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Anuario de investigaciones

On-line version ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.15  Ciudad Autónoma de Buenos Aires Jan./Dec. 2008

 

PSICOLOGÍA CLÍNICA Y PSICOPATOLOGÍA

Nivel de funcionamiento y calidad de vida en pacientes con trastorno de ansiedad generalizada*

Functional Impairment And Quality Of Life In Patients With Generalized Anxiety Disorder

Vetere, Giselle1

*Revisión realizada en el marco de una beca tipo I otorgada por el CONICET para la realización de estudios de doctorado en el Proyecto: "Perfil cognitivo de los pacientes con Trastorno de Ansiedad Generalizada y su relación con la tendencia a la preocupación". Facultad de Psicología, UBA
1Licenciada en Psicología UBA; Becaria CONICET; Docente Psicoterapias Cátedra II, UBA.

RESUMEN

El presente trabajo consiste en una revisión bibliográfica de los estudios publicados sobre la calidad de vida y el nivel de funcionamiento en pacientes con trastorno de ansiedad generalizada. A tal fin se analizaron los estudios realizados durante los últimos 20 años que evaluaron dichas variables.
La estrategia utilizada consistió en una búsqueda bibliográfica de los trabajos disponibles en las bases de datos EBSCO, PubMed y Lilacs. En primer lugar se definen los conceptos estudiados y se describen características diagnósticas y epidemiológicas del TAG relevantes para el tema en cuestión. Se presentan brevemente los resultados obtenidos por los 13 estudios encontrados que coinciden en el marcado impacto que el cuadro tiene sobre la calidad de vida. Finalmente, se discute la relevancia de los mismos y la necesidad de investigar el impacto de los tratamientos sobre las variables estudiadas.

Palabras clave: Trastorno de Ansiedad Generalizada; Calidad de Vida; Nivel de Funcionamiento

ABSTRACT

The article reviews papers concerning quality of life and functional impairment among Generalized Anxiety Disorder patients. The studies published in the last 20 years, are analyzed. The search was carried out in EBSCO, PubMed and Lilacs databases. In first place, the concepts of quality of life and functional impairment are defined. Then, the epidemiological and diagnosis criteria of generalized anxiety disorder are described. Afterwards, a resume of the results from the 13 studies showing the impact of the generalized anxiety disorder on quality of life is presented. Finally, the relevance of this findings and the need of investigate the impact of treatments on quality of life are discussed.

Key words: Generalized Anxiety Disorder; Functional Impairment; Quality of Life

DEFINICIÓN DE LOS CONCEPTOS

Si bien el tema de la calidad de vida o de la "buena vida" se remonta a los antiguos griegos, el uso del concepto dentro del campo de la salud es relativamente reciente. Aplicado a la salud, el término Calidad de Vida surgió en el marco de las ciencias sociales y fue utilizado en primer lugar en el terreno de la medicina con el objetivo de evaluar si los tratamientos disponibles para el cáncer además de extender el tiempo de vida aumentaban la sensación de bienestar de los pacientes (Spitzer, Dobson & Hall, 1981). Dentro del campo de la salud el término se ha utilizado para evaluar el impacto tanto de las enfermedades como de los tratamientos sobre la percepción de bienestar del paciente (Patrick & Erickson, 1993).
El concepto ha sido definido de diversas maneras y posee cierta imprecisión debido a que se lo ha solapado muchas veces con variables que actualmente se reconocen más ligadas al nivel de funcionamiento. Se considera que integra la percepción respecto de las capacidades y las limitaciones, los síntomas y las características psicosociales que permiten a un ser humano realizar una serie de funciones de forma satisfactoria para él mismo (Fernández-López & Hernández-Mejía 1993).
Una conceptualización abarcativa de la calidad de vida incluye al menos tres dimensiones interrelacionadas: la física, la psicológica y la social (Siegrist & Junge, 1990). Dentro de la primera se incluirán no sólo el impacto producido por el deterioro de las funciones y los síntomas, sino también el malestar causado tanto por padecer determinada enfermedad así como por el tratamiento a seguir. La segunda dimensión incluye todo el rango de estados emocionales así como la disminución de las funciones cognitivas. Por último, el área social, incluirá el bienestar percibido en relación al rango de seres significativos, redes sociales e inclusión social.
Existe cierto consenso en que la característica que defi- ne de modo central la calidad de vida es la percepción subjetiva de bienestar, la visión personal en relación al funcionamiento de las diversas áreas relevantes para la vida de un ser humano. El término calidad de vida se refiere entonces a la satisfacción subjetiva con la propia vida y el bienestar general (Katschnig, 1997; Mendlowicz & Stein, 2000).
Para referirse específicamente a la salud, algunos autores hablan de Calidad de Vida Relacionada con la Salud, o Salud Percibida (Esteve & Roca 1997). Este concepto integra aquellos aspectos relacionados con el funcionamiento en las diversas áreas mencionadas, sin descuidar los aspectos subjetivos en relación al sentido general de satisfacción y percepción personal de la propia salud, variables determinadas en gran medida por los propios valores, creencias y contexto socio histórico cultural.
De acuerdo a la definición de la OMS, por calidad de vida se entiende la "percepción del individuo de su posición en la vida en el contexto de la cultura y sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, expectativas, estándares y preocupaciones" (1995). La Calidad de Vida ha sido diferenciada del nivel de funcionamiento global, que hace referencia a medidas más "objetivas", independientes de la percepción subjetiva del evaluado tales como ingresos, productividad laboral y funcionamiento social (Hambrick et al., 2003). El primer concepto intenta dar lugar a la idiosincrasia del individuo respecto de lo que él considera deseable y el grado en que esto ha sido alcanzado, mientras que el segundo propone ciertos parámetros consensuados previamente como medidas de funcionamiento normal o esperables (Fernández-López & Hernández-Mejía 1993).

ALGUNAS CONSIDERACIONES A CERCA DEL TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA

El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) surge como categoría diagnóstica en 1980 con el advenimiento del DSM III. Desde entonces esta entidad ha sufrido grandes cambios a partir del avance en la investigación del mismo.
En el DSM III el TAG se incluyó como un trastorno de ansiedad residual. Para ser diagnosticado debía observarse la presencia de ansiedad persistente, de por lo menos un mes de duración acompañada de sintomatología autonómica, de hipervigilancia, expectación aprehensiva, y tensión motora.
El cuadro así descrito presentaba gran imprecisión diagnóstica. Por un lado, no podía diagnosticarse en presencia de otro trastorno de ansiedad, y por otro, dada la brevedad y pluralidad de síntomas cualquier reacción ansiosa que no cumpliera con los criterios para otra categoría diagnóstica podría ser englobada dentro de esta definición de TAG. En resumen, durante los años los 80, dicho trastorno era conceptualizado como un cuadro de ansiedad agudo y polimorfo, en el cual se priorizaban los síntomas fisiológicos.
En 1987, con el surgimiento del DSM III-R, el TAG dejó de ser una categoría residual y se identificó un síntoma clave, que continuó considerándose el principal hasta la actualidad: la preocupación excesiva (APA 1987). De acuerdo con los criterios diagnósticos del DSM III-R, la preocupación debía referirse a dos o más áreas, tener una evolución mínima de seis meses y acompañarse de por lo menos seis síntomas de una lista de dieciocho, pertenecientes a los siguientes grupos: autonómico, tensión motora y vigilancia.
Con el surgimiento del DSM IV el ol de los síntomas cognitivos pasó a ser aún más marcado al incluir la dificultad para controlar la preocupación como una condición para establecer el diagnóstico. Los síntomas físicos quedaron en un segundo lugar, reduciéndose a tres de una lista de seis: inquietud, cansancio, dificultad en la concentración, irritabilidad, tensión muscular y trastor nos del sueño (APA, 1994).
Respecto de la epidemiología del cuadro, la prevalencia de vida se estima en 5.7 (Kessler, 2005). Los estudios sobre comorbilidad con otro trastorno mental en pacientes con TAG arrojan cifras que se ubican entre el 66 y el 90%. Los trastornos más frecuentemente asociados son el trastorno depresivo mayor y el trastorno de angustia, cuyas cifras rondan el 42% (Brawman-Mintzer, O., Lydiard R. & Emmanuel, N. 1993) y el 23,3% respectivamente (Kessler et. al. 1996).

IMPACTO DEL TAG EN LA CALIDAD DE VIDA Y EL NIVEL DE FUNCIONAMIENTO

La calidad de vida ha sido extensamente estudiada en los trastornos psiquiátricos severos tales como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, no obstante, la valoración de la misma en los trastornos de ansiedad ha recibido escasa atención hasta entrados los años 90. Dentro de los trastornos de ansiedad, el que cuenta con menor caudal de investigaciones respecto de la calidad de vida y la influencia del cuadro sobre el nivel de funcionamiento es el trastorno de ansiedad generalizada (Mogotsi, Kaminer & Stein, 2000; Mendlowicz & Stein 2000). Este hecho probablemente responda a la evolución y continuo debate de los criterios diagnósticos del cuadro en cuestión.
Existen dos grandes fuentes de información que serán examinadas en detalle. Por un lado, los estudios realizados en el marco de estudios epidemiológicos nacionales e internacionales realizados por diferentes organismos estatales o no gubernamentales. Si bien estos estudios en general no se diseñaron con el objetivo de evaluar la calidad de vida en pacientes con trastornos mentales, proveen información relevante sobre indicadores del nivel de funcionamiento y también en algunos casos del bienestar subjetivo.
Por otro lado, se analizarán los estudios clínicos que abordaron específicamente esta cuestión utilizando instrumentos diseñados para medir la calidad de vida y el nivel de funcionamiento.
En una revisión en las bases de datos Ebsco, PubMed y Lilacs, se hallaron 13 estudios publicados durante los últimos 20 años cuyos resultados serán comentados a continuación.
Los primeros estudios encontrados datan de principios de los años 90 y se centraron principalmente en evaluar el nivel de funcionamiento de estos pacientes.
El primer estudio al respecto fue realizado en Estados Unidos en el marco del una investigación sobre epidemiología de los trastornos psiquiátricos conducida por el ECA (Epidemiologic Catchment Area). En éste estudio los pacientes fueron diagnosticados en base a los criterios diagnósticos del DSM III. En el mismo se estableció una asociación entre el TAG y un incremento en la obtención de beneficios sociales, menores ingresos económicos, divorcios múltiples y soltería (Blazer et al., 1991). Debe destacarse que no se diferenciaron pacientes con y sin comorbilidad, quedando sin aclararse la cuestión de si el deterioro se debe al TAG o a las condiciones asociadas.
Unos años más tarde se condujo un Estudio Nacional de Comorbilidad en los Estados Unidos. En este caso se utilizaron los criterios diagnósticos del DSM III-R, y se diferenció el impacto que TAG sin comorbilidad tiene sobre el funcionamiento general y la calidad de vida en comparación con el impacto producido cuando el mismo se presenta acompañado de otros trastornos mentales (Wittchen et al., 1994). Se observó que el nivel de funcionamiento se vio afectado en ambos casos, destacándose que en aquellos que presentaban condiciones comórbidas el deterioro era mayor. En este último grupo se apreció un mayor número de hospitalizaciones, realización de estudios médicos y toma de medicación así como mayor ausentismo laboral. Resultados similares se obtuvieron respecto de la calidad de vida, refiriendo mayor malestar, deterioro e interferencia con sus actividades aquellos pacientes que presentaban comorbilidad.
En un estudio realizado por la OMS en 1998 en varios países europeos -Francia, Dinamarca, Inglaterra y Países Bajos- se evaluó la calidad de vida en pacientes con ansiedad y el impacto que estos cuadros tienen sobre el ausentismo laboral. Se encontró que más de la mitad de quienes padecen solo TAG califican su calidad vida como pobre, cifra que asciende al 75% cuando el cuadro se presenta en comorbilidad con un trastorno depresivo (Weiller, Bisserbe, Maier & Lecrubier, 1998). Respecto del ausentismo laboral, hallaron que los pacientes con TAG toman en promedio cuatro días al mes a causa del trastorno, cifra que se ve duplicada en presencia de un trastorno depresivo comórbido. Si bien las consecuencias económicas inmediatas del ausentismo son obvias, se hipotetizó que este factor puede ser relevante para comprender la mayor tasa de desempleo en pacientes con ansiedad y depresión (Kasper, 2006).
A la fecha, se han conducido diversos estudios clínicos evaluando el impacto del TAG en la calidad de vida y nivel de funcionamiento de los pacientes.
El primer estudio clínico en abordar el tema data de 1992, cuando Pounds revisa el impacto de padecer TAG y Trastorno de Angustia, encontrando que ambos cuadros disminuyen significativamente la calidad de vida, aumentan la dependencia económica, las quejas somáticas y las probabilidades de suicidio.
Un año más tarde Massion y col. (1993) compararon la calidad de vida de pacientes con TAG y Trastorno de Angustia diagnosticados en base al DSM III-R. Encontraron que quienes padecían TAG registraban mayor interferencia en las actividades cotidianas, percepción de salud emocional y pobre funcionamiento social. La calidad de vida se veía más afectada cuando el TAG se presentaba en comorbilidad con otro trastorno mental, principalmente cuando se acompañaba de trastorno depresivo mayor.
Poco tiempo después, Lee y col. (1994) compararon la calidad de vida de pacientes con TAG y pacientes con enfermedades médicas crónicas tales como diabetes e insuficiencia card iaca y hallaron que los pacientes con TAG fueron los que refirieron peor calidad de vida.
Más adelante, Sheehan y col. (1996) compararon las medidas de calidad de vida de pacientes con ansiedad en relación a las halladas en pacientes con depresión, hallando que los pacientes con TAG presentan un deterioro significativo en la calidad de vida similar a quienes sufren trastorno depresivo mayor. El detrimento es aún mayor cuando ambos cuadros se presentan simultáneamente.
En 1997, Schonfeld y col. compararon el nivel de funcionamiento y calidad de vida de pacientes con TAG sin comorbilidad y el de una muestra control. El estudio arrojó por resultado que quienes padecían de TAG reportaban índices menores de funcionamiento físico y social, mayores limitaciones en el desempeño de sus roles, un incremento de problemas emocionales y una menor percepción de salud en comparación con grupo control.
En un estudio longitudinal sobre trastornos de ansiedad Weisberg y col. (1999), hallaron que los pacientes con TAG registraban peores percepciones sobre su salud física y emocional que los pacientes con otros trastornos de ansiedad. Asimismo, se identificó que quienes presentaban comorbilidad con trastorno depresivo mayor registraban índices menores de calidad de vida. En el año 2001 fue publicado un trabajo realizado por Jones y col. en Estados Unidos, en cual evaluaron la calidad de vida y utilización de servicios médicos en pacientes con bajos ingresos. Los participantes fueron asignados a uno de tres grupos según presentaran TAG, otro trastorno mental, o ningún trastorno mental. Los resultados mostraron que los pacientes con TAG hacían mayor uso del servicio de emergencias y reportaban índices inferiores de calidad de vida que aquellos que tenían otro trastorno mental o ninguno.
En el 2004, Stein y Heimberg publicaron los resultados del análisis de medidas de calidad de vida y nivel de funcionamiento en pacientes con TAG, depresión, comorbilidad entre ambos cuadros o ausencia de patología. Los autores encontraron que quienes padecían TAG mostraban medidas menores de satisfacción con la vida familiar y bienestar general que quienes no presentaban el cuadro, inclusive en ausencia de comorbilidad con depresión. Ambos cuadros por separado mostraban índices similares de deterioro en la calidad de vida.
Finalmente, en el 2007, Henning y col. compararon una muestra de pacientes con TAG con un grupo control. Los resultados fueron congruentes con los de los estudios anteriores, mostrando que quienes sufren de TAG reportan menor calidad de vida que los controles, la cual se ve aún más afectada cuando el TAG se presenta en comorbilidad con otro trastorno mental. Los autores sugieren que el mayor impacto del cuadro recaería sobre la baja autoestima, la sensación de fracaso en el logro de los objetivos personales, así como en el trabajo, dinero, familia y relaciones sociales.
Si bien la investigación sobre el impacto del TAG sobre la calidad de vida de los pacientes ha sido vasta, poco se ha dicho de la influencia que puede ejercer el tratamiento sobre dicha variable. En este sentido la búsqueda arrojó tan solo un estudio que evaluó la mejoría de la calidad de vida en pacientes que recibieron tratamiento con Duloxetina, recibido para su publicación a principios del corriente año (Pollack et al. 2008). En el mismo se concluye que los beneficios del tratamiento de estos pacientes redunda en una mejoría sustancial de la calidad de vida de los mismos.

CONCLUSIÓN

A la fecha contamos con un gran número de estudios que evalúan el impacto del TAG sobre la calidad de vida y el nivel de funcionamiento. Todos ellos coinciden en el marcado deterioro producido por la presencia del cuadro, que genera severas limitaciones en el desempeño laboral, familiar y social, así como en la percepción de bienestar. Aquellos que abordaron la influencia de la comorbilidad sobre las variables en estudio concuerdan en que en estos casos la calidad de vida se ve aún más afectada.
Quienes han comparado la calidad de vida de estos pacientes con pacientes con enfermedades médicas crónicas tales como la diabetes hallaron que quienes refirieron peor calidad de vida fueron aquellos que padecen TAG.
A la fecha se cuenta tan solo con un estudio que evalúa si el tratamiento mejora la calidad de vida de estos pacientes. El mismo investiga la influencia que el tratamiento con duloxetina tiene sobre la percepción de bienestar de los mismos. Es destacable que, a pesar de contar con tratamientos psicoterapéuticos eficaces para el TAG, no se han publicado hasta el momento estudios que evalúen si éstos además de disminuir la sintomatología presente en el cuadro afectan positivamente la calidad de vida.
Son necesarias futuras investigaciones que evalúen el impacto de recibir tratamientos efectivos en la calidad de vida de estos pacientes.

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Fecha de recepción: 19 de marzo de 2008
Fecha de aceptación: 23 de abril de 2008

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