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Anuario de investigaciones

versão On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.17  Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./dez. 2010

 

PSICOLOGÍA SOCIAL, POLÍTICA Y COMUNITARIA

Urgencias habitacionales, fantasías de salvación y retorno del desamparo

Housing urgencies, salvation fantasies and the return of neglect

Robertazzi, Margarita1; Ferrari, Liliana2; Siedl, Alfredo3; Pertierra, Lidia Isabel4

1Licenciada en Psicología. Doctora en Psicología, UP. Directora del proyecto de investigación UBACyT P058. Profesora Adjunta Regular en el Área Psicología Social Comunitaria, a cargo de Psicología Social II. Facultad de Psicología, UBA. E-mail: marga@interprov.com
2Licenciada en Psicología. Magister en Psicología Social, UAB, Dra. en Psicología Social, UAB. Co-directora del proyecto de investigación UBACyT P058. Profesora Adjunta Regular en Psicología del Trabajo, Profesora Adjunta en Psicología Social II y Profesora Adjunta a cargo en Problemas Sociológicos en Psicología, Facultad de Psicología, UBA. E-mail: ferrarililiana@hotmail.com
3Licenciado y Profesor de la Facultad de Psicología, UBA. Docente de Psicología Social II (Cátedra Robertazzi), Facultad de Psicología, UBA. Investigador de apoyo del proyecto UBACyT P058. E-mail: siedl.alfredo@gmail.com
4Licenciada en Psicología. Investigadora Formada del proyecto de investigación UBACyT P058. Profesora Adjunta en Psicología Social II, Facultad de Psicología, UBA. E-mail: pertierraserra@yahoo.com.ar

Resumen
Se presentan resultados parciales obtenidos durante el desarrollo de la investigación "Narrativas del desamparo: conformismo, mesianismo, opciones críticas", que aborda la problemática de grupos familiares marginalizados por condiciones precarias de trabajo y de hábitat, así como el análisis de políticas públicas, privadas y autogestionadas para la atención de esa problemática. Es un estudio de casos múltiples, intencionalmente seleccionados, que se realiza con método cualitativo, en el que se administran técnicas conversacionales, observacionales y documentales.
En este artículo se analizan tres casos en los que es posible detectar protagonismo en la transformación de la urgencia habitacional, a pesar de que los niveles de desamparo no son homogéneos. En todos ellos se identifica una combinación de los modos preponderantes de subjetivación, así como el papel que juegan los distintos actores sociales en su gestión/resolución, atendiendo especialmente las representaciones y tendencias ligadas a los destinatarios de políticas sociales.

Palabras clave: Marginalización; Subjetivación; Precariedad; Desamparo; Hábitat

Abstract
Short term results obtained during the development of research work on "Stories of the neglected: conformity, messianism, critical options" are presented in this article. It approaches problems of family groups socially excluded because of precarious working and habitat (housing) conditions, as well as the analysis of public, private, and self management policies intended to deal with these problems.
It is a study of multiple, intentionally selected cases, performed with qualitative method, in which conversational, observational and documentary techniques are administered.
Three cases are analyzed in which it is possible to notice protagonism in the process of transformation of housing urgency, in spite of the fact that the levels of neglect are not equivalent. In all of them it is possible to identify a combination of the main processes of subjectivity formation, as well as the role played by different social actors in the management/resolution, focusing on representations and trends prevailing on the recipients of social policies.

Key words: Exclusion; Subjectivity formation; Precariousness; Neglect; Habitat

Introducción:
Este artículo se basa en resultados obtenidos durante la ejecución del Proyecto "Narrativas del desamparo: conformismo, mesianismo, opciones críticas" (P 058, Programación Científica UBACyT 2008-2010; Instituto de Investigaciones de la Facultad de Psicología, UBA).
La aplicación de políticas neoliberales globalizadas trajo consecuencias universales de extremo empobrecimiento a las mayorías poblacionales de los cinco continentes (Bauman, 2006; Chomsky, 2001; Kliksberg, 2002; Sennett, 2003, 2006). En Argentina, los efectos fueron catastróficos para casi la mitad de la población, dado que el descenso de los niveles socio-económicos produjo a la vez graves deterioros en la salud pública en general y la salud mental en particular (Fiasché, 2003; Galli & Malfé, 1998; Svampa, 2006).
Desde hace tiempo, la globalización genera polémicas: los líderes del G-8 y los militantes antiglobalización se acusan mutuamente de no comprender la realidad de tal proceso. De modo muy sintético, podría decirse que sus anunciadas ventajas terminaron generando tragedias: se agravó la desigualdad, se extendió la pobreza, aumentó el desempleo y la desprotección para la clase trabajadora; se contribuyó a degradar el medio ambiente, aumentando así la fractura y las marginaciones sociales.
En tal contexto histórico-social, esta investigación estudia lo que Bauman (2006) denominó "vidas desperdiciadas" o "poblaciones excedentes", más específicamente enfoca los procesos de naturalización de situaciones que, siendo producto de prácticas humanas, llegan a considerar inevitables o inamovibles condiciones de precariedad extremas en la vida de personas, grupos y comunidades, lo que produce formas de inclusión e integración débiles. Es un punto de partida considerar, en cambio, que las acciones de protagonismo activo y crítico, mediante procesos de desnaturalización, refuercen nuevos lazos sociales que puedan dar como resultado formas sólidas de inclusión e integración.
Los principales tópicos a los que refiere este trabajo son básicamente tres: una caracterización sobre los modos preponderantes de subjetivación denominados inicialmente por este equipo de investigación "conformismo, mesianismo y opciones críticas"; una problematización sobre dicha caracterización con la que comenzó la investigación y un análisis sobre las principales tendencias y creencias relevadas en personas que gestionan o aplican políticas públicas.

Objetivos de la investigación:
El plan de investigación propone dos objetivos generales.
A) Indagar el impacto psíquico que producen condiciones precarias de trabajo y hábitat en grupos familiares marginalizados.
B) Analizar propuestas públicas, privadas y autogestionadas frente a la problemática planteada.
En este artículo se abordan parcialmente, centrándose en dos objetivos específicos:
A1) Identificar distintos tipos de subjetividades/mentalidades en grupos familiares de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) que padecen por condiciones precarias de trabajo y hábitat, atendiendo el grado de desamparo, la intensidad de los sufrimientos, los modos de significarlo y las distintas opciones para su resolución.
B1) Analizar la dimensión ideológica-imaginaria en el tipo de soluciones propuestas por organismos públicos de la C.A.B.A.

Método:
El tipo de estudio es exploratorio-descriptivo; específicamente un estudio de casos múltiples intencionalmente seleccionados. Se utiliza el método cualitativo y las principales estrategias técnicas para la elaboración de datos son conversacionales, observacionales y documentales. Entre las técnicas se administra el relato biográfico, la observación etnográfica, las entrevistas participativas individuales y/o grupales y el análisis de documentos.
Algunas de las técnicas no están prediseñadas, puesto que son un producto a construir y enriquecer en el diálogo con los participantes de los casos seleccionados. El principal propósito es realizar una reconstrucción histórica de las trayectorias familiares -casos- para investigar la eventual reproducción de esta problemática a través de varias generaciones, detectando así continuidades y/o rupturas.
Se utiliza la modalidad de entrevista semi dirigida al indagar la perspectiva de interlocutores claves, o bien cuando las personas entrevistadas pertenecen a distintas organizaciones/instituciones que gestionan o aplican políticas públicas, privadas o autogestionadas en relación a las distintas asimetrías sociales.

Modos preponderantes de subjetivación:
Tomando como base la consulta bibliográfica y resultados de anteriores investigaciones de este equipo, se partió de algunas conjeturas. Entre ellas, el supuesto que sostiene que la relación entre los sufrimientos vividos y los recursos simbólicos alcanzados posibilitan tres opciones básicas: el conformismo/fatalismo; el mesianismo y el protagonismo en la transformación, al que se denominó "opciones críticas".
Conformismo/fatalismo: el conformismo es un concepto histórico de la psicología social clásica, especialmente en el marco del paradigma de la cognición social (Galtieri, 1992). Este modo de interacción fue investigado por Asch (1964) cuando se propuso conocer, en condiciones experimentales, el grado de independencia o sometimiento de un individuo respecto de las presiones que sobre él pueda ejercer un grupo. Al analizar los modos de vinculación entre una minoría de uno y una mayoría unánime encontró que un tercio de los sujetos tendían a conformarse a las presiones grupales.
Más recientemente, Martín-Baró (1987) definió un tipo de subjetividad marcada por la dependencia a la que denominó fatalismo, entendido como un producto del orden social de la dependencia estructural del capitalismo latinoamericano. El síndrome fatalista puede pensarse como una respuesta razonable a las condiciones de vida de las personas en América Latina, aunque carente de la racionalidad propia de los que habitan en el primer mundo. Como correlato psíquico de las estructuras sociales, devenido sentido común, este tipo de modelamiento es propio de quienes entienden que los resortes decisivos se encuentran en otro lugar y que el futuro no sólo será inevitable, sino también desgraciado. Por lo tanto, los modos de actuar, pensar, imaginar y sentir estarán enmarcados en el conformismo y la resignación ante las distintas circunstancias, aun las más negativas.
Mesianismo: es uno de los modos de subjetivación en el que las expectativas están depositadas en la llegada de un líder salvador. En un mundo en el que se experimenta soledad, indiferencia, incertidumbre, una salida posible es esperar la salvación que llegará de la mano de otro considerado poderoso. De modo frecuente se trata de una figura carismática, prestigiosa, vinculada con el poder, que ejerce efectos de fascinación y encantamiento (Malfé et. al., 1982).
Opciones críticas: se categoriza con esta denominación un modo preponderante de subjetivación que se destaca por el protagonismo en la transformación, en la configuración de la propia vida y, frecuentemente, también en la de los otros. Las opciones críticas como salidas posibles frente a situaciones problemáticas implican modos de obrar, imaginar, actuar, sentir y decidir en los que se destaca como proceso psicosocial y psicopolítico la desnaturalización de lo dado por inmutable mediante la participación y el compromiso en la praxis para obtener algún bien común que es requerido por un grupo o comunidad. Este proceso reflexivo de movilización de la conciencia, suele acompañarse con el ejercicio de la protesta, la acción colectiva y la organización, en procesos de resistencia frente a condiciones de vida insatisfactorias e injustas (Montero, 2004).
Los mismos autores citados dan cuenta de que estas posiciones frente al mundo, que denominamos efectos de subjetividad, no se encuentran en estado puro, ni están distribuidos de igual modo en sociedades, grupos y personas. Al respecto dice Martín-Baró (1987, p.152): "(...) no se puede esperar encontrar un fatalismo homogéneo y total en todos los grupos y personas de las clases dominadas...". Y también, evocando a Fanon (1973): "La semilla de la rebeldía (...) se encuentra ya en el espíritu del colonizado y sólo requiere encontrar una circunstancia propicia para brotar" (op. cit., p. 155).
Las relaciones entre mesianismo y fatalismo se evidencian por el hecho de que este último vehiculiza los intereses de las clases dominantes, llegando incluso a la identificación con el opresor, o, por lo menos, a sostener una fuerte dependencia con figuras de autoridad.
Así como las posiciones fatalistas pueden cambiar, porque la dominación nunca es completa, también el pacto de encantamiento mutuo, característico de las relaciones que se asientan en fantasías de salvación, puede romperse. ¿Qué ocurre entonces con las opciones críticas? En investigaciones realizadas con anterioridad, este mismo equipo de investigación conceptualizó los obstáculos capaces de dificultar, e inclusive de impedir, el proceso de transformación de la subjetividad e intersubjetividad, analizando empresas recuperadas por sus trabajadores/as, inclusive considerando algunas organizaciones con un marcado protagonismo en la transformación, en las que aun así los modos de subjetivación no estaban distribuidas por igual (Robertazzi, Ferrari, Pertierra & Bancalari, 2006).
No obstante, el hecho de haber utilizado las mismas categorías de análisis en esta nueva investigación, con grupos más marginalizados aún, requiere de una reflexión que permita situarlas en el campo donde se despliega la tarea.

Urgencias habitacionales:
Aunque los trabajadores y las trabajadoras con los que anteriormente se había interactuado estaban en una situación límite, al borde de convertirse en desocupados/as, el hecho de haber llegado a una fábrica o empresa común a trabajar ya implicaba la experiencia de atravesar recorridos urbanos y cierta salud psíquica o física. Asimismo, el trabajo en la empresa proporcionaba un grupo de pertenencia y un proceso de socialización secundaria que sirvió de apoyo para las recuperaciones de las fuentes de trabajo. El trabajo fuera del hábitat movilizaba una base energética (psíquica) previa, tenía una representación social más aceptada; de hecho hubo cierta empatía y apoyo por parte de los vecinos/as de barrios donde estaban ubicadas las empresas, hecho observable especialmente en el período post de la Rúa1. Fue un momento de convergencia entre distintos sectores sociales que se unían para hacer con igual metodología (cacerolazos) el mismo reclamo: "que se vayan todos". Desde ese punto de vista, a pesar de la diversidad de las protestas, había una mayor homogeneidad, lo que no implica negar las dificultades. El cuestionamiento de la propiedad privada y la dialéctica de la legitimación de formas nuevas de posesión es un problema que las empresas recuperadas por sus trabajadores/as comparten con el hábitat popular.
En el caso de poblaciones de hábitat desfavorecido suele existir la presencia importante de grupos de socialización primaria y redes comunitarias, que incluyen el "trabajo". En las "villas" conviven los que padecen la esquizoidía que señala Fiasché (2003); los que tienen distintos tipos de familia, los grupos adolescentes con sus códigos, los que militan (religiosos o laicos), trabajan, estudian, o "no hacen nada".
La representación social del derecho a un hábitat digno está más cuestionada para quienes viven en "villas" de la C.A.B.A. Frecuentemente, algunos lectores publican afirmaciones massmediáticas del tipo: "yo pago mis impuestos; y ellos.... ¡encima les dan plata!", más retardatarias que los planes estatales de urbanizaciones, que ya no consideran su erradicación sino su "reurbanización". En todo caso, sólo se desalojaron edificios puntuales, y mediante negociaciones2.
En cuanto a la cuestión del trabajo, Cravino (2006) afirma que, en la C.A.B.A., a diferencia de la provincia de Buenos Aires, la presencia de habitantes en las villas es estratégica por su cercanía al mercado laboral. Capital construye mucho; hay albañiles en las villas (y autoconstrucción). En una encuesta elaborada por la citada autora, en 2005, se lee que el 55% de las personas entrevistadas dio como primer motivo de la compra (en el mercado informal) de su casa la cercanía al trabajo; el segundo motivo (15%) es la proximidad de parientes o amigos.
Cabe aclarar que se habla de compra refiriéndose a la situación actual, ya que la ocupación correspondió a las dos últimas décadas del siglo XX en la C.A.B.A., aunque continúa en provincia.
El trabajo incluye el "cirujeo" (argentinismo con el cual se designa al que recolecta basura que puede ser consumida o revendida); las cooperativas de cartoneros (cartonear, en 2005, tenía mejor precio por kilo que en 2010); la costura en talleres clandestinos, las ferias de la villa: ropa, electrodomésticos de segunda mano, servicios (peluquería), y los puestos de comida étnica. También se hace dinero mediante organización de bailes o comercios internos. La ilegalidad aparece con los electrodomésticos, a veces robados; no hay mención en Cravino (op. cit.) al tráfico de drogas, servicio doméstico, ni a los viajes que desde las villas se realizan a "Los Santuarios", por ejemplo: "El Gauchito Gil", entre otros. Otras encuestas informan que un 56% no sale del barrio (lo que es coherente si muchas personas trabajan allí), mientras que, en el Gran Buenos Aires sólo el 20% no sale de su lugar. Obviamente, las distancias recorridas para quienes habitan en provincia son mayores, dato que indicaría también que las redes sociales y las actividades intravillas, incluido el trabajo, está menos desarrollado.
Cabe recordar que durante un período de la dictadura militar, entre 1978-80, los curas villeros resistían mediante la formación de cooperativas de viviendas para las personas expulsadas. Estas viviendas se adquirían en barrios muy alejados, dentro de la provincia de Buenos Aires, porque era lo que podían comprar según el valor de la tierra. Tales urbanizaciones fracasaron por su lejanía de las fuentes de trabajo y de riqueza (Barela, 2006). Esta contradicción entre bajo valor inmobiliario y alto costo y dificultad de transporte para acceder al mercado del trabajo, pone en tensión la relación y la fantasía de que mediante el trabajo se podrá acceder a la vivienda. Se agrega a esto la burbuja inmobiliaria citadina y los problemas de ingreso económico, que se trasladan a los gastos fijos de alquiler, entre otros.

La cultura, los lazos comunitarios
A las definiciones usuales de la cultura: la identificación con valores burgueses; la cultura en sentido amplio, se agrega la "cultura de la pobreza", ubicada por Fiasché (2003) como contracultura, como transformación o como autodestrucción. La cultura de la pobreza no es la cultura de la villa, pero es una parte de ella, la ecología de la miseria. Esto se ve por ejemplo en el costado del ferrocarril San Martín, al lado de "La Lechería", caso a desarrollar más abajo. Aquí parece obvio que se impone la intervención directa, la tutela de instituciones adecuadas, no manifiestamente represivas, por ejemplo en el caso de los niños/as que caminan sobre las vías (Himitian, 2007). De todos modos, algunos de estos habitantes están organizados en cooperativas, como ya se describirá.
Fuera de la cultura de la pobreza, la villa ofrece en la C.A.B.A. un espacio autoelegido por sus usuarios/as a partir de contar con redes de parientes que sirven de familia extensa o vicaria, y como lugar de uso de la lengua (la quechua, la guaraní) y del habla cotidiana. Esto incluye festividades religiosas, fechas patrias, cultos, en suma, cultura: vida cotidiana; comidas, bailes, es decir una sociabilidad digamos, "alegre" o representativa, la que se traduce en "contar con el vecino". En Capital, 42% cuidan chicos ajenos; 35 % colaboran en la construcción de viviendas ajenas; 50 % prestan herramientas, 30 % comida, 27% dinero, y un 25% proporciona información relevante. Entre esta información, sobresale el hecho de informar quién se va, quién vende, pues hay una movilización interna importante en materia de vivienda.
Un dato llamativo es que sólo el 8% de los niños/as de La Cava (barrio precario, de emergencia, situado en la zona norte del Gran Buenos Aires -GBA-) concurren a comedores comunitarios. Si bien este porcentaje es bajo para el GBA, indica que en provincia la irregularidad es mayor. En Capital, los barrios populares conviven con diversas instituciones alimentarias: comedores escolares o populares, becas y planes. Así se entiende que muchas familias quieran estar en la C.A.B.A., por la existencia de planes sociales y recursos alimentarios.
Con todo lo dicho se comprende que este conjunto o tejido de relaciones, cultura, y fuente de insumos laborales, no puede ser seccionado sin más, y tampoco se sabría a dónde llevarlo. Los últimos que fueron llevados a la provincia de Buenos Aires, durante el gobierno militar, si no volvieron, quedaron en un lugar menos favorecido. El hábitat bonaerense tiene mayores niveles de indigencia y, en algunos territorios ocupados, contaminación de la tierra, lo que, de todos modos, ocurre en lugares puntuales de Capital, por ejemplo la ribera del Riachuelo, pero, de hecho, su basura se deposita en la provincia.
En el universo de las villas de Capital, en general, hay una cultura con nacionalidades, estratificaciones sociales y de hábitat, entre distintas espacialidades, "propietarios" e inquilinos; nuevos y viejos, y, en cuanto a la vivienda propiamente dicha, el acceso se da por medio de conocidos (no existe la intermediación del mercado inmobiliario, por ejemplo), y por eso algunas redes se desplazan "en bloque", en un lapso de tiempo mediato, y dicha vivienda está o se concibe "en proceso de construcción".
Abramo (2003), economista urbano, utiliza el concepto "economía de la solidaridad" para indicar que son las redes de pertenencia las que definen la economía, las posibilidades de trabajo o de acceso a recursos de educación, alimentos, etc. Por supuesto, en la villa estas redes están territorializadas. Todo esto "significa" el espacio, y también el hábitat. Por eso una intervención urbana es una intervención o corte en una red preexistente. Eso no supone que necesariamente sea mal vista: una apertura de calles, como en el barrio INTA, para incorporarla más al resto del barrio, para que circulen ambulancias y policía, por ejemplo, puede ser bien vista.

Narrativas del desamparo:
Se consideran en este apartado tres casos, tres narrativas que exponen la historia de tres grupos familiares que padecen por condiciones precarias de trabajo y hábitat. Se consideran los distintos grados de desamparo, la intensidad de los sufrimientos, los modos de significarlo y las distintas opciones para su resolución.
Los dos primeros casos son relevados por el equipo de investigación mediante entrevistas abiertas, mientras que el tercero fue investigado mediante el análisis de documentos.
Caso 1: Edificio tomado en la C.A.B.A. "Hacerme cargo de mi responsabilidad"
Se trata del relato que se construye en un diálogo entre el equipo de investigación y una joven mujer peruana, residente en Argentina desde el año 2000.
Ella manifiesta que llegó a Argentina con la convicción de lograr un cambio personal: "valerme por mí misma","hacerme cargo de mi responsabilidad". En Perú, un par de años atrás, había sufrido el duelo por la muerte de su madre y, ya con una hija, resolvió paradójicamente que, para responsabilizarse de su crianza, debía instalarse en Argentina para independizarse, dejándola provisoriamente con su familia en Perú. Sus primeros enunciados ligan el proceso migratorio con la búsqueda de trabajo y la cuestión del hábitat. Los primeros trabajos fueron, desde luego, precarios, puesto que se dedicó por breve tiempo a la venta callejera. Un lugar para vivir no le resultó tan problemático porque aquí ya vivía un hermano y comenzó compartiendo con él una habitación de hotel. Puede interpretarse ya, en sus primeros enunciados, la decepción que le provocó llegar a nuestro país en un momento especialmente crítico: "Argentina no es como uno pensaba". Se explaya entonces sobre la falta de trabajo, el frío que sentía al vender en la calle, la persecución policial. Puede inferirse un velado reproche hacia su hermano y asimismo un autoreproche por haberlo supuesto como un nuevo padre.
Como su prioridad era responsabilizarse de sí misma, enviar dinero para su hija y pagar deudas que había contraído en Perú, se mudó a otra habitación de hotel y cambió de trabajo, dedicándose a la limpieza por horas. Su relato está pleno de protagonismo y logros, dado que consiguió sus propósitos: mantenerse, y traer a su hija para que viva con ella. El problema surgió en el 2007, cuando advirtió que, luego de pagar durante dos años el alquiler de su habitación, estaba en un edificio ocupado:"Hubo problemas con unos encargados, que eran las personas que habían alquilado directamente al dueño, pero nosotros no sabíamos hasta qué punto era el problema legal (...) supuestamente el dueño ya lo había vendido..."
Merecería un análisis detallado su descripción acerca de la vida en un hotel, donde "no podías comprar tus propios muebles (...) como heladera (...) te daban hasta la cama, hasta los colchones (...) lo único tuyo era la ropa..."; o la espera para poder usar los espacios comunes: "tenías que hacer turno". Sin embargo, interesa especialmente aquí, el protagonismo que la entrevistada adquirió frente el conflicto legal: se convirtió en delegada de su edificio y en interlocutora clave y frecuente de los funcionarios gubernamentales. Narra así las dificultades para conseguir asesoramiento legal (que finalmente proporcionó una Asamblea barrial de San Telmo), porque en el momento de reunir dinero para concretar la consulta, comenzaron a surgir las suspicacias entre vecinos/as.
El conflicto involucraba a tres hoteles ocupados en el casco histórico de la ciudad. Los supuestos encargados, que antes cobraban el alquiler, eran quienes amenazaban con el desalojo y la presencia policial; los ocupantes no querían abandonar el lugar y sabían que era posible argumentar por sus derechos. También son de interés los enunciados en los cuales da cuenta de una perspectiva de género, en su edificio "las que más hablaban, las que más interactuaban con el tema de la comunicación y todo, éramos mujeres. Tres mujeres que siempre peleamos mucho...". La desconfianza, las rivalidades, las fantasías de connivencia con el gobierno, y la sospecha de corrupción, fueron minando los lazos comunitarios. No obstante, se logró una negociación interesante con los funcionarios, dado que desde los primeros diez mil pesos que ofrecieron a las personas ocupantes, terminaron negociando en dieciséis mil. En febrero de 2008, se produjo el desalojo, previo censo y cobro de la indemnización.
En el caso puntual de la entrevistada, su alto protagonismo la obligó a marcharse antes del edificio, por las sospechas de sus vecinos/as, quienes suponían que había realizado acuerdos para su propio beneficio con el gobierno. Sin embargo, ella optó por una salida individual satisfactoria, desde su punto de vista: alquilar un departamento en la ciudad, ya que no estaba dispuesta a comprar un terreno y construir en provincia. El hecho de que su hija contara con recibo de sueldo facilitó la decisión, además de que ella misma había obtenido la radicación en 2005.
Si bien en su discurso persiste la idea de "ayudar a otros", por ejemplo: los de su misma nacionalidad, que podrían encontrarse en una situación similar a la de estas 240 familias desalojadas3, sus opciones parecen más consonantes con los valores de una cultura burguesa: "yo creo en el esfuerzo propio"; se siente así más afín con el país de opción y ha logrado una alta valoración de sí misma. Como consejo a otras personas que atraviesen la misma situación, manifiesta: "hay que seguir y lograr ese acuerdo legal".
Caso 2: Una cooperativa fallida en la C.A.B.A. "De nuestra parte cumplimos con todo" El relato que ofrece la entrevistada en este segundo caso se articula, así como el anterior, con su propia historia personal: una necesidad de finalizar su matrimonio con un marido alcohólico, violento, a quien le temía, pero con quien compartía la vivienda en una portería, situación que proporciona una serie de beneficios respecto del hábitat y la cobertura social. Para la entrevistada, estaban dados todos los requisitos para concretar el sueño de la vivienda propia, un valor central que había sido transmitido por su familia y por la época en la que le tocó vivir. Tales valores no eran compartidos por su marido; sin embargo ambos participaron del armado de una cooperativa para obtener el respaldo del Instituto de la Vivienda de la C.A.B.A. (IVC) y lograr la casa propia: "Yo voy a una Iglesia y (ahí) tenemos oportunidad de trabajo en acción comunitaria (...) y entonces se dio la posibilidad de reunir un grupo de personas con ciertas características que el IVC nos pedía y de armar una cooperativa (...) ellos primero nos dieron ciertos requisitos (...) sueldo, eh..., hubo que hacer trámites, tuvimos que formar una cooperativa, y allá andaba yo en todos lados, era la que podía, tenía el tiempo. Y se armó la cooperativa... éramos veintialgo, éramos bastantes... sí,¡claro!, podíamos hacer un edificio. De nuestra parte4 cumplimos con todo... nosotros teníamos que ocuparnos de conseguir el terreno; me compré hasta una computadora, porque había que hacer citas para reuniones, bueno, todavía la tengo ahí, con impresora y todo (....) Teníamos todo organizado como cooperativa, como marca la ley. Hay que armarlo, registrarlo. Cumplimos todos los requisitos, hicimos todo; ya no me acuerdo los institutos y todo porque no tengo memoria".
Si bien el relato se explaya especialmente en los problemas para constituir un grupo entre personas que no se conocían entre sí, la entrevistada atribuye el fracaso de la cooperativa al IVC, sin que hasta el momento actual logre decir con claridad cuáles fueron las causas por las que ese proyecto quedó trunco. Su relato evoca especialmente otros referidos por algunos ex trabajadores del IVC que lo muestran como "un sistema que impide", independientemente de la buena voluntad de muchos de sus agentes (Robertazzi, Ferrari, Pertierra & Bazán, 2009).
"Ellos nos dieron un listado para armar un equipo de trabajo: de arquitecto, abogado, psicóloga; el grupo tenía una psicóloga, que venía cada tanto porque éramos personas que no nos conocíamos entre sí, teníamos que colaborar todos. Entonces ella con distintos juegos nos iba ayudando. A mí me eligieron presidente, está el tesorero, el secretario, éramos los tres que teníamos más actividad. Llegó un momento que un día hicimos un juego: '¿quién confía en quién?', porque como somos un equipo, somos veintipico, unos con otros, unos con otros. Hacen un círculo en el centro del pizarrón y varios círculos chiquititos. Entonces cada uno ponía el nombre de en quién confiar en un papelito y se lo dábamos a la psicóloga, y después hizo el dibujo ese del círculo en el pizarrón (...) en el medio, ¿quién fue a parar? (da su nombre). Todos confiaban en mí y todos se respaldaban en mí. Está bien, uno como presidente tiene que andar, pero somos un equipo. Tenemos que ir a ver un lote, yo encontré un lote en Mataderos, con las disposiciones que nos pedían, pero había una fábrica que emanaba unos olores (...) Voy a los vecinos: 'Escúchenme, esa fábrica que está ahí, y así'. 'Mire, no se, hay algunas plantas que no crecen' (...) Iba a otro lado para otra cosa, para después... Para esa visita habíamos citado a varias personas, pero no fue nadie, fui yo sola la que estuve. Después yo paso un informe en la reunión de la cooperativa, ellos confiaban, paso yo el informe, pero no es así. Necesitaba, es natural que otras personas vengan... pero no. Conseguíamos un lote en otro barrio.'Tal día, nos reunimos el domingo en tal lado, los que tienen chicos que vayan a ver si hay colegios, si hay esto y otro, para ver si el barrio les conviene'. Éramos veintipico y a veces íbamos tres, (...), porque se confiaron mucho en mí. ¡La gente es cómoda!
Ellos saben, incluso yo me cuidaba, pero tremendamente me cuidaba de no influenciar, porque cuando teníamos la reunión, yo como presidente, tenía que dar los datos, tenía que dar mi opinión, y yo trataba de ser lo más objetiva posible para no influenciar en lo que cada uno (...) No fuimos nosotros, el IVC no cumplió, el IVC no cumplió para nada (...) Finalmente, habíamos encontrado un lugar maravilloso, en Entre Ríos y casi San Juan (....) era un lugar maravilloso y tampoco salió. Porque el Banco Ciudad no dio crédito. Pero nosotros teníamos todos los requisitos, ¡todo!, la documentación, los sueldos de cada uno que se podían cobrar, las cuotas que se podían pagar. 'Esto no sirve, no sirve, no sirve'. El arquitecto dijo: 'necesitan tantas cosas, tantas personas, tantos hijos'. Se hizo un censo, 'necesitan un lote de tantos metros'. De acuerdo a eso buscamos lotes. Yo, cuadernos de 100 hojas escritos; llamar a las inmobiliarias, para ver si trabajaban con el IVC, porque una parte la pagaba el IVC y otra nosotros. Todo lo que se podía hacer de nuestra parte estaba en orden (...) Nos dieron una cartilla con muchos arquitectos, con muchas abogados, y fuimos eligiendo, porque hubieron otros grupos que lo consiguieron, y también ir a investigar al arquitecto tal, ir a ver cómo hacía el trabajo (...) Una noción de construcción tengo (su padre era constructor), por eso iba a mirar... Y no, al final no salió, era un lote hermoso, pero todo traba el IVC.
Como grupo, yo seguí buscando... porque en el mismo IVC, por el lado de Pellegrini, en el 6º piso, hay otro plan... era diferente, era más exigente de sueldo, tenía otras disposiciones, pero estaba dentro de lo que... yo lo llevé a la reunión de cooperativa (...) 'al que quiere, al que puede, al que le parece, seguimos luchando por este otro plan' (...) estábamos trabajando dentro de la iglesia, más allá del calor que yo pasaba de que mi propio esposo me esté poniendo palos en la rueda, era una cosa completamente tonta. En ese momento era parte de la cooperativa como cualquiera. Y renuncié (a la cooperativa); porque en la iglesia no quise dejar..."
A partir de la renuncia, una vez concluido su vínculo matrimonial, la entrevistada vive en una habitación que alquila, "una especie de departamento de un ambiente", y aspira a concretar la compra de ese pequeño espacio mediante el ahorro.
La literalidad del discurso de la entrevistada pone de manifiesto los enormes esfuerzos realizados, los problemas en la constitución de una cooperativa, en este caso por exceso de delegación y por falta de articulación con los organismos públicos, así como la decepción posterior.
Caso 3: Cooperativa "La Lechería" de la C.A.B.A. Protagonismo, fatalismo, fatalidad.
En 2010, se conoció la noticia de la muerte de un niño que cayó de un edificio perteneciente a la cooperativa "La Lechería". Lo más doloroso del episodio fue que ocurrió porque la protección del balcón consistía en unas maderas clavadas y chapas encimadas. El edificio sin terminar había sido ocupado por varias familias como consecuencia del desalojo en 2008 de otro edificio cercano ("La lechería"), ocupado desde 1981, cuando una cooperativa de tamberos quebró.
Con el menemismo5, una familia de especuladores inmobiliarios compró el inmueble ocupado, y comenzó a presionar para obtener el predio libre de ocupantes, llamados "intrusos" en un expediente judicial. Comentaba uno de aquellos ocupantes: "La lechería fue comprada de una manera muy turbia, por dos mangos, en medio de una quiebra. Nunca les importó que la gente comenzara a vivir acá. (...) Entonces se trató de solucionar el conflicto con un alquiler anual que el gobierno paga a la dueña. Lo cierto es que la dueña dice que el gobierno no le paga y habla con la jueza para que saque a la gente del lugar6."
El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires intervino en julio de 2002 y estableció un convenio propietario-ocupantes que venció el 31/12/03, por el cual se les daba a los ocupantes el carácter de inquilinos, y el gobierno abonaba un canon de 13.000 pesos mensuales. En el ínterin se proponía buscar lugares y soluciones definitivas para ellos. Con este fin se impulsó la creación en 2002 de tres cooperativas: "La Lechería", "Buscando Espacios" y "Los Bajitos". La situación fue distinta para cada cooperativa en cuanto a la adjudicación de créditos y los avances de obra. Cinco años después, en 2007, "La Lechería" disponía de terreno y una obra en construcción;"Buscando Espacios" sólo compró un terreno sobre Caracas, y "Los Bajitos" no disponía de terreno. Cuando venció el convenio, el gobierno continuó abonando durante un tiempo el alquiler, pero finalmente desistió. Ese hecho debilitó el estatuto de los ocupantes del predio (cabe acotar que se vivía en el edificio en condiciones muy precarias, aunque mejores que las de los que se instalaron en su exterior, encima de las vías muertas del ferrocarril San Martín). Ya es difícil mantener el status de "ocupante" de un edificio en capital, pues tiene una sanción social más negativa que quien construye en un asentamiento o "villa"; pero se agravó cuando dejaron de ser inquilinos y pasaron a ser "intrusos". En el período 2003-2007, una de las cooperativas propuso una solución. Recordaba su presidente: "La cooperativa "Los Bajitos" acordó la compra del inmueble en 2007. Eso iba a ser el punto de partida para pensar proyectos de vivienda más concretos que organizarían todas las cooperativas, sin la amenaza del desalojo (...) La dueña se comprometía a vender el inmueble al precio que estableciera el gobierno. La condición para concretar era que el gobierno pagara el alquiler correspondiente a 2006. Así, el acuerdo involucraba a las tres partes en conflicto: "La lechería", el dueño y el gobierno. (...) Era un gran triunfo haberlo conseguido. De hecho empezamos este año con muchas expectativas. Sabíamos desde 2006 que el lunes 12 de marzo era la fecha de la audiencia y nosotros esperábamos que todo continuase según lo acordado. A la audiencia asistió la gente de "La Lechería" y la dueña, pero el gobierno no presentó la propuesta que debía"7.
La acción de "Los Bajitos" era creativa y enlazaba a las diferentes partes. Las expresiones de "triunfo", "expectativa" indican que había una autovaloración por lo actuado, que implicó convencer a los dueños de vender por un precio menor al del mercado, pero no logró finalmente involucrar al gobierno. En realidad, "gobierno" es una simplificación; en estas gestiones han participado diferentes dependencias estatales, incluso antagónicas o incoordinadas. Cabe pensar que la decepción generó un desgaste en los cooperativistas. El triunfo sí le llegó al gobierno en 2008, cuando "La Lechería" fue desalojada;"fue el desalojo más significativo de la década"8, se vanagloriaba un funcionario frente al periodismo. Cuando se produjo el desalojo se subsidió a las familias de la cooperativa La Lechería con 3.000 pesos, para que busquen una vivienda transitoria. No era mucho dinero (por ejemplo, las familias que estaban fuera de cualquier cooperativa recibieron $ 20.000, y "Buscando Espacios" $12.000), pero se comentaba por aquel entonces que "el 85% del edificio de la cooperativa está terminado".
En 2010, el Gerente General del Instituto de la Vivienda explicó que se trata de una obra que, según la última auditoria interna del organismo, para abril de 2009, tenía un 85% de avance. Y en un reportaje: "Después se intimó a la cooperativa a avanzar con (...) temas de seguridad"9.
Es decir que, entre 2008 y 2010 la obra quedó paralizada. Naturalmente, con un subsidio de 3.000 pesos se entiende que un grupo de gente haya optado por habitar el edificio para evitar intrusiones indeseadas y para tratar de ir terminando alguna parte de sus viviendas. Un funcionario público explicaba la paralización: "Reclamaron mayores costos, y le pedimos a la cooperativa que haga una asamblea de socios para que el presidente de la cooperativa firme para que se autorice otro crédito. Pero como los miembros de la cooperativa tienen diferencias entre los asociados y su presidente, nunca firmaron. Los intimamos pero nunca cumplimentaron con el total de la obra. No terminaron con los papeles entonces no se terminó nunca"10. El dinero para la construcción, 500.000 US, fue aportado por IVC, que debía auditar la obra. La familia del niño fallecido responsabilizó a "la cooperativa que gastó mal el dinero que el gobierno le dio para construir (...) y por nuestra cuenta tratamos de continuar lo que falta". "Hablo porque quiero poder vivir en un lugar seguro y que a nadie le pase lo que me pasó a mí", dijo su madre. (...) "La administración de la cooperativa La Lechería debía terminar las obras y no lo hizo. Y el gobierno porteño les seguía dando plata igual". El IVC deslindó su responsabilidad pues "no construyó el edificio". El estado, en este caso, dejó a las familias sin protección, a partir de un paradigma dinerario: mantuvo la entrega de dinero, mientras dejó la construcción en manos de individuos y de grupos asociados.
El reparto desigual de dinero dejó a las tres cooperativas en situaciones dispares. "Los Bajitos" que había propuesto una solución política, dialogada, fue quien menos beneficios recibió. Las opciones críticas o innovadoras pueden encontrar límites ante una acción estatal que no las financie, y que no cumpla eficazmente un papel de mediación política, lo que se suma a las estigmatizaciones sociales (notorias en las cercanías del edificio), y a sus propios problemas de organización. La cooperativa La Lechería tenía tal designación, pero su funcionamiento, paralizado por conflictos, no era en absoluto cooperativo. Un modelo de gestión asambleario no convalidó a su presidente, pero tampoco pudo salir de la inercia, que se manifestó físicamente en la detención de obra. "La lechería" original era insegura; la cooperativa también, como decía la madre del niño. Un edificio reprodujo prácticas del anterior. Lo que intentó ser diferente cayó primero en el fatalismo y luego en la fatalidad.

Representaciones y tendencias de los funcionarios públicos acerca de los destinatarios de políticas sociales
Una de las dificultades que se aprecia en los casos señalados es la distancia que los destinatarios de las políticas públicas encuentran con sus instituciones y funcionarios (Robertazzi, Ferrari, Pertierra & Bazán, 2009). El análisis de la representación de los sectores populares y de los fundamentos imaginarios que orientan las prácticas de esos funcionarios puede ayudar a comprender las políticas públicas orientadas a derechos sociales y personales. Esta concepción ha sido trabajada en los estudios weberianos sobre la burocracia como aparato de la dominación racional, y retomada por Sennett (2006) en sus trabajos sobre las transformaciones del Estado y sus agentes.
Las políticas públicas orientadas a vivienda, alimentos y empleo destinadas a grupos en riesgo mantienen en coexistencia posiciones, representaciones sociales y supuestos ideológicos propios de la historia singular de la CABA que marcan discursiva y materialmente sus actuales prestaciones. Desde una perspectiva psicosocial, el problema del fundamento de estas acciones estatales se complejiza porque recrea un imaginario democrático inspirado y orientado a la condición de igualdad en el terreno de la desigualdad profundizada por la crisis 2001/2002.
En particular, la reorientación de las políticas sociales en CABA con los cambios políticos producidos en los últimos años expone continuidades y fracturas en la percepción de destinatarios y en el tipo de relación social que se establece con ellos. Algunas tendencias se analizan aquí a partir de las entrevistas con funcionarios de Desarrollo Social de Buenos Aires11. Como tendencias, están ubicadas excediendo los enunciados individuales y, asimismo, la orientación política de la gestión actual, ya que, por una parte, expresan la dimensión pública de la palabra y, por otra, presentan una sociedad hegemonizada (Van Dijk, 2007)

1. Pensar el Estado con una responsabilidad indelegable, paralela a la necesidad democrática de fomentar la participación de la gente.
Esta tendencia se orienta a estrechar la relación entre destinatarios de políticas sociales y funcionarios, a la vez que reduce la acción de "otros intermediarios", individualizando la relación de prestación. Así se explica la transformación del programa de alimentos que reemplaza el sistema de cajas o productos por tickets: "Entonces generamos los tickets para romper con los intermediarios. Y que la gente tenga una relación directa con los funcionarios. Los tickets se reparten de la forma más transparente, en forma nominal; vienen con nombre y apellido; son intransferibles. En caso de pérdida o en caso que quieran negociar, no lo pueden hacer porque necesitan el documento para ir a cobrar, para ir a canjearlos. Los entregamos a través del Banco Ciudad, y de operativos propios. No de locales políticos, ni de centros de jubilados, ni de grupos piqueteros."
La relación que se propone directa ha tomado el matiz burocrático que garantiza el acceso del destinatario al beneficio, pero no al funcionario, ni tampoco a la institución estadual, sino al sistema de administración del beneficio. Se trata de reducir las interacciones con los grupos intermediarios y, a su vez, reconducir la relación con el destinatario al intercambio de acreditaciones-beneficios. Van Dijk (2008) advierte que la discriminación es una dimensión de lo discursivo que no requiere un proceso de experiencia e interacciones entre grupo discriminador y discriminado; por el contrario, se conforma en modelos mentales compartidos entre grupos influyentes y las instituciones a las que estos grupos pertenecen, ratificando en su estrategia lo positivo del nosotros y lo negativo de los otros.

2. La concepción del pobre como sujeto emancipado
Esta tendencia aparece reflejada mayoritariamente en la transformación de las distintas prestaciones en dinerarias. Se combate de esta forma la idea de un diseño de necesidades preestablecido por especialistas, lo que constituye una forma de atenuar los componentes discriminatorios, pero se enfrentan nuevas dificultades a la hora de pensar la inclusión.
"Entregarle un producto envasado, que alguien, algún genio lo diseñaba, y que muchas veces no coincidía con lo que necesitaba cada persona, cada familia, nosotros no lo compartíamos; no dejaba elegir a la gente. Entonces cambiamos por un ticket, que lo cambian en el supermercado y en algunos comercios adheridos (pero) muchos no quisieron tener un público muy pobre, que queda como muy carente de recursos. "
El discurso público evita en el enunciado anterior, el sesgo léxico y los modos descalificatorios o de minusvalidación, sin embargo, no está exento de usar tropos y argumentaciones para hablar sobre "ellos" de manera oficial a partir de incorporarlos a la sociedad, a través de los supermercados. En este sentido, puede negar el prejuicio y mantener la discriminación al punto de hacerla una exigencia tanto de otros, como de las instancias propias de sus procesos de instauración (Billig, 1986)

3. La contraprestación como control, el objetivo de la inclusión
La tercera tendencia muestra el aumento progresivo de la asociación de las prestaciones a contraprestaciones, que, en los casos más comunes, abarcan certificaciones de salud y escolaridad. La condición de emergencia en la que se realizan muchas prestaciones no es obstáculo para suspender la asistencia económica, porque aparece ligada a la inclusión formal en los sistemas de salud y educación, por ejemplo mediante certificados de escolarización.
"Siempre hay bajas, porque no cumplen con la contraprestación. Pero a veces la Defensoría nos acusa a nosotros porque damos de baja y es una prestación alimentaria. Entonces decimos: 'Esto no es una contraprestación alimentaria. Esto es una asistencia económica a las personas'. Nació como una contraprestación alimentaria, pero es una asistencia económica que se da, a cambio de que esta gente no quede excluida del sistema. Lo peor que nos puede pasar es que los hijos de los pobres estén excluidos".

4. La inclusión preestablecida
La necesidad de ingreso al sistema resulta la exigencia formal de todos los programas y no admite opciones emancipadoras, porque aquí sí reaparece lo que permanece definido en el campo de la instancia estadual. No importa cuán insuficientes sean materialmente los programas de vivienda, hay que establecer discursivamente la dificultad de disfrutar de la vivienda:
"Están fuera de todo. Y muchas veces les das vivienda y no quieren. No quieren irse de la vivienda. Pero quieren seguir viviendo en las villas. Porque los papás vivieron en la villa, y los abuelos vivieron. Pero no te hablo de villas, te hablo de asentamientos. No conocen otra forma. El desafío que tenemos nosotros es que esta gente ingrese al sistema. Es la única manera que pueden empezar a disfrutar lo que es una casa, a sentir".
Reaparece aquí parte del imaginario de la condescendencia, cuyo soporte supone que no se es "igual" a quienes se "cuida"; y por lo mismo habilita una posición jerárquica, ya no de autoridad en el diseño, la naturaleza y el alcance de las prestaciones sino en el ingreso al sistema. Es notorio además el término "están fuera", como si sólo existiera una cultura posible, homogénea, y no otra cultura, popular, ya descripta en este trabajo.

Conclusiones:
En este artículo se presentaron tres casos en los que las situaciones de desamparo muestran variadas facetas, capaces de generar impactos psíquicos también diferenciados, con niveles de sufrimiento que podrían ser categorizados como malestares difusos, sufrimiento, sufrimiento excesivo y angustia catastrófica.
Las voces de las personas que dan vida a estos casos contribuyen a reconstruir historias que no son sólo personales sino también colectivas. En los tres casos el protagonismo es intenso, aunque en los distintos relatos subyacen fantasías de salvación: en el caso 1, la entrevistada llegó a Argentina encontrándose con un país diferente al de sus expectativas e ideales; en el caso 2, la entrevistada suponía que haciendo todos los esfuerzos y cumplimentando las normas conseguiría el apoyo gubernamental para el logro de la casa propia; en el caso 3, los ocupantes del edificio sin final de obra imaginaron encontrarse más protegidos y cayeron en la fatalidad.
El problema habitacional descrito en los tres casos muestra diferentes urgencias y se enmarca, a la vez, en culturas también diversas. No obstante, hay denominadores comunes, tales como la dificultad para establecer lazos horizontales, cooperativos y para acordar con las distintas organizaciones gubernamentales. La protección de personas y grupos debería ocupar el primer lugar, dado que, intentando acceder a una vivienda digna, una familia, dentro de una cooperativa, se encontró con lo siniestro: la muerte de un niño.
Entre los discursos y las acciones gubernamentales que sostienen ideales democráticos igualitarios y los sufrimientos y el desamparo que padece una amplia mayoría de la población se infiere una profunda fragmentación entre las intenciones y los logros.
Decía Martín-Baró (1989) que la cultura de la pobreza no podría concebirse sino situada entre las fuerzas del sistema social establecido, dado que lo más importante en su configuración proviene de la dependencia y la pauperización producidas por el mismo sistema. No obstante, las exigencias de cambio no recaen en el conjunto de la sociedad, sino en las propias personas marginadas, lo que produce a la vez sanciones ideológicas y una re-victimización de las víctimas.
Cruzar la frontera de la desigualdad, como dice Sennett (2003), supone una distancia como señal de respeto: la caridad puede herir, la piedad puede acarrear menosprecio, la compasión, desigualdad. En el marco del paradigma dinerario, el Estado imagina a los sujetos con muchos más recursos que los que poseen, y, a la vez, las personas suponen contar con su ayuda, que llega tarde, mal o nunca. Este entrecruzamiento de fantasías produce resultados sintomáticos, que, en su caso más extremo, han llevado a la muerte.

Notas

1Se refiere a la crisis que atravesó Argentina cuando el ex Presidente Fernando de la Rúa se vio obligado a dejar anticipadamente el poder por las protestas populares que llegaron a su máxima expresión durante el estallido de diciembre de 2001.

2Así sucedió en Giol y en los casos 1 y 3 que este artículo presenta.

3El desalojo de las 240 familias que habitaban los hoteles de Bolívar 331, Moreno 508 y Moreno 504, en el barrio de San Telmo, se produjo en el año 2008. Si bien los medios de la época relatan tensiones, agresiones, conflictos, provocados por la intrusión de punteros políticos, durante los momentos previos al desalojo, la entrevistada no comparte esa misma perspectiva: sólo que algunas familias intentaron resistir el desalojo durante un tiempo mayor, aunque finalmente acataron la orden judicial.

4Las negritas indican una fuerte entonación en el discurso de la entrevistada.

5Referido al período de gobierno del ex Presidente Carlos Saúl Menem.

6Diez, Hernán: "El gobierno porteño intenta frenar una salida al conflicto en La Lechería", reportaje, en http://www.elbarriopueyrredon.com.ar/ediciones_07/abril/elbarrio_lecheria.shtml

7Ibid. Diez, Hernán.

8"La Nación", Buenos Aires, 26/12/08

9http://m.lapoliticaonline.com.ar/movil/ficha.php?new=64235

10Ibid. lapoliticaonline

11Los enunciados seleccionados de entrevistas a funcionarios, especialmente los referidos a programas de alimentos, son producto del trabajo de investigación realizado por una de las investigadoras del equipo, Ana Logiudice, en el marco de su beca: "Transformaciones, innovaciones y límites de la Nueva Política Social Asistencial Argentina: el caso de la Ciudad de Buenos Aires", Programa de Becas CLACSO_CROP de Estudio sobre pobreza en América Latina y el Caribe, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2008.

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Fecha de recepción: 30 de marzo de 2010
Fecha de aceptación: 30 de septiembre de 2010

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