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Anuario de investigaciones

versão On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. v.15  Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./dez. 2008

 

PSICOLOGÍA SOCIAL, POLÍTICA Y COMUNITARIA

Políticas sociales, dispositivos autogestivos y enunciados subjetivantes

Social Policies, Automanagement And Social Movements

Zaldúa, Graciela1; Sopransi, María Belén2; Estrada Maldonado, Sandra3; Veloso, Verónica4

1 Psicóloga, UNLP. Fonoaudióloga, ISEDED. Especialista en Planificación y Políticas de Salud, CENDES. Profesora Titular de Psicología Preventiva y de Epidemiología, Facultad de Psicología UBA. Directora del Proyecto de Investigación UBACyT (2004-2007) "Praxis Psicosocial Comunitaria en Salud", Doctoranda de la Facultad de Psicología UBA. E-mail: gzaldua@psi.uba.ar
2 Licenciada en Psicología, UBA Becaria doctoral UBACyT en el proyecto "Praxis psicosocial comunitaria en salud". Docente Regular de Psicología Preventiva, Facultad de Psicología, UBA.
3 Licenciada en Psicología, Universidad de Guanajuato. Maestranda en Psicología Social Comunitaria, Facultad de Psicología, UBA.
4 Licenciada en Psicología, UBA. Investigadora de Apoyo del Programa UBACyT "Praxis psicosocial comunitaria en salud". Docente de Epidemiología, Facultad de Psicología UBA.

RESUMEN

En la perspectiva de la Psicología Social Comunitaria convergen contextos, actores, y construcciones sobre las estructuras sociales, las mediaciones institucionales, grupales y subjetivas. Las significaciones relacionales, políticas y éticas, nos interpelan ante las situaciones de vulnerabilidad psicosocial y el lugar de las Políticas Públicas y los derechos de ciudadanía.
Las micropolíticas desplegadas en dos cooperativas de trabajo: del Movimiento de Trabajadores Desocupados y de la Asamblea Popular La Alameda, visibilizan posicionamientos subjetivos y grupales de resistencia a operatorias tutelares y esclavistas.
Con metodología de investigación acción participativa (IAP) y análisis del discurso (AD), se elucidan las tensiones en las modalidades de participación y los posicionamientos subjetivos frente a las subordinaciones de género, clase y etnia. En los contextos de organización cooperativa se evidencian efectos subjetivantes y de lazo social propiciadores de efectos reparatorios al daño social.

Palabras clave: Políticas públicas; Derechos sociales; Cooperativas autónomas; Micropolíticas subjetivantes

ABSTRACT

On the perspective of Social Community Psychology, actors and social constructions converge on structures and on institutional, collective and subjective mediations. Psychosocial vulnerability situations, Public Policies and citizenship's rights appeal to us by their relational, political and ethical significances.
The micropolicies deployed by two cooperatives -Unemployed Workers Movement and Popular Assembly La Alameda- show subjective positions and collective resistance to tutelary operatives and slave work.
With methodology of Participative Action Research and speech analysis, tensions are elucidated in modalities of participation and subjective positions opposite to gender, class and culture subordinations. In cooperative organization's context, effects are developed as subjective repairs to social damage.

Key words: Public policies; Social's rights; Cooperatives; Micropolicies

INTRODUCCIÓN

La Psicología Social Comunitaria se constituye como un espacio en que convergen contextos y actores, caracterizado por construcciones sobre las estructuras sociales, las mediaciones institucionales, grupales, subjetivas, y significaciones relacionales, políticas y éticas. Sin excluir las interpelaciones sobre su ambigüedad teórica y la diversidad metodológica, se posiciona desde la complejidad y la transdisciplinariedad, en este caso, para monitorear las Políticas Públicas de promoción en sectores de vulnerabilidad psicosocial. Las tensiones de los viejos paradigmas centrados en el sistema tutelar y los nuevos en la protección de derechos y restitución de aquellos que fueron vulnerados, junto a las dimensiones de la participación social, el control de recursos y del poder, el fortalecimiento político de ciudadanía, la autogestión y el compromiso ético, son estructurantes de procesos historizantes y transformadores.
En un contexto de vulnerabilidad y exclusión, tienen lugar las estrategias de los habitantes para resistir su relegación transformando autogestivamente su territorio. Situamos las prácticas cooperativas impulsadas por el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), y analizamos el proceso de constitución de la Cooperativa Aoniken, y referenciamos la migración boliviana actual, los modos de trabajo esclavo y la resistencia a través de la organización de la Cooperativa 20 de Diciembre de la Asamblea Popular La Alameda. El Estado en ambas situaciones se posiciona desde modalidades de negociación controladas, e interviene como promotor del proceso en el primer caso, y con cierta ambigüedad en el segundo en función de los avatares electorales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. A partir del análisis reconocemos la necesidad de visibilizar las tensiones a las que se enfrentan estas propuestas favoreciendo su autonomía y los procesos de subjetivación que se dan en la micropolítica cotidiana de los emprendimientos.

Objetivos: La presente investigación en la Cooperativa Aoniken (CA) de Avellaneda (Prov. de Buenos Aires) y en la Cooperativa 20 de Diciembre de trabajo textil de migrantes bolivianos tiene como propósitos centrales: 1- historizar la construcción de las cooperativas a partir del MTD y la Asamblea Popular La Alameda que impulsaron respectivamente estos proyectos, sus obstáculos, posibilidades e implicancias subjetivas; 2- describir la relación con las políticas del Ministerio de Desarrollo Social de la República Argentina, particularmente el Plan de Desarrollo Local y Economía Solidaria "Manos a la Obra"; y 3- promover el fortalecimiento de prácticas cooperativas y micropolíticas subjetivantes propiciando transferencia técnica.

Metodología: Basada en la ética relacional y crítica, la metodología de investigación acción participativa (IAP) concibe investigación e intervención como momentos dentro del mismo proceso de producción de conocimientos. Desde la perspectiva del análisis crítico del discurso, la dialogicidad refiere a la figura de Otredad del lenguaje, la cual preexiste al sujeto y lo configura. La comprensión del discurso incluye el carácter de responsividad y responsabilidad. El enunciado es la unidad de la comunicación discursiva, sólo es comprendido al interior de esa cadena. Los enunciados son indisolubles de la acción humana, y convocan una pluralidad de voces (polifonía) (Bajtin 1989). Desde el punto de vista ideológico, semántico y estructural, el significado existe más allá de las estructuras gramaticales. El análisis de la estructura formal del discurso incluye la forma sintáctica y la estructura argumentativa (Van Dijk, 2003). El análisis se realizó a partir de entrevistas en profundidad con referentes de ambas experiencias. Se combinó el relevamiento del registro documental de las organizaciones y la observación participante en distintas instancias (talleres, reuniones organizativas, asambleas, etc.) para contextualizar la problemática, también se documentó el Plan Manos a la Obra del Ministerio de Desarrollo Social. El monitoreo estratégico propuesto por J. Breilh (1997, 2003) es un instrumento multidimensional e integral favorecedor de evaluaciones críticas sobre las necesidades insatisfechas, los logros de la acción popular y los determinantes y expresiones de la salud colectiva.

EL ENFOQUE CRÍTICO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL COMUNITARIA

La propuesta de la Psicología Social Comunitaria (PSC) de abordar o intervenir en los fenómenos comunitarios supone una renuncia a la simplicidad, al reduccionismo. Nelson y Prilleltensky (2005) retoman algunos valores de la PSC como: la prevención y promoción del bienestar, no sólo a nivel individual y de salud mental comunitaria, sino a nivel macro como son las transformaciones de las Políticas Públicas. Por otra parte, desde una visión crítica Menéndez y Ugalde (2006) señalan diversos aspectos limitantes de la participación social en los movimientos sociales y las dimensiones ideológicas e históricas de algunas experiencias. Ugalde sugiere que la participación comunitaria ha sido utilizada para introducir valores de la sociedad de consumo y destruir valores de minorías; también como herramienta de control y cooptación de las organizaciones populares. El autor concluye que se trata de una actividad política que no puede ser organizada por gobiernos o agencias internacionales para satisfacer sus propias necesidades políticas.
El debate sobre las incumbencias profesionales puede opacar la dimensión de complejidad del campo de las Ciencias Sociales, que incluye las Políticas Públicas, la Salud Colectiva, la promoción de ciudadanía integral y subjetividades autónomas. Las relaciones sociales no pueden fragmentarse en la miradas disciplinares, sino aprehenderse como conjunto de procesos, continuidades y rupturas cuya temporalidad no es lineal. El proyecto -manifiesto o implícito- social, político, económico de grupos, sectores, clases es una dimensión esencial de la acción social, un componente de la definición que el actor adjudica en su práctica, se gesta en la complejidad de la acción social, históricamente intervenida por una multiplicidad de factores y condiciones como actor social y productor de conocimiento (Dávila Santiago, 2005).

POLÍTICAS, DERECHOS Y CIUDADANÍA

Las Políticas Públicas (PP) tienen múltiples definiciones en las Ciencias Sociales (Dye,1987; Clemons y Mc Beth, 2001), muchas soslayan los problemas ideológicos y de poder, las cuestiones de clase y género, y en particular los lugares y las lógicas sociales y las conformaciones subjetivas. Montagut (2000) propone que el estudio de las políticas no puede separarse del análisis de la sociedad como un todo, como conjunto de variadas dimensiones históricas, culturales, económicas y políticas. Oszlak (2004) revaloriza el debate de las políticas públicas no sólo como estrategias orientadas a la resolución de problemas públicos y/o a la obtención de mayores niveles de bienestar social, sino como expresión de los conflictos de intereses, de negociación y de la búsqueda de nuevos rumbos y modelos de desarrollo.
Políticas sociales y ciudadanía son conceptos íntimamente enlazados, se despliegan como parte de un proceso que vincula al Estado con las demandas, los derechos y la reproducción social. El Estado es una forma particular de las relaciones sociales, no es simplemente una institución, ni un aparato, y lo que refiere a lo estatal no es tan sólo la función desempeñada, sino la forma histórica en que se desempeña (Menéndez, 2004). La relación Estado-sociedad civil no se encuentra libre de conflictos, contradicciones y constricciones: estructurales, políticas e ideológicas. Las cuestiones relativas al ejercicio de la ciudadanía, la exigibilidad de los derechos, la intervención de los colectivos en la distribución de los recursos públicos, la capacidad de negociación, el poder, la democracia, la relación entre lo privado y lo público, los discursos, las territorialidades y la producción- reproducción de subjetividades, son algunos de los ejes más importantes que se expresan, implícita o explícitamente, en esta compleja relación.
Las políticas sociales se instalan como modalidades del Estado interviniendo en las cuestiones sociales y en las condiciones de posibilidad de derechos de ciudadanía, su fin es regular o propiciar las condiciones de reproducción de un sector poblacional. El intervencionismo es una característica del Estado capitalista (Fleury, 2002). "El Estado ha de intentar mantener o crear las condiciones en que se haga posible una lucrativa acumulación del capital y mientras tanto el Estado debe mantener o crear condiciones de armonía social (...)" (O'Connors, 1977). La dimensión de ciudadanía y de emancipación/ transformación problematizan los aspectos vinculados a la violencia de la pauperización y la represión promoviendo la resignificación de estrategias y exigencias de remoción de las estructuras de dominación, aportando a la "egaliberté" (Balibar, 1994). Las prácticas autogestivas de los movimientos sociales, sus cuestionamientos de género, de clase y étnicos profundizan los análisis de las matrices político-económicas de producciones colectivas y subjetivas.
Los mecanismos actuales de exclusión se materializan en la expulsión del trabajo, de la escolaridad, de la protección social. Se relacionan con la invisibilidad, la pérdida de nominación, de la palabra. La "nuda vida": no se espera nada de ellos. Para Agambem (2000) la vida humana son los modos, actos y procesos singulares del vivir que nunca son plenamente hechos, sino posibilidades y potencialidades. Ser de posibilidades y potencias múltiples indeterminadas. En los procesos de desubjetivación se le priva de la realización de formas múltiples, determinándolo desde la privación.
Bleichmar (2006) analiza los efectos del modelo devastador neoliberal de los '90 en la subjetividad, en el plano de los sentimientos, valores y en la maneras de concebir nuestra sociedad y las relaciones entre sus miembros. Asimismo plantea la posibilidad de una nueva etapa no sólo basada en el crecimiento económico, sino en la construcción de un nuevo sujeto social, de un nuevo modo de pensar los vínculos y nuestra historia, saneando la corrupción y atacando la inmoralidad pública y privada. Esa inmoralidad es aceptar la desigualdad que impone la expulsión humana y la imposición de una vida reducida a lo biológico. Encuentra en la esperanza, como cumplimiento de un deseo, y la racionalidad para planificar las condiciones que lo posibilitan, a través de la participación para lograrlo. Dice: "a diferencia de un iluso, pariente demenciado de un ingenuo, la esperanza implica una evaluación de las condiciones de realización futura de un logro no alcanzado". Apela a la Utopía, como horizonte ético que rechaza a la desigualdad como destino y al sufrimiento de las mayorías como única opción y a no rendirse ni olvidar. Horizonte que le da sentido a la vida y la vida tiene sentido. Convoca a rechazar la exclusión social y a la deshumanización que impone la reducción a la sobrevivencia biológica, despojando a millones de dignidad y autorespeto. En esta dimensión de rechazo ético a la caridad recupera la potencia de la condición humana relacional del semejante con identidad y futuro.
Las Políticas Sociales, como técnicas y constitución de ciudadanos, se consolidan en un régimen de verdad, de derechos y obligaciones, técnicas y saberes especializados, reglas de inclusión y exclusión. Especialistas, construcción de indicadores, distribución de asignaciones destinadas a planes fragmentados para Jefas y Jefes de Hogar, para madres, para población con deficiencias nutricionales, para promoción y prevención focalizadas, etc., instalan dispositivos de verdad en los cuales se fundamentan estrategias disciplinantes desde una exterioridad definida por los campos de saber y poder. Pero, a su vez, aparecen espacios con lógicas de resistencia generando prácticas con enunciados más autónomos y con autoreferencia a esa posición que exige reconocimiento y no sujeción. Las Asambleas Barriales, los Movimientos de Trabajadores Desocupados, son acontecimientos en el que emergen nuevos actores con demandas particulares obstaculizando los procesos de desubjetivación que se imponen en la construcción del diferente, el excluido, el otro.

HISTORIZACIÓN DE LA CRISIS Y NUEVOS MODOS DE HACER SOCIALES

A mediados de la década del '90 el modelo económico de convertibilidad empezaba a mostrar abiertamente que el "uno a uno" (un dólar=un peso) no se sostenía sin altos costos sociales. El incremento masivo de la desocupación -originada por las privatizaciones y el proceso de desindustrialización - propiciaba el descontento popular y sus primeras expresiones. La desocupación que en el capitalismo clásico es coyuntural, quedó instalada como un rasgo estructural del modelo neoliberal (Zibechi, 2003 :121). El periodo menemista, que exhibió impunemente la corrupción en las funciones públicas, alentaba el descreimiento sobre la clase política, cavando una zanja infranqueable entre representantes y representados. A fines de 1995, comenzaban a gestarse en el conurbano bonaerense las comisiones provisorias de desocupados, que luego darían vida al MTD de esa zona. Entre 1996 y 1997, los piquetes de Cutral-Co, Plaza Huincul, Tartagal y Mosconi fueron respuestas de pueblos enteros arrojados a la miseria, también estos lugares fueron cuna del Movimiento Piquetero. En los años posteriores, la situación se agudiza, el colapso del plan de convertibilidad culminó en la crisis política, económica y social que propició la insurrección popular del 19 y 20 de diciembre de 2001, que destituye al gobierno de De la Rúa. En 2002 el campo social de las nuevas organizaciones -asambleas barriales, movimientos piqueteros, fábricas recuperadas- se expandían intentando generar una respuesta colectiva a la situación de pobreza e indigencia crecientes. Los niveles de participación en movimientos autónomos fueron novedosos, tanto por la cantidad de personas que se acercaban a integrar los movimientos, como en aspectos cualitativos vinculados a la creatividad social que se desplegó desde esos espacios para paliar la crisis y, en esa praxis, pensar otros modos de hacer sociales que estuvieran guiados por la solidaridad, la autonomía, la equidad, la horizontalidad y la participación. Las asambleas populares irrumpen con la crisis del 2001, con la intencionalidad del ejercicio del estatuto de ciudadanía, de visibilidad como sujetos sociales que enuncian y demandan participación en lo público frente a la catástrofe social. Allí confluyeron demandas de diversos sectores sociales: desocupados, ahorristas estafados, vecinos de barrios autoconvocados, que se unificaban bajo la consigna: "Piquetes y cacerolas la lucha es una sola". Fueron momentos de solidaridad y compromiso social que se manifestaban en marchas, actos, asambleas interbarriales. Ese proceso asambleario, participativo y horizontal fue declinando en los años siguientes.
Aún persisten en algunos barrios espacios de articulación en actividades de empresas recuperadas, reciclamiento de cartones, protección de espacios públicos, recuperación de empresas públicas, proyectos cooperativos y educativos, etc. Las modalidades que adoptan de enunciación varían según el barrio. En estos puntos de resistencia nos encontramos con nuevos instituyentes, en la mayoría de los casos protagonizados por mujeres, su presencia en los nuevos movimientos sociales propone la reflexión de la configuración, la dinámica, las necesidades y las prácticas de los sujetos involucrados en el proceso, puesto que enhebra nuevos desafíos sociales, políticos y culturales al calor de luchas emancipatorias.
Luego de la reconstitución del poder político y la clase dirigente, y con la asunción de Kirchner en 2003, estos movimientos comienzan una fase de reflujo, signada por la cooptación, la fragmentación y la ruptura, que perdura hasta la actualidad. A pesar de este flujo negativo, en esta etapa se produce una reconfiguración del campo social, en la que los movimientos continúan generando intercambio de experiencias, proyectos, y un mayor acercamiento y aglutinación de las propuestas políticas autónomicas. Es decir, que el proceso que atraviesan, sin bien es deficitario en cuanto a la cantidad de simpatizantes, continúa siendo rico en la propia praxis de los movimientos autónomos, que consolidan pequeñas experiencias, que redefinen y refuerzan reflexivamente las consignas de cambio social, trabajo digno y autogestión en el marco de un posicionamiento político anticapitalista, antiimperialista y antipatriarcal consensuado.

1) COOPERATIVA DE TRABAJO AONIKEN Y CONTEXTO DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

La Cooperativa de Trabajo Aoniken (CA) surge como un proyecto del Movimiento Resistir y Vencer 26 de Junio (MRV 26 de Junio) que integra el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) junto a varias organizaciones autónomas piqueteras, estudiantiles y sindicales. La constitución del MRV 26 de Junio se remonta a las primeras comisiones provisorias de desocupados organizadas a fines de 1995 en la zona sur del conurbano bonaerense. Los pequeños emprendimientos productivos del MRV 26 de Junio, al igual que los de otras organizaciones piqueteras, estuvieron atravesados por problemas de sustentabilidad e informalidad, lo cual los hizo endebles a cualquier tipo de fluctuación (recursos humanos y materiales, coyuntura socio-política, organización interna del movimiento, etc.). Algunos emprendimientos perduraron (panadería, huerta, taller de costura, cuadrillas de saneamiento urbano, tejido y cerámica), la mayoría de los emprendimientos que no prosperaron, dejaron de funcionar en el momento que el movimiento sufrió una ruptura a mediados de 2003. A principios de 2005, la idea de constituir una cooperativa de trabajo surgió con la evaluación que se realizó en plenario sobre la sustentabilidad de los emprendimientos productivos y el escaso impacto que estos tenían en relación a la cantidad de personas que podían participar en ellos, sumada la imposibilidad de generar un ingreso estable y suficiente. A partir de esta decisión, que se llevó a cabo en consonancia con la línea política del FPDS que integran -donde se estaba discutiendo las posibilidades y estrategias de la autogestión del trabajo-, se contactó al Ministerio de Desarrollo Social (MDS). El MRV 26 de Junio conformó legalmente una cooperativa que se inscribió en el INAES1, el 15 de agosto de 2006, fecha a partir de la que el proyecto de producción textil y calzado ingresó por mesa de entradas al MDS. Simultáneamente, se buscó un lugar propicio para el funcionamiento de la cooperativa, en noviembre de 2006, se firmó un comodato por cuatro años sobre un local propicio para la actividad, propiedad del Municipio de Avellaneda. El lugar fue entregado en Marzo de 2007, allí comenzaron las tareas de puesta a punto del lugar (reparaciones generales, instalación eléctrica acorde a la necesidad de producción, instalación del agua potable, saneamiento). Se continuó con el trámite comenzado en el MDS, que finalmente adjudicó el subsidio en Agosto de 2007. En la actualidad, a través de la Subsecretaría de Comercialización y Empresa Social del MDS, se está coordinando el inicio de la capacitación de los integrantes de la cooperativa en el INTI2 y la compra asistida de la maquinaria y la materia prima necesaria para comenzar la producción.

Sobre las políticas sociales del MDS

El MDS tiene tres planes nacionales: Seguridad Alimentaria, Plan Familias y de Desarrollo Local y Economía Solidaria "Manos a la Obra" (PDLyES). "Cada uno de los tres planes nacionales que implementamos a partir de 2003 se expresan en políticas sociales concretas. La Red Federal que articula las acciones de estos planes tiene en su ejecución la mirada de la equidad. Las Políticas Sociales así concebidas, hacen referencia directa a las necesidades sociales detectadas en cada territorio y, necesariamente, deben promover la participación activa de todos los actores locales para dar respuestas a las mismas" (MDS, 2007). El PDLyES "fue pensado con el objetivo lograr un desarrollo social económicamente sustentable que permita generar empleo, mejorar la calidad de vida de las familias [mejorar el ingreso de la población vulnerable -personas, familias y grupos en situación de pobreza, desocupación y/o vulnerabilidad social-]. Lo que se busca es promover la inclusión social a través de la generación de empleo y de la participación en espacios comunitarios" (MDS, 2007). Entre sus objetivos propone impulsar espacios asociativos y redes para mejorar los procesos de desarrollo local, y a través del trabajo ciudadano -entendido como derecho universal- y la Economía Social -siguiendo los lineamientos de la OIT- se intenta establecer relaciones entre identidades, historias colectivas, diversas competencias y ámbitos que enlazan las actividades productivas con la reproducción social. Sobre la vinculación con el programa Jefes y Jefas de Hogar3, el MDS sostiene que "se les ha dado la posibilidad de mejorar sus ingresos desde la economía social, con subsidios para insumos y herramientas con el objeto que desarrollen emprendimientos acordes a sus capacidades. Así, Jefes y Jefas en una gestión asociada están desarrollando más de 5.000 emprendimientos. Apoyo económico y financiero a emprendimientos productivos, a cadenas productivas, a servicios a la producción y a los Fondos Solidarios para el Desarrollo" (MDS, 2007).
No es el objetivo de este trabajo realizar un análisis del PDLyES en tanto política social, sino referenciarlo como parte del proceso de posibilidad de constitución de la CA. A la vez, se pretende señalar que el principal interlocutor del MRV 26 de Junio con el Estado ha sido la Subsecretaría de Comercialización y Empresa Social del MDS, que tiene a su cargo la ejecución de los proyectos subsidiados por el PDLyES. Es interesante destacar en esta relación, como el conocimiento previo de uno de los trabajadores de dicha subsecretaría ha facilitado todo el proceso burocrático de constitución de la cooperativa y la solicitud del subsidio.

Constitución de la figura legal: cooperativa

Con respecto a la constitución en cooperativa como figura legal, por un lado, funciona como protección y amparo legal, por otro lado, se incluye en el sistema que intenta homogeneizar experiencias muy diversas. Esta heterogeneidad se visualiza cuando se piensa en las fábricas recuperadas, donde los trabajadores mismos recuperan su fuente de trabajo, implicando un proceso muy diferente, aunque no menos complejo, que cuando la cooperativa surge de una experiencia de pequeños emprendimientos productivos artesanales, como es el caso que analizamos. Esta diferencia es fundamental, puesto que no hay una historia productiva compartida, sino que lo que se vivenció colectivamente está vinculado a la lucha reivindicativa y política por el derecho al trabajo digno y el cambio social, y a estrategias comunitarias que dieran respuesta a las necesidades en la propia cotidianeidad y territorio (organización de comedores comunitarios, espacios de formación de promotores en salud, organización de acciones de lucha -piquetes, escraches, marchas, etc. - y actividades culturales, asambleas, que se suman a los emprendimientos productivos de menor escala). Del otro lado, en las fábricas recuperadas, muchas veces no hay una experiencia de militancia previa. Siguiendo con este paralelismo entre cooperativa y fábrica recuperada, cabe señalar que en lo legal las fábricas recuperadas se han visto muy desprotegidas, y las amenazas de desalojos continúan vigentes, como en el caso del Hotel Bauen, recuperado desde 2002 por sus trabajadores. En cambio, entre los desafíos que debe enfrentar la CA, están relacionados con la capacidad para generar productividad y rentabilidad para sus asociados subsistiendo en el tiempo. Los problemas que se presentan como centrales se vinculan a lo administrativo y a la comercialización. En estas áreas es donde se cuenta con menos recursos, aunque hay participación en la Red de Comercio Justo "Puentes del Sur", que se encarga de comercializar productos de emprendimientos vinculados a organizaciones autónomas y autogestivas.

Dinámicas y tensiones en la participación social

En la CA se reúnen historias laborales vitales diversas de quienes quedaron fuera del mercado de trabajo en el proceso de desindustrialización de los '90, junto a jóvenes que no conocieron la inserción laboral formal y estable. La territorialidad, signo distintivo de los movimientos piqueteros, se vuelve a conjugar en la cooperativa que va a empezar a producir dentro del territorio de acción y vida cotidiana del MRV 26 de Junio, es decir, sobre un entramado de relaciones local.
El proceso de constitución de la CA por el MRV 26 de Junio nos permite visibilizar dos tensiones presentes: 1- autogestión/cooptación y 2- creatividad/burocratización. La primera nos interroga acerca de cuáles son los objetivos de la participación. La segunda alude a cómo son las formas organizativas.
La tensión autogestión-cooptación nos remite al pensamiento abierto de Basaglia, que sostiene que en algún momento el sistema tiende a mostrarse comprensivo en relación a la exclusión flagrante, propiciando actos reparadores- reformistas, "resoluciones de conflictos sociales a través de la adaptación de sus miembros a la violencia de la sociedad" (Basaglia, 1976: 166-167). La cooptación es el movimiento siempre presente que intenta devolver a los sujetos, que señalan contradicciones sociales y despliegan su empoderamiento constituyéndose como minoría activa (Moscovici, 1981), a la lógica hegemónica mediante la canalización o la evitación del conflicto social. Toda cooptación implica la negación de las tensiones entre lo singular y lo universal, y la objetivación de los sujetos a través de un discurso y una práctica impuestos externamente. El sujeto es anulado como productor de cambios, la creatividad social queda obturada. "Luchamos contra los punteros políticos que aprovechando nuestra mala situación se llenan los bolsillos sin generar ningún beneficio para el pueblo. Lo importante es dar pasos cortos, pero firmes transformando la realidad. La historia es llegar a construir una sociedad que nos de alternativas, en la que podamos elegir lo que queremos hacer (...) Hoy no tenemos opción: para tener alternativas hay que construir esta otra historia luchando" (Silvio, referente del MRV 26 de Junio, Villa Corina, 41 años). "Nuestra organización está basada en criterios autogestivos. Mediante la autogestión, a través de una lógica basada en los emprendimientos productivos y una política de tierras, intentamos poder generar lo necesario para satisfacer nosotros mismos nuestras necesidades" (Carlos, integrante del MRV 26 de Junio, Villa Corina, 33 años).
En relación al eje creatividad-burocratización, pensado como polos tensionales, la imaginación social implica la potencialidad de proyectar alternativas al orden instituido, la creatividad social está referida a la expresión de la relación resultante entre la imaginación social y sus constricciones. Tanto la imaginación como la creatividad sociales son parte del proceso dialéctico del pensarhacer (constitutivo de la praxis) a través del cual es posible generar cambios. Los procesos de burocratización, por el contrario, fijan y generalizan formas de hacer. En esta homogeneización objetivan negativamente la realidad y no respetan sus componentes singulares, convirtiendo mediatizadores en obstáculos: formas prescriptas de proceder que no están adecuadas a la realidad de los sujetos que las deben emplear, que provocan fuertes efectos de sin sentido.
La negación a pensar las acciones colectivas como respuestas cerradas, técnicas o métodos, conjuga la multidimensionalidad, las contradicciones y la incertidumbre que la realidad presenta, generando el espacio y el tiempo para el despliegue de la creatividad social con un sentido de autonomía: "somos un movimiento, somos un espacio en continua transformación, tenemos una dinámica de cambio permanente que nos permite repensar y reformular nuestras acciones a cada paso" (Estela, integrante del MRV 26 de Junio, Villa Corina, 51 años). A pesar de la creatividad desplegada por los movimientos piqueteros en relación a la búsqueda y generación de alternativas colectivas de justicia y bienestar social, la burocratización de los movimientos es un re- flejo de la relación con el Estado, que impone tareas administrativas-burocráticas para todo tipo de gestión de recursos. Esto repercute al interior de la organización y obstaculiza el acceso a los bienes exigidos con pleno derecho: complicaciones que presentan los formularios y los trámites, tiempo y recursos humanos perdidos en acciones que no tienen sentido en sí mismas para los sujetos. Se produce un desgaste del movimiento que redirecciona tiempo y recursos quitándolos a las tareas territoriales cotidianas que dan vida al movimiento. Los tiempos de la burocracia no son los tiempos de los movimientos, la burocratización, como estrategia del Estado aplicada a los planes sociales, constituye una de las principales formas de incidencia en la organización interna de los movimientos, todos los movimientos tienen equipos exclusivos de gestión. A pesar de la incidencia de la burocratización estatal en las organizaciones, el movimiento antiburocratizante forma parte de la creatividad que éstas despliegan. La asamblea abierta a todos los integrantes, la rotación en los roles de referencia, las reedición de formas del cooperativismo en la organización de los emprendimientos productivos, se resisten a esa lógica a través de los principios de la democracia directa: "pretendemos que en la asamblea no sólo estén los compañeros del movimiento, sino también los vecinos expresando la problemática común del barrio: abrir el juego y que no muera en la organización, que la asamblea sea un espacio de re-unión, de encuentro, de recomposición de los lazos sociales. (...) Partimos de las necesidades comunes para establecer lazos solidarios en nuestro territorio y generar nuevos espacios de encuentro barrial para el debate de propuestas y acciones. No nos queremos sectorizar como han intentado hacerlo poniéndonos en contra a los vecinos a través de la creación de una imagen negativa del piquetero" (Silvio, referente del MRV 26 de Junio, Villa Corina, 41 años).

2) MIGRACIÓN Y PARTICIPACIÓN ASAMBLEARIA

La población de la Asamblea de Parque Avellaneda 20 de Diciembre "La Alameda" está conformada en su mayoría por inmigrantes bolivianos/as que vivieron situaciones de precarización laboral extrema (trabajo esclavo4) y que decidieron formar parte de la asamblea popular del barrio. Es importante mencionar que el desarraigo vivido en el proceso migratorio se acentúa al vivir dichas condiciones de aislamiento lo que va generando un resquebrajamiento del entramado psicosocial. Al tener carácter autónomo, esta asamblea ejerce la democracia directa y no se limita a las vías de participación política tradicionales, lo que facilita el reconocimiento y la demanda de los derechos civiles políticos y sociales a través de estrategias colectivas. Todo esto es compartido y alimentado por otros actores que confluyen, y va reconstruyendo un nuevo tejido social que establece vínculos bajo nuevas condiciones.
La Alameda surge originalmente como una olla popular en el Parque Avellaneda resultante del estallido social a fines del 2001. Esta necesidad en principio alimentaria, deviene posteriormente en un núcleo organizativo hacia el que fueron filtrándose no sólo las demandas del barrio, sino también y principalmente aquellas de los inmigrantes de origen boliviano que además fueron constituyéndose como actor constante y asiduo de esta asamblea. Este proceso se daba en contraposición al protagonismo principal de la clase media en el movimiento asambleario, y que fue entrando posteriormente en ciclos de reflujo. Una vez conformada la asamblea popular, ocupan el inmueble del bar en la esquina de Lacarra y Av. Directorio, el cual tenía ya varios años abandonado y desde entonces es la sede tanto para la asamblea como para los proyectos cooperativos. Dada la problemática del trabajo esclavo por la que habían atravesado la mayoría de sus integrantes, en La Alameda surgió la inquietud por conformar una nueva alternativa de trabajo y organización que permitiera llevar como ejes paralelos una activa vida militante y una agenda productiva sostenible. Es así como el 20 de marzo del 2003 se inscribe a la Cooperativa 20 de Diciembre en el INAES, buscando también contar con una figura legal que les permitiera luchar por la expropiación del inmueble ocupado, obtenida finalmente como ocupación temporaria a principios del 2007. En estos cuatro años la cooperativa ha pasado de 6 miembros originales a 30 recientemente, siendo el rubro textil el más sólido con una cartera estable de clientes para quienes confeccionan todo tipo de prendas. A pesar del ritmo sostenido de crecimiento, se han venido enfrentando obstáculos importantes como la inestabilidad de sus miembros (que suelen regresar periódicamente a Bolivia), los desafíos en la comercialización y la producción, encuentros y desencuentros con las autoridades de gobierno, tanto a nivel municipal como nacional, producto de mantener una postura autónoma, así como las tensiones presentes de creatividad/ burocratización y autonomía/cooptación.

De Bolivia a Buenos Aires...

Los movimientos migratorios masivos recientes tienen un carácter básicamente laboral. Dentro de estos se incluye el de los bolivianos/as hacia Buenos Aires; es por ello que articulamos como uno de los ejes a explorar la categoría trabajo, específicamente aquel que en una extrema precarización toma la forma de reducción a la servidumbre o trabajo esclavo. El desarraigo vivido en el proceso migratorio se acentúa al encontrar en los talleres clandestinos condiciones de semi-aislamiento (privación de la libertad y/o salidas restringidas). Estas fronteras ante la nueva sociedad y el nuevo territorio, además de las relaciones interpersonales construidas en la explotación, son las que generan rupturas abruptas del entramado psicosocial. Las condiciones ambientales y el tipo de vínculos generados en estos lugares de trabajo promueven relaciones de ambigüedad hacia los talleristas (patrones) en las que se mezclan una especie de lealtad nacionalista y agradecimiento con el resentimiento producto de las humillaciones constantes y la sobreexplotación laboral. Todo esto fomentado por el afán de los talleristas en mostrarse amigables y cómplices. Así lo expresa Juan Francisco hablando sobre el tipo de situaciones que van generando estos vínculos contradictorios: "[Que el tallerista tome con los costureros] (...) eso es típico. Trata de compartir con los trabajadores, más que todo con la bebida. Estar en festivales, por ejemplo en carnavales habían bailado; todas las máquinas habían arrinconado, habían bailado todo en el medio. JMC iba con su auto a traer cerveza. (....) [El tallerista] cuando ve que hay facilidades así ocasiones como el carnaval o año nuevo. -Compartiremos-, dice y manda también a hacer cocinar. [Se festejan las fiestas bolivianas] Alasitas, la virgen de Cochabamba. Ese día se reparte un vale más alto que lo normal. Para que la gente pueda comprar y gastar ese día."
Por otra parte, al promover la participación colectiva favoreciendo la implicación personal, la Asamblea 20 de Diciembre vuelve visibles categorías de opresión (etnia, clase, género) que habían permanecido invisibles.

Transgrediendo barreras de género

Son mujeres la mayoría entre asambleistas y migrantes, son también portadoras de una cultura e identidad étnica originaria; estas dos categorías no son más ni menos opresoras que la otra que resulta tal vez la más evidente: la de clase. A pesar de ir codo a codo con los varones en cada actividad de La Alameda y de desafiar de esta forma al papel estereotipado en el que se suele encasillar a los inmigrantes limítrofes, y en especial a los de origen boliviano; las mujeres siguen enfrentando la opresión de género al interior de sus casas. Aquí las palabras de Alma, 32 años, originaria de Sucre: "[...] Sí, en todos lados tenemos pelea que no les gusta que vayamos. Porque muchas veces que llegamos tarde o a algún lado nos vamos, les molesta. Pero a nosotras nos gusta participar en todo esto y peleando o no peleando igual salimos, igual vamos. Si se enojan es problema de ellos."
Otra de las transformaciones recurrentes, es la que en palabras de ellas se expresa como superar el miedo. Es insistente la referencia a haber perdido el miedo, a poder defenderse. Hablamos entonces de empoderamiento, de procesos emancipatorios respecto a estas tres opresiones. Dice sobre esto Mariana, que nació en El Alto y que tiene 27 años de edad: "[...] yo más antes tenía miedo, ahora no. Ya estoy 3 años, puedo expresarme y a parte si me dicen en la calle, ya no tengo miedo. Hablo nomás, puedo responder les digo 'tu estas en tu país, si es cierto pero no me trates mal'. [...] No tengo miedo de mí para enfrentarme, puedo hablarle. 'No me grite, hábleme, yo le voy a entender, pero no me grite y no me trate mal.'"

Estrategias Colectivas:

Transformaciones Subjetivas
La participación asamblearia ha trastocado la vida cotidiana de sus protagonistas, son espacios experienciarios en tanto "crean condiciones de posibilidad de otras producciones de subjetividad" (Fernández, 2006), es decir que instalan situaciones estableciendo inéditos modos de subjetivación para sus participantes. Esta experiencia de participación modifica no sólo la percepción, sino también las prácticas cotidianas, y en este caso particular las referidas al trabajo. Así lo expresa Diana de 27 años originaria de La Paz, socia de la cooperativa: "Ponemos los precios entre todas, y también le damos el precio al cliente (...) Ahora, si un cliente viene, hay veces no nos damos de cuenta y le podemos dar mal el precio, así que ahora ya le decimos que vamos a hacer una muestra y dependiendo de cuánto tiempo nos lleve, eso le vamos a cobrar; por lo menos a $5 nos tiene que salir la hora, yo eso siempre lo peleo."
Ella misma reflexiona al comparar su trabajo actual con el que hacía antes en los talleres textiles clandestinos: "Me sentía que era un trabajo obligado mayormente, porque nos daban una cantidad que teníamos que terminar en un día sí o sí. En cambio en aquí no, o sea, donde trabajábamos antes no teníamos que salir, no podíamos ir a ningún lado, ni reuniones, no nos podíamos enfermar, nada. Aún si nos enfermábamos, igual teníamos que trabajar y teníamos que entregar sí o sí la misma cantidad. Pero en cambio aquí, como no tenemos un patrón, a nadie le tenemos que entregar cuentas"
Sigue hablando de las estrategias logísticas del emprendimiento, que cabe destacar han sido consensuadas por todos las socios/as de la cooperativa, sin distinción jerárquica. En este relato podemos observar una síntesis condensada de un largo proceso de negociación que finalmente logra conciliar las necesidades maternas e individuales con los derechos laborales y la productividad: "O sea por ejemplo hoy Alma no está viniendo a trabajar porque su hijo está mal, pero ella no tiene que pedir permiso a nadie. Claro que nosotras hemos hablado y hemos quedado que una que está hospitalizada, le vamos a pagar su hora. (...) Eso hablábamos hoy en la mañana, y todas tenemos que estar de acuerdo porque ya en eso hemos quedado. Bien se interna ella o internación de un hijo que sí es necesario que la madre tiene que ir a dormir con el chico, en esos casos tenemos que pagarle la hora".
Y finalmente, hablando sobre un sentido de pertenencia no sólo a la organización, sino a su propia actividad laboral, Diana involucra en su discurso factores organizativos que ejemplifican una estructura horizontal que implica mayor involucramiento personal y que deviene en consolidar prácticas autonómicas. Es importante mencionar que en La Alameda quienes formaban parte de la Cooperativa mostraban también mayor compromiso en actividades de militancia, lo que nos hace pensar en que estos procesos de micropolítica fortalecían a una conciencia y compromiso mayores: "O sea siento que es nuestro trabajo ya. Por ejemplo en un taller nosotros costuramos, costuramos, no nos interesa quién es el cliente, pero sí tenemos que entregarle ese tanto. En cambio aquí si yo sé que un día tengo que entregar ese trabajo y que sí o sí tengo que venir, lo hago para esa fecha, pero la hora que yo quiero o como yo puedo organizarme."
Como hemos visto hasta ahora la Asamblea " subvierte en sus microexperiencias las formas hasta ahora obvias de la producción, el mercado, la propiedad, la cultura, la política haciéndose cargo del vaciamiento de sentido de un estado garante de los ciudadanos" (Fernández, 2006: 59).
La participación directa en reuniones, el choque cultural al enfrentar escenarios horizontales con ciudadanos argentinos, las estrategias de lucha y protesta (escraches, marchas), además de la convivencia laboral cotidiana bajo un esquema cooperativista, todo esto va promoviendo fuertes lazos afectivos y reconstruyendo un nuevo tejido social que reestablece vínculos bajo nuevas condiciones y directrices; así lo explica Alma: "[...] Sí más que todo aprendimos más cuando empezamos a trabajar en la cooperativa. Empezamos a hablar de los derechos y algo de eso nos sirvió mucho por lo menos algo podemos levantar la cabeza ¿no? No es como antes que teníamos que estar así calladas."
Todo se conjuga de manera dialéctica y dinámica teniendo a la Asamblea no sólo como escenario, sino como dispositivo que en tanto tal influye a nuestro juicio promoviendo estas transformaciones subjetivas.

COMENTARIOS FINALES

Las dos experiencias que transitan las condiciones de expulsión, resistencia y visibilidad a través de diversas modalidades de participación y organización social, plantean desafíos a las políticas sociales, en particular a la dimensión de justicia social y simbólica. El estatuto de ciudadanía negado a partir de la precarización y expulsión del trabajo y de la estigmatización étnica y de género se naturaliza en la descalificación de piqueteros y migrantes bolivianos. Las formas de resistencia a las asignaciones que descalifican y generan dependencia asistencialista propicia construcciones identitarias sociales en tensión constante: creatividad/burocratización y la autonomía/cooptación.
Las alternativas desarrolladas por estas organizaciones comunitarias se despliegan en un espacio-tiempo en que se juegan las necesidades de sobrevivencia por la precarización y la expulsión del mundo del trabajo, y la oferta estatal que protege y disciplina a la vez. La posibilidad de mantener una posición autónoma en la relación con el Estado, como lo han venido haciendo el MRV 26 de Junio y la Asamblea Popular La Alameda durante sus años de existencia, está vinculada a la capacidad crítica y autorreflexiva del colectivo con una fuerte apuesta a la autogestión. Esta historia de autonomía es lo que permite superar dialécticamente la tensión autogestión-cooptación en cada paso de la relación, desbordándola. En un sistema heterónomo como la sociedad capitalista, no hay posibilidad de autonomía plena, en los casos abordados sólo la historia de resistencia y lucha por un trabajo digno y por el cambio social propician como marco al corrimiento del movimiento de la captura simbólica y material por parte del Estado.
En relación con las políticas sociales destinadas a la producción de empleo, cabe señalar que a la vez que, por su diseño, abren la posibilidad de autogestión de los colectivos, también se presentan como un pasaje casi completo de la responsabilidad de generación de empleos hacia la sociedad civil, y que estas nuevas fuentes de empleo son nuevas formas precarizadas de trabajo, endebles en relación a las fluctuaciones económicas macroestructurales. Lo precario de estas nuevas inserciones está definido por no ser empleos que respeten los derechos adquiridos por los trabajadores (remuneración estable, cobertura social, vacaciones, etc.), puesto que su cumplimiento queda librado a las posibilidades de los mismos integrantes de las cooperativas y a las fluctuaciones en los ritmos de producción y comercialización. Esta dualidad de los emprendimientos cooperativos en las organizaciones -que a la vez que se presentan como una alternativa que fortalece la autonomía y el empoderamiento en sus miembros producen también mayor incertidumbre por la inestabilidad o los problemas de sustentabilidad- va acumulando frustraciones subjetivas y colectivas. Estas políticas prevén la compra inicial de parte de la producción por el Estado; proyectando en el tiempo, estas alternativas cooperativas necesitarán el compromiso del MSD para su sostenimiento a través de subsidios regulares.
Para concluir, la relación entre Universidad Pública y Movimientos Sociales se presenta como necesaria, en tanto posibilidad de transferencia técnica y co-construcción de conocimientos a partir de la investigación acción participativa. Desde la perspectiva de la Psicología Social Comunitaria, el trabajo reflexivo sobre las formas organizativas que se fueron desplegando en el proceso de constitución de los proyectos cooperativos y asamblearios, contribuyó a seguir repensando las posibilidades y potencialidades en una praxis autonómica.

Notas

1 Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, entidad que regula las cooperativas.

2 Instituto Nacional de Tecnología Industrial.

3 Subsidio de $ 150.- (aproximadamente U$S 50.-) que se otorgó masivamente durante la crisis de 2002 a jefas y jefes de hogar contra prestación de servicios comunitarios por cuatro horas diarias. Se suponía que sería un programa transitorio para paliar la crisis, pero ya lleva 5 años de ejecución y se sostiene. Este programa fue manejado de forma clientelar por los punteros políticos en los diferentes municipios, especialmente en los más pobres del conurbano bonaerense. La intención del gobierno de Kirchner ha sido reemplazar este programa para deshacer también las redes clientelares del duhaldismo (seguidores de Duhalde, presidente durante el 2002, que al igual que Kirchner proviene del Partido Justicialista).

4 El término de Trabajo Esclavo se ha utilizado especialmente en los medios impresos de Buenos Aires para caracterizar al tipo de trabajo que se realiza en los Talleres textiles clandestinos de esta ciudad; esto principalmente por el hecho de que los y las costureras suelen estar privadas de su libertad, además de que por lo regular no reciben ningún salario o les dan cantidades ínfimas y la satisfacción de sus necesidades básicas queda entonces a merced del empleador.

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Fecha de recepción: 25 de marzo de 2008
Fecha de aceptación: 26 de junio de 2008

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