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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. v.13  Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./dic. 2006

 

HISTORIA DE LA EDUCACIÓN

Incrustación y productividad en la historia del conocimiento psicológico en Argentina

Embeddedness and productivity in the history of psychological knowledge in Argentine

Talak, Ana María1; Macchioli, Florencia2; Chayo, Yazmín3; Corniglio, Federico4

1 Lic. en Filosofía. Lic. en Psicología. Directora del Proyecto UBACyT P088 (2004-2007): "La construcción de objetos de conocimiento en el desarrollo de la psicología en Argentina". Profesora Adjunta de la cátedra I de Historia de la Psicología. Facultad de Psicología. UBA.
2 Lic. en Psicología. UBA. Especialista en Psicoterapia Familiar (Universidad Maimónides). Becaria del CONICET. Doctoranda (Facultad de Medicina - UBA). Profesora Adjunta de la cátedra I de Historia de la Psicología. UBA. Integrante del Proyecto UBACyT P088.
3 Lic. en Cs. Químicas. UBA. Lic. en Psicología. UBA. Docente de la cátedra I de Historia de la Psicología. UBA. Integrante del Proyecto UBACyT P088.
4 Estudiante de la carrera de Psicología. UBA. Docente de la cátedra I de Historia de la Psicología. UBA. Integrante del Proyecto UBACyT P088.

Resumen
El presente trabajo tiene como objetivo analizar los procesos de incrustación de ciertos objetos de conocimiento (el niño, el inconsciente, la familia, el grupo) en las disciplinas psi en Argentina, mostrando sus transformaciones, y sus vinculaciones con los procesos de institucionalización de las prácticas de investigación y de intervención, que incluyeron aparatos y procedimientos técnicos que se ocuparon de ellos. Se mostrarán también algunas vinculaciones con la productividad de estos procesos de institucionalización del conocimiento, que, a la vez que definen y fijan ciertas identidades, permiten producir nuevas explicaciones teóricas y aplicaciones a diversos campos de intervención, y promueven así el desarrollo del conocimiento psicológico. Por último, se analiza cómo estos procesos suponen una interrelación entre prácticas materiales de investigación y producción del conocimiento y de intervención sobre las mismas subjetividades humanas que se buscan estudiar.

Palabras clave: Historia de la psicología; Incrustación; Productividad; Niño; Medicina psicosomática; Familia; Grupo

Abstract
In this paper we examine the embeddedness of certain psy disciplines knowledges in Argentine (on child, psychosomatic medicine, family, group), its transformations, and its relationships with the institutionalization of research and intervention practices, wich embraced experimental systems and technical procedures. It will also show some relatioships with the productivity in new theoretical explanations and practical applications.

Key words: History of psychology; Embeddedness; Productivity; Child; Psychosomatic medicine; Family; Group

Introducción
En relación con dos trabajos anteriores, en los cuales a) se ha reflexionado sobre un marco conceptual para una historia de la psicología que se base en la tesis de que los objetos de conocimiento en psicología son históricos (Talak 2004), y b) se ha abordado cómo ciertos conocimientos de las disciplinas psi en Argentina se vuelven visibles y relevantes (saliencia) (Talak, Scholten, Macchioli, Del Cueto y Chayo 2005); se estudiará aquí más específicamente cómo ciertos objetos de conocimiento en la psicología argentina lograron una definición y persistencia en tanto objetos, o bien, cómo se transformó sustancialmente esa estabilidad o persistencia, en un proceso de incrustación o fijación en la red conceptual del conocimiento académico, a través de la institucionalización de las prácticas de investigación y de intervención, que incluyeron aparatos y procedimientos técnicos que se ocuparon de ellos. Se trata de indagar cómo la formación de sistemas organizados de técnicas e instrumentos contribuyen a una fijación más o menos sólida, aunque no por eso inmóvil o ahistórica, del estatus epistemológico de estos conocimientos, a la vez que definen de alguna manera su realidad. Se mostrarán también algunas vinculaciones con la productividad de estos procesos de institucionalización del conocimiento, que, a la vez que definen y fijan ciertas identidades, permiten producir nuevas explicaciones teóricas o prácticas y aplicaciones a diversos campos de intervención, y promueven así el desarrollo del conocimiento psicológico. Los objetos de conocimiento elegidos (niño, grupo, familia, inconsciente) han sido estudiados en el marco de un proyecto de investigación en historia de la psicología actualmente en curso, y retoman los análisis históricos de la saliencia académica y cultural de objetos de conocimiento psicológico abordados en un trabajo anterior, ya mencionado.
El término incrustación es la traducción del término inglés embeddedness, usado por Lorraine Daston (2000: 12-13) para referirse a cómo los objetos de conocimiento se fijan, se alojan, en sistemas organizados de técnicas e instrumentos, a través de procesos de institucionalización de las prácticas de investigación, lo cual les da a estos objetos una mayor persistencia y estabilidad. El término embededdness alude a un proceso dinámico. Del grado de incrustación en la red de aparatos y técnicas y en los dispositivos de investigación depende el grado de estabilidad, de persistencia que caracteriza a los objetos de conocimiento. De ahí que el término incrustación, que en castellano podría connotar cierta fijeza e inmovilidad, lo usamos en este enfoque historiográfico enfatizando el carácter móvil e histórico del proceso por el cual el conocimiento adquiere estabilidad en la medida en que se aloja en esa red de prácticas y dispositivos de investigación, y destacando el carácter procesual de la realidad de esos objetos.
Las vías técnicas de incrustación de los objetos psicológicos son múltiples, y en distintos momentos cumplen diferentes roles jerárquicos. En el presente trabajo, se privilegiará el estudio de una vía de incrustación técnica de los objetos analizados, mostrando su importancia relativa en un contexto más amplio de producción del conocimiento.
El concepto de productividad de los objetos de conocimiento alude a un doble proceso. Por un lado, retoma el sentido dado por Daston, que define la productividad de los objetos científicos por la capacidad para producir resultados, implicaciones, sorpresas, conexiones, manipulaciones, explicaciones, aplicaciones (Daston 2000:10). Alude a su potencial para la sorpresa, para producir expectativas hacia el futuro. Por el otro, en este artículo se retoman los sentidos trabajados por Michel Foucault (2000, 2002, 2005) y por Nikolas Rose (1998), los cuales han mostrado cómo ciertos conocimientos sobre los seres humanos se producen en dispositivos que suponen a la vez relaciones de saber y relaciones de poder, que modelan las relaciones humanas, e intervienen en la producción de los fenómenos psicológicos que se describen, se explican, se conocen, se manipulan.

Los tests mentales como una vía de incrustación del niño psicológico
El niño como objeto de conocimiento psicológico en Argentina supuso el desarrollo y la institucionalización de técnicas de observación, de medición y de experimentación acordes con las prácticas de investigación y desarrollos teóricos de la psicología académica. Durante las primeras décadas del siglo XX, la psicología en la Argentina asumió los supuestos naturalistas de la psicología europea de fines del siglo XIX y el ideal de conocer para fundar intervenciones racionales sobre las conductas humanas. Así, por un lado, se observa el desarrollo de ámbitos espaciales específicos de observación de la niñez: la escuela y la cárcel. Ambos lugares permitían el estudio de desviaciones de diferentes tipos a partir de los parámetros de normalidad aceptados. Más tarde, en las décadas de 1920 y 1930, se sumaron los institutos encargados de estudiar los retrasos más severos o los trastornos psiquiátricos de los niños, y la familia comenzó a ser objeto de intervenciones para prevenir o corregir las desviaciones de la conducta infantil. En el conocimiento psicológico del niño se observa, entonces, una interrelación indisoluble entre las técnicas de conocimiento y las técnicas de intervención sobre la niñez, ya que el conocimiento de los niños se generaba en ámbitos explícitamente definidos a partir de modelos educativos y de proyecciones hacia el futuro, con valoraciones de carácter moral y político, que veían el niño como el futuro ciudadano que debería seguir los ideales de la nación, también en construcción.
Se pueden identificar, así, técnicas de individualización (disciplinadoras) (Foucault 2002) sobre todo en los peritajes de los niños delincuentes, y técnicas de biopoder (Foucault 2000ª) que ubicaban al niño dentro de grupos y a estos dentro de la población escolar sobre la cual se pretendía intervenir y dirigir hacia metas valoradas moral y políticamente. La disciplinarización de la psicología en estas primeras décadas, coincidió en sus múltiples usos en los campos educativos, criminológicos y de la psicopatología clínica, con la disciplinarización del objeto de estudio, de las subjetividades infantiles que se conocían, se modelaban y se dirigían.
Durante las primeras décadas del siglo XX, se desarrollaron en Argentina una serie de técnicas psicopedagógicas que apuntaban a definir el niño local, a dar con la fórmula psicofísica del niño argentino, lo cual se consideraba la base de una pedagogía científica y de la aplicación de una didáctica entendida como una especie de experimentación sobre los grupos. Para el estudio psicológico de los niños, los aparatos propios del laboratorio de psicología experimental perdieron importancia, y la ganaron en cambio los llamados tests psicopedagógicos, que no requerían la participación de investigadores expertos ni de aparatos sofisticados. El laboratorio fue reemplazado por la escuela, los investigadores expertos (formados en psicología en el profesorado o en la universidad) por maestros de Escuelas Normales, y las técnicas apuntaban a definir medias estadísticas a partir de la administración de cuestionarios que exploraban capacidades sensoriales, asociativas verbales y visuales, la imaginación y razonamiento (Talak 2003). Los tests mentales apuntaban a medir el estado y evolución de las diversas aptitudes humanas, las cuales se tomaban como indicadores de la evolución psicológica de los seres humanos (Talak 2005), y convertían en un hecho natural las diferencias humanas desarrolladas en clases sociales y en condiciones culturales muy diferentes. Las diferencias humanas vinculadas a la edad, el sexo y la raza (muchas veces identificada con la nacionalidad de origen), eran atribuidas en general al orden biológico y consideradas inmodificables. Por eso, las propuestas pedagógicas aconsejaban en general "acompañar la naturaleza", la evolución natural de varones y mujeres, e intervenir en lo posible limitando ciertos desarrollos de esas naturalezas que podían perjudicar a la sociedad. En las primeras décadas del siglo XX la concepción psicológica del niño lo definía, según la ley biogenética fundamental, en analogía con el hombre primitivo según la evolución de la humanidad, y en analogía con un delincuente según los criterios de la sociedad actual. Debido al escaso desarrollo de los centros inhibidores, en el niño predominaban, señalaba Víctor Mercante (1902), las tendencias violentas, delictuosas, que solo la educación iría debilitando y suplantando por la conducta civilizada. La concepción del niño criminal, avalada en las mediciones estadísticas de los tests aplicados a los grupos escolares y a los niños en las cárceles, fue reemplazada paulatinamente a partir de la década de 1920, por la concepción del niño curioso, investigador, propio de la escuela nueva y de la recepción de las ideas de Édouard Claparède en el ámbito educativo, la cual suplantó una concepción naturalizada del niño que enfatizaba la visión de las diferencias desde las limitaciones y como base de las desigualdades humanas, por otra concepción también naturalizada, que enfatizaba las posibilidades y fundaba desde ahí las diferencias individuales y los métodos pedagógicos más activos.
La orientación vocacional y profesional, planteada tempranamente como respuesta a la necesidad de una orientación para los alumnos "menos dotados", que no podrían seguir la escuela secundaria ni la universidad, tuvo un desarrollo más notorio a partir de la década de 1920. La orientación profesional se atribuía el objetivo de "descubrir la profesión que conviene más a un individuo determinado, a sus aptitudes" (Palacios 1925: 345). Se tenía en cuenta el perfil individual pero la orientación tenía también un alcance social: la utilización de tests mentales (Binet-Stanford) y los cuestionarios de perfiles vocacionales y profesionales mostraban en su lectura las relaciones explícitas entre la psicología y la economía política, entre disciplina y biopoder.
Los tests mentales (psicopedagógicos y psicofisiológicos) contribuyeron entonces a la incrustación de ciertas concepciones sobre la niñez, obtenidas a partir de prácticas de intervención en campos con historias más largas y con ritmos propios (la educación, la criminología, y más incipiente, la psicopatología) en interrelación con las representaciones sociales vigentes de la niñez. Las técnicas de exploración psicológica cumplieron un papel legitimador de ideas previas, consolidando la justificación de ciertas prácticas de intervención en el modelamiento de los niños.

La medicina psicosomática, una vía de incrustación del inconciente
El abordaje de los desarrollos de la medicina psicosomática en la Argentina, entre los años 1940 y 1950, desde el concepto de incrustación, conducen a preguntar: ¿cuál es el objeto que se incrusta, cobrando consistencia, con el desarrollo de esta medicina psicosomática? Se propone como hipótesis que las técnicas empleadas por la medicina psicosomática pueden ser concebidas como vías de incrustación del inconsciente como objeto de estudio del psicoanálisis. Más específicamente, se sostiene que este inconsciente fue insertado como objeto de estudio disciplinar, en parte, a través de técnicas que operaron en el cruce entre medicina e intervención psicoterapéutica.
La importancia de la medicina psicosomática como vía de consolidación y expansión de conceptualizaciones psicoanalíticas1, queda plasmada, por ejemplo, en la gran cantidad de artículos publicados sobre el tema entre los años 1940 y 1950, en la Revista de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Argentina, fundada en 1942. Asimismo, en 1948, la editorial Paidós publicó Patología psicosomática, primer libro conjunto del grupo de miembros fundadores de la APA, en el que se revisaba el tratamiento psicoanalítico de una amplia gama de patologías. En el prólogo a Patología Psicosomática, por ejemplo, Rascovsky justificaba la pertinencia de este abordaje en medicina de la siguiente manera:

"...esta resurrección de la medicina humanística comienza cuando (...) apareció un instrumento suficientemente adecuado como para permitir que se colocara a la investigación psicológica entre las técnicas denominadas científicas." (Rascovsky, 1948: 12).

La técnica psicoanalítica aparecía colocada, en este punto, como única técnica posible de articulación entre el campo médico y el campo psicoterapéutico. El médico debería hacerse necesariamente de elementos de esta técnica para abordar de manera integral la patología a la que se viera enfrentado en su tarea clínica. En este sentido, el cuerpo en cuanto tal es dejado en parte de lado como terreno de investigación, y pasa a cobrar el valor de escenario en el que se manifiesta un juego de significaciones inconcientes, objeto último de develamiento e intervención.
A efectos de relevar puntualmente esta vía de incrustación del inconciente como objeto de estudio, se ubicará el escenario clínico delineado por Pichon-Rivière en un artículo de 1946, titulado "Estudio psicosomático de la jaqueca" (Pichon-Rivière, 1946) y publicado dos años más tarde en Patología psicosomática. En este escrito, Pichon-Rivière se aboca a la descripción de un caso específico de jaqueca y del curso de su tratamiento. Se describen un motivo de consulta, las características de la personalidad del paciente, sus antecedentes familiares, y la sintomatología particular. Se pasa, más adelante, al relato exhaustivo de un sueño del paciente, de sus asociaciones, y de la interpretación correlativa que apunta a desandar el armazón del síntoma jaquecoso. Los elementos empleados a la hora de operar sobre la patología son las herramientas clásicas de la técnica analítica, destacando ante todo la interpretación. Luego de trazar puntos de continuidad entre uno de los sueños relatados por el paciente, sus asociaciones, y el trastorno orgánico, el autor afirma:

"La jaqueca representa para su inconciente todo golpe asestado por la realidad, golpes que el mismo enfermo busca compulsado por su necesidad de castigo." (Pichon-Rivière, 1946: 228).

Pichon-Rivière destaca, asimismo, que el mecanismo de la crisis jaquecosa y el de la crisis epiléptica (1943), por ejemplo, se ven unidos en el horizonte de esta descarga masoquista, muda e inconsciente. Por otra parte, los significados expresados en estado paroxístico durante las crisis de cada patología son relevados también a modo de carácter en cada uno de los pacientes, disminuyendo la expresión caracterológica la necesidad de una manifestación crítica, y viceversa. En última instancia, agrega Pichon-Rivière, en la jaqueca, en la epilepsia y también en la melancolía, se verifica una situación básica común asociada a una descarga de agresividad dirigida a un objeto introyectado por el sujeto2.
Dado que el mismo conflicto puede ser expresado por vías diversas, ya sea a nivel psicopatológico o a nivel de un trastorno orgánico, ya sea bajo la forma de un rasgo caracterológico o bien bajo la forma de una crisis, se observa la importancia dada, ante todo, a aquel significado inconsciente que se manifiesta en terrenos diversos.
Las técnicas de interpretación de los significados expresados en las patologías orgánicas, el escenario de los sueños de un paciente descrito con minucia, la madeja de asociaciones que permitían, en última instancia, circular desde el sueño, como fenómeno psíquico, al cuerpo y sus avatares orgánicos, darían consistencia a un inconsciente como objeto de reflexión y estudio de este psicoanálisis médico que parecía buscar ganarse un espacio de inserción entre los profesionales de la medicina.

El genograma como vía de incrustación de la familia
Muchas son las técnicas que se utilizaron para intervenir terapéuticamente en las familias. Hacia 1970, se aplicaron distintos modelos de tests proyectivos para familias y parejas, modelos diagnósticos para la planificación terapéutica familiar, distintas modalidades terapéuticas con familias, etc. En este caso se hará referencia exclusivamente al genograma para poner de relieve el recorte y configuración de la familia como objeto de intervención en las disciplinas psi. Se observa además la productividad del objeto familia en la incrustación que se pone de manifiesto a través de una de sus técnicas: el genograma3.
El genograma es un formato específico para dibujar un árbol familiar que registra información sobre los miembros de la familia y sus relaciones, teniendo en cuenta por lo menos tres generaciones. Éste, como cualquier técnica, supone una teoría y las teorías son modos de explicar la creación, la constitución, la composición de un objeto. De modo que cada tradición disciplinar construirá su propio objeto, en función de su propia historia, y por ende, las técnicas específicas inherentes a ese objeto. En el presente apartado se analiza la constitución de la familia como objeto de intervención terapéutica en la Argentina.
Puede detectarse toda una productividad específica a partir de las primeras elaboraciones, tanto teóricas como prácticas, acerca de la familia como objeto de inter
vención terapéutica. En relación a la productividad intelectual, comienza a desarrollarse a partir de Enrique Pichon-Rivière -uno de los fundadores de la APA- una integración, a lo largo de su obra, entre el psicoanálisis y la psicología social. Esto lo ubicó como pionero en psicoanálisis, terapias grupales y familiares. A partir de su "peculiar combinación de lecturas" de autores como Kurt Lewin, George Mead, Gastón Bachelard y nociones recicladas del kleinismo (Vezzetti, 1996b), abordó entre otras áreas de su interés, la esquizofrenia, la psicoterapia de grupos y los desarrollos sobre doble vínculo de Gregory Bateson. La familia para Pichon fue una de las problemáticas fundamentales en su integración de la psicopatología, el psicoanálisis y la psicología social4. A partir de sus aportes, durante la década de 1960 se perfilaron distintas producciones como la noción de simbiosis, teorizada por Bleger, constituyendo una de las primeras etapas en la constitución familiar (Bleger, 1966), y se destacaron dos líneas teóricas respecto al abordaje de los grupos familiares. Una de corte psicoanalítico estructuralista, representada por Isidoro Berenstein. La otra liderada por Carlos Sluzki, donde se privilegiaron los aportes norteamericanos sobre teoría de la comunicación e interacción. A esto se sumó la productividad en las prácticas, con una dirección semejante a la producción intelectual, y la productividad de eventos científicos desde 1965 como el Coloquio Acta "Familia y Enfermedad Mental", y el primer congreso argentino "Patología y terapéutica del grupo familiar", en 1970.
Esta producción se consolidó con la fundación de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar (SATF) en 1978, primera institución abocada exclusivamente a este objeto de conocimiento e intervención. A partir de 1979 se fundaron otras instituciones del mismo carácter como el Centro de Familia y Pareja (CEFYP), y se inauguraron durante la década de 1980 departamentos específicos de familia y pareja dentro de otras instituciones -públicas y privadas-. La apertura de estos nuevos espacios, puede tomarse como uno de los indicadores de la incrustación del objeto familia dentro del campo de las disciplinas psi.
Entre las producciones específicas que se generaron a partir del objeto familia, se encuentra la creación de la primera revista latinoamericana Terapia Familiar. Estructura, patología y terapéutica del grupo familiar, editada a partir de 1978 por SATF. Entre sus artículos, en 1978, puede encontrarse uno de los primeros modelos argentinos de genograma escrito por Alfredo Canevaro, director de la revista y uno de los cofundadores de SATF. Este artículo, "Un modelo de ficha clínica familiar", muestra de modo privilegiado el estado de productividad e incrustación de la terapia familiar en Argentina. Contiene un modelo de ficha para la recopilación de datos familiares y los gráficos para generar el genograma, además de los fundamentos teóricos en los que se basa el armado de ambos.
Entre las teorías con las que se aborda el objeto familia, se encuentran la teoría de la comunicación, los aportes sistémicos, y el psicoanálisis de vertiente inglesa. De este modo, los conceptos fundamentales presentes en la conformación del genograma son:
• La estructura: entendida como campo psicológico, desde la concepción lewiniana -este nivel supone una dimensión sincrónica-.
• El sistema: comprende a la familia en el aquí y ahora sin ocuparse de la historia del grupo -nivel sincrónico-.
• El proceso: incorpora el modo en que una familia funciona frente a circunstancias críticas, tanto de origen interno como externo, a lo largo de su ciclo vital -concepción que introduce la dimensión diacrónica-.
• La continuidad histórico-genética: supone el sello particular, la identidad, que ese grupo familiar fue constituyendo a lo largo de su historia -dimensión diacrónica-.
A partir de estos fundamentos teóricos, el modelo de comprensión y, por tanto, de graficación e intervención en el grupo familiar debe:

"integrar operativamente los distintos niveles de significación de las relaciones familiares (...) combinando permanentemente la estructura con el proceso, el corte sincrónico con el diacrónico, siendo el terapeuta el pivote que permita integrar estos distintos niveles de significación, presentes siempre ya sea en el relato, disposición espacial, uso del tiempo, etc."5 (Canevaro, 1978: 17).

En consecuencia, Canevaro propone una óptica sistémica, pero incluida en el "esquema teórico referencial" del terapeuta, que en Argentina supone ineludiblemente al psicoanálisis, y más específicamente a los desarrollos de Enrique Pichon-Rivière.
Por último, en el genograma todos estos datos se vuelcan al gráfico y se agregan en el dibujo las características de:
agrupación (cohesiva/ dispersiva). Se grafica una familia nuclear con las líneas muy juntas o muy separadas respectivamente.
proximidad, que se grafica modificando, dentro de la familia nuclear, la distancia entre las líneas que reflejan una relación vincular de mayor o menor grado de simbiosis o compromiso emocional.
dimensión objetal donde se modifica el tamaño de las figuras de los miembros que supone cuál es el objeto idealizado (mayor tamaño) o denigrado (menor tamaño).
A esto le agrega una última variable para graficar la tensión, dirección y compromiso emocional a partir de cinco tipos de relaciones: unidireccional, didireccional, ambi
valencia, poco compromiso emocional, marcado compromiso emocional. Las características de cada vínculo se grafican con líneas adicionales entre los miembros. Pueden observarse, entonces, las siguientes cuestiones. En primer lugar, que el potencial novedoso de este objeto de conocimiento en particular, a partir de sus distintos encadenamientos representacionales fue constituyendo una estabilidad conceptual desde su productividad en lo intelectual, en la práctica y en la creación de diversos eventos científicos. En la medida en que el objeto familia se fue construyendo en estas instancias productivas ofreció, a su vez, nuevas explicaciones, manipulaciones, aplicaciones, y también nuevos interrogantes.
En segundo lugar, al institucionalizarse la intervención terapéutica, ésta le otorga a la familia como objeto de conocimiento e intervención una persistencia, una realidad, en función al grado de organización que posea su incrustación en distintos sistemas de técnicas e instrumentos. A partir de fines de la década de 1970, la institucionalización de la terapia familiar en sus diversas formas, la incesante producción bibliográfica, las técnicas y los gráficos que sobre ella se realizaron le confieren a la familia una cada vez mayor realidad ontológica en las disciplinas psi, inexistente hasta pocas décadas atrás.
Con respecto a otras tradiciones disciplinares, la constitución del objeto familia en Argentina posee características diferenciales. A partir del análisis del genograma, se puede señalar que:
1) El genograma articula distintos desarrollos teóricos, tales como los desarrollos sistémicos, la tradición psicoanalítica de escuela inglesa -de fuerte impronta en las teorizaciones argentinas- y las teorizaciones de Pichon-Rivière. A su vez, resurge la discusión respecto al concepto de estructura de Lévi-Strauss, que ya estaba siendo utilizado para las teorizaciones sobre la familia en Argentina. Esta articulación se encuentra sintetizada en los conceptos de estructura, sistema, proceso y continuidad histórico-genética donde se integran varias teorías en un mismo corpus.
2) En la graficación se reflejan muchas de estas concepciones teóricas a partir de la representación del tipo de vínculos -que incluyen la dimensión simbiótica teorizada por Bleger-, el juego de identificaciones, el grado de proximidad y las relaciones objetales entre los miembros, aspectos relevantes en las conceptualizaciones argentinas de Pichon-Rivière y Bleger.
Iluminar al genograma para observar la incrustación de la familia, no hace más que echar luz a un cristal de múltiples y polifacéticas historias.

La desaparición del grupo. Punto de inflexión de la construcción de lo social en la Argentina
La biografía del objeto grupo en la psicología argentina permite mostrar distintos grados de incrustación del objeto grupo a lo largo de su historia. La biografía de este objeto muestra las vinculaciones estrechas con las vicisitudes de la historia política, social y cultural del país. El trazado de un mapa temporal del concepto, tiene por finalidad poner de manifiesto las variaciones que se han producido a lo largo del tiempo, sus posibles causas y vinculaciones. Dentro de este recorrido se hará hincapié en las vicisitudes que dificultaron en cierto momento histórico la incrustación del grupo en el cuerpo teórico de la psicología argentina.
Para esbozar en primer lugar, un mapa temporal de los distintos grados de incrustación del objeto nos remontaremos a la década de 1930. En aquel período, una serie de manifestaciones culturales que acontecieron en el país, fueron en parte movimientos subterráneos de resistencia a las dictaduras locales, pero también respuesta a la gran crisis mundial del capitalismo. Se gestaron producciones de gran valor en el campo teatral, plástico y literario, de las cuales se puede señalar entre otras, una serie destacada de ensayos políticos y sociales cuyo tema predilecto era la definición de la identidad nacional. Un cruce interesante de este movimiento artístico y el campo de la salud mental lo constituye el movimiento surrealista, cuyas ideas en el país fueron recibidas por médicos-poetas. Este movimiento vanguardista supo exaltar la creación grupal como modo de transformación política y social, hecho que generaría una sensibilidad hacia esta temática y un terreno fértil para que emergieran las primeras prácticas grupales en la década siguiente.
Sin embargo, el grupo logró incrustarse como objeto de conocimiento psicológico en la década de 1950, en consonancia con el interés por el mismo que se desarrollaba a nivel internacional. En esos años se fundaron las primeras instituciones abocadas al estudio de los grupos del país, y comenzaron las publicaciones locales sobre el tema.
La experiencia adquirida en esos años se capitalizó en los años sesenta dando lugar a una producción teórica y técnica original. La misma estuvo imbuida por el clima de época, que abrigaba la esperanza y la firme voluntad de transformación política y social. Uno de los proyectos de cambio que floreció bajo este influjo apeló al grupo como eje del mismo y adjudicó al profesional del campo psi el rol de agente de cambio social. Este proyecto fue concebido en el Instituto Argentino de Estudios Sociales, fundado por Gino Germani y Pichon-Rivière. La primera gran estrategia que trazaron se aplicó a una comunidad entera: la ciudad de Rosario.
Sin embargo las tensiones generadas con los discursos y prácticas contrapuestos a los abordajes grupales, que llegaron a su punto máximo en la década del setenta, culminaron con la desaparición y por ende una disminución notoria del grado de incrustación del objeto grupo en el escenario psi. Mucha de la producción grupal que tuvo su esplendor en los sesenta se perdió o quedó en los márgenes de las instituciones oficiales y en el mejor de los casos penetró en ellas ocupando un lugar menor.6
De acuerdo con la perspectiva de Michel Foucault (2000a)7, estas variaciones en el campo del saber - que se pueden traducir en el presente apartado, como distintos grados de incrustación del objeto grupo - no pueden pensarse al margen de la lógica de las relaciones de poder, sino más bien como instrumento y efecto de las mismas. La historia del objeto grupo se entrelaza con las vicisitudes de la historia política del país.
Daniel Feierstein (2005) -extendiendo la idea foucaultiana de que el racismo moderno está ligado con la emergencia de un biopoder- plantea que las prácticas sociales genocidas se han instalado como un procedimiento funcional a las nuevas tecnologías del poder de la modernidad. Las consecuencias de estas tecnologías en el ámbito de la biopolítica, están vinculadas al control de masas de población y a la configuración teórico-política de un sistema hegemónico de representación del mundo. Este autor plantea que en el caso del genocidio racial se elimina al otro en tanto inferior, degenerado genéticamente. Mientras que en el caso del politicidio (intención de destruir, en forma total o parcial, un grupo por motivos sociales o políticos) el exterminio del otro, obedece a su peligrosidad conspirativa para el conjunto social.
En Argentina, como en toda América Latina, la eliminación del otro subversivo se hizo aduciendo su peligrosidad. Las dictaduras latinoamericanas se apropiaron de la figura del desaparecido, que antaño aludía tan sólo al desconocimiento de las condiciones en que se encontraba una persona, producto de la confusión reinante en situaciones extremas. El objeto de tal apropiación consistió en ocultar la eliminación secreta de disidentes y en generar confusión de forma sistemática. La desaparición no tuvo como objeto sólo a personas físicas, sino también a prácticas sociales, culturales y científicas. Entre ellas, se prohibió la reunión de dos o más personas en lugares públicos. Este hecho se vinculó en el en el campo de la Salud Mental, a la abolición de las prácticas grupales en los Hospitales Públicos.
Alejandro Vainer (1996) ha propuesto ubicar al grupo en el lugar del desaparecido, al constatar durante los cuatro años de su residencia como psicólogo, que la formación grupal no estaba incluida dentro de los exigentes requisitos para ocupar vacantes en los hospitales públicos de Buenos Aires y que además existía una falta de formación en teoría y técnica de grupos por parte de los psicólogos. Vainer sugiere algunas hipótesis iniciales para pensar los motivos que produjeron esa ausencia de conocimiento y de formación profesional en lo grupal. 1) Las dificultades que plantea la época actual para agruparse. 2) Los avatares de la historia de Argentina. 3) Las corrientes teóricas hegemónicas en el campo de la Salud Mental Argentina a partir de la década de 1980. Estas hipótesis iniciales pueden ser repensadas desde el abordaje genealógico propuesto por Michel Foucault, y pueden ser entendidas como facetas distintas del mismo cristal.
Así, la primera de estas causas puede ser pensada como producto de un aumento creciente del individualismo. Foucault plantea en Vigilar y Castigar que la individualización es el efecto subjetivo y el instrumento de una forma del ejercicio del poder: el poder disciplinario. La segunda causa puede vincularse con lo postulado por Feierstein, sobre el genocidio moderno como un modo de funcionamiento del Estado, que implementa biotecnologías de poder. Asimismo, afirma que los Crímenes de lesa Humanidad perpetrados por la última dictadura militar argentina, fueron uno de los fatales eslabones de la cadena de genocidios cometidos en el siglo XX. Finalmente la tercera de las razones aducidas por Vainer puede considerarse como el aspecto productivo, o agonista de las luchas de poder, planteadas por Foucault. Desde esta perspectiva, las luchas no son concebidas como una oposición término a término que las bloquea, como un antagonismo esencial, sino como un agonismo: una relación de incitación recíproca y a la vez reversible. Consecuentemente con este punto de vista las luchas de poder no pueden leerse solamente en término de relaciones antagónicas sino como la conjunción de antagonismo y agonismo. Este enfoque propone que además de investigar lo que se prohibió, se censuró o reprimió, se indaguen las nuevas prácticas sociales en conjunción con el tipo de saber que se produjo, es decir el aspecto positivo de las relaciones de poder.
En la época de la dictadura militar se utilizaron desde luego las formas más burdas de relaciones de poder: el exterminio, la represión y la censura. Pero no debe perderse de vista que las mismas coexistieron con formas más sutiles de relaciones de poder, las cuales incitaban, inducían o desviaban hacia nuevas prácticas y saberes que también configuraron el campo psi argentino. Las máximas figuras del campo grupal e institucional de extracción política principalmente de izquierda, fueron condenadas al exilio, entre las que se encuentran Mauricio Goldemberg, Gregorio Baremblitt, Hernán Kesselman, Eduardo Pavlosky, Armando Bauleo, Fernando Ulloa. Como resultado de dicha contienda las prácticas grupales hospitalarias que comenzaron en el país en 1947, fueron devastadas a mediado de los años setenta.
No fue este desalojo de los grupalistas del escenario lo que dejó un lugar vacante para que fuera ocupado por cualquier otra práctica psi. Por el contrario, así como la autocensura se instaló en los medios de comunicación como efecto del dispositivo de terror, el miedo a los grupos (que fueron vividos como clandestinos y altamente peligrosos) se instauró en la sociedad. Las prácticas y teorías psicológicas que emergieron en ese contexto centraron su mirada en un individuo aislado de su contexto social, reforzando de ese modo la ruptura ya perpetrada de las relaciones sociales.

Consideraciones finales
Se ha mostrado en el análisis histórico de los procesos de incrustación en redes de intervenciones técnicas y de sistemas conceptuales, cómo diversos objetos de conocimiento psicológico (niño, inconsciente, familia, grupo) adquirieron en la Argentina una mayor estabilidad conceptual y realidad, o bien cómo esta se transformó sustancialmente. Se ha mostrado también cómo estos procesos suponen una interrelación entre prácticas materiales de investigación y producción del conocimiento y de intervención sobre las mismas subjetividades humanas que se buscan estudiar. De esta manera, la categoría de incrustación constituye una herramienta conceptual valiosa para el historiador de la psicología, en tanto habilita una multiplicidad de enfoques para comprender y explicar por qué determinados objetos de conocimiento se enraízan haciéndose más visibles, o, por el contrario, se invisibilizan, en un corpus teórico determinado en ciertos momentos históricos. Si bien los estudios de las vicisitudes históricas de estos objetos forman parte de diversas investigaciones más amplias en curso, citadas en la bibliografía, el enfoque historiográfico aquí propuesto y los resultados señalados muestran su fecundidad al revelar en los casos concretos estudiados aspectos particulares del carácter tecnológico de la psicología, que va más allá de una definición como conjunto de teorías, de saberes o de discursos, para adentrarse en las redes que intervienen simultáneamente como instrumento y producto en la definición de nuestras valoraciones, de nuestras diferencias, de nuestras relaciones, de nosotros mismos como seres humanos.

Notas

1 Cabe destacar la importancia que también cobró la medicina psicosomática en la implantación del psicoanálisis en los Estados Unidos. Nathan Hale (1995) señala como marca distintiva de esta implantación estadounidense del psicoanálisis su absorción por parte de la medicina y la psiquiatría aplicadas a gran escala. La medicina psicosomática sería llamada en este punto a intervenir en el campo creciente de las enfermedades crónicas de causa desconocida y en el campo de las neurosis de guerra.
2 Los trabajos de Pichon-Rivière referentes a esta temática contaron con la particularidad de proponer una "psicopatología psicosomática", dado que el autor ligaba en ellos el trastorno orgánico tratado con una estructura psicopatológica de base (Vezzetti, 1996: 273).
3 Véase F. Macchioli (2005).
4 Algunas de las ideas respecto al lugar de la familia en la obra de Pichon-Rivière, fueron extraídas de dos clases dictadas por Hugo Vezzetti en el marco del curso de doctorado "Genealogía de la Psicología Social", dirigido por Dra. Susana Seidmann, 28 de Agosto de 2004 a 11 de Diciembre de 2004, Facultad de Psicología, UBA.
5 El subrayado es nuestro.
6 Este es el caso, por ejemplo de los grupos operativos de Pichon-Rivière, los cuales dentro de los ámbitos psi, pasaron a ser una teoría cuyo nombre es conocido por casi todos, pero a la vez la mayoría desconoce su contenido. Tomando prestado el oxímoron que Marcel Gauchet aplica al Inconsciente cerebral puede decirse que los grupos operativos son "un conocido desconocido".
7 Aunque Foucault ha abordado este tema en distinto lugares de su obra, nos referimos especialmente a lo planteado en Defender la Sociedad (2000).

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Fecha de recepción: 19 de diciembre de 2005
Fecha de aceptación: 18 de mayo de 2006

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