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Anuario de investigaciones

versão On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.17  Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./dez. 2010

 

PSICOLOGÍA DE LA SALUD, EPIDEMIOLOGÍA Y PREVENCIÓN

La relación entre el locus de control, las estrategias de afrontamiento y las prácticas de autocuidado en pacientes diabéticos

The relationship among ways of coping, locus of control and selfcare practices in diabetics´patients

Azzollini, Susana1; Bail Pupko, Vera2

1Dra. en Psicología. Investigadora Adjunta del CONICET. Prof. Adjunta de Psicología Social, Fac. de Psicología, UBA. E-mail: susana1060@yahoo.com.ar
2Psicóloga. Prof. Adjunta Coordinadora de la Práctica Profesional "Familia y Enfermedad Crónica", Fac. de Psicología, UBA.

Resumen
Se llevó a cabo un estudio descriptivo con el objetivo de identificar la relación entre locus de control, estrategias de afrontamiento y prácticas de autocuidado en pacientes con diagnóstico de diabetes tipo II que concurrían a hospitales públicos. La hipótesis es que es más probable que las personas con locus de control interno valoren la enfermedad como desafío y presenten estrategias de afrontamiento activas, resultando que sus prácticas de autocuidado sean más adecuadas y efectivas que las de quienes tienen un locus de control externo. Se seleccionó una muestra probabilística al azar sistemático de 337 pacientes a quienes se les suministró: cuestionario de conocimientos sobre la diabetes, escala de locus de control, inventario de estilos de afrontamiento, escala de frecuencias de prácticas de autocuidado y escala de Likert sobre actitudes y creencias hacia la enfermedad. Los datos fueron analizados estadísticamente. Se confirmó la hipótesis. Se espera que los resultados puedan utilizarse para mejorar la adhesión a los tratamientos.

Palabras claves: Diabetes; Autocuidado; Afrontamiento; Locus de control

Abstract
A descriptive research had been done with the aim of knowing the relationship among locus of control, ways of coping and self care practices in patients suffering from diabetes type II, who are attended at public hospitals of Buenos Aires city. Hypothesis: it would be more probable that people with internal locus of control would evaluate the illness as a challenge and would have active ways of coping. As a result, their self care practices would be more effective than those of people with an external locus of control. Methods: 337 individuals were selected through a probabilistic random systematic sampling, to answer some questionnaires: knowledge about diabetes type II, Locus of control Scale, Ways of coping Inventory, Scale of frequencies' self care, Likert scale about attitudes and beliefs toward illness´. Data were statistically analyzed. Results: The hypothesis was confirmed. It is hoped that the results will help to improve the compliance to treatments.

Key words: Diabetes; Self care; Coping; Locus of control

I. Introducción
La diabetes se ha clasificado como una pandemia (OPS, 2003) y es uno de los problemas de salud más frecuentes e importantes debido a las repercusiones personales, económicas y sanitarias generadas por su tratamiento y por las complicaciones degenerativas asociadas (ceguera, nefropatías, cardiopatías, etc.). El incremento de esta enfermedad, junto a factores demográficos como la longevidad de la población y la mejora de la asistencia médica, es uno de los elementos que pone en evidencia la estrecha relación entre diabetes y estilo de vida (Colunga-Rodríguez et al., 2008).
El Ministerio de Salud de la Nación (2008) define a la diabetes mellitus como un desorden metabólico crónico, de curso progresivo, caracterizado por hiperglucemia crónica con alteraciones del metabolismo de los carbohidratos, grasas y proteínas, resultante de la disminución de la secreción y/o acción de la insulina (Brunner, 2004). Un tipo de diabetes mellitus es la tipo II no insulinodependiente, la cual se desarrolla cuando se presenta una deficiencia en la producción o acción de la insulina, o se genera resistencia a ésta. Este tipo de diabetes comienza a cualquier edad, usualmente en personas mayores de 30 años, quienes suelen ser obesos en el momento del diagnóstico (Walker y Rodgers, 2005). No obstante, más de dos terceras partes de los pacientes con este tipo de diabetes tienen un pariente en primer o segundo grado con la enfermedad (Leroith et al., 2003).
En nuestro país, se han detectado diversos problemas en la calidad de la atención de estos pacientes, que varían según la región. Así, por ejemplo, se pueden mencionar como inconvenientes detectados: la discontinuidad del seguimiento médico, el manejo terapéutico inadecuado, la falta de acuerdo en los objetivos terapéuticos a alcanzar, el diagnóstico tardío de la enfermedad y/o de sus complicaciones, la falta de insumos, la distancia a los centros de atención y la carencia de programas de educación a largo plazo (Benarroch y Sánchez, 2001). El tratamiento de la diabetes requiere de la participación activa del paciente, que debe aprender habilidades con mayor o menor grado de complejidad, por lo cual resulta razonable suponer que el tipo de estrategias de afrontamiento utilizadas favorecerán u obstaculizarán la adhesión al tratamiento que, por lo general, exige cambiar hábitos y rutinas ya establecidas, como por ejemplo en la alimentación y los ejercicios (Fernández y Pérez Álvarez, 1996). Lazarus y Folkman (1986) definen una estrategia de afrontamiento como un proceso que involucra aspectos cognitivos y comportamentales que el individuo desarrolla frente a demandas específicas internas y/o externas. La persona evalúa la situación (que puede ser valorada como amenaza, como desafío o resultar indiferente) y frente a una segunda evaluación sobre los recursos que dispone para hacer frente a esta situación, procede a afrontar el problema. Las estrategias de afrontamiento pueden ser cognitiva dirigida a la situación, cognitiva dirigida a la emoción, conductual motora dirigida a la situación, conductual motora dirigida a la emoción, simple pasividad o, evitación (Cano Vindel y Miguel-Tobal, 2001).
Ledón Llanes et al. (2008) encontraron que el uso de las estrategias de afrontamiento dirigidas al problema y dirigidas a la emoción, permite a los individuos con patologías crónicas recobrar el sentido de identidad quebrado por los cambios ocasionados por la enfermedad. Las estrategias van a resultar más exitosas en la medida en que los individuos puedan ver que los cambios que deben realizar son beneficiosos para la salud de cualquier persona, tengan o no diabetes (Olshansky et al., 2008).
Pese a que las intervenciones enfatizan la necesidad de realizar cambios en las formas y condiciones de vida (Marks et al., 2008), la mayoría de los diabéticos tienen dificultades para seguir ininterrumpidamente el tratamiento en relación a las prácticas de ejercicio físico, al autoanálisis de glucosa y, al cumplimento de la dieta (Rubio Llorente y López Vergara, 2003; Brunner, 2004).
Para Bolaños Gallardo y Sarría Santamera (2006), la adhesión a un tratamiento se define como un proceso de cuidado activo y responsable en el que el paciente trabaja para mantener su salud en colaboración con el personal sanitario.
Por ello, un constructo importante en relación con los tratamientos a largo plazo es el de locus de control, desarrollado por Rotter (1966), que se refiere al grado con que un individuo cree controlar su vida y los acontecimientos que influyen en ella. En términos generales, constituye una expectativa generalizada o una creencia en la que se vive relacionada con la previsibilidad y estructuración del mundo.
Rotter (1966) lo define como la percepción estable de mayor o menor contingencia entre la conducta y las consecuencias de ésta. Se pueden inferir dos posibles relaciones entre el locus de control y el control conductual percibido: a) un locus de control más interno llevaría a que el sujeto considere, en general, a la conducta propia como más controlable, ya que si las consecuencias de la conducta dependen de él, también los factores que la generan dependerán de su persona y; b) un locus de control más externo, en cambio, haría que la persona percibiera su conducta como menos controlable, ya que los factores que la generan no dependen de su persona (Penhall, 2001). La internalidad o externalidad del locus de control no tiene relación con el control conductual percibido para una conducta específica. Ambas variables actuarían por separado en la intención de la conducta.
Por lo tanto, es razonable suponer que según sea el tipo de atribución de causalidad que realice la persona sobre el origen o desenvolvimiento de la enfermedad, sumado a su locus de control predominante, las estrategias de afrontamiento que utilice para mitigar sus consecuencias resulten diferentes. Por ejemplo, Mamykina et al. (2010) realizaron una investigación sobre los efectos de intervenciones basadas en el monitoreo a individuos recién diagnosticados con diabetes. Este monitoreo mostró logros en el cambio de la dieta pero, más importante todavía resultó que inspiró en los individuos la adopción de un locus de control interno, relacionado con un mayor autocuidado y resultados positivos en la salud.
Mulvaney et al. (2010), por su parte, documentaron que los impedimentos y facilitadores para el autocuidado que perciben los pacientes con diabetes tipo 2 son el desarrollo psicosocial, el rol de los otros con diabetes, las influencias del entorno y las habilidades de afrontamiento para resolver los problemas. Las barreras por lo general estaban situadas en las situaciones sociales, tales como: dificultad para desenvolverse en público, búsqueda de aceptación o percepción de normalidad. Estos autores concluyen que mejorar el autocuidado requiere, entonces, intervenciones individuales, familiares y sociales.
De acuerdo con lo expuesto, el presente trabajo se propone analizar la relación entre la valoración y el afrontamiento de la diabetes, el locus de control y las prácticas de autocuidado de los pacientes con diagnóstico de diabetes tipo II.
Se parte de la hipótesis de que es más probable que las personas con un locus de control predominantemente interno presenten una valoración de la enfermedad como desafío y estrategias de afrontamiento activas por lo que sus prácticas de autocuidado resultarán más adecuadas que las de quienes presenten un locus de control predominantemente externo.

II. Metodología
Tipo de estudio: Ex post facto retrospectivo de dos grupos (Montero y León, 2007)
Participantes y muestra: Se seleccionó una muestra no probabilística intencional de 337 pacientes con diagnóstico de diabetes tipo II, que concurrían a consultorios de diabetología de hospitales públicos seleccionados de Capital Federal y que firmaron el consentimiento informado para participar del estudio. Se excluyeron los pacientes que desconocían su diagnóstico o los que dudaban sobre el tipo de diabetes que padecían, los menores de 40 años y los mayores de 75 años. El promedio de edad de las personas encuestadas fue de 58,5 años (desvío estándar: 10,8) y el 57,4% era de sexo femenino.
Técnicas de recolección de datos: A los pacientes se les administraron los siguientes instrumentos de evaluación: cuestionario de conocimientos sobre la diabetes, escala de locus de control (Azzollini y González, 1995), inventario de estilos de afrontamiento (de Cano Vindel y Miguel Tobal, 1999 validado por Leibovich de Figueroa y Schufer, 2002), escala de frecuencias para evaluar las prácticas de autoatención y autocuidado y una escala de Lickert sobre actitudes y creencias respecto a la patología construidas a partir de los resultados del abordaje cualitativo. Esta escala fue validada a través de un estudio piloto y de un análisis factorial de componentes principales con rotación Varimax que mostró que el instrumento presentaba aceptables propiedades psicométricas. Efectivamente, se obtuvo una solución de cuatro factores que explican el 54,652% de la varianza (Test de Esfericidad de Bartlett = 580,061 y p<0.0001). Por otra parte, el modelo alfa de Cronbach presentó un coeficiente de 0,61.
Análisis de los datos: Los datos se analizaron con el soporte técnico del software SPSS 11.5, versión castellana. Se realizaron análisis estadísticos descriptivos (frecuencias, medias, desvíos estándar) e inferenciales (prueba t y análisis de correlación rho de Spearman). Se aceptó un error α< 5% (p<0.05).

III. Resultados
III.a. Valoración y afrontamiento de la enfermedad

Tabla I .
En cuanto a la valoración como amenaza, el 62,6% consideró que la diabetes tipo 2 resulta un evento muy importante en sus vidas (38,7% muchas veces y el 23.9% casi siempre) y un 69,8% con muchas consecuencias negativas (el 17,2% casi siempre, 30,5% muchas veces y un 22,1% unas veces sí y otras no). En cuanto a ver la enfermedad como difícil o amenazante, más de la mitad consideró que esto ocurre muchas veces (30,2%) o unas veces sí y otras no (29,3%); de hecho, la misma proporción opinó que es difícil de controlar o resolver (casi siempre: 6%, muchas veces: 24,2% o unas veces sí y otras no: 24,8%); por lo cual, la mayoría dijo que no le gusta casi siempre (40,8%) o muchas veces (35%). Y también la mayoría dijo que casi nunca (55%) o pocas veces (19,6%) reflexiona acerca de lo que pensarán los demás.

Tabla II.
En la valoración de la diabetes tipo 2 como desafío, la mayoría de los pacientes consideró que muchas veces (34,8%) o casi siempre (29,1%) es una situación en la que puede hacer muchas cosas, y en la que intentan crecer como personas (muchas veces 31,5% y casi siempre 22,7%). Pero la tendencia estuvo repartida en considerar que es una situación en la que pueden y deben estar más pendientes de otros que de sí mismos: 29,4% consideró que unas veces sí y otras no, 20,9% consideró que pocas veces es así, y el 27,9% que casi nunca. El 51,5% consideró que la situación supone un desafío (30,9% muchas veces, 20,6% casi siempre) y el 31,2% pensó que es una situación que podría desbordarlo pero que puede controlar muchas veces, y el 29,4% consideró que esto ocurre unas veces sí y otras no. Además, la mayoría expresó que debe esforzarse para conseguir un resultado positivo (36,1% casi siempre, y 42,4% muchas veces)

Tabla III.
En cuanto al hecho de valorar la diabetes como irrelevante, el 29,3% consideró que muchas veces es valorada como una situación más de la vida, y el 21% consideró que esto le ocurre unas veces sí y otras no. Las valoraciones estuvieron distribuidas en lo referente a considerar que la enfermedad es una situación a la que no se le da especial importancia: 26,8% consideró que casi nunca es así, el 23,8% manifestó que pocas veces y el 25% que unas veces sí y otras no. Además, el 32,9% consideró que casi nunca se trata de un evento sin consecuencias negativas, y el 23,2% consideró que pocas veces esto es así.

Tabla IV.
En cuanto al afrontamiento cognitivo dirigido a la situación, el 42,4% de los pacientes consideraron que pueden enfrentarse a la situación y hacer cosas que lo ayuden muchas veces y un 32,6%, casi siempre. El 60,9% trató de restarle importancia a la situación (un 33,8% unas veces sí y otras no y el 27,1% muchas veces). La mayoría intentó ver al situación de una manera que le cause menos problemas (un 43,9% muchas veces y el 25,3% casi siempre) y ver un aspecto positivo (un 34,1% muchas veces, y el 25,6% casi siempre). Por su parte, el 33,2% creyó que puede cambiar su visión pesimista, mientras que un 25,9% consideró que puede hacerlo unas veces sí y otras no, y un 23,8% pensó que casi siempre puede hacerlo. Finalmente, el 68,2% pudo tomar decisiones que lo ayuda a simplificar los problemas que aparecen (40,5% muchas veces, y 27,7% casi siempre).

Tabla V.
En lo referente al afrontamiento cognitivo dirigido a la emoción, las respuestas de los pacientes expresan que intentan evitar concentrarse en los pensamientos y conductas que los preocupan casi siempre, un 19,5%; muchas veces, un 35% y unas veces sí y otras no, el 31,4%. Es decir que la tendencia fue a no concentrarse en esta preocupación (54,9%).
La mayoría (43,9% muchas veces, y el 26,8% casi siempre) se dijeron a sí mismos cosas positivas para darse ánimos, y lo mismo sucedió con pensar que en otras situaciones se hizo lo que se pudo (43,6% muchas veces, y casi siempre 29,6%). Una amplia mayoría intentó eliminar sus pensamientos negativos (40,5% muchas veces y casi siempre el 35,7%), e intentó mejorar su estado de ánimo (48,5% muchas veces, y 36% casi siempre).

Tabla VI.
En relación con el afrontamiento conductual motor dirigido a la situación, se encontró que un 76,1% de los pacientes dijeron tratar de actuar en lugar de no hacer nada ante la situación de estrés que significa la enfermedad (41,7% muchas veces y 34,4% casi siempre); y casi nunca (42,6%) o pocas veces (21,2%) hacer cosas para atraer la atención de los demás hacia el problema para buscar soluciones. La mayoría trató de llevar la situación a un terreno donde se maneja bien (43,6% muchas veces y 27% casi siempre); de conocer y prepararse para esa situación (42,3% muchas veces y 31,9% lo hizo casi siempre) y de buscar el contacto de las personas más próximas (40,8% muchas veces y 37,1% casi siempre). Además, un 61,6% intentó crear una situación relajada (38,3% muchas veces y 23,3% casi siempre) frente al evento estresante.

Tabla VII.
Respecto del afrontamiento conductual motor dirigido a la emoción, se encontró que más de la mitad de los entrevistados dijo hacer cosas que lo ayudan a relajarse muchas veces (36,9%) o casi siempre (24,1%) y a disminuir su nivel de tensión (39% muchas veces y 23,8% casi siempre). Por otra parte, el 73,8% hizo pequeñas cosas que lo ayudan a estar activo y sereno (45,4% muchas veces, y el 28,4% casi siempre) y el 79% trató de usar sus mejores habilidades para sentirse seguro (48,8% muchas veces, y el 30,2% casi siempre). Además, el 44,2% muchas veces hizo cosas que lo ayudó a aumentar su sensación de control, y un 24,4% lo hizo casi siempre. Si bien un 29,3% dijo que muchas veces intenta hablar de manera espontánea y suave para calmarse, el 33,8% dijo hacerlo unas veces sí y otras no.

Tabla VIII.
En cuanto al afrontamiento pasivo, el 26,8% de los pacientes dijo que muchas veces no hizo nada en especial ante el evento estresante que significa la diabetes tipo 2 y un 33,2% que unas veces sí y otras veces no hizo nada especial e intentó pasar desapercibido. El 31,7% muchas veces trató de no ser el centro de atención de las conversaciones pero el 28,4% lo consiguió unas veces sí y otras no.

Tabla IX.
Respecto al afrontamiento evitativo, el 26,5% pocas veces intentó huir o evitar la situación de estrés o cualquier situación relacionada con ella y el 29,3% dijo no hacerlo casi nunca.

Tabla X.
Con un máximo de 24, el afrontamiento cognitivo dirigido a la emoción presenta la media más alta (17,59) seguido por el conductual motor dirigido a la emoción (16,54), el cognitivo dirigido a la situación (16,02) y el conductual motor dirigido a la situación (15,63, todos con desvíos estándar similares. Las medias de la valoración de la situación como desafío es también superior (14,41) a la correspondiente a la valoración de la situación como amenaza (12,59).
El resto de las medias no resultan comparables porque son dimensiones de la variable que presentan menor cantidad de indicadores y, por tanto, un máximo posible diferente.

III.b. Locus de control de los pacientes

Tabla XI.
En cuanto el locus de control, la mayoría de los pacientes estuvo en desacuerdo con la idea de que lo que les pasa depende de la suerte (35,4% totalmente, 19,6% bastante y el 11,8% algo en desacuerdo); con que sus fracasos se deben generalmente a la mala suerte (21,1% totalmente, 28,3% bastante y el 15,8% algo en desacuerdo) y con la idea de que depende principalmente del destino que uno tenga pocos o muchos amigos (29,8% totalmente, el 20,8% bastante y 10,6% algo en desacuerdo).
Más de la mitad estuvo de acuerdo con que cuando hace planes está seguro de poder realizarlos (26% totalmente de acuerdo y el 30,1% bastante); con que aunque alguien se interponga siempre se las arregla para hacer algo (22% totalmente de acuerdo y 30,7% bastante); con que el número de amigos depende de lo simpático e inteligente que uno sea (28% totalmente de acuerdo y 27% bastante); con que lo que uno piensa y quiere es más fuerte que la suerte y la voluntad de los demás (29% totalmente de acuerdo y 23,3% bastante). Además, el 71,3% estuvo de acuerdo en que cuando obtiene lo que desea casi siempre es por su propio esfuerzo (35% totalmente de acuerdo y 36,3% bastante) y un 69,2% también acordó con que sus vidas dependen fundamentalmente de sus acciones personales (36% totalmente de acuerdo y el 33,2% bastante).
A pesar de la dispersión en el gradiente de las respuestas, la mayoría acordó en que muchas veces los esfuerzos que se realizan no bastan si chocan con la voluntad de los demás (12% totalmente, 24,5% bastante y 22,4% algo de acuerdo) y estuvo en desacuerdo respecto a que no siempre conviene planificar a largo plazo porque ya se sabe que muchas cosas dependen de la buena o mala suerte (18,9% totalmente, 20,8% bastante y el 14,6% algo en desacuerdo) y en cuanto a que si las personas decidieran que no les simpatiza, seguramente no tendría muchos amigos (18,3% totalmente, 16,8% bastante y el 13% algo en desacuerdo).

Tabla XII.
El promedio del locus de control fue de -11,31 con un desvío de 9,37, lo cual marca una predominancia interna.

Tabla XIII.
Al clasificar el tipo de locus de control se observa que, de los que respondieron, el 85,7% tenía un locus de control predominantemente interno, y el 14,3% predominantemente externo. El 4,5% de los pacientes no contestó a más del 70% de la escala, requisito para poder clasificar el tipo de locus de control.

III.c. Relaciones entre el locus de control, las estrategias de afrontamiento y las prácticas de autocuidado

Tabla XIV.
Se observa que las personas con un locus de control predominantemente interno presentan una media (44,90) significativamente (t= 3,436 y p<0.01) superior de prácticas de autocuidado que quienes evidencian un locus predominantemente externo (40,38).

Tabla XV.
Se observa que el locus de control presenta moderadas correlaciones significativas y negativas con la valoración de la situación como desafío (r= -.347) y con la frecuencia de uso de las estrategias de afrontamientos activos (cognitivo dirigido a la situación: r= -.258; cognitivo dirigido a la emoción: r= -.368; conductual motor dirigido a la situación: r= -.329; conductual motor dirigido a la emoción: r= -.357); mientras que con las prácticas de autocuidado ocurre lo inverso: presentan correlaciones significativas y positivas con la valoración de la situación como desafío (r= .312) y con todos los afrontamientos activos (cognitivo dirigido a la situación: r= .203; cognitivo dirigido a la emoción: r= .298; conductual motor dirigido a la situación: r= .403; conductual motor dirigido a la emoción: r= .401).
Por el contrario, el locus de control presenta bajas correlaciones significativas y positivas con los afrontamientos menos efectivos (pasivo: r= .178 y evitativo: r= .395); en tanto que las prácticas de autocuidado correlacionan de manera inversa con el afrontamiento evitativo (r= -.262); aunque debe considerarse que la debilidad de algunos de estos coeficientes hace difícil su interpretación.
Es decir, cuanto más externo resulta el locus de control menor es la tendencia de que los pacientes utilicen una valoración de la enfermedad como desafío y que la afronten de manera activa, lo cual hace que las prácticas de autoatención y autocuidado sean menos adecuadas. Inversamente, las personas con un locus de control predominantemente interno tienden a valorar la enfermedad como desafío y la afrontan activamente realizando de manera más adecuada la adhesión a los tratamientos. De esta manera, se ve corroborada la hipótesis de la que se partió.

IV. Conclusiones
Las personas con un locus de control predominantemente interno, son quienes presentan mayor probabilidad de relacionar sus conductas con el resultado obtenido, en este caso el cuidado de la diabetes. Por ello, son quienes realizan más prácticas de autocuidado en relación con su dieta, el control de medicación y autoexámenes, la realización de ejercicios físicos y, el cuidado de los pies, como medidas preventivas.
Es importante destacar, en cambio, que quienes atribuyen la causa de su enfermedad a factores externos a sí mismos; es decir, que no consideran que sus conductas puedan actuar sobre la enfermedad, es menos probable que la evalúen como un desafío y que utilicen estrategias activas de afrontamiento (tanto cognitivas como conductuales, dirigidas a la emoción o al problema). Inversamente, los que la valoran de ese modo y utilizan ese tipo de estrategias son quienes presentan una mayor posibilidad de adherir a los tratamientos, cumpliendo las prácticas de autocuidado indicadas.
Esto implicaría un mayor control de la situación problemática posibilitada por una evaluación de la enfermedad vinculada con los elementos con los que cuenta el enfermo para hacer frente a la situación. Entre esos elementos se encuentran los factores físicos, los socioeconómicos, los personales y los culturales.
Es decir que cuando la diabetes es evaluada como un desafío, es porque el enfermo considera que puede hacer algo para mejorar su calidad de vida, y que para tener control sobre la misma, no debe evitar esta situación sino que tiene que afrontarla con mecanismos activos, dirigidos tanto a solucionar el problema como a manejar las emociones provocadas por la existencia de la enfermedad.
En síntesis, los pacientes con diagnóstico de diabetes tipo II que evalúan que la aparición y potenciales complicaciones de su enfermedad se relacionan con su estilo de vida (ej: malos hábitos alimenticios y sedentarismo), tienden a valorar la enfermedad como un desafío y la afrontan más activamente practicando un autocuidado adecuado. Estos resultados resultan congruentes con hallazgos de investigaciones anteriores (Bail Pupko y Azzollini, 2009) en que las que se observó que las actitudes positivas hacia las enfermedades crónicas se vinculan con una clara interpretación sobre la causalidad de las mismas. Y, asimismo, se detectó que quienes presentaban actitudes positivas tenían mayor probabilidad de valorarlas como desafío y de utilizar tanto afrontamientos cognitivos (pensar soluciones, hacer cosas que ayuden, decirse cosas positivas y darse ánimo) como motores (actuar, pedir ayuda, hacer cosas que lo ayuden a estar activo y sereno, aliviar tensiones). Inversamente, quienes presentaban una actitud negativa no sólo tenían una menor probabilidad de utilizarlos sino que tendían a realizar más afrontamientos evitativos (huir de la situación y de las cosas relacionadas con ella).
En otros términos, la percepción de un mayor control (sobre la situación o sobre las propias emociones) se ve favorecida por un locus de control predominantemente interno y una actitud positiva hacia la enfermedad crónica. Estos resultados son consistentes con los obtenidos por Sinclair y Blackburn (2008) que en su estudio en mujeres con una enfermedad crónica (artritis reumatoidea) encontraron que quienes tenían mayor control de la situación y de sus emociones, podían encontrar un significado positivo a los cambios asociados a su sufrimiento. Por su parte, Lynam et al. (2009) encontraron que la interrelación entre el locus de control y el autocuidado sirve para predecir la adhesión a los tratamientos en pacientes con HIV; resultando la autoeficacia y el autocontrol relacionados con un locus de control de tipo interno.

V. Discusión
En 1984, la OMS consideró la salud como "un recurso para la vida diaria" en el que "se subrayaría, como concepto positivo, los recursos sociales y personales además de las capacidades físicas" (p. 10). Los elementos básicos para la salud serían la dotación económica (salario), la vivienda, la alimentación, y también "información y destrezas vitales; un entorno que apoye, proporcione oportunidades para elegir entre bienes, servicios e instalaciones, y condiciones en el entorno total (físico, social y cultural) que incrementen la salud" (p. 31).
Autores como Prilleltensky (2004), retoman la idea de que para experimentar calidad de vida se requieren "suficientes" condiciones sociales y políticas libres de explotación económica y de abuso de los derechos humanos. Esto quiere decir que para hablar de salud, no basta hablar de condiciones físicas, sino que cobran importancia los factores económicos y también las variables de personalidad, las destrezas y habilidades y el contexto sociocultural en el que transcurre la vida de una persona.
Los resultados encontrados hacen pensar que esta confluencia de factores influye en las representaciones, actitudes y conductas de los pacientes con diagnóstico de diabetes y resulta fundamental considerarlos al planificar intervenciones. Además, para que éstas resulten exitosas parece necesario que se tenga en cuenta también la relación existente entre la causalidad que la persona le atribuye a su comportamiento en relación con su enfermedad, las estrategias de afrontamiento que utiliza y la adhesión a los tratamientos traducida en prácticas de autocuidado. No obstante, es necesario profundizar en las relaciones entre estas variables porque algunos de los coeficientes encontrados resultaron bajos y, por lo tanto, de difícil interpretación.
Por último, cabe destacar que la no adhesión a los tratamientos, además de suponer que los pacientes no mejoran, trae aparejado un alto costo económico. De hecho, el incumplimiento del tratamiento provoca el agravamiento de dolencias y hospitalizaciones que pueden ser evitadas (Martín Alfonso, 2006). Por otra parte, la no adherencia a los tratamientos hace difícil evaluar la eficacia de los mismos; de ahí la importancia de seguir indagando sobre este tema.

Tabla I. Valoración de la enfermedad como amenaza que realizan los pacientes diabéticos.

Tabla II. Valoración de la enfermedad como desafío que realizan los pacientes diabéticos.

Tabla III. Valoración de la enfermedad como irrelevante que realizan los pacientes diabéticos.

Tabla IV. Afrontamiento cognitivo de la enfermedad dirigido a la situación que realizan los pacientes diabéticos.

Tabla V. Afrontamiento cognitivo de la enfermedad dirigido a la emoción que realizan los pacientes diabéticos.

Tabla VI. Afrontamiento conductual de la enfermedad dirigido a la situación que realizan los pacientes diabéticos.

Tabla VII. Afrontamiento conductual de la enfermedad dirigido a la emoción que realizan los pacientes diabéticos.

Tabla VIII. Afrontamiento pasivo de la enfermedad que realizan los pacientes diabéticos.

Tabla IX. Afrontamiento evitativo de la enfermedad que realizan los pacientes diabéticos.

Tabla X. Estadísticos descriptivos (media y desvío estándar) de la valoración y afrontamiento de los pacientes diabéticos hacia la enfermedad.

Tabla XI. Frecuencias absolutas y porcentuales de las respuestas a la escala de locus de control de los pacientes diabéticos.

Tabla XII. Estadísticos descriptivos (media y desvío estándar) del locus de control de los pacientes diabéticos.

Tabla XIII. Frecuencias absolutas y porcentuales del tipo de locus de control predominante de los pacientes diabéticos.

Tabla XIV. Análisis descriptivos y prueba t de las prácticas de autocuidado, según el locus de control de los pacientes diabéticos

Tabla XV. Análisis de correlación (rho de Spearman) del locus de control y las prácticas de autocuidado con la valoración y afrontamiento que realizan los pacientes diabéticos de su enfermedad.

Bibliografía

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Fecha de recepción: 29 de marzo de 2010
Fecha de aceptación: 27 de septiembre de 2010

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