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Anuario de investigaciones

versão On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. v.15  Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./dez. 2008

 

PSICOLOGÍA SOCIAL, POLÍTICA Y COMUNITARIA

La persistencia de los estereotipos de género en la representación social de crisis en jóvenes argentinos entre 20 y 30 años

The Persistence Of Gender Stereotypes In The Social Representation Of Crisis In Young Argentinian People In Ages Between 20 And 30 Years Old

Seidmann, Susana1; Bail Pupko, Vera2; Azzollini, Susana3; Vidal, Victoria4; Thomé, Sandra5; Di Iorio, Jorgelina6

1 Dra. en Psicología, Prof. Titular regular de Psicología Social Cat.1 (Fac. de Psicología, UBA); Directora de la Maestría en Psicología Social Comunitaria (UBA); Directora del proyecto UBACyT P047.
2 Lic. en Psicología, Prof. Adjunta interina de Psicología Social Cat.1 (Fac. de Psicología, UBA).
3 Dra. en Psicología, Investigadora Asistente del Conicet, Prof. de posgrado (Fac. de Psicología, UBA).
4 Lic. en Psicología, JTP interina de Psicología Social Cat 1 (Fac. de Psicología, UBA). Becaria de investigación - UBACyT.
5 Lic. en Pedagogía, Maestranda en Psicología Social Comunitaria (UBA) Becaria de investigación Universidad de Belgrano. Ayudante de primera interina de Psicología Social Cat 1 (Fac. de Psicología, UBA).
6 Maestranda en Psicología Social Comunitaria (UBA) Becaria de investigación - Conicet. Ayudante de primera interina de Psicología Social Cat 1 (Fac. de Psicología, UBA).

RESUMEN

Se realizó una investigación exploratoria con el objetivo de caracterizar las diferencias en la representación social de crisis, desde una perspectiva de género.
Se aplicaron instrumentos estandarizados y otros elaborados ad hoc a una muestra intencional por cuotas de género y nivel educativo de 203 jóvenes de entre 20 y 30 años. Para el presente trabajo, se analizaron dos preguntas de un cuestionario referidas a qué era una crisis para el entrevistado y cuál había sido la crisis o el cambio más importante de su vida. Asimismo, fueron analizados los datos obtenidos a partir de la técnica de asociaciones libres para la que se utilizó la palabra estímulo "crisis". Los datos fueron analizados cualitativamente y se recurrió al software Atlas.ti para codificar el material y describir los temas o categorías emergentes. Los datos evidencian que los hombres relacionan las crisis con dificultades sociales y/o económicas, mientras que las mujeres refieren situaciones personales y/o familiares. Es decir, que se puede identificar una dimensión pública y otra privada en relación al concepto de crisis, las cuales reproducen la separación entre el trabajo y la familia, respectivamente.
Los resultados muestran la socialización exitosa de las premisas de género establecidas en los procesos de elaboración simbólica de la crisis, persistiendo los significados culturales que remiten a los estereotipos de género.

Palabras clave: Representaciones sociales; Crisis; Género; Estereotipos

ABSTRACT

An exploratory research was performed with the aim of characterizing differences in the social representation of crisis according to gender.
Standardized and ad hoc instruments were utilized in an intentional sample by quota of gender and educational level of 203 young people, ages between 20 and 30 years old. For the actual paper we analyzed two questions of a questionnaire referring to what a crisis is for the interviewed people and which had been the crisis or the most important change in his or her life.
Data yielded from the free association technique with the stimulus word "crisis" were analyzed. The data were studied qualitatively with the use of the software Atlas.ti through the codifying of the material and the description of the themes or emergent categories.
The results show that men relate crisis to social and /or economic difficulties and women refer to personal and/ or family issues. That is to say that it is possible to identify a public and a private dimension related to the concept of crisis which reproduces the separation between work and family.
The results show the successful socialization in the gender premises established in the process of symbolic elaboration of the crisis with the persistence of cultural meanings which are related to the gender stereotypes.

Key words: Social representations; Crisis; Gender; Stereotypes

I. INTRODUCCIÓN

Las representaciones se organizan "como sistemas de interpretación que rigen nuestra relación con el mundo y con los otros y que organizan las comunicaciones y conductas" (Jodelet, 1989:36). En otras palabras, constituyen una forma de pensamiento social que condensa en imágenes: historias, relaciones sociales, valores, creencias, actitudes, ideologías. Estas imágenes conforman categorías que permiten clasificar, interpretar y dar sentido a la vida cotidiana.
Para comprender las representaciones sociales de un determinado contexto es necesario atender tanto a los procesos de negociación entre antiguas y nuevas prácticas sociales, como también a los procesos de objetivación y anclaje (Moscovici, 1984) que le dan origen.
El estudio de las representaciones sociales sobre un determinado objeto, en este caso, las crisis, implica desentrañar las interacciones por las cuales los sujetos, permanentemente, definen y se apropian del mundo. En este proceso, informaciones de diferentes órdenes son continuamente elaboradas, transformadas y recreadas, articulando instancias, niveles y dimensiones en una síntesis que les permite interactuar y situarse en su realidad cotidiana, estableciendo cercanías y diferencias. Las representaciones se construyen en la historia de una determinada estructura social, en un proceso de relaciones familiares, grupales e intergrupales, que se extiende a lo largo de la vida. En medio de éste, afectos, necesidades, valores, normas, estereotipos, imágenes, símbolos, demandas e intereses adquieren forma, articulándose en palabras proferidas o silenciadas, palabras entendidas o negadas.
Estos conocimientos cotidianos se configuran a partir de los procesos de objetivación y anclaje. El primero concretiza lo abstracto en un núcleo figurativo y lo naturaliza, y el segundo enraíza esta abstracción en el pensamiento social (Jodelet, 1984). La importancia del abordaje de las representaciones sociales en su génesis, estructura y transformación, se constituye, según Jodelet (2000), en la vía regia tanto para la comprensión del papel de la inscripción de los sujetos en un orden social y en una historicidad, como para describir la construcción social de las interpretaciones que se producen en el marco de una cultura.
Para la teoría de las representaciones sociales (Moscovici, 1961, 1984; Jodelet, 1984, 1989; Marková, 2003), los modos de pensamiento son elaborados colectivamente en función del grupo y de la cultura de la que formamos parte. Así, recurrir a la perspectiva de género en un estudio sobre representaciones sociales supone cierta adecuación entre ambas miradas, ya que la diferencia de conductas, pensamientos, actitudes y expectativas entre los sexos pueden considerarse como efectos de regulaciones sociales (Flores Palacios, 2000). Nos representamos como hombres, mujeres, gays, lesbianas o travestis, y esa representación que elaboramos de nosotros y del otro es producto de un trabajo colectivo y por eso, se habla de representación social. De este modo, el género puede definirse como un conjunto de representaciones que conforman un sistema de pensamiento que permite interpretar socialmente la diferencia sexual (Flores Palacios, 2001).
La persistencia de la asimetría simbólica entre los géneros a lo largo del tiempo y su resistencia en contextos de transformación social, expresa la lógica de raíces ancestrales que preside a la diferenciación entre los sexos (Amâncio, 2001).
Hernández Ordóñez (2006) realizó un estudio en México cuyo objetivo fue conocer el significado que un grupo de jóvenes y niños, que viven en la calle, atribuyen a la masculinidad y cómo, desde la condición de género masculino como representación social, se pueden entender y explicar algunas dinámicas sociales del grupo. Esta autora concluye que se sigue reproduciendo la idea que los hombres son violentos y que establecen sus vínculos a través de relaciones de dominación y sumisión.
En un estudio realizado por Merlinsky (2000) en el gran Rosario, sobre el impacto de la crisis socioeconómica argentina en las imágenes de género, encontró que pese a la incorporación creciente de la mujer en el mercado de trabajo y/o su mayor responsabilidad en las tareas productivas, no parece haber un cambio generalizado entre los varones en el sentido de asumir mayores responsabilidades en las tareas reproductivas cotidianas respecto a los miembros del hogar. Se muestran así las diferencias vinculadas a los ámbitos relativos a la Familia y al Trabajo (Jelin, 1998). Estos datos resultan congruentes con los resultados obtenidos por Chan y Jatrana (2007) en relación a la salud, ya que encontraron que la única diferencia consistente es que las mujeres tienen una mayor probabilidad de presentar desórdenes vinculados al distress psicológico.
Puede identificarse cómo la cultura estableció la creencia que los hombres son los que poseen el poder de actuación y autoafirmación, mientras que las mujeres se socializan bajo la premisa de la obligación de ser para otros. Estos patrones culturales son incorporados a partir del proceso de socialización primaria y secundaria, y generan conductas diferenciadas (Berger y Luckmann, 1967).
Según Butler (2001) la categoría "mujer", y por lo tanto también "hombre", es construida a través de dispositivos de relaciones sociales dadas. Es el otro el que participa en la construcción del sexo como algo natural y dado de antemano, y sin ese otro, pensar esas categorías como "naturales" no sería posible. Ya Simone de Beauvior (1954) anunciaba que no se nace mujer, sino que se llega a serlo, idea a partir de la cual intentaba romper con el supuesto de que tanto las mujeres como los hombres somos lo que somos en función de la determinación de la naturaleza.

II. OBJETIVO

Caracterizar las diferencias en la representación social de crisis, desde una perspectiva de género.

III. METODOLOGÍA

Participantes y muestra: se seleccionó una muestra intencional por cuotas de género y nivel educativo de 203 jóvenes de entre 20 y 30 años.
Técnicas e Instrumentos: En el marco de una investigación descriptiva realizada sobre la representación social de crisis en jóvenes argentinos entre 20 y 30 años (UBACYT, P047) se utilizaron instrumentos estandarizados: Cuestionario de datos básicos; ESLI Inventario de Soledad Emocional y Social; MISS Mannheim Interview on Support e Inventario de Valoración y Afrontamiento. Para el presente artículo se tomaron solamente las preguntas del cuestionario de datos básicos referidas a qué era una crisis para el entrevistado y cuál había sido la crisis o el cambio más importante de su vida. Asimismo, fueron analizados los datos obtenidos a partir de la técnica de asociaciones libres para la que se utilizó la palabra estímulo "crisis".
Análisis de datos: Los datos fueron analizados cualitativamente y se recurrió al software Atlas.ti para codificar el material y describir los temas o categorías emergentes. La categoría género se convirtió en una herramienta de utilidad para identificar los procesos de anclaje que las personas entrevistadas usan para estructurar y organizar la representación social de crisis.

IV. RESULTADOS

La tabla 1 muestra los temas identificados -códigos- y la cantidad de veces que los mismos son mencionados en las entrevistas. Si bien se muestran las menciones totales, las mismas están diferenciadas por sexo: la columna 1 corresponde a las respuestas de las mujeres, y la 2 se refiere a las de los hombres.

Tabla 1: Número de menciones de códigos por sexo

Tanto hombres como mujeres hacen similar cantidad de referencias a las dificultades personales y a sentimientos en relación a la crisis.
Sin embargo, al distinguir el tipo de dificultades a las que se refieren, se observa que las sociales y/o econ ómicas presentan un mayor número de menciones en los discursos de los hombres; mientras que las personales y/o familiares son prevalentes en el discurso femenino. Es decir, se puede identificar, entonces, una dimensión pública y otra privada en relación al concepto de crisis. Efectivamente, en el grupo de las mujeres hay mayores referencias explícitas a la crisis y su relación con dificultades emocionales vinculadas a su propia persona o a su familia; mientras que en los hombres predominan las referencias hacia la falta de trabajo, falta de vivienda y problemas económicos diversos. Ambos responden desde la expectativa de rol.
Algunos fragmentos que fundamentan los datos reflejados en la tabla son:

Dificultades sociales y/o económicas:
(...) Quedarme sin trabajo, darme cuenta que podía estar trabajando en otra cosa con más estudio... qué sé yo... podría tener otro laburo (...) (Hombre, 24 años, estudios primarios).
"(...) La pérdida de un negocio familiar implicó una crisis económica que cambió nuestra forma de vida" (Hombre, 25 años, estudios secundarios completos o más). "(...) No tener laburo, plata, cosas jodidas como violencia, muerte, cosas así...No soy un tipo de crisis, sigo adelante... Pero bueno, no sé, poné ésta que te dije antes, cuando me quedé sin trabajo, ahí fue bravo, me recontra asusté, fijáte si tenía que pagar todo yo, estaba mal" (Hombre, 25 años, estudios primarios).
"Que no haya trabajo, que falte dinero" (Hombre, 23 años, estudios primarios completos).
"Crisis lo relaciono con mortandad, inundación, terremoto, hambre" (Hombre, 26 años, estudios secundarios completos o más).
"No tener laburo, si no está la guita no podés vivir" (Hombre, 21 años, estudios primarios).
"No tener plata, tener que laburar y estudiar todo el tiempo cuando tus amigos están de joda" (Hombre, 20 años, estudios primarios).
"Hambre, mala educación ...., apriete de la policía, molestia de los militares, que te basureen por no tener estudios, gente que está presa, lo que juegan con la gente, falta de fuerza, de voluntad, de lucha, de resistencia, de libertad, de libertad de expresión" (Hombre, 30 años, estudios primarios).
"No tener casa, estar desprotegido, no tener trabajo, no estudiar" (Hombre, 20 años, estudios secundarios completos o más).
"La económica es una crisis, no había plata hace cinco años y las cosas estuvieron feas, muy feas (...)" (Hombre, 20 años, estudios secundarios completos o más).
"Estuve tres meses viviendo en la calle, es la peor crisis, muy feo. La gente no te respeta, perdés la dignidad, sin plata perdés todo" (Hombre, 30 años, estudios primarios).

Situaciones personales y/o familiares:
"Es una situación difícil que le pasa a alguien, que le hace sentir mal, que por momentos la desespera y le parece que no encuentra como resolverla (...) La que me está pasando ahora, que hace poco me separé. Es todo un lío, no sé bien cómo hacer con esta situación. Me separé hace 5 meses, todavía no entiendo bien lo que me pasa, me angustia mucho y por momentos me parece que no voy a poder estar bien o tranquila otra vez" (Mujer, 29 años, estudios secundarios completos o más).
"La enfermedad de mi abuelo materno, previa a su muerte. Todavía no puedo pensar en eso sin llorar" (Mujer, 20 años, estudios secundarios completos o más).
"La muerte de mi papá cuando era muy joven" (Mujer, 27 años, estudios secundarios o más).
"Es un momento cuando hay una ruptura y en base a esa ruptura tenés que cambiar algo... Para mí, crisis tiene que ver con las relaciones, cuando me separé de mi novio" (Mujer, 20 años, estudios primarios).
"Haberme ido de mi casa, esa fue una crisis. Me fui a los 18 años de la casa de mis padres por violencia" (Mujer, 29 años, estudios primarios).
"Cuando el padre de mi hijo quiso volver, pero en mi casa no lo dejaron porque no lo quieren" (Mujer, 21 años, estudios secundarios completos o más).
"Hace un mes y medio, cuando falleció mi perro" (Mujer, 23 años, estudios secundarios completos o más) "La peor crisis es la separación de una pareja" (Mujer, 23 años, estudios secundarios completos o más).
"Una crisis es aquello que se termina, que se rompe algo, una pelea, un momento malo o de decaimiento en la vida de una persona. Produce angustia, confusión. Es cuando algo se rompe, quiere decir que ya no es como antes... Una crisis de pareja es la única crisis que sufrí en mi vida, fue muy duro afrontarla y resultó en un decaimiento de la relación" (Mujer, 20 años, estudios primarios).
"No sé si me gusta lo que estudio o mi trabajo, pero lo peor es que me quedé sin pareja" (Mujer, 24 años, estudios secundarios completos o más).
"La enfermedad y muerte de mi padre fue la mayor crisis de mi vida" (Mujer, 29 años, estudios secundarios completos o más).
"La muerte de mi madre" (Mujer, 29 años, estudios primarios). "Crisis fue un momento de mi vida en el cual tuve que recurrir a ayuda terapéutica por mi estado angustioso, tuvo que ver con la enfermedad grave de una persona muy allegada a mí" (Mujer, 28 años, estudios secundarios completos o más).
"Cuando falleció mi abuela" (Mujer, 28 años, estudios primarios).
"Que se haya vuelto a casar mi papá" (Mujer, 28 años, estudios primarios).
"Mi hija estuvo internada dos semanas, estuvo enferma y yo entré en crisis. Tenía una angustia que me ahogaba" (Mujer, 22 años, estudios primarios).
"Cuando mi hermana se fue con mis sobrinos a vivir a Paraguay" (Mujer, 21 años, estudios primarios). De este modo, se observa cómo en el entramado social se diferencian dos sectores, privado y público, que reproducen respectivamente, desde una perspectiva de género, la separación entre la Familia y el Trabajo. La nueva organización del mundo del trabajo y de los sistemas de inclusión y exclusión social dieron lugar a veloces cambios en el tejido social. Un nuevo ordenamiento mundial en el cual la sociedad argentina está incluida, propició cambios en lo que respecta al lugar de la mujer en la esfera pública. Sin embargo, en las entrevistas se observa cómo las mujeres hacen referencia a su vida privada al hablar de la crisis, pese a que ocupen lugares en la vida pública al igual que los hombres. Esto denota una persistencia de la estructura patriarcal en el anclaje de la representación social de crisis en los jóvenes
Es así que se observa en las entrevistas cómo, aunque en la representación social de crisis en jóvenes aparecen elementos comunes a los dos sexos, persisten dimensiones claramente asociadas a estereotipos de género.
A partir del análisis de las asociaciones con la palabra crisis, se procedió a la descripción de elementos de la representación social, según su frecuencia de aparición.

Tabla 2. Elementos de la representación social de crisis

Los contenidos relevados que presentaron una mayor frecuencia son: angustia, problema, depresión, cambio, tristeza, dolor y soledad, evidenciando la fuerte connotación negativa de la representación de crisis.
Posteriormente, todas las asociaciones fueron organizadas a partir de las siguientes categorías emergentes, al lado de las cuales se consignan algunos ejemplos:
sentimientos negativos:sufrimiento, angustia, desesperación, depresión, incertidumbre.
sentimientos positivos: fe, fortaleza, luz, paz, libertad.
acciones personales positivas: reflexionar, búsqueda, solucionar, éxito, esfuerzo, autosuperarse.
acciones personales negativas:drogarse, alcohol, llorar, lamentarse, perderse, locura.
acciones interpersonales positivas:ayuda
acciones interpersonales negativas:peleas, separación, ruptura, venganza, abandono.
fenómenos socio-históricos:pobreza, dinero, trabajo, política, desocupación
fenómenos naturales:terremoto, catástrofe, inundación
conceptualización básica:conflicto, desequilibrio, problema, cambio, desorden, quiebre.
ámbitos:afectiva, familiar, matrimonial, económica, sentimental, personal.
momentos evolutivos:crecimiento, casamiento, nacimiento, muerte, etapa.

A continuación, se analizaron estas categorías, según el género y se encontró lo siguiente:
Las mujeres presentaron un mayor porcentaje de sentimientos negativos (48,2%) y de acciones personales negativas que los hombres (33,8% y 10,6%, respectivamente).
Inversamente, los hombres presentaron mayor porcentaje de asociaciones con acciones personales positivas (10%) y con fenómenos externos como los socio-históricos (14,8%) que las mujeres (5,5% y 2,7%, respectivamente).

V. CONCLUSIÓN

En los datos obtenidos a través de distintas metodologías se observaron diferencias de acuerdo al género: los hombres se refieren más a aspectos externos sobre los que actúan más y las mujeres visualizan preferentemente los internos, enfatizando más los sentimientos negativos. Se visualiza entonces la creencia cultural de que el varón "debe ser" activo, tener el control, ser fuerte, aguantar, valerse por sí mismo, lo contrario de lo que "se espera" de la mujer.
Los resultados muestran la socialización exitosa de las premisas de género establecidas en los procesos de elaboración simbólica de la crisis, persistiendo los significados culturales que remiten a los estereotipos de género. Al objetivar se procede a una selección de la información en función de los aspectos normativos que rigen los modelos de pensamiento de los grupos, en este caso, el género. La representación adquiere forma al definirse una imagen global del objeto que modela y materializa el concepto, estableciéndose una relación necesaria entre el objeto que se recrea (la crisis) y otro preexistente (el estereotipo de género).
De esa relación emerge un sentido que los enlaza, para las mujeres la crisis como una tensión en el ámbito privado, y para los hombres en el espacio público. De este modo, el género resulta determinante en dos contenidos representacionales diferentes de la crisis. Al adquirir un carácter estable, la representación se ancla a un sistema de relaciones históricas que se encargan de otorgar un sentido al objeto en la red representacional. "Mediante un trabajo de la memoria, el pensamiento constituyente se apoya sobre el pensamiento constituido para ubicar la novedad en marcos ambiguos" (Moscovici, 1961)
Oliveira y Amâncio (2002) presentan los estereotipos de género como ideologizaciones que modelan la conducta colectiva y los papeles sexuales como la dimensión normativa de esos mismos estereotipos, comprendiéndolos, entonces, como una representación social. Para Vala (1986), los estereotipos tienen la función de reducir la incertidumbre y organizar la realidad, las representaciones sociales presentan funciones de organización significante de lo real, de comunicación, comportamentales y de diferenciación social.

VI. DISCUSIÓN

La construcción y uso de los estereotipos de género en el anclaje de la representación de crisis no supone la subversión de lo establecido sino, por el contrario, reproduce y mantiene el orden social. En este sentido, la representación social se apoyaría en el concepto de ideología, entendida ésta como discurso de dominación, que se expresa mediante un sistema de leyes a las cuales deben someterse los individuos (Gramsci, 1973).
Por otro lado, es importante recalcar que los procesos constitutivos de la representación social (objetivación y anclaje) son simultáneos e interdependientes.
Esto permite pensar que, a medida que la mujer ocupa otros espacios en la vida pública y se construyen nuevas significaciones sobre ella, la manera con que aprehende el objeto "crisis" debería verse modificado, y lo mismo se podría pensar en relación al hombre. Sin embargo, se observa la persistencia de los estereotipos de género, principalmente en los procesos de anclaje de las representaciones sociales de crisis.
Es decir que, pese a que las representaciones sociales son siempre cambiantes y a que las crisis sociales y económicas provocan modificaciones en las concepciones del mundo, llamativamente, no parecen operarse cambios en la construcción del género. Desde la perspectiva de género, no se observan rupturas con el discurso dominante que marca qué es lo que se espera de un hombre y de una mujer. Las mujeres en épocas de crisis económica salen al mercado laboral, sumando roles a los que ya tenían, sin modificar las ideologías subyacentes.
¿Cómo entender como construido algo que siempre ha sido de la misma manera? Butler (2001) responde a partir del concepto de anticipación, es decir, anticipamos a la naturaleza como ley que conforma las categorías hombre/mujer, y esa anticipación hace que estas categorías se nos revelen como preexistentes, como dadas, como naturales.
En este sentido, el género es performativo porque constituye una identidad que se supone que es así desde el principio.
Billig destaca que una de las características de los estereotipos como productos de la interacción social es precisamente su "irracionalidad y, en gran medida, invulnerabilidad" (Billig, 1990: 474).
De este manera, se puede pensar sobre el modo en que la aceptación de la dicotomía género/sexo sirvió para que los movimientos feministas se alzaran contra los "determinismos biológicos" en pos de un "construccionismo social", sin percatarse de que esto conllevaba efectos de subjetivación peligrosos de cara a la reproducción del orden social y la conformación de estereotipos. Resultaría interesante, en futuras investigaciones, indagar los procesos que pueden posibilitar el cambio de estas estructuras arcaicas en las que se sostiene el discurso dominante, como modo de pensar el cambio social.

BIBLIOGRAFÍA

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Fecha de recepción: 25 de marzo de 2008
Fecha de aceptación: 26 de mayo de 2008

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