Introducción
La arqueología guaraní es una de las áreas donde se produjo el mayor desarrollo del conocimiento acerca de los grupos indígenas de las tierras bajas suramericanas. Distintos estudios interdisciplinarios-incluyendo lingüística, antropología física y genética, etnohistoria, etnografía y arqueología (Brochado 1984; Noelli 1998, 2004; Scatamacchia 1990; Soares 1998, 1999)- ayudaron a consagrar una idea de que los grupos de lenguas Tupi-guaraní poseían rasgos homogéneos, con una lengua, hábitos, medios de subsistencia y organización política y social similares. La evidencia material, especialmente la alfarería, muestra modos de elaboración con un estilo tecnológico común que involucra una amplia escala geográfica (una parte importante de la cuenca del Plata y el litoral atlántico brasileño) y temporal (de casi dos milenios).
Al producirse la conquista europea en el siglo XVI las poblaciones guaraní poseían una amplia distribución geográfica en el este de Sudamérica (Figura 1). La dispersión guaraní hacia el sur del continente, desde la floresta amazónica hasta alcanzar el Río de la Plata, ha sido abordada por diversos investigadores (Brochado 1984; Noelli 1998, 2008). Estos estudios buscaron comprender la relación entre las personas, el lenguaje y la cultura material dentro de estos movimientos dispersivos, teniendo en cuenta las particularidades locales, las adaptaciones ambientales y las relaciones que se entablaron con otros grupos (Bonomoet al. 2015; Corrêa2014; Noelli 2004; Prous y Lima 2008).Uno de los conceptos utilizados para describir la expansión guaraní y el proceso de imposición de su visión de mundo a otros pueblos es el de “guaranización”. Soares (2001-2002: 109) propone este término para hablar de cómofue la imposición de la lengua, ethos y cultura guaraní sobre otros pueblos. Además, este conceptotambién es utilizado por historiadores para describir el predominio de las narrativas guaraní sobre las de los otros pueblos indígenas dentro de la historiografía que investiga la historia indígena en la cuenca del Plata (Silva 2018).
Las investigaciones arqueológicas desarrolladas en el noreste argentino desde la segunda mitad del siglo XIX han registrado asentamientos y material guaraní a lo largo de las cuencas de los ríos Paraná y Uruguay(Ambrosetti 1895; Badano 1940; Bonomoet al. 2015, 2019a, 2019b; Caggiano 1984; Castro 2019; Ceruti 2000; Ciglianoet al. 1971; Lafon 1972; Loponte y Acosta 2007, 2008; Lothrop 1932;Outes 1918; Rodríguez 1998; 2009; Sempé y Caggiano 1995;Serrano 1950; Torres 1911; Vignati 1941; entre otros). Los datos disponibles indican que estos grupos llegaron al Delta del Paraná y Río de la Plata alrededor del año 1300 A.D. y permanecieron allí hasta momentos posteriores a la conquista europea.Para este momento cronológico esta área se encontraba densamente ocupada por otros grupos humanos que se caracterizaban por ocupar montículos de tierra, parte de los cuales corresponderían a la entidad arqueológica Goya-Malabrigo (Bonomo 2012; Bonomoet al. 2015;Politis y Bonomo 2018).La preexistencia de otras poblaciones permite pensar que hubo un período de contacto entre los guaraní y los productores de cerámica Goya-Malabrigo que, sin dudas, redirigió la expansión y en algunos casos impidió la ocupación efectiva de determinados territorios por los guaraníes (Bonomoet al. 2019b). Una situación similar ocurre en el Brasil meridional, donde las poblaciones guaraní habrían convivido con productores de cerámica Itararé-Taquara (de los Jê del sur) (Noelli 2000).Asimismo, Soares (2001-2002: 109) cree que todavía es imposible delimitar arqueológicamente estos contactos entre los grupos guaraní y otras sociedades. Aunque creemos que, esta tarea es muy difícil y admitimos no poseer la pretensión de resolver este problema, este artículo es un intento inicial de empezar a discutir algunos contextos en los que se pudohaber materializadoel contactoentre las sociedades guaraníy otros pueblos de lenguas Tupi-guaraní con colectivos de otras lenguas y culturas.
Con este panorama en mente, este artículo se plantea varios objetivos. El primero es caracterizar a los hablantes de la familia Tupi-guaraní internamente y frente a otros grupos del tronco lingüístico Tupi-sociedades que ocupaban y todavía habitan el sur de la Amazonia, el litoral y áreas de la meseta brasileña-. El segundo, es describir cómo la compleja interacción que los Tupi-guaraní tuvieron con sociedades de lenguas distintas, influenció en su cultura material a lo largo del tiempo. Para discutir estos objetivos se presenta el contexto de expansión de estos grupos de la Amazonia hasta la Isla do Maranhão. Un proceso que,de acuerdo con lo que nuestro análisis preliminar sugiere, ocurrió a través del contacto y, quizá, de la ocupación de áreas antes habitadas por otros grupos.Seguidamente, partiendo del interrogante de si existen o no elementos de intercambios culturales entre los guaraní y grupos vecinos, en base a comparaciones basadas en elementos diagnósticos de la tecnología cerámica de diferentes contextos arqueológicos, se discute el proceso de “guaranización”. No obstante,con frecuencia se recurrirá también a otras líneas de evidencia, como el patrón de asentamiento de las aldeas (arqueológicas y etnográficas) y los datos de la lingüística.
La premisa que guía este artículo plantea que, tanto los grupos guaraní como los demás Tupi-guaraní, son “comunidades de la práctica” (Bowser y Patton 2008), donde el aprendizaje de las técnicas envuelve un proceso de socialización e integración que va más allá de la idea de transmisión. Este es un proceso educativo que, por un lado, ofrece las herramientas para transformar y adaptar la tecnología, y al mismo tiempo, refuerza y legitima el orden (Almeida y Neves 2015; Calhoun 2011).En este punto, la idea de transmisión vertical, por ejemplo, entre una madre y una hija en el proceso de aprendizaje de elaboración de la tecnología cerámica,sirve para aproximar los elementos materiales y verbales.Es en este puntodonde se pueden emplear para discutir este proceso elementos tanto de la arqueología como de la lingüística. Las tensiones entre generaciones, como es el caso de los(as) más nuevos(as) que buscan su propia identidad en el campo de la práctica, puede generar transformaciones culturales. La transmisión de elementos (transmisión horizontal) es otra posibilidad de generar cambios, así como los ruidos generados por estatransmisión, que muchas veces ocurren entre grupos de lenguas distintas (Heggarty 2007: 316). Son las transmisiones verticales y horizontales en escalas intra e inter-sitios las que se van a discutir en el presenteartículo. Esta perspectiva posibilita romper con las amarras normativas de la perspectiva clásica histórico-cultural y ofrece los medios para explicar los cambios culturalesde las sociedades. En una escala amplia, el problema es cómo llegar a las prácticas y a las estructuras de las sociedades pretéritas solamente con pequeñas muestras de vestigios arqueológicos y datos contextuales insuficientes (Almeida 2013a). En este sentido, utilizamos el conocimiento etnoarqueológico existente sobre sociedades tradicionales como una herramienta auxiliar para discutir el contexto amazónico aquí presentado. Sin embargo, resulta pertinente explicitar que será necesariala continuación de las investigaciones para tener resultados más concretos.A su vez, eldesafío más grande, dentro de la discusión sobre rasgos de interacciones dentro del registro arqueológico,es logrardistinguir cuales son los cambios resultantes de transmisión horizontal y cuales son consecuencia de innovaciones internas de una sociedad.
Los Tupiy los Tupi-guaraní
Los hablantes de Tupi-guaraní forman una de lasdiez familias del tronco Tupi, siendo las otras: Arikém, Awetí, Mawé, Mondé, Munduruku, Purubura, Ramarama, Tupari, Yudjá-Juruna (Rodrigues y Cabral 2012). Todas estas familias pueden ser encontradas en torno alos afluentes meridionales del Amazonas, así como en el propio río. Datos de la lingüística (Migliazza 1982; Rodrigues 1964, 1984-1985; Urban1992, 1996), de la genética (Silva et al.2020) y de morfología craneométrica (Neveset al.2011) permiten plantear que cerca de 5000 años AP se inició la división de los grupos -entre las familias del tronco- probablemente en el sudoeste de la Amazonia, en la boca del alto río Madeira (Noelli 2008). Es aquídonde se encuentra la mayor diversidad lingüística dentro del tronco Tupi. Los datos arqueológicos no son tan claros;no obstante, la presencia de cerámica con edades de más de 5000 años en la región puedecontribuir a armar este rompecabezas (Miller 2009; Pugliese 2018; Zimpel 2018).En esta región se encuentran elementos genéticos (Clement
1999; Clementet al. 2010; Olsen y Schaal 1999) y vestigios arqueológicos (Watlinget al. 2018) de la domesticación de la mandioca (Manihotesculenta), uno de los principales alimentos cultivados en América del sur, y casi siempre presente en la economía de los diversos grupos Tupi, incluyendolos guaraní (Noelli 1993). Además, la cuenca del alto Madeira tiene los vestigios más antiguos de las llamadas tierras negras antropogénicas (AnthropogenicDarkEarths - en adelanteADEs) entendidas como evidencias de sedentarización en las tierras bajas sudamericanas (Miller 1992; Mongeló 2015).
Con pequeñas excepciones -como el extenso dominio de los hablantes de las familiasYudjá-Juruna, en el bajo Xingu (y probablemente el bajo Amazonas), en el fin del período colonial (Garcia 2017), y de los Munduruku, en la Amazonia central y bajo Tapajós de los siglos XVIII y XIX (Rocha 2017)- no hay evidencias de grandes expansiones de otros grupos Tupi más allá de los Tupi-guaraní. Sin embargo, muy poco se conoce sobre la arqueología de las otras familias del tronco Tupi, situación que lentamente está cambiando, sobre todo a través de la combinación de una gran cantidad de trabajos de enfoque ambiental y de investigaciones académicas en la Amazonia meridional brasileña. Estos estudios (e.g. Almeida 2008; Garcia 2012; Suñer 2015) sugieren un patrón que combina ocupaciones de tierra firme y de los afluentes secundarios del Amazonas, con un ocasional dominio de los grandes ríos (Figura 1).
Eurico Miller (2009), el mayor especialista en la arqueología del alto Madeira sugirió que las otras familias del tronco Tupi tendrían la misma coherencia cultural interna encontrada en la familia Tupi-guaraní. En este sentido, las comparaciones se tendrían querealizar en la escala de las familias y no del tronco Tupi, donde existiría poca homogeneidad (Almeida 2016). Un ejemploespecífico fuereconocido en la nomenclatura de la alfarería.Noelli y colegas (2018), por medio de una comparación entre el Tesoro de la Lengua Guaraní, de Antonio Ruiz de Montoya (2002 [1640]) y datos etnográficos de otros grupos de lengua Tupi-guaraní, identificaron una similitud en la terminología de las ollas cerámicas (Tabla 1). Esto sugiere que, el hacer cerámico de los Tupi-guaraní ya estaba consolidado cuando estos grupos empezaran a dispersarse. Al mismo tiempo, si hacemos una comparación preliminar entre las diferentes familias del tronco Tupi, esta similitud desaparece (Tabla 2).
La terminología de las vasijas es coherente con la elección de elementos tecnológicos (Silva 2000) que permiten identificar un estilo alfarero compartido por muchos hablantes Tupi-guaraní, cuya persistencia en el tiempo y el espacio permiten denominarlacomo tradición1. Los recipientes elaborados por estos grupos, generalmente tendrían algunos de estos elementos: manufactura con rodetes, antiplástico mineral y/o con tiesto molido, quema con núcleo reductor, formas compuestas o complejas - con uno o más ángulos en la pared -, decoraciones corrugadas, escobadas y policromas (motivos geométricos y antropomorfos), así como el uso de urnas funerarias con tapas (Almeida y Neves 2015). La tecnología lítica no sería tan homogénea, debido a que generalmente está compuesta por artefactos expeditivos y de escasa formatización. Sin embargo, Neves (2013), sugiere que las hachas en “T” serían comúnmente encontradas entre estos grupos.
Los Tupi-guaraní, por lo menos los de la Amazonia, parecen compartir también una nomenclatura para el manejo de plantas. En un estudio comparativo con la terminología botánica de seis colectivos de lengua Tupi-guaraní, Balée y Moore (1994) demostraron que cuanto más manejadas (y domesticadas) eran las plantas, mayor la similitud entre lostérminos utilizados por los grupos para designarlas.Lo que sugiere que, juntamente con las técnicas alfareras, los Tupi-guaraní ya tenían un patrón horticultor bien establecido cuando se empezaron aexpandir.
A pesar del uso de terminologías distintas, algunos elementos de la alfarería de la cuenca del alto Madeira se asemejan al de los Tupi-guaraní. Por ejemplo, la cerámica del alto río Ji-Paraná(tributario del Madeira) presenta corrugados y urnas funerarias que son muy comunes entre los tupinambá y guaraní. Sin embargo, muchos grupos de la Amazonia occidental, de distintas lenguas, poseen cerámica que presenta tratamientos de superficie corrugados. Brochado (1984), incluso, sugiere que las sociedades guaraníhabrían obtenido la técnica de decoración a través de sus contactos con los grupos Pano, durante sus movimientos expansivos por los ríos del oeste amazónico. Otra posibilidad es que, tanto los guaraní como los otros grupos de lengua Tupi-guaraní hayan sido influenciados por grupos productores de cerámica Pocó-Açutuba-probablemente hablantes de Arawak- (Neveset al. 2014), relacionados a la formación de sistemas políticos multiculturales desde el período precolonial hasta el presente (Heckenberger 2002). Este tipo de alfarería sería correlacionada con una de las dos grandes olas dispersivas pre-Tupi (la segunda Borde Inciso/Barrancoide será debatida abajo), entre 1000 a.C.y 200 A.D., y tendría no solamente los corrugados en común con la cerámica Tupi-guaraní, sino también los escobados, las pinturas policromas y las ollas con ángulos en sus paredes (Figura 2).
Si esta hipótesis es correcta,el surgimiento de la tradición Tupi-guaraní se habría dado a partir de los contactos con los productores de cerámica de la tradición Pocó-Açutuba en la Amazonia oriental al inicio de la era cristiana. No es nuestra intención testear esta hipótesis en este artículo, solamenteseñalar la presencia de elementos tecnológicos presentes en la cerámica Tupi-guaraní en industrias alfareras más tempranas que ocuparon áreas cercanas a la de los antiguos hablantes de lenguas Tupi-guaraní y productores de cerámica homónima.
La expansión de los Tupi-guaraní en el este de la Amazonia
No es usual encontrar en las investigaciones sobre arqueología guaraníuna discusión sobre la historia de los grupos guaraní antes de su llegada a la cuenca del Paraná o de procesoshistóricos de sus parientes lingüísticos/culturalesde la Amazonia. Sin embargo, en los últimos 20 años, hubo un gran avance en el conocimiento sobre la historia de los grupos de la Amazonia Oriental, región quesería el centro de dispersión de los Tupi-guaraní. En este sentido, datos importantes empezaron a ser producidos por la lingüística. Ya en la década de 1980, Rodrigues (1984-1985) formuló la que sería la subdivisión de la familia Tupi-guaraní. Años después, Mello y Kneip (2006, 2017) indicaron que la variabilidad interna de las lenguas Tupi-guaraní sugería que el sudeste amazónico, entre los ríos Xingú e Tocantins (Figura 1) era la región con mayor diversidad dentro de la familia lingüística y que, entonces, esta era el áreamás probable de dispersión de los Tupi-guaraní. En 2015, Michael y colaboradoresa través de un análisisfilogenéticobayesiano indicaron que la subdivisión de los Tupiguaraní habría ocurrido a partir del río Xingu,cerca del inicio de la era cristiana (Michael et al.2015). Curiosamente, fue esta la región indicada por el naturalista Karl von den Steinen (1942), en el siglo XIX, como la tierra natal de los tupinambá (Almeida yNeves 2015).
Los datos arqueológicos preliminares ofrecen algunas contribuciones a la hipótesis de que el sudeste amazónico seríael centro de dispersión de estos grupos. Primero, la cerámica arqueológica de estaregión engloba prácticamente toda la variabilidad tecnológica observada en los grupos tupinambá y guaraní (Tabla 3). Segundo, a pesar de que esta región posee escasos fechados radiocarbónicos (Figura 3), existe una cronología consistente a partir del inicio de la era cristiana (Almeida y Neves 2015). Las dataciones más tempranas a este momento son cuestionables (Silveira et al. 2008), pero no son descartadas por algunos autores (e.g., Corrêa 2014).
Hasta el inicio de siglo XXI, no había prácticamente fechados radiocarbónicos para la arqueología de los sitios relacionados a antiguos hablantes de lenguas de la familia Tupi-guaraní de la región entorno a los ríos Xingu y Tocantins. Se plantearon dos principales posibilidades históricas para explicar la presencia de estos grupos en la región. La primera es que podrían haber habitado la región desde el período precolonial, y la segunda posibilidad plantea que podrían ser descendientes de los tupinambá que habrían migrado del litoral brasileño durante el inicio del periodo colonial (Laraia 1984-1985). Las fechas obtenidas desde entonces permiten plantear que los hablantes Tupi-guaraní ocupaban la región desde más de mil años antes de que los portugueses y franceses llegaran, y los fechados más antiguos parecen ubicarse predominantemente en el este, cerca delrío Xingu (Almeida yNeves 2015: Figura 3).
Las ocupaciones ocurrieron tanto en áreas de tierra firme (Simões 1986) como sobre las márgenes de los ríos Xingu (Perota 1992) y Tocantins (SimõesyAraújo-Costa 1987). Los sitios Tupi-guaraní comprenden un área que varía entre los 30m² y las cuatrohectáreas. Asimismo, no parece existir mucha diferencia entre la superficie que ocupan los sitios ribereños y los de tierra firme. En este sentido, los niveles arqueológicos en general llegan a la superficie y raramente exceden los 50cm de profundidad (Almeida 2013b). En los contextosmás grandes, como el sitio Cavalo Branco (Almeida 2008) y Mutuca (Garciaet al. 2015), se registró la presencia de ADEs, pero los contenidos químicos (e.g., Ca, Mg, P) son cuantitativamente inferiores a los registrados, por ejemplo, en la Amazonia central (Petersenet al. 2001), lo que podría sugerir ocupaciones más cortas y reocupaciones a lo largo del tiempo. Sin embargo, los Tupi-guaraní no fueron los primeros grupos ceramistas en ocupar el sudeste amazónico. Antes de ellos encontramos una vasta presencia de poblaciones productoras de un estilo de alfarería inciso-modelada poco conocido aún. Este se caracteriza por una técnica de manufactura modelada o con rodetes; antiplástico mineral y/o arcilla molida (no confundir con tiesto molido); ollas con formas simples (sin ángulos), tratamiento de superficie con incisiones, especialmente en el borde, punteados y modelados zoomorfos. Las pinturas son muy raras, con excepción ocasional del engobe. Se observa la presencia de platos para asar, pero no hay registro de urnas funerarias. Todavía no está claro si los productores de esta cerámica inciso-modelada estaban asociados a una familia lingüística específica. En otras partes de la Amazonia, se han hallado cerámicas con formas simples y tratamientos de superficie que incluyen apliques zoomorfos e incisiones, como las industrias Borda-Incisa (Lima yNeves 2011) y Barrancóide (RouseyCruxent 1963),que son también vinculadas (además de la citada industria Pocó-Açutuba) con hablantes de lenguas Arawak (e.g.,Latharp 1970). No obstante, en el sudeste de la Amazonia, con excepción del río Xingu, no hay documentación histórica que indique la presencia de hablantes de estas lenguas. Se trata, entonces, de una cuestión que queda por resolver.
Las ocupaciones relacionadas al inciso-modelado parecen ser más antiguas en el litoral que en el interior. Bandeira (2010), en la isla del Maranhão, obtuvo fechados de termoluminiscencia ca. 4000 a.C. para la cerámica inciso-modelada del sitio Bacanga. En el interfluvio Xingu-Tocantins, García (2012) obtuvo fechas entre ca. 1000 a.C. y 100 A.D.para una industria semejante en el sitio Ourilância 2 (Figura 5).Esta autora (García 2012) identificó un período de transición entre las ocupacionescon cerámica inciso-modelada-más antiguas- y las Tupi-guaraní -más recientes-en el sitio Mutuca, localizado en esta región de interfluvio. En esta transición se encontró cerámica que presentaba la combinación de elementos de ambas industrias, como los apliques zoomorfos en la tradicional forma de los cambuchícaguabá. En un contexto cercano, en la serra dos Carajás, Pereira y colaboradores (2008) y Silveira y colaboradores(2008), presentan conjuntos cerámicos donde es muy difícil diferenciar los conjuntos más antiguos (anteriores al inicio de la era cristiana) de la cerámica Tupi-guaraní y de la cerámica inciso-modelada. Aparentemente, se puede plantear un período de interacción entre estos grupos, tal vez todavía en el momento de formación del estilo Tupi-guaraní. Un análisis preliminar sugiere que en ese momento existió una mayor influencia de elementos inciso-modelados en la cerámica Tupi-guaraní que al revés.Otro posible contexto de interacción fue identificado más al este, en el río Tocantins, donde Araújo-Costa (1983) clasifica la fase Tucuruí (ca. 1000 A.D.) de manera ambigua, con elementos “Tupiguarani” (Tupi-guaraní) y de “tradiciones amazónicas” (¿inciso-modelada?). Aparentemente existe ahí un predominio de elementos Tupi-guaraní (formasy tratamientos corrugados y pintados) sobre las “influencias amazónicas”, limitados a tratamientos incisos y modelados (Almeida 2008).
En la Isla del Maranhão se encuentra un contexto más reciente, el del sitio “Estreito dos Mosquitos”, el cual se localiza en el área que conecta la isla del continente ytiene una secuencia de dataciones que varían entre ca. 1000 a.C.y ca. 1000 A.D., también sugiriendo una serie de reocupaciones. Las excavaciones, realizadas en niveles artificiales de 10cm, recuperan 1.538 fragmentos de cerámica diagnósticos (i.e., bordes, bases y paredes decoradas) y otros 8.732 fragmentos simples (paredes sin decoración). Casi la totalidad de los fragmentos estaban entre los niveles 0 a 50cm. El análisis del material indicó una gran variabilidad de antiplásticos usados: mineral, tiesto molido, carbón, caraipé (cáscara de árbol molida), así como distintas combinaciones de estas. El análisis morfológico permitió identificar un conjunto de formas simples, sin presencia de ollas con ángulos en sus paredes, para todos los niveles excavados. Los cambiosen los elementos tecnológicos, posiblemente resultantes de interacciones,parecen estar ligados a los tratamientos de superficie. Mientras que las decoraciones plásticas típicas de la cerámica inciso-modelada se encuentran en toda la secuencia estratigráfica -incisos y punteados-, se observó una incorporación cada vez mayor de tratamientos característicos de la alfarería Tupi-guaraní, como los corrugados, unguiculados y, especialmente, tratamientos pintados (Figuras 5y 6) (Oliveira et al. 2019).
Los ejemplos presentados sugieren que, en un primer momento, cercano al inicio de la era cristiana, son las poblaciones productoras de cerámica inciso-modelada las que influencian a los grupos alfareros Tupi-guaraní. O mejor dicho, estos últimos están incorporando elementos de los ceramistas inciso-modelados. En un segundo momento, ya en el inicio del segundo milenio de la era cristiana, parece haber un cambio, con los elementos Tupi-guaraní,que se observan en las cerámicas inciso-modeladas. En ambos casos, las influencias parecen concentrarse en los tratamientos de superficie.
Además de los sitios Remanso y Estreito dos Mosquitos, la cerámica inciso-modelada tiende a desaparecer en los siglos que anteceden a la llegada de los europeos (Oliveira et al. 2019).Un contexto análogo al que se observaen el Delta del Paraná con la alfarería Goya-Malabrigo, que sufrió un proceso de contacto y de sustituición gradual por cerámicas guaraní en los siglos que antecedieron a la invasión europea (discusión abajo). Cuando se inicia la colonización francesa, a principiosdel siglo XVII, en la isla del Maranhão e interior, solamente se observa la presencia de grupos tupinambá (Abbeville 1975 [1614]; Evréux 2002 [1615]). Estas ocupaciones en la isla generaron más de cincuenta sitios arqueológicos (Bandeira 2015; Panachuck 2014). Sin embargo, estos contextostodavía no están fechados. Esta situación permite dudar acerca de si estas ocupaciones tupinambá son fruto de una expansión amazónica, o de migrantes de los grupos indígenas que, durante el siglo XVI, hicieron contacto con los portugueses en el litoral nordeste de Brasil (Estado de Pernambuco). La última hipótesis tiene respaldo de la documentación histórica (e.g. Hemming 1978). Los datos arqueológicos,por su parte, sugieren la presecia de grupos Tupi-guaraní procedentes del oeste (venidos de Amazonia). Por lo tanto, posiblemente hubo un encuentro de distintos grupos tupinambá en la isla del Maranhão (llegados de Amazonia y del litoral nordeste) en un período cercano de la llegada de los primeros europeos a la región.
Los grupos guaraní del río Paraná inferior: las colecciones arqueológicas Arroyo Malo y Arroyo Fredes
La presencia de grupos guaraní en el noreste argentino fue constatada a partir del hallazgo de un conjunto de elementos diagnósticos relacionados con la forma y decoración de la cerámica y con las modalidades de inhumación en los ríos Uruguay, Paraná y Río de la Plata (Ambrosetti 1895; Badano 1940; Bonomoet al. 2015; Caggiano 1984; Ceruti 2000; Ciglianoet al. 1971; Lafon 1972; Loponte y Acosta 2007; Lothrop 1932; Outes 1918; Rodríguez 1992, 1998; 2009;Sempé y Caggiano 1995; Serrano 1950; Torres 1911;Vignati 1941;entre otros). Entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX se registraron los primeros asentamientos y materiales guaraní.No obstante, el número de sitios arqueológicos identificados con una ocupación estable por parte de estos grupos es bajo, y mucho menor aún el número de sitios que presentan dataciones absolutas (Castro y Costa Angrizani 2014).
Para la arqueología guaraní del río Paraná inferior, Arroyo Malo y Arroyo Fredes (Figura 7) son dos sitios arqueológicos que poseen una notable singularidady resultan relevantes aún hoy para discutir la ocupación guaraní debido a que tienencronologías cercanas al inicio del período colonial y vestigios materiales asociados al contacto con otras poblaciones. Para este artículo se analizaron los conjuntos cerámicos de las colecciones arqueológicas de los sitios Arroyo Malo y Arroyo Fredes que se hallan en la División Arqueología del Museo de La Plata. Ambos conjuntos fueron recuperados entre 1921 y 1925 por Pablo Gaggero, docente y estudiante del doctorado del Museo de La Plata,quien realizó sucesivos viajes al Delta del Paraná y recolectó numerosas piezas arqueológicas.
La colección arqueológica Arroyo Malo, recuperada en el año 1925, está integrada por fragmentos cerámicos, objetos de origen europeo y varios fondos de urnas junto a huesos humanos. Un fechado radiocarbónico obtenido sobre hueso humano de un entierro en urna del sitio arrojó una edad de ca. 1489 A.D. (Bonomoet al. 2015). Por su parte, la colección Arroyo Fredes, posee fragmentos cerámicos, artefactos líticos, restos faunísticos y restos óseos humanos.A principios de la década de 1920del siglo pasado, Pablo Gaggero extrajo una serie de enterratorios en urnas de este sitio, los cuales fueron depositados en el Museo de La Plata. Algunos años después, Vignati (1941), dio a conocer con mayor detalle la composición anatómica de uno de los paquetes funerarios procedente de una de las urnas extraídas por Gaggero. En el año 2002 Loponte y Acosta iniciaron sus trabajos en el área, y reexcavaron el sitio y analizaron sus colecciones(Loponte y Acosta 2007, 2008). Se efectuó un fechado (AMS) realizado sobre un fragmento de diáfisis de un hueso largo perteneciente a un esqueleto depositado en una urna funeraria recuperada por Gaggero. El resultado obtenido fue ca. 1339 A.D. (Loponte y Acosta 2003-2005). Un segundo fechado se obtuvo del enterratorio 1 (AFE-1), recuperado en el sector "plantación". Este arrojó una antigüedad de ca.1556 A.D. (Loponte y Acosta 2007,2008).
En estos sitios, el material cerámico se encuentra mayormente fragmentado.Sin embargo, en Arroyo Fredes se destacan dos vasijas completas. En cuanto al tratamiento de superficie, se constató la mayor frecuencia de superficies lisas sobre las demás. Asimismo, se observó una elevada frecuencia de unguiculado, escobado y corrugado para dar acabado final a la cara externa de las piezas.La cara interna se presenta mayoritariamente alisada. En cuanto a la pintura, se identificó el uso de engobes blancos, rojos y negros sobre las superficies. La reconstrucción de la forma original de los recipientes permite afirmar que corresponden a vasijas con dimensiones variables, cuyas morfologías se asemejan a las clases funcionales establecidas para la cerámica guaraní (La Salvia y Brochado 1989). Tales características coinciden con lo observado en otros conjuntos cerámicos guaraníes de la región (Bonomo 2010-2011; Bonomoet al. 2009; Capdepont y Bonomo 2010-2011; Castro y Costa Angrizani 2014; Costa Angrizaniet al. 2015; Rodríguez 1992). Además, ambas colecciones presentan materiales que no son típicos de estos grupos. Arroyo Fredescontiene materiales cerámicos con decoración incisa y alfarería tubular característica de los grupos que vivían en el Río de la Plata antes del arribo de los grupos guaraní (Vignati 1941).Uno de los recipientes enteros cuya forma se asemeja con una vasija típica guaraní (cambuchí), presenta apliques sobre la superficie externa (Figura 8b).Si bien los apliques aparecen en el registro arqueológico guaraní y son mencionados en la literatura arqueológica -por ejemplo, un cambuchícagabá descrito por La Salvia y Brochado (1989) o las decoraciones “mamilares” descriptas por Zuse (2009) y Silva (2019)- su frecuencia es tan reducida que permite preguntarse si el significado de estas excepciones no estaría relacionado con interacciones entre los grupos guaraní y otras sociedades.
Por su parte, en Arroyo Malo se registró la presencia de loza y otros artefactos europeos. Esta situación concuerda con lo observado por Bonomo (2013) quien retomo el análisis de la colección arqueológica de Arroyo Malo recuperada por Lothrop en 1932, que se encuentra depositada en el NationalMuseum of the American Indian (Washington DC). Allí registró una cuenta de vidrio Nueva Cádiz que corresponde a la primera mitad del siglo XVI y que,evidencia relaciones de intercambio con los conquistadores españoles. La incorporación de materiales europeos por los indígenas también se advierte en un tiesto vidriado que posee sus bordes alisados y redondeados posiblemente como consecuencia de su uso. Además de la cerámica española se recuperaron huesos de fauna introducida y fragmentos de hierro que refuerzan la edad post-hispánica de, por lo menos, parte de la ocupación humana del asentamiento (Bonomo 2013).
En cuanto a las formas de inhumación, en Arroyo Fredes y Arroyo Malo fueron recuperadas urnas funerarias con huesos de individuos subadultos y/oadultos (Lothrop 1932; Mazza 2015;Ramos van Raap y Bonomo 2016). Ambos sitios presentan entierros secundarios simples y múltiples. Además de estas inhumaciones en urna, en Arroyo Malo y Arroyo Fredes se identificaron entierros humanos directos en tierra, algunos de ellos pintados de rojo, acompañados con vasijas, restos faunísticos y artefactos líticos (Lothrop 1932; Ramos van Raap y Bonomo 2016). Este tipo de prácticas también habría estado presente en otros sitios guaraní, como Arroyo La Glorieta (Castro 1926; Costa Angrizaniet al. 2015), Ensenada del Bellaco, ubicado en el área aledaña de la cuenca inferior del río Uruguay (Castro yCosta Angrizani2014; Ramos van Raap y Scabuzzo 2018), y también en sitios más distantes, en los estados de Rio Grande do Sul y Paraná (Neumann 2008; Noelli 1993; Pestana 2007).
Según el modelo planteado por Bonomo y colaboradores (2015) en la frontera meridional de la expansión -el Delta del Paraná y el Río de la Plata- los contextos arqueológicos indican que estos grupos llegaron al área siguiendo el cauce del río Uruguay, alrededor del año 1300 A.D. (Bonomoet al. 2015; Costa Angrizaniet al. 2019; Lothrop 1932). En este contexto, Arroyo Fredes y Arroyo Malo, suman evidencia para sustentar asentamientos efectivos de poblaciones guaraní, los cuales estarían restringidos a las islas más externas y recientes del Delta Inferior del Paraná y el Río de la Plata, como es el caso de laisla Martín García. Un fechado radiocarbónico sitúa a los grupos guaraní en la isla hace ca. 1531 A.D. (Ciglianoet al. 1971). En este punto, es importante destacar que Brochado (1984) sugirió que una variante de esta ruta habría sido a través del Paraná Medio-Inferior. No obstante, la evidencia arqueológica disponible no apoya esta situación, ya que no se observa una ocupación efectiva de las poblaciones guaraní en el Paraná Medio (aguas abajo de la desembocadura del río Paraguay) y el Delta Superior del Paraná. Al momento del arribo guaraní, ambos sectores estaban densamente ocupados por grupos humanos asociados a la entidad arqueológica Goya-Malabrigo. En lo que respecta al Delta Superior, sólo se han registrado materiales aislados o en los niveles superiores de las excavaciones realizadas en contextos arqueológicos (Bonomoet al.2010). Un ejemplo específico es el caso del sitio Cerro de las Pajas Blancas 1, donde Badano (1940, 1957) recuperó una urna funeraria decorada con pintura roja sobre fondo blanco asignada a ocupaciones guaraní. Estudios recientes realizados en el sitio, han obtenido un número reducido de objetos típicos de estos grupos -como cerámica corrugada, unguiculada y policroma,en la superficie o en las capas superiores, además de las ocupaciones previas -o quizás contemporáneas- por parte de grupos Goya-Malabrigo (Bonomoet al. 2019a). Esta situación ha sido observada por otros investigadores en el Uruguay Medio, Delta del Paraná y Río de la Plata (Bonomo 2013; Ceruti y Crowder 1973;Ciglianoet al.1971; Rodríguez y Rodríguez 1985).
Retomando el concepto de “guaranización”, tanto Arroyo Fredescomo Arroyo Malo son dos sitios que nos permiten observar el contacto de los grupos guaraní con otras sociedades. La presencia de alfarería tubular -definidapor Vignati en 1942- característica de los grupos que vivían en el Río de la Plata y los apliques que presenta la vasija típica guaraní -Cambuchi- en Arroyo Fredes indicarían una influencia mutua entre los guaraní y los grupos que habitaban el área. Si a esto se le agregan las bolas de piedra, el posible apéndice Goya-Malabrigo y los materiales de origen europeo recuperados en Arroyo Malo, indican un contacto incipiente con los europeos. En consecuencia,es posible plantear la conformación de una dinámica de contactos intergrupales e intercambios de bienes y procesos socio-históricos en el pasado prehispánico, que favorecieron la conformación del mosaico multiétnico observado por los cronistas europeos en el siglo XVI (Bonomo 2013; Bonomoet al. 2019b).En ese sentido,la llegada de los europeos inicialmente agregó un nuevo agente dentro de un mosaico de interacciones ya existentes.
Consideraciones finales
En este artículo buscamos contribuir a la discusión sobre la arqueología de los hablantes de lenguas Tupi-guaraní y de los productores de la cerámica homónima. Dentro de una perspectiva de historia indígena de larga duración, buscamos presentar herramientas teóricas para la comprensión de los cambios y permanencias, de la transmisión vertical y horizontal,en sociedades tradicionales. Una perspectiva que rompe con el abordaje normativo de los análisis clásicos histórico-culturales. Nuestra intención con este abordaje macrorregionalno es solamente buscar contextos donde hubo interacciones, sino tambiénincorporar contextos arqueológicos amazónicos -incipientemente investigados- y del río Paraná inferior,para discutir con la evidenciaproducida por la arqueología guaraní, ya que enestasregiones los hablantes de Tupi-guaraní estaban ejecutando su proceso de expansiónal momento de la llegada de los europeos. Respecto a las contingencias históricas, es posible suponer que hubo fenómenos análogos de interacción en estos contextos.
Caracterizamoslos hablantes de la familia Tupi-guaraní frente a los demás hablantes del tronco Tupi- un universo donde hay más diferencias que semejanzas- así como frente a otros grupos no-Tupi. Observamos que existe una serie de rasgos compartidos entreestos distintos grupos y que, muchos de los elementos que caracterizan la alfarería Tupi-guaraní, incluso los corrugados, escobados y la policromía, pueden ser encontrados en alfarerías de cronologías más tempranas. Si bien esta discusión debe ser profundizada, debido a su potencialidad para futuras investigaciones, es posible plantear que la cerámica de los Tupi-guaraní se consolidó a partir de la incorporación de rasgos provenientes de centenas de años de interacción con estos grupos tempranos.
Seguidamente, presentamos el contexto del sudeste de la Amazonia, el probable centro desde donde los Tupi-guaraní habrían comenzado su expansión.Exhibimos ejemplos de la alfarería Tupi-guaraní en los que aparentemente se habrían incorporado elementos externos. Asimismo, presentamos posibles rasgos Tupi-Guaraní asociadosalos productores de la cerámica inciso-modelada. En consecuencia, planteamos que los tratamientos de superficie parecen ser los elementos más fácilmente transmisibles durante estos procesos de interacción.Un gran cúmulo de nuevos datos que viene siendo generado en esta región en los últimos años,es el puntapié para que, a futuro -y sumando nuevas investigaciones arqueológicas-sea posible disminuir la escala de análisis y producir una discusión más robusta sobre eventos de interacción entre los grupos indígenas.
En lo que respecta a la arqueología del Delta del Paraná, con el ejemplo de dos sitios guaraní, fue posible identificar indicios materiales de contactos con las poblaciones locales que habitaban el área antes de su llegada -por ejemplo, Goya-Malabrigo- yposteriormente, con los europeos. Con estos ejemplos, podemos plantear queexiste un potencial para discutir que la interacción entre los grupos guaraní y “losotros” no fue estrictamente un proceso de “guaranización” en el sentido riguroso de la palabra,y sí un flujo en doble sentido. Creemos que la propia idea de “guaranización”, tal como fueplanteadopor Soares (1998),puede ser reincorporada a las discusiones sobre la arqueología guaraní, teniendo en cuenta que denota la complejidad de posibilidades que se pueden dar en estos procesos de interacción y sus significados. Un ejemplo específico en este sentido, en el ámbito guaraní, es el caso de los chané, habitantes del Chaco boliviano y del noroeste argentino. Este grupo fue “guaranizado” cultural y lingüísticamente durante los últimos siglos, tornándose conocidos como chiriguanos. Sin embargo, dentro de los chiriguanosexisten grupos que, si bien hablan guaraní, no se consideraban parientes de los demás chiriguanos de la región, y se autodenominan a sí mismos como “chané” (Combés yVillar 2007).
Finalmente, y de vuelta a la alfarería, encontramos el ejemplo de los tupiniquim, grupos Tupi-guaraní que habitaban el actual estado de São Paulo (Brasil) en el momento de la conquista. Estos grupos, por más de dos siglos (XVI y XVII) mantuvieron su lengua y la transmitieron a los colonos portugueses: la “lengua general paulista”. Las mujeres tupiniquim, a su vez, pasaron a producir ollas muy semejantes a las tradicionales cerámicas portuguesas. Sin embargo, los productos finales de la “cerámica paulista” conservaban las formas de la industria lusitana,al mismo tiempo que utilizaban las técnicas de manufacturaindígenas (con rodetes en vez del uso del torno) (NoelliySallum 2019). Esto representa un ejemplo de que los cambios, en el campo de la cerámica, no están limitados solamente a los tratamientos de superficie, una vez que fueron incorporadosa las formas de hacer de las cerámicas indígenasA pesar de estos cambios, no sería imposible encontrar, en la superficie de la entonces emergente cerámica paulista, un clásico corrugado, un requisito imborrable de los tiempos antiguos.
Agradecimientos: Al Museo de La Plata, en especial, a quienes trabajan en los depósitos donde estaban las colecciones aquí analizadas. A Rafael Lopes, quien elaboró el mapa de la Figura 1. Esta investigación contó con apoyo financiero de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica ("Arqueología del sector meridional del Noreste argentino" PICT 2015-2277). Todo lo aquí expresado es de absoluta responsabilidad de los autores.
Notas
1 El uso del término “tradición” no se refiere a las culturas estáticas normativas de los abordajes histórico-culturalistas, si no a la idea de una coherencia de elementos (Gell 1998) alo largo del tiempo, por uno o varios colectivos, sin la necesidad de que ninguno de los elementos tenga que estar siempre presente (Clark 1978).