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Anuario de investigaciones

versão On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. v.14  Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./dez. 2007

 

PSICOLOGÍA SOCIAL, POLÍTICA Y COMUNITARIA

Representaciones sociales sobre la educación y el trabajo en una época de crisis social, en jóvenes argentinos universitarios

Social representations of education and work in a period of social crisis in young argentinian university students

Seidmann, Susana1; Azzollini, Susana2; Bail, Vera3; Vidal, Victoria4; Thome, Sandra5 *

1 Dra. en Psicología. Profesora titular regular Psicología Social, cátedra I. Directora de la Maestría en Psicología Social Comunitaria. Directora del proyecto de investigación P047, "Los jóvenes frente a la crisis social y conflictos psicosociales: representaciones sociales, sentimientos, estilos de afrontamiento y redes sociales. Una consideración de acuerdo al género". seidmann@psi.uba.ar
2 Dra. en Psicología. Investigadora Asistente CONICET. Profesora Adjunta, Psicología Social, cátedra I.
3 Psicóloga. JTP, Psicología Social, Cátedra I.
4 Lic. en Psicología, JTP, Psicología Social, Cátedra I. Becaria de Maestría en Psicología Social Comunitaria, UBACYT.
5 Lic. en Psicología, ATP, Psicología Social, Cátedra I.
* Miembros del equipo de investigación del proyecto de investigación P047.

Resumen
Se realizó un estudio exploratorio sobre las representaciones sociales de educación y trabajo en 100 jóvenes universitarios argentinos, seleccionados a través de un muestreo no probabilístico por cuotas según tipo de estudio.
Se solicitaron asociaciones libres con las palabras educación y trabajo.
Para el análisis de datos se consideraron dos indicadores: frecuencias y rangos medios.
El núcleo de la representación social de educación estáconformado por: futuro, cultura, formación, aprendizaje y enseñanza; y el de trabajo por: dinero, responsabilidad, independencia y esfuerzo.
Se concluye que, las mujeres enfatizan la perspectiva temporal de futuro y sentimientos positivos, que muestran una fuerte idealización de la independencia femenina, mientras que los hombres lo hicieron con los atributos necesarios para alcanzar el logro de metas que remiten a una autoevaluación del rol proveedor. Los varones evidencian mayor pragmatismo al asociar con aspectos económicos del trabajo, mientras que las mujeres destacan adjetivos que denotan problemas, evidenciando una mirada más política.

Palabras clave: Representaciones sociales; Educación; Trabajo; Crisis social; Jóvenes universitarios

Abstract
An exploratory study was performed about social representations of education and work in 100 young Argentinean university students, which were selected through a non probabilistic sample by quotas, according to the type of study realized.
Free associations were asked with the words education and work.
For the data analysis, two indicators were considered: frequency and medium rank.
The core of education social representation is conformed by the words: future, culture, formation, learning and teaching; and that of work by: money, responsibility, independence and effort.
We conclude that women emphasize future temporal perspective and positive feelings which show a strong idealization of their independence, while men emphasize the main attributes needed to reach goals related to a purveyor role.
Men show a greater pragmatism when they associate with work economic issues, while women detach adjectives which denote problems, making evidence of a more political view.

Key words: Social representations; Education; Work; Social crisis; Young university students

Introducción
Las representaciones sociales constituyen principios generadores de tomas de posición, ligados a inserciones sociales específicas y organizan los procesos simbólicos que intervienen en las relaciones sociales (Doise, 1986). Al operar como marco de interpretación del entorno, regulan las vinculaciones con el mundo y con los otros y orientan y organizan las conductas y las comunicaciones. Tienen, también, un papel importante en la definición de las identidades personales y sociales.
El estudio de las representaciones sociales se ocupa tanto de los contenidos del pensamiento como de las características procesuales de su funcionamiento, en los contextos espaciales, temporales y espacios mentales en los que se elabora el conocimiento (Haas y Jodelet, 1999).
Existen así, dos aspectos complementarios del pensamiento: el conjunto de contenidos o aseveraciones concernientes a cierto estado del mundo -el pensamiento constituido-, y la actividad mental que produce esos contenidos - el pensamiento constituyente (Haas y Jodelet, 1999).
Moscovici (1998) señala la importancia de los aspectos procesuales que conforman las representaciones en los procesos de interrelación y prácticas sociales - pensamiento constituyente -.
Desde una perspectiva estructural, las representaciones sociales como objeto de investigación, se organizan en torno a un "núcleo central" que tiene dos funciones: una generadora y otra organizadora (Abric, 1994) - pensamiento constituido -. Lo característico de su contenido es que "está determinado por una parte por la naturaleza del objeto representado y, por otra por la relación que el sujeto - o el grupo - mantienen con ese objeto, es decir por los sistemas de valores y de normas sociales que constituyen el entorno ideológico del momento y del grupo" (Abric, 1994: 23).
Desde esta última perspectiva teórico-epistemológica se centra el presente estudio.

En los últimos años, se han producido una serie de transformaciones, tanto a nivel mundial - globalización - como en la sociedad argentina, las que implicaron cambios macroestructurales profundos. En el año 2001, una profunda crisis económica en Argentina alteró los lazos sociales y la perspectiva de futuro, después de 10 años de una política económica-social que condujo a un desempleo creciente y a la precarización de las condiciones de trabajo. Las crisis sociales pueden ser más o menos profundas y se imbrican con las crisis vitales psicosociales. Las crisis generan "la desintegración de la trama social y el desmoronamiento de las agencias de acción colectiva" (Bauman, 2003:19). Las formaciones sociales están en un estado de fluidez que dificulta la capacidad de decisión y generan sentimientos desagradables y aversivos.
En este sentido, dos de las esferas más implicadas son, sin duda, la del trabajo y la de la educación, no sólo en relación con la crisis por la que atraviesa la sociedad, sino también en lo que se refiere a la valoración y el sentido que el trabajo y la educación tuvieron históricamente para las personas.
El significado del trabajo adquirió a lo largo de la historia humana diferentes acepciones: desde la consideración bíblica del mismo como castigo o maldición; luego como obligación diferenciadora de pertenencia social por parte de los antiguos griegos y romanos (Dodds, 1980), hasta la centralidad que adopta en los escritos de Lutero y Calvino, como señal de salvación eterna. El papel del trabajo como asegurador de prestigio y ascenso social es una característica propia de la modernidad. En la etapa del industrialismo, el trabajo se convirtióen la condición y en el fundamento del progreso, que incitaba al hombre a la construcción y búsqueda de una autonomía laboral y social (Jacob, 1995; Pérez, 1996). En la posmodernidad, parece tender a modificarse la importancia o el significado que se le atribuye, existiendo ciertos autores (Toffler, 1985) que vislumbran nuevas formas para la sociedad del próximo milenio. Aún así, el trabajo parece tener un importante carácter simbólico como principio legitimador dentro de ella, acentuándose aún más en períodos de crisis estructural del empleo como la que se vive actualmente, en donde las personas se ven enfrentadas a una notable contradicción: por un lado el discurso ideológico del papel del trabajo como ámbito de dignificación personal y, por otro, la profunda precarización de las condiciones en el ejercicio del mismo (Pérez Rubio, 2002).
Estos significados han sido congruentes con las determinaciones e intencionalidades políticas, sociales, culturales, económicas y religiosas propias de cada cultura y de cada época histórica.
Pero, desde hace unas décadas, la centralidad del valor trabajo parece haberse puesto en duda, y actualmente coexisten distintos significados del trabajo que también vienen condicionados por diferentes factores, tanto de orden social, cultural, como político, así como por los propios subuniversos particulares de las personas.
Chiavenato (1988) manifiesta que se está produciendo una mayor valorización de los aspectos expresivos del trabajo en nuestras sociedades; frente al predominio anterior - en la ideología modernista - de una valoración instrumental del trabajo. Según Pérez Rubio (2002) en la actualidad, el contenido de la representación social del trabajo de los jóvenes alude a aquello que les permitiría contar con los recursos necesarios para vivir, frente a una realidad en la que el trabajo perdió valor como actividad dignificante, en la medida en que las ofertas laborales, sobre todo para ellos, se tornaron precarias. Aunque se estén produciendo cambios, existen diferencias en la orientación hacia el mismo en función de características y factores situacionales y personales, tales como el sexo, la edad, el nivel educativo, y algunos aspectos laborales, o en función de variables más sociológicas y culturales como la sociedad de origen, el lugar de procedencia (rural o urbana) o la clase social.
Sin embargo, resulta razonable suponer que el valor del trabajo experimentará diferentes matices dependiendo de las características del individuo, pero también de la naturaleza del trabajo, del contexto socio-económico y de las representaciones sociales acerca del mismo en un momento determinado.
Las diferencias socioeconómicas marcan diferentes discursos compartidos, diversas representaciones sociales, que se asientan sobre creencias y valores enraizados en esos submundos culturales y que se transmiten en el proceso de socialización.
La mayor educación provee, asimismo, recursos de afrontamiento más diversificados (Seidmann et al., 2002) que evidencian un aumento de opciones que se poseen y que favorecen una situación de mayor bienestar frente a una crisis disruptiva y la posibilidad de una autorreflexión más profunda.
En una investigación de Ferreira Acosta (2005) sobre las imágenes de la escuela, en estudiantes de Pedagogía y Medicina brasileños, encontró que los primeros tenían una imagen idealizada con conflictos que se moderan dentro de la institución, mientras que en los segundos encontró que la imagen se refería a la lucha individual necesaria para ingresar y permanecer en su facultad.
El género, como construcción social, estará presente en el momento de ordenar y encarar la experiencia vital. Las diferencias de género también incidirán en la existencia de representaciones sociales particulares a partir de valores aprendidos tempranamente (Wood y Duck, 1995) en el proceso de socialización. Las mujeres que lograron superar anteriores prescripciones de género y se incorporaron al mercado laboral, ponen en evidencia una mayor valoración del trabajo en sus vidas. Esta evaluación se asocia también al tipo de actividad que cada una desempeña, siendo mejor en aquéllas que desarrollan ocupaciones más satisfactorias o prestigiosas (Pérez Rubio y Saavedra, 2002).

Objetivo general
Identificar la estructura de las representaciones sociales de educación y trabajo en jóvenes universitarios argentinos.

Metodología
Sujetos y muestra: 100 jóvenes universitarios, 50 de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y los otros 50 de la Facultad de Psicología, ambas de la Universidad de Buenos Aires. Para seleccionarlos, se realizó un muestreo no probabilístico por cuotas según tipo de estudio. Los participantes tenían un promedio de edad de 21,8 años. El 40,6% de los jóvenes trabajaba.
Procedimiento: Se solicitó a los participantes asociaciones libres con las palabras educación y trabajo.
Análisis de datos: Se consideraron dos indicadores de la organización de la representación social: frecuencias y rangos medios del orden de evocación de cada palabra que, por su carácter prototípico - saliencia(Moliner, 1994) -, brinda los elementos que, con mayor probabilidad, pertenecen al núcleo central de la representación."La congruencia de los dos criterios (frecuencia y rango) constituye un indicador de la centralidad del elemento" (Abric, 1994: 68). A partir de la intersección de la frecuencia media de evocación del conjunto de palabras con la media de los rangos medios, se definen cuatro cuadrantes que confieren diferentes grados de centralidad de las palabras que los componen. Se utilizó el software estadístico SPSS.

Resultados
El promedio total de asociaciones con educación fue de 5,21 palabras. No se observaron diferencias estadísticamente significativas entre las medias de asociaciones, según tipo de estudio, trabajo o género.
El promedio de asociaciones total con trabajo fue de 4,12; y tampoco se encontraron diferencias entre las medias de asociaciones según diferentes variables sociodemográficas.
Se encontró una correlación positiva y significativa entre la cantidad de asociaciones con un término y con otro (r= .705 y p<0.000) es decir que quienes asocian mucha cantidad de palabras con uno de los conceptos én lo hacen con el otro
.
En la Tabla I, se observa que las palabras que conforman el núcleo de la representación social de educación, en función de sus elevadas frecuencias y bajos rangos medios (promedio del orden en que fueron evocadas) son: futuro, cultura, formación, aprendizaje y enseñanza. En la Fig. 1 se esquematiza la organización relacional semántica de las palabras que conforman dicho núcleo. Las palabras refieren al proceso educativo (enseñanza-aprendizaje), a las consecuencias del mismo (cultura y formación) y a la perspectiva temporal (futuro) en la que ambos se despliegan.

Tabla I. Identificación del núcleo de la representación social de educación


Fig. 1: Esquema de la organización relacional del núcleo de la representación social de educación

Los elementos periféricos de la representación están constituidos por las palabras: colegio, responsabilidad, libros, posibilidades, conocimiento, progreso, escuela, trabajo, estudio, crecimiento, facultad, saber, bienestar, desarrollo, universidad, maestro, profesor.
En cuanto a las diferencias según género, se observó que las mujeres presentaron más asociaciones relativas a las prácticas y resultados del proceso educativo como: conocimiento, cultura, formación, aprendizaje, enseñanza, estudio, saber, información y experiencia (mujeres: 31,9% y varones: 28,9%); a la perspectiva temporal como: futuro, crecimiento y proyecto (mujeres: 10,8% y varones: 7,2%); a sentimientos positivos como: bienestar, placer, satisfacción, esperanza, orgullo, tranquilidad, felicidad y alegría (mujeres: 4,4% y varones: 2,3%); y al proceso de decisión como: elección, opciones, buscar, selección (mujeres: 3,6% y varones: 1,4%).
Los varones, en cambio, presentaron más asociaciones en relación a lugares de formación como: escuela, facultad, universidad, ministerio, secundario, primaria, carreras, establecimientos e instituciones (varones: 13,6% y mujeres: 8,4%), atributos necesarios como: responsabilidad, dedicación, trabajo, sacrificio, inteligencia, compromiso y capacidad (varones: 7,7% y mujeres: 5,6%) y, símbolos estudiantiles como: boletines, guardapolvo, notas, libretas, exámenes, aula, bandera, (varones: 4,5% y mujeres: 1,6%).
En la Tabla II, se observa que las palabras que conforman el núcleo de la representación de trabajo en función de sus elevadas frecuencias y bajos rangos medios son: dinero, responsabilidad, independencia y esfuerzo. En la Fig. 2 también se esquematiza la organización relacional semántica de las palabras que conforman dicho núcleo. Las palabras refieren los atributos necesarios para desempeñar un trabajo (responsabilidad y esfuerzo) y a los beneficios otorgados por el mismo (dinero e independencia).

Tabla II. Identificación del núcleo de la representación social de trabajo


Fig. 2: Esquema de la organización relacional del núcleo de la representación social de trabajo

Los elementos periféricos de la estructura de la representación están constituidos por: sustento, progreso, salud, remuneración, bienestar, dignidad, futuro, economía, crecimiento, estabilidad, dedicación y sueldo.
En cuanto a las diferencias según género, nuevamente se observó que las mujeres presentaron más asociaciones relativas a la perspectiva temporal como: futuro, crecimiento y proyecto (mujeres: 8,5% y varones: 1,8%) y a sentimientos positivos como: bienestar, placer, satisfacción, esperanza, orgullo, tranquilidad, felicidad y alegría (mujeres: 10,4% y varones: 4,7%); pero también adjetivos que denotan problemas o déficits como: falta, difícil, precario y escaso (mujeres: 1,5% y varones: 0%).
Los varones, en cambio, nuevamente presentaron más asociaciones en relación a los atributos necesarios para el logro de objetivos como: responsabilidad, dedicación, esfuerzo, sacrificio, obligación, compromiso,sudor, competencia, desempeño, voluntad, cumplimiento, motivación (varones: 18,2% y mujeres: 13,4%) y también a aspectos económicos como: dinero, sustento, estabilidad, remuneración, sueldo, beneficio, salario, utilidad, recursos, aumento, ganancia, industria, producción, pago, ingreso, plata, prosperidad, recompensa, inversión (varones: 29,4% y mujeres: 20,9%).
Estas discrepancias por género evidencian la aún fuerte implicancia de las atribuciones sociales de los distintos roles de género, que imprimen diferencias en la organización de ambas representaciones sociales.
En cambio, se encontraron muy escasas diferencias respecto a ambas representaciones sociales según los participantes trabajaran o no, o según el tipo de estudio, lo cual evidencia la homogeneidad de la muestra (vg. jóvenes argentinos estudiantes de la Universidad de Buenos Aires).
En la figura 3, se graficaron las relaciones entre las representaciones sociales estudiadas. Se observa que la palabra responsabilidad, perteneciente al núcleo de la representación social de trabajo, constituye también un elemento periférico de la representación social de educación.


Fig. 3: Esquema gráfico de las relaciones entre las representaciones sociales de educación y de trabajo

Asimismo, las palabras crecimiento, bienestar y progreso resultan compartidas en ambas organizaciones periféricas. Esta falta de autonomía entre las dos representaciones pone en evidencia los vínculos cognitivos comunes que subyacen en el discurso de los estudiantes sobre ambos temas.

Conclusiones
A partir del análisis de los datos se identificó la estructura de ambas representaciones sociales - educación y trabajo - hallándose tanto los elementos centrales y periféricos de cada representación social, así como aquéllos compartidos.
En cuanto el núcleo de la representación social de educación se infiere que la naturaleza del objeto está expresada por las palabras cultura, aprendizaje y enseñanza, mientras que las palabras futuro y formación constituyen la relación que el sujeto y/o el grupo mantienen con ese objeto, o sea los sistemas de valores, normas e ideologías existentes.
Los elementos del núcleo central de la representación social de trabajo son: el referido a la naturaleza del objeto: dinero y los relativos al sistema normativo e ideológico: responsabilidad, independencia y esfuerzo. Con respecto a las diferencias de género, tanto en relación a educación como a trabajo, las mujeres enfatizan la perspectiva temporal de futuro y los sentimientos positivos, que muestran una fuerte idealización de la independencia femenina.
Los hombres destacan los atributos necesarios para alcanzar el logro exitoso en la educación y el trabajo, que remiten a una autoevaluación del rol de proveedor. Consistentemente, los varones presentan asociaciones con aspectos económicos del trabajo, con una connotación más pragmática del mismo. En cambio las mujeres destacan adjetivos que denotan problemas o déficits - precario, escaso, falta - evidenciando una mirada más amplia y política.
En relación a los elementos compartidos entre ambas representaciones, es de destacar que varias palabras asociadas con educación y con trabajo responden a valores sociales de la modernidad: responsabilidad, esfuerzo, cultura, bienestar, dignidad, progreso, desarrollo entre otras. Remiten a la implicancia personal voluntarista en los logros.
La referencia sistemática a los valores le confiere a la representación social su dimensión ética. La atención de los estudiantes parece estar constantemente atraída sobre la responsabilidad personal en la obtención de cultura, formación, dinero para lograr a futuro su independencia. Esto pone en evidencia el control social que ejerce el discurso ideológico dominante.
Estos valores resultan particularmente llamativos luego de las rupturas filosóficas producidas durante el siglo XX, lo cual remite a la persistencia de las tradiciones y de los atrasos en la región, así como a las contradicciones entre su relativa modernización tecnológica y lo tardío y heterogéneo de sus prácticas sociales.

Discusión
Las personas con mayor educación ponen énfasis en la responsabilidad como factor decisivo del éxito, tanto en el estudio como en el trabajo, cuya contracara es la autoatribución del fracaso. Este hecho denota la fuerza del discurso ideológico dominante que resalta la necesidad de este atributo absolutamente personal para el logro de resultados positivos frente a las circunstancias críticas del país. Las salidas individuales ocultan e invierten las relaciones que se dan en la realidad político - social, ya que al soslayar la ausencia de políticas sociales coherentes, lo injusto se naturaliza y las intencionalidades ocultas triunfan al lograr la apropiación individual del fracaso.

Bibliografía

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Fecha de recepción: 19 de febrero de 2007
Fecha de aceptación: 17 de julio de 2007

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