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Anuario de investigaciones

versão On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. v.12  Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./dez. 2005

 

TÉCNICAS Y PROCESOS DE EVALUACIÓN PSICOLÓGICA

Evaluación de los estilos de apego en adultos

Assessment of adults attachment style

Casullo, María Martina1; Fernández Liporace, Mercedes2.

1 Dra. en Psicología. Profesora titular. Facultad de Psicología UBA. Investigadora CONICET.
2 Dra. en Psicología. Profesora adjunta. Facultad de Psicología. UBA. Investigadora CONICET.

Resumen
Se presentan datos sobre dos versiones de una escala construida para evaluar estilos de apego románticos/no románticos en población adulta. La técnica fue diseñada sobre la base de las propuestas teóricas de la psicóloga canadiense Bartholomew quien hace referencia a cuatro estilos de apego: seguro, evitativo, ansioso y temeroso. Ambas versiones fueron administradas a una muestra de población general adulta, con edades entre 30 y 60 años (N:800) residentes en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. El análisis factorial realizado permitió aislar sólo tres factores en las dos versiones: seguro, ansioso ambivalente, y temeroso/evitativo. Ambas escalas tienen buena consistencia interna (alfa de Cronbach de 0,45 y 0,52).

Palabras clave: Evaluación; Apego; Adultos.

Abstract
Data on two self-report inventories to assess adults attachment styles (romantic/non romantic) are presented. They were developed based on Bartholomew's proposals on four attachment styles: secure, preoccupied, dismissing and fairful. Both versions were administered to a sample of 800 adults living in Buenos Aires city and its suburban area and aging 30 to 60 years old. Factorial analyzes showed that only three factors were obtained for the two versions: secure, preoccupied and a fairful/dismissing one. Cronbach's alphas (.45 and .52) allow to say that they have a good internal consistency considering that the original version was integrated only by 12 items.

Key words: Assessment; Attachment; Adults.

A) EL CONCEPTO DE APEGO
El infante humano no está equipado para sobrevivir por sí mismo sin la ayuda de figuras protectoras que lo alimenten, brinden calor cuando lo necesite y lo auxilien en circunstancias en las que se enferma o se lastima. La teoría sobre el APEGO, formulada inicialmente por el psiquiatra británico Bowlby (1982) y la psicóloga Ainsworth (1978, 1991) intenta explicar los efectos de los vínculos tempranos de protección en el desarrollo psicológico del neonato y el infante, así como las consecuencias de no contar con ellos.
La evaluación psicológica del apego plantea dos cuestiones básicas: poder determinar si el sistema de apego es normativo -vale decir, si está presente en el desarrollo de todas las personas- y si es dinámico e importante en las transiciones hacia la adolescencia y la adultez, si hay diferencias individuales en la expresión del sistema de apego en relación con diferentes tipos de vínculos psicosociales en el curso del desarrollo.
Bowlby (1988) formuló su teoría sobre el apego a partir de su trabajo clínico como psiquiatra; antes de graduarse había trabajado en calidad de voluntario en una escuela a la que asistían niños con desajustes emocionales agudos. Su experiencia retrospectiva fue publicada una década más tarde (1944). Las observaciones que pudo realizar allí lo convencieron acerca de la importancia de los vínculos familiares y de la necesidad de involucrar a los miembros de la familia en el abordaje terapéutico de esos niños. A su criterio las perturbaciones severas en los vínculos madre-bebé son precursores de la presencia de psicopatologías importantes en los años posteriores del desarrollo. En esa época las teorías vigentes acerca de las relaciones madre-infante eran el psicoanálisis y la teoría del aprendizaje social; no le resultaban convincentes. Sus ideas no fueron bien acogidas, especialmente por sus supervisores psicoanalíticos- Melanie Klein y Joan Riviere -. Finalizada la Segunda Guerra Mundial (1945), Bowlby pasó a desempeñarse como Jefe del Departamento de Niños de la Clínica Tavistock, en Londres. Pudo crear su propia unidad de investigación, centrada en el estudio de las relaciones familiares y las consecuencias de las disrupciones en los vínculos madre-hijo. Colaboró con su colega Robertson en la recolección de datos sobre los efectos de la hospitalización en el desarrollo psíquico de los niños. La visita de los padres a niños internados en hospitales era muy mal vista en esa época.
El sistema de apego tiene para Bowlby bases biológicas; los comportamientos de apego hacen posible la aproximación del niño a la figura cuidadora y protectora (generalmente la madre); algunos de ellos (sonreir, vocalizar) son señales que alertan al adulto sobre el interés del niño en la interacción y promueven el acerca-miento. Otros comportamientos como el llorar suelen ser aversivos y promueven el acercamiento de la figura adulta a fin de lograr poner fin a ellos. Por último, frente a situaciones en las que el infante persigue o se acerca al cuidador, cabe hablar de comportamientos infantiles activos. Las conductas de apego no están asociadas con el proceso de alimentación y el hecho de que se establezcan vínculos de apego con figuras adultas maltratadoras (Bowlby, 1956) sugiere que el sistema no está motivado por la obtención de placer, de forma similar a la noción de Piaget sobre la motivación inherente del niño por la exploración.
Dos tipos de variables logran activar el sistema de apego, uno está relacionado con el propio niño (fatiga, hambre, enfermedad, estrés), otro con el ambiente o contexto (presencia de situaciones amenazantes). Las interac-ciones entre estos dos tipos de factores suele ser compleja. Para la mayoría de los niños el contacto con la figura adulta es suficiente para desactivar el sistema, si el sistema de apego ha sido activado con mucha intensidad el contacto con la madre lo finaliza, pero en circunstancias en las que la activación ha sido moderada, escuchar la voz del adulto o una figura protectora substituta pueden ser suficiente. En ambos casos, la figura materna protectora es percibida como un cielo seguro al que se retorna en situaciones problemáticas.
Bowlby (1982) considera que los sistemas de apego infantiles son similares, en su naturaleza, a los que más tarde se ponen en juego en las relaciones amorosas y, en realidad, señala pocas diferencias entre las relaciones cercanas, sean éstas entre padres e hijos o entre pares.
Los vínculos de apego se distinguen de otras relaciones en el hecho de que proveen sentimientos de seguridad y pertenencia sin los cuales habría aislamiento e inquietud. Su función es distinta al de las relaciones que proveen guía o compañía, gratificación sexual, compartir intereses o experiencias comunes, sentimientos de competencia o alianzas y asistencia. Los elementos comportamen-tales del apego en la vida adulta son similares a los observados en la infancia. Un adulto muestra un deseo hacia la proximidad de figuras de apego en situaciones de malestar. Siente bienestar ante la presencia de esa figura y ansiedad si ésta es inaccesible. La aflicción es esperable ante la pérdida de una figura de apego (Simpson, Steven Rholes, 1998).

B) LA EVALUACION PSICOLOGICA DEL APEGO.
Existen en la actualidad interesantes discusiones teóricas referidas a cuál es el instrumento más adecuado para la evaluación de los estilos o vínculos de apego en adoles-centes y adultos (Fraley & Spieker, 2003).
Por una parte, se debate si los patrones de apego en adolescentes y adultos deben ser considerados tipos o dimensiones, en tanto que, a su vez, se plantea cuál es la mejor manera de conceptualizar las dimensiones subyacentes a los tipos de apego; no queda claro, hasta el momento, si las mediciones deben tener en cuenta variaciones en los contenidos de los working models (modelos de trabajo) o cambios en la manera operativa de funcionamiento del sistema de apego.
Según Bartholomew (1990), las diferencias individuales o subjetivas son producto de las creencias o represen-taciones que las personas tienen sobre sí mismas y los demás, en tanto que para Hazan y Shaver (1987, 1990) esas diferencias personales emergen de las variaciones en la organización funcional de los sistemas de apego que incluyen procesos de regulación de afectos y compor-tamientos y sólo algunos de ellos pueden considerarse en términos de procesos cognitivos. Estos autores resaltan la importancia de dos componentes en los sistemas de apego: uno se vincula con la posibilidad de monitorear la presencia psicológica de la figura de apego y está relacionada con la ansiedad; el otro es responsable de la regulación de los comportamientos y se relaciona con la dimensión acercamiento-alejamiento.
Los resultados de un interesante estudio sobre las técnicas diseñadas para la evaluación de los vínculos de apego muestran que el común denominador remite a la existencia de dos tipos de factores. Si se los analiza en términos afectivos - comportamentales cabe hablar de ansiedad y evitación, en tanto que desde una perspectiva cognitivo - representativa que toma como referente los working models, se toman en cuenta los modelos del sí mismo y de los otros (Brennan et al, 1998).
Sin dejar de reconocer que cada historia personal referente a los vínculos de apego es única y se encuentra asociada a procesos enlazados con recuerdos, contextos específicos y relaciones interpersonales diferentes de un sujeto a otro, Shaver & Mikulincer (2002) manifiestan su desacuerdo con quienes sólo admiten la técnica de la entrevista como recurso evaluativo (West & Sheldom Keller, 1999). Así, a criterio de aquéllos, la codificación e interpretación de entrevistas conlleva procesos de análisis de discurso que resultan más útiles en el trabajo clínico individual, en tanto que a la hora de investigar relaciones vinculares en adolescentes y adultos los cuestionarios autoadministrables parecen más válidos y confiables, mientras que las investigaciones realizadas con niños se basan mayoritariamente en observaciones.
Interviniendo en esta polémica, Bartholomew & Moretti (2002) sostienen que la técnica de la entrevista se propone evaluar estrategias defensivas que no necesa-riamente operan a nivel consciente; afirman que no es necesario ese tipo de evaluación para conocer la orientación global del estilo de apego de un sujeto. Las escalas, inventarios o cuestionarios son válidos para conocer los estilos del apego, aunque no los mecanismos de defensa. Según su juicio, para ahondar más acabadamente en este concepto psicológico, se vuelve necesario combinar distintos formatos de evaluación, integrando los estudios de orientación psicoanalítica con investigaciones empíricas (Bartholomew & Shaver, 1998).
Se reportan varios intentos serios de evaluar los estilos de apego por medio de diferentes instrumentos, que son los antecedentes inmediatos de la Escala de Apego (Casullo, 2002), diseñada especialmente para ser em-pleada en nuestro medio, respetando las peculiaridades de individuos adultos y adolescentes iberoamericanos. Ellos se desarrollan sucintamente en el siguiente apartado.

C) ANTECEDENTES EN LA EVALUACION DEL APEGO .
Siguiendo un ordenamiento cronológico, puede estable-cerse la evolución histórica -de muy reciente data- de la familia de antecesores de la escala que diseñamos como parte del proyecto de investigación UBACyT (2001-2003).

1978: Criterios de evaluación para entrevistas según las propuestas de estudio en la denominada situación extraña (Ainsworth, Velar, Waters & Wall).
1987: Cuestionarios sobre Estilo del Apego (Hazan & Shaver).
1990: Cuestionario sobre Historia del Apego (Pottharst).
1994: Cuestionario de Estilos de Relaciones (Griffin & Bartholomew).
1996: Protocolo de Entrevista sobre Apego (George, Kaplan & Main).

Se caracterizará brevemente cada uno de ellos.
1) Criterios de evaluación de entrevistas según las propuestas de estudio en la situación extraña (Ainsworth, Velar, Waters & Wall, 1978).
Estos criterios pretenden formalizarse como categorías clasificatorias, que intentan el establecimiento de equivalencias entre los contenidos surgidos en la entre-vista y los postulados vinculados con los comportamientos exhibidos por los sujetos en la situación extraña. De esta manera, a partir de los indicadores relevados en la entrevista con el adulto, podrían inferirse con un grado de certeza dado los comportamientos más probables en ocasión de la situación extraña, es decir, aquella en la que el infante se haya visto privado de la presencia de la figura objeto de apego. Asimismo, la observación de ciertos indicios comportamentales infantiles en la situación extraña, haría posible la predicción del estado posterior en cuanto a la postura de apego en el adulto. El cuadro de resumen correspondiente consigna las mencionadas equivalencias pasibles de ser establecidas sobre la base de una u otra fuente de información
(Scharfe, 2002).

Cuadro 1
Criterios de evaluación de entrevistas según el estudio de la situación extraña
(Ainsworth, Velar, Waters & Wall, 1978)

2) Cuestionarios sobre Estilo del Apego (Attachment Style Questionnaires. Hazan & Shaver, 1987).
Se interesaron por el estudio de los vínculos de apego románticos empleando la categorización tripartita inicial propuesta por Ainsworth (apego evitativo, seguro y ambivalente). Desarrollaron breves descripciones de esos tres estilos y pidieron a quienes respondían que pensaran en sus experiencias románticas y expresaran cuál de esas descripciones los reflejaba mejor. Para estos autores la dinámica emocional y comportamental que existe en los vínculos niño-madre caracteriza los estilos de las relaciones románticas entre adultos.
3) Protocolo de la Entrevista sobre Apego (George, Kaplan & Main, 1996).
Esta entrevista estructurada prevé la obtención de determinada información vinculada al ámbito familiar y a recuerdos acerca de las experiencias infantiles asociadas. El cuadro de resumen correspondiente contiene los ítemes a tener en cuenta en el transcurso de la misma.

Cuadro 2
Entrevista estucturada de Apego (George, Kaplan & Main, 1996)

4) Cuestionario sobre Historia del Apego (Attachment History Questionnaire. Pottharst, 1990).
Consta de varias secciones destinadas a obtener información demográfica, historia y patrones de interacción familiar, técnicas disciplinarias usadas por los padres, amigos y sistemas de apoyo social. Incluye un total de 71 ítemes que se responden según una escala con siete opciones de respuesta y algunas preguntas abiertas. El análisis factorial de los componentes principales con rotación varimax permitió aislar cuatro factores: apego seguro, disciplina paterna, miedos a las separaciones y apoyo afectivo de los pares.

5) Cuestionario de Estilos de Relaciones (Relationship Styles Questionnaire. Griffin & Bartholomew, 1994).
Está integrado por 30 ítemes que operacionalizan el contenido de las propuestas de Hazan & Shaver. Permite obtener una medida individual de cada uno de las cuatro categorías propuestas por la psicóloga canadiense Bartholomew (1990) basándose en los modelos positivos y negativos del self (sí mismo) y de los otros: la combinación positivo-positivo origina un apego seguro, la negativo-positivo se vincula con el apego preocupado; la positivo-negativo, con el estilo evitativo y cuando ambos son negativos se genera un estilo temeroso.

D) LA ESCALA ARGENTINA DE ESTILOS DE APEGO
A continuación se detalla el procedimiento seguido para desarrollar y validar teóricamente un instrumento psicométrico destinado a la evaluación de los estilos de apego en población adulta y adolescente.

a) Antecedentes teóricos
Ainsworth (1991) y Ainsworth, Blehar, Waters & Wall (1978) llevaron a cabo estudios pioneros acerca de las diferencias individuales en el apego en base a obser-vaciones naturalistas (Feeney & Nooler, 2002). La categorización de patrones de apego resultante de tales investigaciones implica encuadrar esta formulación como una teoría de la regulación del afecto, puesto que los estilos de apego serían un reflejo de los mecanismos de ordenamiento e intercambio de los comportamientos -respuesta ante situaciones productoras de ansiedad.
Ainsworth preconiza la existencia de diferencias indivi-duales en la manifestación del apego en función de las experiencias personales, el bagaje genético y las influencias culturales. Basándose en las ideas de Bowlby (1982), halló tres patrones organizadores del compor-tamiento infantil en función de las respuestas de estrés que los niños presentaban al encontrarse solos en una situación extraña:
Apego seguro: los infantes exhibían una respuesta de estrés ante la ausencia materna, aunque se mostraban calmos y les aliviaba el regreso de la madre. En estas observaciones se advirtió la utilización de comportamientos exploratorios. Este estilo es favorecedor del reconocimiento de la angustia y, por lo tanto, de la búsqueda de apoyo.
• Apego inseguro-resistente o ansioso-ambivalente: los niños que respondían a esta descripción aparecían ansiosos y ambivalentes, llorando y gritando ante la vuelta de la madre; cuando ellas intentaban calmarlos, conti-nuaban enfadados. Este estilo involucra la aparición de cierta hipersensibilidad hacia las emociones negativas.
• Apego inseguro - evitativo: los infantes pertenecientes a este patrón parecían no molestarse ante la ausencia de la madre, comportándose fríamente en ocasión de su regerso; estos individuos no buscaban el abrazo ni el confort materno, evidenciando una prematura auto - confianza, así como también respuestas defensivas. Este estilo de apego no favorece el reconocimiento del malestar.
Hazan & Shaver (1987) desarrollaron investigaciones sobre el apego romántico adoptando la tipología de Ainsworth como base para entender y describir las diferencias individuales que los sujetos adultos manifes-taban en los vínculos románticos, en cuanto a sus afectos, conductas y cogniciones . Posteriormente, Bartholomew (1994) propuso una categorización referida a las orientaciones, patrones o estilos de apego. Como corolario de las varias oportunidades en las que se han construido instrumentos dedicados a la medición de este concepto, se concluyó que existirían dos factores latentes mayores que subyacen al apego en la adultez: la ansiedad frente al abandono o al amor insuficiente y la evitación de la intimidad y de la expresividad emocional.
De esta manera, Bartholomew sostiene que tales dimensiones se organizan concomitantemente con otras dos, vinculadas a las representaciones del sí mismo y del otro, dando lugar a dos modelos de sí mismo (modelo de sí mismo positivo - sí mismo merecedor de amor y de atención - versus modelo de sí mismo negativo - sí mismo no merecedor -) y a dos modelos del otro (modelo del otro positivo - los otros son vistos como disponibles y protectores- versus el modelo del otro negativo - los otros
resultan poco confiables o rechazantes -). A su vez, las combinaciones de estas dimensiones forman cuatro estilos o patrones de apego, que se nominan aproxi-madamente según los aportes de la tipología de Ainsworth (1991) y Ainsworth, Blehar, Waters & Wall (1978): apego seguro, apego ansioso, apego evitativo y apego temeroso.
Los sujetos seguros conservan una percepción positiva de sí mismos y de los demás, exhibiendo una adecuada predisposición tanto para el acercamiento hacia los otros, como para lograr involucrarse desde el punto de vista afectivo. Estas personas se sienten cómodas en situacio-nes de intimidad, así como también en circunstancias donde la autonomía es el comportamiento predominante.
Los individuos ansiosos aceptan situaciones de intimidad, buscándolas, aunque permanentemente experimentan temor a la desvalorización o al rechazo.
Los evitativos adjudican tal importancia a la autorrealización y a la autoconfianza, que no reparan en los medios para lograrlas, aún a costa de perder la intimidad con el otro. Tienden a menospreciar los lazos afectivos como un intento defensivo ante el temor al contacto con los demás.
Por último, los temerosos experimentan el deseo de intimidad con el otro, pero como, por otro lado, muestran desconfianza respecto de ellos, evitan involucrarse sentimentalmente, resultando personas extremadamente dependientes y con un acentuado miedo al rechazo.

b) Desarrollo de la escala: diseño y estandarización en sujetos adultos
Siguiendo estas especificaciones, se diseñó una escala sobre tipos de apego, tomando como marco teórico de referencia los cuatro estilos de apego que propone Bartholomew (1994), redactándose tres indicadores para cada uno de los cuatro estilos mencionados.
Este instrumento posee dos versiones o partes indepen-dientes que toman como referencia dos contextos diferen-ciados: el de las relaciones románticas y el de los vínculos no románticos (originalmente, 12 ítemes idénticos para cada contexto relacional). El examinado debe responder puntuando cada elemento sobre la base de una escala likert, donde los valores de respuesta se hallan ordenados de menor a mayor en términos de frecuencia (1 equivale a casi nunca, 2 identifica a la opción a veces; 3 corres-ponde a la respuesta con frecuencia y 4, a casi siempre). La respuesta se escoge en función de la frecuencia con la que quien responde piensa o siente lo que cada reactivo indica.
Inicialmente, el estilo de apego seguro se hallaba representado por los ítemes 1, 8 y 12; el patrón ansioso se componía de los reactivos 3, 6 y 10. El tipo temeroso se evaluaba por medio de los elementos 2, 5 y 9, en tanto que el evitativo, por los ítemes 4, 7 y 11. Las ubicaciones de los elementos se repetían exactamente para ambos contextos: romántico y no romántico.
Una vez redactado el pool inicial de ítemes y con el fin de determinar la validez de contenido de la escala, se sometió éste al juicio de cinco expertos, que examinaron la coherencia de los mismos con las dimensiones del apego descriptas por Bartholomew (1994), recomendando algunas modificaciones de redacción y logrando una óptima coherencia entre sus dictámenes. Esta versión se puso a prueba en una administración piloto a un grupo de 25 adultos de ambos sexos, entre 30 y 60 años. A partir de las sugerencias planteadas en el grupo de discusión realizado a continuación, se efectuaron unas pocas alteraciones en cuanto al uso de algunos vocablos y expresiones, para hacerlas más familiares para los examinados.
Las versiones así obtenidas para ambos contextos - romántico y no romántico - fueron administradas para su estandarización definitiva a una muestra de 800 adultos argentinos (50% varones, 50% mujeres), residentes en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores.
Las edades variaban entre los 30 y los 60 años (Xedad = 43.02; dt= 9.12). El 50% poseía estudios medios, en tanto que el 37% había completado la educación terciaria o universitaria. El 13% restante había cumplido sólo con el nivel primario. No se registraron casos de personas que no hubieran efectuado estudios sistemáticos o tuvieran cursado el nivel primario de manera incompleta.
El 59% de los participantes estaba casado, mientras que se registraba un 22% de solteros y un 13 % de divorciados. El resto se dividía entre viudos o personas en pareja (6%). El 66% manifestó no haberse casado con su primer amor, en tanto que el 13% sí lo hizo; el 21% no respondió a esta pregunta, porcentaje que coincide aproximadamente con la proporción de solteros en el grupo.
Con el fin de responder al objetivo de estandarizar la escala en base a un estudio psicométrico clásico se efectuó, en primer lugar, un análisis de discriminación de los reactivos, calculando la correlación de cada uno con la puntuación total, corregida, para cada parte del instrumento. La discriminación de un ítem consiste en su capacidad para diferenciar a los sujetos altos en el rasgo de aquellos que se ubican en el extremo más bajo de la distribución del continuo de cada una de las dimensiones del apego. Así, por ejemplo, el ítem 8 que teóricamente es uno de los tres indicadores de la dimensión de apego seguro, se comportaría como un elemento que trabaja adecuadamente para discriminar a un individuo que puntúa en el extremo superior de la dimensión de apego seguro, respecto de otro que exhiba escasos o inexistentes comportamientos acordes con tal estilo. En última instancia, se trata de una cuestión de sensibilidad del reactivo para detectar estas diferencias entre las personas; esta posibilidad de captar diferencias indivi-duales en determinados rasgos es, en definitiva, la razón de ser de la psicometría y la evaluación psicológica.
En virtud de que se trataba de una escala compuesta por un escaso número de elementos y, a la vez, se estaba en presencia de una variable escasamente estudiada y
evaluada por esta vía, se decidió adoptar un criterio más laxo en cuanto a los índices de discriminación aceptables, permitiendo que se conservaran aquellos que resultaran no negativos y superiores a cero (Martínez Arias, 1995).
Luego de proceder a la eliminación de aquellos ítemes que exhibieran un inadecuado poder discriminativo (Tabla 1), se estudió la validez teórica del instrumento, orientada a asegurar la adecuación de éste respecto de la teoría que lo sostiene. Así, se realizó un análisis factorial exploratorio de componentes principales, con criterio Kaiser y rotación varimax, calculando, por último, la fiabilidad total por escala y la consistencia correspondiente a cada factor mediante el coeficiente Alpha de Cronbach.

Tabla 1. Escalas de Apego para Relaciones románticas y no románticas: Indices de discriminación

El item 1 de cada escala ha sido eliminado en virtud de su discriminación deficiente, resaltada en negritas.

La estructura factorial resultó escogida luego de varios ensayos, probando entre diferentes técnicas de análisis y de extracción, en virtud de buscar su mayor ajuste, el mayor porcentaje de varianza explicada, los mayores coeficientes de saturación por ítem en cada factor y la más sencilla interpretación (Tablas 2 y Tabla 3). A continuación, se presentan los resultados obtenidos.

Tabla 2. Escala de Apego para Relaciones no románticas: Análisis factorial y de fiabilidad

Tabla 3. Escala de Apego para Relaciones románticas: Análisis factorial y de fiabilidad

c) Resultados
El análisis mostró que los itemes numerados con 1
de cada parte de la escala exhibían inadecuados índices de discriminación (negativos o muy cercanos a cero), por lo que se procedió a eliminarlos de la puntuación total, no siendo considerados, por lo tanto, en el cálculo del análisis factorial. Asimismo, los coeficientes Alpha de Cronbach, que examinan la consistencia interna de cada versión de la escala (.45 y .52, respectivamente) resul-taban aceptables en virtud del bajo número de reactivos que el instrumento posee, recordando que la fiabilidad de una técnica psicométrica se ve afectada, en parte, por la cantidad de ítemes que la componen (Tabla 1).
Para la Escala sobre relaciones no románticas, el análisis factorial arrojó la presencia de tres factores que explicaban el 45% de la varianza total, registrando adecuados índices de fiabilidad por factor (.60 a .28), teniendo en cuenta que se trataba de subescalas compuestas por seis a dos elementos. Obsérvese que los ítemes que originalmente puntuaban en las dimensiones de apego Temeroso y Evitativo se han unido en el Factor 1, en tanto que se conservaron los factores Ansioso (Factor 2) y Seguro (Factor 3), perdiendo este último uno de sus reactivos por poseer inadecuado poder discriminativo, aunque al mantenerlo para el análisis factorial, también queda eliminado por recibir saturaciones muy bajas (<.40). Esta eliminación por doble criterio (discriminación y análisis factorial) corroboraba el mal funcionamiento psicométrico del elemento (Tabla 2).
Esta estructura factorial resulta coherente con la descripción efectuada por Ainsworth (1991), Ainsworth, Blehar, Waters & Wall (1978) y corroborada por Hazan & Shaver (1987); recuérdese que Ainsworth describió tres dimensiones: apego seguro, apego inseguro-resistente o ansioso-ambivalente y apego inseguro-evitativo, a diferencia de Bartholomew (1994), que sostiene la existencia de cuatro dimensiones.
En cuanto al ajuste ofrecido por esta estructura factorial, puede observarse que las cargas resultaron superiores a .40 en todos los casos, elevándose por encima de .60 en la mayor parte de los ítemes - salvo en tres, que se ubicaron entre .40 y .53 -. El coeficiente KMO (Kaiser Meyer Olkin) y el X2 aproximado correspondiente al Test de esfericidad de Bartlett se movían en valores adecuados, mostrando un buen ajuste en la relación entre el número de ítemes y de sujetos que han respondido al instrumento, así como también asegurando la conveniencia de efectuar el procedimiento de factorización. Asimismo, las comunalidades obtenidas superaron ampliamente el límite de .50, hecho que refuerza la conclusión anterior.
El porcentaje de varianza total explicada (45%) aparecía como no del todo adecuado dado que, en general, los criterios más exigentes en este tipo de análisis multivariante aconsejan proporciones iguales o superiores al 60% (Hair, Anderson, Tatham & Black, 1999). Sin embargo, teniendo en cuenta lo preliminar del estudio, puesto que no se contaba con antecedentes similares en virtud de que es el primer estudio de validez factorial del instrumento, podía admitirse este único resultado no completamente óptimo, confiándose en que trabajos posteriores, provenientes de otras muestras arrojarán más luz sobre el tema. Por otra parte, el porcentaje de varianza explicado por cada factor era de 19%, 15% y 11%, respectivamente, cuestión que pone de manifiesto la semejanza en el nivel explicativo que guardaron las tres dimensiones de la variable apego: parecería que ninguna de ellas superaba demasiado ampliamente a las demás en cuanto a la proporción del resultado total que describe. Esto hablaría de la no preeminencia de ninguno
de los factores. Por supuesto que el orden en que se numeraron en el análisis implica que el primero poseía mayor poder explicativo que los otros dos y así sucesivamente con el segundo respecto del tercero, sin embargo, es importante destacar que la diferencia entre la capacidad explicativa entre el Factor 1 y el 2 era de sólo cuatro puntos, hecho que se repite al considerar la diferencia entre los Factores y 3. Es muy frecuente observar que en muchos instrumentos psicométricos, esta diferencia entre el primer factor y el resto sea significativamente mayor, cuestión que otorga mayor relevancia al primer factor extraído; esto no fue así en este caso, no existiendo gran diferencia entre los tres factores en cuanto a su explicación de la variabilidad de los resultados totales, hecho que de por sí, parecería revestir importancia teórica.
Por último, los Alphas por factor, que dan idea de la consistencia de cada dimensión del apego, exhibían valores de .60, .42 y .28, siendo el Alpha total de .57. Así, y tal como suele suceder, el Factor resultaba ser el más consistente, guardando una diferencia importante con los factores y 3. De todas maneras, debe repararse en que el Factor está formado por seis reactivos, en tanto que el Factor se compone de tres y el Factor 3, sólo de dos. Esta diferencia en la cantidad de elementos podría estar afectando - y seguramente lo estará haciendo - la fiabilidad de cada uno, ya que mayor cantidad de ítemes permite índices de fiabilidad más elevados. Entonces, factores de dos y tres elementos pueden considerarse de correcta consistencia en los valores obtenidos.
En la escala sobre vínculos románticos, se advierte que se agrupó en una solución factorial de tres factores que reproducen casi exactamente la correspondiente a su homóloga obtenida para las relaciones no románticas: el Factor absorbió los ítemes de apego Temeroso más el Evitativo, el Factor correspondía al apego Ansioso y el Factor 3, al Seguro. Las diferencias residen en que quedaron eliminados por doble carga elevada (>.40) los reactivos 5 y 10, indicadores de las dimensiones Temeroso y Ansioso, respectivamente. Las cargas factoriales se aproximaron bastante a las exhibidas por los reactivos de la escala no romántica en la solución discutida en los párrafos anteriores (Tabla 3). Los coeficientes KMO y X2 de Bartlett indicaron ajuste en el análisis factorial y adecuación entre el número de sujetos participantes en relación con la cantidad de reactivos analizados. Las comunalidades también se movían en idéntica dirección por ser superiores a .50; el porcentaje de varianza total explicada de 50.4% resultó algo disminuido, tal como sucedía en el caso de la escala no romántica (por debajo de .60), pero se ha decidido tolerar este 10% de discrepancia respecto del criterio más exigente, como ya se comentó antes, en consideración a lo novel del instrumento que aquí se analiza.
La proporción de varianza descripta por cada factor (20%, 18% y 12%) indicaba también, al igual que en el caso de la escala anterior, que no existe ningún factor con un poder explicativo significativamente mayor que los otros, evento que reviste relevancia desde el punto de vista teórico.

También como en el caso de la escala de vínculos no románticos, las fiabilidades por factor resultaron adecuadas teniendo en cuenta la cantidad de ítemes involucrados - cinco ítemes para el Factor 1 y dos para cada factor restante, con Alphas de .62, .51 y .35, respectivamente - (Tabla 3).

E) COMENTARIOS FINALES
Tal como se ha comentado en los apartados anteriores, se han hallado estructuras factoriales semejantes en el grupo de adultos argentinos en las relaciones románticas y no románticas: los estilos de apego temeroso y evitativo se han unido en un solo factor y, en cambio, se han conservado inalteradas y separadas las dimensiones del apego seguro y ansioso.
La diferencias verificadas se refieren a que algunos ítemes contenidos en la escala sobre vínculos románticos también han sido eliminados en razón de las dobles saturaciones elevadas registradas. Es decir que las escalas referidas a la situación romántica y no romántica diferirán, al menos provisionalmente, en dos ítemes: la de vínculos no románticos conservará los ítemes numerados del 2 al 12, en tanto que la de relaciones románticas constará de los reactivos 2, 3, 4, 6, 7, 8, 9, 11 y de la numeración original.
Cabe destacar que los resultados obtenidos coinciden con la propuesta teórica de Ainsworth (1991) y Ainsworth, Blehar, Waters & Wall (1978), verificada por Hazan & Shaver (1987); Ainsworth preveía tres dimensiones del apego: seguro, inseguro-resistente o ansioso-ambivalente e inseguro-evitativo, a diferencia de Bartholomew (1994), que defendía la existencia de cuatro dimensiones. Asimismo, resulta interesante destacar que en ambos casos -escala sobre vínculos románticos y no románticos -, los porcentajes de varianza explicados por cada factor son muy parejos, por lo que no parece existir alguno de mayor importancia que el resto en la definición de los estilos de apego.

G) VERSION FINAL DE AMBAS ESCALAS

TIPOS DE APEGO NO ROMÁNTICOS

Lea las siguientes frases. Marque su respuesta pensando en su forma de ser y sentir. No hay respuestas correctas o incorrectas. Sea sincera/o al responder. Coloque los números correspondientes (1,2,3,4,) al lado de cada frase sobre la base de las puntuaciones siguientes:

1. Casi nunca. 2. A veces. 3. Con frecuencia. 4. Casi siempre.

TIPOS APEGO ROMÁNTICOS

Lea las siguientes frases. Marque su respuesta pensando en su forma de ser y sentir. No hay respuestas correctas o incorrectas. Sea sincera/o al responder. Coloque los números correspondientes (1,2,3,4,) al lado de cada frase sobre la base de las puntuaciones siguientes:

1. Casi nunca .2. A veces. 3. Con frecuencia. 4. Casi siempre.

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