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Comechingonia

versión On-line ISSN 1851-0027

Comechingonia vol.27 no.3 Córdoba dic. 2023

 

Articulos

LAS COSAS QUE PERDURAN: PINTURAS RUPESTRES, CAMINOS Y MEMORIA EN EL SUDOESTE DE CHUBUT. UNA PROPUESTA METODOLÓGICA PRELIMINAR PARA EL ABORDAJE DE LA AGENCIA DE LAS COSAS

THE THINGS THAT LAST: ROCK ART, ROADS, AND MEMORY IN SOUTHWEST CHUBUT. A PRELIMINAR METHODOLOGICAL PROPOSAL FOR THE APPROACH OF THE AGENCY OF THINGS

Lucía A. Gutiérrez1 

Analía Castro Esnal2 

1 Universidad de Buenos Aires. Instituto de Química, Física de Materiales, Medio Ambiente y Energía. Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, 3 de Febrero 1378 (C1426BJN), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Email: luciagutierrez94@gmail.com https://orcid.org/0000-0001-5636-8558

2 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad de Buenos Aires. Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, 3 de Febrero 1378 (C1426BJN), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Email: analiacastro@gmai1.com https://orcid.org/0000-0002-8144-3895

Resumen

El abordaje aquí propuesto se basa en que la circulación y el movimiento de las personas a través del espacio, y su vínculo con éste y con las cosas que allí se encuentran, está relacionado en gran medida con ciertos factores que no responden a fines económicos. Ahora bien, ¿esposible acercarse a estos factores? Entendiendo a las cosas como poseedoras de agencia, aunque siempre en tanto se encuentren en relación con las personas (Alberti 2016; Van Dyke 2015), se propone una metodología preliminar para intentar responder a esta pregunta a través de, principalmente, las representaciones rupestres de la localidad de Aldea Beleiro. Utilizando complementariamente esta materialidad con fuentes históricas, toponimia, entrevistas a pobladoresy, otras líneas de evidencia arqueológica, se concluye que la incorporación de estas temáticas puede enriquecer a la disciplina y a las interpretaciones acerca de cómo la gente circulaba por el paisaje, y cómo ciertos factores simbólicos podían afectar la manera de percibirlo y habitarlo. La metodología propuesta integra distintas líneas de análisis, con el fin último de generar un entendimiento decolonial y respetuoso de un pasado que se encuentra espacial, temporal e identitariamente lejos de la mayoría de quienes construimos esta disciplina.

Palabras clave: Agencia representaciones rupestres; paisaje circulación en el espacio etnohistoria y fuentes orales

Abstract

The proposed approach is based on the fact that the circulation and movement of people rock art landscape through space, and their relationship with it and with the things found there, is largely human related to certain factors that do not respond to economic ends. Now, is it possible to get circulation to know these factors? By considering that things have agency, although when related to throughout space people (Alberti2016; Van Dyke 2015), we propose a preliminar methodology to try to answer etnohistory and this question through, mainly, rock art from Aldea Beleiro. Approaching this materiality oral sources complementarily with historicalsources, toponymy, interviewswith residentsand otherUnes of archaeological evidence, it is concluded that the incorporation of these themes can enrich the discipline and the interpretations about how people circulated through the landscape, and how certain symbolic factors could affect the ways of perceiving and inhabiting it. The proposed methodology integrates different Unes of analysis, with the ultimate goal of generating a decolonial and respectful understanding of a past that is spatially, temporally and identitarily far from the majority of those who build this discipline.

Keywords: Agency rock art; landscape human circulation

Introducción

"Debíamos permanecer aquí cinco días; pero esta mañana, sin necesidad alguna pues hay suficientes provisiones en el campamento, vino el cacique a decirnos que continuaríamos viaje. Le respondimos que estaríamos listos para salir a la mañana siguiente, o cuando él considerara oportuno, pero que hoy debíamos quedarnos en ese sitio, según lo estipulado. Pareció conformarse ante nuestras objeciones, pero antes de que transcurriera una hora volvió, insistiendo en su decisión de partir. En el camino Casimiro nos llevó hasta unos acantilados rocosos "habitados por duendes, que ellos llaman "yicelum", visibles solamente de noche, a los que nadie osa acercarse solo, pues el caballo moriría instantáneamente y su dueño se volvería loco". Nos mostró unas figuras, visibles sobre la roca en varios lugares; una de ellas me pareció demasiado extraña como para ser natural (...). Estas toscas imágenes han sido evidentemente pintadas con algún pigmento rojo; pero como los aborígenes no poseen tinturas de este tipo, prefieren atribuirlas a los "yicelum"". (Schmid 1964: 53 [1858-65]).

Habitar un paisaje implica una experiencia corporal, que se traduce en una narrativa (Vaquer 2019; Vaquer y Cámera 2018). En este sentido, esta cita permite entrever, entre otras cosas, que los grupos indígenas con los que viajó Schmid atribuían algún tipo de agencia a ciertos lugares, en este caso con pinturas rupestres. Más aún, en entrevistas a pobladores de la Colonia Tehuelche El Chalía, se ha mencionado una serie de cuestiones relativas a este tipo de lugares. En relación con la cita anterior, puede señalarse la mención de algunos jóvenes a un sitio con arte rupestre del Río Guenguel, "al que prefieren no acercarse, porque cuentan que si uno mira las pinturas se vuelve loco" (Castro Esnal 2014). No obstante, un mismo espacio, o espacios similares pueden generar distintas percepciones, con lo cual es posible que existan distintas maneras de relacionarse con el paisaje (Castro Esnal 2014; Tuan 1974/2007). Por ejemplo, el cacique Manuel Quilchamal, hizo referencia al río Pinturas (Santa Cruz) como un lugar muy especial, ya que allí "pueden verse a los antiguos" realizando sus actividades cotidianas: "allí hay gente tejiendo matras". En la actualidad, cuenta, se los ve en las paredes rocosas del cañadón "convertidos en roca". Según él, Dios los ha convertido (Castro Esnal 2010, 2014). Estas percepciones y relaciones con los lugares, residen en la memoria y se transmiten oralmente (Ashmore 2004; Castro Esnal 2014).

En breves palabras, puede decirse que existen valoraciones tanto positivas como negativas de este tipo de lugares, que los hace de alguna manera especiales (Castro Esnal 2010, 2014). Este hecho será tomado como punto de partida para aseverar que, dentro de las ontologías nativas, existen materialidades y lugares que poseen agencia (Gell 2016 [1998]). Esto permite pensar a lo material como intrínsecamente relacionado con lo ontológico (Alberti y Marshall 2009). En este sentido, entendemos que tomar la ontología (en este caso tehuelche) no consiste en un recurso para la elaboración teórica, sino que es en sí misma la fuente de la teoría (Alberti y Marshall 2009). De esta manera, en este trabajo se presenta una propuesta para abordar la agencia de distintos actores a lo largo del tiempo, mediante el uso de un marco teórico-metodológico que intenta acercarse a ontologías nativas desde un lugar replicable y mensurable a partir de la sistematización de variables que se considera pueden resultar útiles para indagar acerca de las relaciones entre las personas y distintos actores no humanos.

Si bien este artículo se centrará en un acercamiento ontológico a partir de las pinturas rupestres, también se integrará con investigaciones previamente realizadas acerca de la participación de factores extraeconómicos en la circulación de grupos humanos patagónicos (Castro Esnal 2010, 2014). También retomamos conceptos usados previamente por una de nosotras (Castro Esnal 2010, 2014), donde la memoria y los caminos juegan un rol de suma importancia en la vinculación entre las personas, los lugares, y las cosas. Para esto se vuelve a marcar la gran utilidad del uso de fuentes históricas, toponimia y relatos orales de pobladores actuales (Castro Esnal 2010, 2014).

Antecedentes y área de estudioEl SO de Chubut constituye una región sumamente rica desde el punto de vista arqueológico, aunque algo relegada en comparación con otras áreas como el NO de Santa Cruz. En particular, este espacio presenta numerosos sitios arqueológicos con cronologías que van desde el Holoceno temprano (Aguerre et al. 2017; Castro Esnal et al. 2017a) hasta momentos de ocupación reciente (Castro Esnal y Casanueva 2018). Esta amplia temporalidad permitió estudiar distintos aspectos de cambios y continuidades en los modos de habitar este paisaje (Castro Esnal et al. 2016, 2017a, 2019; Castro Esnal y Casanueva 2018; Perez de Micou et al. 2014; entre otros).

Otra de las particularidades de la zona es la Colonia Tehuelche El Chalía, un área reservada concedida en 1916 por el Estado nacional a la comunidad del cacique Manuel Quilchamal, que ya la habitaban tradicionalmente y que lo sigue haciendo hasta la actualidad. El área formalmente concedida fue de 60.000 ha, sin embargo posteriormente fue reducida a 32.902 ha (Muñiz y Perea 2000; Pinotti 2001, 2004). La información histórica proveniente de viajeros, que mencionan que esta zona era atravesada por una ruta indígena e incluso dicen haber conocido allí a Quilchamal y su gente a fines del siglo XIX (Castro Esnal 2010, 2014), llevó a plantear estudios arqueológicos en el área en el marco de proyectos de investigación centrados en el estudio de la movilidad y el uso de diversos recursos naturales por parte de los cazadores recolectores de la Patagonia central.

Además, otro aspecto a destacar es que, hasta hace pocos años (Gutiérrez 2020; Gutiérrez y Castro Esnal 2018; Gutiérrez y Pérez de Micou 2017; Gutiérrez et al 2021), esta zona no poseía estudios exhaustivos sobre representaciones rupestres, que parecían ser una materialidad más bien secundaria en el área. No obstante, análisis recientes han mostrado la importancia numérica de esta línea de evidencia, y han dado cuenta de su potencial para poner a prueba ciertos postulados clásicos sobre el arte rupestre de Patagonia (Gutiérrez 2020; Gutiérrez et al. 2022). Por otra parte, la sistematización de algunas variables ha mostrado la factibilidad de abordajes ontológicos, que buscan acercarse a los modos de habitar y experimentar el paisaje (Gutiérrez 2020). Es por ello que en este trabajo se presentan los sitios con arte rupestre de la localidad de Aldea Beleiro, y, a partir de diversas unidades y variables de análisis propuestas se integra esta materialidad con las ideas que han sido postuladas a partir de otras líneas de evidencia (Castro Esnal 2010, 2014). Hasta el momento se han registrado tres sitios con representaciones rupestres cercanos a la localidad de Aldea Beleiro, área en la que se enfoca el presente trabajo: Casa de Piedra de Roselló (CP) con sus tres anexos (CP1, CP2 y CP3), Cueva Alta del Portezuelo (CAP) y Pedrero de Jara (PJ) (Figura 1). Las representaciones rupestres se destacan particularmente en CP (Figura 2), donde se ha podido identificar una alta cantidad de motivos, asignables a una alta variedad de tipos. Entre los motivos figurativos, se destacan los negativos de manos y también se encuentran representados numerosos camélidos, de diversas morfologías. Entre ellas, se ha podido definir la presencia de aquellos de vientre abultado, asignables al grupo estilístico B (Aschero 1993; Gradin et al. 1976). Se han registrado otros motivos de este tipo, de mayor dinamismo y asociables a escenas que, dada la cronología del sitio en que fueron registrados, Casa de Piedra de Roselló (9 mil años AP), se estima podrían ser asignables al grupo estilístico A (Aschero 1993; Gradin et al. 1976). Esto permite proponer que las representaciones rupestres fueron potencialmente realizadas desde momentos tempranos, y con mayor frecuencia en el Holoceno medio. Además, se ha identificado una escasa cantidad de cérvidos pintados. Entre los motivos abstractos también se ha dado cuenta de una gran diversidad: se han registrado circunferencias, circunferencias con apéndices, líneas, líneas paralelas, entre otros. Las tonalidades utilizadas fueron predominantemente rojas y blancas, y en muy escasa proporción amarillos. También se registraron inscripciones de momentos históricos (Gutiérrez et al. 2022). Estos sitios son los más extensamente estudiados en el SO de Chubut por parte del equipo en el que se inserta este trabajo, por este motivo fueron seleccionados como los casos de aplicación de la propuesta aquí presentada.

Además, en los alrededores de la localidad de Río Mayo, existe información sobre siete sitios con representaciones rupestres, dos sobre el valle del río Mayo (sitios Puesto Blanco y Alero Dasovich) y cinco sobre el valle del río Guenguel (sitios Guenguel, Manantial I, Manantial II, Viejo Corral y Bardas Blancas) (Arrigoni 2009, 2018). Estos sitios presentan tanto pinturas como grabados que han sido asignados al Holoceno tardío a partir del tipo de motivos que presentan, mayoritariamente abstractos del Estilo de Grecas.

Figura 1: Sitios con arte rupestre de Aldea Beleiro. CP: Casa de Piedra, CAP: Cueva Alta del Portezuelo, PJ: Pedrero de Jara.

Figura 2: Sectores del sitio Casa de Piedra (CP)

Marco teórico-metodológico

Se entiende al paisaje como un entorno habitado y vivido por las personas, un lugar en el que se crea un cúmulo de relaciones bilaterales entre estos agentes. Un lugar se convierte en paisaje en tanto entra en una lógica relacional con las personas que lo cargan de sentidos (Ingold 1993; Thomas 2001). Como el paisaje, el mundo material está estrechamente relacionado con las personas, y son éstas quienes lo cargan de significado y, muchas veces, de poder (Prijatelj y Robin 2019). Sin embargo, las corrientes posthumanistas han intentado quitar a los seres humanos del foco de las interacciones (Cipolla et al. 2021) y han postulado que las cosas tienen agencia y poder (Cipolla et al. 2021; Jones y Alberti 2013; Mlekuz 2019; Olsen et al. 2012; Prijatelj y Robin 2019; entre otros). Ahora bien, el presente enfoque no pretende sacar a las personas del foco de la intencionalidad (Van Dyke 2015). La aplicación arqueológica aquí presentada resulta entonces un aporte a esta discusión en tanto problematiza la lógica dualista cartesiana occidental. Más allá del otorgamiento de agencias a entidades extrahumanas, este trabajo pretende un diálogo entre la experiencia presente y situada en un contexto científico occidental de labor arqueológica, con el habitar ancestral de estos lugares, entendiendo que la narrativa arqueológica consiste en una postura política (Vaquer 2019; Vaquer y Cámera 2018).

Estudios integrales y de múltiples líneas de evidencia realizados por una de nosotras (Castro Esnal 2010, 2014) han demostrado que los paisajes son vividos de diversas maneras (Tuan 1974/2007), y que, al menos para el sudoeste de Chubut, estos modos de habitar y de relacionarse con determinados lugares son transmitidos a través de la memoria y los relatos orales (Castro Esnal 2010, 2014). Para llegar a esta conclusión, resultó vital la utilización en conjunto de distintas líneas de evidencia, algunas de ellas -como las fuentes etnográficas-usualmente relegadas en la construcción de conocimiento arqueológico de la Patagonia. Este habitar y esta construcción de la memoria, implican y requieren el movimiento reiterado de los cuerpos a través de un paisaje particular (Bradley 2000). El paisaje se habita entonces en función de la memoria social y la performance de los recuerdos (Vaquer y Cámera 2018). En este sentido, los modos de vivir el paisaje están en parte condicionados por la memoria. En síntesis, puede decirse que los lugares van cargándose de sentido y de historia a medida que las personas se mueven reiteradamente por ellos, nombrándolos y creando sentidos de familiaridad, identidad y pertenencia (Castro Esnal 2010, 2014).

Centrándose en los caminos como ejes estructuradores de la movilidad y la articulación de las relaciones entre las personas, los paisajes y los objetos, el trabajo citado permitió dar cuenta de la multidimensionalidad de causas que podrían haber generado esta circulación de memorias, materiales y sujetos en el sudoeste de Chubut a lo largo de miles de años. Este abordaje dio cuenta de la importancia de las fuentes históricas, la toponimia y los relatos orales para entender las lógicas del habitar de esta región. A estos datos ya generados, se agrega además que algunas materialidades, como las representaciones rupestres, pueden también dar cuenta de las maneras en que las personas se vinculan con los lugares, las cosas, y otras personas.

Teniendo en cuenta que el objetivo de este trabajo es el acercamiento a la agencia de las materialidades y los lugares en su relación con los individuos, la metodología propuesta se desarrollará de acuerdo con las siguientes unidades y variables de análisis.

Unidades de análisis

Se proponen tres niveles de evaluación sucesivos, en donde las unidades de análisis serán el sitio (en este caso CP con sus tres anexos, CAP y PJ) (Tabla 1), el panel y el motivo. Para el sitio se utilizará la definición de Dincauze 2000. En el caso de los paneles se trata de unidades definidas a partir de la presencia de grietas o ángulos abruptos que delimitan la continuidad de la roca soporte. Por último, los motivos son entendidos como una unidad de ejecución motivada por un acto único de pintado (Aschero 1988; Gradin 1978; Re 2010).

1- Sitio:

-Variables de análisis:

a. Accesibilidad: se entiende que dar cuenta de esta variable, puede contribuir al entendimiento de la intencionalidad de hacer accesible o restringida la observación y el pintado de las representaciones. Así, se designará la dificultad de acceso al sitio en alta, media y baja. Si bien esta variable puede ser subjetiva, resulta un primer acercamiento para la separación entre sitios a los que es sencillo ocupar, dado su fácil acceso y aquellos que se encuentran en lugares no demarcados, lejos de vías de tránsito naturales, en espacios con pendientes pronunciadas, entre otros.

b. Cantidad de participantes: cantidad de personas potencialmente participantes en actividades de ejecución y observación de pinturas. Si bien este cálculo no es absoluto, presenta un estimativo de personas que podrían haber participado en este tipo de eventos en simultáneo. Para esto, se realizaron intervalos de: menos de diez personas, diez a 20 personas, 20 a 30 personas o más.

2- Panel:

- Variables de análisis:

a. Topografía: el uso de esta variable invita a problematizar acerca de las cualidades seleccionadas para el uso de la roca como lienzo. En este sentido, puede pensarse que la elección de soportes rugosos e irregulares puede responder a una cuestión de disponibilidad, a una búsqueda intencional de esta cualidad, la preponderancia de la imagen por sobre el fondo, entre otros. De este modo, dar cuenta de esta variable podría dar cuenta de la agencia del mismo sobre el entramado más amplio de actividades y prácticas que tuvieron lugar en estos contextos. Esta variable será analizada mediante la asignación de una de tres categorías: rugoso, liso o mixto.

b. Preparación: la determinación de una preparación previa de los espacios a pintar podría dar cuenta de una necesidad de reconstrucción del paisaje previo a este tipo de actividades. Esto podría relacionarse con la exclusión de las características naturales de las rocas como parte de la narrativa. Para esta variable se consignará la presencia o ausencia de preparación de la roca previo al pintado.

c. Orientación: la obtención de patrones acerca de la selección de espacios para pintar según los ejes cardinales, podría dar cuenta de una preferencia por determinadas orientaciones.

d. Incidencia de la luz natural: será consignada la presencia o ausencia de luz solar incidente, mediante tres categorías, alta (incidencia directa), baja (incidencia indirecta) y nula.

e. Dimensión: se designará la medida absoluta del panel. Se considera que esta variable puede dar cuenta de la selección de espacios para la observación o pintado, relacionada con una mayor o menor cantidad de personas involucradas.

f. Performance asociada: se analiza de acuerdo a la altura sobre el suelo y la postura corporal necesaria para el pintado y la observación. Esta variable podría dar cuenta además de la necesidad de elementos adicionales para el acceso visual al panel. Se proponen rangos de medidas aproximadas (tomando en cuenta que pueden haber participado distintos grupos etarios) asignables a: postura de pie/sentado/ arrodillado/en cuclillas (entre 0,90 m y 2 m) acostado (menos de 0,90 m) o uso de algún elemento de incrementación de altura (más de 2m). Es importante destacar que las tasas de sedimentación pueden afectar los niveles de los pisos de ocupación en el pasado y por lo tanto esta variable debe ser analizada tomando en cuenta este factor.

3- Motivo:

-Variables de análisis:

a. Ubicación en el sitio: el entendimiento de la estructuración espacial de los motivos podría contribuir a entender su rol agente en el posicionamiento de los cuerpos humanos, tanto para los momentos de pintado como los momentos de observación. En este sentido, se consignó la ubicación de las pinturas en techos (donde la observación de los motivos es posible a partir de una observación hacia arriba, en posición de pie o recostado) o paredes (cuando la observación se da dentro del campo visual de un individuo parado o sentado). Esta variable se vincula con las características espaciales de estos sitios.

b. Dimensiones: teniendo en cuenta que el tamaño de las pinturas condiciona la distancia a partir de la cual pueden observarse, registrar las medidas absolutas (alto por ancho) de la totalidad de motivos puede dar cuenta de la relación de proximidad necesaria entre los agentes participantes de estas prácticas.

c. Superposiciones: si bien esta variable tiene múltiples aplicaciones a distintas preguntas, su utilidad en este trabajo radica en que puede permitir un acercamiento a las interacciones entre el pasado y el presente (Aschero 1988, 1993; Martel et al. 2012; Re 2016). La elección acerca de dónde pintar, refleja distintas maneras de interactuar con las representaciones previas, y puede implicar la destrucción de lo previo (Aschero 1988, 1993; Martel et al. 2012; Re 2016). En este sentido, puede hablarse de relaciones de respeto, tolerancia o continuidad, por un lado, e invisibilización y ruptura, por el otro (Aschero 1998; Re 2016) En este sentido, se registrarán los tipos de superposiciones sugeridos por Re (2016), entre los que interesa destacar la "obliteración", donde se cubre más del 50% del motivo previo, con la intención de ocultarlo. Este comportamiento podría estar indicando que la imagen contiene en sí misma un poder que ejerce influencia sobre las personas.

d. Visibilidad: de manera similar a los criterios propuestos por Lenssen Erz (2004), se consignó mediante un número del 1 al 3 el acceso visual que se tiene actualmente de los motivos. Esto es, 1 (muy privado): cuando el motivo solo es visible a un metro o menos de distancia, 2 (privado): cuando es visible desde adentro del sitio, a más de un metro, 3 (público): cuando es visible desde afuera del sitio. El análisis de esta variable pretende un acercamiento a la agencia de esta materialidad, entendiendo que visibilidades públicas estarían relacionadas con un acceso no restringido y tal vez asociables con la demarcación de lugares (Aschero 1993, 2012; Aschero e Isasmendi 2018; Gradin et al. 1976), mientras que visibilidades privadas se asociarían con un uso restringido y limitado.

e. Morfología: la morfología de los motivos permite pensar en términos de vínculos intersitio. Esto es lo que ha sido señalado a partir de los grupos estilísticos propuestos para la Patagonia, y más recientemente, para estudios distribucionales. Para este trabajo, esta variable interesa en tanto indicadora de circulación de ideas y personas a través del espacio. Para su cuantificación, se creó una tipología, a cuyos tipos integrantes se les asignó un valor en función de la cantidad de veces que fue documentado en el área (Gutiérrez et al. 2022).

f. Materialidad: la variable material refiere a las elecciones tecnológicas detrás del producto final (Fiore 2006, 2007, 2009). En este sentido, se entiende que atender a esto puede dar cuenta de la importancia de este tipo de artefactos para la vida de las personas. Si bien las elecciones tecnológicas son varias, nos referimos aquí al proceso de producción de la mezcla pigmentaria. Así, los análisis de caracterización de pigmentos podrían estar mostrando minerales alóctonos, que podrían conseguirse directa o indirectamente. Esto permite pensar, cómo ha sido desarrollado anteriormente, en factores extraeconómicos que estén condicionando la movilidad.

g. Grupos etarios: Teniendo en cuenta la complejidad de esta última variable (Carden y Blanco 2016; Gradin 1982; Guichón 2018), este trabajo sólo detalla los casos que involucran "niños" y "jóvenes" (grupos etarios unificados aquí bajo la categoría de "infantes"), que se han determinado a partir de las dimensiones sugeridas por los autores citados: largo de la mano, hasta 17 cm; ancho de la mano, hasta 7 cm; largo del dedo medio, hasta 7 cm.

Cruzar estos niveles de análisis podría contribuir a entender cómo interactúan los entornos naturales, los sitios, los paneles y las personas. En este sentido, todos los niveles se condicionan entre sí, generando constricciones de distinta índole a todas las entidades agentes en el proceso de pintado u observación de representaciones rupestres. Estos datos serán interpretados complementariamente con las líneas de análisis detalladas a continuación.

Información complementaria: fuentes históricas, toponimia, relatos orales y otros elementos arqueológicos

Además de las variables de análisis propuestas anteriormente para el estudio del arte rupestre, este enfoque considera indispensable la incorporación de variedad de información complementaria tal como: las fuentes históricas, la toponimia, los relatos orales y otros elementos derivados del estudio arqueológico de otras líneas de evidencia. Las variables de estos análisis complementarios, no implicadas en el estudio de representaciones rupestres, serán mencionadas sin desarrollar en profundidad en este trabajo, dado que se encuentran detalladas en trabajos previos (Castro Esnal 2010, 2014).

Fuentes históricas:

El uso de fuentes históricas (en especial diarios de viajeros y naturalistas científicos) permite distinguir e identificar espacios con valor especial. Además, es posible interpretar agentes materiales e inmateriales, que influían la vida de las personas. El uso de esta línea de evidencia se destaca entonces por la presencia de numerosos relatos y comentarios sobre aspectos simbólicos/mágicos que en el pasado se ponían en juego a la hora de decidir los espacios a habitar o por donde circular o el tiempo de permanencia en cada lugar

Toponimia:

Nombrar los lugares es impregnarlos de cultura y poder (Claval 1999). Citando a Dauzat (1991), Tort explica que "la toponimia constituye un capítulo precioso de psicología social, ya que "nos enseña cómo han sido designados, según las épocas y los medios, las villas y los pueblos, las propiedades y los campos, sus tendencias místicas o realistas, sus medios de expresión en definitiva" (Tort 2003: 2). Los puntos unidos por las rutas de circulación humana constituyen una construcción social del paisaje (Castro Esnal 2010, 2014). En este sentido, el análisis de los topónimos puede echar luz sobre estas construcciones, teniendo en cuenta que ha sido señalado que muchos lugares, particularmente en la Patagonia, fueron nombrados a partir de sus características sobresalientes. Esta caracterización no deja de ser subjetiva, o propia de grupos particulares, por lo que se estima puede contribuir al entendimiento de las relaciones que se gestaron entre las personas y el paisaje. Al ser los topónimos transmitidos oralmente de generación en generación, se sostiene que su profundidad temporal puede remontarse al pasado. Metodológicamente, el estudio de topónimos que no perduraron en la actualidad es posible a partir del uso de fuentes. Además, algunos autores han recolectado información concerniente a los orígenes y significados de ciertos lugares (Aguado y Payaguala 2006).

Fuentes orales:

Como se planteó previamente, la memoria y la transmisión oral permiten la perduración en el tiempo de percepciones y modos de vivir el paisaje. En este sentido, las fuentes orales fueron utilizadas para identificar espacios y elementos de especial valor para los pobladores actuales, y para el registro de saberes aprehendidos y transmitidos por los más ancianos (Castro Esnal 2010, 2014). La entrevista consiste en la búsqueda y sistematización de elementos en el relato que puedan dar cuenta de percepciones extraeconómicas del espacio, las cosas y las personas, que entran en juego a la hora de tomar decisiones en cuanto al modo de habitar un paisaje (ej, lugares que "generan cosas" en las personas, bienes materiales sin clara funcionalidad, vínculos sociales/familiares con personas de otros espacios, entre otros).

No obstante, la utilidad de estás líneas de análisis, existen una serie de problemas o críticas que pueden hacerse a las mismas. En primer lugar, el uso de fuentes históricas implica un sesgo del relato, propio de los intereses coloniales y expansionistas, con su historia particular en el territorio Patagónico. Además, también ha sido señalada la posibilidad de sesgo de los informantes, tanto actuales como pasados. En este sentido, por ejemplo, ha sido señalado como paradójico que una de las áreas más conocidas y visibles arqueológicamente como Piedra Parada, no aparezca en los relatos de viajeros. Esto señala la posibilidad de que los grupos indígenas hayan elegido seguir caminos alternativos, y ocultar otros (Castro Esnal 2014). Por otro lado, otro problema que ha sido ampliamente abordado, es el peligro de las analogías directas, cuestión que incluye tanto las fuentes históricas como las entrevistas y el uso de relatos actuales. Esto es especialmente importante dada la profundidad temporal del área de estudio (10 mil años), período a lo largo del cual la performance de estos objetos y paisajes puede haber cambiado (Skibo y Schiffer 2008). A este respecto, cabe mencionar que la intención de este artículo no es encontrar causas ontológicas relacionadas con el registro arqueológico, si no que se pretende identificar potenciales variables extraeconómicas que puedan estar influyendo en las relaciones entre personas, espacios y materiales. La metodología propuesta utiliza diversas líneas de evidencia de manera conjunta, con el fin último de generar un entendimiento decolonial y respetuoso de un pasado que se encuentra espacial, temporal e identitariamente lejos de la mayoría de quienes construimos esta disciplina.

Otro tipo de elementos arqueológicos:

Por último, cabe mencionar que otros tipos de elementos arqueológicos pueden dar cuenta de factores extraeconómicos, como por ejemplo el material lítico. Esto ha sido trabajado previamente (Castro Esnal 2010, 2014) por lo que mencionamos someramente algunas variables de utilidad:

-Presencia de materiales alóctonos, en sitios con disponibilidad local de materias primas de buena calidad para la talla.

-Presencia de elementos de utilidad poco clara o potencialmente extraeconómica, como por ejemplo cuentas.

Las representaciones rupestres de Aldea BeleiroSe presentan aquí los resultados generales del análisis de las representaciones rupestres del área de Aldea Beleiro. Dadas las limitaciones en la extensión del artículo, se describen las siguientes variables:

• Sitio: cantidad de personas y accesibilidad.

• Panel: topografía, preparación, incidencia de luz natural, performance asociada.

• Motivo: ubicación, superposiciones, visibilidad, grupo etario.

Sitio:

Panel:

Todos los paneles de todos los sitios analizados fueron clasificados con topografía rugosa, y solo uno de ellos presenta una potencial preparación previo al pintado (panel 3, Figura 5c). Este único panel parece presentar un uso estratégico de la luz natural, que incide directamente sobre él. En el resto de los casos, la luz incidente es indirecta, y en un solo caso nula. En cuanto a la performance asociada, se trata en general de posturas mixtas de pie o sentado/arrodillado/ en cuclillas, y CP3 destaca en particular por 3 casos de paneles para los que la observación o el pintado son sólo posibles mediante una postura recostada.

Motivo

Para CP1 se estima una accesibilidad alta, dada la facilidad de ingreso al sitio. Para CP2, CP3 y CAP se estima que el acceso habría presentado un grado de dificultad moderado, mientras que PJ presenta un acceso dificultoso, de pendiente pronunciada y sin ningún demarcador o característica distintiva que lo señale en el paisaje. En cuanto a la cantidad de personas que podrían haber albergado estos sitios, cabe destacar a CP1 como el de mayor tamaño, donde se estima que podrían haber ingresado de 20 a 30 personas en simultáneo. El extremo opuesto es PJ, en donde no caben más de dos cuerpos adultos en simultáneo (Tabla 1).

Tabla 1: Variables de análisis de los sitios.

Para el caso de CP1 (n: 262), la ubicación de los motivos en techos y paredes resultó en términos generales homogénea, registrándose 143 motivos en sectores denominados como paredes, y 119 en techos (Figura 3). Se determinaron 116 superposiciones y todos los motivos fueron clasificados como "muy privados". Se registró una única mano asignable a un infante, y el resto no han podido ser determinadas. En el caso de CP2, todos los motivos (N: 37) se encuentran ubicados en una única pared, a escasos metros del nivel del suelo actual. Se registraron dos casos de superposiciones, ambos casos involucran motivos indeterminados. Debido a los tamaños pequeños, todos los motivos fueron clasificados como "muy privados", siendo visibles sólo a partir de la observación cercana. Interesa destacar no sólo la concentración de las pinturas en un espacio de altura reducida, sino también la exclusividad de representación de negativos de manos de infantes (Figura 4). Para el caso de CP3 (n: 447), los motivos ocupan prácticamente todos los sectores del sitio, tanto techos como paredes, aunque la mayoría fue pintada en los techos (N: 276 en techos y N: 164 en paredes). Se registró un total de 114 superposiciones y 416 motivos fueron considerados como "muy privados", 18 como "privados" y cinco como "públicos". Con respecto a los grupos etarios, se identificaron siete manos asignables a infantes, y el resto (N: 105) no han podido ser aún caracterizadas. Para CAP, (N: 152), todos los motivos fueron ejecutados en las paredes. Se registró un total de diez superposiciones, y 101 motivos fueron clasificados como muy privados, 41 como privados y diez como públicos. No existen características que permitan asignar este registro a algún grupo etario en particular. Por último, en el caso de PJ, los siete motivos registrados se ubican en las paredes. Una única mano se encuentra superpuesta sobre otra, probablemente de manera sincrónica, dado que se trata de positivos de mano prácticamente iguales. Al localizarse los motivos en una cavidad pequeña, todos fueron considerados como muy privados. Las palmas de mano registradas fueron realizadas a partir de la mano de uno o varios infantes (Tabla 3).

Tabla 2: Variables de análisis de los paneles.

Incidencia de luz natural: A: alta, B: baja, C: nula;

Performance asociada: A: uso de algún elemento de incrementación de altura, B: postura de pie/ sentado/arrodillado/en cuclillas, C: acostado;

Topografía: A: rugoso, B: liso, C: mixto.

Discusión e integración de líneas de evidenciaA partir de los resultados descritos previamente pueden señalarse algunas cuestiones relativas al objetivo de entender la interacción entre pinturas, personas, y espacios. Para el caso de CP1, se ha propuesto una potencial relación entre las actividades de pintado, y otro tipo de actividades domésticas, dada la cercanía de las pinturas con los espacios de fogón, y la aparición en estratigrafía de posibles estratégico de la incidencia de la luz y la preparación de paneles previo al pintado, como el caso del panel 3 (Figura 5c), y la presencia de una mayoría de motivos en los techos (que en pocas áreas superan los 1,50 m de altura) podrían reforzar esta hipótesis.

Tabla 3: Variables de análisis de los motivos.

Figura 3: Sector de CP1 con concentración de mayoría de pinturas.

En CP2 cabe destacar los tamaños pequeños de las manos, que se ubican además cerca del nivel del suelo actual. Acerca de esto, cabe señalar que en un sondeo realizado recientemente, se han encontrado artefactos óseos con coloración rojiza.

Para CP3, el uso del abrigo como un espacio de estadía prolongada ha sido descartado a partir de las características de varias unidades y variables de análisis (tamaño reducido, desnivel, luz escasa, techos bajos y capacidad de circulación limitada) (Figura 5a y 5b). La presencia de la mayor cantidad de pinturas en este espacio, a pesar de dichas características, permite proponer que su uso podría estar únicamente (o con énfasis) relacionado con la producción de pinturas. El potencial uso subproductos de pintado asociados a otros elementos como el material lítico y óseo. No obstante, interesa destacar que las pinturas se concentran en un punto de poca incidencia de luz solar, de pequeñas dimensiones y donde pueden ubicarse pocas personas en simultáneo (Figura 3). Esto permite inferir una producción y un uso privativo y probablemente íntimo de esta materialidad.

Figura 4: Negativos de mano de infantes de CP2. Izquierda: foto original, derecha: foto retocada con D-Stretch (Harman 2008).

En el caso de CAP también se infiere que las características del sitio y su ubicación en el espacio (luminosidad reducida, a lo que se suman factores ambientales como el poco reparo de vientos del O en sectores cercanos) no habrían propiciado su uso prolongado como un espacio de actividades domésticas (Figura 6).

Figura 5: Características espaciales de CP3. a y b: primer acercamiento a estas cuestiones. En este techos bajos. C: iluminación diferencial de motivo sentido, ha sido señalado que una observación circular de panel 3. limitada por el emplazamiento de las pinturas

Figura 6: Iluminación restringida en CAP

Asimismo, el uso de PJ como espacio doméstico puede descartarse debido a su acceso dificultoso y su tamaño reducido (Figura 7). Lo que ha sido señalado para CP3 con respecto a las condiciones que imposibilitan la estadía prolongada en un espacio limitado y al acceso visual restringido, en este caso se ve intensificado. En este sentido, la privacidad de este sitio es la mayor entre los casos aquí estudiados. Todo esto se infiere no sólo a partir del difícil acceso al mismo, sino también a que no posee ningún demarcador o característica distintiva que lo señale en el paisaje, ya que no caben más de dos cuerpos adultos en simultáneo.

Si bien las variables analizadas no agotan las posibilidades de abordaje de las agencias extrahumanas, este trabajo intentó presentar un puede relacionarse con lo privado, lo familiar, lo íntimo y el consumo restringido de un mensaje codificado (Kechagia 1995; Lenssen-Erz 2004). Para el NO de Santa Cruz, Aschero (1993) señala, entre otras cosas, que la asociación entre la fijación de arte rupestre en el paisaje, como demarcador de lugares de retorno previsto (principalmente para el caso de los sitios de habitación) implica "representaciones expuestas a una observación participante de carácter colectivo o comunitario, no privativo" (Aschero 1993: 155). Por el contrario, las pinturas registradas hasta el momento en Aldea Beleiro parecen indicar más bien un uso restringido y privado de estos artefactos. En síntesis, algunos indicadores permiten pensar que su producción y uso estuvo relacionado con grupos reducidos de personas y actividades planificadas. Indicadores de esto último son tanto las cuestiones espaciales, como las cuestiones tecnológicas, que permiten inferir una inversión de trabajo considerable para la confección de las pinturas (Gutiérrez 2020). En cuanto al acceso visual restringido, interesa destacar que, desde el estructuralismo y la escuela de la Gestalt (Kechagia 1995; Lenssen-Erz 2004; Leroi-Gourhan 1965), ha sido señalado que ciertas relaciones espaciales entre elementos, y las características de los lugares elegidos para representar motivos podrían ser reflejo de las percepciones que los individuos construyen acerca de su entorno. En este sentido, el hecho de pintar en lugares cerrados, restringidos, podría reflejar una experiencia de seguridad, de refugio, protección, entre otros (Kechagia 1995). Así, si bien no es el objeto de este trabajo establecer significados semánticos específicos acerca de la posible narrativa del arte rupestre, las características de la evidencia analizada permiten pensarla desde una óptica tal vez vinculada a la experiencia familiar e íntima, contrario a lo que ha sido postulado para otras áreas.

Figura 7: Izquierda, representaciones de manos de infantes; derecha: la persona observa único panel con representaciones desde único punto donde es posible sentarse.

Además, la evidencia de la niñez como un lugar de participación activa en estas actividades, podría implicar espacios de transmisión de conocimiento y aprendizaje (Castro Esnal et al. 2007; Gradin 1982; Politis 1998; Sacchi 2006). Estos conceptos remiten de alguna manera a la idea de la memoria como un lugar de perduración de ideas, que se transmiten a lo largo de generaciones, y de transmisión del conocimiento. Al respecto, cabe señalar que la memoria y su transmisión oral, son mecanismos por medio de los cuales las percepciones sobre el ambiente pueden perdurar de generación en generación. Esto podría verse reflejado, arqueológicamente, en la evidencia de la niñez como registro exclusivo de dos de los sitios (CP2 y PJ) (Figuras 4 y 7), en donde se observan representaciones de manos pequeñas pintadas (Gutiérrez 2020).

A partir de lo expresado previamente, se puede ver también que en esta área parece haber una gran energía puesta en la producción y ejecución de representaciones rupestres. Esto se evidencia, entre otras cosas, en la alta cantidad de motivos representados y la selección de lugares de pintado de difícil acceso. Como fue anticipado, el uso en conjunto de la evidencia analizada con otras líneas, ilustran acerca de la percepción de estas personas acerca de diversos lugares y materiales. En este sentido, las fuentes históricas señalan la importancia de los minerales durante, y tal vez como causa de, la circulación por el paisaje: "Por todo el día siguiente continuamos atravesando un erial peñascoso, (...) cuyos frentes mostraban en muchas partes capas de ocre rojo y amarillo visibles a gran distancia. A algunas de estas escarpas se trepaban las mujeres para renovar su provisión de pintura" (Musters 1964: 145 [1869-70]). Además, se mencionan también, minerales a los que se les otorgaba un poder curativo: "(...) se curan con una especie de tierra aluminosa (...) que se encuentra solamente en las regiones meridionales del país, y es muy difícil conseguir de los indios un poco de esa medicina tan estimada" (Musters 1964: 201 [1869-70]).

Esto permite entrever que la búsqueda de este tipo de recursos era de suma importancia para estos grupos. Además, los topónimos dan cuenta de lugares nombrados específicamente a partir de elementos colorantes: "La llaman Yatzemschlec, esto es color negro, con el cual se pintan o untan las cejas. La loma se llama así, porque en ella se encuentra la piedra de este color" (Claraz 1988: 48 [1865-1866]). De este modo, en este trabajo se entiende que el paisaje, un entorno culturalmente construido, es vivido por cada grupo de una manera particular que es transmitida de generación en generación a través de la memoria, la toponimia y la transmisión oral. Los pobladores actuales asentados en las mismas áreas en las que han vivido sus antepasados del siglo XVIII y XIX, presentan modos de relacionarse con este paisaje que en algunos aspectos guardan similitud con los de las generaciones anteriores (Castro Esnal 2010, 2014). Esta memoria y los vínculos entre las personas y los lugares, se ve también en los relatos de gente joven, como los fragmentos citados más arriba. Además, también se ha registrado la coparticipación de adultos e infantes en actividades relacionadas con el uso de algunos recursos (Castro Esnal et al. 2007).

Por otro lado, en línea con lo previamente mencionado, puede decirse que se observan ciertos indicadores que permiten ampliar la escala espacial de análisis e inferir una red de códigos, saberes, y memorias que se expandieron y movilizaron por este espacio a lo largo del Holoceno. Es así que el análisis de la morfología de motivos de los sitios de Aldea Beleiro permitió vincular esta área principalmente con la región vecina de Aysén (Chile) y el NO de Santa Cruz en base a las similitudes de forma, las técnicas utilizadas (pintura y no grabados), y estilos representados. Por ejemplo, se destaca que esta área podría dar cuenta del caso más septentrional de presencia de guanacos del grupo B1 (Gutiérrez 2020; Gutiérrez y Castro Esnal 2018; Gutiérrez et al. 2022), grupo definido en base a los estilos presentes en sitios de la provincia de Santa Cruz (Aschero 1993; Gradin et al. 1979). Además, la presencia a lo largo de toda la estratigrafía de obsidiana proveniente de Pampa del Asador (Santa Cruz) y de obsidiana del área de Río Cisnes (Chile) en la capa 6, y la similitud tecnológica observada con los artefactos líticos de los sitios cercanos de Aysén refuerzan esta idea (Castro Esnal et al. 2017a, 2017b). También resulta interesante señalar que, a pesar de la presencia conspicua de motivos relacionados con el "Estilo de Grecas" en otros sitios arqueológicos conocidos del centro y sur de Chubut (sitios de los valles de los ríos Mayo y Guenguel (Arrigoni 2009, 2018), Alero de las Manos Pintadas (Gradin 1973), sitios de los alrededores de los lagos Musters y Colhué-Huapi (Moreno et al. 2015; Moreno y Herrera Santana 2016) y Cerro Shequen (Gradin 1978), este no ha sido registrado en el área de estudio. Con respecto, entonces, a la vinculación de áreas, personas y objetos, estas líneas de evidencia han mostrado ser útiles en conjunto.

En suma, el registro arqueológico señala una mayor conexión del sudoeste de Chubut con el noroeste de Santa Cruz y la región chilena de Aysén que con otras áreas del Chubut (hay que recordar, obviamente, que los objetos no circulan aislados): - En todas las regiones del SO de Chubut se encuentran, aunque en baja frecuencia, artefactos de obsidiana (instrumentos, desechos y núcleos), materia prima cuyas fuentes son extra regionales. La obtención de esta roca no local involucra estrategias distintas para su obtención y que implicaría una mayor complejidad e inversión de trabajo (sea por su transporte, o por las relaciones de intercambio que deben ponerse en juego para su adquisición). La cuestión es entender el porqué de la decisión de realizar esa inversión extra, siendo las materias primas locales suficientes, económicamente hablando. De esto se desprende que el origen de este comportamiento debería analizarse dentro de una problemática más bien social (y tal vez simbólica) que económica. Para el caso particular de Aldea Beleiro, las obsidianas señalan una mayor proveniencia meridional que septentrional de esta materia prima. Esto se evidencia en la caracterización geoquímica de artefactos cuya materia prima procede de Pampa del Asador. La presencia en todos los sitios analizados de materias primas de excelente calidad para la talla, invitan a pensar que el uso de la obsidiana corresponde a razones extraeconómicas.

-La distribución de motivos morfológicamente similares apoya esta conexión con espacios más meridionales, como por ejemplo lo ya mencionado sobre la presencia de guanacos de vientre abultado, característicos del Holoceno medio santacruceño.

-Esta conexión con el sur puede verse también en los relatos de pobladores actuales: en primer lugar, existen relaciones de parentesco entre las familias de El Chalía con las del río Pinturas y el río Deseado, que existen desde principios del siglo XX, según los datos proporcionados por Pati Chapalala en Aguerre (2000), y pueden retrotraerse, al menos, al siglo XIX de acuerdo con el origen aonikenk de la familia Quilchamal (Pinotti 2001, 2004). Los entrevistados mencionaron a la colonia de los Vera en Santa

Cruz como parientes que conocen y visitan. Hoy en día, muchos de los hijos adultos de los actuales habitantes de El Chalía se encuentran trabajando frecuentemente en estancias de esa misma provincia (Castro Esnal 2010, 2014). Refuerzan esta idea, además, las percepciones de los "antiguos tejiendo matras", en las pinturas de Santa Cruz, del Cacique Manuel Quilchamal. Por último, algunos relatos advierten sobre una apreciación negativa de otros espacios, como el norte: "ir para el norte es ir a morir", "el norte está relacionado con la muerte, a veces alguien muere y se dice: se fue para el norte". Otra pobladora de aproximadamente unos 50 años mencionó: "Al norte van cuando nos morimos" (Castro Esnal 2010, 2014).

Por último, a partir del análisis de las pinturas rupestres, puede decirse que los paisajes familiares pueden brindar identidad y bases morales, un sentido de la historia y de la genealogía, coherencia, estabilidad y apego (Kechagia 1995; Tagon 1999). Si a esto se suman los datos que han brindado los estudios acerca de la movilidad (Castro Esnal 2010, 2014), cabe destacar que a medida que la gente se mueve estacionalmente, en sus ciclos anuales, la percepción de lugares especiales y la atribución de significados a los mismos, puede tener consecuencias, tanto en la movilidad como en las decisiones humanas en general (Castro Esnal 2010, 2014; Curtoni 2000). La continuidad en el tiempo de estos modos de relacionarse con el paisaje se da a través de la memoria y su transmisión, por medio del lenguaje y las prácticas, atravesando las distintas generaciones (ver por ejemplo: Connerton 1989, 2006; Hodder y Cessford 2003; Küchler 1993; Mills y Walker 2008; Rowlands 1993; Tagon 1999). Sumamos aquí que además de estos elementos inmateriales, tanto las pinturas rupestres como los caminos, pueden contribuir a hacer a estos espacios perdurables y transmitidos. La memoria, al brindar referencias cognitivas, se constituye en un aspecto central para la constitución de la percepción, la experiencia y la acción. Dicha memoria puede apoyarse en imágenes y lugares señalados. Esto puede tener un correlato en la alta presencia de superposiciones (aunque dado que la mayoría no se le puede atribuir un "tipo" no se puede inferir ni descartar intencionalidad). En este sentido, entendemos que la diacronía en los eventos de pintado en estos espacios, cuyas representaciones permiten hablar de acontecimientos que tuvieron lugar a lo largo de todo el Holoceno, pueden dar cuenta de esto. Así, existen otros elementos, extrahumanos (aunque creados por ellos), como los caminos y las pinturas rupestres, que embeben a los lugares de significados y los demarcan, y que, como la memoria, perduran en el tiempo.

Estos elementos, particularmente la circulación de personas y los caminos, han sido previamente vinculados con los sitios con representaciones rupestres en Patagonia (Onetto 1991). Al respecto, ha sido señalado que estos lugares, si bien no constituyen un punto de demarcación necesaria dentro de un camino, sí constituyen espacios significativos en el paisaje, tal vez como puntos de referencia (Castro Esnal 2010, 2014). Ahora bien, como ha sido expresado, el arte rupestre de Aldea Beleiro aparenta estar relacionado con actividades privadas. Al respecto, al ser el cañadón del arroyo Ñirihuao, en general, y CP, en particular, demarcadores dominantes del paisaje (Lennsen Erz 2004), este sitio se presenta como un punto de parada obligatoria para los viajeros. Los valles de los ríos constituyen corredores de circulación naturales (Borrero et al. 2008 en Castro Esnal et al. 2017b) y esta zona constituye además una vía de comunicación entre dos ambientes (el bosque y ecotono bosque/estepa hacia el noroeste y la estepa hacia el sudeste). Esta característica, donde el paisaje representa un hito o una señalización del paisaje en sí mismo, podría explicar el hecho de que no haya habido una demarcación pública del mismo a través de la confección de pinturas. En este sentido CP constituiría un punto relevante y significativo de una ruta estructuradora del espacio (Castro Esnal 2010, 2014). Es así que, dentro de todo el entramado de acciones e interacciones con este corredor natural, se eligió confeccionar marcas en este punto en particular del espacio, que, si bien conforma un punto disruptivo del paisaje, demarca también la continuidad de un camino. En este sentido, uno de los aspectos centrales para el estudio de los caminos fue su perduración en el tiempo (Castro Esnal 2010, 2014); este trabajo permite sumar a las representaciones rupestres como un indicador de la trascendencia diacrónica en el uso de este lugar (desde los 9000 cal. AP hasta tiempos recientes), teniendo en cuenta que, como los caminos, las imágenes perduran en el tiempo.

Palabras finalesEste abordaje ontológico intentó demostrar, preliminarmente, que algunos aspectos de la subsistencia, como ya ha sido sostenido por A las familias Solsona, Roselló y Pérez del Barrio, por su invalorable apoyo y hospitalidad. A Cecilia Pérez de Micou, Silvia García, María Laura Casanueva con quienes compartimos trabajos de campo e interesantes charlas. A José María Vaquer y Laura Pey por impulsar la escritura de este trabajo, y por sus valiosos comentarios y sugerencias. A los evaluadores anónimos, por su dedicada tarea que ayudó a mejorar este manuscrito.

Figura 8: Corredor natural del Arroyo Ñirihuao.

Castro Esnal (2010, 2014), pueden no estar supeditados a factores económicos, y que las cosas, las rutas y los espacios pueden jugar un rol activo en el entramado de actividades llevadas a cabo por los grupos humanos. El planteamiento de una metodología específica no busca esencializar a distintas ontologías, sino que pretende ser un llamado de atención, para invitar a tener en cuenta variables no tradicionales, que pueden echar luz sobre la relación entre personas, objetos y lugares. Se entiende que, si bien las ontologías son contingentes y temporales (Alberti 2016; Alberti y Marshall 2009; Skibo y Schiffer 2008), la metodología aquí propuesta puede ser aplicable, con las salvedades pertinentes (por ejemplo la modificación del espacio a lo largo del tiempo, o los potenciales agentes tafonómicos que pueden haber afectado el registro) para todos los sitios y momentos del Holoceno, dado que la performatividad del cuerpo juega un rol clave en el entendimiento de estas relaciones.

Por último, como ha sido mencionado, la memoria social y el rol de los recuerdos condicionan las maneras de habitar y experimentar un paisaje. Los fragmentos citados más arriba ilustran acerca de este punto. Con respecto a las pinturas rupestres, los ejemplos de Aldea Beleiro indican que la performatividad del cuerpo en el acto de pintar y observar estas representaciones también influyen en la manera de vivenciar el paisaje: lugares probablemente iluminados con luz artificial y ocupados por pocas personas en simultáneo. Teniendo en cuenta que el paisaje se habita también en función de la memoria social y la performance de los recuerdos (Vaquer y Cámera 2018), y que las cosas perduran junto con la memoria, el trabajo de realizar pinturas en las paredes rocosas probablemente se realizó con el fin de perdurar en el tiempo (Aschero 1988). No obstante, se entiende que el amplio lapso temporal de ocupación del sitio consiste un desafío a resolver. Sin embargo, dados los fines de este trabajo, se considera que este tipo de abordajes pueden contribuir al acercamiento a ontologías nativas, en las que los modos de habitar un paisaje cargado de sentidos difieren sustancialmente de la lógica arqueológica con la que se intenta dar sentido al registro material.

Agradecimientos: Este trabajo se enmarca en subsidios financiados por la UBA, el CONICET y la ANPCyT, en el marco de un convenio firmado entre la Secretaría de Cultura de Chubut y el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. Agradecemos a los habitantes de la Colonia El Chalía quienes abrieron sus puertas para recibirnos reiteradas veces, especialmente a la familia Santibañez, González y a la familia del cacique Quilchamal.

Presentado 29/12/2022

Recibido con correcciones 15/06/2023

Aceptado: 15/06/2023

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