SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.14El proceso diagnóstico en psicoanálisisFlorencio Escardó: la psicología -y las psicólogas y la lucha contra múltiples prejuicios índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. v.14  Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./dic. 2007

 

HISTORIA DE LA EDUCACIÓN

La feminización de las masas: construcción de identidades sociales en la Argentina de fines del siglo XIX *

The feminization of the crowds: construction of social identities in the Argentina of the late 19th century

Chayo, Yazmin1; Sánchez, María Victoria2

1 Lic. en Psicología. Especialista en grupos. Docente en Historia de la Psicología, Cátedra I. Investigadora integrante del Proyecto UBACyT P088, Facultad de Psicología, UBA. yazchu@fibertel.com.ar
2 Estudiante de Psicología, UBA. Docente Auxiliar de Historia de la Psicología, Cátedra I. Investigadora integrante del Proyecto UBACyT P088, Facultad de Psicología, UBA. victoria82@gmail.com
* La presente investigación se enmarca en el Proyecto UBACyT P088 "La construcción de objetos de conocimiento en el desarrollo de la Psicología en Argentina" dirigido por la Lic. Ana María Talak.

Resumen

El presente trabajo tiene como objetivo realizar una lectura de Las multitudes argentinas de José María Ramos Mejía desde una perspectiva histórica, política y de género. Se realiza un análisis de las analogías presentes en la obra ya que contribuye a la comprensión histórica de la producción discursiva del autor. Se destacan aquéllas efectuadas entre las masas y las mujeres y, apelando a estudios históricos y de género, se contemplan aspectos del imaginario social acerca de éstas. La tesis sostenida en este trabajo, basada en la teoría de Ernesto Laclau, plantea que, en la obra Las multitudes argentinas, las analogías entre las masas y las mujeres constituyen un recurso retórico relevante que da lugar a un juego de equivalencias y diferencias que contribuye a la conformación de las identidades sociales de la Argentina finisecular.

Palabras clave: Argentina; Ramos Mejía; Psicología de masas; Identidades sociales; Género

Abstract

The goal of the present paper is to make an interpretation of José María Ramos Mejia's Las Multitudes Argentinas from a historical, political and gender point of view. An analysis is performed on the analogies present in his work, for it contributes to a historical understanding of the author's discursive production. Those made between women and the crowds are highlighted and, based on historical and gender studies, aspects of the social imaginary about these analogies are evaluated. The thesis sustained in this paper, based on Ernesto Laclau's theory, argues that, in Las Multitudes Argentinas, the analogies between women and the crowds constitute a relevant rhetorical device that allows for a game of differences and equivalencies that contributes to the conformation of the social identities of the late 19th century Argentina.

Key words: Argentina; Ramos Mejía; Crowd psychology; Social identities; Gender

INTRODUCCIÓN

En la constitución de las democracias modernas y de las disciplinas "psi", el par racional/irracional ha sido relevante1. En efecto, específicamente en la construcción del campo disciplinar de la psicología de las masas, esta dicotomía se ha manifestado en la calificación de las masas como irracionales e impulsivas frente a la racionalidad del individuo y de sus gobernantes. Por tal motivo quedaron confinadas, de este modo, al terreno de lo psicopatológico y reputadas como sugestionables e histéricas.
El presente trabajo se enmarca en un proyecto de investigación de historia de la psicología en el que se investiga la construcción de objetos psicológicos y los usos políticos de la psicología en la Argentina. Esta investigación se abocará específicamente al libro de José María Ramos Mejía, Las multitudes argentinas, en cuyas páginas el autor recuperó las ideas de Gustav Le Bon, intentando encontrar las claves de las transformaciones sociales del pasado en la Argentina, para dar cuenta de su presente. Aquí se contemplan los usos políticos en el tratamiento que dio Ramos Mejía a las masas hacia fines del siglo XIX, período en el cual éstas se configuraban como objeto de estudio relevante para la Psicología.
Tanto en Psicología de las masas de Le Bon como en Las multitudes argentinas, las comparaciones de su objeto de estudio con el género femenino son múltiples. Pese a que dentro de la historiografía argentina se encuentran numerosos estudios sobre la obra de Ramos Mejía, (Vezzetti, 1985; Álvarez, 1996; Terán, 2000; Marteau, 2003) pocos han privilegiado la perspectiva de género (Salessi, 2000).
Así pues, la hipótesis del presente trabajo consiste en postular que la equivalencia establecida por la elite entre las masas y lo femenino es una pieza clave en la operación política de conformación de identidades sociales en la Argentina finisecular.
Se indagará aquí el modo en que Ramos Mejía emplea en su discurso diversas analogías y luego se intentará establecer la especificidad de aquellas realizadas con respecto a las mujeres.
Lo que se destacará será la relevancia de dichas comparaciones como motor de una doble operación: de desprecio hacia el fenómeno de multitudes por un lado y su simultánea funcionalidad en la conformación de la identidad de la elite por el otro. Se intentará vislumbrar de qué modo esto se produce teniendo como marco de lectura las postulaciones de Ernesto Laclau respecto de la constitución de identidades sociales.
Se considerará el análisis que dicho autor realiza en La razón populista, donde se interroga centralmente sobre la lógica de formación de las identidades colectivas.Ésta supone movimientos contradictorios y ambiguos
que se establecen dentro del sistema social y que, Laclau considera, están regidas por el juego de dos lógicas: lógica de la diferencia y lógica de la equivalencia. Otro concepto central de este autor que se tomará en cuenta será el de significante vacío mediante el cual se analizará el término multitud utilizado por Ramos Mejía. Finalmente, la feminización de las masas conduce a plantear la importancia de la perspectiva de género para comprender dicha lógica. Debido a que el discurso de Ramos Mejía emerge en el seno de un conjunto de discursos de la época, se tendrán en consideración aspectos del imaginario social acerca de las mujeres, para lo cual se retomarán conceptos de Cornelius Castoriadis (1983) y se apelará a estudios históricos y de género que han abordado dicha temática (Gil Lozano, Pita& Ini, 2005; Nari, 2004).

1. PSICOLOGÍA DE LAS MASAS: DE PARÍS A BUENOS AIRES
La psicología de las masas se desarrolló originariamente en Francia hacia 1880 y gozó de prestigio en ese país hasta 1920 (Moscovici, 1981). Sin embargo estas ideas fueron precedidas por numerosos análisis de los cambios en el lazo social producidos por la Revolución Francesa. En muchos casos dichos análisis se encontraban teñidos por el tinte político de quien los llevara a cabo, de su menor o mayor simpatía por las ideas revolucionarias. Hippolyte Taine, cabal exponente de la elite francesa, se encontraba ubicado en el polo de la antipatía hacia los reclamos de igualdad de las clases populares. Este autor, lejos de pensar las movilizaciones colectivas de la revolución francesa como producto de tensiones sociales de grupos enfrentados, las describía como turbas de bandidos, rufianes y violentos que escapaban a toda racionalidad social, dejándose llevar por sus pasiones instintivas desatadas (van Ginneken, 1992). En su análisis sobresalía un claro predominio de formas valorativas descalificadoras hacia las multitudes.
No obstante, de acuerdo con Serge Moscovici (1981), las clases bajas adquirieron mayor poder en Francia en el último tercio del siglo XIX. Alrededor de 1880 se conformaron los primeros sindicatos franceses y cobraban fuerza las ideas comunistas. La rebeldía de las masas contra el orden tradicional preocupaba enormemente a los sectores conservadores. En ese contexto, los psicólogos franceses buscaron fundamentos para realizar un análisis sistemático y científico de la conducta de masas. De acuerdo con Alexandre Métraux (1982), si se desea reconstruir una historia de la psicología de las masas, es necesario distinguir claramente dos procesos históricos diferentes: por una parte, la transformación objetiva que es consecuencia de la industrialización, la urbanización y otros acontecimientos socioeconómicos; por otra, la percepción o interpretación subjetiva de dichas
transformaciones hecha por parte de la sociedad.
Ciertamente, tanto las transformaciones objetivas de la sociedad finisecular, como esas interpretaciones subjetivas, fueron determinantes para la emergencia de la psicología de las masas. Sin embargo, para Métraux,"...su punto de vista, su contenido y su retórica probablemente estuvieron determinados por ese marco de referencia evaluativo compartido [por los sectores elitistas] más que por cualquier otro factor." (Métraux, 1982:4).
El objetivo de los psicólogos franceses de masas era entonces doble: por una parte, entender las transformaciones de la sociedad francesa; por otra, buscar respuestas para enfrentar la desorganización de la sociedad originada por la rebeldía de las masas.
Gustav Le Bon, representante destacado de los psicólogos de masas, buscó cumplir con el segundo de estos objetivos y sus teorías fueron ampliamente aceptadas, sobre todo por el público lego de la época. En franca continuidad con la línea valorativa trazada por Taine, Le Bon sistematizó las características más salientes de las masas, cuyo conocimiento prometía, en la práctica, su manejo y control.
Le Bon, a la cabeza de los psicosociólogos, rivalizaba a su vez con Emile Durkheim, quien lideraba el grupo que sentaba las bases de la Sociología y daba más clara respuesta al primero de los objetivos señalados. Mientras las investigaciones de Durkheim se desarrollaban dentro del prestigioso ámbito académico francés, las de Le Bon se encontraban marginadas y desprestigiadas dentro de esa esfera. Sin embargo, el prometedor empleo de sus ideas en diversos ámbitos, como por ejemplo el político y el militar, contribuyó a la inmensa popularidad que tuvo su obra Psicología de las masas, escrita en 1895.
Con respecto a cuáles fueron las herramientas teóricas que utilizaron los psicólogos de masas, puede decirse que emplearon un conjunto heterogéneo de teorías que no todos compartían. Sin embargo, diversos autores coinciden en señalar que dos de dichas teorías eran los pilares de la psicología de masas en el siglo XIX. (Barrows, 1981; Métraux, 1982; van Ginneken, 1992):
1. La teoría de la hipnosis
2. La teoría de la evolución
De la primera de estas teorías el concepto más importante que extrajeron fue el de sugestión, concebido como cierta forma de poder por el cual un individuo ejerce su influencia sobre otros. Frente a las distintas hipótesis sostenidas acerca de la naturaleza de la hipnosis que se desarrollaban por aquella época, los teóricos de las masas se inclinaron por las ideas defendidas por Charcot en la Salpêtrière. Esta tendencia arrojó los fenómenos de masas al campo de lo psicopatológico y ligó su destino al de las histéricas.
Con respecto a la teoría de la evolución, estos psicólogos utilizaron versiones populares de la misma para construir una jerarquía de la civilización humana. En tal sentido, el postulado por el cual la conducta de las masas presenta rasgos de un estadio temprano, inferior de la evolución social, da cuenta de la supuesta regresión en dicha escala jerárquica.
Si se analiza la expansión de la psicología de masas hacia el fin del siglo XIX, Métraux (1982) señala que la misma se mantuvo como una expresión limitada geográficamente a Francia y, en menor grado, a Italia. Paradójicamente, cuando el prestigio de la psicología de las masas comenzó a declinar en Francia, después de 1920, en otros países algunos de sus temas principales fueron tomados en cuenta por psicólogos pertenecientes a las corrientes vigentes o bien fueron redescubiertos de un modo independiente respecto de los autores franceses. Contrastando con este panorama internacional, en la Argentina hubo una pronta recepción de las ideas francesas sobre las masas a finales del siglo XIX, lo que conduce a suponer que en ese período histórico existía una honda sensibilidad y preocupación en torno a esa temática. En las proximidades del centenario se impulsaban procesos de modernización que implicaban transformaciones sociales. Dentro de ellas se destacaba el importante problema inmigratorio y la consiguiente preocupación por la integración de dichos inmigrantes, así como también por las novedades sociales que los mismos traían aparejadas. Esto de alguna manera significó la importación de problemas presentes en Europa, tales como el avance de las ideas socialistas y anarquistas que constituían el polo opositor de la política conservadora y los conflictos de la incipiente clase obrera, en su mayoría constituida por inmigrantes. Pero a diferencia de Europa, aquí recién comenzaban los procesos de constitución de la nación y la nacionalidad argentina. Nacionalismo vs. Internacionalismo era una de las dicotomías que dominaba el espectro político de la época (Bertoni, 2001).
La elite, que impulsaba el proceso de nacionalización, mostraba claras preocupaciones por los avances sociales en pos del acceso al voto universal y de una mayor democratización. Por aquel entonces el voto era calificado y sólo votaba el dos por ciento de la población.
En ese contexto de preocupación por el avance de las clases populares, no resulta sorprendente que las ideas de Gustav Le Bon se ofrecieran como espejo en los que la elite intelectual argentina se reconocería. José María Ramos Mejía, figura representativa de la elite local, fue uno de los que contribuyó a la recepción de las ideas de Le Bon y se interesó por el análisis de los fenómenos de masas, a tal punto que respondió a la lectura de la obra de Le Bon (1895) escribiendo Las multitudes argentinas (1899).

2. LAS MULTITUDES ARGENTINAS
Este apartado tiene como objetivo llevar a cabo un aná
lisis del libro de José María Ramos Mejía, centrándose especialmente en dos cuestiones. En primer lugar, teniendo en cuenta el concepto de recepción, se analizan aquí las especificidades del desarrollo teórico del autor en Las multitudes argentinas. En segundo lugar, se realiza un análisis de la utilización recurrente en dicha obra de una figura retórica particular: las analogías.

2.1. La recepción de las ideas de Le Bon
En Las multitudes argentinas, Ramos Mejía intenta encontrar las claves de las transformaciones sociales del pasado en la Argentina para finalmente dar cuenta de su presente. Se ha señalado en el apartado anterior que Ramos Mejía recupera en esta obra las ideas de Gustav Le Bon acerca de las masas. Lo que interesa remarcar aquí es el carácter activo de su lectura y no la mera apropiación pasiva de sus formulaciones. En este sentido, resulta útil la noción de recepción de H. Jauss definida como "proceso que implica siempre tres factores: el autor, la obra y el público. Es decir, un proceso dialéctico, en el cual el movimiento entre producción y recepción pasa por la intermediación de la comunicación literaria. De este modo, la noción de recepción es entendida en el doble sentido de acogida (o apropiación) e intercambio." (Jauss, 1981:34-40)
Se propone la inclusión de dicho concepto ya que permite alejarse de la concepción de reproducción o mera copia de las ideas concebidas en la obra de origen. Esto da lugar a la posibilidad de analizar las operaciones de lectura del autor respecto de la obra francesa vislumbrando toda una serie de cuestiones vinculadas a la problemática sociohistórica particular en que Ramos Mejía produce Las multitudes argentinas.
Teniendo en cuenta esto, se advierte en primer lugar que el enfoque de Ramos Mejía, centrado en la historización del fenómeno de las multitudes en la Argentina, no está presente en la obra del autor francés. Así pues, Ramos Mejía divide la historia nacional en cuatro períodos caracterizados por la existencia de cuatro tipos de multitudes diferentes. Éstas son presentadas en relación de continuidad y como partes de un todo:
1) las multitudes de la época del virreinato.
2) las multitudes de la independencia nacional.
3) las multitudes de las tiranías.
4) las multitudes de los tiempos modernos (constituida por inmigrantes).
Este modo de dividir la historia argentina se debe al interés de Ramos Mejía de dar sentido al presente respecto de la problemática a la que intentaba responder. En este sentido, no se trata ya de una producción teórica acerca de las multitudes, sino de una historización de las multitudes en la Argentina cuyo fin último era resolver la desorganización social que, para la elite, las masas de inmigrantes ocasionaban.
Por otra parte, tal como lo han advertido otros autores (v.gr., Terán, 2000), Ramos Mejía modifica uno de los postulados centrales de la obra de Le Bon. A diferencia de este autor, para quien todo hombre es susceptible de formar parte de una multitud, para Ramos Mejía se requieren ciertas cualidades específicas para integrarla, de modo tal que algunos hombres quedan exentos de dicha regla. Así pues, esta premisa no sólo no es compartida por Ramos Mejía, sino que además propone una lectura diferente del fenómeno de conformación de la multitud:

"Me parece que se necesitan especiales aptitudes morales e intelectuales, una peculiar estructura para alinearse en sus filas, para identificarse con ella, sobre todo. Difiero en eso de Le Bon y de otros, que piensan que puede constituirla aquel señor Todo-elmundo (...) sin que esto quiera decir que en contados casos, personas de cierto nivel, convertidas en multitud, no obrasen como tal." (Ramos Mejía, 1977:35)

Esta diferenciación es central y está vinculada con el contexto sociohistórico de producción de la obra y con la pertenencia del autor a una clase social determinada. Esta distinción permite entrever la distancia establecida por el autor entre las multitudes y la clase social a la que él pertenece. Para comprender cómo establece este distanciamiento, se vuelve necesario en este punto introducir la segunda parte del presente análisis en el que se observa el uso de analogías para la descripción de las multitudes.

2.2. Las multitudes son como la mujer, el salvaje y el niño
En Las multitudes argentinas, Ramos Mejía emplea el recurso de las analogías para dar cuenta de su objeto de estudio. En algunos casos, el autor compara las multitudes con las mujeres; en otros, la comparación es efectuada con respecto a los niños y los salvajes. Se incluye aquí el análisis de dicho recurso ya que se considera que el mismo contribuye a la comprensión histórica de los modos de pensamiento de un autor. De acuerdo con la teoría de Ernesto Laclau, que se abordará en el último apartado del presente trabajo, las analogías constituyen algo más que figuras retóricas, entendidas éstas como recursos estéticos, en tanto que las mismas contribuyen a la conformación de identidades sociales.
Las imágenes que convocan las analogías no serían entonces sólo recursos literarios para esclarecer ciertas cuestiones sino que parecieran tener una función teórica constitutiva. Su análisis permite ahondar en el conocimiento de patrones de pensamiento psicológico que fueron característicos de un período, o una cultura, o una comunidad intelectual particular (Danziger, 1990: 332). Así pues, este tipo de análisis de una obra permite ir más allá de la superficie literal del discurso psicológico que ésta expresa para descubrir sus presupuestos y preocupaciones subyacentes.
Dado que las analogías empleadas en toda disciplina
articulan dos dominios en formas bastante indefinidas, el esquema que expresa la analogía deja abierta la cuestión de cuáles son los presupuestos y preguntas que serán transferidos de un dominio al otro. Así pues, la analogía no sólo provee un marco de discurso compartido con el lector/oyente sino que además incrementa las diferencias de énfasis y por lo tanto provee condiciones favorables para el desarrollo teórico. En el primer capítulo, Ramos Mejía traza la "Biología de la multitud". Allí da cuenta de las principales características inherentes a toda multitud, del modo en que se constituyen, de las particularidades de sus integrantes y de los hombres que las dirigen. Es en este capítulo donde se puede hallar la primera analogía de las multitudes con las mujeres:

"Por eso éstas [las multitudes] son impresionables y veleidosas como las mujeres apasionadas, puro inconciente; (...) amantes ante todo de la sensación violenta, del color vivo, de la música ruidosa, del hombre bello y de las grandes estaturas; porque la multitud es sensual, arrebatada y llena de lujuria para el placer de los sentidos. No raciocina, siente. Es poco inteligente, razona mal, pero imagina mucho y deforme; (...) careciendo del contrapeso de las funciones superiores del espíritu, todo lo entrega a la sensación y a la tendencia de supersticiosa grandeza, en el sentido bajo de extensión y superficie, que es lo que concibe su imaginación susceptible." (Ramos Mejía, 1977:91)

Cuando describe la "biología de las multitudes", la única analogía presente es la que lleva a cabo con las mujeres. Desde la perspectiva del autor, aspectos tales como la impulsividad, la carencia de raciocinio y la imaginación, son evidentemente cualidades negativas y contrarias a aquellas exaltadas por el positivismo que abrigaba Ramos Mejía. Estas características serían inherentes a las mujeres y por ende, la analogía sería adecuada para expresar las propiedades de las multitudes.
Las multitudes en la historia forman parte, para el autor, de un todo continuo que mantiene ciertas características esenciales pero que a la vez va adquiriendo otras más específicas en los distintos períodos considerados. La presencia de comparaciones con las mujeres es predominante en el primer período histórico considerado por Ramos Mejía, que además es el primer estadio en la escala evolutiva de las multitudes argentinas. Entre las referencias a las mujeres en dicho período, se destaca la siguiente: "...la multitud, que, punto más punto menos, tiene las mismas deficiencias y particularidades mentales de la mujer..." (Ramos Mejía, 1977:91) En virtud de estas nuevas cualidades que van adquiriendo las multitudes, Ramos Mejía establece, en la descripción de las "multitudes de las tiranías", la analogía con los salvajes. Los aspectos que aquí se ponen en juego son el primitivismo, la ausencia de cultura y la barbarie. La analogía con los salvajes da cuenta de la intención del autor de asociarlas con un período evolutivo inferior en la especie humana donde predominarían las cualidades antes mencionadas. Esta perspectiva abriría la posibilidad de un progreso de las multitudes hacia un estadio superior. En este sentido, era la educación la que, desde la perspectiva de Ramos Mejía, podía contribuir a la evolución de los integrantes de esas multitudes.
En el caso de las masas de extranjeros, Ramos Mejía las compara frecuentemente con bárbaros o salvajes a los que "nuestra pampa" lentamente podría llegar a educar. Los inmigrantes recién salidos del barco no eran, para el autor, capaces de civilizarse. Sin embargo sus descendientes, con una adecuada educación centrada en los valores nacionales, podrían en el futuro alcanzar cierto grado evolutivo superior.
Lo mismo ocurre en la analogía que establece con los niños, aunque en este caso se trata de la atribución de otras cualidades: la multitud es como la niñez, "bulliciosa y obedece sin saberlo" y posee "ideas o sentimientos larvales que van dibujando las tendencias definitivas" (Ramos Mejía, 1977:40). De todos modos, tanto en el caso de los niños como de los salvajes, la posibilidad de evolución hacia niveles cognitivos superiores daría la posibilidad de hablar de multitudes menos irracionales. En este sentido, a Ramos Mejía "no le quedaba más remedio que sumarse a los partidarios de la transmisibilidad genética de los caracteres biológicos adquiridos y de los beneficios de la mezcla de razas" (Terán, 2000:24).
Ahora bien, si se analizan los tres tipos de analogías, se observa que es el factor temporal el que mejor permite distinguir unas de otras. En el caso de los niños, se trata de un tiempo progresivo que permitiría la superación de la inmadurez a medida que el mismo transcurre, vale decir, un pasaje de la niñez a la adultez, binomio en el cual el primero de los términos es desvalorizado.
Por otra parte, en la analogía con los salvajes, se trata de un tiempo regresivo donde se produciría la aparición de rasgos atávicos en los integrantes de la multitud (rasgos que tendrían también los salvajes). En este caso, el par estaría compuesto por la oposición entre salvajes y civilizados, cabiendo la posibilidad de un pasaje reversible entre un polo y el otro, es decir, de un estado evolucionado a uno inferior y viceversa. En este último caso, la recuperación de la razón y el acceso a un grado mayor de civilización sería posible elevando el nivel educativo de sus integrantes y siempre que los mismos salieran del estado de multitud.
Por el contrario, en la analogía con las mujeres se trata de características que, siendo inherentes a la feminidad, se trasladan a las multitudes preservando su especificidad, vale decir, la inmutabilidad. El supuesto que subyace a esta noción es que la naturaleza de la mujer no se modifica ni progresa hacia su par opuesto, el hombre.
Es posible considerar entonces que la analogía con las mujeres permite atribuir a las multitudes características constantes a lo largo del tiempo, en tanto que siendo propias de la "naturaleza femenina" permiten por extrapolación establecerlas en las masas. Esta es una diferencia sustancial entre este tipo de analogías y aquellas que el autor utiliza con relación a los salvajes y los niños, en los que el cambio y la evolución serían posibles. En la siguiente cita se puede advertir que, más allá del paso del tiempo, la "estructura mental" de las masas, al igual que la de las mujeres, no se modifica:

"Verdad es que esta multitud aunque crezca en años y en experiencia, aunque peine canas, siempre lo tendrá a medias, porque así resulta de su especial estructura mental; y su conciencia equívoca percibe con trabajo los detalles más groseros de los grandes propósitos. Por eso es impulsiva, sensible, violenta." (Ramos Mejía, 1977:66)

Por último, la analogía con los hombres sólo es posible hallarla una vez en la obra, refiriéndose a "la multitud de la independencia". Sólo aquí se encuentran aspectos positivos acerca de una multitud y, si bien pareciera contradecir su postura general respecto de las mismas, esto claramente se debe a la importancia que para Ramos Mejía tenía la gesta de la independencia para la construcción de la identidad nacional, más allá de que esto significara provisoriamente atribuirle cualidades favorables.
Hasta aquí se han establecido las diferencias entre las distintas analogías empleadas por Ramos Mejía. Lo que resta aún por indagar son sus connotaciones políticas. Como se ha señalado con anterioridad, el uso de analogías implica la transposición de los presupuestos de un dominio a otro. Lo que interesa destacar es lo que se traslada del campo de lo femenino al fenómeno de las masas y cuáles son sus implicaciones. Por este motivo, resulta útil apelar al concepto de imaginario social de Castoriadis y a los estudios de género para introducir cuáles eran las significaciones acerca de las mujeres en el período histórico estudiado y luego analizar esto desde una perspectiva política.

2.3 Imágenes de las mujeres hacia fines del siglo XIX en la Argentina
Se propone aquí un abordaje que contempla que "más allá de las definiciones puramente anatómicas o biológicas, hombre, mujer e hijo son lo que son en virtud de las significaciones imaginarias sociales que los hacen ser eso" (Castoriadis, 1983:68). Desde esta perspectiva, el imaginario de una sociedad le atribuye una identidad a la misma, destina los roles y los lugares sociales que sus diversos integrantes ocuparán dentro de ella, determina el modo de ser y hacer las cosas, orienta y gobierna la vida en su interior.
Los estudios de género señalan que hacia fines del siglo XIX en la Argentina, así como en otras partes del mundo, la debilidad física y la inferioridad respecto de los hombres eran entendidas como características inherentes de las mujeres. Marcela Nari lo plantea del siguiente modo:

"El 'valor' social y político de la población era radicalmente diferente según fuera su sexo. La población valuada y valorada como trabajadores, ciudadanos y/o soldados era exclusivamente masculina. El valor de la población femenina no se vinculaba a la política ni a la guerra y, cada vez más, resultaba más rara su vinculación a la economía y a la producción. En el imaginario social, las mujeres (...) quedaron vinculadas exclusivamente a la reproducción de la vida dentro de la unidad familiar jerárquica y naturalizada." (Nari, 2004:32)

Por otra parte, cabe destacar la presencia insoslayable, en este período, del discurso científico, el cual también expresó y produjo significaciones imaginarias acerca de las mujeres. Es precisamente al interior del discurso médico, dentro del cual se enmarcaba Ramos Mejía, donde se plantearon "científicamente" ciertas nociones sobre las mujeres que en verdad reproducían el "sentido común" de la época. Por otra parte, y tal como lo señala Marcela Nari, estas nociones de carácter "científico" se expresaban para influir en la opinión pública, en la cotidianeidad de los individuos y dialécticamente modelar el sentido común.
Por aquellos años se consideraba que las mujeres poseían cerebros más "ligeros" que los hombres y que esto era evidencia de una inteligencia inferior a la de éstos. Las palabras de Pablo Ben lo ilustran claramente:

"... este cerebro supuestamente menor que el de los varones, menos pesado y vascular, originaría ciertas características atribuidas exclusivamente a ellas: 'sensibilidad extremada', imaginación muy viva, atención y reflexión constante y menos profunda, juicio más pronto y guiado por aquella exquisita sensibilidad y no por la razón." (Ben, en Gil Lozano, Pita & Ini, 2005: 254)

Por otra parte, en el marco del discurso psicopatológico, se escribieron numerosos artículos médicos que refieren acerca de las "locuras puerperales", las cuales eran caracterizadas por perturbaciones en el sistema nervioso y en general atribuidas a las mujeres primíparas. Además, la ciencia médica solía definir, explicar y diagnosticar profusamente la histeria, figura mediante la cual expresó sus definiciones acerca de las mujeres y su condición femenina. Para los psiquiatras de entonces la mayoría de las mujeres eran histéricas dado que en esta patología se combinaban aspectos mórbidos junto con las condiciones "naturales" propias de los cerebros débiles y proclives a la patología mental, vale decir, los de las mujeres. (Gil Lozano, Pita & Ini. 2005: 287)
Por último, cabe destacar la inferioridad jurídica de las mujeres a fines de siglo XIX debido a la obturación de
los derechos civiles y políticos. Con respecto a los primeros, el código Vélez Sarsfield declaraba la incapacidad relativa de la mujer casada y la ponía bajo la representación necesaria del marido. Las mujeres casadas no podían ser sujeto de contrato sin el permiso de su esposo, por lo cual debía ser él quien decidía sobre sus trabajos y profesiones prohibiéndoles administrar sus propios bienes o disponer de ellos. Fue recién en 1926 cuando las mujeres adquieren los mismos derechos civiles que los hombres. Respecto de los derechos políticos, las mujeres carecían del derecho de elegir y de ser electas. El sufragio femenino fue recién reconocido en 1947, quedando la Argentina a la saga del resto de Latinoamérica. La gran cantidad de años que llevó conquistar el ámbito político evidencia la fuerza y la efectividad del imaginario social acerca de las mujeres en el período considerado. (Barrancos en Gil Lozano, Pita& Ini, 2005)

3. LÓGICA DE FORMACIÓN DE IDENTIDADES SOCIALES
Para comprender la operación política que se trasluce en la obra de Ramos Mejía, se vuelve necesario incluir aquí las ideas del filósofo político Ernesto Laclau vertidas en su libro La razón populista (2005). Allí el autor dice alejarse del punto de vista sociológico que concibe un conjunto social como un todo unificado y constituido previamente sobre el cual puede realizarse a posteriori un análisis político. Por el contrario postula que tal totalidad social es una construcción producto de las relaciones entre los distintos actores sociales. Un ejemplo de tal configuración totalizadora es precisamente la construcción de la nación y la nacionalidad argentina por parte de la inteligentsia argentina.
La Razón populista sostiene como tesis fundamental que el populismo, lejos de ser un fenómeno marginal y contingente, es central y está presente en la lógica de conformación de las identidades sociales modernas que incluyen la operación de totalización antes señalada.
Las conceptuaciones de los fenómenos colectivos que han sido denominados de diversas maneras -masas, multitudes, muchedumbres, pueblo- connotaron siempre juicios de valor negativo. Laclau sostiene que tal denigración discursiva comienza precisamente con las teorías psicológicas sobre las masas en Francia en el siglo XIX. No es casual para el autor que la cuna de la república y democracia moderna, haya sido al mismo tiempo donde se originó la psicología de masas ya que las democracias modernas llevan implícita tal construcción discursiva.
Por otra parte, para Laclau las identidades sociales se constituyen por diferencia y en un interjuego relacional; cada una es lo que las otras no son. Cualquier identidad social que intente ser central tendrá que lograr su hegemoníaa partir de la interacción con las otras identidades, tratando de conseguir una totalización, que por otra parte, es inestable. Para poder aprehender esa totalidad es necesario fijar sus límites, es decir mostrar cuál es su exterior. Sin embargo, dado que se trata de un conjunto de puras diferencias, para definir una totalidad y trazar sus bordes, es necesario expulsar una de esas diferencias para constituir el exterior, excluyéndola del conjunto. Mediante la demonización de un sectorde la población (lo excluido) una sociedad alcanza un sentido de su propia cohesión, vale decir, la totalidad. Un ejemplo tomado del historiador Ignacio Lewkowicz puede ilustrar mejor estas proposiciones: "En el cuadro de la polis griega, el elemento del lazo social es el ciudadano, el polités, detrás del fundamento tiene que haber una exclusión que le dé consistencia: el extranjero, el xenóx. Los excluidos- mujeres, niños y esclavos- se determinan por su grado de extranjería. Así el más excluido de todos, el esclavo se define como extranjero absoluto". (Lewkowicz, 2004:93)
En la denigración discursiva del pueblo está implícita la afirmación de que la gestión de los asuntos comunitarios corresponde a un poder administrativo cuya fuente de legitimación es el conocimiento de lo que es la "buena comunidad". Se constituye discursivamente así una de las identidades sociales a la que se le atribuyen ciertas cualidades vinculadas a la racionalidad, al control de los impulsos y a la capacidad de tomar decisiones fundadas y legítimas. Por antagonismo, las masas serán caracterizadas como irracionales, instintivas y femeninas, entre otros atributos. De este modo, las mismas estuvieron siempre vinculadas a un exceso peligroso que cuestiona las bases de una comunidad "racional". Por este motivo, Laclau propone que las lógicas inherentes al exceso atribuido a las multitudes, lejos de ser un fenómeno marginal, están inscriptas en el "funcionamiento real de todo espacio comunitario". Dichas lógicas relacionales para Laclau se fundamentan en las figuras retóricas, alejándose de la concepción clásica que las veía como meros adornos del discurso. Por el contrario las figuras tropológicas son constitutivas de las relaciones entre los agentes sociales y por ende conforman sus identidades. Así lo que el autor denomina lógica de la equivalencia y de la diferencia se fundamenta en las figuras retóricas de la metáfora y de la metonimia.
A la luz de la teoría de Laclau, entonces, las operaciones discursivas de Ramos Mejía en Las multitudes argentinas cobran un nuevo sentido.
En primer lugar, como ya se ha señalado, los conservadores argentinos tenían por caros los significantes "nación" y "nacionalidad" cuya significación intentaba trazar los bordes del espacio político argentino. (Bertoni, 2001) La primera operación discursiva que realizó Ramos Mejía en su obra consistió en particularizar las masas universales de Le Bon intentando aprehender la cualidad nacional de las mismas, de allí el título Las multitu
des argentinas. El término multitud dentro de la obra es utilizado como eje central para reescribir la historia argentina y deja traslucir una operación de globalización. Por otro lado este significante fue aplicado de forma muy laxa e imprecisa. Ramos Mejía consideró multitud desde el pueblo reunido en la plaza en la Revolución de Mayo hasta las recién llegadas oleadas de inmigrantes, aludiendo a veces al pueblo en general. Tal vaguedad en el uso de este término lo ubica conceptualmente en el lugar que Laclau le asigna al significante vacío2, ya que le permite de ese modo volver equivalentes largas cadenas de significantes.
Se ha visto ya que a partir de las analogías trazadas con las mujeres, Ramos Mejía hace equivaler la esencia del funcionamiento de las multitudes con la condición femenina. Esta analogía permite en forma explícita equiparar las cualidades de las mujeres con las de la multitud. Así las multitudes son como las mujeres: irracionales, impulsivas e histéricas. Pero, como ya se ha planteado en un apartado anterior, las analogías permiten trasladar todo un campo de significación e incorporarlo a otro. Se sostiene aquí que lo que está implícito en el empleo metafórico es la lógica de la equivalencia que permite trasladar la falta de derechos civiles y políticos de las mujeres a las multitudes, excluyendo también aéstas del todo social. En este sentido, es el alto grado de exclusión de las mujeres el que resulta funcional para la caracterización de las multitudes. Pero además, otras analogías - aquéllas establecidas con los niños o con los salvajes- también fueron útiles para marcar la posición de inferioridad de las multitudes. Sin embargo las mismas no alcanzaban para sostener tal jerarquización en el futuro, en el cual, la elite vislumbraba el acuciante avance de los reclamos populares. Debido a la efectividad del imaginario social de la época que consideraba a las mujeres inferiores de forma estable y permanente, las analogías con las mismas resultaron, de este modo, más apropiadas para mantener la jerarquización en el tiempo.
A su vez, la lógica de la diferencia permite que se distinga la elite de la multitud, extendiendo la relación de dominio del varón respecto de la mujer hacia el campo político.
Se advierte entonces cómo la analogía establecida por la elite entre las masas y lo femenino formó parte de la operación de conformación de identidades sociales para delimitar tanto lo hegemónico como lo excluido. Si bien Ramos Mejía, a diferencia de sus pares franceses, dio a las multitudes un lugar central en la historia argen
tina, y en este sentido puede pensarse que las incluía, al denigrarlas y ponerlas en un lugar de inferioridad jerárquica, justificaba y legitimaba la exclusión política. Se trata entonces de un movimiento complejo donde se advierte el doble juego de colocarlas en el interior para arrojarlas al exterior.
La analogía entre masas y mujeres se torna relevante ya que ha sido construida como recurso que legitima la preservación de los privilegios de la elite y la relegación de las aspiraciones democráticas de las mayorías. Así, la implementación de discursos con estas características conforma una auténtica operación política para la construcción de la nación argentina a través de la exclusión de las multitudes argentinas.

CONSIDERACIONES FINALES
En el presente trabajo se ha realizado un análisis de la obra de Ramos Mejía que destaca la importancia del establecimiento de analogías en la denigración de las multitudes. Es a partir de este recurso retórico -central en la teoría de Laclau- que fue posible dilucidar una operación política compleja regida por las lógicas de la diferencia y la equivalencia. En este sentido, se destacó la especificidad de aquellas realizadas con las mujeres, en tanto que confieren a las multitudes características estables en el tiempo.
La denigración discursiva de las multitudes es central para su exclusión política y la misma se produce, en Las multitudes argentinas, mediante la asimilación a otras ya existentes, entre las que se resalta la sustracción de las mujeres del campo político argentino. Tal exclusión, como se ha señalado, define tanto el exterior como el interior del espacio político y es por tanto nodal en la construcción de las identidades sociales que definen y cohesionan al conjunto: la nación argentina. Finalmente, resulta destacable la importancia de considerar la perspectiva de género en el relato histórico ya que este tipo de análisis ilumina y da lugar a la resignificación de la historia en su conjunto.

NOTAS:

1 Para esta afirmación se han tenido en cuenta las postulaciones de diversos historiadores respecto del tema (v.gr., Michel Foucault)

2 Se ha señalado que no existe un elemento positivo que permita definir una identidad social. En este sentido, Laclau postula que no es posible fijar la unidad de una formación social en un objeto que sea conceptualmente aprehensible, en tanto para este autor dicho objeto no existe. Lo que resulta entonces importante es el significante que nombra, un "significante vacío" al que se le adjudicarán significaciones propias y diferentes, pero que dará lugar a la aglutinación del conjunto.

BIBLIOGRAFÍA

1. Álvarez, A. (1996), "Ramos Mejía: salud pública y multitud en la Argentina finisecular", en Mirta lobato (editora), Política, médicos y enfermedades: lecturas de historia de la salud argentina. Buenos Aires: Biblos, pp. 57-90.         [ Links ]

2. Bertoni, L. (2001), Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la nacionalidad argentina a fines del siglo XIX. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

3. Castoriadis, C. (1988). Lo imaginario. La creación en el dominio histórico y social. En Los dominios del hombre: las encrucijadas del laberinto. Barcelona: Gedisa.         [ Links ]

4. Danziger, K. (1990). Generative metaphor and the history of psychological discourse. En Leary, D. (comp.) Metaphors in the history of psychology (pp.331-356). Cambridge: Cambridge University Press.         [ Links ]

5. Gil Lozano, F. Pita, V. S. & Ini, M.G. (directoras) (2005). Historia de las Mujeres en la Argentina. Tomos I y II. Buenos Aires:Taurus.         [ Links ]

6. Jauss, H. (1981). "Estética de la recepción y comunicación literaria", Punto de Vista, N°12.         [ Links ]

7. Laclau, E. (2005). La razón populista. México: Fondo de Cultura económica.         [ Links ]

8. Le Bon, G. (1968). Psicología de las multitudes. Buenos Aires: Albatros.         [ Links ]

9. Lewkowicz, I. (2004). Pensar sin Estado. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]

10. Marteau, J. (2003), Las palabras del orden. Proyecto republicano y la cuestión criminal en Argentina (Buenos Aires: 1880-1930), Buenos Aires: Editores del Puerto. Cap. IV: "Por un gobierno de las multitudes", pp. 81-100.         [ Links ]

11. Métraux, A. (1982). "La psicología de las masas en Francia: entre la teoría y la ideología", Traducción: Hugo Vezzetti Departamento de Publicaciones, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires, s/f. Edición electrónica en www.elseminario.com.ar        [ Links ]

12. Moscovici, S. (1985). Psicología Social, Barcelona: Paidós.         [ Links ]

13.Moscovici, S. (1981). Psicología de las minorías activas. Madrid: Morata.         [ Links ]

14. Nari, M. (2004). Políticas de maternidad y maternalismo político. Buenos Aires: Biblos.         [ Links ]

15. Ramos Mejía, J.M. (1977). Las multitudes argentinas. Buenos Aires: Editorial de Belgrano.         [ Links ]

16. Salessi, J. (1995). Médicos, maleantes y maricas. Rosario: Viterbo.         [ Links ]

17. Talak, A.M. (2004), La historicidad de los objetos de conocimiento en psicología, XI Anuario de Investigaciones, Facultad de Psicología, UBA, pp.505-513        [ Links ]

18. Terán, O. (2000), Vida intelectual en el Buenos Aires fin-de-siglo (1880-1910), Derivas de la cultura científica. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

19. Vezzetti, H. (1985) La locura en la Argentina. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]

20. Vezzetti, H. (1996). Los estudios históricos de la psicología en Argentina. Edición electrónica. Extraído el 17 de octubre de www.elseminario.com.ar        [ Links ]

21. Van Ginneken, J. (1992), Crowds, psychology, and politics 1871- 1899. Cambridge: Cambridge University Press.         [ Links ]

Fecha de recepción: 12 de febrero de 2007
Fecha de aceptación:
11 de abril de 2007

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons