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Anuario de investigaciones

versão On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. v.15  Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./dez. 2008

 

PSICOANÁLISIS

La histeria en el último período de la enseñanza de J. Lacan

The Hysteria In The Last Period Of J. Lacan'S Teaching

Schejtman, Fabián1; Godoy, Claudio2

1 Profesor Titular Regular de la Cátedra II de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Investigador UBACyT.
2 Profesor Adjunto Regular de la Cátedra II de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Investigador UBACyT.

RESUMEN

En el presente trabajo desplegamos algunas de las perspectivas que se desprenden de las formulaciones que Jacques Lacan produce sobre la histeria en el último período de su enseñanza, especialmente a partir del examen de esta estructura en función de las fórmulas de la sexuación lacanianas y de la definición topológica de la histeria en tanto armadura (armature) del amor al padre.

Palabras clave: Histeria; Goce femenino; Padre; Armadura; Inconsciente

ABSTRACT

In the present work we deploy some of the perspectives that come off from the formulations that Jacques Lacan makes about the hysteria in the last period of his teaching, especially starting from the exam of this structure in function of the lacanian's formulas of sexuation and from the topological definition of the hysteria as long as frame (armature) of father's love.

Key words: Hysteria; Feminine joy; Father; Frame; Unconscious

I. INTRODUCCIÓN

Las formulaciones que Lacan produce sobre la histeria en el último período de su enseñanza, si bien vuelven sobre problemas que han insistido a lo largo de la misma (la distinción entre histeria y feminidad, la función paterna y las identificaciones, la relación de la histeria con el inconsciente y la historia), producen sin duda una perspectiva novedosa a partir del despliegue de las siguientes cuestiones fundamentales que caracterizan sus trabajos en los años '70: la fórmulas de la sexuación y el estatuto que toma allí el goce femenino (años '71- '73), su trabajo con los nudos borromeos y la función del sinthome (años '74-'76), el cruce entre la topología de la superficie tórica y la topología de nudos, y la redefinición del inconsciente como "una-equivocación" (unebévue) (años '76-'78). La presente investigación1 nos permitió ubicar la incidencia de cada uno de estos puntos en la definición de la histeria y comenzar a desplegar algunas de las consecuencias clínicas que se derivan de ello.

II. LA OPOSICIÓN HISTERIA-FEMINIDAD EN LAS FÓRMULAS DE LA SEXUACIÓN LACANIANAS

De un extremo al otro de su enseñanza Jacques Lacan opone, contra la posición clásica, histeria y feminidad. Destacaremos a continuación los hitos fundamentales en la construcción de este distingo deteniéndonos especialmente en las llamadas fórmulas de la sexuación.

1. Antecedentes
Desde temprano en su enseñanza Lacan diferencia la histeria y de la feminidad hasta llegar a oponerlas.
En el Seminario 3 -donde se aborda a la histeria en función de la pregunta que abre sobre lo femenino- Lacan sostiene que "volverse mujer y preguntarse que es una mujer son dos cosas esencialmente diferentes (...) aún mas, se pregunta porque no se llega a serlo y, hasta cierto punto, preguntarse es lo contrario de llegar a serlo" (Lacan, 1955-56, p. 254).
Al desplegar una teoría de las respuestas anticipadas que la identificación establece en las neurosis, Lacan señala que en la histeria se responde a la pregunta por lo femenino a partir de la identificación viril: la histérica se identifica con un hombre, al tiempo que cede la posición femenina a alguna otra mujer que encarna para ella el misterio de la feminidad (cf. Lacan, 1951).
En "El psicoanálisis y su enseñanza", texto en el que se presentan las respuestas que en la histeria y la obsesión llegan a "concretarse en una conducta del sujeto que [es] su pantomima" (Lacan, 1957, p. 432), la cuestión no es ya planteada en términos de identificación viril, sino más bien de detención. Allí Lacan indica que la histérica captura a la otra "por los oficios de un hombre de paja, sustituto del otro imagina rio en el que se ha enajenado menos que ha quedado ante él detenida [en souffrance]" (Lacan, 1957, p. 434). Detención, demora sufriente, falta de despliegue de la pregunta histérica en su hacer de hombre y en la tranquilidad que brinda la seguridad fantasmática. El fantasma queda definido entonces como respuesta anticipada, pero singular del sujeto, que previene de encontrarse con el punto de la estructura en que lo simbólico no responde: en este caso -el de la histeria- el que es señalado por la pregunta por lo femenino.
Otro escrito lacaniano, sólo tres años posterior a "El psicoanálisis y su enseñanza", nos ofrece la oportunidad de presentar en contrapunto con éste y con la histeria, cómo entiende Lacan el modo en que una mujer -ya no una histérica- "se sirve" de su relación con un partenaire hombre. En lugar de posicionarlo -como lo hace la histérica- como base identificatoria, testaferro u "hombre de paja" ante el que se detiene en su captura de la otra mujer, en "Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina", Lacan propone que "el hombre sirve de relevo para que la mujer se convierta en ese Otro para sí misma, como lo es para él" (Lacan, 1960, p. 710-711). Se destaca aquí la dimensión de la Otredad que se pone de manifiesto en el encuentro de una mujer, no tanto con el partenaire hombre -del que se sirve de relevo- sino consigo misma como Otro.
Por fin, antes de recalar en el Seminario 20, y las fórmulas de la sexuación, señalemos sucintamente, que sobre el final de los años '60 y principios de los '70, Lacan continúa elaborando la oposición entre histeria y feminidad proponiendo en el Seminario 16 -"De un Otro al otro", que "la histérica no se toma por la mujer" (Lacan, 1968-69, 21-5-69), en tanto que en el seminario siguiente -"El reverso del psicoanálisis" (Lacan, 1969-70, V-VI)- caracteriza al deseo insatisfecho propio de su posición como un modo de goce: el "goce de la privación", que se diferenciará radicalmente del goce femenino, abordado posteriormente.

2. Las fórmulas de la sexuación
En el Seminario 20 -"Aun"- Lacan culmina de escribir las llamadas fórmulas de la sexuación -que viene elaborando desde el seminario anterior- y precisa, en términos lógicos, la divergencia entre el goce llamado fálico y el Otro goce, propiamente femenino. Y bien, si efectivamente se afirma allí que es electivo colocarse de uno u otro lado de estas fórmulas, queda claro en el desarrollo de sus clases que la histeria queda ubicada del "lado hombre" de las fórmulas de la sexuación.
Unos meses antes del referido seminario, en el denominado último gran escrito de Lacan, "El atolondradicho", donde se ensayaba la escritura de aquellas fórmulas, no sólo la histeria sino también la obsesión, es decir, la neurosis en general, ya era dispuesta por Lacan del "lado hombre": "pero si son el texto mismo con que se formulan los síntomas de las grandes neurosis, de las dos que si ha de tomarse en serio lo normal, nos dicen que es más bien norma-macho" (Lacan, 1972, p. 51). La "normalidad neurótica", como se ve aquí es normachidad: Lacan escribe norme mâle (norma macho) en lugar de normale (normal).
En el Seminario 20, su posición es categórica ya específicamente respecto de la histeria: "... pero sucede que también las mujeres están enalmoradas, es decir, alman al alma. Pero esa alma que alman en su pareja, homo hasta la empuñadura sin embargo, y de la que no se zafarán ¿qué será a la postre? En efecto, eso sólo puede conducirlas a ese término último - y no en balde lo llamo así- como se dice en griego, la histeria, que es hacer de hombre, y ser por tanto también ella homosexual [hommosexuelle] o fuerasexo..." (Lacan, 1972-73, p. 103).
Lacan escribe ahora "hommosexuelle", con dos "m", para indicar que aquí hommo remite a homme (hombre). Lo que hace de la histérica menos una homosexual que una homosexuada u hombresexuada, quedando así bajo el yugo del goce al que está constreñido el "norma-macho", es decir, el goce fálico. Aunque de este goce ella posee su versión particular, ya anticipada en el Seminario 17, como "goce del demasiado poco de gozar": goce de la privación.
El goce de la privación, en la histeria, no puede dejar de suponer el horizonte de la consistencia de un goce absoluto -el goce del Otro (JA)- respecto del cual puede, en efecto, proponerse siempre como exiguo. La queja histérica encuentra así un trampolín ideal para relanzarse. En las antípodas -aunque eso sería ya una localización simétrica que no conviene- se ubica, una vez más, la feminidad según Lacan. Digámoslo más sencillamente: del Otro lado. Y en relación, no ya con el tándem neurótico goce fálico-goce del Otro (este último localizado generalmente por la histérica, agreguemos, en el nivel del padre ideal o de la otra mujer adorada), sino con un goce Otro, propiamente femenino.

3. No-toda histérica
Ahora bien, si se ubica claramente del lado hombre de las fórmulas de la sexuación, la histeria, nos propone una singular situación "cuando tiene cuerpo de mujer". Luego de proponer en el Seminario 20 a la histérica como homosexuada -en el párrafo que citábamos- Lacan continúa señalando: "... de allí que les sea difícil no sentir el impasse que consiste en que se mismen en el Otro, porque, a la postre, no hay necesidad de saberse Otro para serlo" (Lacan, 1972-73, p. 103).
El impasse del que se trata radica así en que las histéricas -no la histeria, las histéricas- a la vez que homosexuadas, por otra parte son mujeres, lo que las conduciría -aunque no lo sepan, o incluso no quieran saber nada de eso- a encarnar "lo Otro" en el encuentro sexual.
Aunque, seguramente, convendría distinguir este "mismarse" histérico del "volverse Otro para sí misma" anteriormente subrayado para la posición femenina, de cualquier modo, "ser lo Otro", a lo que las empuja su cuerpo de mujer, ya nos señala que una histérica no puede serlo "del todo": por mucho que se empecine en su histeria siempre será "no-toda histérica".
Es lo que termina por indicar Lacan, al llevar la oposición histeria-feminidad aún más lejos en "Joyce el síntoma II", sosteniendo, sorprendentemente, una superioridad masculina en materia de histeria (cf. Lacan, 1979).

III. LA FORMALIZACION TOPOLÓGICA DE LA HISTERIA

1. La armadura histérica
En el período posterior al Seminario 21, Lacan construye un modelo de nudo neurótico propuesto como una cadena borromea, en la cual el cuarto eslabón -sinthome- mantiene reunidos los tres registros de lo simbólico, lo imaginario y lo real (cf. Lacan, 1974-75 y 1975-76). En este contexto Lacan transforma su concepción del síntoma y del padre y reformula las tres identificaciones freudianas, que había delimitado en el Seminario 9, considerándolas ahora a partir de los rebatimientos de estructuras tóricas anudadas. De esta manera, esas tres identificaciones quedan definidas como identificación amorosa con el padre, identificación histérica con el deseo del Otro e identificación "neutra" con el rasgo unario. Como parte de esta constelación conceptual, la estructura histérica se traduce en la formalización topológica por el rebatimiento del toro denominado "garrote", y el sinthome histérico se define, específicamente, a partir de la denominada "armadura del amor al padre" (Lacan, 1976-77, 14-12-76).
Se ve, entonces, que en su Seminario 24 Lacan introduce una perspectiva topológica novedosa que combina "la topología de nudos", que venía desarrollando desde el Seminario 20 "Aun", con "la topología de superficies", introducida en el Seminario 9 "La identificación", perspectiva en que el estudio de las identificaciones que denominó "freudianas" deviene un instrumento crucial para el trabajo sobre el nudo borromeo. Es así que "En esas tres identificaciones -afirma en 1975- hay ya todo lo que hace falta para leer mi nudo borromeo" (Lacan, 1974-75, 15-4-75). A su vez, J. Lacan le adjudica, en el Seminario R.S.I. al Nombre-del-padre una función de anudamiento: "no hay amor -afirma- sino por lo que del Nombre-del-padre hace bucle en el triskel" (Lacan, 1974-75, 15-4-75).
Esta elaboración le permitirá precisar la función de anudamiento que, en ese sentido, se localiza en la histeria a partir de lo que Lacan denominó "armadura del amor al padre" (Lacan, 1976-77, 14-12-76). El término francés armature designa aquí el armazón que otorga una singular estabilidad y consistencia al sujeto histérico y su cuerpo. Sinthome histérico que, respondiendo del lapsus (cf. Lacan, 1975-76) de la estructura -que no hay relación sexual-, garantiza en el síntoma conversivo la estabilidad que algunas histerias manifiestan.
Consideramos que puede deducirse de aquí que la histeria hace un singular uso de la función paterna El sujeto histérico hace un uso de esta estructura del cuerpo sostenida en el padre como defensa frente a lo real del goce femenino que pone en cuestión su identidad y unidad. Como contrapartida podemos plantear distintas modalidades de desencadenamientos en la histeria, que incluye las denominadas "locuras histéricas", así como desanudamientos, caídas, vacilaciones diversas del sinthome histérico: las fallas de la armadura del amor al padre que darían cuenta de las crisis y el enloquecimiento en ellas constatables.

2. Histeria, historia e inconsciente
En su Seminario 24 Lacan aproxima la definición de la histeria basada en la formalización topológica del torogarrote histérico con la historia y el inconsciente a través del uso del equívoco significante entre "tóricos" (toriques), "garrote" (trique), "histéricas" (hysteriques) e "históricas" (hystoriques). Así señala que: "Somos tóricos (toriques), o, con la elisión de la o, garrotes (triques). Eso nos lleva a considerar que la histérica (hysteriques), de la que todos sabemos que es tanto macho como hembra, la histórica (hystorique), si puedo permitirme este deslizamiento, no tiene en suma para hacerla consistir sino una inconsciente" (Lacan, 1976-77, 14-12- 76). Esta perspectiva es retomada en el seminario siguiente El momento de concluir (en donde aborda con sumo detalle gran parte de la formalización topológica de las reversiones tóricas introducidas en el Seminario 24), allí sostiene: "El hecho de haber enunciado la palabra inconsciente no es nada más que la poesía con la cual se hace la historia. Pero la historia, como lo digo algunas veces, la historia es la histeria" (Lacan, 1976- 77, 20-12-77).
En ese sentido podemos ver que la histeria implica, de algún modo, esa relación con la historia y el inconciente ya planteada por el mismo Lacan, en el comienzo mismo de su enseñanza. Lo novedoso es el singular viraje que introduce en los años '70 al replantear al inconsciente como "una-equivocación" (une-bévue) (cf. Lacan, 1976-77).
En los años '50 sostenía que "lo que enseñamos al sujeto a reconocer como su inconciente es su historia" (LACAN, 1953, p. 251) produciendo ya una estrecha relación entre ambos términos. Y agrega, en la misma línea, que "el inconciente es ese capítulo de la historia que está marcado por un blanco, u ocupado por un embuste; es un capítulo censurado -es la metáfora freudiana de la censura- pero la verdad la podemos encontrar, ya está escrita en otra parte", podríamos decir, enumerar, donde está escrita -y usa otra metáfora freudiana "en los monumentos" (Lacan, 1953, p. 249). Sabemos que Freud comparaba al síntoma histérico con un monumento cuando sostenía que "Nuestros enfermos padecen de reminiscencias" (Freud, 1909, p. 13); es decir, que allí es donde está escrita esa historia que hace falta leer, que es parte de un capítulo censurado; y se trataba -para el Lacan de comienzos de los años cincuenta- de reintegrar en la relación transferencial con el Otro, en la dialéctica del discurso, la verdad de la historia.
En el Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI -texto "bisagra" que escribe entre los seminarios 23 y 24- Lacan formula que "cuando el espacio de un lapsus no tiene ya ningún sentido (o interpretación), sólo entonces se está seguro de que se está en el inconsciente" (Lacan, 1976, p. 571). Introduce así una perspectiva opuesta al inconsciente histérico-transferencial (que implica necesariamente la conexión S1-S2) que J.-A. Miller (Miller, 2006-07) propone llamar "inconsciente real", es decir cuando carece del sentido o la interpretación que le brinda el S2.
Se privilegia ahora el elemento en su disyunción y no en su concatenación, perdiendo de este modo su valor la historia como continuidad ya que lo que resulta destacado, por el contrario, es la discontinuidad, la interrupción, es decir, la una-equivocación (l'une-bévue) El inconsciente histérico-histórico es por lo tanto una elucubración de saber. Así como en el Seminario 20 se definía al lenguaje como "una elucubración de saber sobre lalengua" (Lacan, 1972-73, p.167), es decir, como un S2 que opera sobre el S1 de lalengua; del mismo modo, el inconsciente transferencial que se elabora en un análisis es una "una elucubración de saber sobre lo real" (Miller, 2006-07), sobre el Uno del inconsciente real. El Inconsciente-saber, el inconsciente-historia, es por lo tanto la red neurótica de la verdad mentirosa. Las estructuras clínicas (salvo la esquizofrenia) son formas de mentir lo real, es decir anudamientos que constituyen "mentalidades" (cf. Lacan, 1975-76, p. 63) o quizás convendría decir "mienta-lidades". A su vez propone, un año después, que "Todo lo que es mental, al fin de cuentas, es lo que yo escribo con el nombre de sinthome" (Lacan, 1976-77, 10-5-77). La "mientalidad histérica", su inconsciente-sinthome, miente verdaderamente sobre lo real con la historia, con el amor al padre; ese su proton pseudos constitutivo, aquella armadura donde encuentra su consistencia como estructura.

Notas

1 Proyecto UBACyT 2004-07 P091 "La estructura del nudo borromeo en la caracterización de la histeria en el último período de la obra de J. Lacan (1974-1981)".Director: Roberto Mazzuca. Codirectores: Claudio Godoy y Fabián Schejtman

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Fecha de recepción: 25 de marzo de 2008
Fecha de aceptación: 23 de mayo de 2008

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