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Comechingonia

versão On-line ISSN 1851-0027

Comechingonia vol.24 no.2 Córdoba nov. 2020

 

ARTICULOS

HABITANDO EL RECINTO 1 DE PAJCHELA NÚCLEO (CUSI CUSI, CUENCA SUPERIOR DEL RÍO GRANDE DE SAN JUAN, JUJUY): CAMBIOS Y CONTINUIDADES

Dwelling Enclosure 1 in Pajchela Nucleo (Cusi Cusi, Upper San Juan River Basin, Jujuy): changes and continuities

 

José María Vaquer1

Laura Pey2

Jesica Carreras3

Martina Di Tullio4

Micaela Sclafani5

Eugenia Braun6

1CONICET, Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. 25 de mayo 217 3er Piso (CP 1002ABE), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Email:jmvaquer@yahoo.com.

2 CONICET, Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. 25 de mayo 217 3er Piso (CP 1002ABE), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.Email:marialaurapey@gmail.com

3CONICET, Instituto Interdisciplinario Tilcara, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Belgrano 445 (CP 2640), Tilcara, Jujuy, Argentina. Email:jesicacarreras@gmail.com.

4Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. 25 de mayo 217 3er Piso (CP 1002ABE), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Email:martuditu18@gmail.com.

5Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. 25 de mayo 217 3er Piso (CP 1002ABE), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Email:micca_sc@hotmail.com.

6Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. 25 de mayo 217 3er Piso (CP 1002ABE), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Email:euge.braun14@gmail.com

Presentado: 20/10/2019

Aceptado: 13/04/2020


Resumen

En este trabajo presentamos los resultados de las excavaciones llevadas a cabo en el Recinto 1 de Pajchela Núcleo, Cusi Cusi, cuenca superior del Río Grande de San Juan y los interpretamos en términos de los diferentes modos de habitar que se sucedieron en el tiempo. A partir del análisis de la estratigrafía y los materiales recuperados proponemos que en el recinto hubo tres ocupaciones: la fundacional, con fechados en el Periodo de Desarrollos Regionales Tardío (1200-1450 d.C.) vinculada con poblaciones de la esfera Doncellas-Casabindo; una segunda, en momentos Inkaicos y Coloniales Tempranos (1450-1660 d.C.) y finalmente, una tercera, que se inicia con la institucionalización de los cambios producidos por la conquista española y continúa hasta nuestros días. Interpretamos estas ocupaciones en términos de un paisaje multitemporal, buscando generar una interpretación actual de los diferentes agentes relacionados con la materialidad (comuneros/as; arqueólogos/as; turistas). 

Palabras Clave: Cusi Cusi,Casabindo,Yavi – Chicha, Río Grande de San Juan,Perspectiva del habitar.

Abstract

In this paper we present the results of archaeological excavations conducted in Enclosure 1, PajchelaNúcleo, CusiCusi, upper San Juan Mayo River Basin; and we interpret them in terms of different ways of dwelling that followed in time. From stratigraphic and recovered materials analysis, we suggest that there were three occupations: the first one with dates that places it in the Late Regional Developments Period (AD 1200-1450), related with people from the Doncellas-Casabindo sphere; a second one during Inka and Early Colonial times (AD 1450-1660) and a third one that begins in the Colony and endures until today. We interpret these occupations in terms of a multi-temporal landscape, leading to the present interpretations of different agents involved in material relations (community, archaeologists, and tourists).

Keywords: Cusi Cusi,Casabindo,Yavi – Chicha,Upper San Juan RiverBasin,Dwellingperspective.


 

Introducción

 

Hasta momentos recientes, la cuenca superior del Río Grande de San Juan (a partir de ahora RGSJ) (Figura 1) era una de las zonas de la Puna jujeña que no había sido objeto de investigaciones sistemáticas. Un trabajo pionero de Tarragó (1984: 95) caracteriza la región como un “callejón de interacción”, es decir, una frontera blanda entre poblaciones de distintas áreas. En sintonía, Albeck y Ruiz proponen que la cerámica superficial del área corresponde a los estilos Yavi-Chicha y que la presencia de chullpas en aleros se vincularía con la cultura material de Doncellas-Casabindo (Albeck y Ruiz2003; Albeck 2007). Según fuentes etnohistóricas, se sabe que en tiempos prehispánicos estos grupos habitaban los mismos territorios que ocuparon luego durante la Colonia (Albeck y Ruiz 2003; Albeck y Zaburlín 2008; Krapovickas 1983). Las autoras también sugieren que los topónimos como San Juan de Urus (Oros) y río Urusmayo (Orosmayo) empleados en la región la relacionarían con la presencia de parcialidades urus. Esta es una denominación genérica de los aymara para aquellos grupos que no vivían exclusivamente de la agricultura, como los pastores y pescadores (Bouysse-Cassagne y Harris 1987). En consecuencia, la cuenca superior del RGSJ se ha planteado como una zona de interacción multiétnica.

 

Sin embargo, De Feo et al. (2007) proponen que el RGSJ no fue solamente una región de paso, sino que sostuvo asentamientos de envergadura durante el Periodo de Desarrollos Regionales (900-1450 d.C.) —de ahora en más, PDR. A pesar de que presenta ciertos elementos que la vinculan con esferas de interacción vecinas, el área posee ocupaciones con características propias que permiten plantear “una cierta identidad” (De Feo et al. 2007: 137). Si bien estas interpretaciones se basan principalmente en la evidencia de la cuenca media, para De Feo et al.la cuenca superior también presenta algunas características propias como la presencia de infraestructura agrícola particular y estructuras de almacenamiento.


Figura 1. Ubicación geográfica de la cuenca superior del RGSJ y el pueblo Cusi Cusi.

 

Uno de los sitios de la cuenca superior previamente investigado por De Feo y equipo es Pajchela, ubicado en las inmediaciones del actual pueblo de Cusi Cusi (De Feo et al. 2004). Debido a ciertas características de su arquitectura y, sobre todo, a la presencia de cerámica Yavi-Chicha en superficie, los autores proponen que fue construido en el Periodo Inkaico (1450-1536 d.C.). La interpretación de esto último deriva del conocimiento de que los grupos Yavi (etnohistóricamente conocidos como Chichas) cumplieron un rol destacado en el Tawantinsuyu como parte de la confederación Qaraqara-Charka (Zanolli 2003; Plattet al.2006).

 

Hace unos años hemos retomado la investigación del área y, en particular, del sitio Pajchela o, como nosotros lo denominamos, Pajchela Núcleo (PJN). El objetivo de este trabajo, entonces, es presentar los resultados que hemos obtenido a partir de su relevamiento y de la excavación de uno de sus recintos habitacionales. Si bien PJN estuvo ocupado durante los Periodos Inka (1450-1535 d.C.) y Colonial temprano (siglos XVI y XVII d.C.), los materiales recuperados y los fechados realizados nos permiten ubicar la primera ocupación durante el PDR Tardío (1200-1450 d.C.). Por lo tanto, aquí nos proponemos realizar una primera interpretación de las diferentes ocupaciones que se dieron en PJN en el tiempo. Repararemos en la posibilidad de continuidades y discontinuidades entre los diferentes modos de habitar, recuperando los principios de la perspectiva del habitar (dwellingperspective) de Tim Ingold (Ingold 2000; Vaquer y Cámera 2018).

Características ambientales y antecedentes del área

La cuenca superior del RGSJ se ubica en el extremo noroeste de la provincia de Jujuy. Se encuentra conformada por los ríos Granada, Tiomayo y Orosmayo, junto con ríos más pequeños de quebradas, como el Cusi Cusi, el Queñoal y el Paicone que, al confluir, dan origen al RGSJ. Éste es parte de la cuenca del río Pilcomayo. La región se caracteriza por un ambiente de Puna Seca, con un clima seco y frío con temperaturas medias anuales que oscilan entre los 3° y 6° C; una alta evapotranspiración, una estacionalidad bien marcada y una gran amplitud térmica diaria. Las precipitaciones son escasas, oscilando entre 200-400 mm anuales concentrados en un 80% desde diciembre hasta marzo (Buitrago 1999; Saravia 1960). La zona presenta varios pisos de altura asociados en una corta distancia. Los fondos de cuenca se localizan a los 3700 ms.n.m., con accesibilidad a alturas de 4000 ms.n.m., hasta los picos de la Cordillera de Lípez que tienen alturas alrededor de 6000 ms.n.m. La vegetación corresponde a la provincia fitogeográfica puneña donde predomina la vegetación xerofítica (Oyarzabal et al. 2018).

 

De acuerdo con distintos tipos de evidencia, interpretamos que la región de Cusi Cusi estuvo ocupada al menos desde el Holoceno temprano (10.000-8.000 AP). En superficie hemos hallado tecnología lítica característica del Holoceno medio (8.000-4.500 AP) y que, en otras zonas, ha sido asociada al proceso de domesticación de camélidos (Hoguin y Yacobaccio 2012; Yacobaccio 2004; Yacobaccio y Vilá 2002). En sintonía con esto, el modelo paleoclimático presentado por Morales (2011) sugiere que, en aquel período, Cusi Cusi contaba con condiciones favorables para la interacción entre los humanos y los camélidos. Esto refuerza la posibilidad que la zona haya sido foco de domesticación. Este punto es importante para destacar la fuerte impronta pastoril de la zona en el tiempo, actividad que continúa incluso hasta nuestros días entre los/as pobladores/as de Cusi Cusi.

 

Además, en nuestras prospecciones detectamos la presencia de una red de caminos que une la zona con el Sur de Lípez a través de, por lo menos, tres pasos. Éstos presentan varias características propias de los caminos prehispánicos: ciertos tramos se encuentran calzados, presentan apachetas y sitios rituales caravaneros. Por la información que nos brindaron los/as comuneros/as, muchos fueron utilizados por los arrieros para los viajes de intercambio a Tarija y San Pedro de Atacama; y la mayoría de ellos son utilizados desde “la época de los abuelos”. Incluso hoy en día estas rutas son utilizadas para viajar a Soniquera (Bolivia) para eventos deportivos entre las comunidades y para realizar ferias binacionales en la frontera. Nielsen (2013) define a las regiones “internodales” como espacios de paso y circulación entre nodos, aunque algunos de ellos fueron explotados estacionalmente. La posibilidad del cultivo microtérmico distingue a Cusi Cusi de otras zonas pastoriles (Pey 2016, 2017a). Consideramos que el paisaje de la zona se caracterizó durante el PDR por la presencia de pastores-arrieros que ocupaban una posición de privilegio entre diversos “nodos” de la región: al Oeste, San Pedro de Atacama; al Norte, la región Yavi-Chicha; hacia el Sur, la cuenca de Doncellas-Huayatayoc; y hacia el Este, la Laguna de Pozuelos.

Es probable que dichas condiciones favorables hayan resultadoatractivas para que grupos de las regiones vecinas se interesaran en Cusi Cusi como sector de cultivo. Hasta el siglo XIV, el paisaje local se caracterizó por corrales y puestos pastoriles dispersos, con evidencia de pequeños huertos asociados a una agricultura complementaria y a muy baja escala. La evidencia indica que a partir de aquel momento irrumpieron en el paisaje una serie de complejos agrícolas localizados en dos quebradas con agua permanente. Por un lado, el Complejo Agrícola Pajchela que se extiende a lo largo de 2,5 km en la quebrada homónima; ocupa aproximadamente 31 has de cultivo (esto no significa que hayan sido cultivadas de manera sincrónica); y se compone por los sitios Pajchela Núcleo, Pajchela Terrazas y Casas Quemadas. Por el otro, los sitios Huayatayoc Alto y Bajo, ubicados a lo largo de la quebrada homónima al Este de Pajchela y que cubren una superficie de cultivo de 35 has.

 

Ambos sectores cuentan con elaborados sistemas de andenería, canales de riego, estructuras de almacenaje y una significativa cantidad de fragmentos de palas líticas en superficie (Pey 2016; Pey y Bonelli 2016; Pey y Urteaga 2019). Dadas estas características, proponemos que estos sitios no fueron construidos por las sociedades pastoriles que habitaban la cuenca, sino que serían el producto de otra lógica que conformó un paisaje agrícola (o, al menos, agropastoril) que contrastaba con el paisaje local (Carreras 2020;Pey 2016, 2017a; Vaquer y Cámera 2018). Algunos de estos sitios, como Casas Quemadas, continuaron siendo utilizados hasta la época colonial (Vaquer et al. 2018; Vaquer 2016). Luego de la Conquista, y posiblemente debido al impacto del sistema tributario y a los movimientos poblacionales, su ocupación se redujo. Algunos de los recintos habitacionales fueron utilizados como paraderos de arrieros, y algunas de las estructuras productivas fueron reutilizadas para el pastoreo de los animales (Vaquer 2016).

 

Metodología

Relevamiento arquitectónico y planimétrico

 

En el campo realizamos un relevamiento altiplanimétrico mediante el empleo de un croquis y una Estación Total. También, tomamos puntos control con un GPS1para la posterior georreferenciación de la información capturada. Para ello se seleccionaron puntos del paisaje y estructuras estratégicas. Más tarde, en el laboratorio, los datos obtenidos fueron procesados con un Sistema de Información Geográfica2para realizar la digitalización vectorial de los rasgos arquitectónicos relevados. Para obtener curvas de nivel con intervalos de 2 m, ejecutamos el método de interpolación TIN (Triangulated Irregular Network) sobre los datos altimétricos que obtuvimos en el relevamiento. De esta manera, obtuvimos un modelo digital de elevaciones (MDE) a escala de sitio que luego transformamos en una capa de curvas de nivel que sumamos al plano terminado.

Con respecto a la arquitectura, se trabajó con una ficha de relevamiento cuya unidad de análisis fue la estructura y donde se registraron la forma de la planta, las características de microemplazamiento y funcionalidad tentativa. Además, se reparó especialmente en la caracterización de cada uno de los muros componentes con el objetivo de detectar diferencias constructivas dentro de las estructuras. Se registraron altura, anchura y espesor (medidas máximas, mínimas y promedio); la presencia o ausencia de aplomo; el tipo de hilada; el tipo de aparejo; los materiales constructivos empleados; y el estado de conservación (Castro et al. 1991; Vaquer 2014; Pey 2016). En el laboratorio se confeccionó una base de datos para realizar un análisis estadístico y la posterior interpretación de las variables relevadas.

 

Excavación y análisis de materiales recuperados

 

El Recinto 1 fue dividido en dos cuadrículas y la excavación se realizó por niveles naturales, definiendo una secuencia de estratos que denominamos Unidades de Proveniencia (UP). De acuerdo con su posición estratigráfica se elaboró una matriz de Harris para determinar las relaciones entre los diferentes estratos (Harris 1997). A partir de las relaciones, los fechados y los materiales obtenidos en cada una de ellas, se elaboró una secuencia de ocupación.

 

La cerámica recuperada en las excavaciones fue clasificada de acuerdo con el tipo de tratamiento de superficie y diseños presentes, lo que permitió relacionarla con los grupos tipológicos que conforman el componente cerámico tardío de la región (Albeck y Zaburlín 2008; Ávila 2009; Zaburlín 2014, 2012). Entre ellos, distinguimos en primera instancia dos grandes grupos en función del tratamiento de las superficies: material alisado y los estilos decorados (que puede presentar pulido, engobe, pintura o una combinación de ellos).Entre los segundos, pudimos reconocer principalmente Casabindo y Yavi en sus diferentes variedades; Alisado Interior Negro Pulido (que presenta pulido en su cara interna y alisado en la cara externa); Interior Negro Pulido (pulido en la cara interna y pulido, engobe o pintura en la cara externa); Negro Pulido (negro pulido en la cara externa) e Indeterminado. También se registraron los fragmentos diagnósticos que permitieron inferir la forma de las piezas para aproximarse a las características de performance que las habilitan para ciertos usos (Menacho 2007). A su vez, los fragmentos diagnósticos y el remontaje permitieron determinar el número mínimo de piezas del conjunto y adscribirle una funcionalidad tentativa.

 

Con respecto al análisis zooarqueológico, realizamos la identificación anatómica y taxonómica utilizando muestras comparativas del Instituto de Arqueología (Facultad de Filosofía y Letras, UBA). Los especímenes óseos identificados se asignaron a diversas categorías taxonómicas, conformando el número de especímenes identificados (NISP) (Lyman 1994). Los restos óseos, que no fueron incluidos en ninguna categoría taxonómica fueron contabilizados como no identificados (NID) (Mengoni Goñalons 1999). Para el taxónCamelidae se analizaron diversas variables de las que retomaremos abundancia de partes esqueletarias, y la construcción de perfiles etarios. En primer lugar, se calculó el Número Mínimo de Elementos (MNE) combinando el método de zonas diagnósticas (Mengoni Goñalons 1999) y la suma de fracciones (Klein y Cruz-Uribe 1984), teniendo en cuenta lateralidad, estado de fusión y tamaño relativo de los especímenes. Para la construcción de perfiles etarios, se tuvo en cuenta la fusión ósea de algunos elementos del esqueleto, como ser la escápula, epífisis proximales de las primeras falanges, sectores distales y proximales de huesos largos en general y pelvis, segmentando los estados de fusión en temprana, intermedia y tardía.

Para el análisis del material lítico, diferenciamos en primera instancia la materia prima de cada una de las piezas analizadas. Buscamos distinguir los recursos líticos utilizados en el sitio y los porcentajes en que se presenta cada uno para interpretar cómo operó la selección de materias primas. En segundo lugar, efectuamos un análisis técnico morfológico y morfológico funcional a nivel macroscópico. Para esto, utilizamos la metodología de Aschero (1975, 1983). El conjunto fue segmentado según el criterio de clase tipológica (Aschero y Hocsman 2004), que permite clasificar los elementos en núcleos, desechos de talla, instrumentos y artefactos de rastros complementarios. A su vez, a partir del cuadro de Bagolini (Aschero 1975) se distinguió el tamaño y módulo de cada pieza. En cada caso se evaluó el estado (entero o fracturado) de cada elemento y se apreció la porción (indiferenciada, proximal, medial y distal) que cada uno de los fragmentos representa.

 

Resultados

Descripción general del sitio

 

PJN ocupa una superficie de aproximadamente 1,5 has. Se encuentra localizado sobre la margen izquierda del río Pajchela, a 3,9 km del pueblo de Cusi Cusi. Del otro lado del río, se encuentra el sitio Pajchela Terrazas, caracterizado por presentar decenas de terrazas de cultivo y canchones abandonados. PJN se emplaza a 3900 ms.n.m., en la cima de un pequeño cerro en cuya ladera se observan algunos muros transversales a la dirección de la pendiente. Al reparar en estas características, De Feo et al.sostienen que: “además de una ubicación que dificulta el acceso, [el sitio] presenta en segmentos de su perímetro, muros que podrían haber cumplido funciones defensivas” (2007:140). Sin embargo, tras su análisis, consideramos que la función de estos muros, más que defensiva, correspondía, por el contrario, a facilitar el acceso al sitio mediante la nivelación de sectores de la pendiente a modo de senderos.

 

El sitio se encuentra conformado por pocos recintos habitacionales, espacios abiertos, otros cerrados, muros de contención y manejo del agua y una cárcava que lo atraviesa en sentido NO-E (Figura 2). Ésta se encuentra atravesada por una serie de muros transversales a su curso y que pudieron haberse empleado en el pasado para controlar la velocidad de la escorrentía natural. Algunos pequeños muros en muy mal estado de conservación parecen haber operado para alterar la dirección natural del curso de agua, a favor de los sectores pircados. Esto, junto con la presencia de fragmentos de palas líticas en la superficie de dichos sectores, refuerzan la hipótesis de que en algún momento de la historia del sitio funcionaron como chacras de cultivo. Sin embargo, la altura de los muros de algunos de los espacios cerrados, indican que a nivel funcional también pudieron haber operado como corrales.


Figura 2. Plano de Pajchela Núcleo.

 

A su vez, PJN presenta una serie de estructuras de planta rectangular que De Feo et al. (2007) han caracterizado como silos. Si bien la mayoría de ellas se encuentra en muy mal estado de conservación (algunas completamente derrumbadas o reconstruidas a modo de trampa para zorros) no descartamos su funcionalidad como estructuras de almacenaje. Mientras que la mayoría se localizan dispersas en el asentamiento (n=9), siete de ellas se emplazan en la parte más alta del sitio alineadas entre sí (Figura 2). También es posible que hayan funcionado como torres-chullpas en relación con el montículo-plataforma, pero los vínculos aún no son claros (Nielsen 2008).

 

ype="square" anchorx="margin" anchory="margin"/> Completa el patrón de asentamiento un gran montículo-plataforma artificial construido en tres niveles sobre un afloramiento rocoso. La terraza donde se apoya este montículo es compartida por el Recinto 1, por lo que es probable que sean contemporáneos. Lo que no podemos determinar es si la forma final del mismo es la misma que la original. Esta estructura se encuentra conformada por, al menos, 15 cámaras de piedra en distintos estados de conservación. Según nos han informado los/as cuseños/as, algunas de ellas contenían restos humanos. Además de las cámaras, en la cima se localiza un espacio abierto de circulación que integra las cámaras y permite moverse entre ellas (Figura 3). Desde su cima puede observarse toda la superficie ocupada por PJN; parte del sitio Pajchela Terrazas; el curso de agua de la quebrada de Pajchela hacia abajo; y, en dirección opuesta, el encajonamiento de la quebrada curso arriba, camino a la vertiente natural de agua que da origen al río.


Figura 3. Vista general del perfil del montículo desde el NE (izquierda); y croquis del nivel superior en planta (derecha).

Debajo del montículo se encuentra un espacio abierto delimitado por muros bajos que contiene una laja clavada, de aspecto rectangular y esquinas canteadas.Se halla rodeado por un muro de rocas de hilada simple y sus características son muy similares a las de otra laja canteada encontrada en Casas Quemadas (Pey 2016) (Figura 4).


Figura 4. A. Laja canteada ubicada al pie del montículo de PJN; B. laja canteada hallada en Casas Quemadas.

Análisis arquitectónico

 

PJN presenta un total de 49 estructuras, con presencia mayoritaria de recintos de diferentes dimensiones (35%; 17: 49) y estructuras de almacenaje (33%; 16: 49). Siguen, en proporciones menores, muros de control de escorrentía, un canchón pircado para tareas agrícolas, dos terrazas y muros bajos que dividen los espacios. También se encuentra presente el montículo-plataforma ya mencionado. Con respecto a los recintos, presentan plantas variables que incluyen circulares (23%; 4: 17), rectangulares (47%; 8: 17), semicirculares (12%; 2: 17), y un caso de planta irregular, una indeterminada y una cuadrada.

 

De los 17 recintos relevados, en función de la planta, las características arquitectónicas y el tamaño, solamente cinco son potenciales recintos habitacionales. En consecuencia, el sitio no es una aldea (sensu Olivera 2001), sino un sitio agrícola con recintos de habitación. Las 49 estructuras se encuentran conformadas por 105 muros. En general, los muros se hallan en mal estado de conservación, presentando derrumbes en varios de sus tramos. El material empleado para su construcción es roca seca (sin argamasa), utilizando dacitas e ignimbritas de origen local. En cuanto al trabajo de mampostería, el 55% (58: 105) de las rocas fueron colocadas sin trabajo previo, el 43% (45: 105) presentan una combinación entre canteado y roca natural (con canteado en alguna de sus caras) y dos presentan canteado en todas sus caras. Las únicas estructuras que presentan rocas canteadas son el montículo-plataforma y las estructuras, que pudieron haber operado como lugares de almacenaje. El aparejo y la hilada fueron relevados en 100 muros. El aparejo fue rústico en todos los casos, menos uno que presentó aparejo sedimentario. La hilada fue en su mayoría simple (97: 100), uno con hilada doble y uno con hilada múltiple.

 

En cuanto al Recinto 1, posee planta rectangular, mide 3,64 m de largo y 3,30 m de ancho, y su acceso se encuentra hacia el noreste. Los muros presentan un buen estado de conservación, a excepción del muro noreste que se encuentra derrumbado y solamente se conservaron los cimientos. Los muros restantes presentan hilada simple, con aparejo rústico y no se encuentran trabajados.

 

Secuencia estratigráfica y componentes del R1

 

Para el recinto excavado hemos identificado una secuencia estratigráfica compuesta por 27 UP (Figuras5 y 6). En el laboratorio interpretamos tres componentes a partir de tres variables(Harris 1997).


Figura 5. Perfil esquemático del Recinto 1.


Figura 6. Matriz estratigráfica del Recinto 1 (cuadrículas 1 y 2), con detalle de los tres componentes identificados.

 

Primero, consideramos las características sedimentológicas de cada una de las UP y sus relaciones con los ciclos de erosión/depositación; en segundo lugar, consideramos la presencia de rasgos discretos (como por ejemplo cortes) o derrumbes que pudieran vincularse con superficies de ocupación; y tercero, los materiales recuperados. Con respecto a esto último, se analizaron tanto las cantidades como las composiciones de los diferentes conjuntos (Figura 7).


Figura 7. Distribución de los diferentes tipos de material por componente (N=3201).

 

Componente 1 (C1)

 

El primer componente corresponde al uso actual y subactual del recinto, y se ubica desde la superficie hasta el derrumbe de los muros (compuesto por las UP 1, 2, 50, 52 y 53). Consideramos que el derrumbe es el límite de esta ocupación, ya que marca una clara ruptura en la secuencia. A su vez, este componente presenta muy poco material en general (Figura 7); y una ausencia de rasgos significativos. Como indicadores cronológicos, este componente presenta materiales actuales y subactuales como latas de sardinas, plástico y botellas.

 

El conjunto zooarqueológico está conformado por 192 especímenes óseos (NISP: 52; NID: 140). El taxón Camelidae es el más abundante. Sin embargo, dado que los elementos identificados son escasos no fue posible analizar las partes esqueletarias presentes, ni realizar perfiles etarios. En referencia a los tipos cerámicos, se observa que el C1 está constituido por 70% de Alisado (55: 79), 16% de Yavi (13: 79), 9% de Interior Negro Pulido (7: 79) y 5% de Casabindo (4: 79). Con respecto a la forma, el 79% (62: 79) posee forma cerrada, el 20% (16: 79) abierta y el 1% (1: 79) indeterminada. El lítico estuvo representado por 38 elementos, cuya mayoría –un 95% (36:38)– fueron desechos de talla. El resto de los materiales corresponden a un cabezal lítico y a un fragmento de un instrumento de molienda. Con respecto a la materia prima de los desechos de talla, la mayor proporción de los elementos correspondió a la andesita con un 45% (17: 38), seguida por la dacita en un 24% (9: 38).

 

Componente 2 (C2)

 

El segundo componente se encuentra estratigráficamente ubicado entre el piso de ocupación del C3 (UP 5 y 58) y el derrumbe de los muros. Se encuentra compuesto por las UP 3, 4, 15, 16, 56, 57, 59, 60, 61 y 65. El C2 es identificado, en primer lugar, por una disminución del material recuperado, en particular el material óseo. En este componente detectamos la presencia de dos fogones, uno de ellos en cubeta (UP 56 y 59) y el otro de forma triangular irregular (UP 60 y 61). Ambos presentaron muy poca potencia, por lo que inferimos que son dos eventos separados y que su uso no fue prolongado. A diferencia del C1, en este componente no identificamos un piso de ocupación consolidado. Otro elemento que también marca una ruptura es el monolito que se encontraba apoyado en la UP 58 (ver más adelante). Si el C3 corresponde a la fundación del recinto y su utilización como espacio doméstico, el C2 es un momento de transición donde la ocupación no posee la misma intensidad que en el C3 y las actividades se llevan a cabo de manera sectorizada y sin redundancia espacial ni temporal. Si nuestra interpretación es coherente, en algún momento de esta ocupación parte del recinto se encontraba ocupada por el monolito, lo cual también limitó la superficie potencial para realizar actividades.

 

El conjunto arqueofaunístico está constituido por 361 especímenes óseos (NISP: 100; NID: 261). El taxón más abundante fue Camelidae, en el que se observa la ausencia de varios elementos óseos correspondiente al esqueleto axial, como ser cráneo, mandíbula, dientes y vértebras cervicales, aunque estas ausencias no son significativas si consideramos que son pocos los elementos óseos identificados. En relación con los estadios de fusión, observamos que en las tres etapas (temprana, intermedia y tardía) predominan los elementos fusionados (Carreras 2020).

 

Los tipos cerámicos presentes se componen de un 80% de Alisado (58: 72), 7% de Yavi (5: 72), 4% de Interior Negro Pulido (3: 72), 3% de Casabindo (2: 72), 3% de Alisado Interior Pulido (2: 72) y 3% de Indeterminado (2: 72). En cuanto a su forma, el 85% son cerradas (61: 72), 11% son abiertas (6: 11) y 4% son indeterminadas (3: 72). Con respecto al material lítico, recuperamos un total de 42 elementos. La clase mayoritaria también fueron los desechos de talla con un 95% (40: 42). Los dos elementos restantes corresponden a una raedera y a un cabezal lítico. La materia prima dominante en los desechos de talla fue la dacita en un 50% (21: 42).

 

Componente 3 (C3)

 

Finalmente, el tercer componente se ubica entre un piso de ocupación estructurado conformado por las UP 5 y 58;la base de los muros del recinto y la roca madre. La localización del monolito en la UP 58 podría estar indicando un cambio de funcionalidad y la transición al C2. En este componente recuperamos la mayor cantidad de materiales que indican una función doméstica del recinto. Se encuentra compuesto por las UP 5, 10, 11, 12, 13 y 14, 58, 62, 63, 67, 68 y 69.Identificamos dos fogones en cubeta que fueron datados: la UP 11 nos otorgó un fechado de 600 ± 40 AP (Cal.a.C. 1324: Cal. a.C. 1344)(Cal. a.C.1389: Cal. a.C.1422) (LP-3544, carbón vegetal, δ¹³C (estimado): -24 ± 2‰; mientras que la UP 14, de 510 ± 40 AP (Cal. a.C.1420: Cal. a.C.1452) (LP-3551, carbón vegetal, δ¹³C (estimado): -24 ± 2‰). En consecuencia, podemos situar la primera ocupación del recinto entre los siglos XIV y XV.

Este componente corresponde a la ocupación fundacional del recinto y su construcción. Se encuentra conformado por un piso de ocupación (UP 5 y 58), de donde provienen la mayoría de los materiales recuperados. Las unidades que conforman este componente apoyan sobre la roca madre y coinciden con la base de los muros del recinto. En cuanto al conjunto zooarqueológico, está compuesto por 1.761 especímenes óseos (NISP: 843; NID: 918). Nuevamente, el taxón más abundante es Camelidae, en el que se encuentran representadas todas las partes esqueletarias. En relación con los perfiles etarios de estos animales, vemos que, al igual que sucede en el C2, predominan para los tres estadios de fusión los elementos fusionados (Carreras 2020). El material lítico está representado por 139 elementos, de los cuales nuevamente la clase mayoritaria son los desechos de talla con un 84% (116: 139). La materia prima predominante en esta clase es la dacita. Este componente presenta una mayor diversidad, ya que se recuperaron 18 instrumentos (cinco fragmentos de palas, cuatro cabezales, cinco instrumentos con filo natural con rastros complementarios, un tortero, un artefacto unifacial indeterminado y un artefacto bifacial indeterminado).

 

Con respecto a los tipos cerámicos, la muestra se conforma por un 52% de Alisado (243: 465), 35% de Casabindo (162: 465), 6% de Interior Negro Pulido (26: 465), 3% de Alisado Interior Negro Pulido (15: 465), 2% de Yavi (10: 465), 1% de Negro Pulido y 1% de Indeterminado. Por lo tanto, la mayor proporción del material decorado de este nivel corresponde al estilo Casabindo. Considerando su forma, se observa que el 85% corresponde a piezas cerradas (397: 465), el 12% a piezas abiertas (55: 465) y el 3% a piezas de forma indeterminada (13: 465). Con respecto a las categorías formales del conjunto cerámico, a partir del tratamiento de superficie y los fragmentos diagnósticos (bordes, bases y puntos de inflexión) determinamos que la mayoría corresponde a piezas cerradas, cuya funcionalidad pudo ser el almacenaje y la cocción.

 

En cuanto a piezas cerámicas, hallamos un cántaro subglobular compuesto, con la superficie externa Alisada, enterrado en el subpiso del recinto, con la boca accesible desde la superficie y una escudilla a modo de tapa. Esta pieza presenta restos de hollín en la superficie, por lo que consideramos que se trataba de una vasija utilizada para cocinar que posteriormente fue reutilizada para el almacenaje (Figura 8). Si bien aún no hemos realizado análisis de microrrestos vegetales, una posibilidad es que se haya empleado para el almacenaje de granos o algún alimento no líquido. Dentro de la vasija hemos encontrado un elemento triangular de arcilla cocida modelada para ser colocada en su base cónica, restringiendo el acceso del contenido y sellando la base desde su interior.


Figura 8. Fotografía de la pieza recuperada bajo el piso ocupacional del C3.

 

También recuperamos un cántaro subglobular compuesto del estilo Casabindo Tricolor que pudo ser remontado hasta un 70% (Figura 9). Esta pieza presenta la decoración característica en campos decorativos triangulares marcados en color negro con puntos blancos, que Zaburlín (2014) relaciona con los estilos Casabindo del PDR.


Figura 9. Perfil y detalle de diseño de la pieza (izquierda); fotografía de la pieza original (derecha).

 

Otro objeto encontrado en el recinto durante las excavaciones fue un bloque lítico (posiblemente tallado) de sección circular/ovalada y extremos planos. Sus medidas son 1,30 m de largo y 0,37 m de ancho. Está elaborado en ignimbrita local. En uno de los extremos se observa una coloración negruzca que puede estar relacionada con un proceso de termoalteración. Resultó muy difícil observar marcas o rasgos particulares en su superficie debido a la friabilidad de su materia prima. Se encontró en posición horizontal en medio del recinto, fragmentado en dos partes remontables. Desde las UP más superficiales comenzamos a visualizarlo. Al avanzar la excavación pudimos determinar su piso de apoyo: la UP 58 del C3. Interpretamos que pudo haber estado erguido en un primer momento y luego se habría caído (no podemos determinar si ocurrió de manera intencional o no), movimiento que generó la fractura identificada. Queremos destacar que sus características son similares -en particular, la materia prima y la sección circular/ovalada- a las del bloque pétreo hallado dentro de un canchón de cultivo en Casas Quemadas (Pey 2016) (Figura 10). Figura 10.a y b. Vista general y sección de uno de los fragmentos del bloque del Recinto 1 de PJN; c y d. Perfil y sección del bloque de Casas Quemadas (Pey 2016).

Discusión

La historia de vida del Recinto 1

 

El Recinto 1 fue inicialmente una estructura habitacional construida entre los siglos XIV y XV como parte de un sitio que combinó estructuras de producción agrícola con estructuras de almacenaje y el montículo-plataforma. Allí se realizaron actividades vinculadas con la esfera de lo doméstico, específicamente con el almacenaje, la cocción y el consumo de alimentos. También se realizaron actividades de retoque de instrumentos líticos, principalmente de las palas utilizadas en las actividades agrícolas. Los tres componentes interpretados pueden ser entendidos como tres momentos de la historia de la ocupación del recinto, vinculados con sus diferentes usos.

El C3 se corresponde con la construcción y primera ocupación del recinto. Esto se ve por la cantidad significativa de materiales recuperados en relación con los otros dos componentes. Identificamos la presencia de un piso de ocupación donde se ubica la mayoría de los materiales, con dos fogones en cubeta y una lente de cenizas. En este componente predominan la cerámica Casabindo y Alisada, con formas vinculadas a la cocción, el almacenaje de alimentos y posiblemente almacenaje de bebidas. El material lítico de este componente está compuesto en su mayoría por desechos de talla de dacita, material utilizado para la confección de palas líticas usadas en las tareas agrícolas. Relacionamos esto con actividades de retoque y reactivación de las palas, ya que por el momento no contamos con evidencia de formatización de los instrumentos. En este componente también detectamos la mayor cantidad de instrumentos, que se relacionan con una variedad de actividades como la caza, el tejido y el procesamiento de los animales y productos secundarios. También recuperamos dos núcleos de obsidiana.

 

En el C2 se detectó una baja considerable del material recuperado, lo que vinculamos con la utilización del recinto de manera esporádica. No se pudo interpretar la presencia de pisos de ocupación. Sin embargo, localizamos dos fogones en dos unidades estratigráficas que se superponen. Relacionamos estos eventos con ocupaciones transitorias o temporarias, ya que las estructuras de combustión no presentan una gran potencia, ni se encuentran formalmente delimitadas. Con respecto al material cerámico, sigue siendo mayoritaria la presencia de Alisado. En los grupos decorados, si bien la muestra es pequeña, comienza a tener mayor representación el estilo Yavi-Chicha en relación con el Casabindo. Hay un cambio en las partes esqueletarias de Camelidae consumidas, ya que a diferencia del C3, donde se encuentran representadas en su totalidad, en el C2 hay una ausencia de partes del esqueleto axial. El material lítico sigue estando representado en su mayoría por desechos de talla de palas, producto de la reactivación y mantenimiento de los filos. También disminuye la cantidad y diversidad de los instrumentos, relacionado tal vez con que las actividades realizadas son más limitadas. Este componente finaliza con la presencia del derrumbe de los muros, lo que está marcando el abandono definitivo del recinto como espacio habitacional.

 

Finalmente, el C1 corresponde a la incorporación del recinto como parte del sistema de uso de pastores actuales y en momentos históricos. No detectamos la presencia de estructuras de combustión en este componente. Es notorio destacar con respecto al material cerámico que dentro de los estilos decorados sigue predominando el Yavi-Chicha en relación con el Casabindo. En este sentido, en el sitio Casas Quemadas que se localiza a dos kilómetros de PJN en la misma quebrada, tenemos fechados de momentos coloniales tempranos (S. XV y XVI) asociados a material Yavi-Chicha y ausencia de material Casabindo (Vaquer 2016). Por lo tanto, la presencia de materiales vinculados con Yavi-Chicha es posterior al uso de materiales de la esfera Casabindo. Esto no implica necesariamente un reemplazo de las poblaciones, sino modificaciones en el panorama social de la región que por el momento exceden nuestras posibilidades de interpretación. Las ocupaciones con materiales Yavi-Chicha son las que dejaron una huella más profunda en el paisaje, ya que este material cerámico es el más abundante en el registro superficial, al punto en que De Feo et al. (2007) consideraron que PJN era un sitio inka. El material lítico sigue estando dominado por desechos de talla de reactivación de palas líticas, y los restos óseos recuperados en este componente fueron muy escasos.

En términos generales, con respecto al conjunto zooarqueológico, la muestra del Recinto 1 nos permite dar cuenta de un aprovechamiento completo de los camélidos, y del consumo de animales adultos. A partir de esta información, y como primera aproximación, consideramos que, aunque el Recinto 1 se encuentra emplazado en un contexto agrícola, presenta una lógica de consumo de camélidos que nos permite suponer que el manejo de los rebaños responde a una estrategia pastoril, en la que la producción posiblemente de fibra y la capacidad de carga de los animales jugaron un rol importante (Carreras 2020). De acuerdo con la información etnoarqueológica proveniente de estrategias de manejo de recursos de pastores actuales, el predominio general de especímenes fusionados responde a sistemas productivos mixtos, como por ejemplo aquellos orientados a la producción no especializada de fibra y carne (Maryañski 2013; Nielsen 2000; Yacobaccio 2007). Además, se observa un aprovechamiento integral de los camélidos domésticos, y una baja presencia de camélidos silvestres. La hipótesis del manejo de una estrategia combinada o agropastoril se condice con el análisis de las estructuras productivas presentes en el sitio.

 

Sobre el montículo y los menhires

 

Por lo que sabemos hasta el momento, el montículo de PJN es único en su tipo tanto en nuestra zona de trabajo como en regiones aledañas. Esto dota de un carácter especial al asentamiento, pudiendo haber operado como locus central dentro del patrón de asentamiento local de la quebrada. La evidencia más similar al montículo que hemos encontrado en la bibliografía arqueológica puneña corresponde al sitio Doncellas (Alfaro de Lanzone 1983). Según Alfaro de Lanzone, aquel sitio funcionaba como un centro ceremonial que nucleaba a las poblaciones Casabindo de la zona y, al igual que PJN, poseía una estructura monticular. Ésta contaba con seis escalones de piedra canteada que conducían a la cima de una elevación artificial desde donde se posee dominio visual del entorno, en particular del Río Doncellas. La autora refuerza su argumento en torno a la función ceremonial del sitio a partir de la ausencia de asentamientos permanentes y la presencia de menhires de piedra.

Si bien aún no contamos con información suficiente, es sugerente el relato local que indica la función del montículo como estructura de entierro. Si este fuera el caso, no sería extraño pensar en un culto a los ancestros en un contexto agrícola. Se sabe que desde tiempos prehispánicos el culto a los antepasados es el eje central de la religión andina y éstos, materializados en forma de wak’as (lugares del paisaje como cerros), huancas (objetos de piedra) o mallquis (cuerpos de los ancestros), se vuelven un agente más en las prácticas cotidianas (Duviols 1979; Nielsen 2007; Bray 2015). Y muchas veces, estos elementos se presentan en los campos de cultivo para garantizar la fertilidad de las tierras. Tal es la interpretación que realiza, por ejemplo, Uribe (2019) para el sitio Iluga Túmulos (Tarapacá, norte de Chile): un lugar congregacional de carácter ceremonial en donde se invocó a los ancestros (enterrados dentro de grandes túmulos) para pedir fertilidad agrícola.

A su vez, como hemos mencionado, en PJN contamos con al menos dos bloques pétreos que han sido trabajados y que, al igual que en Doncellas, pueden llegar a interpretarse como menhires o monolitos. Si bien no descartamos la posibilidad de que hayan operado como huancas (Arriaga 1920 en Duviols, 1979: 8-9), consideramos que ésta es una línea que requiere mayor evidencia y un tratamiento más profundo en el futuro. Por lo pronto, las similitudes con los bloques de Casas Quemadas refuerzan la idea de que la quebrada entera haya funcionado en algún momento como un complejo o, al menos, sus productores hayan compartido formas e ideas. Por todo esto, respecto del bloque pétreo del Recinto 1, nuestra hipótesis es que pudo haberse vinculado a las actividades agrícolas en los comienzos ocupacionales. Por su posicionamiento estratigráfico interpretamos que pudo formar parte de un evento de “clausura” del recinto, ocurrido en la transición entre el C3 y el C2, ya que su presencia resultaría molesta para las actividades que se realizaron en él. Esto, a su vez, podría indicar un cambio de funcionalidad o de prácticas realizadas dentro de la estructura en el tiempo.

 

Conclusiones: habitando el recinto 1 de PJN

 

La secuencia ocupacional del Recinto 1 se relaciona con los diferentes modos de habitar el paisaje que, en la secuencia interpretada, fueron sucediéndose en el tiempo y que implicaron la continuidad y el cambio en las prácticas asociadas. Las diferentes materialidades involucradas en la vida cotidiana de los habitantes del sitio funcionaron como puntos de anclaje entre las diversas temporalidades, que se iniciaron en la construcción del asentamiento en el Periodo de Desarrollos Regionales Tardío (o tal vez antes) y continúan hasta nuestros días en las interpretaciones de los comunarios/as de Cusi Cusi y nosotros/as como arqueólogos/as.

 

En base a los antecedentes mencionados y los resultados de esta investigación, los sitios agrícolas de la zona fueron construidos por poblaciones que provinieron o estuvieron relacionadas con la esfera Doncellas-Casabindo alrededor del siglo XIV, coincidiendo con la expansión de la frontera agrícola en esta región (Albeck 2007, 2011; Albeck y Zaburlín 2008). Son varias las materialidades que relacionan el paisaje de PJN con Doncellas-Casabindo: la presencia de monolitos de piedra, la cerámica tricolor, los tipos de estructuras de producción agrícola y el montículo-plataforma como estructura central del patrón de asentamiento. El asentamiento en la región debió haber implicado una negociación con las poblaciones de pastores que vivían en el lugar. En este sentido, consideramos que los paisajes agrícolas del PDR corresponden a lógicas no locales. Proponemos que la secuencia local de la Cuenca Superior del Río Grande de San Juan estuvo caracterizada principalmente por poblaciones pastoriles que fueron el producto de un proceso de domesticación de camélidos posiblemente local (Vaquer y Cámera 2018). Es interesante pensar que, en el caso de que las poblaciones que construyeron el sitio provinieran efectivamente de la región Doncellas-Casabindo, también se trata de un espacio donde las prácticas pastoriles eran un componente importante del modo de vida. En este sentido, la lógica que se establece con el complejo agrícola Pajchela es una lógica agropastoril, que combina ambas. Esto puede verse materialmente en la presencia, en todos los componentes interpretados, de elementos vinculados con la agricultura, como las palas líticas y en los patrones de consumo de los camélidos, especialmente en el Componente 3.

Un segundo evento constructivo en el paisaje puede relacionarse con la presencia de grupos de filiación Yavi-Chicha que posiblemente llegaron a la zona de la mano de los Inkas. Las poblaciones de la cuenca superior se instalaron en los mismos lugares construidos por las poblaciones anteriores, posiblemente para aprovechar la infraestructura agrícola existente, o introduciendo pocas modificaciones. En el caso de PJNR1, este cambio se vincula con el componente 2, donde si bien la estructura de las actividades sigue siendo la misma que el componente 3, las interpretaciones del registro nos llevan a considerar que las ocupaciones se dieron de manera esporádica. Otro elemento a destacar es la presencia del monolito (Figura 10, A y B), cuya posición estratigráfica coincide con la transición entre el componente 1 y el 2. Este rasgo posiblemente haya estado vinculado con algún ritual de cierre del recinto antes de su reocupación por las poblaciones vinculadas con la esfera Yavi-Chicha. En el caso de Casas Quemadas, CQR1 no presenta ocupaciones anteriores a la época inka/colonial temprano, por lo que implicó una modificación en el espacio doméstico con la construcción de un recinto nuevo. Este recinto posee una planta rectangular, hornacinas y un muro deflector, elementos que no se encuentran presentes en PJNR1 (Vaquer 2016). En consecuencia, la transición entre el PDR y el Inka/Colonial temprano, si bien fue un fenómeno que impactó a todos los sitios de la Quebrada de Pajchela, tomó formas particulares en cada uno de los componentes del complejo. De todas maneras, es necesario ampliar las excavaciones para determinar los diferentes momentos en las ocupaciones y sus relaciones espaciales.

 

Finalmente, la tercera modificación del paisaje agrícola se vincula con la llegada de los españoles y la disrupción de las formas de vida tradicionales. Los sitios de producción agrícolas a gran escala son abandonados, manteniendo algunas estructuras para la producción familiar y la crianza de las vegas para la alimentación de los rebaños. Además de este retorno a lo pastoril como modo de vida principal, la evidencia recuperada en los sitios muestra que formaron parte de circuitos de arrieros que movilizaban ganado vacuno para su consumo en las minas.

 

Los sitios arqueológicos siguen siendo utilizados por las poblaciones históricas y actuales dentro de una lógica agro-pastoril que se extiende hasta el presente, donde varias de las familias cuseñas continúan cultivando en los sitios prehispánicos para su consumo personal o formando parte de las rondas de pastoreo donde se lleva a los animales a pastar aprovechando los recintos como corrales, o los reservorios de agua para criar las vegas. Incluso se conformó una cooperativa de productores de quinua para procesar y comercializar este producto (Pey 2017b). Varios de los campos utilizados por los socios de la cooperativa son espacios de cultivo prehispánicos. Sin embargo, en la misma población existe una división entre personas que se consideran “pastores” y “agricultores”. Este punto es muy interesante para desarrollar en el futuro a partir de las percepciones de los diferentes agentes de estas formas de vida y sus relaciones.

 

Como conclusión, proponemos que el paisaje de la Quebrada de Pajchela, y en particular de Pajchela Núcleo es un fenómeno multitemporal donde dialogan diferentes tiempos y espacios: el pasado, el presente, pero también el futuro; la cuenca media del RGSJ con Doncellas-Huayatayoc y la cuenca superior del RGSJ, Cusi Cusi y Buenos Aires; Casabindos, Cochinocas, Yavi-Chichas, Inkas, comuneros y comuneras de Cusi Cusi, arqueólogos y arqueólogas, turistas; la América conquistada con el conquistador español; la forma de vida pastoril con la forma de vida agrícola y agrícola-pastoril; estas formas de vida “tradicionales” con el capitalismo y la globalización; todo a partir de los intereses de los habitantes permanentes de la región y los habitantes que estuvieron y están de paso. Las diferentes formas del habitar que se sucedieron siempre se construyeron en relaciones de continuidad y rupturas con las anteriores. Sin embargo, la cultura material sirvió como punto focal alrededor de las diferentes narrativas que se conformaron, tanto en el pasado como en el presente. El desafío es construir narrativas que incluyan todas las interpretaciones posibles para lograr una arqueología que se encuentre al servicio de las comunidades.

 

Agradecimientos: A la Comunidad Aborigen “Orqho Runas” y a la Comisión Municipal de Cusi Cusi por su hospitalidad e interés en nuestro trabajo. A todos/as los/as que participaron de las tareas de campo y laboratorio. A los evaluadores/as, por sus apreciaciones y comentarios que no han hecho más que enriquecer nuestra propuesta.

Notas

 

1Utilizamos un Garmin GPSMAP 64 con receptor GPS y GLONASS configurado en WGS84

2Se empleó el software QGIS 3.8.2 “Zanzibar”

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