quesada 2012; Quesada y Gastaldi 2013; Quesada et al. 2012).

Procesos locales, miradas regionales, conceptos globales. Aportes hacia la historia...                                   153

Esta visión del paisaje construido en la Sierra de El Alto-Ancasti, fue luego profundizada con la excavación de una de las unidades domésticas (ET19), con el objetivo principal de establecer la manera en que se vivía esta experiencia local, poder construir una cronología de dicha ocupación y evaluar la historia de construcción y ocupación de esta unidad doméstica (Quesada y Gastaldi 2013). Es en este marco que se inserta el presente trabajo, cuyo interés es el de profundizar esta visión de lo local, centrada en los materiales recuperados de la excavación de una unidad doméstica (ET19), para entender la lógica de ocupación y reproducción social de estas poblaciones (Figura 2). De esta manera, pretendemos profundizar esta visión localmente construida y sobre todo, evaluar la manera en que estas poblaciones construyeron su cotidianeidad y sus mundos de la vida en las cumbres de El Alto-Ancasti.

En particular nos centraremos en dos fuentes de información que resultan relevantes para comprender esta visión: el material lítico tallado y el conjunto faunístico. Ambos, nos permitirán discutir desde una perspectiva localmente situada, en torno a la obtención de materias primas y las características de los instrumentos manufacturados y por otro lado, acerca de los recursos faunísticos aprovechados, el rol jugado por el pastoreo y su vinculación con el paisaje construido y la obtención de recursos a través de prácticas de recolección y/o cacería. De esta manera, pretendemos comprender la forma en que los pobladores de ET19 se vincularon con estos materiales y pensar en el establecimiento de potenciales vínculos con otras áreas en relación a estos u otros objetos. Pero antes, caracterizaremos brevemente el espacio social del cual proceden estos materiales.

Casas en la cumbre. La unidad doméstica ET19.

La arquitectura de este conjunto presenta muros con una secuencia constructiva, cuya base presenta una doble hilera de lajas ubicadas de forma vertical clavadas en el sedimento, que puede alcanzar una altura de 1 m, completadas por la colocación de bloques irregulares, aunque seleccionando las caras más regulares hacia el interior del recinto. El intersticio entre las lajas era completado con tierra, mientras que se observa mortero en el caso de los bloques que completan los muros.

El recinto 1 presenta un tamaño aproximado de 5 m de lado con una abertura hacia el S, mientras que el recinto 2 presenta mayores dimensiones y hasta el momento no se ha podido observar la pared de cerramiento hacia el Sur. Por ello, fue interpretado como un posible espacio abierto, probablemente sin techar o con techado parcial, similar a un patio o una galería. Además de la excavación de estos espacios se inició la excavación de un espacio exterior asociado a la abertura del recinto 1(denominado R3). Hasta el momento contamos con cuatro fechados radiocarbónicos obtenidos en los recintos 1 y 2 que ubican la ocupación humana de estos recintos en la segunda mitad del primer milenio de la era(Tabla 1), contrastable con la información estilística de la cerámica recuperada, así como también de la arquitectura del sitio.


Figura 2. Plano del sitio ET19. En gris se indican los espacios excavados.

Tabla 1. Fechados radiocarbónicos obtenidos de la excavación de ET19.

El recinto 1 de este conjunto ha sido interpretado como un área de ocupación habitacional dónde pudieron identificarse diversos pisos de ocupación, así como también modificaciones estructurales, como la clausura de un vano y la apertura de otro en otra posición. Por su parte el recinto 2 que se encuentra abierto hacia el Sur, fue interpretado como un área de actividades y vertedero de desechos del recinto 1. Incluso su construcción es posterior al recinto 1, tal como lo muestra la unión de los muros en el sector noroeste del recinto 2, así como también en la secuencia estratigráfica de ambos recintos2 (Quesada y Gastaldi 2013).

La tecnología lítica a escala local

El Taco 19 presenta un conjunto de materiales líticos significativos para ser incorporado en este trabajo, en términos de cantidad de piezas, pero también de información tecnológica y funcional (sensu Aschero 1975, 1983). El primer aspecto es la materia prima utilizada para la manufactura de los instrumentos. Del total de piezas recuperadas (n=738), 728 (98,6%) fueron manufacturadas en cuarzo, que se encuentra presente a 350 m aproximadamente de ET19. Varias vetas de esta materia prima fueron reconocidas, observándose en el lugar algunas evidencias de talla, así como también percutores (Figura 3). De esta manera, sobresale la importancia de lo local en la manufactura de herramientas, ya que no se registra el aprovechamiento de materias primas foráneas. Pero si contamos con una materia prima tan cercana a ET19, ¿por qué habrían de utilizarse otras materias primas? En primera instancia, el cuarzo es una materia prima de gran dureza, lo que deriva en una dificultad para controlar la fractura en pos de obtener formas base apta con biseles propicios para la manufactura de instrumentos. A pesar de ello, los pobladores de ET19 activaron diferentes estrategias técnicas para resolver esta dificultad y utilizar al máximo esta materia prima.

Existen algunas otras materias primas en la Sierra y en lugares algo más alejados, que no han sido aprovechadas por estas poblaciones. En este sentido, lo local se constituye como un factor relevante, ya que de haber existido fuertes vinculaciones con lugares externos a la sierra, pensamos que la elección de otras materias primas, aunque sea en pequeños porcentajes, deberían estar presentes en el registro de ET19. Volviendo a las características del cuarzo como materia prima utilizada en el área de estudio, pensamos que los talladores de ET19 habrían buscado nódulos y núcleos en alguna de las vetas de cuarzo distantes pocos metros de la vivienda, posiblemente testeando los bloques de cuarzo, en busca de evitar las modificaciones observadas por óxido ferroso en el interior de los nódulos y que provoca la imposibilidad de obtener algún resultado apto para la talla y, en cambio, solamente obtener polvillo y fragmentos cuya fractura es imposible de controlar3. En las vetas se observan distintas calidades de cuarzo, además de las inclusiones de óxido, desde fragmentos lechosos hasta cristalinos, pero que no parece haber sido un criterio de selección por parte de los talladores a la hora de elegir el núcleo para tallar.


Figura 3. Ubicación de las vetas de cuarzo en relación a ET19.

Posiblemente, una vez testeado el nódulo hayan transportado algunos de ellos hasta la vivienda para realizar las tareas de reducción, obtención de formas base y formatización de instrumentos. La presencia de 14 núcleos obtenidos en ET19 presupone el traslado de estos bloques hasta la vivienda. Allí, tareas de reducción de núcleos y obtención de formas base, habrían sido tareas recurrentes. Para ello, se activaron dos técnicas, la talla directa y la talla bipolar. La primera, más recurrentemente utilizada (90% del conjunto de desechos de talla), se basa en la realización de golpes realizados sobre el núcleo con un percutor, mientras que la talla bipolar supone la participación de un yunque en el cual es apoyado el núcleo, golpeándolo y provocando la fractura por la acción de dos fuerzas en diferente dirección, una la del percutor y otra la del yunque. Probablemente la utilización de ambas técnicas de talla fuese utilizada para obtener distintas formas base. Sin embargo, debemos recorrer algunas características del conjunto lítico para comprender el porqué de la utilización de ambas técnicas. El conjunto de desechos de talla recuperado de ET19, formado por 653 elementos, presenta un alto porcentaje de fragmentación y la presencia de muchos fragmentos que presentan elevados espesores y biseles difícilmente aptos para la preparación de un instrumento.

Sumado a la dificultad para el control de la fractura, se observa un alto porcentaje de desechos indiferenciados (13,5%, N= 88) producto de la fractura durante etapas de reducción de núcleos.

En relación a las variables métricas de los desechos de talla, sin incluir los bipolares, se observa una mayor representación de los tamaños medianos pequeños y medianos grandes y los módulos de longitud-anchura cortos, anchos y mediano normales.

Pero como dijimos antes, también utilizaron la talla bipolar. La misma fue diferenciada en sólo 57 piezas, de las cuales 30 se encuentran completas y 27 fracturadas (Figura 4). En principio, la talla bipolar es una técnica tendiente a la maximización del aprovechamiento de las materias primas. Es decir, poder aprovechar los núcleos cuando son muy pequeños para ser tallados mediante talla directa, situación relacionada con materias primas obtenidas en canteras muy distantes (Curtoni 1996; Flegenheimer et al. 1995). Sin embargo, este no sería un inconveniente al que se habrían enfrentado los talladores de ET19, ya que las canteras se encuentran a muy pocos metros de distancia, siendo la obtención de nódulos y núcleos una tarea relativamente simple. La otra explicación para la utilización de esta técnica remite a la dureza de la materia prima. Algunas investigaciones, mostraron la relevancia de la talla bipolar para la obtención de formas base aptas para la manufactura de instrumentos que difícilmente podían ser obtenidas mediante la talla directa, principalmente disminuyendo el espesor de la forma base y obteniendo módulos alargados o laminares (Baqueiro Vidal 2006; Fábregas Valcarce y Rodríguez Rellán 2008; Moreno y Sentinelli 2014; Prous 2004). De esta manera la talla bipolar otorgaría formas base dirigidas a la manufactura de determinados tipos de filos, de ángulos menores, mientras que la talla directa permitiría obtener formas base para otro tipo de instrumentos, relacionado con ángulos abruptos y módulos laminares (Figura 5). Sin embargo, esta explicación todavía debe ser puesta a prueba con nuevos análisis y experimentaciones tendientes a evaluar este aspecto, ya que en el conjunto de ET19 se observan valores métricos muy semejantes entre desechos de talla directa y productos bipolares (Figura 6).

 

Figura 4. Ejemplos de productos bipolares identificados en ET19.

Figura 5. Comparación de los módulos de longitud anchura entre las lascas obtenidas por talla directa y los productos bipolares.

Pero más allá de esta discusión, que se encuentra en desarrollo, resulta relevante consideraren torno a los desechos de talla de ET19, la puesta en práctica de técnicas de talla desarrolladas, creemos, con el objetivo de controlar de la mejor manera posible las características tecnológicas del cuarzo. Pero ¿cuál era la razón del interés en desarrollar estas técnicas de talla y estos conocimientos técnicos? Claramente, el objetivo está dado por obtener distintos tipos de filos para realizar distintas tareas sobre materiales tales como cueros, maderas, huesos, etc.

 


Figura 6. Representación de espesores de lascas y productos bipolares.

Y esta situación, se observa claramente en el conjunto lítico de ET19, donde resalta la presencia de una importante cantidad de instrumentos formatizados, con posibles diferentes funcionalidades. Dentro del conjunto de 64 instrumentos sobresale la manufactura simple compartida por la mayor parte de las piezas, a través de retoques unifaciales marginales, donde las diferencias radican en la longitud y el ángulo del filo (Figura 7). El tipo de filo mayormente representado son los raspadores (N=21), caracterizados como instrumentos de filo abrupto, mayores a 50º y genéricamente vinculados al trabajo en cueros. También con un alto porcentaje de representación identificamos cortantes (N=17), muescas (N=12) y raederas (N=7).

De esta manera, notamos la presencia de una diversidad de filos, con diferentes funcionalidades que podrían haberse vinculado directamente con actividades cotidianas y domésticas realizadas en el interior de ET19. Pero también resalta la vinculación técnica y cotidiana con una materia prima, que con el paso del tiempo, los pobladores de ET19 lograron manejar y obtener aquellos instrumentos que eran necesarios para la reproducción social de esta unidad doméstica.

Recursos faunísticos

Desde que se iniciaron las excavaciones en El Taco 19 hemos analizado un total de 854 especímenes óseos. El primer aspecto importante que notamos en ellos fue su buen estado de conservación. Siguiendo la propuesta de Behrensmeyer (1978) determinamos que el 53% de los especímenes presenta meteorización de grado 1 y 2, un 39% corresponde al grado 3 y tan sólo un 8% al grado 4, lo cual es un punto interesante ya que facilitó la observación de marcas, huellas y demás alteraciones en la superficie de los huesos. Finalmente, sólo el 1% de la muestra se encuentra en muy mal estado de conservación. No hemos registrado marcas de raíces sobre los especímenes, lo cual, creemos, puede deberse a que al tratarse de un pastizal de altura las características de sus raíces no producen alteraciones significativas en los especímenes óseos. Otro factor de baja incidencia en el registro son las marcas de roedores y carnívoros. Solamente 31 especímenes (3,14%) presentan marcas, de las cuales 21 corresponden a roedor y 10 a carnívoros. Volveremos a este punto más adelante.


Figura 7. Instrumentos registrados en ET19. En todos los casos, salvo el A) los instrumentos fueron manufacturados en cuarzo. A) Cortante de filo natural en sílice con reserva de corteza.

B) Instrumento compuesto por un filo tipo cortante y un filo tipo raspador. C) Raspador de gran tamaño y ángulo abrupto. D y E) ejemplos de raederas. F y G) Posibles fragmentos de base de punta de proyectil. H) Perforador fracturado. I y J) Muescas.

Considerando el buen estado de conservación, pudimos identificar 516 especímenes (60,4%), los cuales representan diferentes grupos taxonómicos (Tabla 2), donde la representación de Camelidae se destaca por sobre el resto.

Tabla 2. Representación del NISP en el conjunto faunístico de ET19.

 

La importancia de Camelidae en El Taco 19

Hasta el momento hemos identificado 397 especímenes pertenecientes a Camelidae, que equivalen al 76,94 % del total de especímenes identificados. Este conjunto presenta las siguientes características: Primero, se encuentran representadas en mayor o menor medida todas la partes esqueletarias. Cabe mencionar que en sus frecuencias de aparición obtuvimos algunos picos en cráneo, costilla y falanges (Figura 8), aunque el punto más importante es la presencia de prácticamente todas las partes esqueletarias sin observarse elecciones de estas partes. Sumamos a esto la idea de que los sectores de sacrificio pudieron haber estado cerca del sitio, ya que, como mencionamos antes, todas las partes esqueletarias están representadas en el registro, y de no ser así muy probablemente estaríamos encontrando sólo las partes de mayor rinde económico, que son las que generalmente se seleccionan para transporte y se vinculan en mayor medida con especies silvestres (Binford 1981; Kent 1982; Klein y Cruz Uribe 1984; Miller 1979; Olivera y Nasti 2001).

Segundo, notamos para este subconjunto una baja presencia de marcas y huellas de corte, teniendo hasta el momento 86 especímenes con huellas de corte, 59 con sección en V, siete con sección en U y 30 con marcas de percusión. No pudimos notar una representación diferencial sobre algún elemento en particular, lo que estaría indicando tareas de desmembramiento de los animales aprovechados y puntos de percusión relacionados con la quebradura del hueso para la obtención de médula. En el caso de las huellas con sección en U, creemos pueden estar relacionadas con tareas de limpieza de cueros con instrumentos de filo abrupto, como por ejemplo raspadores (Revuelta y Moreno 2009). Esta condición de los huesos refuerza la hipótesis de que los animales estuvieron cerca de los conjuntos habitacionales y que fueron procesados en el interior de estos sin la necesidad de realizar procesamientos que condujeran a la selección de partes de mayor rinde económico. A la vez aporta a sostener la idea de conjunto aldeano estable y permanente que propusimos párrafos atrás.


Figura 8. Representación de partes esqueletarias en el conjunto asignado a Camelidae

Tercero, hemos documentado 85 especímenes que presentan evidencias de haber tenido contacto con fuentes de calor directas. De ellos podemos decir que en su mayoría aparecen calcinados, tanto interna como externamente y también sus bordes de fractura, hecho que nos permite plantear que posiblemente hayan sido incorporados a los fogones luego de ser consumidos y fracturados. Cabe mencionar además que se trata de especímenes de tamaños pequeños, fracturados y en la mayoría de los casos se trata de astillas de hueso largo, lo cual nos permite pensar en un posible consumo de médula. Esto lo pensamos ya que la termoalteración, como mencionamos arriba, la observamos hasta en los bordes de fractura. Además de esto contamos con la presencia de especímenes con evidencia de termoalteración en sectores puntuales, pero sin embargo estos últimos son menos frecuentes.

A nivel general del conjunto de camélidos, y teniendo en cuenta los diferentes momentos de fusión a los que responden las distintas partes esqueletarias de este subconjunto (Tabla 3), podemos decir que la muestra indica una representación bastante equilibrada de individuos tanto maduros como inmaduros.

Tabla 3. Perfil etario del conjunto de restos óseos asignados taxonómicamente a Camelidae.

 

Esto nos permite pensar que la estrategia con respecto al recurso Camelidae no estuvo dirigida tan sólo a la obtención de lana o de carne sino que se aprovecharon animales con el objetivo de obtener ambos tipos de recursos, situación que nos resulta coherente con las prácticas productivas de una ocupación campesina de larga duración y de escala doméstica como la que estamos planteando.

Hasta aquí hemos identificado el aprovechamiento de camélidos sin involucrarnos en diferencias interespecíficas. Para llegar a esa diferenciación avanzamos en la osteometría de las 1º falanges tomando en cuenta las medidas de largo total y ancho de la epífisis proximal. Hasta el momento registramos cinco falanges enteras y fusionadas. Valiéndonos de las medidas comparativas publicadas (Izeta et al. 2009) identificamos una falange que se correlaciona con los tamaños de llama, tres que se asocian a los tamaño de llama/guanaco y uno a vicuña (Figura 9).

En términos generales, nuestro registro, creemos, muestra el importante aprovechamiento de camélidos y estaría indicando que el lugar de sacrificio de los mismos habría estado relativamente cercano al espacio habitacional, esto debido a, como se mencionó párrafos atrás, la presencia de prácticamente la totalidad de las partes esqueletarias en el conjunto. A partir de ello argumentamos la existencia de rebaños, posiblemente pequeños y el manejo doméstico de los mismos, situación que pudo darse, creemos, por las características del ambiente local, por la articulación de diversas actividades productivas y extractivas en el área y por las características generales del conjunto analizado. Sin embargo resta profundizar en la posible diferenciación interespecífica, ya que el transporte de animales cazados desde lugares distantes se materializaría en la presencia diferencial de ciertas partes esqueletarias de mayor rinde económico. El conjunto hasta ahora obtenido, así como los pocos sitios excavados no nos permiten profundizar sobre este punto hasta el momento.


Figura 9. Osteometría de camélidos en ET19.

Roedores y otras especies en El Taco 19

Además del amplio registro de Camelidae, contamos con una alta representación de roedores, aves y otras especies aún no identificadas pero que claramente no pertenecen a Camelidae. En los estratos superiores de El Taco 19 tanto del recinto 1 como del recinto 2 identificamos la presencia de una costilla asignada a Capra hircus y una 1º falange correspondiente a Bos taurus. Estos especímenes se asocian a los estratos del relleno posterior al derrumbe de los muros, asignable a la fauna de origen europeo presente en la zona. En el mismo sentido, identificamos un molar correspondiente a Pseudalopex sp., cuyo origen se relacionaría al igual que los anteriores a los rellenos superiores del sitio.

Un párrafo aparte merece la presencia de especímenes óseos asignados a roedores, ya que registramos un total de 61 (11,82 %) en los tres recintos. La cantidad de especímenes correspondientes a roedores nos llamó poderosamente la atención considerando la baja cantidad de marcas de roedor que identificamos en la muestra general analizada. Es decir, imaginamos que si el sedimento del espacio excavado hubiera sido visitado frecuentemente por roedores, que luego murieron allí, los especímenes óseos tendrían que tener una mayor representación de estas marcas. En relación al aporte de los roedores en las dietas humanas hay algunos trabajos en relación a la temática (Escosteguy 2007; Santiago 2004; Santini 2011). Resaltan aquí los aportes de Del Papa (2010), los cuales consideramos de suma relevancia en nuestro planteo de aprovechamiento de recursos locales. Este autor, a partir de sus investigaciones en el sitio Villa La Punta "Guayacán" (Santiago del Estero), postula que el ingreso de fauna menor, específicamente de roedores en el registro arqueofaunístico puede muy posiblemente estar indicando que estos constituyeron una estrategia de reducción del riesgo que permitió mitigar, en caso de que fuera necesario, los desajustes económicos producidos por el paso de una economía extractiva a una productora como la agricultura. Atendiendo a lo dicho por Del Papa (2010), creemos que en El Taco19 los huesos pertenecientes a roedores están ingresando al sitio como parte de la dieta de las personas que ocuparon el mismo. Esta hipótesis sienta sus bases en que las marcas de roedor presentes en resto del conjunto óseo son realmente escasas, hecho que nos permite pensar que los roedores no constituyen un factor tafonómico en la historia del sitio, sino más bien económico.

A pesar de ello, consideramos que aún queda mucho por desarrollar para poder profundizar este aspecto. Por un lado debemos diferenciar la especie o especies de roedores presentes en el conjunto. Hasta el momento fue posible identificar algunos especímenes asignados a Ctenomys, pero debemos profundizar este análisis para evaluar las potencialidades económicas de los roedores presentes, así como también la presencia de modificaciones culturales en algún ejemplar. Entre las otras especies identificadas y posiblemente aprovechadas por los antiguos pobladores de El Taco 19 contamos 14 (2,71%) huesos largos de aves potencialmente aprovechados para la inhalación de sustancias, y la identificación de siete (1,36 %) especímenes asignados a cérvidos. Finalmente registramos 34 (6,59 %) especímenes óseos que podrían ser asignados a mamíferos grandes4. En esta categoría incluimos desde camélidos, hasta animales más pequeños como cérvidos, chancho del monte (Pecari tajacu), pumas (Puma concolor), corzuelas (Mazama americana) e incluso zorros (Pseudalopex sp.).

Material óseo como materia prima

Un acápite aparte merece el subconjunto de artefactos manufacturado en hueso. Hasta el momento se han identificado cuatro de estos. En general presentan manufactura simple, y muestra de esto es el aprovechamiento de las fracturas presentes en los mismos para la preparación, a través del pulido, de dos cucharillas y una punta tipo perforador.

Finalmente se identificaron dos falanges de gran tamaño que se encuentran perforadas en sentido longitudinal a su eje mayor y que presentan un pulimento sobre la epífisis distal, además de gran cantidad de huellas de corte sobre ambas epífisis (Figura 10). Aún se desconoce posible funcionalidad de este tipo de artefacto. Actualmente se encuentra en análisis para evaluar el posible contenido del espécimen.


Figura 10. 1º falanges identificadas en ET19 que se encuentran perforadas longitudinalmente y con varias huellas de corte.

En síntesis, podemos decir que la variabilidad taxonómica del conjunto arqueofaunístico proveniente del El Taco 19 nos permite pensar en una posible combinación de diferentes estrategias de obtención de recursos. En este sentido, tanto el pastoreo como la cacería habrían sido prácticas relevantes implementadas por los antiguos pobladores del sitio. Por lo tanto, la articulación de diversas actividades extractivas y productivas darían sentido a la reproducción cotidiana y a la vinculación de estas poblaciones con el territorio local y regional.

Si bien en las Sierras de El Alto/Ancasti no hablamos de la existencia de sociedades no igualitarias con acceso diferencial a los recursos como sí lo han hecho para otras zonas, más específicamente en el valle de Ambato (Dantas y Figueroa 2009; Laguens 2006), sí sostenemos que la posible combinación de diferentes estrategias económicas, más que hablar de una complejización social seguida de una jerarquización, nos estaría mostrando un compromiso a largo plazo con el lugar, donde el acceso a los recursos, al menos cuando de camélidos se trata, no fue diferencial. Muestra de esto es la aparición en El Taco 19 del total de las partes esqueletarias pertenecientes a camélidos, lo cual contrasta con lo planteado para contexto de desigualdad social. Un punto importante a destacar es que en las Sierras de El Alto/Ancasti todavía no hemos llevado a cabo análisis de isótopos estables como sí los han realizado en Ambato (Izeta et al. 2011). Estos, que en el futuro puede que formen parte del argumento de nuestro planteo,aportan interesantes datos en cuanto al manejo de rebaños y aclarar qué ambientes y especies vegetales de la zona se estuvieron vinculados a las prácticas agro-pastoriles que pudieron llevarse a cabo en nuestra región de estudio.

La información hasta aquí presentada y desarrollada muestra al menos dos aspectos principales en El Taco 19: por un lado, la importancia que tuvieron los camélidos, materializada en pequeños rebaños que aprovechaban para alimentarse de los pastizales de altura presentes en este paisaje, y por otro, el fuerte vínculo que éstas mantuvieron con el espacio local en torno al uso del espacio para la reproducción de estos rebaños, pero también en la obtención de animales silvestres a través de la cacería.

La cotidianeidad y lo local en ET19

El estudio de los materiales recuperados en la excavación de ET19, aporta ciertos datos para avanzar en torno a las prácticas llevadas adelante y que vinculan dos aspectos centrales: lo cotidiano y lo local. Pero antes, ¿de qué hablamos cuando decimos cotidiano y local y su interrelación?

Entendemos que en cada uno de los pequeños eventos y actos que se desarrollaron en el interior de ET19 se va construyendo la materialidad que recuperamos y analizamos. En este sentido, más allá de algunos acontecimientos especiales, como puede ser la construcción de la casa o la ampliación o modificación de la misma, cada pequeño acto va constituyendo este espacio vivido y experimentado en el cual se construyen y reproducen las estructuras sociales a escala doméstica y de la vecindad (Quesada et al. 2012).

En este marco, debemos entender que la tecnología lítica, no sólo puede ser explicada como las técnicas y modificaciones implicadas en la transformación de la roca para obtener filos para distintas actividades, sino además como agentes activos en la conformación de identidades sociales y en la interacción entre los diferentes miembros del grupo social (Dobres y Hoffman 1994; Gastaldi 2002; Moreno 2010; Pfaffenberger 1992, 1999). En este sentido la rutinización y naturalización de las prácticas de talla, manufactura y uso de instrumentos influyen fuertemente en las lógicas de reproducción social, sin ser necesariamente explícitas, sino más bien performativas.

En este sentido, la relevancia de un objeto no está en sí mismo, sino en el momento en que se incorpora en una práctica, ya sea esta de formatización como de uso e incluso de depositación y abandono.

Vinculado además con esta visión de la tecnología, debemos considerar el espacio en el cual se dan estas interacciones, tanto a nivel del espacio doméstico de ET19, como del espacio local en el cual se obtienen y transforman los nódulos y núcleos de cuarzo.

Tal como comentamos al inicio de este trabajo, el espacio social de El Taco, es comprendido como un lugar en el cual se crean relaciones sociales y se fortalecen a través del visitarse y observarse propia de la construcción y ubicación de las estructuras domésticas (Quesada et al. 2012). Así, el paisaje es comprendido en términos de las interacciones sociales y de estas con los rasgos del paisaje, y no solamente como un espacio que requiere ser domesticado y transformado para las lógicas productivas humanas. Es así, que resulta claro cómo se han ido modificando las ubicaciones de las unidades domésticas, ya que en la segunda mitad del primer milenio de la era se ocupaban los espacios elevados, mientras que actualmente, las casas se encuentran ubicadas en los sectores más bajos de las quebradas, con la intención de protegerse de los vientos y de otros fenómenos climáticos. Esto resalta la idea que el paisaje es construido, vivido y reproducido vinculado a formas de vida diversas y que responden a distintas maneras de concebir el paisaje y la relación con este y con el resto del grupo social.

Y en esta misma línea se articula la vinculación entre humanos y animales. Tal como vimos antes, los camélidos son los taxones mayormente identificados, representados por llamas, hecho que ha sido interpretado como la presencia de pequeños rebaños criados localmente por estas poblaciones. La crianza implica en sí mismo una lógica de reciprocidad y relacionalidad mucho más amplia que sólo la de obtener ciertos recursos por parte de los animales "a cambio" de otorgarle protección y cuidado a los rebaños (Arnold y Yapita 1998; Bugallo y Tomasi 2012; Romero 2003; Tomasi 2011, etc.). Además de esto se establecen relaciones con los animales y con las otras personas que implican la propiedad de los rebaños y los espacios en los cuales pueden transitar y alimentarse.

En este sentido, la construcción del paisaje local implica una nueva escala, que es la del pastoreo. Las casas y las áreas agrícolas han sido descriptos y muestran una marcación y transformación del territorio evidentes (Quesada y Zuccarelli 2016; Quesada et al. 2012). Sin embargo, para la crianza de rebaños de llamas, es necesario contar con lugares propicios para dichas prácticas, así como también de la delimitación de los espacios agrícolas, para evitar que los animales se alimenten de la producción agrícola. Además debemos considerar que este sitio debe contar con pastos palatables para estos animales, así como también presencia de agua. Por último, resulta importante contar con cierto control de los rebaños para evitar ataques de predadores como pumas o zorros. En este sentido, el espacio de la cumbre de la Sierra de El Alto-Ancasti resulta un espacio propicio para la crianza de camélidos, pero creemos que se trata de rebaños pequeños por dos razones principales. La primera, por las características del conjunto arqueofaunístico recuperado que muestra un bajo número mínimo de individuos para el período en el cual estuvo ocupado ET19, asociado a la presencia de todas las partes esqueletarias recuperadas de la excavación, lo que se interpreta como el ingreso de los animales completos, sacrificados en zonas cercanas al sitio, lo que no implicaría el transporte del mismo, ni la selección de partes para su traslado a otros lugares.

El segundo aspecto se relaciona con el manejo de los animales a escala del paisaje. No hemos identificado hasta el momento ninguna estructura de piedra vinculada al pastoreo, como podrían ser corrales, aunque esto no implica la ausencia de esta práctica (Göbel 2002). Por el contrario, los corrales podrían haber sido construidos con ramas con espinas para el encierro de los animales. Sin embargo, creemos que el principal manejo del pastoreo en este sector, se habría vinculado con la separación de los espacios agrícolas, de la presencia de las tropillas de llamas. Probablemente, los espacios agrícolas hayan sido cercados de alguna manera, haciendo que los animales circulen en otra dirección hacia espacios en los cuales no busquen alimentarse de la producción agrícola. Así, en el espacio cumbral de la Sierra se habrían constituido amplios territorios con pasturas en los cuales los animales podrían alimentarse, evitándose el ingreso a las terrazas cultivadas.

Localmente se construyen relaciones, entonces, entre animales, humanos, plantas, paisajes y rocas. Los saberes y prácticas reproducidos rutinariamente constituyen y dan forma a estas relaciones. Así, por ejemplo, ciertos conocimientos y formas de hacer instrumentos líticos, pensamos que se vinculan directamente con la cercanía, pero también con las características litológicas del cuarzo. Utilizar esta materia prima, aplicando distintas estrategias de talla y preparando diferentes tipos de filos, manifiesta la fuerte vinculación con lo local, ya que la ausencia de otras materias primas, que se observan en lugares no tan alejados de El Taco, fijan lo local en este sentido. Es decir, si los pobladores de ET19, así como también de otros sitios estudiados de la Sierra (Gastaldi et al. 2016; Moreno y Egea 2015), hubieran establecidos territorios más amplios o vinculaciones sociales importantes con otras poblaciones, creemos que la presencia de otras materias primas para la manufactura de instrumentos sería un aspecto presente en los conjuntos líticos. Por el contrario, la ausencia de otras materias primas, nos hacen pensar en esta construcción de lo local, vinculado a la reproducción social, la producción agrícola, el pastoreo y seguramente también, la explotación de recursos vegetales.

Queda claro entonces que lo local y las relaciones sociales establecidas en el interior de cada una de las unidades domésticas y entre estas, construyen y dan sentido a la reproducción social. Desde ya que, con esta visión, no pretendemos afirmar que los habitantes de El Taco no establecieron relaciones con otras personas y otros paisajes.

Seguramente se entablaron múltiples relaciones con otras áreas y otras poblaciones, ya sea del valle de Catamarca, de la llanura chaco-santiagueña o de otros lugares más alejados. Sin embargo, la propuesta aquí era la de deconstruir la visión periférica que comentamos al inicio, desde la cual, las ocupaciones humanas de la Sierra de El Alto-Ancasti debían ser comprendidas y explicadas en base a un centro político-económico-religioso. Ahora el desafío radica en empezar a profundizar la visión desde El Taco hacia otras regiones para comprender cómo pueden ser entendidas, miradas desde la cumbre de la Sierra como lugar de enunciación.

Conclusión

La propuesta de este trabajo partía de la idea de analizar las características de la tecnología lítica y de la relación entre personas y animales en la cumbre de la Sierra de El Alto-Ancasti, durante la segunda mitad del primer milenio de la era, desde una visión localmente situada. Es decir, partiendo de entender las vinculaciones de estas poblaciones con el entorno y sus características y no partiendo de la supuesta intervención de estas poblaciones en organizaciones socio-políticas mayores que servían de marco para entenderlas. Desde este principio, planteamos las investigaciones en la Sierra de El Alto-Ancasti, pudiendo ver un compromiso con lo local y con el entorno directo que implica una arquitectura doméstica de piedra con pretensiones de perdurar en el tiempo, una transformación del paisaje, en pos del desarrollo agrícola a través de la construcción de diferentes estructuras para la conservación de suelos y nutrientes y evitar la erosión, el aprovechamiento de recursos presentes localmente para la reproducción social cotidiana y una vinculación entre vecinos que constituía un locus de reproducción social (Quesada et al. 2012).

En este trabajo pudimos observar la manera en que se utilizaron algunos de estos recursos, particularmente la fauna y los materiales líticos, analizando su vinculación con la reproducción cotidiana y con los conocimientos relacionados al entorno cercano.

La historia local surge como un claro referente de otra manera de narrar lo sucedido en diferentes espacios sociales del pasado prehispánico. La contrastación con una visión centrada en enfoques regionales y basados en supuestos ecológicos tienden a disminuir a su mínima expresión las particularidades históricas locales para subsumirlas en lógicas conceptuales globales. Hacemos referencia a pensar en lógicas como la utilización de pisos ecológicos con fines determinados, que suponía para el caso de la Sierra de El Alto-Ancasti, que en el área cumbral sería solamente viable la producción pastoril, suponiendo de manera predictiva las características socio-políticas de las poblaciones allí asentadas. Es por ello, que aquí pretendíamos partir desde otro lugar, que suponga iniciar las preguntas desde el sitio, partiendo de entender sus vínculos e interacciones con el entorno local, para luego abrir el panorama hacia otros sectores y otras formas de interacción. Por otro lado, hacemos referencia a la percepción de las relaciones políticas en el contexto del Período de Integración Regional, en el cual, la lógica de construcción de centro y periferia define claramente lo que debemos encontrar en cada uno de estos lugares. Así, al igual que con el presupuesto ecológico, se definen previamente las características sociales de cada espacio. Y entonces, al igual que con el anterior supuesto, partir de una visión localmente situada nos permite asumir otras interpretaciones sobre las lógicas sociales, en donde la reproducción de un modo de vida campesino, vinculada a los espacios locales y sus recursos cobra relevancia.

Finalmente, comprender las interacciones de estas poblaciones con los instrumentos líticos y los animales permite entender esta vinculación social cotidiana entre las personas y el entorno en una dinámica social que supone un paisaje en donde los mundos de la vida de estas poblaciones se construyen en relación, es decir en el encuentro cotidiano y rutinario entre la gente y los animales, entre estos y los campos de pastaje y cultivo, entre los vecinos que caminan y se encuentran en las sendas, entre las lluvias y los alimentos.

Agradecimientos: los trabajos realizados fueron financiados por proyectos de investigación financiados por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Catamarca, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y la Secretaría de Políticas Universitarias. Queremos agradecer a la Dra. Patricia Escola por la ayuda constante tanto en el análisis como en la experimentación de materiales líticos. A Mariana Mondini (IDACOR) por ayudarnos en las primeras identificaciones de los conjuntos faunísticos. A Julián Mignino y Andrés Izeta (IDACOR) y a Adán Tauber, Ricardo Torres y a todo el personal del Museo de Paleontología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UNC) por la colaboración en la identificación taxonómica. Finalmente a todos los miembros del equipo de investigación de la Sierra de El Alto-Ancasti por la ayuda en cada paso de la investigación y a los pobladores de El Taco que siempre nos han recibido de la mejor manera en nuestros trabajos de campo. Por último, queremos agradecer los comentarios de los evaluadores que sirvieron para enriquecer el trabajo y a Romina Spano y Julián Salazar, por la invitación a participar de este dossier.

Notas

1 Otros proyectos que han comenzado sus investigaciones en el área en los últimos años también están recorriendo un camino semejante en la caracterización de las ocupaciones humanas en el área (Gordillo y Zuccarelli 2013; Gordillo et al. 2010; Zuccarelli 2012).

2 En este trabajo nos centramos en el estudio de los materiales líticos y los recursos faunísticos como conjuntos generales, dados los objetivos propuestos para este trabajo. Es por ello que no analizamos las diferencias en torno a la secuencia estratigráfica interpretada en el espacio excavado de ET19 (Ahumada y Moreno 2015-2016; Quesada y Gastaldi 2013)

3 En una experimentación realizada en conjunto con Patricia Escola, uno de los nódulos utilizados, presentaba una potente veta de óxido que provoca la fractura total de la pieza, prácticamente no pudiéndose obtener ninguna forma base y gran cantidad de fragmentos pequeños y polvillo.

4 Actualmente estamos preparando muestras comparativas de algunas de estas especies para poder asignar estos especímenes a alguno de los taxones y de esta manera poder profundizar los conocimientos acerca de las prácticas de obtención de recursos faunísticos en el área.

Bibliografía citada

Ahumada, M. y E. Moreno,

2015-2016 La escala doméstica y los animales. Tratamiento diferencial de partes esqueletarias y distribución diferencial intra-sitio en El Taco 19 (El Alto-Ancasti, Catamarca). Anales de Arqueología y Etnología 70/71: 105-118.

Ardissone, R.

1945 Las Pircas de Ancasti. Contribución al conocimiento de los restos de andenes en el noroeste de la Argentina. GAEA Anales de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos 2(7): 383-416.

Arnold, D. y J. Yapita

1998 Sallqa: dirigirse a las bestias silvestres en los Andes Meridionales. En Hacia un Orden Andino de las Cosas. Tres Pistas de los Andes meridionales, D. Arnold, D. Jiménez Aruquipa y J. Yapita (eds.), pp. 175-211. Hisbol, ILCA, La Paz. Segunda edición.

Aschero, C.

1975 Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos aplicada a estudios tipológicos comparativos. Informe presentado al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Ms.

1983 Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos. Apéndice A y B. Cátedra de Ergología y Tecnología. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Ms.

Baqueiro Vidal, S.

2006 La producción lítica del yacimiento neolítico de O Regueiriño (Moaña, Pontevedra). Cuadernos de Estudios Gallegos LIII(119): 55-85.

Barrionuevo, O.

1972 Investigaciones arqueológicas en Nana Huasi, Ancasti. Cuadernos de Antropología

Catamarqueña 4: 3-17.

Behrensmeyer, A.

1978 Taphonomic and ecologic information from bone weathering. Paleobiology 1(2): 150-162.

Binford, L.

1981 Bones. Ancient Men and Modern Myths. Academic Press, New York.

Bugallo, L. y J. Tomasi

2012 Crianzas mutuas. El trato a los animales desde las concepciones de los pastores puneños (Jujuy, Argentina). Revista Española de Antropología Americana 42(1): 205-224.

Curtoni, R.

1996 Experimentando con bipolares: indicadores e implicaciones arqueológicas. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXI: 187-214.

Dantas, M. y G. Figueroa

2009 Terrazas y corrales como espacios integrados de producción agro-pastoril en el valle de Ambato, Catamarca, Argentina (s. VI-XI d.C.). Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXXIV: 343-350.

De la Fuente, N.

1979 Arte rupestre en la región de Ancasti, Prov. de Catamarca. Antiquitas 2: 408-418.

De la Fuente, N. y A. Díaz Romero

1974 Un conjunto de figuras antropomorfas del yacimiento de La Tunita, Provincia de

Catamarca. Revista del Instituto de Antropología V: 5-35.

Del Papa, L.

2010  Revisión de la determinación de los materiales arqueofaunísticos provenientes del sitio Villa La Punta, Santiago del Estero. La Zaranda de Ideas 6: 25-36.

Difrieri, H.

1945 Morteros indígenas en Ancasti. GAEA Anales de la Sociedad Argentina de Estudios

Geográficos 2(7): 383-416.

Dlugosz, J.

2005 Prospecciones arqueológicas en los sitios Los Pedraza y Los Corpitos, Dpto. El Alto, Pcia. de Catamarca. Trabajo Final de la Carrera de Arqueología. Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, Universidad Nacional de Tucumán.

Dobres, M. y C. Hoffman

1994  Social agency and the dynamics of prehistoric technology. Journal of Archaeological Method and Theory 1(3): 211-258.

Escosteguy, P.

2007 Los roedores en la localidad arqueológica La Guillerma y los sitios San Ramón 7 y Río Luján. La Zaranda de Ideas 7: 21-39

Fábregas Valcarce, R. y C. Rodríguez Rellán

2008  Gestión del cuarzo y la pizarra en el Calcolítico Peninsular: el "Santuario" de El Pedroso (Trabazos de Aliste, Zamora). Trabajos de Prehistoria 65(1): 125-142.

Flegenheimer, N.; Bayón, C. y M. González de Bonaveri

1995  Técnica simple, comportamientos complejos: la talla bipolar en la arqueología bonaerense. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XX: 81-110.

Gastaldi, M.

2002 Tecnología y sociedad. Biografía e historia social de las palas del oasis de Tebenquiche Chico. Tesis de Licenciatura. Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca.

Gastaldi, M.; Gheco, L.; Moreno, E.; Granizo, G.; Ahumada, M.; Egea, D. y M. Quesada 2016 Primeros resultados de las excavaciones estratigráficas en Oyola 7 (Sierra de El Alto-Ancasti, Provincia de Catamarca, Argentina). Comechingonia 20(2): 73-103.

Gobel, B.

2002 La arquitectura del pastoreo: uso del espacio y sistema de asentamientos en la Puna

de Atacama (Susques). Estudios Atacameños 23: 53-79.

González, A.

1998 Cultura la Aguada. Arqueología y Diseños. Ediciones Valero, Buenos Aires.

González A. y J. Pérez

1976 Argentina Indígena. Vísperas de la Conquista. Paidós, Buenos Aires.

Gordillo, I. y V. Zuccarelli

2013 Estructuración del paisaje en las tierras altas septentrionales. Trabajo presentado en el I Taller de Arqueología de la Sierra Ancasti y Zonas Aledañas, Tapso (Catamarca).

Gordillo, I.; Calomino, E. y V. Zuccarelli

2010  En el cercano oriente: el borde como centro. Arqueología en el dto. El Alto, Catamarca. Trabajo presentado en el XVII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Mendoza.

Gramajo, A. y H. Martínez Moreno

1982 Otros aportes al arte rupestre del este catamarqueño. Estudio 3: 77-88.

Granizo, M. y C. Barot

2014 Cambiando escalas. De cerámicas regionales a locales y domésticas en las serranías de El Alto-Ancasti. Trabajo presentado en las 1ras. Jornadas Regionales y 3ras. Internas de Antropología. Universidad Nacional de Salta, Salta.

Izeta, A.; Otaola, C. y A. Gasco

2009 Estándares métricos y variabilidad en falanges proximales de camélidos sudaméricanos. Su importancia como conjunto comparativo para interpretaciones en arqueología. Revista del Museo de Antropología 2: 169-180.

Izeta, A.; Dantas, M.; Srur, M.; Marconetto, M. y A. Laguens

2011 Isótopos estables y manejo alimentario de camélidos durante el primer milenio A.D. en el Valle de Ambato (Noroeste Argentino). En La Arqueometría en Argentina y Latinoamérica, S. Bertolino, R. Cattáneo y A. Izeta (eds.), pp. 237-242. Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba.

Kent, J.

1982 The domestication and exploitation of the South American camelids: methods of analysis and their application to circu-lacustrine archaeological sites in Bolivia and Perú. Ph.D. dissertation. Washington University, St. Louis.

Klein, R. y K. Cruz-Uribe

1984 The Analysis of Animal Bones from Archaeological Sites. The University of Chicago Press, Chicago.

Kriscautzky, N.

1996-1997 Sistemas productivos y estructuras arqueológicas relacionadas con la

producción agropecuaria en el valle de Catamarca. Shincal 6: 65-69.

Laguens, A.

2006 Continuidad y ruptura en procesos de diferenciación social en comunidades aldeanas del valle de Ambato, Catamarca, Argentina. Chungara 38(2): 211-222.

Miller, G.

1979 An introduction to the Ethnoarchaeology of andean camelids. Ph.D. dissertation. University of California, Berkeley.

Moreno, E.

2010 Arqueología de la caza de vicuñas en el área del Salar de Antofalla, Puna de Atacama. Una aproximación desde la arqueología del paisaje. Tesis de Doctorado. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata.

2014 Materias primas, instrumentos líticos y prácticas domésticas en las serranías de El

Alto-Ancasti, Catamarca. Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (Series Especiales) 2(2): 141-160.

Moreno, E. y D. Egea

2016 Visitas en el tiempo. Tecnología lítica de una cueva con arte rupestre en el este catamarqueño. Arqueología 22(1): 223-232.

Moreno, E. y M. Quesada

2012 Análisis preliminar del conjunto arqueofaunístico de El Taco 19. Sierras de El Alto-Ancasti. Comechingonia 16(2): 155-162.

Moreno, E. y N Sentinelli

2014 Tecnología lítica en las sierra de El Alto-Ancasti, Catamarca. Cuadernos FHyCS-UNJu

45: 95-105

Olivera, D. y A. Nasti

2001 Processing and economic yield in Lama glama. En Ethnoarchaeology of Andean South America. Contributions to Archaeological Method and Theory, L. Kuznar (ed.), pp. 296-309. International Monographs in Prehistory, Ethnoarchaeological Series 4, Ann Arbor.

Pérez Gollán, J.

1991 La cultura de La Aguada vista desde el valle de Ambato. Publicaciones 6: 157-173.

Pérez Gollán, J.

1994 El proceso de integración en el valle de Ambato: complejidad social y sistemas simbólicos. Rumitacana 1: 33-44.

Pfaffenberger, B

1992 Social Anthropology of technology. Annual Review of Anthropology 21: 491-516.

1999 Worlds in the making: technological activities and the construction of intersubjective meaning. En The Social Dinamics of Technology. Practice, Politics and World Views, M. Dobres y C. Hoffman (eds.), pp. 147-165. Smithsonian Institution Press, Washington.

Prous, A.

2004 Apuntes para Análisis de Industrias Líticas. Ortegalia. Monografías de Arqueoloxía,

Historia e Patrimonio 2. Fundación Federico Maciñeira, Ortigueira.

Quesada, M. y M. Gastaldi

2013 Devenir casa. Trabajo presentado en el VII Congreso de la Asociación de Estudios

Bolivianos, Sucre.

Quesada, M. y V. Zuccarelli

2016 Espacio, tiempo y trabajo. Sobre la temporalidad del paisaje agrícola de la Sierra de El Alto-Ancasti. Segunda mitad del Primer Milenio d.C. Trabajo presentado en el XIX Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Tucumán.

Quesada, M.; Gastaldi, M. y G. Granizo

2012 Construcción de periferias y producción de lo local en las cumbres de El Alto-Ancasti. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXXVII(2): 435-456.

Raffino, R.

1975 Potencial ecológico y modelos económicos en el NOA. Relaciones de la Sociedad

Argentina de Antropología IX: 21-45.

Revuelta, C. y E. Moreno

2009 Las prácticas del procesamiento (análisis de huellas de uso e instrumentos líticos en Tebenquiche Chico). En Problemáticas de la Arqueología Contemporánea, M. Tamagnini y A. Austral (eds.), tomo III, pp. 787-795, Universidad Nacional de Río Cuarto, Río Cuarto.

Romero, H.

2003 Llama, mito y ciencia en el mundo andino. Revista de Ciencias Sociales 13: 74-98.

Santiago, F.

2004 Los roedores en el menú de los habitantes de Cerro Aguará (provincia de Santa Fe):

su análisis arqueofaunístico. Intersecciones en Antropología 5: 3-18.

Santini, M.

2011 Aprovechamiento de Myocastor coypus (Rodentia, Caviomorpha) en sitios del Chaco

Húmedo argentino durante el Holoceno tardío. Intersecciones en Antropología 12: 195-205.

Tomasi, J.

2011  Geografías del pastoreo. Territorios, movilidades y espacio doméstico en Susques (provincia de Jujuy). Tesis de Doctorado. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

Zuccarelli, V.

2012  Paisajes de producción y reproducción en el Dpto. El Alto-Ancasti, Catamarca, durante el Período de Integración Regional (ca. 600-1100/1200 d.C.): usos del GIS en la arqueología de los paisajes agrarios. Tesis de Licenciatura. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons