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Comechingonia

versión On-line ISSN 1851-0027

Comechingonia vol.21 no.1 Córdoba jun. 2017

 

DOSSIER

LAS ALDEAS "PATRÓN TAFÍ" DEL SUR DE CUMBRES CALCHAQUÍES Y NORTE DEL SISTEMA DEL ACONQUIJA.

THE VILLAGES "TAFÍ PATTERN" OF THE SOUTH OF CALCHAQUÍES HILLS AND NORTH OF THE ACONQUIJA SYSTEM.

 

Nurit Oliszewski1

1ISES-CONICET, Universidad Nacional de Tucumán. Saavedra 254, (4000) Tucumán, Argentina, nuritoli@yahoo.com.ar

Presentado: 02/12/2016 - Aceptado: 28/04/2017


Resumen

El objetivo del presente trabajo es reflexionar acerca de cómo se materializaron las aldeas patrón Tafí al sur de las Cumbres Calchaquíes y norte del Sistema del Aconquija durante el primer milenio de la Era. Este diseño se extiende por una amplia área que incluye al valle de Tafí, el valle de La Ciénega, la cuenca de Anfama y la Quebrada de Los Corrales. Pero si bien el diseño fue semejante, las evidencias denotan una variabilidad al interior del mismo (en cuanto a cantidad, emplazamiento y relación espacial con estructuras productivas) que es interesante conocer para saber si también implicó una variabilidad funcional y social (tipo de vínculos entre las distintas unidades domésticas). De esta manera algunas de las preguntas que intentamos responder giran alrededor de los orígenes, cuántas aldeas y de qué tipo funcionaron al mismo tiempo en esta zona, dónde terminaba una aldea y comenzaba la siguiente, si la configuración topográfica tuvo algo que ver en la delimitación, si todas las aldeas estaban asociadas a áreas productivas, si hubo diferencias funcionales entre ellas y si el diseño compartido -considerado como un agente activo- implicó alguna clase de vinculación que superara a la organización aldeana.

Palabras clave: Noroeste Argentino, primer milenio, sociedades aldeanas, diseño arquitectónico

Abstract

The objective of the present work is to reflect on how the Tafí pattern villages located in the south of the Cumbres Calchaquíes and in the north of the Aconquija System materialized during the first millennium of the Age. This design extends over a wide area including the Tafí Valley, La Ciénega Valley, the Anfama Basin and Quebrada de Los Corrales. Despite the fact that the design was similar, evidences indicate certain variability inland (in terms of quantity, location and spatial relation with productive structures) which is interesting to study so as to know whether it implied functional and social variability (type of links among the different domestic units) as well. In this sense, some of the questions posed in this work revolve around the origins, how many and what kind of villages functioned at the same time in this zone, where one village ended and the next began, whether the topographic configuration had something to do with the delimitation, whether all villages were associated with productive areas, whether there were functional differences among them and whether this shared design (considered as an active agent) implied some kind of correlation which surpassed the village organization.

Keywords: Northwest Argentina, first millennium, village societies, architectural design


 

Introducción

El patrón de asentamiento de tipo aldeano agrupado es característico de las comunidades aldeanas del 1° milenio de los valles y quebradas del NOA. Este patrón agrupado se caracterizó en líneas generales por la asociación de dos o más recintos circulares o subcirculares y uno o más patios también circulares, vinculados a su vez con estructuras agrícolas y corrales (Berberián y Nielsen 1988; Núñez Regueiro 1974; Raffino 1977; Tarragó 1996).

El patrón Tafí, denominado así por haber sido descripto por primera vez en ese valle (Berberián y Nielsen 1988), es un tipo particular dentro del patrón aldeano agrupado (Figura 1). Las unidades de vivienda están compuestas por pequeñas habitaciones circulares (2 a 6 m de diámetro) dispuestas alrededor de un núcleo central de 10 a 15 m de diámetro que tienen el aspecto de una margarita (en vista de planta). Se encuentra distribuido y circunscripto al área conformada por el valle de Tafí, La Ciénega, El Infiernillo y Anfama. Es notorio que, más al norte y al oeste, en la quebrada de Amaicha, valle de Santa María y del Cajón no se registra el patrón Tafí, sino otros tipos de diseños dentro del patrón aldeano agrupado (Aschero y Ribotta 2007; Baied y Somonte 2013; Gómez Augier y Caria 2012; Palamarczuk et al. 2007; Scattolin et al. 2009; Scattolin et al. 2015).

Al sur de las Cumbres Calchaquíes y norte del Sistema del Aconquija se compartió un diseño arquitectónico semejante, sin embargo las evidencias denotan una variabilidad al interior del mismo (en cuanto a cantidad, emplazamiento y relación espacial con estructuras productivas) que es interesante conocer para saber si también implicaron una variabilidad funcional y/o social (tipo de vínculos entre las distintas unidades domésticas). Algunas de las preguntas que intentamos responder giran alrededor de los orígenes, cuántas aldeas y de qué tipo funcionaron al mismo tiempo en esta zona, dónde terminaba una aldea y comenzaba la siguiente, si la configuración topográfica tuvo algo que ver en la delimitación, si todas las aldeas estaban asociadas a áreas productivas, si hubo diferencias funcionales entre ellas y si el diseño compartido -considerado como un agente activo- implicó alguna clase de vinculación que superara a la organización aldeana.


Figura 1. Plano de una unidad doméstica patrón Tafí (Quebrada de Los Corrales, El Infiernillo, Tucumán).

Berberián y Nielsen (1988) propusieron, para el área bajo estudio, la existencia de dos sistemas de asentamiento (Tafí I y Tafí II). El primero estaba caracterizado por una baja densidad poblacional, con asentamientos residenciales dispersos, asociados a sectores productivos, y reducida inversión en tecnologías agrícolas. El segundo, surgido en respuesta a presiones demográficas o agotamiento del suelo, se caracterizó por la aparición de poblados concentrados -verdaderas aldeas- y la formación de espacios productivos especializados que requirieron de la implementación de complejas tecnologías agrícolas.

El desarrollo que han tenido las investigaciones en los últimos diez años ha puesto de manifiesto que este modelo no es tan rígido ya que las sociedades que habitaron al sur de las Cumbres Calchaquíes y norte del Sistema del Aconquija durante el 1° milenio mantuvieron las mismas características a lo largo de casi mil años encontrándose tanto viviendas dispersas hasta fines del milenio y viviendas concentradas en las primeras centurias.

Las investigaciones que llevo a cabo junto a un amplio equipo de trabajo desde hace más de una década en la zona de El Infiernillo, más precisamente en la Quebrada de Los Corrales (QDLC) fueron el motor para tratar de comprender el porqué de la reproducción de este diseño en un área de aproximadamente 350 km2. Entiendo al paisaje como un producto social conformado por la interrelación del entorno medioambiental, el espacio construido por el hombre y el medio simbólico (sensu Criado Boado 1993) y como un entramado de prácticas, lugares y personas conectadas en el tiempo (Ingold 1993). Este enfoque basado en la arqueología del paisaje ya ha sido aplicado por Gómez Augier y Caria (2012) en el valle de Santa María y por Scattolin et al. (2015) en valle del Cajón para analizar sociedades aldeanas de características similares a las consideradas en el presente trabajo.

Propongo, a través de un exhaustivo análisis bibliográfico e información generada para QDLC en el marco de las investigaciones realizadas por el equipo del cual formo parte, reflexionar acerca de cómo se materializaron las aldeas patrón Tafí al sur de las Cumbres Calchaquíes y norte del Sistema del Aconquija durante el primer milenio de la Era e intentar responder algunos de los interrogantes planteados.

Las áreas del patrón Tafí

Las viviendas de diseño patrón Tafí se encuentran ubicadas en el valle propiamente dicho y en zonas aledañas como la Quebrada de Los Corrales al norte y el valle de la Ciénega y la cuenca de Anfama al este (Figura 2). Desde un punto de vista ambiental todas estas zonas se incluyen dentro de la Ecorregión de las Selvas de Yungas, más precisamente en el Complejo de Bosques y Pastizales (Morello et al. 2012). En este marco los sitios arqueológicos considerados se ubican en distintos pisos vegetacionales pero complementarios desde un punto de vista antrópico: Anfama entre los 2200 y 2400 msnm en un ambiente de bosque montano, La Ciénega entre los 2400 y 2800 msnm en un ambiente de pastizal húmedo, el valle de Tafí entre los 1900 y 2600 msnm en las "pampas" de pastizales húmedos y la Quebrada de Los Corrales entre los 3000 y 3100 msnm en un ambiente de pastizal seco.

 


Figura 2. Ubicación de las áreas mencionadas en el trabajo.

A continuación presentamos una síntesis acerca de la información que conocemos actualmente sobre estas sociedades prehispánicas que tuvieron su propia impronta pero siempre compartiendo el diseño arquitectónico.

El valle de Tafí

El amplio valle de Tafí se caracteriza por la presencia de viviendas de diseño "patrón Tafí" distanciadas entre sí y distribuidas entre estructuras agrícolas, siendo difícil establecer los límites de una aldea propiamente dicha. Pero cabe destacar que no ha habido un plan sistemático de prospección. No todo el valle recibió la misma atención de los investigadores, ya que el interés inicial estuvo desde principios del siglo XX concentrado en el sur en la zona de El Mollar, con sus imponentes menhires, para luego desde la segunda mitad del siglo centrarse en zonas puntuales del este y norte del valle, quedando la zona occidental aún por ser investigada en profundidad.

En la parte sur del valle en las cercanías de El Mollar se encuentran sitios como Casas Viejas, Potrerillo y Casa Machado que conforman un paisaje salpicado por estructuras de piedra patrón Tafí dispersas entre andenes de cultivos, corrales, montículos y menhires (Chocobar y Corbalán 2005; Gómez Cardozo 2001; Núñez Regueiro y García Azcárate 1996). Manasse (2012) señala que estudios más recientes dieron cuenta de evidencias arquitectónicas de estructuras residenciales y agrícolas en el faldeo y quebradas del cerro Pelao, donde también se registraron estructuras que fueron interpretadas como de pastoreo.

Los menhires merecen una mención especial ya que en Casas Viejas se encontraban dispuestos alrededor de un montículo oblongo y cerca de un recinto circular junto a estelas de piedra, habiéndose interpretado el conjunto como un espacio ritual (García Azcárate 1996; González y Núñez Regueiro 1960; Tartusi y Núñez Regueiro 1993). El montículo proporcionó dataciones radiocarbónicas de entre 252 cal. a.C. y 132 cal. d.C. La singularidad de los menhires radica en su gran altura, su posición vertical y en los grabados de atributos humanos combinados con rasgos animales y figuras geométricas. Fueron confeccionados en rocas graníticas y metamórficas de origen local, que si bien estaban disponibles en las cercanías debían ser cuidadosamente seleccionadas para cumplir con su objetivo de perdurar erguidas y firmes (Lazzari et al. 2015). Además de rodear al montículo de Casas Viejas, los menhires se encontraban emplazados en diferentes contextos espaciales: entre unidades domésticas y productivas, en senderos o en el centro de un recinto cerrado (García Azcárate 1996).

A lo largo de los kilómetros 60 a 66 de la ruta provincial 307 el paisaje se caracteriza por la presencia de unidades residenciales patrón Tafí dispersas entre estructuras de función agrícola (Cremonte 1996; Gastaldi y Burke 2001; Manasse 2012; Núñez Regueiro y Esparrica 2001; Sampietro Vattuone 2002).

En la zona oriental del Valle de Tafí, el área de Los Cuartos al este del río Blanquito, cuenta con escasa información que refiera a las sociedades aldeanas más tempranas. Hay una menor proporción de evidencias arquitectónicas del clásico patrón circular en esta zona, lo cual parece deberse a los intensos procesos geomorfológicos que han cubierto con un espeso depósito los restos materiales (Dlugosz et al. 2009). Sin embargo las evidencias arqueológicas halladas en distintas partes de este paleocono dan cuenta de una ocupación humana más o menos estable durante el primer milenio de la Era, habiéndose detectado estructuras arquitectónicas que corresponden a unidades domésticas patrón Tafí (Manasse 2007). Es así que sitios como La Costa 1 y La Costa 2 se caracterizan por presentar numerosas estructuras de piedra destinadas a albergar familias dispersas entre estructuras agrícolas como líneas de despedre, andenes y canales de drenaje (Sampietro Vattuone 2002).

El sector occidental del valle ha sido la zona menos investigada. Pero cabe destacar que en el cerro Muñoz, Berberián y Nielsen (1988) reportaron la presencia de un conjunto excepcional conformado por una muralla perimetral que presenta menhires integrados en su construcción. También se encuentra una plataforma de planta subcircular en cuyo centro se erige un menhir en posición vertical. En las cercanías hay recintos circulares de posible función ganadera (corrales). La situación apartada, el carácter escenográfico y la presencia de los menhires sugieren una función vinculada al culto. En la quebrada del Portugués, en El Rincón se localiza un asentamiento conformado por cinco conjuntos diseminados de estructuras de diseño patrón Tafí. Dos fechados realizados en muestras de carbón, lo ubican en la primera mitad del primer milenio de la Era (388 cal. d.C. y 644 cal. d.C.) (Cuenya y García Azcárate 2004).

Respecto al norte del valle, en los últimos años dos sitios han sido minuciosamente investigados, La Bolsa y Carapunco, generando un importante cúmulo de información (Salazar 2011; Salazar y Franco Salvi 2015). En esta zona fueron localizados seis sectores de 45 hectáreas en promedio, caracterizados por la presencia de unidades residenciales patrón Tafí. Entre estas unidades se localizan parcelas de cultivo consistentes en cuadros, canchones y campos aterrazados, montículos de despedre, líneas de contención, áreas de molienda extramuros y en algunos casos recintos simples que se interpretan como puestos de control o lugares de almacenaje. En las cotas más altas se encuentran recintos interpretados como corrales. Las primeras ocupaciones se remontan a los inicios de la Era y habrían estado relacionadas con la producción agrícola (existen evidencias hacia 100 a.C. del sacrificio de un camélido en una terraza de cultivo, interpretado como un ritual de fertilidad). Las primeras instalaciones residenciales datan de ca. 170 d.C. y llegan hasta ca. 840 d.C. Esta persistencia ocupacional a lo largo de casi un milenio muestra más continuidades que rupturas y no permite reconocer una diferencia clara entre ambas mitades del primer milenio (Salazar y Franco Salvi 2015).

En el cono del río Blanco se localiza El Tolar, un asentamiento conformado por estructuras residenciales patrón Tafí distanciadas entre sí por 50-400 metros y por estructuras de almacenamiento distribuidas entre campos de cultivo aterrazados y un sistema de riego que permite el manejo sistemático del agua (Sampietro Vattuone 2002). Se realizó un fechado que arrojó un resultado de 551 cal. d.C. Sampietro y Vattuone (2005) comprobaron estadísticamente que las unidades residenciales se encuentran distribuidas al azar. Manasse (2012) considera que es factible que estos asentamientos del río Blanco, junto a los de La Bolsa y otros ubicados entre los kms. 74 y 75 de la ruta 307, formen parte de un espacio continuo de ocupación.

El valle de la Ciénega

La Ciénega se ubica al este del valle de Tafí, el patrón de asentamiento está constituido por unidades domésticas (núcleos alveolares sensu Cremonte, 1996), aisladas y agrupadas en caseríos o aldeas dispersas. Se emplazan fundamentalmente en el piedemonte cerca de cursos de agua permanentes o estacionales y en una zona adyacente a las divisorias de agua con alta concentración de humedad que pudo favorecer una agricultura sin riego.

El Pedregal es el sitio con mayor concentración de unidades domésticas: abarca 2000 m2, área en la cual se emplazan 136 unidades constructivas que conforman once complejos habitacionales separados entre sí por 5 a 25 m. Si bien las unidades responden al patrón Tafí, hay algunos complejos habitacionales que son conglomerados formados por agrupamientos de varias margaritas. Este sitio presenta un patrón de distribución agregado y su ocupación se extendió desde ca. 70 hasta 830 d.C., es decir más de 700 años sin cambios importantes (Cremonte 1988). Cremonte (1996) correlaciona esta larga ocupación con un cambio en la modalidad de asentarse: desde una ocupación temprana con unidades aisladas y distanciadas entre sí a un patrón de instalación más concentrado de tipo aldeano favorecido también por suelos más aptos.

En La Ciénega no existen estructuras agrícolas que evidencien amplios sectores destinados a una agricultura intensiva. La agricultura habría funcionado como una actividad complementaria de la ganadería. Se habría cultivado con una modalidad de huertas familiares en recintos circulares. La economía habría sido predominantemente pastoril con obtención de productos agrícolas -que no prosperaban en La Ciénega- traídos desde el valle de Tafí o Anfama (Cremonte 1996).

La cuenca de Anfama

Anfama se emplaza en la vertiente oriental de las Cumbres Calchaquíes entre 2200 y 2400 msnm. El relieve combina quebradas profundas con estrechas zonas cumbrales aplanadas donde se encuentran la mayoría de las estructuras arqueológicas. La agricultura no parece haber tenido gran inversión en estructuras ya que sólo se registran algunos alineamientos de piedras (Salazar et al. 2016).

Las investigaciones en esta zona son muy recientes habiéndose identificado dos tipos de ocupaciones. Por una parte, en sectores bajos con buen acceso a fuentes de agua, se encuentran evidencias de ocupaciones informales de corta duración y estacionales (de allí se obtuvo una datación de 338 cal. d.C.). Por otra, en las zonas cumbrales con terrenos levemente horizontales se identifican instalaciones de arquitectura más formal que responden al "patrón Tafí" muy dispersas en el paisaje. En el sitio Mortero Quebrado se emplazan siete unidades conformadas por viviendas con este diseño. Es notoria la presencia de esculturas líticas con formas fálicas, antropomorfas y zoomorfas. Salazar et al. (2016) remarcan esta constante relación entre unidades residenciales y esculturas líticas que remiten a los menhires del valle de Tafí. Describen para Anfama un paisaje salpicado de viviendas y parcelas de cultivo sin inversión en infraestructura. Proponen que la gente que habitó Anfama durante el primer milenio se caracterizó por la descentralización de las decisiones y por una heterogeneidad de los colectivos involucrados.

La Quebrada de Los Corrales

La Quebrada de Los Corrales, área donde desarrollo mis investigaciones, está situada sobre el abra de El Infiernillo (3100 msnm), en el sector norte del sistema montañoso del Sistema del Aconquija y al norte del valle de Tafí. El área de estudio tiene una superficie total aproximada de 28 km2 y en esta extensión, que comprende toda la cuenca del río de Los Corrales, se localizan distintos tipos de evidencias antrópicas que abarcan un largo intervalo temporal de 8000 años: desde ca. 6650 a.C. hasta ca. 1350 d.C. (Martínez et al. 2013; Oliszewski et al. 2015).

En este caso el lapso de interés es el que comprende desde ca. 200 hasta 550 d.C. y está relacionado con la ocupación de unidades habitacionales "patrón Tafí" que conforman un núcleo aldeano de casi un centenar de viviendas distribuidas de manera concentrada en ambas márgenes del curso superior del río de Los Corrales. Muy próximo a este sector residencial se registraron numerosas estructuras productivas agrícolas (andenes) y pastoriles (corrales) que cubren un área aproximada de 500 hectáreas (Di Lullo 2012). La hipótesis que sostiene el equipo de investigación es que los espacios de producción agro-pastoril estuvieron activos en relación directa y sincrónica con las ocupaciones del primer milenio de la era (Oliszewski et al. 2015). Recientemente se realizó una datación sobre hueso de camélido a partir de un sondeo estratigráfico en una estructura del sector productivo, el cual arrojó un resultado de 223 cal. d.C. que corrobora la hipótesis de contemporaneidad entre áreas residenciales y productivas.

Nuestra interpretación es que durante la primera mitad del 1º milenio de la Era ocurrieron las ocupaciones prehispánicas más intensas en QDLC, que estuvieron organizadas en forma de una aldea orientada principalmente a la producción de alimentos (agricultura y pastoreo). Hacia 550 d.C. las ocupaciones humanas en esta zona se interrumpieron abruptamente por la probable ocurrencia de un evento volcánico que habría inutilizado la producción agrícola y el agua para consumo humano y animal. La continuidad de grupos humanos hasta fines del 1º milenio en sectores cercanos como el valle de Tafí, lleva a pensar en un posible traslado hacia el mismo (Oliszewski et al. 2015).

Previo al asentamiento de los grupos aldeanos existen evidencias de ocupaciones asociadas al lapso 2200-1300 a.C. en el sitio TPV1 (el cual se encuentra rodeado por unidades residenciales patrón Tafí asignadas al 1º milenio d.C.). Se registraron fragmentos cerámicos y materiales líticos tallados y pulidos (ca. 1660 a.C.); un conjunto de restos óseos humanos que habrían pertenecido a un mismo individuo que no estuvo enterrado en una estructura funeraria (ca. 1570 a.C.) y un conjunto de restos óseos humanos datados hacia 2200-1800 a.C., que parecen haber sido cremados y a los cuales se asocian cuentas de collar de piedra que presentan incisiones geométricas y figurativas similares a los motivos de los menhires y máscaras de Tafí (Martínez et al. 2013). Por otra parte, en un sitio bajo reparo situado a 3 km en línea recta -Cueva de los Corrales 1- se registraron semillas de quinua, una de las cuales proporcionó una datación de 1297 cal. a.C. (Oliszewski y Arreguez 2015). Todas estas evidencias permiten proponer que para este momento las estrategias de subsistencia habrían combinado la recolección de vegetales silvestres y la caza de camélidos y cérvidos con una actividad agrícola/pastoril incipiente (Oliszewski et al. 2017). Esto se ve reforzado por el registro hacia 90 a.C. en Cueva de Los Corrales 1 de actividades de procesamiento y consumo de recursos alimenticios animales y vegetales, en momentos previos a la instalación de las unidades domésticas patrón Tafí. En esta misma línea, a seis kilómetros de QDLC en una zona conocida como El Molle se realizó una intervención de rescate de un individuo que estaba contenido por una estructura conformada por tres rocas alargadas de porte mediano/grande que lo rodeaban y una de forma achatada que actuaba como tapa del entierro. Esta estructura se encontraba en la barranca del río y no tenía vinculación alguna con unidades domésticas, de hecho se realizó una datación radiocarbónica que proporcionó un fechado de 295 cal. a.C. es decir previo a la instalación aldeana.

QDLC es el área donde, desde hace diez años, trabajo junto a un equipo y son sus particularidades las que nos llevaron a preguntarnos acerca del diseño arquitectónico patrón Tafí, su extensión, tipo de distribución y asociación con áreas productivas. Es así que surgieron una serie de interrogantes en torno al diseño arquitectónico compartido.

- ¿Cuándo y cómo habría sido el inicio de las ocupaciones aldeanas? ¿Fueron poblaciones preexistentes las que dieron lugar al asentamiento de los grupos aldeanos productores?

-  ¿A qué responde la reproducción de un diseño compartido en grupos donde la organización social estuvo regida por la unidad doméstica?

-  ¿Hubo relaciones de algún tipo entre los distintos grupos? ¿De qué tipo, sólo de intercambio o existió algún tipo de complementariedad? ¿Se puede pensar en relaciones de parentesco?

-  ¿El diseño compartido -considerado como un agente activo- implicó alguna clase de vinculación que superara a la organización aldeana?

- ¿Si QDLC fue una aldea, las viviendas del valle de Tafí no lo fueron? ¿Todo el valle de Tafí pudo haber sido una única aldea? ¿Cuántas aldeas y de qué tipo funcionaron al mismo tiempo en esta zona? ¿Dónde terminaba una aldea y comenzaba la siguiente? ¿La configuración topográfica tuvo algo que ver en la delimitación? ¿Todas las aldeas estaban asociadas a áreas productivas? ¿Hubo diferencias funcionales entre ellas?

En un intento por responder a estos interrogantes es que tomo dos variables de análisis a una escala regional: cronología y modalidad de asentamiento. Soy consciente de la parcialidad de esta elección que no toma en consideración a la materialidad en su conjunto. Pero cabe destacar que el objetivo de este trabajo es comenzar a comprender cómo se articularon los grupos, sus viviendas y sus campos productivos en este paisaje social particular y para ello considero que la mejor manera de acercarse es evaluando la temporalidad y el modo de asentarse.

La duración de las ocupaciones

En la Tabla 1 se encuentran reunidas las dataciones publicadas correspondientes al primer milenio de los valles de Tafí y La Ciénega, Anfama y Quebrada de Los Corrales (QDLC). Para contar con un panorama más preciso del lapso temporal de ocupación de las viviendas patrón Tafí, procedí a calibrar todas las dataciones radiocarbónicas, lo cual permite estandarizar los fechados y de este modo realizar comparaciones confiables entre las distintas áreas. Las calibraciones fueron realizadas mediante el Programa Calib Radiocarbon Calibration versión 7.1 M. Stuiver, P.J. Reimer, and R. Reimer (http://calib.org/calib/calib.html).

Tabla 1. Dataciones publicadas de las ocupaciones aldeanas del sur de cumbres Calchaquíes y norte del Sistema del Aconquija. *Dataciones realizadas mediante termoluminiscencia.

Procedencia

Referencia bibliográfica

Años AP

+ 37

Años calibs. 1 sigma 68,3 %

(a.C. - d.C.)

Prob. media

La Bolsa/

unidad habitacional

Salazar (2011)

1236

773-888 d.C.

840 d.C.

La Bolsa/

unidad habitacional

Salazar (2011)

1258

38

773-876 d.C.

818 d.C.

La Ciénega/ unidad habitacional

Cremonte (1988)

1240

80

42

692-966 d.C.

836 d.C.

La Bolsa/

unidad habitacional

Salazar (2011)

1275

693-879 d.C.

802 d.C.

La Bolsa/

unidad habitacional

Salazar (2011)

1330

36

681-766 d.C.

729 d.C.

El Rincón/

unidad habitacional

Cuenya y García Azcárate (2004)

1440

40

25

605-674 d.C.

644 d.C.

QDLC/

unidad habitacional

Oliszewski et al (2015)

1560

533-586 d.C.

555 d.C.

El Tolar/

unidad habitacional

Sampietro y Vattuone (2005)

1560

35

499-600 d.C.

551 d.C.

La Ciénega/ unidad habitacional

Cremonte (1988)

1570

140

25

382-651 d.C.

509 d.C.

QDLC/

unidad habitacional

Oliszewski et al (2015)

1600

441-541 d.C.

498 d.C.

Casas Viejas/ montículo

Núñez Regueiro y García Azcárate (1996)

*370 d.C.

100

-

-

QDLC/

unidad habitacional

Oliszewski y Arreguez (2015)

1670

20 30

383-437 d.C.

417 d.C.

QDLC/

unidad habitacional

Oliszewski et al (2015)

1690

365-424 d.C.

398 d.C.

El Rincón/

unidad habitacional

Cuenya y García Azcárate (2004)

1700

40

260-432 d.C.

388 d.C.

QDLC/

unidad habitacional

Oliszewski et al (2015)

1710

30 20

345-417 d.C.

379 d.C.

QDLC/

unidad habitacional

Inédito

1720

360-407 d.C.

374 d.C.

Anfama/

unidad habitacional

Salazar et al (2016)

1744

27

254-381 d.C.

338 d.C.

QDLC/

unidad habitacional

Martínez et al (2013)

1750

20 35

254-368 d.C.

329 d.C.

QDLC/

unidad habitacional

Oliszewski et al (2015)

1767

250-361 d.C.

307 d.C.

La Bolsa/

unidad habitacional

Salazar (2011)

1799

37

236-339 d.C.

291 d.C.

QDLC/

unidad habitacional

Inédito

1810

25 25

228-336 d.C.

290 d.C.

QDLC/

estructura productiva

Inédito

1840

147-249 d.C.

223 d.C.

La Bolsa/

estructura productiva

Salazar y Kuijt (2016)

1883

46

123-227 d.C.

171 d.C.

Casas Viejas/ montículo

Núñez Regueiro y García Azcárate 1996)

*120 d.C.

120 65

-

-

Casas Viejas/ montículo

González y Lagiglia (1973)

1920

62-214 d.C.

132 d.C.

Procedencia

Referencia bibliográfica

Años AP

±

60 60

Años calibs. 1 sigma 68,3 %

(a.C. - d.C.)

Prob. media

Casas Viejas/ montículo

González y Lagiglia (1973)

1930

58-205 d.C.

120 d.C.

Casas Viejas/ montículo

González y Lagiglia (1973)

1950

25-202 d.C.

97 d.C.

Casas Viejas/ montículo

González y Lagiglia (1973)

1955

55

120

100 66

23-201 d.C.

91 d.C.

La Ciénega/ unidad habitacional

Cremonte (1988)

1970

58 a.C. - 225 d.C.

72 d.C.

QDLC/cueva

Oliszewski et al (2015)

2100

204 a.C. - 51 d.C.

90 a.C.

La Bolsa/

estructura productiva

Salazar y Kuijt (2016)

2110

198 a.C. - 20 d.C.

98 a.C.

El Molle/ rescate

Inédito

2210

20 70

396 a.C. - 210 d.C.

295 a.C.

Casas Viejas/ montículo

González y Lagiglia (1973)

2296

351 a.C. - 159 d.C.

252 a.C.

 

Un primer análisis zonificado muestra para El Mollar, en el sur del valle de Tafí, la existencia de siete dataciones de las cuales dos fueron realizadas mediante termoluminiscencia y por ello no se incluyen en el paquete de fechados calibrados. Aun cuando todas las dataciones proceden del montículo y no de unidades habitacionales, se puede pensar en un momento inicial de la instalación del modo de vida aldeano hacia 300 a.C. que llegaría hasta 400 d.C. Es de esperar que las viviendas hayan sido construidas al menos en el primer siglo de la Era y que puedan haber estado ocupadas con posterioridad al 400 d.C. Pero, cabe destacar que también en QDLC al norte del valle, las viviendas parecen haberse abandonado hacia mediados del primer milenio. Para esta zona sur del valle, en El Rincón se realizaron dos fechados que indican que las ocupaciones siguieron hasta al menos 650 d.C.

En el norte del valle de Tafí, La Bolsa cuenta con siete dataciones de entre 100 a.C. y 840 d.C. Los fechados más antiguos provienen de áreas agrícolas proporcionando evidencias de su utilización hacia 100 a.C. y 170 d.C. (en este último caso el fechado proviene de un evento ritual). Luego las evidencias muestran a las viviendas patrón Tafí ocupadas entre ca. 300 y 850 d.C., es decir durante más de 500 años sin cambios significativos. Aún resta saber si con anterioridad a 300 d.C. ya se encontraban construidas este tipo de viviendas o si se trataba de otra modalidad ocupacional cuyas viviendas no dejaron huellas visibles, pero estaban ya vinculadas a actividades productivas. Sea cual fuere el tipo constructivo, seguramente fueron los mismos grupos que primero incursionaron en la agricultura y luego construyeron las viviendas que hoy llamamos patrón Tafí. También en el norte del valle, El Tolar estuvo habitado hacia 550 de la era.

La Ciénega cuenta con tres dataciones procedentes todas de unidades habitacionales. Se trata de tres fechados claves (72 cal. d.C., 509 cal. d.C. y 836 cal. d.C.) porque permiten proponer una ocupación continua sin cambios importantes durante casi 800 años.

Anfama, zona que recientemente ha sido comenzada a investigar, cuenta por el momento con una única datación de ca. 340 cal. d.C. que la vincula con los momentos más intensos de las ocupaciones aldeanas patrón Tafí, a pesar de ubicarse a cierta distancia y en un ambiente diferente.

QDLC presenta 10 dataciones que dan cuenta de ocupaciones en un lapso más acotado que el resto de la región (ca. 200-550 d.C.). Al igual que en La Bolsa el fechado más antiguo -220 cal. d.C.- proviene de áreas productivas pero no está tan distanciado de la cronología del área residencial por lo cual se postula que ambas instalaciones fueron simultáneas. En la misma zona (El Molle) un individuo enterrado en cista y no asociado a unidades patrón Tafí proporcionó un fechado de ca. 250 cal. a.C.

En la Figura 3 se puede apreciar la duración de las ocupaciones en los distintos sectores (no se consideró a Anfama por contar con una sola datación). En el sur del valle de Tafí ocurrieron entre 300 a.C. y 650 d.C., en el norte del valle se iniciaron durante el primer siglo a.C. y se extendieron hasta 850 d.C., en La Ciénega se iniciaron en el primer siglo de la Era y finalizaron, al igual que en La Bolsa, hacia 850 d.C. Finalmente en la Quebrada de Los Corrales las ocupaciones fueron más acotadas, entre 300 y 550 de la era.

Un segundo análisis a escala regional contempla a todas las dataciones en conjunto (Figura 4).

Este análisis muestra que las dataciones más tempranas -ca. 300-100 a.C.- provienen de la base del montículo de El Mollar, de una estructura productiva de La Bolsa, de una cueva de QDLC y de un entierro aislado de El Molle. Claramente las primeras dataciones provenientes de las unidades habitacionales sensu stricto comienzan hacia 100 d.C. Si a esto le sumamos las evidencias de ocupaciones anteriores en QDLC durante el período 2200-1300 a.C. se puede pensar en un primer momento de utilización entre 300 a.C. y 100 d.C. donde aún no se habían construido las viviendas patrón Tafí, pero ya se realizaban actividades agropastoriles y una ocupación efectiva posterior hacia 100 d.C. donde este tipo de viviendas pasó a ser el rasgo distintivo del paisaje. Queda por saber si fueron los mismos grupos cazadores recolectores los que optaron por la opción agropastoril o fueron grupos venidos de otras partes. Debe tenerse en cuenta que junto con el cambio hacia la producción de alimentos se habría producido un gran incremento demográfico (los análisis paleogenéticos pueden ser de gran utilidad en este caso). También hay que considerar que los estudios paleoambientales indican para la región que, a partir de ca. 500 a.C. se habría producido un incremento en las condiciones de humedad que favoreció a la actividad agropastoril (Período Húmedo del Holoceno Tardío) (Garralla 1999; Sampietro Vattuone y Sayago 1998).


Figura 3. Duración de las ocupaciones aldeanas del sur de Cumbres Calchaquíes y norte del Sistema del Aconquija (por área).1: sur del valle de Tafí; 2: norte del valle de Tafí, 3: La Ciénega; 4: Quebrada de Los Corrales.

Entre ca. 100 y 850 d.C. prosperaron las sociedades aldeanas cuyo rasgo identitario fueron las viviendas Tafí. Este patrón de vivienda asociado a áreas productivas se dio de manera simultánea en toda esta región, sin distinción del tipo de ambiente. Lo interesante es que este modo de vida fue exclusivo, no habiendo otros tipos de asentamiento, lo cual muestra que evidentemente fue exitoso.

Los fechados finales (650-850 d.C.) provienen tanto del norte del valle de Tafí como de La Ciénega mostrando que las ocupaciones tuvieron un final simultáneo. También para este momento hay que considerar las consecuencias que pudo haber tenido para estas sociedades el hecho de que entre 800 y 1200 años d.C. se habría producido un abrupto y marcado desmejoramiento de las condiciones ambientales previas (Strecker 1987) las que se manifiestan en un clima excepcionalmente cálido y seco. Resta saber qué ocurrió con las poblaciones de El Mollar y QDLC luego del 500 de la era, si es posible pensar en un traslado hacia otras zonas como La Bolsa o La Ciénega que perduraron al menos trescientos años más.


Figura 4. Duración de las ocupaciones aldeanas del sur de Cumbres Calchaquíes y norte del Sistema del Aconquija (general).

El segundo milenio de la era se caracteriza por la presencia de ocupaciones relacionadas con el Período de Desarrollos Regionales (Manasse 2012) que no se vinculan con los grupos que habitaron la región durante el milenio anterior. Qué ocurrió luego de 850 d.C. con esas poblaciones que mantuvieron un modo de vida exitoso durante tantos siglos, es una deuda de los arqueólogos. Coincidimos con Manasse (2012) en que esta última parte del primer milenio de la era sin duda requiere de un análisis profundo, que procure desentrañar la interpretación del pasado indígena de estas regiones.

En síntesis, este modo de vida aldeano que combinó viviendas patrón Tafí con estructuras productivas se extendió a lo largo de más de mil años y de manera exclusiva en una región de paisajes contrastantes.

Los modos de asentamiento

La información generada en cien años de exploraciones e investigaciones permite visualizar al valle de Tafí durante el primer milenio de la Era como un continuo de viviendas de igual diseño diseminadas entre estructuras productivas (agrícolas especialmente, las pastoriles se ubicaban en faldeos a mayor altitud). Pero en este continuo habrían destacado los imponentes menhires ubicados alrededor del montículo de El Mollar. Este complejo ha sido dimensionado de tal manera que llevó a Tartusi y Núñez Regueiro (1993) a proponer que Casas Viejas habría tenido un papel protagónico en la historia regional considerándolo un polo del desarrollo. Sin llegar a este extremo cabe preguntarse si es posible que esta configuración particular del asentamiento haya estado relacionada con una vinculación supracomunitaria entre todos los grupos que compartían un mismo diseño de sus viviendas. Salazar (2011) propone por ejemplo, que el montículo pudo haber funcionado como el lugar en que se llevaban a cabo celebraciones comunitarias realizadas por unidades sociales superiores a grupos familiares. En este trabajo voy más allá de lo comunitario tratando de evaluar la existencia de lazos entre comunidades cercanas y distantes pero vinculadas probablemente por una misma pertenencia identitaria y alianzas de parentesco. Esto pone de manifiesto otro concepto que se suma al de aldea y el problema de cómo definirla. Me refiero al concepto de comunidad: ¿una comunidad es una aldea? ¿O un conjunto de aldeas? Para simplificar, en este trabajo asumo a la comunidad como el conjunto de personas que habitaron una aldea.

Como alternativa al patrón de viviendas disperso del valle de Tafí se encuentran los casos de áreas aledañas como La Ciénega y Los Corrales con patrones concentrados.

La Ciénega no sólo presenta un patrón concentrado con una alta densidad de viviendas sino que muchas de ellas están conformadas por conglomerados de unidades patrón Tafí lo cual Cremonte (1996) explica como un cambio desde una ocupación temprana con unidades aisladas y distanciadas entre sí a un patrón de instalación más concentrado de tipo aldeano. Es característica en esta zona la ausencia de estructuras agrícolas llevando a Cremonte a proponer que la economía habría sido fundamentalmente pastoril y la agricultura una actividad complementaria transportándose los productos agrícolas desde el valle de Tafí.

En las cercanías, Anfama presenta viviendas muy distanciadas entre sí con escasa inversión en infraestructura agrícola. La presencia de esculturas líticas, también registradas en La Ciénega vinculan a estas áreas con la de El Mollar en cuanto la piedra esculpida habría estado relacionada con un culto a los ancestros (Salazar et al. 2016). Esta actividad escultórica y cúltica nos conduce nuevamente a preguntarnos por la existencia de una organización superior a la comunitaria en el seno de sociedades igualitarias.

QDLC presenta un patrón de viviendas muy concentrado, caracterizado como aldea por Oliszewski et al. (2015) y claramente separadas de las áreas productivas. Esta es la única zona que comparte el diseño arquitectónico pero no la presencia de esculturas líticas. A falta de ellas, debe tenerse en cuenta el registro para el período 2200-1800 a.C. de cuentas líticas con grabados antropomorfos y geométricos similares a los de los menhires y máscaras de Tafí que pudieron estar relacionados en momentos anteriores con el culto a los antepasados (Oliszewski et al. 2017). Lazzari et al. (2015) señalan que el arte escultórico de la piedra es característico de este momento y que no se prolongó luego del primer milenio de la Era. Es interesante rastrear la posible vinculación de estas cuentas confeccionadas 1500 años antes que los menhires y su rol en el culto a los ancestros.

En síntesis las viviendas patrón Tafí se encuentran distribuidas en un área de aproximadamente 350 km2 que abarca relieves de valles y quebradas ubicados en diferentes pisos ecológicos de las yungas entre 1900 y 3000 msnm. En el amplio valle de Tafí se encuentran distribuidas entre estructuras agrícolas, encontrándose corrales en cotas más altas. Se destaca en el sur del valle la presencia de numerosos menhires relacionados con un culto a los ancestros y/o fiestas comunitarias. Hacia el este del valle, La Ciénega presenta las viviendas concentradas y Anfama dispersas con la particularidad en ambos casos de no contar con estructuras agrícolas a gran escala. Al norte, la Quebrada de Los Corrales presenta una distribución diferente ya que las viviendas se concentran en un gran núcleo aldeano claramente separado de las extensas áreas productivas conformadas por andenes y corrales.

Discusión

Con el objetivo de acercar respuestas a los interrogantes planteados, la discusión girará en torno a tres ejes: las aldeas patrón Tafí, las relaciones entre los distintos grupos aldeanos y su organización social.

Respecto a la discusión de si hubo o no aldeas en esta región, en la década de 1970 Flannery (1976) definió a las aldeas como bases residenciales estables, es decir sistemas de asentamiento sedentarios de al menos un año completo, lo cual implica según Olivera (2012) que pueden ser asentamientos ocupados durante uno, diez, cien o mil años. Por otra parte Delfino et al. (2009) afirman que los agrupamientos aldeanos suelen estar asociados a áreas de cultivo con alta estabilidad y permanencia en el tiempo, aunque también puede haber bases residenciales aisladas.

Estas definiciones son tan amplias que abarcan toda la gama de casos de asentamiento bajo estudio. Quienes han investigado estas áreas realizaron distintas interpretaciones: QDLC habría funcionado como una aldea agropastoril autosuficiente (Oliszewski et al. 2015), La Ciénega como caseríos o aldeas dispersas siendo el pastoreo la actividad más importante (Cremonte 1996), en cambio el valle de Tafí está visto como un continuo de viviendas dispersas azarosamente entre campos de cultivo (Manasse 2012; Sampietro Vattuone 2002). Para el norte del valle Salazar y Franco Salvi (2015) señalan que las aldeas -entendidas como unidades espaciales y sociales- no parecen tener confines y que es muy difícil separar unas de otras. Cada unidad es un conjunto aislado de sus vecinos más próximos. La aldea se ve como una suma de unidades residenciales y no como un conjunto integrado de edificaciones. Con este panorama es muy difícil determinar cuántas aldeas coexistieron en la región, máxime teniendo en cuenta que muchas de ellas funcionaron a lo largo de un milenio lo cual implica un paisaje dinámico en constante crecimiento debido a la construcción de nuevas viviendas o ampliación de viviendas preexistentes.

Pero aun cuando no es posible, por el momento, determinar cuántas aldeas hubo, de qué tamaño ni cuáles fueron sus confines, hay factores que parecen haber jugado un papel importante. Es el caso de la topografía que pudo haber incidido en la elección del patrón disperso o concentrado como puede observarse en QDLC -una estrecha quebrada- o en La Ciénega -un pequeño valle- donde las viviendas se ubicaron agrupadas o el caso contrario del amplio valle de Tafí donde las viviendas se construyeron dispersas y al azar. En Anfama donde el relieve combina quebradas profundas con estrechas zonas cumbrales no hay indicios de actividades agrícolas.

Es posible también determinar diferencias funcionales: los grupos que habitaron el valle de Tafí fueron predominantemente agricultores, los grupos de La Ciénega y Anfama se orientaron hacia el pastoreo y en QDLC se combinaron ambas actividades. Casas Viejas en el sur del valle pudo haber tenido una función principalmente de reunión de los distintos grupos bajo un culto común a los ancestros.

Enlazando con el segundo eje de discusión, las posibles relaciones entre los distintos grupos, Cremonte en su trabajo de tesis doctoral (1996: 1) sostenía que "A pesar de su relevancia, las ocupaciones agroalfareras del valle de Tafí aún no han podido ser caracterizadas plenamente y desconocemos los mecanismos de crecimiento y expansión territorial a lo largo de su historia". Años después Manasse (2012: 120) apuntaba que "Aunque las investigaciones no son aún suficientes, hay elementos para pensar en la integración del fondo de valle junto con las quebradas y faldeos serranos, en una práctica que combina la producción agrícola con el manejo de animales en estrecha relación, trabajada desde las ritualidades". Coincido con esta propuesta ya que es dable pensar en toda esta región habitada simultáneamente por grupos que vivieron en ambientes contrastantes lo cual les permitía el acceso a una gama de recursos amplia y diversa. En este contexto pierde fuerza la propuesta de Cremonte (1996) acerca de que La Ciénega habría tenido un carácter periférico y fronterizo respecto del núcleo de Tafí. Desde una escala regional y partiendo de una concepción social del paisaje, Tafí no parece haber sido nuclear, más bien se visualiza un conjunto de grupos aldeanos que se complementaban entre sí en múltiples aspectos. De este modo el pastoreo de llamas así como la caza de guanacos y cérvidos se habría llevado a cabo en los faldeos más altos y especialmente en QDLC. En esta zona además se habría podido cultivar recursos de altura como quinua y papa, además de recolectar tubérculos como soldaque y no tan lejos a 30 km en la quebrada de Amaicha, algarrobo y chañar. En cambio el valle de Tafí habría sido un lugar óptimo para el cultivo de maíz y poroto. En los bosques más húmedos de Anfama se podrían haber recolectado semillas y frutos de porotos silvestres y cucurbitáceas, además de obtener maderas para diversos fines. Como ya dijimos, Casas Viejas podría haber sido el centro de reunión entre estos grupos venidos de lugares diversos, pero es posible que otros puntos hayan cumplido la misma función.

Por lo general cuando se menciona el término interacción entre grupos que habitaron distintas zonas inmediatamente pensamos en objetos transportables (que involucran maneras de hacer particulares) como puntas de proyectil, recipientes cerámicos o materias primas orgánicas como cañas o valvas. Por ejemplo la presencia de artefactos cerámicos asignables al estilo Tafí definido originalmente para el valle homónimo pero presente en QDLC (Gramajo Bühler 2009) o el hallazgo de semillas de poroto común doméstico y zapallo criollo silvestre en QDLC donde no podrían haber prosperado y que con alta probabilidad fueron traídos desde el valle de Tafí o Anfama (Oliszewski et al. 2014). La presencia de estos objetos en áreas diferentes inmediatamente nos lleva a plantear cuáles habrían sido las relaciones sociales que los subyacieron: ¿parentesco?, ¿intercambio?, ¿complementariedad? Los diseños arquitectónicos contrariamente son materialidades inmóviles pero también se encuentran al igual que las semillas, las puntas o los estilos cerámicos en zonas alejadas y ecológicamente diversas siendo éste el caso de la distribución de las viviendas patrón Tafí al sur de las Cumbres Calchaquíes y norte del Sistema del Aconquija durante el primer milenio de la Era. Concretamente como ya se mencionó hacia 550 d.C. las ocupaciones humanas en QDLC se interrumpieron por la probable ocurrencia de un evento volcánico produciéndose el abandono de la zona (Oliszewski et al. 2015) pero, la continuidad de las ocupaciones humanas hasta fines del 1º milenio en sectores cercanos como los valle de Tafí y la Ciénega, lleva a pensar en un posible traslado hacia esos lugares de toda la comunidad. En este sentido cabe destacar que no se detectaron hiatus de abandono y posterior reutilización así como tampoco un uso estacional de las viviendas, sino que las mismas fueron ocupadas de manera continua a lo largo de varios siglos.

Finalmente en lo que hace a la organización social de los grupos aldeanos que compartieron el patrón Tafí, no encuentro coincidencia y me pregunto si realmente puede inferirse una organización social con una estructura respaldada solamente en las relaciones domésticas y familiares como lo señalan varios autores (Manasse 2012). Salazar y Franco Salvi (2015) caracterizan a este paisaje aldeano como una construcción fragmentaria, secuencial y paulatina, que responde a una escala doméstica más que a una comunitaria. Intentan demostrar que los fenómenos vinculados a la conformación de asentamientos concentrados o a la dispersión de núcleos domésticos en el valle de Tafí pueden ser explicados a partir de las prácticas llevadas adelante por personas constituidas como miembros de grupos domésticos extensos con identidades altamente fragmentadas y competitivas entre sí. Sin embargo en un trabajo reciente Salazar y Kuijt (2016) reconocen que probablemente existió un nivel de organización superior con lazos comunitarios basados en alianzas matrimoniales vinculados a la vida doméstica, económica y ceremonial. Pienso que es más probable que estas sociedades hayan tenido vínculos de cooperación comunitaria antes que de competencia. En el mismo sentido, Quesada (2010) plantea para el grupo que habitó el área de Antofalla en Catamarca durante el 1º milenio d. C., una organización de tipo cooperativo de una sociedad igualitaria constituida para el mantenimiento de campos agrícolas con alta inversión tecnológica.

Salazar y Kuijt (2016) explican también que el patrón disperso observado en La Bolsa y Carapunco permitió a los miembros de las unidades domésticas dedicarse a las actividades agro-pastoriles despreocupándose así de los peligros que la desigualdad social y la concentración de viviendas pueden traer aparejados. Suponiendo que esta estrategia ex profeso de habitar de manera dispersa para así evitar una sociedad desigual se haya dado en el norte del valle de Tafí, no habría sido la única estrategia, sino ¿cómo se explicaría el patrón concentrado en La Ciénega y QDLC donde las sociedades fueron totalmente igualitarias? De ninguna manera las evidencias muestran rasgos de desigualdad en las áreas que comparten el patrón Tafí, ni siquiera en el complejo viviendas-montículo-menhires-áreas productivas de Casas Viejas. Pero si bien todas estas sociedades fueron igualitarias, no hallo impedimento para pensar en una organización social superior a la de la comunidad que las mantenía unidas mediante actividades económicas complementarias, rituales y lazos familiares. No parece casual que un mismo tipo arquitectónico se encuentre para el mismo lapso temporal distribuido en un área tan extensa. Nielsen (2001) señala que la arquitectura doméstica es uno de los medios más eficaces de propagar mensajes acerca de la identidad de las personas, por lo que es activamente manipulada en la negociación del poder. De este modo las viviendas deben ser entendidas como parte de estrategias de posicionamiento en el marco de las condiciones generales de reproducción de la estructura social. Nielsen sugiere además, que los sistemas de explotación de recursos complementarios pudieron estar basados en obligaciones recíprocas entre unidades productivas territorialmente dispersas, pero de una misma extracción cultural. Creo que al menos debemos explorar este tipo de posibilidades para el norte de Cumbres Calchaquíes y sur del Sistema del Aconquija donde las unidades domésticas "patrón Tafí" extendidas por zonas diversas podrían haber estado habitadas por individuos pertenecientes a grupos culturales que compartían vínculos de identidad y parentesco que excedían a la propia comunidad.

Scattolin et al. (2015), quienes analizaron el modo de vivir de los grupos aldeanos del primer milenio del valle del Cajón (Catamarca), sostienen que el mundo más amplio cobra sentido desde el lugar habitado y que ese microcosmos de lo cotidiano tiene un horizonte de referencia mayor que involucra todas las decisiones, las selecciones de materiales y disposiciones estéticas y éticas que se hacen con cierto conocimiento de un mundo social, simbólico y material más amplio. Encuentro muchas similitudes con lo que pudo haber ocurrido al sur de las Cumbres Calchaquíes y norte del Sistema del Aconquija donde cada grupo pudo ser un microcosmos y ese mundo más amplio haber estado constituido por el conjunto de todos los grupos que compartieron el diseño arquitectónico patrón Tafí.

Para finalizar diremos que Tarragó (1999) planteó anteriormente, para los primeros siglos de la Era Cristiana, la existencia de sistemas de aldeas vinculadas entre sí por lazos económicos y sociales. Se trata de grupos agrarios que habrían mantenido relaciones de vecindad a través de vínculos de reciprocidad, lo cual les permitía mejorar el acceso a los recursos, asegurar su reproducción y crear contextos de refuerzo social de carácter prolongado. Estas relaciones quedaron expresadas en las tradiciones tecnológicas y estilísticas comunes al igual que en los modos de instalación similares. Se propuso que uno de los sistemas de aldeas más visible y extenso habría funcionado en el valle de Tafí y quebradas subsidiarias de El Mollar, Anfama y El Pedregal conformando una compleja trama de áreas domésticas y de explotación (Berberián y Nielsen 1988; Tarragó 1999). Siguiendo esta misma hipótesis se planteó que QDLC habría constituido el límite noroeste de un área de aproximadamente 350 km2 en la cual la modalidad de viviendas patrón Tafí fue dominante (Oliszewski et al. 2015). El análisis a nivel regional aquí presentado que toma al conjunto como una sola unidad paisajística, no sólo refuerza esta hipótesis sino que permite proponer un modelo conformado por sociedades que si bien fueron autónomas y se rigieron por una organización fundamentalmente doméstica y comunitaria, tuvieron entre ellas vinculaciones basadas en una identidad común.

Agradecimientos: a Romina Spano y Julián Salazar, coordinadores del simposio que abordó la siempre vigente temática de las primeras sociedades aldeanas del NOA en el marco del XIX Congreso Nacional de Arqueología Argentina (Tucumán, 2016). A todos los que investigan a estas sociedades. Al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (PIP 0141) y a la Secretaría de Ciencia, Arte e Innovación Tecnológica (PIUNT G521). A Ernesto Rodríguez Lascano por el tratamiento de las imágenes. A los dos evaluadores anónimos por sus valoraciones y sus valiosas sugerencias.

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