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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.18  Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2011

 

PSICOLOGÍA CLÍNICA Y PSICOPATOLOGÍA

 

Femineidad: segregación y lazos

Femininity: segregation and relationships

 

Karpel, Patricia Andrea1; Lejbowicz, Jacqueline Viviana2

1 Psicoanalista. Docente de las Cátedras "Introducción a la Clínica con Toxicomanías y Alcoholismo" y "Psicopatología 1", Facultad de Psicología, UBA, Investigadora UBACyT. E-mail: patricia_karpel@hotmail.com

2 Idem 1. E-mail: jlejbowicz@yahoo.com

 


Resumen
Precisamente, en el punto en que lo femenino no hace clase, la identificación histérica deja un resto; lo inimitable de la Otra, que se vuelve causa para cada una. S. Freud señalaba que las chicas del internado hacían síntoma, todas, por la carta del amado que una recibía; en una identificación histérica que situaba la pregunta por los misterios femeninos que causan el deseo de un hombre. Nos preguntamos cómo "pasa", o no, lo femenino en estos tiempos de declive de la función paterna, qué particularidades introduce en los lazos, esta época de prevalencia de consumos autistas de objetos tóxicos y de imágenes, centrando esta pregunta en particular respecto de las jóvenes. Intentaremos situar, para ello, una lectura posible de un fenómeno de segregación actual que en ámbitos educativos de otros países y del nuestro llaman "bullying", y que suele tomar la modalidad de pandillas de chicas que se unen para desgarrar brutalmente el rostro de otra, en un pasaje al acto donde se rechaza la diferencia con un corte en lo real, eludiendo el pasaje por las identificaciones a que la función fálica daría acceso, y permaneciendo en un plano de transitivismo imaginario, en la más descarnada segregación.

Palabras clave:
Femineidad; Actualidad; Imagen; Bullying

Abstract
Precisely, in the point in which the feminine thing doesn't form a class, the hysterical identification leaves an inimitable way of "The Other woman", which turns reason and crux for each one. Freud was indicating that all the girls of the boarding school were doing symptom, for the love letter that one had received, in a hysterical identification that allowed them to place the question for the feminine mysteries that cause the desire of a man. We wonder for how the feminine thing "happens" or not in these times of decline of the paternal function; how this times of autistic consumerism of toxic substances and images establish crazy ties. We will focus on the young women question. For it, we´ll try to place a reading of a phenomenon, called "Bullying" by educational instances in several countries, that takes the modality of girls' gangs that join to crush brutally other's face, in a passage to the act where the difference is refused by a real cut, eluding the passage for the identifications to which the phallic function would lead, and remaining in an imaginary plane, in the most emaciated segregation.

Key words:
Femininity; Nowadays; Image; Bullying


 

Femineidad, segregación y lazos
Podríamos decir que cada época produce sus propios modos de vivir, de morir, y de gozar. En esta época, el declive de la función paterna ha propiciado la instalación de la toxicomanía y el consumo de imágenes como algunos de sus modos de goce paradigmáticos. Cada uno goza con su pequeño objeto, prescindiendo del otro. Tomando en cuenta los efectos de segregación que estos modos autistas de gozar producen, nos interesa en particular situar que lugar toma, en estos tiempos, lo femenino. Lo que en otros tiempos se ordenaba bajo la égida del amor al padre, deparaba ciertos caminos para las jóvenes adolescentes en su acceso a una posible sexualidad. Caminos que Sigmund Freud intentó delinear en sus artículos sobre la sexualidad femenina y en varios de sus casos clínicos, orientado -y, en ocasiones, desorientado- por la pregunta "¿Qué quiere una mujer?".
Precisamente uno de los casos de identificación que Freud trabaja en "Psicología de las masas y análisis del yo" (1), reseña un tipo de lazo que podríamos pensar como paradigmático de esos tiempos: Las chicas del internado haciendo un ataque histérico todas, por la carta del amado que recibe una; en una identificación que les permitía aventurarse por una vía deseante, situando por procuración, la pregunta por los misterios femeninos que causan el deseo de un hombre.
Nos preguntamos por cómo "pasa" -o no- lo femenino en estos tiempos de declive de la función paterna, cómo se arman -o no-, lazos e identificaciones. Para ello situaremos una lectura de un fenómeno actual que suele tomar la modalidad de pandillas de chicas que se unen para desgarrar brutalmente el rostro de otra, en un pasaje al acto que da cuenta de la no operación del semblante. Se suprime la diferencia por un corte en lo real, eludiendo el pasaje por las identificaciones a que la función fálica daría acceso, y permaneciendo en un plano de transitivismo imaginario, en la más descarnada segregación que deja a todas en el lugar del despojo.
Nos parece que se podrían tomar como paradigmas de modos de lazo de cada época, la identificación entre las chicas del internado en los tiempos de Freud, y la segregación que ponen en juego estas pandillas de colegialas que describimos, en estos tiempos.
Jacques Lacan, ya en 1967, advertía sobre las consecuencias de una extensión cada vez mas dura de los procesos de segregación que se irían produciendo "por el reordenamiento de las agrupaciones sociales por la ciencia, y, principalmente, por la universalización que la ciencia introduce en las agrupaciones sociales" (2).
"Una época en la cual la autoridad del padre está devaluada, donde lo que comanda es el objeto y lo que impera es la obtención de goce a cualquier precio, el empuje al consumo, y el rechazo profundo de toda diferencia, ¿qué depara para el advenimiento de lo femenino? ¿Qué caminos para la sexualidad femenina que sitúen la dimensión del no-todo?" (3).
En "La era de la fiesta permanente", F. Naparstek afirma: "En la civilización freudiana -si la podemos llamar así- la mayor parte del tiempo estaba regulado por la ley y sus instituciones. Al costado teníamos esos pequeños excesos festivos cada tanto [referencia a la iesta totémica]. En la actualidad habría un empuje a una iesta permanente con un intento de hacer desaparecer el resto" (4). Se promueve entonces un empuje a gozar no regulado por el nombre del padre, que promueve un verdadero enloquecimiento...globalizado.
Para pensar algunos efectos de la desregulación que la caída del lugar del padre en la cultura produce en las adolescentes de esta época, nos pareció pertinente entonces contraponer esos lazos de identificación que se armaban entre las chicas del internado que Freud describía, con lo que actualmente psicólogos y educadores de distintos lugares del mundo han dado en llamar "Bullying", fenómeno que se produce en escuelas y barrios, aparentemente en un in crescendo y nos llama a reflexionar.
El término proviene de "bully", que en inglés significa "bravucón" o "matón". Se define como "prácticas de medidas de segregación orientadas a doblegar psicológicamente a las víctimas, además de lanzar actos de difamación y menosprecio". Se trata de la reiteración de conductas de maltrato a un compañero produciendo un desequilibrio de poder que hace a la víctima impotente para salir de esa situación por sus propios medios, induciéndola incluso al suicidio.
Nos interesa particularmente reflexionar sobre la manera en que este fenómeno se presenta en muchachas adolescentes, poniendo en juego, en pandilla, actitudes que van desde tomar de punto a una compañera, con conductas injuriantes y crueles que pueden pasar por difamarlas públicamente escribiendo insultos o afirmaciones sobre su vida sexual en facebooks y fotologs; o bien filmando situaciones donde se la provoca y se la pone en ridículo; hasta situaciones donde concretamente le propinan palizas y cortes que van al objetivo directo de desigurarle el rostro. Los motivos aducidos son, por ejemplo, su tez blanca y éxito en las materias escolares, o ser rubia y agrandada. Y el acto es reivindicado con un: "Esto te pasó por ser linda".
¿Qué lazos son los que se arman en esa pandilla donde algunas simplemente participan por temor a pasar a su vez a ser víctimas de ultraje, y otras van simplemente... por la cara de la otra, a romperle literalmente la cara? ¿Qué estatuto de Otra se conigura ahí?
Es una lógica segregativa donde la cohesión parece situarse en una comunidad de odio, por quedar, juntas, en el lugar de resto, respecto de otra que es portadora de una imagen cercana a la promovida desde los medios. Si el racismo es el odio al goce del otro, acá parece ponerse en juego el odio a aquella a la que se le supone gozar de ser portadora de la imagen que socialmente se promueve. La segregación promueve un goce dislocado, cerrando la vía del deseo y no aloja la diferencia. Se segrega lo más propio, lo femenino.
Es en ese mismo punto del rechazo de la diferencia, que otras tantas se operan, en una proliferación de rostros construidos a semejanza de la otra, en una réplica de lo mismo, borrando con el bisturí toda marca propia. Gestos y expresiones desterrados de esas caras pret-a-porter,
donde a lo sumo se puede ver la huella particular de tal o cual cirujano. Y nada de lo propio. O en el mismo punto, en que se hacen castings para buscar novia a algún galán televisivo bizarro, y se presentan chicas que en tren de querer hacer existir lo que no existe, hacen gala del grotesco obtenido en la acumulación de cirugías.
Cuando el Nombre del Padre opera, la pregunta por los secretos de la Otra, orienta en el camino del misterio de la propia feminidad, hacia lo más particular. Precisamente en el punto en que lo femenino no hace clase, es una por una; la identificación histérica deja un resto inasimilable que se vuelve causa y enigma para cada mujer. Recordemos a Dora, mirando extasiada la imagen de la Madonna, o admirando secretamente el rostro blanquísimo de la Sra. K. La pregunta por lo inimitable de la Otra conduce sinuosamente a la posibilidad de buscar el propio modo y estilo.
El chusmear, el sacarle el cuero a la otra, organiza el lazo entre mujeres metabolizando el goce, en tanto el maldecir (dit femme/ diffame) es un intento por nombrar algo de lo indecible de lo femenino.
Pero en estos casos que se dan en la actualidad, desde un verdadero enloquecimiento, se le saca literalmente el cuero a la otra, ya no en la vía metafórica del hablar mal; sino en lo que se muestra. Por ejemplo, en lo que se da a ver en la pantalla a través del Facebook. O, cómo relatábamos, arrancándole verdaderamente el semblante, rompiéndole la cara con golpes, cortes y arañazos.
Las chicas de la pandilla no soportan que la otra porte esa imagen. Lejos de la procuración histérica que abre la pregunta por el deseo femenino, le arrancan la cara a la otra, como quien rompe una vidriera o mata a alguien para robarse unas zapatillas, no porque le supongan un saber sobre el deseo, sino simplemente porque porta esa imagen. Es una dimensión que no alcanza a constituir lo especular porque no hay cuerpo.
La difamación misma cobra otra dimensión, o mejor dicho, pierde dimensión en tanto no opera como resto lo indecible, cuando es llevada a la pantalla del Facebook: Lo que no está en la pantalla no existe, y a la vez, lo que está en la pantalla es absolutamente. Es un absoluto.
La dimensión pública, a la que nada se le sustrae en esta pantalla que todo lo mira y todo lo muestra, deja en ocasiones, a algunas chicas más frágiles y de menor recurso simbólico, con el suicidio como única salida. Quitarse la vida para sustraerse de la pantalla y poder constituir ahí un resto, a costa de volverse ella misma resto.
Aquí de lo que se trata es de un verdadero pasaje al acto. Lo forcluído, la no puesta en función del Nombre del Padre, mantiene la pantalla in-atravesable, in-agujereable. Por eso, el romperle la cara a la otra, o el suicidio ante la difamación pública en el Facebook, funcionan produciendo un desgarro en lo real, allí donde lo simbólico no opera situando agujero.
En tanto no funciona el semblante, no se sitúa el lugar de lo radicalmente Otro de sí, sino que hay pura imagen. Lo que hay son imágenes falsas, querer reconocerse en imágenes falsas creyendo que eso es LA mujer. Son imágenes des-reguladas, salidas del régimen de la verdad en tanto desconectadas de lo real (5). Quedamos entonces en el nivel de "lo semejante", en un eje imaginario que no incluye nada de lo prójimo y del objeto causa de deseo.
No opera la identificación, ni se sitúa lo inimitable; sólo hay mimesis, dualidad pura, transitivismo. No se pone en juego la admiración ni la "invidia", sino la aniquilación. En tanto lo simbólico no sitúa el agujero de lo real, no sólo hay un quedar feudatarias de la imagen, sino que imaginario y real quedan sobremontados.
Dice J. A. Miller: "Sin el Nombre del Padre no hay más que caos. Caos significa fuera de la ley, que hay caos en lo simbólico. Sin el Nombre del Padre no hay lenguaje, solo lalengua. Sin el Nombre del Padre, no existe propiamente el cuerpo, hay tan sólo lo corporal, la carne, el organismo, la materia, la imagen" (6).
Podemos decir que si el Nombre del Padre opera, hay lazos posibles y lugar para el deseo, en tanto queda un resto que causa el decir. Sin el Nombre del Padre, la lógica imperante es la segregativa, y es el sujeto el que queda eyectado, como resto, al lugar del objeto.

Bibliografía:

(1) S. Freud. "Psicología de las Masas y Análisis del yo", Biblioteca Nueva.         [ Links ]

(2) J. Lacan. "Proposición del 9 de octubre de 1967, sobre el psicoanálisis de la escuela". Momentos cruciales de la experiencia analítica. Editorial Manantial.         [ Links ]

(3) P. Karpel, J. Lejbowicz. "Velos y pesadillas. Del despertar de los sueños en las chicas de esta época". Psicoanálisis y el Hospital. La adolescencia hoy. Nro 37.         [ Links ]

(4) F. Naparstek. "La era de la fiesta permanente" en "Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo II"         [ Links ].

(5) S. Toté. Conferencia en Ateneo Anorexia y Bulimia, ICBA, EOL. (inedito).

(6) J. A. Miller. "Lo real y el sentido". Colección Diva.         [ Links ]

Fecha de recepción: 29 de marzo de 2011
Fecha de aceptación: 25 de mayo de 2011

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