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Comechingonia

versão On-line ISSN 1851-0027

Comechingonia vol.21 no.1 Córdoba jun. 2017

 

DOSSIER

EL PASTOREO CONTADO EN PRIMERA PERSONA: ENTREVISTA A SABINO FIDEL DÍAZ, ÚLTIMO HABITANTE DE LA QUEBRADA DE LOS CORRALES.

HERDING AS TOLD IN FIRST PERSON: INTERVIEW TO SABINO FIDEL DÍAZ, LAST INHABITANT OF QUEBRADA DE LOS CORRALES.

 

Eugenia Di Lullo1

1IAM/ISES-CONICET-UNT. Saavedra 254, (4000) Tucumán, Argentina, eugedl@gmail.com

Presentado: 04/12/2016 - Aceptado: 23/05/2017


Resumen

En este artículo se presentan algunas consideraciones en torno a las prácticas de pastoreo llevadas a cabo en la Quebrada de Los Corrales (El Infiernillo, Tucumán) durante parte del siglo XX. La información que se da a conocer, deriva de una serie de entrevistas realizadas al último ocupante de un puesto actualmente abandonado que descansa sobre una localidad arqueológica donde paralelamente se está comenzando una investigación que aborda el tema de los pastores prehispánicos. El testimonio de primera mano ofrecido por Don Sabino fue de gran relevancia por los datos aportados y porque estableció un punto de partida para reflexionar sobre las prácticas en el pasado.

Palabras clave: testimonio, pastores, valles y quebradas, arqueología

Abstract

This paper ponders over herding practices in Quebrada de Los Corrales (El Infiernillo, Tucumán) during part of the 20th Century. The information hereby introduced originates from a series of interviews carried out with the last inhabitant of an abandoned shepherd stall that rests on an archaeological site where, in turn, an investigation on pre-hispanic herders has begun. The firsthand testimony offered by Mr. Sabino was highly relevant in terms of the data provided and because it became a starting point for the reflection on past practices.

Keywords: testimony, herders, valleys and ravines, archaeology


 

".porque sé que usted cree en el relato e historias vivientes"
Sabino Fidel Díaz, octubre 2016.

Introducción

Las investigaciones en nuestra disciplina relacionadas a grupos que se dedicaron al pastoreo, han brindado buena información para el área andina sobre sus prácticas en general -su contexto de desarrollo, particularidades y transformaciones- como también acerca de los procesos de domesticación de especies y sus implicancias a nivel arqueológico. Para la región del noroeste argentino (NOA), este tipo de estudios se han focalizado principalmente en sectores de Puna, siendo relativamente más escasos para áreas de valles y quebradas mesotermales. En estas zonas en particular, numerosos trabajos se concentraron en la agricultura, mencionando de manera tangencial al pastoreo, mientras que aquellos que trataron específicamente el tema, lo hicieron desde una perspectiva zooarqueológica y arqueométrica (e.g. Cicala 2001; Dantas 2011, 2014; Izeta y Scattolin 1999, 2006; Izeta et al. 2009; Mercolli 2011; Mercolli et al. 2014; Raffino et al. 1977), siendo pocos los que profundizaron en los aspectos más etnográficos del asunto (e.g. Figueroa 2012).

El área de investigación analizada aquí, corresponde a la Quebrada de Los Corrales (QDLC), localidad arqueológica ubicada a unos 3100 msnm en El Infiernillo, Tucumán. Esta microrregión es rica en evidencias que dan cuenta de diversas ocupaciones humanas a lo largo de más de 7000 años (ca. 7800-650 años AP) entre las que se encuentran numerosas estructuras de corral y grandes superficies destinadas a la agricultura, ambas asociados a un poblado del primer milenio d.C. (Oliszewski 2017; Oliszewski et al. 2014). Estas características convierten a QDLC en un lugar propicio para estudiar procesos de larga duración y en particular, temas relacionados a la actividad pastoril.

Otra singularidad de este lugar, es la de contar con un puesto de pastores habitado hasta 1977-1978, momento en el que fue abandonado. El presente trabajo surge como resultado de una serie de entrevistas realizadas a su último ocupante, Don Sabino Fidel Chicho Díaz, quien nos ofreció un relato detallado sobre su vida ahí.

Si bien las entrevistas forman parte del diseño de un proyecto arqueológico que pretende estudiar a los antiguos pastores de QDLC, la aparición espontánea y fuera de cronograma de esta persona, resultó inspiradora para abordar anticipadamente y desde otra perspectiva la problemática. En este sentido, lo escrito aquí se presenta como un ensayo de reflexión cuyo máximo valor reside en la información de primera mano proporcionada por Don Sabino, a quien agradecemos infinitamente por su desinteresada colaboración.

Área de estudio: características generales

El Abra de El Infiernillo se encuentra en el sector norte del sistema montañoso del Aconquija, constituyendo un lugar de tránsito natural entre los valles de Tafí, Santa María y Amaicha.

Dentro de esta área de transición entre ambientes, encontramos a Quebrada de Los Corrales que alberga la localidad arqueológica bajo estudio (Figura 1). El paisaje aquí, se encuentra conformado por laderas de considerable pendiente que encajonan al río de Los Corrales en un espacio acotado que da forma a la quebrada homónima. Este estrecho corredor, lentamente se va ampliando aguas arriba para dar paso a un sector más abierto caracterizado por presentar una suerte de aterrazamientos en ambas márgenes del río, formados por depósitos producto del deslizamiento de laderas (Caria et al. 2006).

Actualmente el río es de carácter permanente, confluyendo hacia éste sistemas de escorrentía -derivados de las faldas- que son semipermanentes y dependen de los aportes pluviales estacionales (Caria et al. 2006).

Dentro de la clasificación de Eco-Regiones (Morello et al. 2012), QDLC corresponde al Complejo de Bosques y Pastizales, que se caracteriza por ser un arbustal/pastizal seco. Desde una perspectiva estrictamente fitogeográfica, el área se ubica dentro de la denominada "Provincia de Prepuna", definida por presentar escasa vegetación, alternándose pastizales de altura y matorrales mesofíticos (Cabrera 1976).

Hoy en día la zona de El Infiernillo es habitada por distintas familias de pastores que, aunque emparentados en su mayoría, usan y ocupan territorios extensos que consuetudinariamente no se yuxtaponen, creando un patrón de viviendas muy disperso que a nivel paisajístico se traduce en kilómetros de espacios abiertos pedregosos, salpicados por eventuales arbustos, entre los cuales se yergue una vivienda de adobe y techos de paja, y en ocasiones, un corral solitario casi colgando de alguna ladera.

Este lugar en apariencia yermo alberga sin embargo una notable riqueza arqueológica en una de sus quebradas -la conformada por la cuenca del río de Los Corrales- que sorprende no sólo por la variedad de sus evidencias sino también por la profundidad temporal que abarcan, cubriendo un lapso que se extiende desde ca. 7800 hasta los 650 años AP (Oliszewski 2017). En QDLC se encuentra un sitio -TPV1- que presenta en estratigrafía hallazgos que dan cuenta tanto de la presencia de cazadores, como de grupos que desarrollaron actividades que requerían cierta permanencia en un mismo lugar. Asimismo, y vinculado espacialmente a lo anterior, encontramos un poblado del primer milenio d. C. (denominado Puesto Viejo) y centenares de hectáreas surcadas por andenes y terrazas de cultivo. Por otro lado, existen numerosas construcciones en pirca que morfológicamente nos remiten a estructuras de encierro para animales, que se encuentran aisladas en laderas y áreas cumbrales, o bien asociadas con estructuras de función agrícola (más detalles en otro acápite).

Por último, en esta localidad contamos con la presencia de un puesto de pastores abandonado hacia fines de la década de 1970, lugar que habitó nuestro informante (Figura 2).


Figura 1: Ubicación de la Quebrada de Los Corrales (imagen satelital modificada de Google Earth).

Primer acercamiento al estudio de pastores en QDLC: la entrevista

Sumado al análisis cronológico, espacial, funcional y contextual de corrales que se pretende realizar para encarar desde una perspectiva arqueológica la problemática de los pastores prehispánicos en QDLC, la propuesta metodológica incluye llevar adelante entrevistas a los pobladores locales con el objetivo de registrar las estrategias de pastoreo que tanto en la actualidad como en el pasado reciente se desarrollaron para esta actividad en la zona1. En este sentido, se pretenden registrar los espacios y recursos utilizados; tamaño y composición de los rebaños; tipos y ubicación de viviendas/puestos; configuración de las viviendas; rituales asociados al pastoreo, entre otros.

 


Figura 2: Quebrada de Los Corrales. Estructuras remanentes del puesto de la familia Díaz. Éstas se encuentran en el sector norte del poblado arqueológico de Puesto Viejo.

El objetivo de estas entrevistas, es generar una base de información sobre las particularidades de las prácticas de pastoreo llevadas a cabo a nivel microrregional, que nos permita tener una mirada alternativa a aquellas ya conocidas que provienen de poblaciones y sectores alejados del área de estudio (como la Puna y otras regiones andinas) y se adecúe más a la realidad de nuestro contexto ambiental, social y arqueológico.

A meses de comenzar esta investigación, se contactó con nosotros de manera espontánea el Sr. Sabino Fidel Chicho Díaz2 quien se presentó a sí mismo como "el último habitante de Los Corrales". Efectivamente, se trataba de un pastor nacido y criado en el viejo puesto cuyos restos hoy encontramos en la quebrada. De inmediato coordinamos un encuentro ya que se encontraba entusiasmado y dispuesto a colaborar con lo que fuera necesario en la investigación.

El encuentro se llevó adelante en Amaicha y almuerzo de por medio se desarrolló la mayor parte de la entrevista. La (larga) charla fluyó al ritmo de Don Sabino, con mínimas intervenciones de los integrantes del proyecto, permitiendo que el entrevistado hiciera sus propias asociaciones libres. Este momento resultó sumamente enriquecedor ya que ciertos enunciados emergieron gracias al contexto relajado en el que se desenvolvía la charla. Así, este primer acercamiento resultó en un relato sumamente detallado y revelador, aunque sólo contábamos como apoyatura para el registro, nuestra propia memoria.

Teniendo en cuenta esta situación, y dado que Don Sabino actualmente reside en Buenos Aires y un encuentro como éste podía ser único, se le solicitó volver sobre algunos temas ya charlados pero esta vez disponiendo de una grabadora de audio y cámara de video, logrando de este modo un registro perdurable (Figura 3).

En esta entrevista grabada, se retomaron ciertos temas de interés, sólo que por cuestiones de tiempo, en esta instancia se formularon preguntas concretas3. Esta segunda charla fue entonces, semi-estructurada.

Afortunadamente, aquella reunión no fue la única y pudimos reencontrarnos, esta vez en el marco del XIX Congreso Nacional de Arqueología Argentina, donde realizamos una segunda entrevista retornando sobre algunas cuestiones tratadas en el primer encuentro.

Por otro lado, nos mantuvimos y mantenemos en permanente contacto con él vía e-mail, medio que usamos también para aclarar dudas y continuar con las preguntas.

Es preciso aclarar que esta es la primera y única persona a la que se entrevistó. No contamos aun con relatos de otros pastores de la zona más amplia de El Infiernillo. Sin embargo, al tratarse de un testimonio espontáneo proveniente del lugar específico bajo estudio, destacamos su gran relevancia y lo damos a conocer aquí.

Lo vertido en estas páginas, por lo tanto, es el producto del compendio de la memoria, las grabaciones y los mensajes intercambiados con "el último habitante de Los Corrales", representando tan solo una visión y versión de la realidad, construida en el encuentro de distintas reflexividades, en un contexto particular (Guber 2001).

Características del puesto

El puesto data, al menos, de fines del siglo XIX o principios del XX: "Siempre estuvo habitado. Siempre, siempre. Mi abuela vivió ahí, mis tíos vivió ahí, nosotros nacimos ahí.". Éste tuvo que ser abandonado a la fuerza en 1977-1978, hecho que sobrevino por la coyuntura socio-político del momento. En aquellos años de la dictadura cívico-militar comenzada en 1976, la provincia se encontraba bajo el gobierno de facto del Gral. Bussi, quien años previos había desarrollado el sangriento Operativo Independencia y bajo el pretexto de eliminar la guerrilla rural, violó de manera sistemática los DDHH, focalizando las operaciones militares principalmente en las zonas rurales y sus trabajadores. En este contexto y con la excusa de que allí podían esconderse guerrilleros, es cuando los pobladores de la zona de El Infiernillo fueron obligados por el ejército a desalojar sus viviendas. Don Sabino nos cuenta que a la gente de la zona le ofrecieron terrenos en Tafí del Valle, pero que naturalmente nadie quería abandonar sus tierras, animales ni pertenencias. En el caso particular de Los Corrales, un hermano mayor que había quedado a cargo del puesto, acepta algunas de estas tierras en El Churqui4. Para entonces, ninguno de los hermanos Díaz vivía de manera permanente en la quebrada, y aprovechando estas prolongadas ausencias, roban toda la hacienda y desmantelan por completo la vivienda. Cuando Don Sabino vuelve en una ocasión, ya no hay nada: ".ya prácticamente no hemos podido vivir, porque nos devastaron todo. Nos robaron todo."


Figura 3: Don Sabino Fidel Chicho Díaz.

Con respecto a la composición arquitectónica del puesto, éste contaba con estructuras cuadrangulares en pirca, con techo a dos aguas de paja. Había tres dormitorios: uno pertenecía a la madre, otro a los hijos, y el último, era utilizado por "las visitas" (ya sean viajantes que pasaban por la zona y pernoctaban en el puesto, como trabajadores que se alojaban regularmente durante la temporada de mayor actividad para ayudar con la hacienda) (Figura 4). Esta última habitación, a veces se usaba también como depósito. Ninguna habitación contaba con un fogón. Circunscripto por dos de las habitaciones, había una suerte de patio, sin delimitaciones arquitectónicas.

Otra estructura estaba destinada a la cocina, en cuyo centro se encontraba el fogón, delimitado con piedras paradas. Sobre éste, colgando desde el techo con un alambre, se colocaban las ollas y pavas para cocinar, así como algunos elementos para la elaboración de quesos que requerían del contacto con el humo.

Por fuera de la cocina estaba el carneadero, roca de grandes dimensiones que servía, como su nombre lo indica, para carnear animales. También por fuera de la cocina, se había construido un horno de barro, pero al romperse, no volvieron a levantar otro. Para realizar cocciones, se hacían hornos ad hoc cavando agujeros en los perfiles de las terrazas del río. A la par de la vivienda, dos corrales en pirca de planta circular servían para el resguardo de cabras y ovejas. Más alejado, unos metros más abajo y próximo al río, se encontraba el "cerco" (huerta). También realizado en pirca, era de tamaño/ altura mayor y de forma cuadrangular (Figura 4). Allí se cultivaban algunos vegetales que eran regados por el aporte fluvial a través de canales excavados directamente en la tierra sin ningún tipo de infraestructura.

No existía un lugar o estructura específica para arrojar basura. Tampoco estructuras ni áreas de enterratorios. Los difuntos eran llevados a Tafí del Valle.

Todo este conjunto arquitectónico conformaba la vivienda única y permanente de la familia Díaz. No existían puestos temporarios ya que las características ambientales y las estrategias de pastoreo implementadas, no lo requerían. Tampoco había reclamación de estructuras arqueológicas.

Territorio. Uso de pasturas. Rebaño. Dinámica de pastoreo. Elaboración de productos e intercambios

De acuerdo a los datos provistos por Don Sabino, los territorios de pastoreo estaban bien definidos entre las familias, existiendo derechos consuetudinarios sobre los mismos. La estancia de Los Corrales tenía una gran extensión, ocupando una superficie mayor a la de nuestra actual área de investigación, que cubre unos 28Km2 5. Los límites entre una estancia y otra estaban claramente marcados por "linderos" (mojones de piedra) muy visibles6. No era bien visto que los animales pastaran en tierras ajenas, suscitándose algunos problemas entre los pastores cuando esto sucedía e incluso ocurriendo la apropiación de los animales intrusos.


Figura 4: Configuración arquitectónica del puesto: cocina, dormitorios, depósito, corrales y huerta. Digitalización de un esquema realizado por Don Sabino.

La hacienda de Los Corrales, llegó a estar conformada, de acuerdo a Don Díaz, por 1500 cabezas. El rebaño era mixto e incluía solamente cabras (500) y ovejas (1000) que se mantenían en corrales separados. No tenían vacas, ni llamas.

En épocas de mucha actividad en el puesto, para manejar esta cantidad de animales, generalmente llegaban conocidos de la familia, tanto de Amaicha como de Tafí del Valle, en carácter de ayudantes. Tenían diferentes tareas como la esquila y la señalada, servicios que eran pagados con carne, queso, lana, cueros o animales en pie.

El trabajo se dividía principalmente por género: los hombres se dedicaban a tareas como señalar, esquilar y carnear a los animales, juntar la hacienda, construir los corrales y también fabricar algunos artefactos para actividades secundarias (husos, torteros). Las mujeres, además de realizar trabajos vinculados con los animales (como juntar la hacienda), tejían, cocinaban, hacían los quesos y fabricaban las ollas de cerámica de uso

cotidiano. Sabino confiesa: "(...) tarea de mujer, de mujer. Tarea de hombre, tarea de hombre.aunque la mujer también cumplía tarea de hombre".

La cría de llama, por otro lado, era una actividad llevada a cabo por otras familias de la zona, en un sector denominado Piedra Pintada, que se localiza en los cerros ubicados hacia el sur de QDLC. También en El Infiernillo (aproximadamente en la zona donde actualmente está el mástil) un tío de Don Sabino criaba llamas. Éstas eran encerradas en corrales para la esquila y con su lana "se hacían tejidos en telares rústicos, del cual mi madre efectuaba dicho tejidos. (.) Las telas que se confeccionan son muy apreciadas en el comercio".

Cabe destacar que Don Sabino nos comentó que su tío también tenía vicuñas, que éstas eran "domésticas" y se las esquilaba7.

Por otro lado, en cuanto a la modalidad de pastoreo, Don Sabino comenta: "nosotros nunca fuimos nómades". Todos los días, tanto en la época invernal como estival, hacían pastar a los animales en su territorio ya que se disponía de buena vegetación y agua permanente, aunque aclara que cerca de Los Corrales había gente que se trasladaba con su rebaño estacionalmente. Señalándonos en una fotografía aérea un sector adyacente a

QDLC, continúa: "vivíamos de la hacienda. No nos trasladábamos como hacen muchos. Acá en este cerro, por ejemplo, se trasladan. Nosotros, no. Nosotros estamos estables ahí. Toda esa gente está estable (.). Nosotros vivíamos exclusivamente de la hacienda"

De acuerdo a lo comentado, QDLC se constituía como un lugar muy distinto al árido paisaje que observamos actualmente: era extremadamente verde y llovía en gran cantidad, salvo en invierno (estación seca) cuando los pastos mermaban. En este momento "los animales se ponían flacos", pero incluso bajo ese panorama, no cambiaban las estrategias de pastoreo ni trasladaban a la hacienda por fuera de los límites territoriales. Durante la época invernal, ocurría la disminución del sacrificio de animales y el aumento del consumo de charqui (carne seca), si bien la fuente principal de alimento siempre era la leche de cabra: "Lo que nos favorecía mucho a nosotros es la leche: constante, mucha cantidad".

Con ésta, además, se fabricaban los quesos que servían como producto de intercambio:

"[dentro del dormitorio] teníamos el zarzo. Se hace con caña, atado con tiras del cuero (.) y se pone arriba. ¿Para qué? Para los quesos. Así se secan los quesos arriba. (.) después, los cinchones: se hace un coso tejido de cortadera (.). Se hacía la leche, la cuajada, todo. Una vez que se amasaba la cuajada esa, se ponía sal y se pasaba al cinchón ese que estaba en una piedra; (.) se ponía la leche ahí adentro y después se aplastaba bien (.). La prensa era una piedra."

Por otro lado, el abastecimiento de vegetales en Los Corrales se lograba gracias al mantenimiento de un cerco a la par del río, de donde se tomaba el agua para el riego a través de pequeños canales cavados en la tierra. En el huerto, se cultivaba maíz, arveja, zapallo y poroto.

La caza de animales y la recolección de frutos, plantas y raíces también era una práctica frecuente. En cuanto a los animales, se aprovechaba cualquier oportunidad para el

abastecimiento de carne: ".y si: comer lo que encontrábamos! Comí gato, león, águila, cóndor, guanaco. De todo! Lo que caiga! (.) Después comer pusquillo, el fruto que sale del cactus; comer raíces al extremo (.). Me tocó comer carne cruda de animal, porque no tenía para hacer fuego (.). Nosotros, la supervivencia, eh?!"

Don Sabino también puntualiza sobre la caza de guanacos: "[Los guanacos] bajan a

tomar agua. En Los bebederos, bajan los cerros a tomar agua, todos juntos y queda uno ahí arriba. O sea, te acercás bien a los bebederos para pegarle el tiro o lo bajás al que está arriba. Si lo bajás al que está arriba, te bajas todos los que vienen a tomar agua. Podés bajar, pero no se debe bajar. ¿Porqué? Porque el que está arriba, hace de vigía y mira para otros lados. Cuando el guanaco observa algo, pega el chiflido, relincha el guanaco, y dispara. (.) Pero el tipo dispara para el lado que no hay peligro. Entonces todos los que están tomando agua, rajan para donde dispara el tipo. Si vos los bajas a esos, todos los que están tomando agua, no saben qué hacer, y ahí los entrás a bajar. Y siempre tenés que ir en contra del viento, no a favor del viento."

La hacienda de Los Corrales era muy conocida y la quebrada un lugar de paso al que llegaban a diario personas para abastecerse con productos locales y realizar trueques. En el puesto tenían para ofrecer animales vivos, carne y algunos subproductos como quesos, quesillos, lana, cuero y tejidos que intercambiaban por bienes de subsistencia que no se producían ahí y que eran llevados por los viajantes. Don Sabino nos cuenta un poco sobre la dinámica diaria del puesto:

EDL: ¿la casa permanente era ahí en Los Corrales y todas las mañanas salían?

SFD: a la mañana, todo el día. A la mañana temprano la hacienda sale (.) uno tiene que ir a traerlas, a sacarle la leche, ordeñar, o esquilar.lo que haya que hacer! Después las largás al campo

(.) y después a la tarde hay que salir (.) a recoger la hacienda. Pero la hacienda se va lejísimo y por ahí (.) se te hacía de noche y te quedabas en el campo. Yo he dormido pero un montón de veces en el campo, eh?!

EDL: ¿pero lo único que tenían construido era acá [puesto histórico de Los Corrales]? SFD: .acá, ahí abajo (.) Se hacía el armado del pircado. Y para las ovejas, aparte. No se juntaban las ovejas con las cabras. Y a las cabras las hacíamos dormir en el corral cuando podíamos. Porque la cabra es muy salvaje: a la noche se va (...). La oveja no. La oveja se queda en el corral (.) es más dócil, se queda. Y para atraer a la cabra y la oveja, le damos sal. Sal de tierra (.). Nos llevaba la gente sal y le dábamos carne. El famoso trueque. EDL: ¿y con quiénes intercambiaban esas cosas?

SFD: con Tafí del Valle, casas de comercio: mercadería, ropa. De acá [Amaicha] frutas, verduras. (.) Cargaban los quesos, la carne.el intercambio. O sea: ellos llevaban [a Los Corrales] frutas, verduras, y traían queso, traían carne; hay otros que iban a buscar cueros, iban a buscar lana y traían... y nosotros, hacíamos ese trabajo; el trueque. EDL: ¿y la gente que trabajaba ahí para ustedes?

SFD: tenían asignado un dormitorio ahí (.). Permanentemente, casi siempre había gente ahí. ¿Por qué? Porque teníamos mucha hacienda y había que atenderla. Tenías que sacar la leche; tenés que cuidar el campo, laburar al campo; ir a buscarlas.las cabras por un lado, las ovejas por otro. Y mucha cantidad; y se te quedan; y que el león te mató; y que alguno pasó y te robó."

Por otro lado, las estructuras de corral, no sólo servían para proteger al rebaño, sino también para actividades específicas como la castración y otros rituales como la señalada y la ceremonia a la Pachamama. En esta ocasión, se acostumbraba a hacer la challa en la

puerta del corral: "Normalmente da hacia el norte [la puerta], donde salía el sol. Ahí nosotros hacíamos un agujero y poníamos las orejas, todo eso ahí. Y se ponía alcohol, coca, tabaco. Una ceremonia ahí. Y a veces se enterraba, en determinado tiempo, una botella de alcohol o vino, ahí abajo".

También nos cuenta detalladamente sobre las prácticas rituales involucradas en la

carneada: "para carnear al animal se le ponía siempre la cabeza hacia el norte. El corte que se hace al cuello (...) se le hace del lado que sale el sol. Una vez que el animal ya está para morirse (.) se le hace una cruz en la cara, y la sangre que queda, que sigue goteando, se tira hacia el sol en forma de cruz y ahí se larga el animal. Se le larga las patas -porque estaba atado- ¿para qué?: dicen que para que alcance a la hacienda".

Don Sabino nos remarcó que no se sacrificaban animales dentro del corral, sino en el carneadero.

El Pastoreo. Modelos para la Puna argentina.

Si bien el pastoreo puede ser definido en sentido amplio como una estrategia económica que se basa en la crianza de animales domésticos tenidos en propiedad (Chang y Koster 1986), el nivel de especialización y dependencia que se tiene sobre los animales involucra estilos de vida, cosmovisiones, valores culturales, preferencias e ideas específicas, que hacen que esta actividad no sólo sea un medio para ganarse la vida, sino una forma de vida en sí misma (Khazanov 1994).

Dentro del espectro de estrategias económicas que implica el pastoreo, las variables que tradicionalmente se han tomado para caracterizarlo son el grado de dependencia sobre los animales y la movilidad (Chang y Koster 1986; Khazanov 1994). De este modo, se han determinado algunas formas básicas de producción pastoril que resultan útiles para fines analíticos: 1) el sedentario; 2) transhumante o estacional; y 3) nomádico (sensu Yacobaccio 2014).

Para la Puna argentina, los datos etnográficos indican que el tipo de pastoreo llevado adelante en el área es esencialmente transhumante, teniendo la movilidad un rol fundamental que redunda en un sistema complejo de asentamientos dispersos en el paisaje (Delfino 2001; Göbel 2002; Tomasi 2013; Yacobaccio et al. 1998). La unidad doméstica o familia, eje central de la organización social y económica, controla y hace uso de determinadas tierras y fuentes de agua. No existen en los casos etnográficos registrados de este sector de puna, tierras comunitarias, como sí las hay por ejemplo, en Sud Lípez, Bolivia (Nielsen 1996).

De acuerdo a las características del territorio manejado por cada familia, las del rebaño y la mano de obra disponible, varían los ciclos de rotación (Göbel 2002). Estos movimientos pueden ser de tres tipos (Yacobaccio 2014): 1) individuales; 2) estacionales (desde las casas a las estancias) y 3) anuales (caravanas). Cabe destacar que, si bien los traslados característicos de los pastores responden a necesidades de orden logístico, estos movimientos son actos sociales que ponen en relación espacios y personas (Tomasi 2013), cuestión que se hace particularmente patente en los viajes de intercambio caravaneros.

También relacionados a la espacialidad, a la reproducción de los vínculos entre las personas y a la prosperidad en general, en las sociedades de pastores se llevan a cabo ciertos rituales como las challas y la señalada (Göbel 2002).

Dentro del territorio, la unidad doméstica posee una casa permanente compuesta por un conjunto de estructuras que se encuentran generalmente cerca de fuentes permanentes de agua y varios puestos temporarios que se localizan en zonas de pasturas y que son estructuralmente más sencillos que las viviendas permanentes (Göbel 2002; Yacobaccio et al. 1998). Aunque tienen diferente componentes, ambos tipos comparten elementos que les otorgan funciones relacionadas con la habitación y el monitoreo del rebaño (Nielsen 2000). Por fuera de estas tierras, los pastores generalmente tienen una casa en el pueblo principal más cercano.

Para los fines de este trabajo, se describirá sólo la composición de la vivienda permanente, que dejando de lado variaciones individuales, tiene algunos elementos típicos: 1) la casa de familia; 2) la casa de huéspedes; 3) el depósito; 4) la cocina de uso diario; 5) la cocina techada; 6) el horno; 7) el corral para ovejas y cabras; 8) el corral para mulas y burros; 9) el dormidero de llamas; 10) el corralito para chivos y corderitos; 11) el pozo para las guaguas; 12) el huesero; 13) el carneadero; 14) fuente de agua; 15) rastrojo y telar; 16) mojón de piedras blancas; 17) altar con santo de la hacienda; 18) tumbas (para detalles ver Göbel 2002)

Finalmente, con respecto a la división del trabajo, éste se da fundamentalmente por género: las mujeres son las pastoras propiamente dichas, es decir, las encargadas del mantenimiento y cuidado cotidiano de los animales. Asimismo, son las que llevan adelante los rituales relacionados con la actividad pastoril. Los hombres ayudan también en el cuidado del rebaño pero se encuentran más abocados a la vinculación con otros espacios y personas a través de los viajes de intercambio o los trabajos temporarios asalariados en minas y plantaciones. El trabajo en los huertos locales también es atribución masculina, así como el trabajo en el telar y ciertas tareas menos cotidianas como la construcción y reparación de corrales y la esquila (Abeledo 2014; Göbel 2002; Tomasi 2013).

El Pastoreo en QDLC: puntos de encuentro y desencuentro con Puna

De acuerdo al testimonio brindado por Don Sabino, las características del pastoreo que se desarrolló específicamente en Quebrada de Los Corrales durante parte del siglo XX, pueden resumirse del siguiente modo:

1. La unidad doméstica tenía derecho exclusivo sobre las pasturas y fuentes de aguas de cierto espacio geográfico. No había territorios comunitarios.

2.  Ese espacio permitía el sustento anual dietario del rebaño, sin necesidad de traslados estacionales. Los movimientos eran sólo diarios y esta logística era desarrollada durante todas las estaciones del año.

3.  El rebaño era mixto (cabras, ovejas) y muy numeroso (1500 cabezas).

4.  El sistema de asentamiento tenía un solo componente: la vivienda central, única y permanente. Ésta estaba compuesta por: a) dormitorios/depósito; b) cocina techada; c) horno; d) carneadero; e) corral para cabras; f) corral para ovejas; g) cerco (huerto); h) fuente de agua permanente (río).

5.  Se cultivaban plantas alimenticias sólo para el autoabastecimiento de la unidad familiar.

6.  El trueque era el sistema de intercambio por excelencia y se mantenía exclusivamente gracias a los productos y subproductos obtenidos del rebaño.

7.  Toda la familia participaba del cuidado cotidiano de la hacienda. Algunas tareas eran exclusivas de hombres (esquila, señalada, construcción de pircas) y algunas de éstas requerían de la contratación de terceros; otras tareas como la cocina, la fabricación de quesos y el telar, eran dominio femenino.

De acuerdo a lo mencionado, para el siglo XX en QDLC, podemos decir que:

1.  La estrategia predominante -aquella en torno a la cual se organizan y planifican las múltiples actividades socioeconómicas del grupo (Yacobaccio et al. 1998)- estaba relacionada fundamentalmente con la cría y el mantenimiento de animales.

2.  Estamos frente a un sistema de pastoreo sedentario, donde la unida doméstica tiene una única vivienda, pasturas, fuentes de agua permanentes y una red de intercambios que no requiere de ciclos de traslado o rotación estacionales, ni del desplazamiento del grupo familiar o parte del mismo. Toda la producción y reproducción socioeconómica sucedes dentro de los límites de QDLC.

3. No estamos frente a un sistema ganadero. Si bien comparativamente el tamaño del rebaño es muy grande en relación a los casos etnográficos registrados para la Puna argentina, la estrategia económica implementada en QDLC no puede ser definida como "ganadería". Este tipo de sistema, como considera Ingold (1980), forma parte del entramado del capitalismo, e implica que la producción y el intercambio están enfocados hacia el aumento de ganancias en el marco de un espiral de acumulación regido por las reglas del mercado. Por el contrario, en el pastoreo tradicional, los animales sólo suministran la materia prima necesaria para sostener y reproducir al grupo doméstico o producir bienes que pueden ser intercambiados por productos esenciales para el consumo de éste. Es decir, que aquellos animales que entran en el circuito del mercado sólo sirven como medio para facilitar el acceso a ciertos bienes esenciales a los que no se puede acceder por producción propia (Ingold 1980).

Por lo expuesto, podemos definir las prácticas llevadas adelante en QDLC durante el siglo XX, como un pastoreo tradicional sedentario.

No pretendo trasladar este modelo a otras escalas espaciales ni temporales, ya que las estrategias implementadas en el pastoreo son generalmente flexibles y están sujetas a cada contexto familiar, económico y microambiental, pudiendo variar de manera sustancial en un radio de pocos kilómetros, tal como se desprende de la propia entrevista. En este sentido, Quebrada de Los Corrales nos sirve para pensar que las prácticas deben ser entendidas en su especificidad y que los modelos son herramientas analíticas de utilidad siempre que sean usadas localmente. A pesar de esto la reflexión siempre suele comenzar por lo conocido, motivo por el cual en esta ocasión propongo como punto de partida, hacer una comparación con la información que abunda sobre el pastoreo en la Puna argentina, siendo consciente de las diferentes escalas implicadas en el análisis.

Una de las diferencias fundamentales que encontramos entre lo registrado para esta región y lo relatado por Don Sabino, tienen su raíz en el ambiente particular ofrecido por QDLC que facilitó la movilidad restringida de los pastores. Al tener fuentes de agua y pasturas permanentes, los traslados estacionales no eran necesarios, lo que tiene un correlato directo con el sistema de asentamiento, que tiene la particularidad de ser unicomponente (la vivienda permanente). No existían los puestos temporarios ni tampoco se hace mención a la posesión de una casa en el pueblo, si bien hay dos centros urbanizados a 30-40 Km de distancia.

Cabe destacar como punto de unión con la Puna, que algunos de los elementos característicos de las viviendas permanentes se comparten: los dormitorios, los corrales diferenciados para los distintos componentes del rebaño, la cocina techada, el carneadero, la fuente de agua cercana. La vivienda en Los Corrales estaría caracterizada más por la ausencia, que por la presencia de ciertos rasgos que sí son típicos en la Puna. En este sentido, elementos como los despachos (tumbas), las kanchas (cocinas al aire libre) y los mojones (montículos de piedras blancas relacionados con el rebaño y la señalada), no están presentes en QDLC.

Otra coincidencia hallada con Puna, es que la familia o unidad doméstica es concebida como núcleo central de la actividad pastoril, como esfera de producción, de distribución, de consumo y de reproducción social (Göbel 2002). Si bien en el contexto de QDLC, debido al gran número de animales, era necesaria la contratación de ayudantes por fuera de la familia en algunos momentos del año, la responsable del manejo del rebaño, sus productos y de la toma de decisiones, seguía siendo la unidad doméstica.

Con respecto a la división del trabajo por género, existen algunas diferencias con respecto a lo que sucede en Puna, explicación que puede encontrarse en el carácter sedentario del pastoreo practicado en Los Corrales: dado que todos los integrantes de la familia se encontraban durante el año completo en el mismo lugar, todos cumplían la función de pastores. En este caso particular, entonces, esta actividad no es preponderantemente femenina. Por otro lado, el hecho que QDLC era un punto nodal de llegada de viajantes con mercancías, hacía innecesario que los hombres hicieran viajes hacia el mundo de afuera. Es necesario aclara que Don Sabino hizo mención a que algunos hombres (ayudantes temporarios) realizaban trabajos asalariados en la época de cosecha de la caña o durante la construcción de la ruta provincial Nº 307 (la que atraviesa la entrada a QDLC), pero haciendo hincapié en que: "Nosotros no. No lo necesitábamos".

Algunas consideraciones: breve ensayo de reflexión.

Luego de analizado el caso de estudio, se hace evidente que la diferencia sustancial entre el tipo de pastoreo altoandino y el que se practicaba en Quebrada de Los Corrales cuando habitaba allí la familia Díaz, es el movimiento: mientras en el primer caso el pastoreo es transhumante, el segundo puede ser definido como de tipo sedentario, lo que obviamente tiene sus implicancias a nivel logístico, sobre los sistemas de asentamiento y en las prácticas de manejo de rebaños.

Sin embargo, es fundamental remarcar que esos movimientos cíclicos o estacionales aparentemente ausentes en Los Corrales, se hacen presentes bajo la forma de viajantes que llegaban al puesto con productos de zonas cercanas. Sin los intercambios que se realizaban de manera periódica, la existencia del puesto no hubiera tenido sentido: la hacienda subsiste gracias al movimiento y encuentro de personas diversas que necesitan de los productos provistos por los pastores de Los Corrales (y viceversa). Por lo tanto, es precisamente el movimiento, el leitmotiv de la producción pastoril en QDLC.

Con la intención de razonar sobre el movimiento y sus implicancias, tomaré algunas concepciones de la filosofía Aristotélica (1999 [384-322 a.C.]). De acuerdo a esta ontología, el movimiento es concebido como una forma del ser relacionado a la acción. Es el principio de cambio o la potencia activa de poder ser de las cosas. No es un fin en sí mismo, sino más bien una realidad inacabada: el acto por excelencia de las cosas de tender hacia un fin. Ahora, si aplicamos este mismo razonamiento para reflexionar sobre el movimiento en términos de historia humana, no podemos dejar de remarcar que el devenir de las sociedades en un tiempo-espacio, o su potencia de ser, es indefinido y no tiende hacia una meta particular, como sí proponía el pensador griego cuando se refería a las propiedades de ciertos objetos. Por el contrario, el camino por recorrer puede tomar innumerables rumbos dentro de ciertas condiciones de posibilidad que están sujetas a contextos particulares. Por lo tanto, el hombre sería puro acto, potencia y posibilidad: puro movimiento. Continuando con esta lógica, si el movimiento (y todo lo que implica éste en sus dimensiones sociales, espaciales, simbólicas) es la característica intrínseca a las sociedades de pastores, valdría pensar en ellas como agentes fundamentales del cambio.

Entonces, y volviendo al tema que nos convoca en este dossier, cabe preguntarse: ¿qué papel jugaron los pastores en los procesos de cambio que ocurrieron hacia el primer milenio de la Era en Quebrada de Los Corrales? Sin dudas, este interrogante es amplio y encierra muchos otros que debemos abordar en la investigación arqueológica que está comenzando sobre el tema en el área de estudio. La entrevista a Don Sabino vino entonces a interpelarnos, volviéndose un recurso significativo en la consideración de viejos planteos y la formulación de otros nuevos. De este modo empezamos a preguntarnos: ¿qué estrategias de pastoreo se practicaban hacia el primer milenio en QDLC? ¿Hubo continuidades y/o rupturas con prácticas anteriores? ¿Podría haber funcionado un sistema de pastoreo sedentario? De haber existido, ¿habría incidido en el establecimiento y paulatino crecimiento del poblado de Puesto Viejo? ¿Cada unidad familiar habría manejado un número de animales y un territorio definido, o habría funcionado un modelo que involucraba a un colectivo mayor? ¿Había sólo un grupo de personas especializadas en el manejo de animales en la aldea? ¿Cómo era la relación entre la agricultura y el pastoreo? ¿Habrían funcionado prácticas donde lo agrícola y pastoril se ensamblaban en una relación casi simbiótica?

Como ya mencionamos, QDLC conserva numerosos sitios que dan cuenta de una extensa secuencia de ocupación arqueológica, que detallamos aquí:

En la cuenca inferior del río, se ubica Cueva de Los Corrales 1 (CC1), un sitio multifuncional con numerosos restos en muy buen estado de conservación que evidencian dos momentos de ocupación: uno ocurrido hacia ca. 2100 años AP y otro hacia ca. 650 años AP (Oliszewski et al. 2014). En este sector de la quebrada también se localiza otra cueva (CC2) cuyos escasos hallazgos se relacionaron a actividades de caza y/o pastoreo, datados hacia ca. 1400 años AP (Oliszewski 2011).

Por otra parte, en la cuenca media/superior de QDLC, andenes y terrazas surcan laderas completas, dando lugar a casi 500 ha de superficies de producción agrícola. Asociadas a éstas, en numerosas ocasiones encontramos estructuras cerradas de probable función pastoril (Figura 5). Estos corrales se localizan principalmente hacia la margen oeste del río, en laderas y áreas cumbrales. Consisten en recintos de piedra circulares de grandes dimensiones (20-25 m de diámetro) que se encuentran de manera individual o bien adosados en números de dos a cinco conformando unidades compuestas con distintas configuraciones. Hasta el momento se llevan contabilizadas más de 60 conjuntos (Figura 6).

En el curso superior del río de Los Corrales, en el sector más abierto de la quebrada, se concentran casi un centenar de unidades residenciales que conforman un núcleo aldeano denominado Puesto Viejo (PV). Se trata de estructuras de piedra circulares similares al denominado "patrón Tafí" (sensu Berberián y Nielsen 1988) agrupadas a ambas márgenes del río (PV1 y PV2) (Figura 1). Las múltiples evidencias halladas en superficie y excavación relacionados a este sector residencial, corresponden al 1º milenio d. C., específicamente al intervalo 1850-1550 años AP (Oliszewski 2017).

Finalmente, hacia el sur de PV1 y circunscripto espacialmente por las mencionadas estructuras residenciales, se encuentra el sitio a cielo abierto Taller Puesto Viejo 1 (TPV1). Su particularidad radica en contar con evidencias en superficie y estratigrafía que dan cuenta de ocupaciones persistentes desde ca. 7800 hasta 1750 años AP, representadas por artefactos elaborados en material lítico y óseo animal; áreas de fogón; artefactos de molienda; huesos humanos y cerámicas, entre otras.

Por último, en el sector norte de PV, aún se conservan algunas construcciones que formaban parte de un puesto de pastores ocupado hasta épocas recientes (Figura 5)

Para sintetizar, la secuencia de ocupación en QDLC es la siguiente:

1. Primeras ocupaciones humanas (ca. 7800-7400 años AP): evidenciada por materiales del sitio TPV1 que se relacionan a grupos de cazadores-recolectores que exploraron el sector sur de QDLC.

2.   Primera base residencial (ca. 3800-3300 años AP): vinculada a los hallazgos en estratigrafía de TPV1, que dan cuenta de actividades que requerían de cierto grado de permanencia en el lugar.

3. Establecimiento pleno de grupos aldeanos del primer milenio d.C. (ca. 1850-1500 años AP): caracterizado por la presencia de estructuras residenciales agrupadas y una vasta superficie de producción agro-pastoril.

4. Ocupaciones eventuales/estacionales tardías (ca. 650 años AP): evidencias obtenidas de un único locus (CC1).

5. Ocupación subactual (fines del siglo XIX-1977/1978): atestiguada por los restos de una residencia permanente de pastores abandonada hace cuarenta años.

 


Figura 5: Arqueología de la Quebrada de Los Corrales. Los puntos blancos representan las estructuras de corral identificadas hasta el momento. El área blanca, es la superficie aproximada que ocupa el poblado de Puesto Viejo (PV). En el sector

 

Para finalizar, si bien la imagen que nos devuelve la quebrada actualmente nos puede engañar al presentarse como un todo arqueológico contemporáneo -cuando sabemos que es el resultado de siglos de construcciones, usos y abandonos- no deja de sorprendernos la recurrencia del uso de este territorio a lo largo de tanto tiempo. Y en esa elección por generaciones (vinculadas entre sí o no) de este lugar en el mundo, consideramos -a modo de hipótesis de partida- que los pastores tuvieron un rol preponderante en los cambios socio-económicos ocurridos en QDLC, sobre todo aquellos que sobrevinieron hacia el primer milenio d.C.

 


Figura 6: Croquis. Ejemplo de corral compuesto, configurado por cuatro recintos adosados y una estructura central en falsa cúpula.

A modo de conclusión

El interés particular por la arqueología de pastores en Quebrada de Los Corrales surge no sólo en un intento de cubrir el vacío de información a nivel micro, sino también a escala regional, ya que si bien se han realizado importantes avances destinados a la comprensión de los procesos de domesticación y manejo de camélidos para valles y quebradas mesotermales del NOA, es relativamente poca la información que se tiene sobre prácticas de pastoreo.

Actualmente nos encontramos en fases preliminares de investigación disponiendo, por el momento, de información arqueológica insuficiente para asignar taxativamente una funcionalidad -o funcionalidades- a las estructuras que reconocemos a priori como corrales en QDLC. Del mismo modo, afirmar que alguna modalidad particular de pastoreo pudo ocurrir hacia el primer milenio d.C. en esta área, sería prematuro.

En este contexto, entonces, quisiera destacar el valor de la entrevista realizada a Don Sabino Fidel Díaz, que nos abrió camino por su memoria, permitiéndonos acceder al pasado reciente del puesto de pastores que alguna vez habitó y que descansa sobre la localidad arqueológica que pretendemos estudiar. Este encuentro casi fortuito no sólo fue importante por la riqueza per se de la información recabada, sino también porque representó el momento en el que comprendimos la plasticidad de las prácticas y desde esta perspectiva, pudimos reflexionar y poner en cuestionamiento algunas consideraciones que teníamos sobre el pastoreo prehispánico en QDLC. Este movimiento no involucró extrapolar modelos, sino por el contrario, se trató (y trata) de una postura metodológica que implicó estar abiertos a las múltiples variantes y especificidades de las prácticas.

Para finalizar, la Quebrada de Los Corrales, con su extensa secuencia de ocupación, las presencia de estructuras de corral, el registro de restos de camélidos en excavación y la misma toponimia, nos da la pauta que este lugar es de gran potencial para estudiar procesos de larga duración relacionados con el pastoreo en general, sus implicancias a nivel espacial y su incidencia en los procesos socio-económicos ocurridos hacia el primer milenio d.C.

Agradecimientos: este trabajo no se podría haber hecho sin el inestimable aporte de Don Sabino. Para él, toda mi gratitud. Un agradecimiento especial a Nurit, por la libertad que me da. Para CONICET y la UNT, que me permiten hacer arqueología. A mi hermana Flor, que siempre revisa mi inglés. Al Mochito, por la lectura desinteresada de este trabajo y los mates de la mañana. A Matías, porque siempre está al pie del cañón. A Alfonsina, por su belleza.

Notas

1- Hoy en día se practica el pastoreo de cabras y ovejas. Por el momento sólo tenemos noticias de una familia (aún no entrevistada) que tiene llamas.

2- Nacido el 27 de octubre de 1946, vivió de manera permanente en Los Corrales hasta los 12 años. Luego regresó al puesto de manera periódica hasta los años 1977-1978. Actualmente reside en provincia de Buenos Aires. Es Veterano de la Guerra de Malvinas.

3- Aunque siempre dejando espacio para que el entrevistado se explayara e incluso se saliera de tema.

4- Tafí del Valle.

5-  El área de investigación arqueológica fue demarcada en su momento tomando como eje la quebrada, sin embargo, la entrevista nos pone en alerta sobre las dimensiones mínimas del territorio que podría haberse usado para la actividad pastoril.

El pastoreo contado en primera persona: entrevista a Sabino Fidel Díaz, último...                                 201

6- Aún no hemos podido detectar estos elementos en el paisaje.

7- Dado el contexto en el que este enunciado fue hecho, no pudimos profundizar más en el tema y queda por definir a qué hacía referencia con los términos "tenía" y "domésticas". ¿Acaso pastaban en sus tierras y por eso las consideraba suyas y domésticas?

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