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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. v.16  Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./dic. 2009

 

HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA

La obra psicológica de Aníbal Ponce

The psychological work of Aníbal Ponce

García, Luciano Nicolás1

1 García, Luciano Nicolás: Investigador tesista en el proyecto UBACyT P028: "La Producción del Conocimiento Psicológico en la Argentina: Abordajes Histórico- Epistemológicos". Directora: Talak, Ana María. Becario del CONICET y doctorando de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Docente de la Universidad de Buenos Aires. E-mail: lucianonicolasgarcia@gmail.com

Resumen
Este artículo propone analizar la obra de Aníbal Ponce dedicada a la psicología y su relevancia para la historia de la psicología argentina. Se propone una división de su obra en cuatro temas: una psicología fisiológica, una psicología de las emociones, una psicología del desarrollo y una psicología de la adolescencia. A partir de esta distinción, se analiza los cambios de temáticas y métodos en sus trabajos, así como su relación con el positivismo y el marxismo. Se plantea el problema de la relación e importancia de la psicología en su producción intelectual y de su ubicación en una historia de la psicología, la pedagogía y la psiquiatría en Argentina. Finalmente, se considera la obra de Ponce en términos de la introducción de temáticas y autores dentro de la psicología argentina y se indican posibles líneas de investigación sobre la trascendencia de su obra psicológica.

Palabras clave: Historia; Argentina; Desarrollo; Positivismo; Marxismo

Abstract
This work analyses the psychological work of Aníbal Ponce and its historical relevance for Argentinian psychology. An original segmentation of four parts of his work is proposed: a physiological psychology, a psychology of emotions, a developmental psychology and a psychology of adolescence. From this distinction, change of topics and methodology in his works are analysed, as well as its relation with Positivism and Marxism. It is considered the issue of the relation and importance of psychology in his intellectual production and its place in a history of psychology, psychiatry and psychopedagogy in Argentina. Finally, it is considered Ponce's work in terms of the introduction of themes and authors in Argentinian psychology, and possible lines of enquiry about the transcendence of his psychological work are suggested.

Key words: History; Argentina; Development; Positivism; Marxism

Introducción
Aníbal Norberto Ponce (1898-1938) es una de las figuras intelectuales más relevantes del pensamiento argentino de las primeras décadas del siglo XX. Su obra recorrió buena parte de los intereses intelectuales del círculo de autores ligados a José Ingenieros: la literatura, la política, las ciencias, la filosofía y las manifestaciones culturales en general. Su apropiación del pensamiento marxista, durante la década de 1930, lo ha convertido en un pensador referente dentro del marxismo latinoamericano. Autor ampliamente reconocido durante su tiempo de vida, luego de su muerte su figura quedó ligada al núcleo intelectual del Partido Comunista Argentino (PCA).
La filiación de su último período de trabajo intelectual con el marxismo ha sido el centro en torno al cual se ha indagado su obra, análisis que ha resurgido últimamente por la vinculación hallada entre su pensamiento y el de Ernesto "Che" Guevara (Kohan, 2000; Woscoboinik, 2007). Sin embargo, los diferentes ángulos con los cuales se ha tratado la obra de Ponce, le han dado poca importancia a sus trabajos psicológicos; el hincapié puesto en su pensamiento político ha eclipsado esa zona de su producción. Incluso ha sido dejada de lado deliberadamente, como ocurre en los textos de Marinello (1958), Troise (1969), Terán (1983) o Kohan (2000). Descontando el esfuerzo de su discípulo Héctor Agosti, quien se encargó de la edición de las Obras Completas de Ponce (1974), y de los psiquiatras ligados a PCA, como Jorge Thénon o Gregorio Bermann, la producción psicológica de Ponce ha sido obviada, aún cuando ésta ocupa un cuarto del total de sus Obras Completas.
Si bien esta omisión puede ser comprensible dentro de los ámbitos de la historia política e intelectual, resulta particularmente significativo que, dada la jerarquía del autor dentro de la intelectualidad argentina, y la extensión y variedad de su producción psicológica, los trabajos sobre la psicología ponciana sean escasos y dispersos dentro de los estudios de historia de la psicología local. Los trabajos relevados más importantes, o bien se detienen en un aspecto particular de su obra, como los trabajos de Vezzetti (1994, 1996), quien se ocupa de su figura en función del problema de la recepción del psicoanálisis en la Argentina; o bien realizan un recorrido general de la obra psicológica de Ponce, considerándola más o menos uniforme y autocontinente (por ejemplo, Jardón, 2006; Woscoboinik, 2007).
Quizás sea posible vincular la falta de análisis más específicos sobre los trabajos de psicología de Ponce al hecho de que pertenecen a un período -la década de 1920 y principios de 1930- que no ha recibido especial atención. La mayor cantidad de estudios sobre historia de la psicología local se concentran en dos períodos, entre fines del S. XIX a las primeras décadas del S. XX (por ejemplo, Vezzetti, 1985; Talak, 2008), y después de 1940 (por ejemplo, Dagfal, 2009).
Varios de los trabajos relevados caracterizan la psicología de Ponce como positivista, en consonancia con lo que se considera una forma predominante de conocimiento en el período antes delimitado (por ejemplo, Kirsch, 1994). Suele plantearse al positivismo como una perspectiva intelectual aferrada a la empiria obtenida de la experimentación y excluyentemente naturalista. Esta caracterización, frecuente y desprovista de la complejidad intrínseca de un sistema de pensamiento de gran amplitud y trascendencia histórica, suele usarse en un tono peyorativo y tiene por efecto homogenizar a las obras y autores de fines de S. XIX hasta la década de 1940, en términos de una versión simplificada de los valores y las nociones de ciencia detentadas por ese movimiento. Esta operación es, en términos historiográficos, usualmente improductiva e incluso un obstáculo para el análisis. Por esto, los trabajos psicológicos de Ponce han sido considerados anticuados y sin mayor trascendencia luego de su muerte, y por tanto, poco relevantes para los estudios históricos de la psicología en Argentina, más centrados en la profesionalización y el psicoanálisis.
El artículo se propondrá un análisis de las diversas temáticas presentes en la obra psicológica de Ponce a partir de una división original de la misma, a fin de incluir criterios de análisis para los diferentes momentos de su producción. Esta división se centrará en los cambios de tópicos, conocimientos y referencias en la psicología ponciana, y la noción de ciencia que subyace a esas modificaciones. En principio, este análisis intentará desplegar un mapa de su obra con un doble objetivo: en primer lugar, mostrar que la diversidad de temáticas contenidas en esta obra no pueden ser reductibles a una caracterización simplista del positivismo. En segundo lugar, mostrar tal diversidad de temáticas permitirá establecer un punto de inicio para rastrear la trascendencia y relevancia de la obra de Ponce para el conocimiento psicológico del momento y reubicar su figura dentro de los estudios de historia de la psicología y psiquiatría. Además, se esbozarán algunas hipótesis sobre el lugar que la psicología ha ocupado en el pensamiento de Ponce, para lo cual se tendrán en cuenta los diversos momentos de su pensamiento de manera más global.

Examen de la psicología ponciana
Usualmente, la psicología de Ponce es periodizada en dos tiempos. Un primer momento fuertemente ligado a la fisiología, la biología y la clínica, relacionado a cuestiones de la psicopatología. El enfoque sostenido en esta etapa habría sido típicamente positivista, debido al papel central de la evidencia obtenida vía una metodología experimental y de laboratorio, lo cual supondría una versión reduccionista de la ciencia. Un segundo momento estructurado en una psicología de las edades, en la cual diversas obras se analiza al niño y al adolescente adoptando una perspectiva genética, la cual moderaría en parte su filiación positivista. Si bien el mismo
Ponce ha contribuido a configurar esta periodización, si se recorren sus textos psicológicos puede encontrarse que esta división no es adecuada a la diversidad de temáticas que aborda, las referencias que utiliza y las metodologías a las que recurre. De hecho, sus trabajos psicológicos admite diversos vectores posibles a partir de los cuales se puede ordenar tanto su producción como las lecturas de ella. Sólo por mencionar algunos, es posible ordenar su obra a partir de sus estudios fisiológicos y clínicos, del lenguaje, de las emociones, de la inteligencia; incluso puede hacerse a partir de un enfoque ligado a estudios literarios.
En este artículo se dividirá la psicología ponciana en cuatro tópicos: en primer lugar, la fisiología, donde se puede hallar la impronta de su formación médica en Hospicio de las Mercedes; en segundo lugar, hacia la segunda mitad de la década de 1920, su interés en el estudio de las emociones; en tercer lugar, los trabajos en los que se inicia una psicología del desarrollo, especialmente alrededor del niño como objeto de estudio. En cuarto lugar, sus estudios sobre la formación de la personalidad adolescente, temática ligada a la literatura y el papel que le atribuyó a los factores sociales en la constitución del individuo. Con este despliegue se intentarán mostrar los diversos momentos y variaciones de dicha producción, con el fin de recortar los tópicos en función de la especificidad con la que fueron tratados.

1. Ponce y la fisiología
Las referencias a la biología y la fisiología son ostentosas en sus primeros artículos publicados en Revista de Filosofía, baste con citar sus títulos: La fisiología funcional (1921), Problemas de la herencia psicológica (1922a), La rehabilitación del lóbulo frontal (1923). En estos textos, se adopta una postura eminentemente monista, en la cual las bases fisiológicas de las funciones psíquicas no sólo son fundamentales para su comprensión, sino que explican en sí mismas la operatoria y la existencia de dichas funciones. De hecho, la confianza en los descubrimientos de la fisiología del momento le permite a Ponce afirmar: "es la personalidad psíquica la última y más elevada manifestación del sistema nervioso", y extenderse por fuera del dominio de la biología, al sostener, recurriendo a autores como Sherrington, Pavlov y Betcherev, que "la vieja disputa en torno del concepto de individuo puede considerarse resuelta: individuo quiere decir unidad en las funciones, y esta unidad es la constante manifestación de lo que es fundamental en todo proceso biológico, la composición química de la materia viva" (Ponce 1921, p. 84).
En esta perspectiva del el problema filosófico de la individualidad, pueden reconocerse las afirmaciones que Ingenieros realiza en Principios de psicología (1919) sobre el valor de la ciencia como proveedor de datos y materia de reflexión a la filosofía. Para Ponce, como para Ingenieros, la psicología debe consolidarse como una ciencia natural, cuyas hipótesis deben ser confrontadas con la evidencia obtenida de la biología. Es necesaria la referencia a Ingenieros para comprender esta primera etapa de la producción de Ponce. Es conocido el hecho de que es uno de los herederos del pensamiento de Ingenieros, especialmente en lo que respecta a su pensamiento político, pero también en términos intelectuales amplios. La relación específica entre la psicología de Ingenieros y la que desarrolla Ponce no ha sido trabajada en detalle, y aquí se establecerán solamente algunos puntos de contacto y de ruptura, debido a que atender a la incidencia de Ingenieros sobre el pensamiento de Ponce, en la psicología u otro campo, merecería un tratamiento extenso.
Los Principios de psicología le proveyeron a Ponce una perspectiva genética de la psicología basada sobre todo en el evolucionismo y la biología. Sobre este punto, Vezzetti afirma que Ponce "sigue y a la vez estrecha" (Vezzetti 1996, p. 165) las formulaciones de José Ingenieros. Puede reconocerse este punto con la siguiente cita: "El fin perseguido por el método genético es determinar entre las funciones psíquicas aquellas que pueden ser consideradas como caracteres mendelianos" (Ponce 1922a, p.106). De hecho, la perspectiva biológica de Ponce hace tanto énfasis en la fisiología que se distancia del evolucionismo sociológico y de ribetes filosóficos de Ingenieros. Al principio de su trabajo psicológico, Ponce sostiene sin más una perspectiva atomista y reduccionista de la ciencia: "Explicar no consiste para el psicólogo sino en reducir ciertos hechos a otro grupo de hechos más simples y ya para nosotros familiares" (Ponce 1923b, p. 162). Como puede verse en su prólogo a la Psicología de Amadeo Jaques, para este momento de su obra posee una noción de ciencia particularmente definida: "Si [una] creencia correspondiera a alguna realidad, se desprendería naturalmente de los hechos; si no es así su existencia deviene por lo tanto cosa inútil" (Ponce 1922c, p.13).
Ha sido por estos primeros textos que se lo ha ubicado en tradición positivista y se ha efectuado la operación antes mencionada. Para este momento de su producción, Ponce se atiene a criterios experimentales y naturalistas, pero no de manera excluyente. Más adelante mostraremos que esta caracterización debe ser matizada y no extendida al resto de su producción de la década de 1920 por las divergencias de sus temas y referencias. Su adopción de esta perspectiva de pensamiento merece algunas líneas. Ponce logró reconocimiento por su capacidad literaria y ensayística sobre historia argentina, demostrada con sus trabajos sobre Wilde y Sarmiento. El enfoque naturalista que desarrolla Ponce de la psicología y la ciencia no se derivó directamente de este antecedente. Puede plantearse que esa perspectiva fue determinada en buena medida por Ingenieros a partir de lo que afirma en el ensayo que le dedica a su "maestro" (Ponce, 1926). Allí sostuvo que la generación del 80 había hecho del estudio de las ciencias naturales un legado cultural, y que Ingenieros se dedicó a la psiquiatría debido a que presenta "el interés inagotable de los mayores problemas. (...) los desarreglos del funcionamiento mental invitan pensar sobre los desarreglos del funcionamiento social y a transferir esa misma inquietud a los problemas superiores de la filosofía y la moral" (p. 151). Siguiendo a Tarcus (2007), es posible ver que parte del pensamiento socialista positivista se fundó en la pretensión del estudio científico de la sociedad, de allí la necesidad de la formación científica, argumento predominante en el Ingenieros de principios del S. XX (pp. 424, 438, 443). Ponce reconoció a Ingenieros como una sólida guía en su formación intelectual, en tanto que el conocimiento científico, como base progresiva del pensamiento, permite intelectualmente mayor amplitud de miras. Ya en las postrimerías de ese linaje intelectual, Ponce habría obtenido de la psicología y de la ciencia en general herramientas intelectuales fiables y conocimientos seguros sobre los cuales autorizar su pensamiento. Cabe aclarar que no se intenta especular sobre las motivaciones que lo llevaron a dedicarse a la psicología, sino más bien plantear una primera hipótesis sobre el papel que el conocimiento científico ocupó en su formación y reubicar a la psicolo gía dentro de su obra a la luz de los lineamientos intelectuales de la época.
En la intelectualidad argentina de las primeras décadas del siglo XX circularon diversas ideas de ciencia, y rastrear estas variaciones puede ser productivo para una caracterización ajustada de los diversos autores ligados a ese período. Ponce, hacia 1924, afirma: "La especialización, fruto del método experimental, independiza día a día materias hasta ayer unificadas, pero así se ha formado el tipo funesto de especialista estrecho y cerrado (...). La ciencia en cambio es coordinación: no junta, sino relaciona. Su objeto no es el hecho, es la ley. Todo progreso efectivo ha surgido siempre de una aproximación inesperada, y especializar demasiado equivale a impedir tan fecunda aproximación" (Ponce, 1924, pp. 532, 533, las cursivas son mías). Esa aseveración muestra un desapego de las cuestiones metodológicas para la obtención de la evidencia empírica, y pone el acento en la reflexión teórica como actividad principal; en esto radica una diferencia sustancial respecto de idea simplista del positivismo como un pensamiento estrechamente empirista. No se trata de hacer un análisis epistemológico de los dichos y contradicciones de este autor. De hecho, por aquel entonces, la epistemología como disciplina autónoma, indagadora y normativa de la ciencia, recién comienza a configurarse en Alemania e Inglaterra. El punto es mostrar que las diferencias en las nociones de ciencia son importantes a la hora de analizar las transformaciones del pensamiento de este autor y de otros del período. Ponce, en lo que sigue de su obra psicológica, se atendrá a una concepción de ciencia más teórica que experimentalista.

2. Ponce y las emociones
A mediados de la década de 1920, sobre todo después de la muerte de Ingenieros, Ponce comenzó a dedicarse a temáticas psicológicas con una especificidad que lo distancia de Ingenieros. Abordó temáticas psicológicas sin seguir de forma sistemática los lineamientos programáticos de Principios de Psicología. El primer capítulo de su libro Gramática de los Sentimientos (1929a), publicado por primera vez en 1925 en la Revista de Criminología, Psiquiatría y Medicina, muestra la introducción de tópicos psicológicos novedosos a la vez que las temáticas clínicas y fisiológicas siguen presentes, por lo que puede hallarse allí un punto de pasaje en los intereses de Ponce.
En ese capítulo, analizó de manera conjunta el papel de las emociones y el raciocinio en el uso del lenguaje. El lenguaje es trabajado como una función privilegiada para el análisis tanto de las influencias de la vida en sociedad como de la locura y los trastornos fisiopatológicos. En este texto es posible encontrar algunas de las clásicas dicotomías del pensamiento psicológico interrelacionadas de diversas maneras: la racionalidad vs. la impulsividad; la individualidad vs. la socialización; la constitución normal vs. la psicopatología. Ponce caracterizó al lenguaje como uno de los aspectos esenciales que diferencian al hombre de los animales, y que por esto señala las distancias evolutivas de las funciones psicológicas de los primeros sobre los segundos. Sin embargo, debido a las convenciones necesarias para la vida en sociedad, el lenguaje humano sufre una objetivación que progresivamente elimina a las emociones. Ponce encontró que el desarrollo del lenguaje supuso además un avance de la inteligencia y un aumento en la complejidad social. Y si bien considera que la abstracción del lenguaje permitió un avance de la inteligencia, afirma que el pensamiento no puede ser traducido en su totalidad en palabras, con lo cual concluye que parte del pensamiento y las emociones escapan a las posibilidades de comunicación de un "yo secreto": "Pensamos por ideas, es decir socialmente, todas las veces que anulamos ese yo para penetrar en los dominios de lo que no es nuestro yo" (Ponce 1929a, p. 14, cursivas del autor). En esta cita puede encontrarse un ángulo de abordaje del lenguaje que claramente no puede desprenderse de la fisiología. El abordaje psicológico del lenguaje llevó a Ponce a formulaciones más afines a temas sociales, incluso con miras filosóficas.
Al mismo tiempo, recurrió a los estudios de Piaget para afirmar que el lenguaje infantil está cargado de afectividad y que se relaciona al individualismo que caracterizaría a la niñez. Esta asociación individualismo-afectividad- niñez lo llevó a un planteo de la patología que puede encontrarse decenios antes de 1920 y que muestra un momento de transición en su pensamiento. Este autor encontró que en el neologismo mórbido puede detectarse un nivel de afectividad e impulsividad que omite las convenciones sociales y que no se rige entonces por el raciocinio. Aparece entonces la idea de involución psicopatológica: "[la] ley de regresión, que Huglings Jackson demostrara, viene a traernos, después de un largo viaje, al punto mismo de partida. La afectividad que creó al signo es la misma afectividad que la destruye" (Ponce 1929a, p. 211, cursivas del autor).
Es necesario señalar que Ponce se esfuerza por relacionar el desarrollo social del lenguaje con el desarrollo del lenguaje en el niño y su expresión en la psicopatología. Mientras que antes primaba la neurofisiología, aquí podemos encontrar una argumentación más amplia y rica en matices sobre la normalidad y la patología. En el resto de los capítulos del texto, editados por primera vez en 1929, Ponce no dudó, aún entonces, en asociar a partir de Levy-Brühl el pensamiento del niño con el del salvaje (p. 49), sostener desde Pavlov y Guillaume que "todo el desarrollo infantil consiste en reaccionar a señales" (p. 32) y detenerse con especificidad en las patologías del lenguaje. Sin embargo, puede encontrarse la introducción del problema del desarrollo del pensamiento infantil y el papel de la sociedad en el desarrollo como uno de los ejes del texto. Las referencias a Piaget son relevantes en tanto tendrán amplias repercusiones en su pensamiento psicológico. Puede decirse que en Gramática de los Sentimientos se encuentra el germen de los temas que luego trabajará de forma más innovadora, al tiempo que puede verse a partir de este texto cómo las cuestiones clínicas y neurofisiológicas son puestas cada vez más en segundo plano

3. Ponce y el desarrollo del niño
Los cursos que Ponce ofreció sobre el desarrollo infantil son, sin duda, un punto de quiebre en su producción, especialmente porque en ellos asumió una perspectiva genética de la psicología antes ausente en su pensamiento. Estos estudios conllevan un giro conceptual que constituirá una zona intermedia en su trabajo, donde introduce temáticas nuevas con criterios originales. En esta zona seprodujo un descentramiento de sus intereses, relegando la biología y la clínica y distanciándose definitivamente de los enfoques propuestos por Ingenieros en Principios, al usar nociones y referencias con las que éste no contaba.
Este momento se caracteriza por indagaciones desde una perspectiva genética de mediano alcance, no ligadas directamente al estudio del desarrollo biológico, ni basadas en la idea de génesis a partir de un principio de la filosofía evolucionista. Más bien, la noción de génesis que prevalecerá es la del estudio de la aparición de las funciones psicológicas y de su constitución específica. Ponce necesitó adoptar una teoría sobre el desarrollo a fin de determinar específicamente qué papel juega la maduración y el aprendizaje en el mismo.
Como adelantamos, en Gramática de los sentimientos incorporó las ideas de egocentrismo de Piaget, ligándolo al de mentalidad primitiva de Levy-Brühl. El ginebrino ocupó el lugar central de su psicología evolutiva, aunque para 1930 amplió el espectro de autores con los que trabaja, con perspectivas diversas y actualizadas sobre el desarrollo psicológico, como las de Wallon, Koffka o Stern. A partir de su lectura de las obras de Piaget de la década de 1920, Ponce se apropió rápida y definitivamente de la noción de egocentrismo. La idea de un niño autocentrado e individualista fue ubicada como un eje organizador para el resto de sus producciones.
La noción de egocentrismo supone que el niño es incapaz de adoptar la perspectiva de los demás. Según esta concepción individualista del desarrollo, el niño pasa de un estado de incomprensión y desinterés por los demás a una progresiva socialización hacia el fin de la infancia. Esta concepción asume que el desarrollo de las funciones psicológicas depende del contacto directo del niño con el mundo, sin mediaciones de otros (Bruner, 1994). La siguiente cita de Ponce muestra cómo el pensamiento del niño pasa de un estado de afectividad, individualidad e irracionalidad a uno de racionalidad y sociabilidad:

"[La infancia] Es el período individualista del lenguaje, fuertemente marcado por un predominio de la afectividad. (...) aunque el niño habla un lenguaje socializado, su pensamiento continua siendo en cierta manera individual. (...) [Debido a la socialización] en el mismo razonamiento lógico será posible reconocer sin dificultad una discusión consigo mismo que reproduce internamente las peripecias de una discusión real" (Ponce 1929a, pp.16-17, cursivas del autor)

Ya para 1930, se había hecho de la agenda de la psicología del desarrollo europea. Para esta época, y por los autores antes mencionados, la psicología francesa transformaba al niño en un objeto de estudio en sí mismo (Carroy, Ohayon & Plon, 2006), y Ponce, por sus lecturas y producción, se convirtió en uno de los difusores de esta transformación dentro de la Argentina. Si bien el escenario francés de la psicología y la psiquiatría tuvo una alta incidencia local, especialmente por Ribot y Janet, en este período de su producción, y luego de su viaje a París de 1929, el trabajo de Ponce se ceñirá aún más a la agenda problemas de la psicología francesa, con autores que, como Wallon y Piaget, adquieren autonomía de la clínica francesa.
En los cursos de 1930 dirigidos a docentes que dieron lugar a Problemas de psicología infantil (1931), Ponce adoptó un modelo de estadios, de inspiración piagetiana, para describir y explicar el desarrollo de la inteligencia infantil. Luego de una primera fase madurativa general, se enfocó en lo que él denominó la "etapa de la técnica", en la cual los esquemas sensorio motores ligados a la percepción táctil manual se vinculan con la adquisición del lenguaje, que actúa como herramienta de organización mental y orientadora de la percepción, a la vez que permite el inicio de la socialización (p. 431). A esta etapa le sigue un estadio eminentemente egocéntrico, en el cual el pensamiento infantil se desprende de la realidad concreta a la vez que se apega a la fantasía, debido en parte a la dificultad del niño de adoptar perspectivas descentradas. Finalmente alcanza una etapa reflexiva, en la que el niño adquiere un pensamiento al mismo tiempo abstracto y racional, y es capaz de adoptar perspectivas alternativas a la suya al desarrollar la capacidad de discutir con otros, resultante en la socialización. Producto del énfasis en la ontogenia y el desarrollo de la inteligencia y la racionalidad, las referencias clínicas y fisiológicas pasaron a ser utilizadas como referencias relativas al desarrollo normal de las funciones y no como una problemática central.
La introducción de Piaget le permitió alejarse de la idea de ontogénesis sostenida por Ingenieros estrechamente ligada a Haeckel: "en el orden orgánico la evolución ontogenética es un resumen aproximado de la evolución filogenética, en el orden psicológico la evolución del individuo resume la evolución sociogenética" (Ingenieros, 1919, p.417). Entonces, la ontogénesis dependía estrictamente de la filogénesis y la sociogénesis y que concebida como un desarrollo gradual y continuo de las funciones psicológicas tanto para el hombre como para cualquier otro organismo. Ponce, en este punto, sostuvo una idea sobre la ontogénesis basada en las discontinuidades y los saltos cualitativos, donde el niño no sólo se diferencia del resto de las especies sino también del adulto. La siguiente cita muestra un argumento que da autonomía a la psicología infantil de la biología y la sociología: "todos los procesos psíquicos aún los más íntimamente ligados a la fisiología, tienen otra faz que ésta no podrá explicar nunca, y esa otra faz tan rica en detalles como aquella, no se nos presenta con nitidez suficiente sino cuando agregamos a los fundamentos biológicos las influencias sociales. Por su base biológica y por su aspecto social, la memoria infantil difiere profundamente de la adulta" (Ponce, 1931, pp. 449-450). La infancia entonces no sólo se atiene a procesos madurativos, sino que las funciones psicológicas de los niños tienen propiedades particulares que modulan su acceso a las influencias sociales, las cuales para Ponce remiten siempre al egocentrismo. Reconoció en esto que la mentalidad infantil es "especial, completa, sui generis" (p. 484, cursivas de Ponce). Esta perspectiva puede plantearse en términos de una psicología que indaga las transformaciones de las funciones, basada en un modelo de discontinuidades en el desarrollo.
Esta variación es central en la medida en que se pone en juego un núcleo duro de problemas ontológicos y epistemológicos para el estudio del desarrollo. Retomando los argumentos de Moscovici (2003), el pensamiento de Piaget hacia las décadas de 1920 y 1930 se hace eco de uno de los interrogantes centrales de la modernidad: cómo se pasa del pensamiento colectivo y prerracional al individual y racional. Según este autor, Piaget fue tributario de los desarrollos de Durkheim y Levy-Brühl respecto del problema del papel de la sociedad en el desarrollo del pensamiento, y del psicoanálisis en su noción de egocentrismo. Sin embargo, concluye que Piaget avanza en sus estudios siguiendo el modelo de pasaje continuo y gradual de lo preracional a lo racional de Durkheim, opuesto a la diferencia cualitativa y excluyente de estas instancias que era sostenida por Levy-Brühl (pp. 93,103). Carroy et al. (2006) también señalan el papel fundamental que cumplieron estos autores en la conformación de una psicología que incluyó criterios sociales a la vez que se desligaba de la clínica y de la biología en Francia durante las primeras décadas del S. XX. Lo interesante de la noción de egocentrismo que sostiene Ponce es que realiza una lectura de Piaget donde prima el énfasis en las tesis de Levy-Brühl. Si bien este autor y Durkheim forman un tándem en los trabajos de Ponce, los postulados sobre el pensamiento salvaje de Levy-Brühl son rescatados reiteradamente por Ponce y le permiten vincular el pensamiento del niño con el pensamiento del salvaje, no ya por una visión estrictamente degradada de ambos, sino porque implica un salto cualitativo en el pensamiento a partir su inclusión en la sociedad "racional". Sin lugar a dudas, las ideas de Ponce reflejan no sólo tensiones propias, sino también las contradicciones del escenario francés. Como se verá más adelante, la figu ra de Levy-Brühl ocupa un lugar particularmente relevante en la obra de Ponce y modula en parte su lectura de los trabajos de la primera etapa de Piaget.
Estos cambios en la idea de psicología sostenida por Ponce también conllevaron un cambio en la metodología de investigación, orientada hacia la observación del comportamiento de niño, tanto en su vida cotidiana como en experimentos participativos; este cambio muestra su alejamiento de la investigación psicofisiológica de laboratorio. Aunque en sus textos las evidencias de la última modalidad de investigación siguen siendo consideradas, sólo complementan a las evidencias desprendidas de la primera.
Retomando el planteo anterior, puede caracterizarse la psicología genética de Ponce de la siguiente forma: no fue una psicología evolucionista, en el sentido de Ingenieros, donde el eje central de análisis es la filogénesis, sino evolutiva, a la manera de Piaget, donde prima el análisis ontogenético. Entonces, las diferencias en las funciones psicológicas a lo largo del desarrollo del individuo se ubicaron en estos textos como un problema conceptual central a resolver, resistente al reduccionismo biológico.

4. Ponce y la adolescencia
La última etapa de la psicología ponciana está fuertemente centrada en la temática de la adolescencia y la juventud, aunque aparece con cierta recurrencia en sus
trabajos científicos anteriores y especialmente en los no científicos. Según Ponce, la adolescencia significa un momento vital transformador de la personalidad, aunque el énfasis pasará, no ya por las capacidades del razonamiento, sino más bien por la vinculación del individuo con la sociedad. En sus trabajos sobre la adolescencia puede encontrarse subyacente el principio individualista del egocentrismo como organizador de la "psicología de las edades". La adolescencia se ubica en el momento de plena socialización y abandono del egocentrismo. Sin embargo, hay modificaciones notables en su pensamiento que no permiten asimilar estos trabajos con los anteriores sobre el niño. Ponce dejó en claro que su método varió respecto de su investigación sobre la infancia, y si bien continuó utilizando una perspectiva genética, esta no se organizó en etapas o estadios, sino que se organizó en términos de un conflicto de tendencias emocionales, las cuales son moduladas por las relaciones sociales en las que vive el adolescente. Retomó la temática de las emociones, pero ahora como motor central del desarrollo en pos de la constitución de la personalidad, dejando de lado su vinculación con las funciones cognoscitivas.
Para Ponce, la adolescencia es un momento activo e innovador del individuo sobre su personalidad. Su estudio se organiza alrededor de la idea de cenestesia, una nueva sensibilidad emocional e íntima, alrededor de la cual se conformaría la personalidad del individuo. Esta cenestesia se basa en dos tendencias que generan tensiones en la personalidad del adolescente, las cuales conducen a diversas resoluciones que configuran la individualidad. Una de las tendencias es denominada ambición -tributaria del instinto de apoderamiento adleriano-, una fuerza vital y relacional, que impulsa al adolescente a enfrentarse con el mundo de formas nuevas y desconocidas. A este impulso se opone la angustia que le genera el desconcierto y las vacilaciones por no poder conocer ni controlar completamente ese mundo exterior. A partir de esta oscilación emocional y de la relación con los demás, el adolescente configuraría su propia personalidad (Ponce, 1936, pp. 500, 528, 540).
El cambio más notable en estos trabajos responde a la forma en que Ponce aborda el conocimiento del adolescente y su vida íntima. Aunque se basa en datos de diversas fuentes -estadística, fisiología, observación- la incorporación de fuentes literarias y el énfasis puesto en éstas como material de análisis y evidencia de la vida del adolescente implican un giro más en la metodología con la que investiga los problemas psicológicos. Ponce encontró en el uso e interpretación de la literatura una vía de acceso para el estudio de la vída íntima y la complementó con datos de fuentes heterogéneas. Es posible también encontrar puntos de encuentro entre los intereses literarios de Ponce y los científicos. La relación entre la literatura y la psicología puede encontrarse en Gramática de los Sentimientos, en los análisis que le dedica a la metáfora, ligándola a los procesos estéticos y mórbidos del raciocinio. Además en esa obra se encuentran las primeras formulaciones sobre las emociones, entendidas no tanto como una sensibilidad íntima, sino como la expresión de los impulsos filogenéticos.
Dentro de su perspectiva genética basada en postulados piagetianos, la sociedad ocupó un lugar tardío en la secuencia de desarrollo de funciones psicológicas y queda como una meta a alcanzar. El proceso de socialización es el principal aspecto de la adolescencia, no sólo en pos de la racionalidad, sino en términos de configuración de la personalidad y en términos morales. Baste un par de citas representativas de lo formulado:

"Para los adolescentes, la vida tiene sabor cuando se la vive en la 'tempestad y en la osadía'. Entre el niño recién nacido, horriblemente conservador y el adolescente heterodoxo y revolucionario (...) [acontece] un hecho extraordinario que se llama la conquista de la propia personalidad" (Ponce, 1932, p. 333, cursiva del autor); "La idea de justicia, aplicada primero a los casos concretos que la vida de su medio inmediato ponía ante sus ojos, se agranda súbitamente con la incorporación de la familia humana a la intimidad más cordial del adolescente. Si la simpatía lo llevó primero a la simple idea de justicia, la conversión al humanitarismo lo pone ahora sobre el camino de la justicia social." (Ponce, 1938, p. 592).

Queda claro que sus intereses psicológicos cambiaron desde la década de 1920 y su perspectiva de la psicología tuvo mucho menos que ver con la psicopatología, el laboratorio y la biología, que con la conformación de una psicología normal en referencia a la sociedad, donde la moralidad juega un papel esencial.
El énfasis en el papel que los factores sociales cumplen en la psicología ponciana no es exclusivo de este momento de su producción. Es de interés dedicar algunos párrafos a esta cuestión. Se enfrentó a este tópico a lo largo de su obra basándose sobre todo en las obras clásicas de Levy-Brühl desde sus primeros trabajos: "Por primitivas que sean las sociedades nunca encontramos una mentalidad que se ofrezca virgen a la experiencia; por el contrario se trata siempre de una mentalidad socializada, imbuida en una multitud de representaciones colectivas que se transmiten por la tradición" (Ponce, 1922c, pp. 124-125). Más tarde, a partir de las obras de Durkheim y Levy-Brühl, ubicó al lenguaje como una imposición externa al individuo producto de la vida social: "A cada instante el enunciado del pensamiento es un compromiso inseguro entre el impulso afectivo y la represión social" (Ponce, 1929, p. 15, cursiva del autor). Como hemos señalado, la noción de egocentrismo constituyó el piso de su análisis, y en lo sucesivo determinó el papel de la sociogénesis hacia las postrimerías del desarrollo.
Son varios los autores que asumen una presencia del
pensamiento marxista en las nociónes de sociedad de los textos poncianos y en los enunciados con tono más político sobre la adolescencia, especialmente cuando se refiere a la opresión cultural de las mujeres (Woscoboinik, 2007, p. 221). Otros, incluso, han formulado que dicha filiación ya se encuentra presente en sus textos sobre la infancia, vinculando Problemas de Psicología Infantil con la obra de 1935 Educación y Lucha de Clases (Luque, 2001). Si bien es cierto que Ponce conoce el pensamiento marxista a través de Justo e Ingenieros, y mantiene vínculos intelectuales con los sectores de izquierda de forma más o menos permanente desde 1928, su filiación sistemática y abierta al marxismo puede situarse recién desde 1933. Siguiendo a Terán (1983), en el período de 1928 a 1932, Ponce se desplaza del liberalismo más clásico hacia una postura más socialista, pero es recién luego de su Elogio del Manifiesto Comunista de 1933 en el cual emprende una revisión de los supuestos liberales de su pensamiento a la luz de los postulados del marxismo. Sin embargo, para Terán, este trabajo no sería de fondo hasta 1937, poco antes de su muerte (1983, pp.45-46).
1933 es el año en el que Ponce imparte el curso que se transformaría en su última obra psicológica, Diario íntimo de una adolescente (1938), editado durante su exilio en México. En esta obra no hay referencias al pensamiento marxista ni se usan sus categorías clásicas. De hecho, Ponce no recurre al pensamiento marxista en ninguno de sus trabajos psicológicos. Al respecto acuerdan tanto su discípulo Héctor Agosti (1974, p. 71) como César Cabral (1958, p. 21), lo cual es consistente con la tesis de Terán sobre la pervivencia durante cierto tiempo en el pensamiento de Ponce de nociones científicas y políticas no reconfiguradas por el sistema de pensamiento marxista. Una muestra de ello puede hallarse en Educación y Lucha de Clases (Ponce, 1936b) donde, con respecto a las nociones de Marx y Engels sobre las comunidades primitivas, afirma: "Creo innecesario recordar aquí los trabajos de clásicos de Durkheim y Levy- Brühl y su escuela. Confirman ampliamente las interpretaciones marxistas" (p.13). En esta afirmación, Ponce da por sentado que los enfoques de los sociólogos franceses congenian con el materialismo histórico de Marx y Engels. Esta relación no es autoevidente y exige una explicación que Ponce no ofrece. Sobre esta afirmación Berta Braslavsky, desde la publicación del PCA Cuadernos de Cultura, señalará lo problemática de esta afirmación y sostuvo que Ponce "acepta con demasiada benevolencia a los sociólogos positivistas Durkheim y Levy-Brühl (...) no es extraño que lo creyera en esa época, cuando no se habían puesto en claro el sentido de algunas corrupciones de la filosofía marxista" (Braslavsky, 1958, pp. 37-38).
El interés en desarrollar este punto reside en mostrar que el pensamiento marxista no tuvo repercusión en la producción psicológica de Ponce y señalar la incidencia de las teorías de la sociología francesa -en especial de Levy-Brühl- en la comprensión científica de la sociedad por parte del autor. En todo caso, la temática de la relación más o menos conflictiva de la mente individual y la sociedad queda establecida tempranamente y aparecerá de forma recurrente en sus diversos trabajos. La cuestión de lo social en las obras psicológicas de Ponce, que merecería un trabajo específico más cercano a sus trabajos políticos, podría ser una vía adecuada por la cual reubicar sus trabajos psicológicos con el resto de su obra.
Volviendo a la temática de la adolescencia, en Diario íntimo de una adolescente, Ponce retomó la cuestión de la mujer y la sociedad, adelantado en su obra anterior Ambición y Angustia, aunque en estilo abiertamente ensayístico, lo cual implica un giro más en su producción psicológica. Ponce se propuso hacer del texto un caso de análisis clínico -sin apuntar a lo patológico- a partir de las nociones abordadas en su obra anterior sobre el diario de la pintora María Bashkirtseff, convertido después de su muerte en literatura best-seller del momento. Si bien antes había criticado este tipo de abordaje basado en fuentes literarias para el análisis psicoló gico, "la psicología moderna nada tiene que ver con la psicología literaria" (Ponce, 1929b, p. 294), para este momento lo defendió, con los reparos del caso, alegando que los problemas en la psicología "son demasiados complejos como para permitirnos el lujo de hacernos los difíciles en la elección de los métodos" (Ponce,1938, p.613). No debe dejarse de mencionar que las nociones de cenestesia, ambición y angustia, son poco utilizadas y de cierta vaguedad. Resulta evidente que este tipo de ejercicio de indagación psicológica se encuentra muy alejado del momento fisiológico o el momento genético. Es más, el énfasis puesto en dirección a la literatura le permite vincular sus intereses por la literatura con la psicología, en tanto herramienta de análisis literario.
Posteriormente a 1933, los intereses políticos y los avatares personales de Ponce lo alejaron de la producción de conocimiento psicológico. Aunque en su exilio en México dictó cursos de psicología, no realizó producción novedosa al respecto. Sin embargo, aún mantenía su interés por la psicología. Según las cartas que envió días antes de su muerte a Marinello (1958, p. 68), Ponce ofreció, si no eran posibles unas conferencias de orientación más políticas, conferencias que denominó"más inocuas" sobre psicología de la soledad y la vida interior en la adolescencia. Queda claro que su agenda de temas psicológicos, ya no concebibles como científicos, quedó relegada a un segundo plano por su agenda intelectual más ligada a la política.

El lugar de Ponce en la historia de la psicología
El análisis hecho de la obra psicológica de Ponce permite ofrecer parámetros que eviten identificar la psicología de este autor de forma inmediata y homogénea a dos sistemas de pensamientos, el positivismo y el marxismo. Sin negar que Ponce estuvo vinculado a ambos, el análisis de su obra psicológica requiere reubicar contactos y divergencias respecto del positivismo heterodoxo de la Argentina y del marxismo en conformación de las décadas de 1920 y 1930. El positivismo ha sido asociado frecuentemente a una forma rígida y empobrecida de ciencia. Desplegar las diversas temáticas abordadas por Ponce permite rastrear las diferentes metodologías utilizadas y asumidas por este autor, las cuales reflejan la complejidad de la intelectualidad del momento. También se han ofrecido algunas hipótesis iniciales para relacionar las obras psicológicas con el resto de la obra de Ponce; esto es sólo un inicio en pos de dilucidar el estatuto de la psicología en el pensamiento global de Ponce. Esto permitiría evitar lecturas que busquen absoluta coherencia de su pensamiento o asunciones de plena autonomía de su obra psicológica. El fin, desde ya, no es evaluar epistemológicamente o políticamente la psicología ponciana, sino ver cómo a lo largo de su producción adquieren relevancia ciertas temáticas y conceptos que permiten ubicarlo de diversas formas en una historia intelectual de mayor alcance.
Si bien este trabajo de análisis de su obra psicológica puede aportar indicios relevantes para los estudios históricos de otras disciplinas, su interés mayor radica en situar en un lugar de mayor visibilidad a Ponce dentro de la historia de la psicología y la psiquiatría, tanto en su papel de autor, como en su papel de receptor y difusor de la psicología europea. Tal despliegue de su obra permite no sólo identificar la diversidad de problemas, teorías y metodologías que aborda a lo largo de su obra, sino también tener en cuenta el público y los interlocutores de su psicología: psiquiatras y docentes en especial, e intelectuales de manera más general. A partir de esto se hace posible evaluar qué repercusión tuvo su obra psicológica en el escenario argentino. Ponce forma parte de un grupo de autores argentinos cuyas obras no fueron consideradas algunas décadas más tarde para la formación profesional del psicólogo, como ha sido señalado por Vezzetti (2004, p. 302). No ha sido trabajado sistemáticamente en la historia de la psicología cuáles han sido los factores y los criterios por los cuales la producción psicológica argentina de la primera mitad de S. XX no ocupó prácticamente ningún lugar en las carreras. Esta cuestión es particularmente notable en Ponce por el tratamiento que hace de las tesis de Piaget. Bruner (1994) ha señalado la importancia que la noción de egocentrismo ha tenido no sólo para la psicología del desarrollo piagetiana sino también para el psicoanálisis y la psicología cognitiva en su conjunto. Al dictar sus cursos de psicología infantil a docentes en el Instituto Nacional del Profesorado y a un público mayor en el Colegio Libre de Estudios Superiores, Ponce se convierte en un referente central para un estudio de la recepción y difusión de Piaget en la Argentina, tanto en la psicología como en la pedagogía. Ponce podría ubicarse también dentro de una historia de los conceptos psicológicos, tanto de las teorías del desarrollo, no sólo de Piaget sino también de Wallon, Stern y la escuela de la Gestalt, como de la psicología social francesa, particularmente Levy-Brühl.
En este sentido, Ponce es un autor importante a ser indagado por la historia de la psicología, en la medida que el rastreo de su producción permitirá mostrar diversos carriles de circulación de la psicología, suya y de otros autores durante su vida y posteriormente, en especial dentro de la psiquiatría y la pedagogía.

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Fecha de recepción: 25 de febrero de 2009
Fecha de aceptación: 17 de septiembre de 2009

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