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Anuario de investigaciones

versão On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. v.12  Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./dez. 2005

 

PSICOLOGÍA SOCIAL, POLÍTICA Y COMUNITARIA

Reactualización de las luchas obreras en empresas recuperadas por sus trabajadores

The actualization of the workers struggles in the enterprises recovered by themselves

Robertazzi, Margarita1; Ferrari, Liliana2; Pertierra, Liliana Isabel3; Calcagno Ana María4

1 Directora del proyecto P057. Prof. Regular Adj. Cátedra Psicología, CBC, UBA. Jefa de Trabajos Prácticos, Psicología Social II, Fac. de Psicología, UBA.
2 Co- Directora del proyecto P057. Prof. Adj. a cargo de Problemas Sociológicos en Psicología, Fac. de Psicología, UBA.
3 Miembro del equipo de investigación P057. Auxiliar docente en Problemas Sociológicos en Psicología, Fac. de Psicología, UBA.
4 Miembro del equipo de investigación P057. Auxiliar docente cátedra Psicología, CBC, UBA.

Investigación acreditada Proyecto UBACyT 2004-07: "Análisis psicosocial comparativo en el proceso de constitución de bienes de utilidad social. Resiliencia comunitaria en empresas recuperadas".

Resumen
Este artículo presenta una descripción acerca de un proyecto de investigación en curso en el que se abordan, desde el punto de visto psicosocial y psicopolítico, los procesos de constitución de bienes de utilidad social, es decir el surgimiento de las empresas recuperadas por sus trabajadores y trabajadoras en nuestro país.
El proceso de apropiación de la fuente de trabajo es incluido habitualmente en la categoría de nuevo movimiento social, tanto en el ámbito académico como en algunos medios de comunicación de masas. En este artículo se discute la pertinencia de esta teoría de la Psicóloga Social para dar cuenta del fenómeno estudiado. Para tal fin se comparan definiciones teóricas con el material discursivo obtenido en entrevistas participativas con trabajadores y trabajadoras de dos empresas gráficas recuperadas en la Ciudad de Buenos Aires.
Se plantea la relevancia de contextualizar aspectos de esta teoría en función de las características que el grupo estudiado, así como otros semejantes, adquieren a en Argentina. Se trata de luchas que parten del movimiento obrero y que adquieren formas novedosas en la medida en que la actual etapa política plantea problemas también novedosos e inabordables a partir de las luchas clásicas.

Palabras clave: Empresas recuperadas; Nuevos movimientos sociales; Contexto local

Abstract
This article presents a description of a research project still in progress. In this paper we focus the psychosocial y psychopolitical vision regarding the way in which social assets are constituted. This is the emergent phenomena in our country of the enterprises recovered by their workers.
This process is normally included under the category of new social movement, not only in the academic area but also in some mass media. In this article we discuss the pertinence of this theory of the Social Psychology to study the mentioned phenomena. To do this we contrast theoretical definitions and the discursive material obtained in participative interviews with the workers of two recovered enterprises belonging to the graphic industry in the city of Buenos Aires.
We focus in the relevance of contextualize the different aspects of this theory according the characteristics taken by the group under study as well as similar others in Argentina. This implies the acquisition of newly ways of struggle by the workers movement, being also the current political stage a source of newly problems which are unapproachable by the classical struggle.

Key words: New social movements; Recovered enterprises; Local context

Introducción

A partir de 2003 este equipo de investigacióna ha comenzado el estudio de nuevos objetos y sujetos sociales: las empresas recuperadas y sus trabajadores y trabajadoras, quienes construyen este nuevo objeto y se construyen simultáneamente como nuevos sujetos.
Durante el primer año de trabajo se ha realizado un estudio de caso en la Cooperativa Chilavert Artes Gráficas (Programación Científica UBACyT 2003, P 615) y, en la actualidad, un nuevo proyecto (Programación Científica UBACyT 2004-07, P 057) amplía su base empírica e incluye el estudio de otras dos empresas recuperadas por sus trabajadores y trabajadoras, las que también se dedican a las artes gráficas y se encuentran funcionando en la ciudad de Buenos Aires.
Un buen número de publicaciones tanto académicas como periodísticas presentan este fenómeno emergente como un representante de los nuevos movimientos sociales. Si bien es posible concluir que comparte muchas de las características de los mismos, no debería perderse de vista que se trata de un acontecimiento que -en Argentina- ha partido del movimiento obrero y como tal reviste, a la vez, atributos propios de luchas más clásicas, aunque su combinación resulte novedosa. La contex-tualización en nuestro país, y en América Latina en general, lleva a considerar la diferencia con el tipo de reclamos propios de otras latitudes en donde las necesidades resultarían menos urgentes.
Se describe la investigación que este equipo viene llevando a cabo y se presenta luego una discusión respecto de los nuevos movimientos sociales en función de las definiciones académicas y también de las que aportan los trabajadores y las trabajadoras, protagonistas de la recuperación de empresas en nuestro país.

Descripción de la investigación y algunos resultados
El objetivo general de la investigación en ejecución es indagar -desde la perspectiva de una reconstrucción crítica de la historia colectiva- la serie de transformaciones psicosociales que se producen en el proceso de apropiación de la fuente de trabajo y comparar diferentes cursos de acción organizacionales en función de identificar factores y modalidades de resiliencia colectiva y organizacional.
Desde el punto de vista metodológico, se ha partido de un diseño exploratorio abierto y flexible, planificado a partir de las preguntas e intereses que los y las protagonistas manifestaron en entrevistas previas realizadas, de manera tal que objetivos, metodología y análisis de los resultados ha tomado y toma en cuenta todo aquello que los propios trabajadores y trabajadoras se encuentren interesados e interesadas en conocer. Los propósitos, el marco teórico y valorativo previo del equipo de investigación han sido incluidos como una perspectiva más a regular en el diálogo permanente y horizontal con los y las protagonistas; conversación que contempla aspectos históricos así como distintos acontecimientos que van complejizando y dinamizando el proceso estudiado.
El abordaje metodológico es cualitativo y los datos se construyen a partir de distintas técnicas que se utilizan simultáneamente: la observación cuasi participante y las entrevistas participativas, individuales y grupales. La administración del método biográfico enfoca especial-mente relatos de vida que incluyen desde la situación laboral anterior a la deserción del patrón hasta el proceso posterior de recuperación de la fuente de trabajo. Las observaciones atienden a la vida laboral cotidiana, no obstante se extienden hacia otros ámbitos públicos en los que también participan los trabajadores y las trabajadoras. El material discursivo de las entrevistas ha sido trascripto para el posterior análisis del contenido y del discurso. El número de participantes en las dos primeras empresas estudiadas permite incluir a todos y todas sus protagonistas, si bien se respetan los tiempos personales y los deseos de conversar o no con el equipo de investigación. Es a partir de los diálogos ya sostenidos que se han incluido otros participantes indirectos en el proceso, los que también son entrevistados o entrevistadas.
El proceso de apropiación de la fuente de trabajo se caracteriza por estar en permanente transformación, de ahí que intentar presentar conclusiones definitivas será siempre un recorte arbitrario y coyuntural de aquello que se intenta conceptualizar. Una ligera revisión de las publicaciones ya presentadas por este mismo equipo muestra la rapidez con la que pierden su vigencia; el fenómeno adquiere cada día nuevos perfiles y dimen-siones necesarias de explorar.
En las XI Jornadas de Investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, realizadas en julio de 2004, algunos miembros de este equipo presentaron un artículo que discutía las contradicciones del encuadramiento legal de los denominados bienes de utilidad social que se encontraban funcionando mediante una "ocupación temporaria" y "un permiso de uso precario" (Robertazzi, Ferrari, Pertierra y Calcagno, 2004).
El proceso de apropiación de "bienes de utilidad social", nombre con el que la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires ha identificado a estas empresas, presenta carac-terísticas diferenciadas en cada una, según su historia, sus lazos sociales previos, las características de los liderazgos, la constitución de sus cooperativas, el desencadenante del reclamo y la forma y el tiempo en la cual se produjo la ocupación y posterior recuperación. En el interior de estas organizaciones los cambios subjetivos en sus protagonistas tampoco son homogéneos y puede encontrarse una diversidad no exenta de conflictos más o menos explícitos. No obstante, los trabajadores y trabajadoras, a su modo, intentan transitar conjuntamente el proceso de hacerse dueños de sus fuentes de trabajo, de sus acciones y de sus decisiones políticas.
Un último suceso en la serie de transformaciones visibles, resultado de las luchas en espacios públicos, ha sido el importante logro de la sanción de la Ley de Expropiación Definitiva para trece cooperativas de trabajo en la ciudad de Buenos Aires, lo que representa un cierto alivio a la incertidumbre del "uso precario y la tenencia temporaria", pero no elimina los conflictos existentes. Los dos talleres gráficos que se incluyen en este artículo forman parte del grupo que ha obtenido la expropiación definitiva.
Los trabajadores y las trabajadoras día a día sostienen el compromiso de defender sus empresas, para ello hay quienes se enfrentan con sus propias y personales contradicciones, también con las que surgen vincularmente en el interior de las organizaciones y con los colectivos más amplios que las unen y las separan. Sin embargo, no puede dejar de subrayarse la continua y sostenida lucha política en el espacio público, cuyos denominadores comunes resultan el reconocimiento, la viabilidad económica del proyecto productivo, la legitimación a otras cooperativas constituidas más tardíamente y el apoyo a otros grupos sociales en situación de precariedad e injusticia.

Los nuevos movimientos sociales en la psicología social

En muchos sentidos, los movimientos sociales son para la Psicología Social y las sociedades contemporáneas foco de atención, interés y polémica. Discernibles como formas de acción colectiva novedosa, fechables para muchos teóricos en las postrimerías de los '50, los movimientos sociales requieren ser comprendidos en el despliegue y la inscripción misma de la modernidad en términos de individuación, socialidad y acción y, en modo paralelo, han de ser elucidados en su proyección emancipatoria.
Esa inscripción de la modernidad, que Ricoeur (1986) analiza en términos de prácticas imaginativas propias de la ideología y la utopía, se encuentra en relación con una sociedad que se concibe e interpreta como efectivamente construida y potencialmente transformable.
Una de las coordenadas conceptuales consensuadas para caracterizar el modo de funcionamiento de los movimientos sociales es la red interactiva, modo de funcionamiento y relación social que alude a los sistemas espontáneos de intercambio entre actores individuales, grupos y organizaciones (Della Porta y Diani, 1999; Iñiguez Rueda, 2003), en correlato a las ausencias, las carencias o en directo antagonismo con el modelo mental-territorial de las instituciones y políticas públicas (Castel, 1995). Como el mismo Castel señala, las redes sociales vehiculizan diferentes formas de afianzar la protección a través de la inventiva de formas sociales de ayuda, las que para el caso específico de los nuevos movimientos sociales ponen el énfasis en la consistencia de la autoorganización interdependiente (Najmanovich, 1995). Por otra parte, y porque las redes constituyen un dispositivo en acto de participación social, resulta particularmente importante no obstaculizar su propio flujo plural y la circulación misma de sus intercambios (Fernández, 1995), condición que permitiría desreificar el funcionamiento en red de los movimientos sociales, amplificando sus características de acción social, no mecánica ni mera reactividad a ciertas condiciones sociales objetivas o comunes.
Otra característica común para la mirada de la Psicología Social en torno a los movimientos sociales consiste en identificar más allá de los componentes de su acción un conjunto de creencias comunes y la predominancia de un vínculo solidario (Della Porta y Diani, 1999; Iñiguez Rueda, 2003). La mención a creencias compartidas y la vivencia de pertenencia recíproca deben ser puestas en relación con la tensión polar entre ideología y utopía, ya que los movimientos sociales generan lecturas, significaciones y comportamientos sociales desconocidos e impensables o cosmovisiones originales y colectivas en torno a cuestiones sociales del presente o a su propia posición en la cuestión social en sí misma.
Las creencias y vivencias hacen borrosos los límites estatuidos entre pensar, actuar y sentir, así como la supuesta exterioridad del mundo a la experiencia reflexiva del mundo de vida en el que se despliegan como actor colectivo. El componente utópico de sus prácticas no resulta una ectopia de lo social en el sentido estricto en que Ricoeur (1986) lo plantea. Es decir que no están, a la manera de un género literario generando un modelo de socialidad semejante a un lugar sin lugar, por lo contrario, el actor colectivo que se moviliza en los diversos movimientos sociales toma conciencia de la construcción alternativa en el presente y desde sus contingencias, siendo su visibilización pública un momento expresivo que no lo agota y que lo distingue de la sola protesta o coalición.
Tal como Laclau y Mouffé (1987) han advertido en su lectura de las sociedades democráticas y postmarxistas, el conflicto de las sociedades contemporáneas no admite un actor único y privilegiado por su falta de reconocimiento económico y por su consecuente opresión, la clase obrera para el caso. La conflictualidad que los discursos democráticos han puesto de relieve es visiblemente polimorfa, social, cultural, distributivo económica y de reconocimiento.
Sin embargo, no puede dejar de considerarse que los movimientos sociales son un producto que debe ser situado socio-históricamente. Dice Iñíguez Rueda (2003) que la forma que adquieren es propia de este momento histórico, considera el "punto de inflexión" alrededor de los años '60:
Surgieron cuando las personas pudieron verse a sí mismas, tanto como individuos que como grupos y colectividades, agentes de su propio destino (...) si eran la causa de lo que hay, también podían ser el origen de lo que vendrá. (p. 75).

Por tanto los anteriores movimientos de tipo emancipatorio buscaban cambiar la estructura social, mientras que los otros, más actuales, no estarían determinados por la búsqueda de mejoras materiales sino por "crear mayores espacios de libertad, de participación y de gestión conjunta de los asuntos sociales" (Iñíguez Rueda, 2003, p. 76).
Es a partir de estas diferencias que las teorías marxista y estructural funcionalista resultaron insuficientes para comprender estos movimientos que resistían el poder y el control social. Por lo tanto, para Iñiguez Rueda (2003), las ciencias sociales fueron aplicando otras tradiciones teóricas para estudiarlos: el modelo interaccionista-constructivista y la construcción conjunta de nuevas significaciones, la teoría de la movilización de recursos que pone el acento en acción racional, la teoría de la estructura de oportunidades políticas y sus contextos políticos para la movilización y, finalmente, la teoría de los nuevos movimientos sociales. En este marco también la Psicología Social podría hacer sus aportes, básicamente a partir de los modelos de Moscovici y de Tajfel.
Si se parte de una definición consensuada "se trataría de redes informales, basadas en las creencias y la solidaridad que se movilizan sobre cuestiones conflictivas, por medio del uso frecuente de varias formas de protesta" (Iñiguez Rueda, 2003, p. 123).
Son entonces cuatro los puntos en común que se encuentran presentes en la mayoría de las tradiciones: 1) los procesos interactivos entre individuos, grupos y organizaciones, con vínculos de mayor o menor forta-leza, posibilitan la circulación de recursos para la acción, redes informales interactivas como sistemas abiertos de significado que construyen visiones del mundo y estilos de vida; 2) el sentido de la pertenencia, la solidaridad, las creencias y los valores compartidos son requisitos para el surgimiento de nuevas identidades colectivas que redimensionan lo real y lo posible; 3) la acción colectiva focalizada en conflictos que apoya o se opone a los cambios sociales; 4) el uso de la protesta como comportamiento político no convencional.
Estas cuatro características podrían ser aplicadas apro-piadamente a las empresas recuperadas estudiadas, no obstante conviene aclarar que todas ellas se despliegan en el proceso y que no constituyen lo inicial ni lo esencial desde el punto de vista de sus protagonistas.
En la mayoría de las entrevistas realizadas, inde-pendientemente de las diversidades, el conservar la identidad de trabajadores y trabajadoras fue el principal motor del proceso desarrollado. La defensa de ese derecho considerado inalienable fue produciendo a la vez importantes cambios subjetivos, organizacionales y comunitarios.
De modo muy claro lo dice el actual ministro uruguayo, Pepe Mujica, en una entrevista realizada por Giglio (2005): "... pero si no comemos primero ¿quién puede sentarse bajo un árbol a tomar mate y pensar?. Pensar es un lujo de los pueblos ahítos. Hay derechos que son fundamentales del ser humano. No hay que perderlos" (p. 40).

Los nuevos movimientos sociales y los medios de comunicación

Se trata de un concepto que ha cobrado popularidad y puede ser encontrado en distintos medios de comunicación de masas, podría decirse que probablemente ya exista cierta prototeoría del sentido común que lo haga circular como representación social (Basabe, Páez y cols., 1992).
De modo no tan frecuente como sería deseable, algunos medios hacen referencia a este período de la historia que nos toca vivir como el momento de mayor acumulación y concentración del capitalismo en el que surgen movimientos de resistencia popular a las políticas neoliberales. Le Monde Diplomatique dedica uno de sus números a este análisis. Al respecto dice su director (2002):
De Seattle a Génova, de Viena a Lima, de Seúl a Buenos Aires o Pretoria, las desigualdades y el vaciamiento de las democracias, el desmantelamiento de los Estados y de los servicios sociales están provocando un saludable, prometedor creciente y heterogéneo movimiento mundial de resistencia (...) <sus actores> saben, la mayor parte en carne propia, que el mundo debe cambiar o se precipitará hacia la catástrofe; lo importante ahora es definir cómo. El por momentos caótico arco de proposiciones políticas, ecológicas, de género, etc. reconoce un único hilo conductor, que une en filigrana a estos grupos: la democracia, la horizontalidad, la participación (Gabetta, 2002, p. 3).

En la perspectiva de Gabetta, estos nuevos movimientos sociales adquieren en América Latina características propias porque han sido un producto de la intensa crisis social y económica, con la particularidad de provocar la inestabilidad y el debilitamiento de muchos gobiernos.
En esa misma publicación, Vassallo (2002), al ocuparse de algunos grupos piqueteros y sus organizaciones de desocupados, muestra cómo un amplio segmento de la población en Argentina, imposibilitado de rechazar los subsidios que otorga el gobierno, los aprovecha en función del bien común y para mejorar las condiciones de vida de sus comunidades. Se trata de personas que también han aprendido que la desocupación "es un factor estructural de la etapa financiera- especulativa del capitalismo y que sólo una política que lo remueva puede devolverles su condición de trabajadores plenos" (Vasallo, 2002; p. 5). Las consignas que comparten estas organizaciones piqueteras -y podría agregarse también las empresas recuperadas- son la horizontalidad, la autonomía y la democracia directa.
En cada uno de los artículos periodísticos citados se va delineando un panorama en el que el neoliberalismo es presentado como un sistema de dominación a escala mundial en el que, desde mediados de la década del '70 hasta la actualidad, las naciones perdieron sus bienes, y, salvajemente, quedaron despojadas de todo tipo de tejido protector social, institucional y jurídico. Este pro-ceso destructivo ha estado especialmente destinado a todas aquellas reivindicaciones que con sus luchas los trabajadores y las trabajadoras habían logrado conseguir. Es decir que no podría ser designado como un mero modelo económico, como muchas veces es definido, de manera aparentemente neutra.
Sería frente a este horizonte, en el que empresas y estados se destruyen, que surgen nuevas voces de justa desobediencia. Ante el descrédito de la mayoría de las instituciones tradicionales se perfilan sujetos, grupos y organizaciones que ofrecen resistencia en distintos planos: el productivo, el intelectual, el sexual, el ético, entre otros.
En una entrevista realizada durante el 2003, el Profesor Ackerman, director del Departamento de Derecho del Trabajo en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires definía a esas reivindicaciones como lo que permitía hablar de "formas de esclavitud atenuadas". Más literalmente, se refería así a la disciplina que enseña:
Frente al modelo de uno que tiene y otro que no, uno que manda y otro que obedece, uno que entrega libertad a cambio de salario, el Derecho del Trabajo diseña una alternativa al modelo de la esclavitud. En realidad, el derecho del trabajo legitima una forma de esclavitud atenuadab.

Podría decirse que en las empresas estudiadas ese tipo de formas de esclavitud atenuada o reivindicaciones, conseguidas por el movimiento obrero a o largo de luchas históricas, habían desaparecido casi por completo hasta llevar a sus protagonistas a la desesperación. ¿Qué otra cosa podría pensarse cuando el dinero recibido a cambio del trabajo sólo alcanzaba para viajar de la casa hasta el taller?. En su perspectiva luchar y desobedecer era sobrevivir, tal como queda evidenciado en los párrafos de las entrevistas que se han elegido y se presentan en este artículo. Rebón (2004) denomina a este proceso "desobedeciendo al desempleo".

Los nuevos movimientos sociales en Argentina

La expresión nuevos movimientos sociales es un modo de tomar distancia de las acciones colectivas referidas puntualmente al movimiento obrero, independientemente que los teóricos utilicen en mayor o menor medida la perspectiva marxista para su análisis. Las ciencias sociales europeas han construido teorías frente al surgimiento de movimientos sociales propios de las décadas del '60 y el '70, en los que el conflicto trabajo-capital pareció perder su hegemonía.
Las diferencias que presentan las realidades económico-políticas de Europa -no del Este- y Estados Unidos con las de América Latina son más que evidentes y explican por sí solas el peligro de trasladar sin crítica las teorizaciones acerca de los nuevos movimientos sociales de una a otra cultura o de una a otra historia.
En estas latitudes, las luchas en las décadas de los '60 y los '70 tenían como principales protagonistas a los miembros del movimiento obrero. El conflicto dictadura-democracia era el escenario en el que ya se desplegaban síntomas claros de desindustrialización, transferencia de capitales a manos extranjeras, desocupación, cierre de fábricas, endeudamiento y caída del salario. Frente a esta situación se desarrollaron luchas políticas con un alto grado de organización del movimiento obrero, donde algunos grupos utilizaron como metodología la lucha armada. El plan del capitalismo para iniciar la aplicación de medidas neoliberales llegó al extremo de responder con el terrorismo de Estado.
Uno de nuestros primeros movimientos sociales, durante ese lapso, se encarnó en los organismos de derechos humanos, siendo pioneras las Madres de Plaza de Mayo. Con posterioridad al genocidio y desde la reinstalación de la democracia, se produjo un paulatino proceso de despolitización de la ciudadanía abonado por las regalías de la plata dulce y de la convertibilidad. No obstante, el aumento de la pobreza, del desempleo y de la marginalidad, junto con el desprestigio de la clase política y la dirigencia sindical tradicional, generaron la aparición de novedosas formas de resistencia que forman parte de un patrimonio cultural (Gilly, 2004). Este historiador, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, encuentra que los nuevos movimientos sociales en América Latina reciben la herencia de luchas anteriores, más específicamente nuestro país hereda del sindicalismo revolucionario y militante, de las asambleas obreras de las décadas de los '60 y los ' 70 formas de acción directa que se actualizan en los nuevos espacios de libertad, propios de los actuales gobiernos que modifican -ampliando- los límites de lo permitido.
En este punto Gilly (2004) coincide con las afirmaciones de Eduardo Murúac, Presidente del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas: "... digamos que eran métodos de lucha antiguos que reflota la clase trabajadora por un momento especial, que es partir del '97, '98, cuando empieza la desocupación a pasar los límites del treinta por ciento ..." , o bien: "... la mayoría de los casos vos tendrías que investigarlos desde la lucha de los trabajadores, como un nuevo método de lucha, pero desde ahí, arranca desde ahí ...". Más contundente aún cuando plantea que intentar cortar este hilo conductor histórico estaría al servicio "... de los enemigos de siempre ...".
Al respecto resulta ilustrativa la utilización que Williams (1980) hace de las nociones de arcaico, residual y emergente, en el análisis histórico de procesos socio-culturales. Por arcaico entiende elementos del pasado deliberadamente revividos, como residual aquello que, formado en el pasado, tiene actividad efectiva en el presente, como emergente incluye los significados, valores, prácticas y relaciones nuevas que se crean y recrean continuamente. Las definiciones que propone para estas tendencias se despliegan en el marco de una cultura dominante, el neoliberalismo, en este caso.
En este nuevo movimiento social, el "hilo conductor" al que se refiere Murúa enlaza estos tres momentos del proceso, dado que el fenómeno investigado sintetiza viejos modos de lucha con características emergentes propias. Los componentes arcaicos del proceso estarían dados por la concientización de las luchas históricas o patrimonio cultural, los aspectos residuales estarían vinculados a los primeros momentos del proceso en los que trabajadores y trabajadoras buscaron el amparo de las organizaciones tradicionales como el sindicato y esperaron la protección del sistema político o del judicial. Lo emergente habría resultado en la situación singular de la deserción de las patronales y de la ausencia de respuesta de quienes deberían haber podido darlas, por lo que se asume el riesgo de resignificar la identidad obrera en la responsabilidad productiva.
Entre las nuevas formas de lucha en nuestro país se encuentran las organizaciones piqueteras, las cooperativas de cartoneros, las asambleas y, por supuesto, las empresas recuperadas por sus trabajadores. Para describir el lema de "Ocupar, resistir, producir", con el que también se identifican las dos cooperativas estudiadas, dice Rebónd (2004):
Trabajando sin patrón, trabajando contra el desempleo, trabajando. La lucha por trabajo en una sociedad que se debatía en su más profunda crisis, con niveles inéditos de desempleo, nutría de legitimidad la recuperación de empresas, más allá de las legalidades aparentemente cuestionadas. La fuerza del trabajo en el país del desempleo proporcionó la determinación moral para que una porción de la fuerza de trabajo lograra preservar su espacio en el mercado laboral. Sin patrón, sin un camino predefinido, desobedeciendo al destino aparentemente inevitable, estos trabajadores asumieron el desafío de producir sin el mando del capital. (pág. 23)

Definiciones de los protagonistas y las protagonistas acerca del proceso vivido

Como ya se ha señalado, no se pretende afirmar que el movimiento constituido por las empresas recuperadas no pueda caracterizarse por los cuatro requisitos básicos comunes a todas las aproximaciones teóricas de las que hablaban Iñiguez Rueda y Della Porta y Diani, contrariamente, a partir del trabajo de campo realizado hasta el momento, los mismos trabajadores y trabajadoras dan cuenta de sus redes de interacción informales con el barrio, los asambleístas, otras empresas recuperadas, grupos de académicos y estudiantes, entre otros actores sociales, considerando desde luego los diferentes procesos de apropiación de cada organización.
Algo similar sucede con el sentido de pertenencia y los sentimientos de solidaridad, sólo a modo de ejemplo -y entre muchos otros- puede citarse que los miembros del Centro de Jubilados situado frente a la cooperativa Chilavert ensayan ahora sus obras de teatro en el Centro Cultural de la empresa y ya han hecho una muestra de su trabajo.
Merced a la lucha estos grupos no han perdido su identidad como trabajadores/as, aunque ahora esta identidad tiene un valor agregado, son trabajadores/as de una empresa recuperada, y en los casos estudiados son trabajadores de una empresa que pertenece al Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, si bien los protagonistas no participan con iguales niveles de compromiso.
A partir del análisis de las entrevistas realizadas en Chilavert Artes Gráficas y El Sol Artes Gráficas, las dos empresas recuperadas que se han investigado hasta el momento, se seleccionan algunos fragmentos del discurso de los trabajadores y las trabajadoras en los que puede apreciarse la situación de precariedad e intenso sufrimiento en el que se encontraban antes de recuperar sus empresas, la incertidumbre frente a la amenaza de perder el trabajo, en una situación económica y política de catástrofe social.
Los denominados "nuevos movimientos sociales" en Argentina han sido producto de necesidades urgentes, como por ejemplo conseguir algo para comer y un lugar donde vivir:
Clarisa, de El Sol, frente a la pregunta del equipo de investigación para conocer cómo vivía en los últimos momentos en los que aún se encontraba el patrón relata sus viviencias de este modo:
Mi familia está toda en Tucumán y mi mamá me mandaba plata... además era la época del trueque y entonces íbamos con las chicas (...) yo hacía pasta frola y la otra chica hamburguesa; yo en esa época vivía con Alejandra, como a ella la desalojaron fue a vivir a casa; alquilamos en la misma casa una habitación más amplia y vivimos juntas. Y después... a la iglesia que iba, Cáritas le daba, por un peso cincuenta medio de azúcar, medio de yerba, medio de harina y leche... <intercambiaba en el trueque> por verduras y comida. Porque el viaje, en vez de irnos en colectivo nos íbamos caminando, en el tren le pedíamos al guarda que nos dejara pasar...
Así, tratando de satisfacer las necesidades fundamentales, comer, dormir, viajar hasta el trabajo, funcionaban las redes informales.
Alejandro, ex delegado sindical en la empresa donde luego se fundó la cooperativa El Sol, recrea en la entre-vista uno de los últimos diálogos que sostuvo con el ex dueño y el modo en que con desesperación intentaba definir la situación: "Mire, yo prefiero que Ud. me diga que en un mes cerramos a vivir con esta angustia".
Este fue uno de los últimos diálogos, porque el dueño, sencillamente, desapareció y nunca más se hizo presente. A pesar de los sentimientos de amargura que relata Alejandro, rápidamente comenzaron a pensar en armar la cooperativa, había que luchar por la subsistencia:
... un día, como cualquier día de trabajo, llegamos acá y nos encontramos con que no estaba más (...) y... es difícil, porque aparte... el país no acompañaba (...) es como que uno interiormente va amargándose (...) entonces tomé la posta de que estábamos por quedarnos en la calle y... entonces el patrón no existía más...
En Chilavert, Aníbal explica las razones que lo llevaron a formar parte de la resistencia y del proceso de apropiación de la fuente de trabajo, a la vez describe sus últimas días en relación de dependencia y sus sentimientos, cuando en el taller recibía como toda retribución económica el dinero para viajar desde su casa hasta la empresa y viceversa:
Yo me enganché por la necesidad. Una por la edad, yo ya no puedo conseguir trabajo, ahora agarrás un diario y encontrás que la edad mayor que te pueden llegar a tomar son 36 años y yo ya tengo 42. Y no sabés para dónde rajar. Yo hacía changas con el auto, trabajaba de remisero. Los últimos días nos daban dos pesos para ir y volver. Y una vez, cuando nos da los dos pesos, nos dice: "Voy a ver si te consigo más", y vino al escritorio y sacó tres más, contó las moneditas y el chabón repartió un peso para cada uno.
Los sentimientos de humillación de Aníbal son similares a los de Ernesto (Chilavert) cuando expresa:
... en los últimos años, el patrón nos empezó a deber mucha guita, ¿no? (...) a lo último nos daba valecitos de nada, ¿viste?, entonces vos llegás a tu casa y aunque tu señora no te diga nada, vos ya sos... bueno... como un salame...
Cándido, de Chilavert, define el momento de la ocupación y resistencia como "un acto reflejo, de defensa del trabajo, porque sabíamos que si salíamos de acá <el taller> a la calle... estábamos perdidos, no íbamos a conseguir trabajo. Fue un acto reflejo", repite.
La reinserción en el circuito productivo bajo la forma de cooperativa, y una vez que habían comenzado a apropiarse de la fuente de trabajo, no ahorró sufrimiento a los trabajadores y trabajadoras. Las necesidades seguían siendo imperiosas y se presentaban nuevos desafíos también angustiantes: llevar adelante la empresa y sostener las nuevas formas horizontales de relación. Estas actividades resultan costosas para Clarisa, de Gráfica El Sol:
Tenés que buscar la forma de que no se te ofenda <el compañero o la compañera> y que no haya problemas y eso es todo un lío (...) te estresa más... es como que trabajás más estresada. De por sí ya cambió, por ejem-plo, yo antes... el horario era de seis a dos y me quedaba el resto del día libre y a veces, desde las seis de la mañana y son la siete de la tarde y yo todavía estoy acá (...) entonces mi vida cambió, porque uno tiene una vida aparte, pero ¿en qué momento la llevás?. Antes, después de las dos de la tarde quedaba libre y podía estar como yo quisiera, ahora, mirame las ojeras que tengo...
Los primeros momentos de la constitución de las coo-perativas implicaron un gran esfuerzo, también mucha incertidumbre, a pesar de los lazos solidarios y el sentimiento de pertenencia. Alejandro relata así su sufrimiento, el de su familia y el de otros compañeros:
Y... juntábamos plata de cada uno, yo, muchas veces, me quedaba a dormir acá. He trabajado cuarenta y ocho horas seguidas durmiendo sólo dos y volvía a trabajar, siempre trabajando (...) yo le había dicho a mi ex mujer: "preparate, porque casi no voy a venir". Y, por ahí uno me decía: "Che, Ale, no tengo para la garrafa". Entonces veníamos acá, veíamos la caja chica y sacábamos unos manguitos para la garrafa. Había chicos que hasta salieron a cartonear...
Alejandra de la misma cooperativa reflexiona y expresa con claridad sus sentimientos de aquel momento inicial:
.. porque... cuando yo me pongo a pensar que tuvimos que vender cables viejos (...) para poder conseguir dinero, para viajar y para comer... a partir de ahí es como que empezamos a funcionar. Yo creo que esa cosa que a mi me quedó... como de tan poquito vamos a mucho. Y eso me produjo miedo en un principio...
Cuando habla de sí misma, Alejandra se define como auxiliar de mesa, reconoce ser asociada a la coopera-tiva cuando se la interpela directamente, plantea las dificultades propias de esa nueva función y habla también de sus emociones cuando manifiesta participar de las asambleas pero no sentirse en condiciones de hablar demasiado:
... soy de no opinar mucho. Y lo que tengo es por ahí opino después y eso es malo. Porque la persona no te escucha, por ahí vos tenés un pensamiento para decirle a la persona y no se lo decís y es lo que te inhibe (...) por ahí es el miedo. Yo soy muy así, las pienso, las pienso, una y otra vez, tal vez no se las digo a una persona en la cara y yo creo que pasa por el miedo. Una sola vez hablé en la asamblea y dije algo muy desubicado en cuanto a la forma de expresarlo y la persona no lo tomó bien, y... bueno... es lo que me salió en el momento, ¿viste?. Entonces desde esa vez, no hablé más, no opiné.
Si bien con algunas diferencias respecto del modo de autodesignarse, la identidad de trabajadores es algo a reinvindicar. Plácido, de Chilavert, dice "nosotros no somos patrones, somos trabajadores". Ernesto de la misma empresa comienza la primera entrevista que conceden al este equipo diciendo: "En principio voy a contar lo que somos nosotros. Nosotros somos traba-jadores de una empresa que el patrón quiso... tuvo la intención de vaciar, previo a la quiebra de la empresa que él mismo pidió".
Alejandro, de El Sol, sintetiza con sabiduría la doble función que ahora poseen los trabajadores y las trabajadoras: "... pero no habría que olvidarse de todo lo que pasamos y que seguimos siendo trabajadores y todavía nos queda mucho que aprender. Esto es también un trabajo interno que uno va haciendo...".

De la apropiación de la fuente de trabajo a la constitución de un nuevo movimiento

La existencia de redes formales e informales de solidaridad fue determinante para transformar la angustia en fuerza de lucha y para la conquista de nuevos logros.
La ley de Expropiación Definitiva aprobada el 25 de noviembre de 2004 en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires es un producto de la resistencia y politización de los trabajadores de empresas recuperadas en su doble vertiente: una ligada con la producción y la organización de sus cooperativas y la otra como conciencia reflexiva y crítica en torno a sus vínculos con la sociedad civil. A diferencia de otras formas de conflicto y protesta, los trabajadores de las empresas recuperadas han participado activamente en la construcción del dispositivo legal que hoy los ampara y por lo tanto los representa como productores que han contribuido a esta novedosa legitimidad.
La visibilización de estos trabajadores y trabajadoras pone en suspenso el énfasis monocorde de la propiedad privada como derecho dominante por sobre las necesidades sociales que el trabajar realiza. Para el caso en cuestión, y en su actual forma -la del derecho protector de las necesidades sociales- cabe una vez más la afirmación de práctica colectiva no reactiva sino creativa, en la que se enlazan distintos actores, grupos e instituciones en la constitución de un escenario de validez psicosociopolítica. Esta articulación no es sin embargo homogénea ni al interior de sus actores ni a la interpretación del corpus social como totalidad sin fisura, la pluralidad en este sentido conserva el componente de polémica, pero pólemos implica mejorar a partir de aquí, sin retroceder en lo que se ha decidido proteger.
Esta ley que otorga seguridad laboral también deja expuestos nuevos malestares subjetivos, a condición de haber producido reparación de formas anteriores. El período de gracia de tres años y la posibilidad de adquirir el inmueble en un plazo de veinte, no debería ocultar los padecimientos producto de la historia reciente y de la conmoción subjetiva actual a la que se enfrentan. Se trata de un escenario para seguir resistiendo, donde los nuevos movimientos sociales se saben hacia el futuro, soportados en su capacidad de protesta, recreación de formas de organización e imaginación alternativa.
Si bien una multiplicidad de formas de lucha emergentes, como ésta, están incluidas en la categoría de nuevos movimientos sociales es indispensable no perder la perspectiva de la singularidad de cada uno de ellos.
Según Bauman (2003), la seguridad y la libertad constituyen artículos de intercambio en la modernidad; algunos movimientos sociales en el primer mundo han luchado por obtener mayores grados de libertad. En el caso estudiado la búsqueda principal ha sido la de ir asegurando cada vez más la fuente de trabajo y a partir de ello acceder a derechos básicos. En este marco hacemos nuestras las palabras del autor citado cuando analizando con claridad el proceso emancipatorio de la modernidad advierte que su universalidad no ha sido para todos, algunos como hemos visto tienen que seguir luchando, pues en lugar de quedar del lado de la empancipación han quedado del lado de la coerción inclusiva de sistemas normativos expoliatorios, cuanto de la precarización de lo excluido.

Notas

a Este artículo ha contado con la colaboración de las siguientes investigadoras: Hebe Bancalari, Liliana Pérez Ferretti y Julieta Ávalos, las que también pertenecen a este equipo de investigación, junto con otros docentes-investigadores.

b Mario Eduardo Ackerman fue entrevistado en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Buenos Aires pocas horas antes que Fidel Castro iniciara su discurso en las escalinatas de esa institución. La entrevista se realizó el día 26/5/03 para conocer la perspectiva que podría ofrecer el Derecho del Trabajo sobre las empresas recuperadas.

c Algunos miembros del equipo de investigación entrevistaron a Eduardo Murúa en abril de 2003, la entrevista se realizó una de las primeras empresas recuperadas por sus trabajadores y trabajadoras llamada IMPA y ubicada en el barrio de Almagro de Capital Federal.

d El libro de este sociólogo fue impreso en Chilavert Artes Gráficas. Rebón tuvo la amabilidad de obsequiar ejemplares -en el mismo momento en que le eran entregados- a todos los quienes se encontraban celebrando en el taller, a pocos días de la aprobación de la Ley de Expropiación Definitiva. Además de los trabajadores y trabajadoras, el autor de la obra y miembros del este equipo de investigación, estaba presente un grupo de estudiantes españoles.

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