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Anuario de investigaciones

versão On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. v.16  Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./dez. 2009

 

ESTUDIOS INTERDISCIPLINARIOS Y NUEVOS DESARROLLOS

Las revistas infanto-juveniles: sensibilidad y construcción del sí mismo

Magazines for children and youngsters: sensibility and the construction of the self

Vitalich Sallán, Pablo A.1

1 Vitalich Sallán, Pablo A.: Lic. en Psicologia. Becario de Doctorado, CONICET. E-mail: pablovitalich001@yahoo.com

Resumen
El presente trabajo se propone reflexionar en torno a la cultura infanto-juvenil a partir del caso específico de las revistas de divulgación masiva dirigidas a dicha población. En tanto objetos de fruición, dichas revistas presuponen, reproducen e inventan una escena en la cual la subjetividad infantil se refleja, se descubre y se constituye en tanto tal. En primera instancia se identifica y describe este material en términos de compuesto de enunciados y visibilidades que operan como un medio, un suelo y un saber en función de los cuales la subjetividad encuentra respuestas anticipadas acerca de quién es y del tipo de prácticas e inquietudes a partir de las cuales constituirse en tanto sujetos sensibles. Simultáneamente, se pretende dotar a este análisis de un fundamento desde el cual efectuar una operación crítica que denuncie el modo en que gestionan un uso de la imaginación al servicio de la tristeza.

Palabras clave: Sensibilidad; Subjetividad; Revistas infantiles

Abstract
The purpose of this article is to discuss on the topic of infantile culture throught the specific case of magazines of massive spreading directed to the population of youngsters. As objects of enjoyment, these magazines presuppose, reproduce and invent a scene in which the infantile subjectivity reflects, discovers and constitutes itself. In first instance this material is described in terms of a compound of statements and visibilities that operate as means, the soil and knowledge in which subjectivity finds established answers of what it means to be, and the practices throughout which it can constitute itself regarding sensibility. Simultaneously, a ground for a critical operation that denounces the way in which this material does a reactive use of imagination will be provided.

Key words: Sensibility; Subjectivity; Children's magazines

1. Introducción
Parafraseando a Bourdieu (2002), se podría decir que la sensibilidad estética en el hombre no es sino la expresión o, al menos, una dimensión de su ethos. Lo cual significa que ésta sensibilidad es una institución antes que un dato de la naturaleza humana. Sea el goce sensible y apetitivo o el deleite propiamente estético, las vías del disfrute son resultado de prácticas de socialización, que operan como primeros interpretantes del gusto, que lo modelan y lo forman de acuerdo a principios que operan con un grado variable de inconsciencia. Por decirlo rápidamente, dichos códigos se encarnan en el hombre, e instituyen y proveen en la sensibilidad de un criterio de selección afectiva. Así entendida, la sensibilidad es simultáneamente una superficie producida y dinámicamente una facultad que discrimina, selecciona y dota de sentido a la experiencia desde el punto de vista intensivo y afectivo. Siendo la sensibilidad una facultad, es la condición formal de toda forma del sentir o más precisamente del modo en que somos afectados. Por lo tanto se trata de un presupuesto que atraviesa desde una teoría del arte a una teoría general de la afectividad.
Pero esta tesis podría parecer en sí misma insuficiente. Desde la perspectiva que aquí sostenemos, la cultura hace algo mucho más profundo que cualificar y dotar de un contenido a un conjunto de necesidades preestablecidas. Crea y extrae afecciones en el seno de prácticas que se han construido históricamente y al interior de las cuales se prepara y proyecta a la subjetividad sobre el andamiaje simbólico que proveerá de sentidos y razones para la existencia y en el cual ésta se experimentará como tal. En este sentido, no podría sostenerse que hay una naturaleza afectiva que sea independiente de los valores culturalmente producidos e instituidos. Sea la vergüenza o el humor, la afectividad surgirá sobre el horizonte de un sentido construido históricamente. Estos códigos sobre los cuales la afectividad se establece y constituye, alrededor de los cuales se pliega, son la materia que constituye al hombre moralmente. Por lo tanto, antes que un universal de la naturaleza humana, la sensibilidad está sujeta a un proceso en variación. Lo cual, en definitiva, quiere decir que la sensibilidad humana es, esencialmente, un artificio. Por este motivo, la sensibilidad es una condición abstracta escindida de su cualificación circunstancial.
A diferencia del entendimiento que designa la perspectiva desde la cual la subjetividad se constituye en tanto cognoscente, la sensibilidad es aquella superficie a partir de la cual la subjetividad se experimenta y ordena en tanto que sujeto del placer y del deseo en sentido amplio. Designa simultáneamente la realidad y el umbral dentro del cual la subjetividad se constituye en tanto sintiente o más precisamente, en tanto afectada. Sin duda esta distinción es meramente nominal, no designa ninguna realidad primaria de la constitución subjetiva, simplemente diferencia entre la luz del entendimiento y la luz de la sensibilidad como perspectivas posibles desde las cuales abordar el problema general de la subjetividad1. Toda una larga tradición de Hume a Deleuze, pasando por el psicoanálisis, ha destacado el rol ambiguo de la sensibilidad (o la fantasía): por un lado, como disposición del sentir, es esencialmente una construcción, y no cesa de estar en estado de construcción -placa móvil y cambiante- pero, por el otro, es consustancial a una tendencia reproductiva que tiende a fijarse y esquematizarse en función de contenidos localmente definidos. Como disposición es siempre una promesa de que es posible sentir de otro modo2, de que es posible hacer variar las condiciones mismas en las cuales la subjetividad se constituye como compuesto de placer y deseo. Más aún, que esa sensibilidad no puede sino variar. Y, sin embargo, tiende a experimentarse como si se tratara antes que de una construcción, como de una naturaleza, realidad primaria y fundamental.
En un trabajo anterior, comenzamos a explorar la sensibilidad en función de los juicios sobre el gusto en la infancia. En esta ocasión nos situaremos en otro polo del problema, no en las figuras subjetivas del gusto, sino en los objetos de fruición de los niños. En particular en las revistas destinadas a ellos, y en las cuales se construye (junto a otras tantas instancias de consumo) una determinada imagen de la niñez, de sus expectativas, deseos, intereses, sensibilidad y sentimentalidad y que la proyecta sobre un mundo que en ese movimiento comienza a naturalizarse. Es decir que funcionan como material que cualifica a la sensibilidad y la dota de un ordenamiento. Esto significa que, no sólo proveen de un material concreto, la revista y sus contenidos, sino que existe todo un valor agregado, un valor simbólico, que no deja de ser, por inmaterial, en sí, objeto también de un intercambio mercantil. La fantasía como escenario de la sensibilidad es en sí una instancia susceptible de circular mercantilmente y, a la vez, configurar en la subjetividad una disposición mediante la cual este propio mercantilismo refuerza las condiciones de su propia reproducción. Así entendidas, estas revistas son un mecanismo pedagógico por medio del cual se informa una educación sentimental que persiste y se corrige en función de los fines a los que sirve.
¿Qué significa que sean productoras de fantasías? Que proveen de un lenguaje y de objetos, más precisamente de una gramática para el hombre desde la perspectiva de su deseo. Marcan una tendencia, modalidades privilegiadas de asociar elementos en sí heterogéneos: tonalidades, zonas privilegiadas, valores, representaciones, escenas, metas, fines. etc. En este sentido, los grandes tipos, que en este caso las revistas proponen, no son sino estratificaciones más o menos estables entre estos elementos múltiples y heterogéneos. Siendo el material formativo de la fantasía, a la vez que estabilizan el libre juego de la fantasía alrededor de ciertos contenidos y objetos privilegiados, devienen modalidades de signar y cualificar la subjetividad y formar en ella la superficie a partir de la cual se constituye en tanto que sensible.
Desde este punto de vista son algo más que un mero pasatiempo, puesto que en ellas los niños encuentran un saber acerca de quienes son, podrían o debieran ser, modalidades privilegiadas bajo las cuales constituirse como sujetos morales, y ordenamientos en los cuales experimentar su propio deseo y placer. Inventan, suscitan, y refuerzan núcleos problemáticos alrededor de los cuales centrar inquietudes, y prácticas y esfuerzos a partir de las cuales resolver esas problemáticas. Bajo estas condiciones, es posible pensar que las fantasías, siendo fabricadas socialmente, tienen una relación paradójica con la materia humana sobre la cual se asientan: por un lado constituyen el medio a través del cual la mismidad del individuo es alcanzada afectivamente, pero, a su vez, son primariamente, una instancia constituida y fabricada exteriormente.
En cierto sentido, así como es posible sostener que en el proceso de constituirnos como seres del lenguaje, los hombres asumimos un conjunto de presupuestos epistémicos naturalizados - ; es decir que son los conceptos y las modalidades establecidas del pensamiento quienes primariamente nos hacen y constituyen en tanto que sujetos de conocimiento- es posible sostener que hay modalidades afectivas que se encuentran preestablecidas, pre-codificadas, naturalizadas y que nos constituyen en tanto que sintientes.
Este axioma de nuestro trabajo indica inmediatamente el sentido de la crítica entendida en términos genealógicos, que nos proponemos establecer. En palabras de Miguel Morey: (...) es una operación de desfondamiento del suelo mismo de nuestra experiencia moral, de lo que es el sustento primario de nuestras opiniones. Una denuncia, si se prefiere decir así, del modo como renunciamos a la construcción de nuestra propia experiencia, del modo como delegamos esa tarea a favor de un encofrado previo, a favor de ese molde homologado y preestablecido que es la opinión. (2001:182).
En el trabajo que aquí se presenta quisiéramos detenernos a delimitar algunos de los rasgos distintivos de esta dimensión inmaterial y simbólica de las revistas, puesto que en ellas se refuerza ese magma más o menos impreciso que constituye la realidad de una sensibilidad naturalizada. Decididamente no analizaremos el material editorial exhaustivamente, sino sólo en cuanto nos parezca pertinente a este propósito. Aún más, para este trabajo en particular hemos recortado dos de las múltiples dimensiones que se han venido trabajando: la diferenciación por género y el trasfondo espectacular sobre el que se produce el sentido y el valor de la existencia.

2. Decisiones metodológicas
En este apartado indicaremos cuáles fueron las razones que nos decidieron a analizar las revistas infanto-juveniles junto con algunas consideraciones epistemológicas en torno al horizonte teórico y metodológico que orienta la investigación.
En la bibliografía especializada y abocada al análisis de la cuestión de la infancia se ha vuelto un lugar común la aparición de esa figura que es el niño como sujeto del mercado y del consumo: A principios del Siglo XXI, en cambio, los medios de comunicación y el mercado se consolidan como nuevos agentes de socialización y aportan una nueva acepción a la definición de infancia: el "niño como cliente". (V. Minzi, 2006: 212).
Las revistas infantiles son uno de los diversos canales en los cuales se expresa esta lógica del mercado y los medios de comunicación, y a través de la cual se informa y produce esta nueva infancia. Pero sin duda, no constituyen una instancia aislada, sino que se encuentran estrecha y explícitamente articuladas al conjunto del campo del consumo cultural en un proceso inmanente que explota ciertos íconos que devienen emblemáticos. La lógica de la sinergia positiva, realizada mercantilmente bajo la forma de licencias, estipula que el consumo cultural infantil se ve beneficiado por la utilización y asociación de personajes o figuras televisivas o cinematográficas a productos de los más diversos (chicles, remeras, revistas, espacios, etc.); a su vez, dichos personajes se benefician y refuerzan su valor en la medida que su imagen prolifera y diversifica en el la producción mercantil. Ahora, si bien es cierto que el destinatario, en términos generales, es un consumidor, un niño, que adviene a una sociedad de consumo, que se dispone a tomar decisiones en este sentido, esta característica global no nos informa nada acerca de qué constituye el mundo de ese niño en términos estrictamente afectivos. En esta dirección nos dirigimos a las revistas con el fin de identificar en ellas cuál es el campo de problematizaciones (Foucault, 2003: 14), las cuestiones que son fabricadas como definiendo el universo de afectos y deseos del niño. Problematización define a su vez el horizonte metodológico de nuestro trabajo, y constituye la unidad de análisis. Puesto que se trata menos de la infancia en sentido genérico que de detenerse sobre la construcción de esferas problemáticas que delimitarán el ámbito al interior del cual se construirán núcleos de sentido que producen ámbitos de existencia. Ellas definen zonas y estructuras de subjetivación, las cuales sólo pueden ser pensadas, extraídas y producidas fruto de un trabajo esencialmente interpretativo3.
Para este propósito se han seleccionado un corpus de 25 revistas infantiles4 según el siguiente criterio: aquellas que aparecían con mayor insistencia en las entrevistas realizadas a los niños en el transcurso de una fase anterior de la investigación orientada a conocer la estructura enunciativa en las que se asientan los juicios sobre el gusto y la fruición en esta franja de edad. Cabe diferenciar entre las revistas que los padres compran a los niños en función de ciertas necesidades escolares, como ser la revista Genios y Billiken, que siendo material leído y disfrutado por los niños, tienden a quedar relegadas a un segundo lugar en materia de gusto, comparada con otras como TKM, Seventeens, Casi Ángeles, o 100% Lucha. Por otra parte, el conjunto de estas revistas están dirigidas a un público amplio que se extiende desde la infancia hacia la primera juventud. Por lo tanto, acompañan a la infancia y simultáneamente van construyendo un horizonte que anticipa los tópicos y núcleos dramáticos que habrán de marcar las inquietudes futuras. Andamian ese proceso y lo dotan de direcciones. Esto es lo que Georges Vigarello detecta claramente cuando afirma: "(...) los preadultos, que hoy acceden casi al estatus de adultos, comparten maquillaje, recursos quirúrgicos, artificialización y estetización de sí mismos, lo que acentúa en la misma medida "el ingreso más precoz de los teen-agers a la sociedad del consumo". (Vigarello, 2005: 235)
El análisis es esencialmente cualitativo. Trabajaremos en el entrecruzamiento entre enunciados y visibilidades. Es decir, en la efracción, la hendidura entre aquello que se dice y aquello que se muestra. Puesto que esos mismos enunciados podrían bien acompañar otras imágenes, y serían otros los efectos de sentido que de ese modo emergerían. O bien, esas imágenes habitar un escenario discursivo distinto, y así, evocar, denotar, solicitar otro mundo que aquel que reclaman asociados a estos enunciados. Instalarse desde el punto de vista de la producción de lo visto y lo enunciado tiene como ventaja, eludir abordarlos a partir del elemento representacional. En efecto, este material, todo el mundo que resulta de esa amalgama entre enunciados y visibilidades, no puede ser entendido bajo ninguna condición en términos de representación. Estrictamente hablando, esas imágenes, esos enunciados, no representan nada, crean enteramente el mundo que expresan. La expresión y lo expresado son una y la misma cosa. Puesto que no designan una realidad que es independiente de los medios que la muestran. Tal como veremos, aun cuando muchas veces pretendan hacer uso de un discurso meramente referencial, lo que en ellas nos interesa es tanto más el universo que crean y construyen y que sólo existe en las imágenes que lo expresan. La dimensión existencial - el mundo creado por estas revistas y en seno del cual ciertas formas de existencia son privilegiadas- a la que apelan tiene sentido, resultado de las operaciones que promueven la ilusión de que ese espacio existe más allá de las imágenes en las que se muestra. En ese sentido, si hay una estrategia en la cual estas operaciones pueden sostenerse, es en la ins inuación de una cierta profundidad, de un espesor, y una realidad para la imagen. Por eso se trata, en tanto productos culturales, de evaluar su función estratégica.
En segundo lugar y desde el punto de vista del contenido sostendremos que este material puede concebirse y estudiarse en términos de tecnología moral. Es decir, como todo un saber que jerarquiza y propone ordenamientos de medios y fines, por medio de los cuales constituirse y comprenderse en tanto que sujetos morales y sensibles. Decididamente no se trata de un saber prescriptivo, un conjunto de órdenes e imperativos que puedan ser reducidos al modelo del deber y la obligación. Por el contrario, su posición es la de sugerir, privilegiar, proponer, legitimar, aceptar, promover, inducir, rechazar, condenar, seducir. Operaciones que se realizan tanto explícitamente en la voz de aquellos personajes que han pasado a ocupar una zona afectiva privilegiada, como en la imagen del mundo que se provee y en el seno de la cual estos personajes existen. Se trata, en este último sentido, de utilizar ciertos rasgos de identificación, para proyectar la subjetividad sobre otra escena. Y son estas escenas y su racionalidad interna lo que quisiéramos esbozar y comenzar a estudiar en primera instancia, puesto que ella brinda un marco en el cual la subjetividad se construye y refleja y encuentra un sentido acerca de qué es el mundo y cómo disponerse moralmente a la realidad de ese horizonte junto a las prácticas que le son consustanciales.
En la Historia de la Sexualidad, Foucault ya advertía sobre el destino de aquello que denominó "artes de existencia" o "técnicas de sí": que habían sido un conjunto de prácticas creadas por sujetos libres con el propósito de transformarse y de disponerse a ser y sentir de otras maneras, en función de una serie de inquietudes prácticas; pero aquel saber práctico que surgía de las experiencias singulares, tendía a adquirir funciones genéricas escindidas del movimiento al interior del cual resultaba su génesis, y de lo más diversas cuando era incorporado y apropiado en los diagramas cristiano y estatal. Devenían deberes e imperativos, estrategias de normalización. Consideramos que lo que quisiéramos analizar, no dejan de ser técnicas de sí: es decir problematizaciones sobre el cuerpo, las dietas, los placeres, pero dispuestas ahora en un diagrama muy distinto. Es decir, en el marco de un mercado de las técnicas de sí, que hace del sí mismo un objeto de extracción capital.
Tanto la decisión de situarse metodológicamente en la relación enunciados-invisibilidades, en su función estratégica, como la de pensar este material a la luz del concepto de "tecnología moral", signan el ámbito conceptual al interior del cual ejercemos nuestra tarea de interpretación. En ese proyecto genealógico que Foucault dice retomar del Nietzsche de la Genealogía de la Moral, según el cual la conciencia deviene producto y escenario de lucha de fuerzas. Al interior de este proyecto un estudio sobre la modalidades afectivas privilegiadas en los discursos hacia la niñez tiene sentido en la medida que el análisis se efectúa sobre el trasfondo de la problemática general del nihilismo y la tristeza. Es decir, como análisis del funcionamiento de aquellas instancias que condenan, identifican y fabrican la imagen de un hombre que es esencialmente impotente y reproductor. La crítica es interior y un momento necesario de un análisis que se oriente en esa dirección.

3. Géneros y distribución de sensibilidades
Una primera aproximación al tipo de sensibilidad que delinean estas revistas es a la luz del modo en que se distribuyen y construyen los rasgos y cualidades de acuerdo al género. Es decir la invención de una imagen en la cual se producen los signos que deberán ser extraídos de los cuerpos femeninos y masculinos, el conjunto de rasgos de los cuales los niños deberán apropiarse para advenir hombre o mujer. ¿Cuáles son los signos en y por medio de los cuales expresarán quiénes son en tanto varones o mujeres? La cultura provee de zonas privilegiadas para la construcción de identidades sexuales, así, la piel, la superficie y la intimidad son el espacio que las chicas deberán conquistar para acceder a la feminidad, y la agilidad sensorio-motriz el medio y fin de la actividad masculina5. En esta primera dirección se las puede considerar eminentemente conservadoras.
Las niñas deben relacionarse con sus signos de un modo sentido, deben estar advertidas de una profundidad en los gestos, y la vestimenta, con la cual el varón debe relacionarse de un modo meramente práctico y utilitario. En el varón se enfatiza una y otra vez el vector que está orientado a la acción práctica. En las niñas los signos exteriores deben definir algo más, la realidad de quien ella es en su fuero interno y su valor moral. Las niñas deben dar cuenta de la seriedad y responsabilidad con la que habitan su cuerpo, mientras que en los varones si hay una interioridad es la que resulta de la ejercitación natural de las competencias y habilidades. La interioridad en el varón es un producto de la apropiación psicológica de las leyes que regulan la acción práctica, en ellas es la sede misma de su realidad imaginativa, idealista y profundamente moral. Esta inscripción de los cuerpos es tan profunda que es la base del esquema que hace de lo femenino y lo masculino una disposición abstracta antes que una realidad material: femenino llega a quedar identificado a una relación entre el cuerpo y sus signos exteriores, inquietud por la suavidad de la piel, el pelo, el brillo, e intereses filantrópicos, y masculino, al ejercicio, destreza física y pragmatismo.
Así, por ejemplo la revista Genios, en su edición del 27 de septiembre del 2007, para sus 500 semanas en los kioscos tipifica a sus lectores distinguiendo a la chica Genios que se caracteriza por ser simpática, divertida, compañera, popular, sensible a la ecología, sonriente, interesada por la ropa que usan los ídolos, mientras que los varones se caracterizan por el manejo de los datos deportivos, el uso y la destreza con la computadora, y el desarrollo de la musculatura. La tipificación de los personajes de High school Musical avanzan en la misma dirección: las cualidades del Troy, el personaje principal son un lema: Mantén tu mente en el juego y el resto te seguirá; unas competencias: ser la estrella de básquet y de los musicales; una ambición: hacer sentir orgulloso a papá; un futuro: ser estrella de básquet o de música pop. Para Gabriella, la personaje principal un lema: no hay ningún cielo que no podamos alcanzar, unas cualidades: hacer todo lo posible por conquistar el corazón de su amado, una ambición: escuchar su corazón, un futuro: cambiar el mundo con una sonrisa.
En las revistas destinadas a las niñas la tematización explícita, mediante tests y entrevistas, de los estilos morales es constante. Moralidad que se define por el modo en que ellas configuran su escenario íntimo, los tests rezan: "¿Sos caprichosa?", "¿Sos una amiga funny?", "Qué cosas compartís sólo con tus amigas", "¿Estás realmente enamorada de él?", "¿Estas preparada para el amor, o estas vacaciones son puro amigos?", "Enterate como sos según el tipo de chico que te gusta". Notas sobre la importancia del diálogo, las actividades de beneficencia de las estrellas, "lo que ellos no notan", las escenas más vergonzosas y cómo hacer para que la amistad sea un trabajo en equipo. La página de Patito Feo de la revista Genios de noviembre de 2007, por ejemplo, se encabeza del siguiente modo: cómo comportarte bien con tu mascota, la intimidad de la amistad y las mejores deportistas.
La intimidad de la amistad, según el artículo puede consistir en compartir: un secreto, el nombre del chico que te gusta, el vestido preferido, la compu, la cartuchera, el chocolate más rico. Al mismo tiempo, es una niña quien asume las responsabilidad en la sección de cocina: Tu hermanito no quiere saber nada con la verdura? ¡Prepará este budín de zapallitos y vas a ver cómo cambia de gusto!
La revista Casi Ángeles, noviembre 2008, distingue entre el estilo de las chicas románticas y soñadoras y las
sexy y atrevidas, detrás de una nota sobre Katy Perry donde se nos cuenta que: A fuerza de talento, pero sobretodo de controversia, Katy es una modelo a imitar por muchas chicas, porque su estilo es original y a la vez súper canchero. No le importa el qué dirán. Disfruta de generar polémica, sin jamás dar respuesta a los que la critican. Una chica súper cool. Acompañado de los accesorios obligatorios para seguir su estilo y los datos que indican dónde comprar dichos artículos.
En paralelo a esta primera tipificación de los estilos de personalidad, las imágenes y los artículos construyen y tematizan compulsivamente lo que es el foco esencial de la producción, en ellas, de su sí mismo: el cuerpo. Con una exclusividad dirigida al cuidado de la piel, las manos, el pelo y la dieta. Al conjunto de cuidados y procedimientos para configurar sobre la superficie el valor de quién se es en el mercado de la belleza. En esta insistencia se produce lentamente un re pliegue de la infancia femenina sobre esas superficies, haciendo de ellas el núcleo alrededor del cual gira la problemática de quiénes son. Cultura del cuerpo que, simultáneamente, proyecta a las niñas sobre un horizonte esencialmente adulto, que las prepara para toda una cultura del ocio, que más allá de ser la compuerta para la lógica que hace del bienestar un objeto de consumo (contrapartida natural de un mundo donde la imagen personal es la compuerta del acceso al mercado laboral), necesita replegar la subjetividad sobre el ritmo de energía y cansancio del cuerpo. La misma revista, por ejemplo, propone entre los regalos navideños: Relajate: otra posibilidad, si sos de esas que disfruta muuuucho de estar tranquila, es que vayan con tus amigas a pasar el día en un spa. Van a empezar el 2009 renovadísimas. O también, con un matiz ligeramente distinto: Armá la valija: Escapate con tus amigas -aunque sea sólo un finde- a una quinta en las afueras de la ciudad. Es una buena manera de despejarte de la locura del final del año, y te va a brindar anécdotas divertidísimas para recordar con una sonrisa. No ha de olvidarse que la lógica del mercado funciona compensando cada uno de los esfuerzos realizados con una gratificación pasajera, que justifica el profundo sinsentido de una vida articulada alrededor de las oscilaciones de la flexibilidad laboral. En este marco, el consumo del ocio y de las actividades que prometen una renovación del cuerpo, no pueden sino proliferar. Haciendo del eje stress-relax el calendario individual, e inscribiendo a las niñas en un mundo adulto naturalizado.
En otro eje distinto, y complementario, se trata de inscribir en el cuerpo una hermenéutica de la juventud. Una de las grandes innovaciones en los últimos años, en materia técnica, y que ha marcado con su impronta la deificación contemporánea de ciertos íconos, es la aparición de programas informáticos que permiten realizar una serie de operaciones de postproducción en las imágenes. Transformando la realidad de la foto para acentuar, esconder, modificar, agregar o quitar elementos, etc. Lo que en la práctica concreta de las revistas y en el caso de las imágenes de los modelos infantiles se transforma en toda una terapéutica cosmética orientada a corregir, resaltar, ocultar, borrar, agregar, aspectos del cuerpo y del modelo según ciertos cánones de belleza. Entre los procedimientos estandarizados aplicados a imágenes que aparecen en materiales gráficos para niños6, se encuentra: el alisamiento de la piel; la borradura de granos, lunares, manchas, estrías, signos de celulitis, de cansancio o de adultez (ojeras o vello facial); estilización de las siluetas, aumento del busto, blanqueo dental, "optimización" de color, resaltamiento de los brillos y aplicación de juegos de luces irreales. Unidas a la parafernalia quirúrgica que se publicita en los medios, haciendo de las operaciones de las estrellas -aún y sobretodo de las estrellas adolescentes- un acontecimiento público, preparan a la subjetividad, desde su infancia y sus primeras impresiones a medirse con imágenes de seres, sometidos a un proceso técnico, y, que como tal, estará siempre a cierta distancia del proceso real de transformación del cuerpo. Apropiación de la piel que hace de ella el códice donde debe descifrarse el resto de juventud, energía y vitalidad que corresponde a cada cuerpo.
Difícilmente podría uno imaginar un proceso que promueve tanto la desesperación como aquel en el cual la realidad de la subjetividad pasa por desafiar los signos meramente exteriores del paso del tiempo. Inventando y dotando de realidad a la idea según la cual el cuerpo es una cosa esencialmente defectuosa. ¿No es este un medio de poner las imágenes a juzgar lo que se es?¿Un medio de inscribir y naturalizar en la infancia los mecanismos que aseguran elevar la miseria y la desesperación por resistir al tiempo al rango de inquietud máxima? Se hace así de la temporalidad un fenómeno esencialmente vergonzoso, de la vejez, una muerte en vida, de la naturaleza un gran error, que debe ser tutelado, gobernado, corregido. Proponiendo para ello una cosmética corporal que hace de la eterna juventud un objeto de consumo. Esta dinámica no es específica del material infantil, por el contrario, sitúa a este material en continuidad con el conjunto de los saberes y morales que tutelan y orientan la experiencia durante la totalidad de nuestra existencia viviente. Subrepticiamente introducen e inyectan el veneno de la desesperación y tristeza en la subjetividad. No es que creamos que hay un mundo natural, más real, que prescinde de la tecnología. No es ese el lugar desde donde realizamos la crítica, por el contrario, lo que quisiéramos poner en cuestión es la naturalidad con la que se asumen estas imágenes, como el paisaje cotidiano de la infancia, dilucidando el tipo de vida que promueven y favorecen, los fines reactivos a los que sirven.
Por otra parte, en estas mismas revistas, en esa misma
efracción entre las imágenes de las modelos infantiles (posando en bikinis por ejemplo) y los enunciados que prometen los consejos apropiados para ser sexy -lo cual es un modo de enunciar la habilidad para atraer sobre sí la atención apelando al brillo del cuerpo- se produce una zona ambigua: la chica que deviene sexy en la denegación psíquica de su propia construcción como objeto de deseo. Se presenta la imagen de lo sexy como aquella que es susceptible de suscitar el deseo, pero manteniendo en la oscuridad, velando en la inocencia la realidad de lo que en ese movimiento se está constituyendo. Uno creería que allí se fabrica la imagen de un deseo vacío de sexualidad, pero que no cesa de colmar el cuerpo con una carga sexual absolutamente inadvertida para quien la porta. Así la revista Seventeen en su edición de septiembre del 2007, que a pesar de su título es ya material de consumo de las más chicas (en las entrevistas aparecía como favorita entre chicas de 8 años en ad elante) que buscan en ella una suerte de promesa de lo que habrán de encontrar en la medida que se emancipen y conquisten su independencia: anuncia las prendas más hot, cómo llegar al verano en forma, anunciando en primera persona: Redoblamos la apuesta para tener un cuerpo nuevo este verano, los peinados más top y lo que ellos no notan (para evitar prestar un cuidado excesivo a detalles, que eventualmente, a la hora de atraer, no importan).
La última característica que quisiéramos trabajar en esta ocasión es señalar el modo en que el amor constituye la escena insistentemente producida como el trasfondo sobre el cual deviene significativo la experiencia de las niñas. Como si el amor fuera una disposición esencialmente femenina. La revista TKM, en su edición enero-febrero 2009, publica los siguientes artículos: Un test: ¿Estas realmente enamorada de él? (que refiere aun estrella de rock adolescente); y en la sección Amigas: Amor de verano, En un parador de la playa, en el medio de una montaña o en una aerosilla de Carlos Paz, siempre está la posibilidad de conocer a esa persona especial que de tus vacaciones un viaje inolvidable. El test, consiste en un diagrama de flujos que transita los siguientes tópicos: cuán congestionada está tu agenda, la disposición a pasar tiempo con su familia, la tolerancia que se tiene a las cancelaciones de último momento, el entusiasmo que suscitan los mensajes de texto, la habilidad para soportar que todas gusten de tu novio. Como si se tratara del conjunto de requisitos a partir de los cuales podría asegurarse la consistencia de la naturaleza verdadera del amor. Ciertos fenómenos, como High School Musical, que tiene un lugar reservado en la mayoría de estas publicaciones, y cuyo tema central es en definitiva la historia de amor entre los personajes principales, causan vergüenza a muchos varones que gozan, casi secretamente, de su consumo. Es visto ya desde muy temprana edad, (chicos de 6 años) como una cosa de chicas. Cosa curiosa, los chicos tienden a pensar que los personajes destinados a causar pasiones entre las chicas, son esencialmente afeminados. Aún así, son muchas veces, y secretamente admirados. Ambas tendencias conviven simultáneamente sosteniéndose sobre una tensión entre considerar que la necesidad de atraer la atención sobre sí, sobre el cuerpo, y la interioridad frágil que se despliegan como signos del amor, y la ternura son una necesidad y tendencia femenina, y la realidad, de que estos muchachos, en tanto seres reales, son la expresión viva deléxito social, de la competencia, y la tenacidad.
Pero en todo caso, es claro que los ídolos de los niños, y tomando como referencia el éxito de 100% Lucha, distan mucho de aquellos galanes dirigidos principalmente al público femenino: Viloni y la Masa, personajes principales, se caracterizan por gustar de muchas mujeres, de los autos, los deportes. Su escenario y su tono es muy distinto: si en HSM, por ejemplo, el tono épico y melodramático está en primer plano, en 100 % Lucha, el tono es principalmente el humor y la comedia, sobre el trasfondo de un esquema reiterado incesantemente: el combate cuerpo a cuerpo, una suerte de ley de la calle en la que se forma la dureza masculina. Allí una suerte de trascendencia espiritual de los personajes en la persecución de sus ideales, aquí se trata de aguantar, es decir, de un conjunto de códigos y una moral que es la de la virilidad, que se ha forjado a base de la experiencia de los golpes de la vida. Una transformación de la humanidad que se trasciende en el estrellato y el glamour, se opone a una subjetividad que subsiste y sobrevive que es la de la experiencia.
Los personajes de 100% Lucha, se caracterizan por cualidades que definen los poderes particulares de los personajes. Lo que cada uno de ellos puede hacer, su poder, y este poder es una habilidad que se expresa en la destreza física y que queda asociado a un origen, un estilo de personalidad. El rasgo distintivo en el cual se desarrolla su poder. Y si bien hay igual distribución entre buenos y malos, es claro que el elemento moral está menos explotado: de hecho se constata la insistencia en la utilización de recursos humorísticos que se han popularizado a partir de la década de los 90s: el absurdo y lo políticamente incorrecto, que delatan el modo menos moralizado de definir la sensibilidad masculina. Sensibilidad masculina abocada a los hechos, la practicidad y la hazaña, que es la antítesis de un gusto excesivo por el ornamento, la intimidad, el refinamiento, y la sensiblería en las mujeres.
Es esta explotación de la hazaña la que se expresa 100% Lucha, cuando propone la anotación compulsiva de datos y conteos innumerables de ganadores y perdedores. Análisis estadísticos7, curiosidades (quién tuvo
más accidentes), caracterizaciones, etc. Aquí trata una y otra vez del esquema vencedor-vencido, pero más allá de la realidad del combate, lo que está en juego es la teatralización de cada uno de los gestos en los que se realiza el sometimiento y la dominación de unos sobre otros. La hazaña debe ser de una claridad y transparencia absoluta, la superioridad de uno sobre otro, en cada detalle de su materialización debe suscitar y evidenciar la habilidad, la fuerza, y el ingenio del triunfador. Esa superioridad debe ser constatada por cada uno de los espectadores. En esta dirección las revistas congelan los momentos álgidos de esa evidencia, y en esa petrificación del gesto, la toma que inmoviliza, está la base de su éxito. Sucesión de instantáneas que signan la consagración. Ahora bien, si el ejercicio de la superioridad adquiere su sentido es sobre el trasfondo de esa mirada pública que celebra, deifica y da testimonio del personaje.
La otra realidad es la del escenario, en ellos el ring es la expresión básica, despoblada y abstracta del encuentro entre uno y otro, la arena que denuncia la sinceridad de las intenciones. Arena ideal y esquemática que nada tiene que ver con el escenario doméstico y cotidiano donde se desenvuelven las escenas destinadas a las niñas. Como si la imagen del cotidiano en la fantasía pesara más para ellas que para ellos, un extraño principio de realidad que las inscribe antes a la escena de sus funciones y responsabilidades adultas.
En los varones siendo el asunto la hazaña, la historia se vuelve posible en el margen, la ineficacia, y los descuidos de la ley, el árbitro. Donde se daña la justicia, en las faltas a la lealtad del juego, se edifica la lógica de la venganza y del ojo por ojo, que sostiene el espectáculo. Ley de la justicia inmanente, que requiere la acción en manos propias. En los signos del dolor y la humillación del traidor reside el momento álgido de la historia o en la indignación que provoca el triunfo de lo que se sabe es injusto. Cada uno de los personajes representa un tipo absolutamente predecible en sus gestos, y en sus cualidades y debe actuar un papel reiterado, que no suscita sorpresa alguna, ya que, más que la realidad del personaje, lo que encarna es la fijeza del valor moral que le corresponde. Es la manifestación sensible del dolor, la humillación, el triunfo, esta mímica presta a las emociones de un soporte material, de una expresión, a la escena moral que ha de interiorizarse.
Pero esta primera distribución superficial podría ocultar el conjunto de desplazamientos y zonas imprecisas donde se produce una redistribución de los códigos en los que las segmentaciones duras se flexibilizan y se confunden entre sí. Al mismo tiempo que el ideal de hombría se establece sobre la base de una suerte de rusticidad, de aspereza, y de fortaleza, se establece como natural en los hombres una relación con el cuerpo, que de hecho debe ser conquistada por medio de técnicas orientadas a la expresión de su virilidad: la dieta, y el ejercicio para formar una cierta dimensión y proporción de la musculatura, cuidados del pelo, y cuidados de la piel, elección apropiada de la vestimenta. La imagen de la contratapa muestra una publicidad de calzoncillos donde un niño muestra su físico, mientras sostiene una toalla por detrás de la nuca; el escenario, el sauna. Por otra parte, la sensibilidad de la mujer no está del todo desarrollada si no se expresa y posee como correlato una disposición a la acción y a la competitividad, cierta astucia y malicia (siempre y cuando funcionen como medios para la realización de un bien mayor), y cierta tenacidad en la formación y ejercitación de las habilidades y talentos personales. Es curioso como se produce una radical heterotopía en los espacios del objeto del deseo. Mientras que el modelo propuesto para ellas es el chico dulce, el rebelde, el deportista, o el intelectual, pero sobre la razón de una estabilidad conyugal, en ellos, se trata siempre de la colección, quedan simplemente evocadas como las muchas mujeres que se encuentran a disposición de los ídolos.

4. Proceso de doble ficcionalización
A continuación quisiéramos articular tres rasgos principales, y mutuamente implicados: la espectacularización de la vida, la provisión de una grilla de clasificación, y la pasión por la identidad. Hacia el final nos proponemos intentar sintetizar el recorrido y establecer algunas conclusiones provisorias que pueden extraerse del recorrido del material.
En el seno de la producción y solicitación recíproca entre personajes y productos, esto es, en el marco de esa lógica de la sinergia positiva que caracteriza a las estrategias del marketing infantil, las revistas explotan lo que en apariencia es una necesidad derivada, secundaria al consumo de series televisivas y personajes cinematográficos: la necesidad de conocer y fisgonear, es decir de acceder a la privacidad e intimidad del actor que da vida al personaje. Este personaje detrás del personaje, con todos sus rasgos y experiencias, lo que piensa y lo que dice, su escena, y sus relaciones, no está menos guionado, menos codificado, menos proyectado sobre un teatro que el personaje pretendidamente ficcional. Aún así, esta dimensión real, este supuesto anclaje en la vida real pareciera ser una dimensión esencial del fenómeno del consumo infantil. Puesto que esa vida real, refuerza la fantasía insistentemente reiterada en el grueso de esos productos. Como si la idealidad de los caracteres de ficción, no pudiera ser lo suficientemente fuerte sin el sostén que recibiera de la realidad de los actores que son la expresión y la realización acabadas de ese mundo idealizado. En efecto, los personajes de ficción suelen enfrentar problemas, dilemas, dificultades relativos a la realización individual, cuya consumación
consagrada es el actor detrás del personaje que ha accedido a ciertas zonas privilegiadas de la existencia merced a sus atributos y cualidades personales. Atributos insistentemente y monótonamente repetidos en los diversos personajes, puesto que se trata de pobres adjetivaciones que se distribuyen según la polaridad binaria de los rasgos valorados y los rasgos condenados. Son insistentes las entrevistas a los actores cuyo personaje encarna al malo de la historia, para destacar que si ellos están ahí es justamente porque no se parecen en nada a su personaje.
Ahora bien, ¿qué es esa zona privilegiada? No hay en esto ningún misterio, a pesar de que la presuposición de un secreto, un no-a-la-vista es, como lo veremos, la lógica en la cual se sostiene el movimiento. Esa zona de privilegio, no es sino el acceso a las condiciones reales que permiten hacer de la vida, de una vida en sí misma (esta o aquella vida en singular), un espectáculo, un ejercicio de mostración. La ficción en ese sentido no pareciera ser una instancia autosuficiente que pudiera funcionar prescindiendo de la disección y fetichización de la vida entera del personaje real detrás del personaje. Ya desde pequeños se va construyendo la necesidad de imaginar, conocer, hurgar, apasionarse y sentir a través de estos otros: así simultáneamente se hace de la vida de esos personajes un espectáculo y a través de ellos, se vive, de modo esencialmente imaginado, y aislado de las condiciones reales y singulares, una vida espectacular. Vivir a lo grande para una mirada eficaz pero imaginaria.
Pasión que es en sí, infinita. Siempre es posible sacar a la luz un rasgo más, un signo, un hecho desconocido que relanza el proceso. Siempre es posible hacer de este o aquel rasgo un detalle a ser valorizado según una mercantilización del secreto y de la privacidad. Demanda de secretos que en sí, difícilmente pueda ser satisfecha, dado que el proceso se sostiene en esa insatisfacción ante el detalle revelado, que relanza la fascinación por un todavía oculto que aguarda. En esta dirección la lógica de esa pasión por la vida privada, prepara, refuerza y es signo de una existencia que se consume en el vacío de su insatisfacción.
Por otra parte, toda la caracterización de las afecciones, los estilos, los rasgos, las competencias, destrezas, las cualidades morales y estéticas, de los personajes, y de los personajes detrás de los personajes, entra en resonancia, y se reencuentra con la batería de tests de personalidad, horóscopos8, definiciones de estilos identitatarios, en los cuales los chicos buscan reconocerse, saberse, identificarse y hacer el listado de sus propias competencias y habilidades.
Entonces, por el lado de la idealización de los personajes del espectáculo, se trata tanto de apasionarse por sus afecciones, como, y sobretodo, de hacer de esas afecciones la sensibilidad abstracta y modelo del sentir en general. Por el otro, de construir y fomentar la pasión de definirse, de reconocerse de imaginarse de acuerdo a una distribución de atributos y estilos de ser. Como segundo elemento, este laberinto de espejos, entre las competencias propias y las ajenas, las idealizadas y las infravaloradas, se desarrolla sobre el trasfondo de toda una espectacularización de la personalidad, que se construye íntegramente en el marco de la mirada pública y de la esperanza de ser eventualmente descubierto. He ahí donde reside el poder mágico que se atribuye a esa mirada pública, la capacidad de seleccionar y salvar de la miseria, y de la vida común y corriente, hacer de una vida que no vale la pena ser vivida una vida espectacular. Rasgo fundamental: la subjetividad se entrega a imaginar un mundo posible donde conquistaría su felicidad, y del cual, está por defecto, excluida. "Nunca nos imaginanos que esto iba a pasar" es el enunciado que insiste en cada una de las entrevistas a las jóvenes estrellas.
¿No es esto una forma de religión moderna? ¿Un modo de poner los ideales al servicio de una desvalorización masiva, y cuyo único logro es promover una vida entristecida? En todo caso, la lógica sobre la cual se sostiene es bien simple y conocida: disponer los elementos para hacer de la capacidad para atraer sob re sí las miradas de los otros el fin del proceso de constitución subjetiva. Hacer de la persona, el fin y sentido de toda construcción de sí. En palabras de Giorgio Colli [Scritti su Nietzsche, 1980], lo que nos muestra allí es el estrecho condicionamiento de los hombres en la sociedad (un condicionamiento según el cual el valor de un hombre reside completamente en la opinión que su prójimo se forma de él), allí denuncia ese gregarismo fundamental de la opinión; esa moral que es moral de rebaño. (citado por Morey, 2001: 181).
El auge de los flogs no puede entenderse sino bajo estas mismas coordenadas: la necesidad de codificar, tematizar, desplegar y publicitar las afecciones que definirían la personalidad en vistas de un público abstracto. Las revistas en este sentido, son uno de los grandes canales de difusión a través del cual se despliega un saber acerca de cuáles son esas modalidades de ser, caracterizando de modo insistente tanto las cualidades de los personajes ficcionales, como las cualidades de los personajes detrás de los personajes. Lo que explica, esa pobreza e incapacidad de definir el sí mismo, puesto que los instrumentos simbólicos, las codificaciones a través de las cuales se definen a sí mismos, son aquellas que se ponen a disposición, y que pretenden fundar la personalidad en base a una estratificación azarosa, abstracta y genérica.
Sin embargo lo que construyen en un sentido mucho más profundo, al margen de todo ese saber por medio
del cual decodificar quiénes son, y qué podrían ser, es la necesidad de estar definiéndose, sabiéndose, encontrándose. Es decir, funcionan delimitando la imagen de un mundo interior que tiene la clave de su ser. Pero, como esa interioridad, ese ser profundo, está siendo creado por esas mismas clasificaciones que se proponen, es claro que lo único que la subjetividad puede encontrar en el movimiento abstracto de buscarse y definirse, no son sino el propio instrumento de exploración, las propias tipologías propuestas para tipificar cómo se es, qué se puede ser, qué cabe esperar. Por decirlo sencillamente, lo que en todo este ejercicio de definirse se presupone, es la existencia de una identidad, de rasgos que definen lo que se es, y lo que efectivamente se hace, y lo que acorde a ese ser es esperable que se sea. En todos estos sentidos, el gran capital simbólico, la gran meta de estos materiales apunta a definir una zona, relativamente contemporánea (Tatián, 2001: 104) que es la personalidad. La personalidad como la meta y fin del proceso formativo y condición del éxito social. Sin embargo esta personalidad, sus cualidades posibles, sus atributos posibles, aparecen como siendo una entre las tantas ofertas que los niños pueden ir construyendo según un confuso índice de identificación y de modelos. La paradoja del sé tú mismo reside en enunciarla sobre el trasfondo de un horizonte de deseabilidad que ya se ha instalado. Pero al mismo tiempo que privilegia espacios corporales, no lo puede hacer sin dotar a estos espacios de una fantasía que articula el cuerpo con ideas, el amor, para las chicas, la destreza para los varones. Mientras que distribuye zonas y regiones corporales, provee, simultáneamente de una imagen para esta operación. Es decir, que la cultura se registra sobre el cuerpo sobre el trasfondo y proyectando una escena para la imaginación, que dota de un sentido a esta operación. Y si esta necesidad de identificarse es un ejercicio reiteradamente inducido, es porque la identidad es en sí, un bien de consumo que se fabrica poniendo en correlación un conjunto de accesorios (pulseras, ropas, música, tatuajes), con escenas determinadas, y con una serie de rasgos personales, emociones y sentimientos que acompañan y definen a quienes los usan. Identidades que se multiplican y proliferan al infinito. En esa proliferación si hay algo que jamás puede constituirse es, la propia subjetividad, disposición inconsistente e incapaz de crear y crearse, buscando definirse en el magma de una cultura de la identidad que no cesa de diversificarse. Deleuze (2005: 139) decía a propósito de Foucault y su análisis de las sociedades disciplinarias: (...) la lucha por una subjetividad moderna pasa por una resistencia a las dos formas actuales de sujeción, una que consiste en individuarnos según las exigencias del poder, otra que consiste en vincular cada individuo a una identidad sabida y conocida, determinada de una vez por todas. Ahora si el proceso de fijar identidades es uno de los mecanismos disciplinarios característicos, la naturalización de la idea de identidad, de que se es esencialmente una identidad, es quizá uno de las condiciones sobre las cuales la sociedad de control, efectúa su ejercicio de elevar el acceso a las identidades al estatuto de objeto mercantilizable. Simultáneamente a que prolifera este mercado de la personalidad, se refuerza una y otra vez, el imperativo de ser fiel a sí mismo. Lo cual significa, la capacidad de hacer lo que sea por aquellas cosas en las que uno cree. Pero lo que precisamente se construye y se crea, es el universo posible de creencias.
El exquisito análisis que Barthes efectuaba del juguete en su Mitologías, puede extenderse al caso de la producción de revistas infantiles. Allí decía: Los juguetes habituales son esencialmente un microcosmos adulto; todos constituyen reproducciones reducidas de objetos humanos, como si el niño, a los ojos del público, sólo fuese un hombre más pequeño, un homúnculo al que se debe proveer de objetos de su tamaño. (...) el juguete francés siempre significa algo y ese algo siempre está totalmente socializado, constituido por los mitos o las técnicas de la vida moderna adulta: ejército, radio, correo, medicina, etc. (...) Los juguetes franceses, al prefigurar literalmente el universo de las funciones adultas prepara al niño para que las acepte, en su totalidad; le genera, aun antes de que reflexione, la seguridad de una naturaleza que siempre ha creado soldados, empleados de correos y motonetas. (...) Sólo que, ante este unive rso de objetos fieles y complicados, el niño se constituye, apenas, en propietario, en usuario, jamás en creador; no inventa el mundo, lo utiliza. Se le prepara gestos, sin aventura, sin asombro, y sin alegría. (Barthes, 2004: pp. 59-61). Lo cual constituye una exigua síntesis de lo que aquí venimos sosteniendo. Sean los tips para veranear y relajarse dedicado a las niñas, sea la lógica del reconocimiento que instituyen las escenas dedicadas a varones, de lo que se trata siempre es de proveer y de naturalizar en todo sentido el mundo adulto.
Por eso mismo habría que atender y detenerse especialmente sobre estas palabras de Barthes: sin aventura, sin asombro, sin alegría. Puesto que pone en la pista de lo que parece estar en juego. Si la niñez es proyectada sobre un teatro adulto es, sobretodo para conjurar no tanto la niñez, asociado de modo reactivo a un estado de reservorio energético, como ese entre paréntesis que hace de aquello que consideramos la naturaleza de lo que es, un asunto en sí, asombroso. Estrategia que desestima anticipadamente y mantiene en la oscuridad aquel punto de vista desde el cual aquello que es vivido como la realidad de las cosas, es en sí, un teatro producido. No ese punto de vista todavía moralista que se escandaliza por lo visto, como si se tratara de una perversión de la verdadera naturaleza de las cosas, sino esa zona que suspende la necesariedad de lo que es, para producirse en otra dirección. Los elementos que hemos ido extrayendo son lo que parecen indicar que las afecciones privilegiadas y naturalizadas son aquellas que instituyen sigilosamente una subjetividad triste y reactiva. Que el mundo infantil sea apenas una miniaturización del mundo adulto es más que una metáfora una constatación empírica cuyo sentido debe ser analizado. Consciente o no, esa operación sólo puede presentar un mundo que oculta el campo social en el cual éste es producido.
Por otra parte, siendo cautelosos, no habría que olvidar que los discursos que rechazan estos mismos materiales, denunciando su frivolidad, su complicidad, su ideología, tienden a recurrir a un conjunto de valores trascendentes, como la solidaridad, la cooperación, el bien común, que en la medida que permanecen universales e imperativos abstractos se destinan a la misma banalidad que aquello que condenan. Creemos que la subjetividad no se conquista fruto de un rechazo inmediato, de una posición adoptada de acuerdo a un conjunto de principios más o menos explícitos en un canon reconocidamente crítico, ni de una actitud que por romántica deviene inmediatamente anticuada.
La sensibilidad, desde esta perspectiva, no es un contenido específico, ni determinación cualificada alguna de la capacidad del sentir, sino esa disposición susceptible de producirse, cada vez, en función de circunstancias singulares.

Notas

1 Lo cual, en definitiva, significa que el entendimiento y la sensibilidad son, en tanto entidades conceptuales, perspectivas.

2 Tal como lo diría el último Foucault, concentrado alrededor de preocupaciones etopoiéticas.

3 Por lo tanto, no se trata de agotar exhaustivamente todas las publicaciones infanto-juveniles y someter las categorías y dimensiones analizadas a un proceso de exploración masiva. En este momento exploratorio de la investigación se trata justamente de identificar e individuar las dimensiones y las estructuras que perpetúen el espíritu del nihilismo en la producción de la subjetividad infanto-juvenil. Esto es lo que creemos que asienta nuestro trabajo en una tradición genealógica que está más preocupada por las problemáticas que atraviesan estratos diversos del campo histórico-social, que por agotar el conjunto de problemas propios de edades en cuestión según un registro descriptivo y estadístico.

4 Cabe aclarar que dichas revistas, si bien son denominadas genéricamente como infantiles se trata de revistas infanto-juveniles, ya que se encuentra destinadas a un público que se extiende entre la segunda infancia y los comienzos de la adolescencia.

5 Se nos podría objetar que los cánones de la sexualidad han ido variando sustantivamente. Esto es cierto y sin duda si hay un interés en las llamadas tribus urbanas, es en la medida que éstas pueden redefinir las distribuciones expresivas de lo femenino y lo masculino. Aún así, el escándalo que suscitan en la opinión pública, delatan la fuerza que mantienen ciertas representaciones comunes acerca de la asignación de roles.

6 Información provista por diseñador gráfico responsable del retoque de fotos destinadas a revistas gráficas para niños.

7 Este asunto del recuento es decididamente un elemento explotado en los productos para varones: sea la figurita difícil, o la proliferación barroca de generaciones y nuevas generaciones de cada una de las sagas con títulos y poderes novedosos gestionan el ejercicio de coleccionar al tiempo que lo vuelven imposible. Se trata siempre de centrar el proceso de seguimiento de los productos enfatizando un elemento a por relevarse que dará sentido al conjunto y que se encuentra faltando.

8 Es claro, que los niños, al igual que los adultos, no creen en los horóscopos, los leen y los siguen por puro entretenimiento. Pero ese entretenimiento, ¿no es en sí síntoma de otra cosa? Es una pasión por saber cómo somos y qué es de esperarse de acuerdo a una tipología preestablecida.

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Fecha de recepción: 13 de marzo de 2009
Fecha de aceptación: 15 de septiembre 2009

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