Introducción
Los estudios de procedencia de materias primas líticas se han consolidado en las últimas décadas como una metodología para abordar problemas relacionados con la organización espacial y la interacción entre sociedades prehispánicas del noroeste de Argentina (NOA). Estos estudios se focalizaron en definir redes de intercambio y circulación de bienes a escala macro-regional, así como en sus cambios a lo largo del tiempo. Existe acuerdo entre los investigadores enque estas redes desempeñaron un papel de fundamental importancia en las economías prehispánicas desde momentos muy tempranos (ca. 9000 AP) (Aschero 2007; Escolaet al. 2016a; Pintar et al. 2016), aunque también repararon en su rol en los sistemas políticos, ideológicos y simbólicos (Escola 2007;Lazzari 2006; Nielsen 2017; Tarragó 1984; Tartusi y Núñez Regueiro 1993; Scattolin y Lazzari 1997).
Diversos modelos se propusieron en el pasado para explicar la circulación y el intercambio de bienes en el área Andina, de la cual forma parte el NOA. Estos asocian, mayormente, el movimiento de bienes con mecanismos de complementariedad económica, mediante los cuales los grupos humanos accedieron a recursos necesarios para su reproducción social, en ambientes con marcadas distinciones ecológicas, y a través de variados mecanismos como el establecimiento de colonias, el trueque, las caravanas de llamas, la exogamia, entre otros (e.g. Browman 1978; Dillehay y Nuñez 1988;Murra 1976).
El sustento material para dichos modelos fue la presencia de bienes materiales y estilos hallados en regiones alejadas de sus supuestas áreas de producción u origen. La cerámica, los conjuntos líticos y las especies animales y vegetales se encuentran dentro de los ítems culturales considerados por los arqueólogos para conocer la circulación de objetos. En las últimas décadas se vieron notablemente incrementados los estudios composicionales como vía para definir la procedencia de una amplia variedad de bienes materiales (e.g.Angiorama 2006; Escola 2004; Lazzariet al. 2017; López Campenyet al. 2014;Macfarlane y Lechtman 2016; Pereyra Domingorenaet al. 2015; Puente et al. 2017; Sprovieri 2013; Yacobaccioet al. 2002, 2004), problema que en el pasado fue encarado en mayor medida desde variables estilísticas de los conjuntos arqueológicos.
La obsidiana es considerada un recurso privilegiado para encarar estudios de procedencia y circulación debido a su alto grado de preservación, tanto como por las características de este material -homogeneidad composicional al interior de cada fuente y variaciones entre las mismas-que permiten identificar, con gran precisión, sus fuentes de origen mediante análisis geoquímicos (Escola 2004; Yacobaccioet al. 2002).
Es así, que durante los últimos casi veinte años proliferaron los estudios que abordan la procedencia de las obsidianas halladas en diversas áreas del NOA y en contextos cronológicos muy variados (Chaparro y Ávalos 2014; De Feo y Álvarez Soncini 2010; Escolaet al. 2016b; Lazzari 2006; Mercuri y Glascock 2011; Soria y MacorittoTorcivia 2014;Sprovieri y Baldini 2007;Wynveldt y Flores 2014; por mencionar ejemplos representativos de diferentes áreas). También se publicaron varios trabajos de síntesisque, además, enfocan el tema del consumo y la circulación de esta roca desde perspectivas cronológicas de amplio rango (Elías y Escola 2010; Escolaet al. 2016a; Lazzariet al. 2017; Yacobaccioet al. 2002, 2004).
Hasta la fecha se identificó en contextos arqueológicos del NOA el uso de las siguientes fuentes de obsidiana con localización conocida: Ona˗Las Cuevas, Laguna Cavi, Chascón, Cueros de Purulla, Valle Ancho, Archibarca y Salar del Hombre Muerto en la provincia de Catamarca; Quirón, Alto Tocomar y Ramadas en Salta; Caldera Vilama I y II en Jujuy (Argentina), y Laguna Blanca˗Zapaleri en el altiplano de Lípez (Bolivia), próxima a la frontera con Argentina. Además, otras muestras analizadas señalan el uso de fuentes cuya ubicación aún se desconoce (C, D, E, F, G, H, J, K y M) (Elías y Escola 2010; Escola 2007; Lazzariet al. 2017; Mercuri y Glascok 2011; Nielsenet al. 1999; Pintar et al. 2016; Yacobaccioet al. 2004) y que en algunos casos se sugiere, podrían localizarse en Chile (Lazzariet al. 2017; Mercuri y Glascock 2011). Los estudios interregionales de larga cronología posibilitaron establecer tendencias espaciales y temporales en el uso y circulación de esta materia prima en el NOA en momentos prehispánicos. Al respecto, se planteó la existencia de esferas o áreas de distribución relativamente independientes y que parecen mantener cierta estabilidad a través del tiempo, una norte, cuya cantera principal está en Laguna Blanca˗Zapaleri, y otra sur donde Ona˗Las Cuevas es la fuente más utilizada (Yacobaccioet al. 2004).
Como ya han señalado otros autores, los estudios de procedencia a escala regional deben complementarse y nutrirse de otros que profundicen en el análisis de conjuntos líticos de diferentes áreas, hallados en contextos bien documentados. Esto permitirá conocer no sólo las direcciones en que estos materiales en movimiento circularon, sino también la forma en que fueron consumidos en sus contextos particulares de hallazgo y en relación con diferentes materias primas líticas y otras materialidades (Lazzariet al. 2017; Yacobaccioet al. 2004). Un abordaje de larga duración, por su parte, brindará información acerca de los cambios en estas prácticas a través del tiempo.
Partiendo de dichos lineamientos, este trabajo analiza conjuntamente los resultados obtenidos mediante fluorescencia de rayos X (XRF) para tres conjuntos de obsidianas recuperados en sitios de Quebrada del Toro (Salta, Argentina) (Figura 1), donde esta materia prima es alóctona. Las muestras estudiadas provienen de sitios con cronologías que comprenden desde el Formativo Inferior (700 a.C.-400 A.D.), incluyendo el Formativo Superior (400 - 1000 A.D.) hasta el Período de Desarrollos Regionales (1000-1430 A.D.).
En esta área, ya otros investigadores realizaron estudios de activación neutrónica (INAA) sobre muestras recuperadas en dos aldeas cronológicamente asignables al Formativo Inferior (De Feo 2015;Raffino 1977). Al respecto, determinaron que tres muestras halladas en el sitio Las Cuevas I tienen su fuente en Ona˗Las Cuevas (n=1), Alto Tocomar (n=1) y Laguna Blanca˗Zapaleri (n=1), y que otras tres del sitio Potrero Grande (PG) provienen de Alto Tocomar (n=1) y Laguna Blanca˗Zapaleri(n=2) (Yacobaccioet al. 2004) (Figura 1). Sobre las esferas de circulación antes mencionadas, registran que en Quebrada del Toro se hacen presentes obsidianas de las dos principales fuentes¹, Laguna Blanca-Zapaleri (Puna norte) y Ona-Las Cuevas (Puna sur) (Yacobaccioet al. 2004). Este solapamiento de las esferas de circulación, sin embargo, no es exclusivo de dicha área (Escola 2004; Escolaet al. 2016a; Mercuri y Restifo 2014;Sprovieri y Glascock 2007; Yacobaccioet al. 2004).
Por otra parte, un estudio más reciente realizado por fluorescencia de rayos X (XRF) sobre muestras recuperadas en Las Cuevas I, estableció el uso de las fuentes Laguna Blanca˗Zapaleri (n=2) y Alto Tocomar (n=2), mientras que un artefacto de obsidiana gris oscuro opaco, hallado en el sitio Tres Cruces I, fue manufacturado con material de una fuente aún no localizada, pero que se infiere se ubicaría en la Región de Atacama, en Chile (Lazzariet al. 2017). Este último sitio ha sido caracterizado como una aldea del Período Formativo Superior (De Feo 2014; Raffino 1977) (Figura 1). No se registran antecedentes de estudios geoquímicos previos a los nuestros que aborden el consumo y la circulación de obsidianas durante el Período de Desarrollos Regionales.
Las muestras analizadas en el presente trabajo poseen cronologías, como mencionamos antes, desde el Período Formativo Inferior, Formativo Superior, hasta los Desarrollos Regionales. El momento inicial está caracterizado en el área por las primeras ocupaciones aldeanas, sociedades a pequeña escala, con economías agropastoriles establecidas (De Feo 2015; Raffino 1977). Si bien se ha destacado el carácter autosuficiente de estas economías (Raffino 1977), son copiosas las evidencias materiales -alfarerías, materias primas, estilos cerámicos, modalidades arquitectónicas, motivos, estilos y temáticas del arte rupestre, entre otras- que dan cuenta de que estas comunidades tuvieron intercambios regulares con otros sectores del NOA y el Norte de Chile (Ciglianoet al. 1976; De Feo 2015; De Feo y Pereyra Domingorena 2018). El período siguiente, Formativo Superior, se define por la intensificación de las actividades agrícolas y una mayor concentración poblacional, siendo otro aspecto destacado, el cambio en la orientación de las interacciones macro˗regionales, que señalan vínculos más fluidos con San Pedro de Atacama, Chile (De Feo 2014; De Feo y Pereyra Domingorena 2018). Durante los Desarrollos Regionales ocurrieron importantes transformaciones en el área, que se vieron reflejadas en el surgimiento de estructuras sociopolíticas complejas, la implementación de tecnología hidráulica a gran escala y la especialización artesanal (Cigliano 1973; Cigliano y Raffino 1973, 1977). En el pasado, algunos autores han planteado que la Quebrada del Toro representó un espacio económico y social cuyo control administrativo y político se localizó en el sitio Tastil; propusieron asimismo, una diferenciación entre sectores de producción agrícola (Pie del Acay, Pie del Paño y Potrero de Chañi) y centros de consumo, administración e intercambio (Tastil, Puerta Tastil y Morohuasi) (Cigliano 1973; Cigliano y Raffino 1977). No obstante, las evidencias registradas por dos de nosotras para este período, manifiestan una ocupación caracterizada por un sistema de asentamientos con patrones de localización semejantes (entre los 2000-2500 ms.n.m.) y diversos en sus componentes arquitectónicos, así como la ausencia de arquitectura defensiva -a excepción de Tastil- lo que relativizaría en cierto modo, la idea de una centralización de poder y de los mecanismos de cohesión por parte de las elites residentes en este último y otros sitios administrativos (Vitry y Soria 2007). Con respecto a las interacciones, se planteó para este momento la conformación de territorios políticos con acceso al control y explotación de recursos en diferentes sectores, además de una marcada movilidad de bienes, productos y personas, lo que supone una integración regional a través de diferentes esferas de circulación (Cigliano y Raffino 1977; Cremonte y Garay de Fumagalli 1997). Las evidencias materiales de la Quebrada del Toro, en particular los conjuntos cerámicos y líticos, refuerzan la idea de una comunicación activa y de una interacción entre los grupos locales y de zonas aledañas, principalmente, los valles de Yocavil, Lerma, Calchaquíes y sur de la Quebrada de Humahuaca (Cigliano 1973; Cigliano y Raffino 1977; MacorittoTorcivia 2017; Sprovieri 2013).
En función de lo expuesto, este trabajo tiene como objetivo brindar información sobre el acceso y la circulación de las obsidianas en el área para un lapso de 2000 años, a partir del análisis geoquímico de fluorescencia de rayos X (XRF). Los patrones de distribución observados serán discutidos en el marco de la información disponible acerca de la circulación de esta materia prima para cada período, en el área y en el NOA en general. Asimismo, la perspectiva temporal amplia nos permitirá evaluar si los procesos de cambio sociopolíticos y económicos ocurridos durante el rango cronológico considerado se reflejan en modificaciones en estos patrones de consumo y circulación. Los resultados y las reflexiones aquí vertidas constituyen una primera aproximación a la temática, que sin duda deberá ser profundizada en un futuro.
Muestras y metodología
En este trabajo se analizaron un total de 30 muestras de obsidiana. Estas fueron recuperadas en sitios asignables al Formativo Inferior: Las Cuevas I (LCI) y Las Cuevas V (LCV); al Formativo Superior: Tres Cruces I (TCI); y a los Desarrollos Regionales: Tastil² y Km 15 Puerta Las Arcas (Km15 PLA) (Figura 1; Tablas 1 y 2).
El sitio Las Cuevas I corresponde a una aldea de ocupación sedentaria o semisedentaria, localizada en la quebrada homónima (De Feo 2015; Raffino 1977). Las muestras estudiadas (n=4) se hallaron durante la excavación de dos estructuras de actividades domésticas (LCI˗C1 y LCI˗C3) y en un patio (LCI˗C5) donde se desarrollaron tareas cotidianas. Este último se fechó en 1810±80 AP (LP˗2938; huesos de camélido). De Las Cuevas V, también un sitio aldeano próximo al anterior, las muestras analizadas (n=6) provienen del piso de ocupación de una estructura doméstica (LCV˗Est.1). El fechado radiocarbónico sobre material orgánico del fogón sitúa esta ocupación en 1780±70 AP (LP˗1893; madera carbonizada).
Las muestras de Tres Cruces I (n=6), ubicado en la quebrada homónima, fueron halladas en el piso de ocupación de una estructura doméstica y de entierro (TCI˗Est. 3) (De Feo 2014). La mismacuenta con un fechado por radiocarbono obtenido del fogón central que sitúa la ocupación en 1230±70 AP (LP˗1779; madera carbonizada), mientras que dos entierros encontrados por debajo del piso de la vivienda se dataron en 1500±60 AP (LP˗3389; hueso humano) y 1320±80 AP (LP 2066; hueso humano).
Finalmente, las muestras procedentes de conjuntos del Período de Desarrollos Regionales (en adelante PDR) se hallaron en los sitios Km15 Puerta Las Arcas (n=6) y Tastil (n=8). El primero se localiza en el fondo de cuenca, al sur de la Quebrada Las Arcas. Se trata de un sitio semiconglomerado irregular (Madrazo y Ottonello 1966) que ocupa una superficie de aproximadamente 4 hectáreas, cuya estructuración espacial y arquitectónica presenta características similares a los asentamientos relevados en los sectores medio y norte de la cuenca del río Toro para el PDR (Vitry y Soria 2007). Si bien aún no se cuenta con fechados radiocarbónicos, las características, así como los contextos materiales recuperados nos sugieren su ubicación cronológica en el PDR. Las muestras proceden de unidades de muestreo de superficie ubicadas en los montículos N°1 y 3 y en las estructuras N°2 y 4 (MacorittoTorcivia 2017). El sitio Tastil por su parte, se ubica en la quebrada de Las Cuevas, en la confluencia con el río La Quesera. Se asienta en la cima de una meseta granítica de 200 metros de altura, de difícil acceso y alta visibilidad. Posee una superficie aproximada de 17 hectáreas y consiste en un poblado urbanizado de alrededor de 1.161 recintos agrupados en 330 unidades habitacionales, calles principales y secundarias, recintos para almacenaje y un centenar de tumbas circulares situadas dentro de las viviendas (Cigliano 1973). La recolección de superficie de la cual proceden las muestras se realizó en un basural adyacente a la Tumba 1, en la Plaza A y en una estructura circular contigua al actual refugio. En la Tabla 1 se presentan los fechados del sitio, los cuales se sitúan entre el 650±45 y 530±30 AP (Cigliano 1973).
Previo a la realización de los análisis geoquímicos sobre las muestras de obsidiana, se llevó a cabo el estudio tecno-morfológico de todo el conjunto lítico recuperado siguiendo los criterios de Aschero (1983). Esta información ampliada se encuentra publicada en diversos trabajos,razón por la cual no haremos hincapié aquí (Álvarez Soncini y De Feo 2010; De Feo y Álvarez Soncini 2010; Soria y MacorittoTorcivia 2014).
Seguido de esto, se identificaron macroscópicamente las materias primas líticas y sus propiedades asociadas (color, brillo, transparencia). Se determinó que las obsidianas representan el 85% de las materias primas en los conjuntos líticos del Formativo Inferior analizados, alrededor de un 60% durante el Formativo Superior, y menos del 50% en el PDR (Figura 2). Entre las obsidianas se definieron distintas variedades: negro uniforme, negro bandeado, negro moteado, negro opaco, gris uniforme, gris bandeado, gris moteado, transparente uniforme, transparente moteado y rojo moteado o jaspeado. Sobre la base de esta variabilidad se seleccionaron muestras para los análisis de fluorescencia de rayos X (Tabla 2; Figura 3).
Los estudios geoquímicos de procedencia de obsidiana se llevaron a cabo entre los años 2009 y 2012. Las pruebas fueron realizadas por M. Glascock del Laboratorio de Arqueometría (Universidad de Missouri Research Reactor - MURR) mediante un espectrómetro XRF de energía dispersiva, calibrado a partir de muestras de diferentes fuentes bien caracterizadas en la colección de referencia de dicha institución. Se midió la presencia, expresada en partes por millón, de once elementos químicos, K, Ti, Mn, Fe, Zn, Ga, Rb, Sr, Y, Zr y Nb. La evaluación estadística se realizó a través de diagramas bidimensionales según las concentraciones de Sr y Rb (en las muestras de Las Cuevas I y V y Tres Cruces I) o Zr y Nb (en las de Tastil y Km 15 PLA), ya que estos elementos son los que presentan mayores variaciones entre fuentes (Lazzariet al. 2017).
Resultados
Los análisis de XRF señalan el uso de las fuentes de obsidiana de Ona˗Las Cuevas, Quirón, Alto Tocomar y Laguna Cavi, localizadas en el NOA y Laguna Blanca˗Zapaleri, en el Altiplano de Bolivia (Tabla 2; Figura 4). Las muestras de sitios asignables al Formativo Inferior proceden de Alto Tocomar y Laguna Blanca˗Zapaleri (Puna norte), y Laguna Cavi (Puna sur). A la primera cantera corresponden las obsidianas gris uniforme y transparente uniforme, mientras que las negro uniforme, bandeado, moteado y opaco (posiblemente esta cualidad se deba a procesos postdepositacionales) provienen de la segunda fuente. Finalmente, la muestra de Laguna Cavi es de la variante negro opaco. Por su parte, las muestras analizadas halladas en contextos cronológicos del Formativo Superior son de Alto Tocomar y Laguna Blanca˗Zapaleri y son gris uniforme y transparente uniforme en el primer caso, y negro uniforme, negro bandeado, negro moteado y rojo moteado en el segundo. Durante el PDR, en los sitios Tastil y Km15 PLA, se verifica el uso de las fuentes de Laguna Blanca˗Zapaleri, Alto Tocomar y Quirón, todas localizadas en la Puna norte, así como de Ona˗Las Cuevas, en la Puna sur. Las muestras asignadas a la fuente de Laguna Blanca˗Zapalerison negro uniforme y rojo moteado; las de AltoTocomar son transparente, gris bandeado y gris moteado; las de Quirón son transparente moteado; y por último, las de Ona˗Las Cuevas son gris uniforme, bandeado o moteado.
Discusión
Los resultados presentados muestran el uso de un amplio número de fuentes de obsidiana, incluidos depósitos de la Puna sur, tales como Ona-Las Cuevas y Laguna Cavi, y otros más septentrionales, como Quirón, Alto Tocomar y Laguna Blanca-Zapaleri.
En la Tabla 3 y Figura 5 se aprecian las determinaciones realizadas en este trabajo y en estudios previos que incluyen muestras del área y que oportunamente fueron citados en los antecedentes. De su lectura conjunta se desprende que durante el Formativo Inferior las fuentes utilizadas son Ona˗Las Cuevas (230-250 km)³-no registrada en nuestros análisis-, Laguna Cavi (230-270 km), Alto Tocomar (70-100 km) y Laguna Blanca˗Zapaleri (230-280 km). Las dos últimas están presentes también durante el Formativo Superior, junto con una variedad identificada en un estudio anterior, y de la cual se desconoce la ubicación de su cantera, pero que dada su alta frecuencia en el sitio Tulán, se sugiere que procede de la Región de Atacama, en Chile (Lazzariet al. 2017). Durante el PDR se observa una continuidad en el uso de las variedades observadas para el Formativo Inferior, como Ona˗Las Cuevas, Alto Tocomar y Laguna Blanca˗Zapaleri, a las que se agrega Quirón (80-100 km), no presente hasta la fecha en conjuntos más tempranos de Quebrada del Toro.
Las determinaciones de procedencia muestran, con algunas variaciones, el uso estable de algunas fuentes de obsidiana desde el Formativo Inferior hasta el PDR. Alto Tocomar y Laguna Blanca˗Zapaleri, por ejemplo, se observan a lo largo de toda la secuencia. Alto Tocomar, junto con Quirón, son las fuentes más cercanas a los sitios estudiados (MacorittoTorcivia 2017). Mientras que Alto Tocomar y Laguna Blanca˗Zapaleri son las que más ejemplares registran (n=11 y n=19, respectivamente, Tabla 3). La primera de ellas tiene un alcance espacial restringido a la Puna norte (Mercuri y Glascock 2011; Yacobaccioet al. 2004). Por su parte, la cantera de Laguna Blanca˗Zapaleri, si bien es la más alejada de estas tres fuentes, posee un rango amplio de circulación (350 km), que alcanza sitios de la Puna de Salta y Jujuy, Quebrada de Humahuaca, otros más meridionales ubicados en Valle de Lerma y Calchaquí (Escola 2007; Mercuri y Mauri 2011;Nielsenet al. 1999;Yacobaccioet al. 2004) y la Puna de Catamarca, dondese la ha documentado en baja frecuencia (Escolaet al. 2016a).
La obsidiana de la fuente de Quirón, en el Salar de Pocitos (Salta) posee irregularidades que dificultan la talla (Mercuri y Mauri 2011). Su espacio de distribución está acotado a la Puna norte y al Valle Calchaquí centro˗norte, en Salta (Escolaet al. 2016a; López y Orsi 2017; Mercuri y Restifo 2014; Sprovieri y Glascock 2007), y a la fecha, como mencionamos, en Quebrada del Toro sólo ha sido identificada en sitios tardíos.
A excepción de las canteras de Quirón, Alto Tocomar y Laguna Cavi (volveremos sobre esta última más avanzado el texto), no se ha observado de momento el uso de otras fuentes menores, algunas,como Ramadas (Salta),relativamente más cercanas (60-100 km). Tampoco de otras fuentes de localización desconocida, excepto por la variedad gris oscura opaca identificada en Tres Cruces I, interpretada como procedente de la región chilena de Atacama. Su presencia en este sitio, junto con otras de Alto Tocomar y Laguna Blanca-Zapaleri durante la segunda mitad del primer milenio podría estar reflejando una orientación hacia la explotación de los depósitos más septentrionales. Esto se condice asimismo, con la propuesta de una intensificación en las interacciones entre la Quebrada del Toro y Atacama entre ca. 400 y 1000 A.D., manifiesta principalmente a través de la ocurrencia de estilos y bienes cerámicos alóctonos (e.g. cerámica Negro y Rojo San Pedro Pulido yantiplásticos volcánicos), modalidades deformatorias craneanas (predominantemente tabular erecta) y prácticas mortuorias compartidas en ambos lados de la cordillera (De Feo 2014; De Feo et al. 2016; De Feo y Pereyra Domingorena 2018).
Muestras procedentes de Laguna Cavi, otra cantera meridional menor, fueron registradas en nuestra área de investigación para el Formativo Inferior. Esta obsidiana, negra opacao gris no totalmente translúcida (Escolaet al. 2009; Pintar et al. 2016), sólo aparece en Las Cuevas I y nose la observa en Las Cuevas V (Formativo Inferior) o en sitios más septentrionales del área, tales como Potrero Grande (Formativo Inferior), ni en otros con cronologías más tardías.
Finalmente, el uso en el área de obsidianas de la fuente Ona˗Las Cuevas se constata en el Formativo Inferior y en el PDR, aunque está ausente, como dijimos, durante el Formativo Superior. Corresponde a una obsidiana negra translúcida de buena calidad para la talla (Yacobaccioet al. 2004). Arqueológicamente se ha verificado un rango de dispersión de 340 km, que comprende sitios de Catamarca y norte de Salta (Mercuri y Glascock 2011; Yacobaccioet al. 2002, 2004).
Es importante señalar que en esta quebrada, la obsidiana de Ona˗Las Cuevas fue identificada sólo en sitios más meridionales como Las Cuevas I, durante el Formativo Inferior y en Tastil y Km15 PLA en el PDR. No así en Potrero Grande (Formativo Inferior), donde un estudio previo identificó la presencia de obsidianas de Alto Tocomar y Laguna Blanca-Zapaleri (Yacobaccioet al. 2004). Tampoco, como ya dijimos, en Tres Cruces I (Formativo Superior) también localizado al norte de la quebrada. Podría pensarse que la ausencia en Potrero Grande o Tres Cruces I de esta u otras fuentes catamarqueñas, podría ser consecuencia de un mayor distanciamiento geográfico a las fuentes(unos 20 km más alejados) respecto de otros sitios más meridionales, como Las Cuevas I,donde si aparecen representadas. Sin embargo,tampoco fueron registradasobsidianas de Ona-Las Cuevas y Laguna Cavien Las Cuevas V, sitio ubicado a escasos metros de Las Cuevas I. Además, esta separación espacial entre sitios del área no parece haber afectado el alcance y distribución de las obsidianas de fuentes de la Puna norte como Laguna Blanca-Zapaleri, aun cuando la distanciadesdeella hacia los asentamientos meridionales del área es muy superior (alrededor de 40 km más alejados). No podemos descartar,entonces, que esta presencia diferencial de obsidianas meridionales en el Formativo Inferior pueda deberse a un sesgo enla selección de las muestras analizadas o, fundamentalmente, estar reflejando diferentes articulaciones y dinámicas de interacción macro-regionales-como hemos propuesto antes para el Formativo Superior-, no necesariamente condicionadaspor la distancia.
La determinación de la presencia de obsidianas de Ona-Las Cuevas realizada por otros investigadores (Yacobaccioet al. 2002, 2004) y de Laguna Cavi por nosotros, en Las Cuevas I, refuerza las interacciones propuestas para el Formativo Inferior entre Quebrada del Toro y la Puna meridional (Escola 2007), que también se constatan en otras materialidades, tales como la cerámica (De Feo 2015; Escolaet al. 2016a; Olivera 1991; Raffino 1977; entre otros). Sin embargo, ajustándonos a los resultados alcanzados en este y otros estudios anteriores (Tabla 3) proponemos para el período un acceso y uso más restringidos de los depósitos meridionales, como Ona˗Las Cuevas y, en particular, Laguna Cavi, principalmente para los sitios más septentrionales de la quebradacomo Potrero Grande, o Tres Cruces I durante el Formativo Superior.
Por su parte, la identificación inédita de obsidianas de Ona˗Las Cuevas en Tastil y Km15 PLA señala su acceso y circulación en la quebrada además durante el PDR. Aunque para este momento también se observa una mayor representación de las canteras septentrionales de Laguna Blanca-Zapaleri, Alto Tocomar y Quirón (Tabla 3).
En el pasado se ha destacado la posición nodal estratégica de la Quebrada del Toro como corredor natural que comunica diversos valles y quebradas en sentido este˗oeste, norte˗sur, así como pisos ecotonales con oferta diferencial de recursos, condición que a lo largo de la prehistoria ha favorecido la movilidad de personas y el tráfico de ideas y objetos (Cigliano y Raffino 1977; Cremonte y Garay de Fumagalli 1997; De Feo 2014, 2015; MacorittoTorcivia 2017; Soria y MacorittoTorcivia 2014; entre otros). En diversas oportunidades se menciona un acceso privilegiado de esta región a variadas fuentes de obsidiana durante el Formativo Inferior (Lazzariet al. 2017; Yacobaccioet al. 2002, 2004). La presencia de rocas de Laguna Blanca-Zapaleriy deOna˗Las Cuevas, tanto en sitios del Formativo Inferior como en Tastil y Km15, nos sugiere que en nuestra área de trabajo, el solapamiento de las esferas o áreas de distribución de las dos canteras de mayor alcance geográfico en el NOA, ocurre también durante el PDR.
Los atributos tecnológicos de los conjuntos líticos elaborados sobre obsidiana son, asimismo, indicador de la accesibilidad de las comunidades de Quebrada del Toro a esta materia prima a lo largo de diferentes períodos. A excepción de las puntas de proyectil altamente estandarizadas de diferentes sitios formativos del NOA, los artefactos exhiben, en términos generales, un bajo grado de modificación, lo cual interpretamos como evidencia de que este recurso estaba ampliamente disponible para las comunidades prehispánicas en distintos momentos (Álvarez Soncini y De Feo 2010: Tablas 2 y 3; De Feo y Álvarez Soncini 2010: Tabla 2; Soria y MacorittoTorcivia 2014: Tabla 2). En cuanto a la manera en que esta materia prima ingresó a la quebrada, la alta frecuencia de desechos de talla apunta a la fabricación local de piezas, mientras que el número limitado de núcleos, el tamaño predominantemente pequeño y mediano de desechos y artefactos y la baja presencia de corteza sugieren que las obsidianas pueden haber circulado como pequeños núcleos o lascas angulares.
Una localización geográfica estratégica, así como una posición intermedia entre las canteras septentrionales y meridionales pudo haber facilitado el acceso a diversas fuentes. Sin embargo, la circulación de bienes y recursos no debería pensarse en términos estrictamente económicos o utilitarios, como ya hemos discutido respecto de las distancias entre sitios y fuentes. Desde hace tiempo varios autores han desplazado las interpretaciones sobre el rol del intercambio macro˗regional desde los aspectos económicos hacia otros de índole social, política e ideológica. Estos autores abordan el estudio de las obsidianas en movimiento como elementos impregnados de sentido y valoraciones (Carbonelli 2014; Chaparro 2012; Escola 2007; Lazzari 2005, 2006; Wynveldt y Flores 2014), reparando en su importancia para la conformación de paisajes sociales en escala espacial amplia (Lazzari 2005, 2006).En la Quebrada del Toro, por ejemplo, el uso de las obsidianas de Laguna Blanca-Zapaleri, de excelente calidad para la manufactura (Mercuri y Mauri 2011; Yacobaccioet al. 2004), se constata a lo largo de todo el lapso comprendido en este trabajo; además suelen ser las más representadas en los conjuntos líticos, aunque en muchos sitios, están entre las fuentes espacialmente más alejadas. En términos de optimización en la explotación de un recurso, no parece necesario que las poblaciones debieran recurrir a otras canteras muylejanas como la de Atacama, oigual de lejanas y no necesariamente de mejor calidad para la manufactura, comoOna˗Las Cuevas (Yacobaccioet al. 2004), o a otras más próximas como Quirón, pero cuya “calidad no es óptima para la talla” (Mercuri y Glascock 2011: 249). La evidencia nos sugiere que en lacirculación y uso de las obsidianas se pondrían en juego variables que van más allá de un factor costo-beneficio (ver al respecto también Mercuri y Glascock 2011)y que en cambio, estaría reflejando complejas dinámicas de articulación interregionales entre las poblaciones locales y de otras áreas del NOA y del Norte de Chile.
Al integrar la información sobre la circulación de obsidianas en el área en entramados amplios de materiales y sitios dentro de los cuales éstasse movieron y fueron consumidas, se nos presenta un escenario todavía más complejo y variable. Hemos señalado que durante el Formativo Inferior y Superior en Quebrada del Toro,las obsidianas ponen de manifiesto vínculos con regiones que también se verifican a partir de otras materialidades. Sin embargo, esto no ocurre necesariamentea la inversa. Por mencionar sólo algunos ejemplos, en Santa Rosa de los Pastos Grandes en la Puna deSalta (a unos 70 km de nuestra área), en torno al 2000 AP, se explota la cantera próxima de Tocomar, cuyas obsidianas también fueron identificadas en nuestros asentamientos del Formativo Inferior, pero además, hacen un aprovechamiento intensivo de la fuente UNk D chilena (Mercuri y Glascock 2011) no registrada hasta la fecha en nuestra área entre comunidades de ese momento. En la Quebrada de Matancillas, en la Puna de Salta (a unos 40 km), los sitios con esta misma cronología poseen contextos muy similares a otros sincrónicos de Quebrada del Toro;no obstante, estas poblaciones hicieron uso de la fuente cercana de Ramadas (además de Laguna Blanca-Zapaleri y Tocomar) (Muscio 2011), tampoco presente en Quebrada del Toro. En suma, conjuntos semejantes y contemporáneos de sitios relativamente próximos no siempre muestran similares patronesde acceso y consumo de obsidianas. Situación que también hemos observado y destacado hacia el interior de nuestra área.
La multiplicidad de direcciones en las cuales circuló esta materia prima, la confluencia de sus distintas variedades en un mismo sitio, o diferencias en el acceso a las fuentes aún entre poblaciones relativamente próximas y con similitudes en sus contextos materiales, se ajustan con las expectativas del modelo no centralizado de circulación de recursos y bienes propuesto por Lazzariet al.(2017) para el Formativo en un sentido amplio. Este plantea un acceso no jerárquico y en una amplia variedad de direcciones para el intercambio entre comunidades de pequeña escala, como las que caracterizaron dicho momento. El caravaneo de llamas, documentado en el arte rupestre local (De Feo 2015, 2018), realizado entre comunidades o segmentos de las mismas, pudo ser el mecanismo, entre otros posibles (movilidad en ciclos pastoriles de alcance local, exogamia, contactos informales, etc.), que viabilizó estos intercambios a escala macro˗regional (Tarragó 1984).
Durante el PDR verificamos el uso de las mismas fuentes documentadas en el Formativo Inferior (excepto por Laguna Cavi). Por otro lado, observamos que las cuatro canteras explotadas para ese momento (Laguna Blanca-Zapaleri, Ona-Las Cuevas, Alto Tocomar y Quirón) están representadas tanto en Tastil-el centro urbano y político más importante- como en Km 15 PLA, lo cual pensamos, que podría indicar un acceso relativamente igualitario a esta materia prima.
Al inicio del trabajo exponíamos dos modelos de organización sociopolítica y económica para este período. Uno fuertemente centralizado desde Tastil (Cigliano 1973; Cigliano y Raffino 1973, 1977) y otro que relativiza el poder coercitivo de las elites allí residentes sobre las poblaciones de otros sitios contemporáneos del área (Vitry y Soria 2007). Los resultados arriba mencionados se adecúana las expectativas de una circulación sujeta a prácticas corporativas relacionadas con una articulación comunal como las sugeridas por Nielsen (2006) para los Desarrollos Regionales en otras áreas del NOA, y que se condicen con un modelo de agregamiento social y baja centralización propuesto por Vitry y Soria (2007) para el mismo momento en Quebrada del Toro. Estas condiciones pudieron, según entendemos, favorecer la autonomía de las unidades domésticas productivas posibilitando la perduración en el tiempo de articulaciones macro˗regionales más allá del poder emergente de las elites, sin que ello implique negar la posibilidad de que estas últimas ademáspudieron haber tenido un rol en el tráfico de materias primas líticas. La variabilidad en el arte rupestre local, así como la replicación de algunos motivos y temas prexistentes se han interpretado también como un indicador de cierta independencia de acción por parte de los pastores locales respecto de los centros administrativos como Tastil (De Feo 2018).
Se ha argumentado en el pasado un acceso más abierto y generalizado de las obsidianas entre poblaciones posteriores al ca. 1000 AP, basado en la identificación de un mayor número de fuentes por sitio o áreas (Elías y Escola 2010; Lazzari 2005; Yacobaccioet al. 2002, 2004). Sin embargo, en Quebrada del Toro, a excepción de las obsidianas de Quirón(que sólo están presentes en el PDR) el resto de ellas aparece en distintos momentos de la secuencia, por lo cual no observamos variaciones que sugieran cambios importantes en la variedad de canteras a las que accedieron estas poblaciones tardías. Otro dato que no puede ser pasado por alto es la significativa reducción en la representatividad de la obsidiana a través del tiempo, manifiesta en los conjuntos analizados del área (Figura 2). Estas variaciones porcentuales a favor de rocas locales -como las areniscas silicificadas- podrían estar reflejando modificaciones en las condiciones de acceso a esta materia prima.
Este último aspecto, sumado a la explotación de obsidianas de Quirón, una cantera cercana, de relativa baja calidad para la talla y anteriormenteno consumida, podría leerse como un argumento a favor de una regionalización en la explotación de materias primas líticas durante el PDR en el área. Esto no necesariamente implicó una ruptura de los canales de intercambio sostenidos a lo largo del tiempo, que siguieron funcionando según las modalidades arriba mencionadas (tráfico caravanero, movilidad pastoril, parentesco, entre otras formas posibles).
Para finalizar, nos interesa dejar planteado que mientras el uso de las mismas fuentes tanto en el Formativo Inferior como en el PDR podría responder a articulaciones sostenidas en el tiempo y apoyadas en el valor social de las obsidianas -en tanto elemento que modela y es modelado por relaciones políticas, económicas y sociales-, los cambios en el uso de canteras menores a lo largo de la secuencia reflejarían otras transformaciones ocurridas en la dinámica de circulación e intercambio regional de materias primas y bienes manufacturados, sobre cuya naturaleza y complejidad debemos seguir indagando.
Conclusiones
Este trabajo buscó ampliar nuestro conocimiento acerca del consumo y la circulación de obsidianas en una perspectiva de larga duración a través de la aplicación de estudios geoquímicos para establecer su procedencia. Los resultados muestran que las poblaciones de Quebrada del Toro tuvieron un acceso a varias fuentes, un aspecto que no puede ser simplemente atribuido al carácter de corredor natural del área. En este sentido, la representación diferencial de obsidianas procedentes de diferentes fuentes entre sitios de un mismo período, y a través del tiempo (excepto de los depósitos de Alto Tocomar y Laguna Blanca-Zapaleri, presentes desde el Formativo Inferior al PDR), revela la complejidad de las interacciones macro-regionales. Futuros estudios, que incluyan mayor número de muestras y sitios representados -entre ellos aquellos asignados a las ocupaciones incas, aún no explorados-permitirán someter a evaluación las interpretaciones aquí vertidas, así como lograr un panorama más extenso en el tiempo de la forma en que las obsidianas circularon en la Quebrada del Toro y en el NOA en momentos prehispánicos.
Agradecimientos: Las autoras queremos agradecer al Lic. Diego Gobbo por la realización de las figuras. A las autoridades del Museo de Antropología de Salta por permitir llevar a cabo los análisis que forman parte de este trabajo. A las/los evaluadores por sus sugerencias. Estos estudios fueron financiados por las siguientes instituciones: CONICET, UNLP y el Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta (CIUNSa).
Notas
¹ Se entiende por fuentes principales o mayores las canteras de Ona-Las Cuevas y Laguna Blanca-Zapaleri, que son aquellas con mayor alcance espacial y representación en los sitios. Mientras que las obsidianas de fuentes menores poseen una distribución espacial más acotada, cercana, aunque no excluyentemente, a la cantera de origen (Escola 2004; Yacobaccioet al. 2004).
² La ocupación del sitio Tastil es asignada al PDR (Cigliano 1973) de acuerdo a los fechados radiocarbónicos existentes a la fecha (véase Tabla 1). Otrosmateriales hallados en los sectores de muestreo respaldan esta asignación. De momento, el componente incaico en el sitio sólo puede ser planteado,de manera hipotética, sobre la base de algunos materiales cerámicos y arquitectónicos(Vitry 2005), no presentes en los sectores muestreados.
³ Las distancias fueron calculadas desde los sitios a las canteras en línea recta. Dado que los sitios de los cuales proceden las muestras ocupan un amplio sector, las distancias a las canteras se presentan en dos rangos: uno inferior, que corresponde a los sitios más cercanos y otrosuperior, a los más alejados.
Para Antofagasta de la Sierra (Catamarca) Elías y Escola (2010) y Escolaet al. (2016) sugieren que las poblaciones tardías (entre ca. 900-1460 d.C.) pudieron mantener en funcionamiento redes y mecanismos de intercambio vigentes desde, al menos, el Formativo, perpetuando prácticas de intercambio de larga trayectoria entre unidades familiares.
Esta regionalización se plantea bajo el supuesto de una mayor territorialidad de las formaciones políticas del PDR (Cigliano y Raffino 1977).