Introducción
El paraje norteño cordobés Guayascate posee una profundidad histórica que se remonta al Período Prehispánico Tardío (400-1550 d.C.). Muy cerca de la reserva natural y cultural Cerro Colorado, éste no ha sido estudiado arqueológicamente de manera sistemática. Solo se poseen referencias bibliográficas que dan cuenta de la su existencia (Cattáneo et al. 2015; Montes 2008).
El pueblo actual de Guayascate, San Agustín, solo fue intervenido arqueológicamente por aficionados en diversas circunstancias. Una de ellas fue por la construcción de la actual capilla, cuyos restos materiales extraídos fueron depositados en el museo Sanavirones de la localidad San José de la Dormida, sin ningún tipo de análisis más que el estilístico (se expone en láminas los diferentes diseños decorativos de tiestos cerámicos). El segundo se corresponde con un aficionado que realizó excavaciones no autorizadas. Todo el material está expuesto en el museo Gunisacate de Las Peñas. Cabe recalcar que esta persona en reconocimiento de su mal accionar, ha cedido los restos arqueológicos para su estudio que, si bien están descontextualizados, permiten generar una visión muy general sobre los aspectos culturales y económicos de la población nativa prehispánica de la región.
En este trabajo se presentan los resultados obtenidos del análisis arqueobotánico de las adherencias carbonosas en las paredes internas de fragmentos cerámicos. Debido a que no se ha recuperado ningún resto macrobotánico hasta el momento, indagar en estas piezas cerámicas permite obtener una visión de los vegetales que circularon por Guayascate y que fueron parte de la alimentación de los grupos que allí habitaron.
Materiales y métodos
La localidad de Guayascate se ubica en el Departamento Tulumba, en el norte de la Provincia de Córdoba, Argentina (Figura 1). Su distancia desde la ciudad de Córdoba es de 160 km hacia el norte. Emplazada a 900 m s.n.m., esta zona pertenece al Distrito Chaqueño Serrano de la Provincia Fitogeográfica Chaqueña según Cabrera (1976) y a la Ecorregión del Chaco Seco según Burkart (1999). El Bosque Serrano, en el cual está inmerso, se caracteriza por el dominio climático semi-seco, donde las precipitaciones disminuyen desde el este del sistema serrano (600 mm anuales) al oeste (menos de 500 mm anuales). La fisonomía que predomina en este sistema serrano es la de bosque cerrado a semi-cerrado con un 30 a 60 % de cobertura arbórea. Las principales especies nativas son el molle de beber (Lithraea molleoides), mato (Myrcianthes cisplatensis), piquillín (Condalia montana), manzano de campo (Ruprechtia apetala) y quebracho blanco (Aspidosperma quebracho-blanco) (Cabido y Zak 1999).
El museo Gunisacate posee una amplia colección de material prehispánico cerámico, óseo y lítico, muchos exhibidos permanentemente. En este estudio solo se consideraron fragmentos cerámicos no expuestos, ya que estilísticamente no son atractivos, pero poseen adherencias carbonosas en sus paredes internas que pueden proporcionar mucha información arqueobotánica. La cerámica, en su análisis a modo de clasificación a priori de la misma, se caracteriza por tres conjuntos cerámicos definidos en base a sus rasgos morfo-tecnológicas, siguiendo a Dantas y Figueroa (2008) y Traktman (2018). El primero se describe por poseer sus paredes alisadas (externa e interna), es color grisáceo, la densidad de inclusiones es alta y de granulometría mediana. El segundo grupo presenta un alisado de las superficies de ambas paredes, es color amarronado, la densidad de inclusiones es alta y la granulometría pequeña. Finalmente, el tercer grupo exhibe una pared externa pulida y pared interna alisada, es de color grisáceo, con una alta densidad de inclusiones y de granulometría mediana-grande. Estas descripciones junto con la ausencia de decoración, permiten atribuirlos, de manera general, a un uso cotidiano. Se seleccionaron cuatro tiestos a modo representativo. El N° 1 y 3 son del grupo 1, siendo el primero un cuerpo y el segundo una base, la única base en toda la muestra cerámica. El tiesto N° 2 es un fragmento de cuerpo del grupo 2 y el N° 3 es cuerpo del grupo 3 (Figura 2).
Cada fragmento fue limpiado con cepillo suave para eliminar todo sedimento que pueda estar adherido la muestra. Posteriormente, siguiendo como base el protocolo descrito en Babot (2004) se extrajo parte de adherencia con instrumento punzante limpio y se molió sobre el portaobjeto suavemente para desagregarlo, evitando así la pérdida de material. Luego fue montado en aceite de inmersión y sellado. Se observó bajo lupa binocular a 400 y 500 magnificaciones. Los microrrestos fueron clasificados (silicofitolitos, calcifitolitos, granos de almidón, tejidos celulares, etc.), descriptos (morfología, rasgos métricos, texturas, alteraciones, etc.) e identificados según su origen anatómico (hoja, raíz, tallo, flor, fruto) siguiendo el International Code for Phytolith Nomenclature -ICPN- (Neumann et al. 2019), el Intenational Code for Starch Nomenclature -ICSN- (Perry 2011). Se realizó la determinación taxonómica mediante atlas anatómicos y bibliografía específica sobre especies vegetales actuales y arqueológicas (Giovannetti et al. 2008; Korstanje y Babot 2008; Musaubach et al. 2013; Pagán Jiménez 2015; entre otros). Al considerar que estas adherencias pueden provenir de un alimento bajo cocción que se ha pegado a la olla/cuenco, en el análisis se tuvieron en cuenta aquellas alteraciones que pueden presentar los microrrestos en caso de procesamientos culinarios (molienda, hervido, etc.) (Babot 2007, 2012).
Resultados
Los resultados obtenidos indicaron la presencia de microrrestos en los cuatro tiestos analizados. Sin embargo, solo en tres de ellos (N° 1, 3 y 4) se observaron vegetales alimenticios (Figura 3). Por otra parte, el tiesto N° 2, solo presentó silicofitolitos de gramíneas (Poaceae) en escasa cantidad y sin datos que se relacionen directamente con el consumo.
En los fragmentos cerámicos N° 1, 3 y 4 se hallaron microvestigios afines a Zea mays (maíz). Tanto silicofitolitos caracterizados como conos truncados de base plana y ápice con ondulaciones (wavy-top rondel) (Pearsall 2015; Piperno 2006), con medidas de 20gm, como granos de almidón de morfología circular facetados (5 lados) con hilum central y puntiforme, con cruz de malta de cuatro brazos rectos y finos, denotan que esta asociación de microrrestos se corresponde a la mazorca. No se observaron en ellos rasgos que pudieran ser atribuibles a algún procesamiento culinario. De esta misma especie, se registró la presencia de fitolitos en cruz (cross-shaped) variante 1, de 20gm de largo por 15gm de ancho, las cuales pertenecen anatómicamente a las hojas de esta especie.
Una segunda evidencia en los tiestos cerámicos N° 1 y 3 fueron los silicofitolitos esféricos espinados (gobular echinate) de 10gm de diámetro, los cuales fueron atribuidos como afines a Areaceae, con altas probabilidades que corresponda con Trithrinax campestris (palma caranday), palmera presente en la región de estudio.
En el tiesto N° 3 se recuperó un grano de almidón ovalado de 13pm de largo y 8pm de ancho, con hilum filiforme poco visible, cruz de malta de cruce algo central y brazos rectos algo gruesos. Este microrresto es afín a Prosopis sp. (algarrobo) correspondiendo a la variante A1a. Se encuentra alterado observándose daños en el contorno del grano a la vez que hay alteración en la birrefringencia y en la cruz de extinción, aunque no se observan fracturas ni fisuras. Estos rasgos son compatibles con el procesamiento de molienda (Babot 2007, 2012), pero no se descarta la posibilidad del hervido.
cruz de malta y refringencia. Escala = 20^m.
Discusión y conclusión
La evidencia arqueobotánica detallada en los fragmentos cerámicos de Guayascate ofrece una imagen que se corresponde con los recursos vegetales que circularon por toda la región serrana cordobesa en tiempos prehispánicos (López 2018).
En primer lugar, el maíz se encuentra de manera ubicua, lo que permite considerar que ha sido de consumo asiduo y cotidiano. Este vegetal fue registrado en Córdoba desde momentos muy tempranos (López 2018) pero su cultivo efectivo comenzó en tiempos posteriores al 400 d.C. (Pastor y López 2011).
Es interesante observar que la presencia de la asociación de microrrestos permite hipotetizar posibles métodos de elaboración de comidas, aún sin tener evidencias claras de las técnicas culinarias. La presencia de almidones provenientes de los granos junto con los silicofitolitos presentes en las glumas conduce a hipotetizar la cocción de las mazorcas enteras o fragmentadas, y así hablar del consumo de maíz inmaduro, o desgranado, refiriendo al maíz maduro y almacenado. Esto es común en muchos trabajos arqueológicos donde evidencian estas asociaciones (Dickau et al. 2012; Iriarte y Dickau 2012; Piperno et al. 2009, entre otros) como así también trabajos de orden etnográficos (Cámara Hernández y Arancibia 2007; Ferre y Pernasatti 2013; Pochettino 2015), que demuestran la elaboración de comidas con maíz y sus distintas formas de incorporarlo. Un dato relevante en este trabajo es la presencia de silicofitolitos correspondientes a las hojas de esta especie en la adherencia carbonosa. La cocción de alimentos en hojas de maíz ("en chala") es una práctica común en el Noroeste Argentino, aunque la evidencia arqueológica de esta práctica es escasa. Se convierte en imperativo, por tal, la necesidad de realizar a futuro próximo las muestras de referencia para evaluar si este método de cocción incorpora microrrestos de hojas en la comida, dejando su evidencia en las vasijas contenedoras.
Las evidencias de silicofitolitos de palmera caranday permite evaluar su consumo alimenticio y no solo utilitario (por ejemplo, elaboración de cestos con las hojas - Demaio et al. 2015). El morfotipo identificado se corresponde con biomineralizaciones presentes en todos los órganos de la planta de palmera y en Trithrinax campentris la lámina foliar evidencia mayor abundancia (Patterer 2014). Los datos etnobotánicos registrados por Martínez (2012) en el Gran Chaco Argentino y por Saur Palmieri et al. (2019) para Córdoba propiamente dicha, demuestran que partes vegetativas de la palmera (base foliar y ápice caulinar) son extraídos de la planta y consumidos como alimento. Esto permite hipotetizar que en momentos prehispánicos éstos se cocinaron y consumieron.
Finalmente, con respecto al algarrobo, este recurso silvestre formó parte de la alimentación nativa, junto a otros como el chañar (Geoffroea decorticans) y el mistol (Sarcomphalus mistol). Al igual que el maíz, este fruto fue registrado en otros sitios del sector serrano cordobés (López 2018). Son diversas las preparaciones que pueden realizarse con algarrobo, y muchas veces mezclados con otros vegetales (Capparelli 2007; Lantos et al. 2015). La información que ofrece la evidencia de Guayascate conduce a pensar en la molienda y el posible hervido de las vainas de algarrobo, y su posterior incorporación en comidas junto con maíz y caranday.
Los datos aquí presentados y evaluados permiten vislumbrar aquellos recursos vegetales que estuvieron presentes en momentos prehispánicos. Es importante tener presente que, siendo que el material proviene de excavaciones de un aficionado, no se pueden realizar mayores reflexiones en cuanto a los datos extraídos. No obstante, la información es valiosa en cuanto a que es la única, por el momento, en la región de estudio y por tal provee una base sobre la cual comenzar a construir el registro de vegetales consumidos por los pobladores pretéritos de Guayascate. Si bien no se puede determinar el contexto preciso de proveniencia de los fragmentos cerámicos analizados, sus características morfotecnológicas y sus rastros de uso, permiten asimilarlos a las vasijas propias del sector serrano cordobés del Período Prehispánico Tardío y de carácter utilitario doméstico (Trackman 2018), lo cual no descarta el uso con otras finalidades.
Las evidencias de consumo de plantas en Guayascate repiten, a modo general, el modelo de economía mixta (horticultura-recolección-caza) de los serranos cordobeses (Pastor et al. 2012). Estudios sistemáticos se han iniciado en este paraje arqueológico-histórico del norte provincial que permitirán avanzar en el reconocimiento de los sistemas de asentamiento y subsistencia como así también de otros aspectos culturales de los nativos habitantes del lugar. Entre ellos, se aboca a estudiar el consumo de los recursos del bosque chaqueño y aquellos introducidos por los españoles, abarcando todas las esferas desde la recolección/ cosecha hasta el consumo y descarte, antes y después del asentamiento hispano en la región. Se considera que la cultura alimentaria (Espeitx 2004), como reflejo de la identidad de los pueblos, puede manifestar los cambios y las continuidades que se dieron lugar tras el encuentro entre los nativos serranos cordobeses y los españoles en Guayascate.
Agradecimientos: Esta investigación se lleva a cabo gracias a los proyectos de investigación financiados por CONICET (PIP 2014-2016 GI, Período 1/1/2014 31/12/2016) y Programa de Incentivos Univ. Nac. de La Plata, período 1/1/2014 31/12/2017 (Ref. 11/N734), ambos dirigidos por la Dra. A. Capparelli. Quiero agradecer a A. Capparelli, C. Trillo, V. Saur Palmieri, A. Recalde, R. Grana, S. Dell'Orsi y a los evaluadores de este manuscrito por sus aportes que enriquecieron el trabajo final.