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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.18  Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2011

 

PSICOLOGÍA SOCIAL, POLÍTICA Y COMUNITARIA

 

Continuidades y discontinuidades en las luchas por el trabajo y la vivienda

Struggles for work and housing: continuities and discontinuities

 

Robertazzi, Margarita1; Pertierra, Lidia Isabel; Cazes, Marcela; Siedl, Alfredo2

1 Licenciada en Psicología. Magíster Scientiae en Metodología de la Investigación Científica, UNER. Doctora en Psicología, UP. Profesora Adjunta Regular en el Área Psicología Social Comunitaria, a cargo de la asignatura Psicología Social II, Facultad de Psicología, UBA. Directora de Proyecto de Investigación UBACyT. E-mail: mrobertazzi@ibertel.com.ar

2 Lic. en Psicología. Docentes de la Cátedra Psicología Social II, Facultad de Psicología, UBA. Investigadores UBACyT.

 


Resumen
Este artículo se enmarca en el proyecto de investigación "Narrativas del desamparo: conformismo, mesianismo, opciones críticas" (P058), de la Programación Científica UBACyT 2008-2010.
Sus objetivos generales son: indagar el impacto psíquico que producen distintas condiciones de trabajo y hábitat en grupos sociales desprotegidos y marginalizados; relevar y analizar distintas propuestas públicas, privadas y autogestionadas frente a la problemática planteada.
El diseño es un estudio de casos múltiples intencional- mente seleccionados, el método y las principales técnicas, cualitativos: entrevistas y observaciones tan participativas como sea posible, articuladas con análisis de fuentes secundarias.
Estos resultados parciales exploran las semejanzas y las diferencias entre dos modalidades de lucha, analizando los procesos psicosociales, psicoculturales y psicopolíticos de ocupación y resistencia.
Los procesos de resistencia a la exclusión vinculados a la vivienda y la tierra parecen funcionar como un premodelo de la lucha por la fuente de trabajo, aunque enfrentar críticamente el déicit habitacional no tiene tan marcado protagonismo y goza de menor legitimidad social.

Palabras clave:
Derechos; Luchas; Trabajo; Vivienda

Abstract
This article is part of the research project "Narratives of neglect: conformism, messianism, critical options" (P058), on UBACyT Scientific Program 2008-2010.
Its general purposes are: to study psychic impact of differ- ent working and habitat condition in family groups neglected and marginalized, as well as to collect and analyze different public, private and self-management proposals to solve the problems posed.
Design consists of multiple, intentionally selected case study, method and main techniques are cualitative: interviews and observations as participatory as possible and related to the analysis of secondary sources.
These partial results explore the similarities and differences between two forms of struggle, analyzing the processes psychosocial and psycho psychopolitical of occupation and resistance.
The processes of resistance to the exclusion linked to housing and land appear to function as a premodelo of the struggle for job source, although critically address the housing deicit are not so marked prominence and enjoys less social legitimacy.

Key words:
Rights; Fight; Work; Housing


 

Introducción
Este artículo se enmarca en la investigación "Narrativas del desamparo: conformismo, mesianismo, opciones críticas", P058, de la Programación Cientíica UBACyT 2008-20101 , que tiene por objetivos generales indagar el impacto psíquico que producen distintas condiciones de trabajo y hábitat en grupos sociales marginalizados por la pobreza, así como relevar y analizar propuestas públicas, privadas y autogestionadas frente a la problemática planteada.
Desde la perspectiva metodológica, se trata de un estudio de casos múltiples (Archenti, 2007; Stake, 2006) intencionalmente seleccionados en el área de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), donde es posible encontrar una gran diversidad de sectores con distintos niveles de indefensión: desde personas y familias viviendo a la intemperie hasta cooperativas que intentan autogestionar sus viviendas; grupos donde todos sus integrantes son beneficiarios de planes de trabajo y/o habitacionales otorgados por organismos públicos o privados, con mayor o menor apoyo gubernamental.
Las principales técnicas administradas son cualitativas, conversacionales y observacionales, complementadas con el análisis de fuentes secundarias.
El núcleo teórico central de la investigación se refiere al análisis de procesos psicosociales históricos, psicopolíticos y psicoculturales de actualidad y relevancia social que afectan a un sector muy amplio de la ciudadanía de nuestro país.
Las dimensiones metateóricas, teóricas y metodológicas de las que se parte para analizar los datos se enmarcan en el Paradigma de la Construcción y Transformación Críticas, lo que implica la explicitación ética y política, es decir, una propuesta de investigación científica que contribuya a la transformación de situaciones injustas e inequitativas que ponen en riesgo la vida de personas y colectivos (Montero, 2006).
En condiciones precarias, e incluso indignas, de trabajo y hábitat, es posible detectar un altísimo grado de desamparo. Esta situación genera una amplia gama de sufrimientos intensos y excesivos (Galli & Malfé, 1989), los que cobran distintos sentidos y promueven variadas significaciones/racionalizaciones respecto de tales condiciones de vida, las que pueden analizarse en los relatos y observarse en los intercambios y prácticas de personas, grupos y comunidades que los padecen. Sin embargo, ni el desamparo ni el sufrimiento en sí mismos obstaculizan, en algunos casos, la emergencia de procesos de desnaturalización, problematización y fortalecimiento (Montero, 2004).
El propósito de este artículo es establecer líneas comparativas entre dos problemáticas: vivienda y trabajo, tomando como categorías de análisis los procesos y las acciones psicosociales, psicopolíticos y psicoculturales de ocupación y resistencia. Para ello se analizan procesos de ocupación de territorios, particularmente las tomas realizadas en 2010 en el Parque Indoamericano y el Bajo Flores (CABA), comparándolos con experiencias de recuperación de empresas ocurridas desde fines de la década del '90 del siglo XX, así como con anteriores procesos de ocupación de tierras de la década del '80, también en Buenos Aires.
En algunos casos, la lucha por la vivienda mediante la ocupación de tierras, funcionó como un premodelo de la lucha por la recuperación de empresas en 1998. Asimismo, en otras experiencias de hábitat urbano para sectores con diicultades de acceso a la vivienda, se observaron, desde 2003 hasta 2011, grados muy dispares de autogestión; modalidades de organización; resultados prácticos; presencia/ausencia del sector estatal, y, en lo que atañe especialmente a esta investigación, de sufrimiento psíquico; de capacidades de agencia limitadas por las estructuras organizativas, por falta de información y por la no transferencia de experiencias exitosas de otros ámbitos.

La densificación del espacio urbano y el problema de la legitimidad
En la problemática que se explora se trata de argumentar a favor del derecho a la vivienda y al trabajo dignos, ambos indispensables para sostener una vida medianamente saludable, sin embargo frecuentemente vulnerados en las prácticas sociales, aunque aparezcan proclamados en lo formal.
A pesar de que el trabajo no logró recuperar su clásica función de organizador de la vida social, el mayor dramatismo comenzó a visualizarse con la falta de viviendas. En coincidencia con esta perspectiva, muchos otros investigadores, entre ellos Adaszko y Salvia (2010) sostienen que aunque el problema habitacional en Argentina es estructural se incrementó a partir de la instrumentación de políticas neoliberales, cuando el Estado abandonó su rol y el problema quedó regulado por el mercado.
En la primera década del siglo XXI, además, los lujos especulativos de capital se trasladaron a los insumos alimentarios básicos y la posesión de territorios, de recursos naturales y de grandes extensiones cercanas a los medios urbanos se hizo estratégica. A mediados del siglo XX, estos territorios antes descuidados fueron utilizados en el ámbito metropolitano para albergar a los migrantes, como describió Verbitsky (1957) al acuñar el término "villa miseria". Estas "villas" ocupaban "espacios cuasi-vacíos" que ahora ya no existen, pues todo espacio es visible y, a la vez, objeto de apropiación y disputa, en función del valor de la tierra y de la posibilidad que ofrece para el desarrollo de importantes emprendimientos inmobiliarios. Las distintas interpretaciones que sostienen los actores sociales diieren, aun en el ámbito judicial, sobre el sentido que adquiere la defensa del derecho a la vivienda digna. Para algunos se deberían privilegiar los derechos de una parte de la ciudadanía, los que podrían verse afectados a partir de las ocupaciones de tierras, por eso argumentan a favor del interés y el valor patrimonial 2, sin embargo, otras interpretaciones sostienen que no respe
tar la imperiosa necesidad de una vivienda digna resulta violatorio de derechos consagrados en la Constitución Nacional y en tratados internacionales de los que participa el Estado Nacional, posición coincidente con la de este equipo de investigación (Amigo & Robertazzi, 2009; Robertazzi, Ferrari, Pertierra & Siedl, 2010). Ahora bien, estos postulados se encuentran implícitos en las acciones de distintos sectores involucrados en las luchas por el territorio.

Variaciones sobre el tema/problema de investigación
Desde 2002, el objeto de estudio del equipo de investigación3 fue el análisis de un acontecimiento innovador: la recuperación de empresas por sus propios trabajadores y trabajadoras. Para ello se estudiaron en profundidad tres casos de imprentas recuperadas en la CABA.: Chilavert Artes Gráicas, El Sol y Gráfica Patricios, entre otros seleccionados a posteriori.
A partir de esos estudios, fue posible identificar tres modos de subjetivación preponderantes, denominados: conformismo, mesianismo y opciones críticas, o de protagonismo en la transformación, los que daban cuenta de diferentes modos de pensar, sentir, imaginar y actuar de trabajadores/as; del tipo de reconversión vincular que delineaba distintos perfiles en cada empresa y de los procesos de transformación heterogéneos que sucedían a lo largo de cada historia colectiva. La producción de efectos de subjetividad no estaba igualmente distribuida en ninguna de las organizaciones estudiadas, ni siquiera se mantenía invariable en los debates de cada trabajador consigo mismo y con los otros. Sin embargo, con mayor o menor grado de autonomía, de protagonismo, o de mesianismo, los trabajadores y las trabajadoras experimentaron fortalecimiento al volver a poner en pie sus empresas.
Mientras se desarrollaba la investigación, el tema de la falta o de la precariedad de las viviendas se convirtió en foco de atención al surgir espontáneamente en el discurso de algunas de las personas entrevistadas, quienes narraban sus experiencias previas en la lucha por la tierra o la vivienda digna. El interés por estudiar el tema se vio intensiicado en la medida en que las consecuencias del déficit habitacional adquirían mayor visibilidad, no sólo en la periferia, sino inclusive en los lugares más céntricos de la C.A.B.A.
Entonces, la pertinencia de estudiar narrativas vinculadas a las urgencias habitacionales se basó tanto en una observación del paisaje urbano como en el discurso de algunos interlocutores claves, a la vez que el debate cobraba vigor en los medios de comunicación y en el campo académico.
La incesante tarea de construcción y el aumento de los habitantes en las Villas 31 y 31 bis fueron indicadores, entre otros no menos importantes, que obligaron a prestar atención al tema (Amigo, 2010; Robertazzi, Ferrari, Pertierra & Siedl, 2010). Los problemas vinculados con la vivienda en los sectores populares no parecían encauzados, a pesar de algunos intentos, entre ellos el plan de urbanización de dichas villas ubicadas en el barrio de Retiro de la C.A.B.A. Los indicadores mencionados llevaron a este equipo a profundizar en el rol de las instituciones estatales encargadas de las políticas de vivienda y de las regulaciones del espacio urbano.
Para no abundar en datos estadísticos que pueden consultarse en el informe de Adaszko y Salvia (2010), resultan muy significativos algunos fragmentos de una entrevista sostenida con la abogada que está a cargo del área Vivienda de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires4. Su discurso realiza, en primer lugar, una descripción sobre el funcionamiento de la institución a la que pertenece, la que se basa en un modelo integral de defensa de derechos: "[...] que quien viene acá a plantear un tema sepa que está reclamando por un derecho vulnerado y no por una necesidad meramente". También refiere a un modelo ideal que debiera regular el funcionamiento de la Defensoría y el del resto de las instituciones del Estado, sin embargo, en la práctica, esto no es así: "[...] ha habido programas aislados, pero no un diseño de política habitacional planificado [...] si vos tomás el 2001, con el déficit como un indicador concreto de la precariedad habitacional o de la carencia de vivienda, esto va empeorando por falta de políticas". Finalmente, su relato describe las acciones más frecuentes, especialmente en el contexto de las políticas habitacionales, en consonancia con el problema estructural ya mencionado: "El programa que existe se implementa de modo ineficaz, no tiene metas planificadas para el año, no cumple ningún tipo de
objetivo. Son como reacciones espasmódicas"5.
Las primeras indagaciones en las cooperativas de vivienda llevaron a una inicial y apresurada conclusión que tendía a establecer fuertes similitudes con las cooperativas de trabajo, por ejemplo cuando se analizó, en 2008, el primer caso: el complejo habitacional Monteagudo, en el barrio de Parque Patricios de la CABA (Bancalari, Pérez Ferretti & Robertazzi, 2010). Sin embargo, un trabajo de campo más amplio permitió reconocer las diferencias, algunas de ellas ya señaladas anteriormente (Robertazzi, Ferrari, Pertierra & Siedl, op. cit.).
Al inicio del siglo XXI, se difundió en diversas agencias gubernamentales argentinas una práctica consistente en delegar la construcción de viviendas populares en cooperativas y ONGs, quedándose el Estado con los cargos de financiación y control de obras. Se intentó así fomentar
formalmente, "desde arriba", la "participación" de personas carentes de vivienda y, además, muchas veces, de experiencias organizativas, lo que redundó en una exigencia iatrogénica, paradójica. Se observaron opacidades en el manejo de los recursos, diicultades en los criterios de adjudicación de créditos o viviendas y una tendencia a delegar en "expertos" la planiicación de las obras, lo que terminaba, en algunos casos, alejando a los usuarios de las decisiones fundamentales acerca de su futuro hábitat.
En otros casos, las perspectivas de los habitantes eran desestimadas al quedar por fuera de la planiicación de necesidades resuelta por el experto. Esta dificultad cotidiana de muchas obras devino en un drama que pudo haber sido previsto: la muerte de un niño que cae de un balcón que sólo contaba con una protección precaria instrumentada por los mismos integrantes de la cooperativa "La Lechería".
En otra experiencia, "Sueños Compartidos", llamaban la atención los cercos que dividían a las personas beneficiarias -que vivían en edificios nuevos- de otras que no lo eran, tal frontera también dificultaba el intercambio fluido entre los participantes y el equipo de investigación (Bazán & Siedl, 2011). El efecto del cercado (tejido perimetral que separa la obra de otros sectores de la "villa"), es decir, la fragmentación espacial, obstaculizaba la posibilidad de concebir "espacios comunes".
Cuando aún los y las investigadoras intentaban encontrar categorías de análisis que permitieran hacer inteligibles los datos relevados en el trabajo de campo, y -por qué no- hacer más tolerable la decepción, e inclusive la angustia, que producían estas supuestas "opciones críticas", sucedió la toma del Parque Indoamericano y luego la del Bajo Flores. Indudablemente, el nuevo proyecto de investigación que estudiaba las problemáticas habitacionales mostraba facetas cada vez más difíciles de soportar.
Ocupación y resistencia en la lucha por la vivienda
Son múltiples los casos en los que personas o familias que buscan mejores oportunidades para su vida -lo que frecuentemente imaginan que podría suceder en territorio urbano- ocupan tierras con el in de tener un lugar donde asentarse. De ese modo se fueron organizando cantidad de villas y asentamientos; sólo en la ciudad hay unas 18 villas y, aproximadamente, 26 asentamientos, con una población que aumentó un 40% en los últimos diez años, según la Dirección de Estadísticas y Censos del Gobierno de la C.A.B.A.
La falta de coherencia respecto de las políticas de vivienda, las que funcionarían al modo de "reacciones espasmódicas", permite tal vez explicar en parte lo sucedido a fines de 2010, cuando la toma del Parque Indoamericano se convirtió en una de las principales noticias de los medios de comunicación de masas. Los datos que se elaboran sobre dicha ocupación son producto del análisis de tales documentos.

La ocupación en el Parque Indoamericano
La lucha por la tierra no cuenta con el mismo consenso ni con la misma legitimación social que la recuperación de la fuente de trabajo. Una prueba de ello ha sido lo sucedido en este Parque de la zona sur de la ciudad, donde, en el marco de una "lucha de todos contra todos" (Malfé, 1994), se produjo una fuerte represión, asesinaron a tres personas6 y muchas otras quedaron heridas.
El denominado "Parque" es un territorio abandonado de 130 hectáreas, plagado de pastizales, una especie de basural, que aun así fue ocupado por unas 250 familias que rápidamente se convirtieron en 1500. La toma ocurrió en diciembre de 2010 y se multiplicó en otros lugares de la ciudad y la provincia de Buenos Aires.
La cantidad de factores capaces de dar cuenta de esta situación son muchos, entre ellos corresponde considerar el ya referido crecimiento demográfico en villas y asentamientos, pero también el crecimiento del número de integrantes de cada familia habitando en un mismo espacio, ya sea una casa o una habitación, donde pueden llegar a convivir varias generaciones. El hacinamiento fue reiteradamente mencionado por los protagonistas de la ocupación, así como el aumento del precio del alquiler dentro del mercado inmobiliario informal de las villas y asentamientos (Cravino, 2006). A estos factores debería sumarse la demora en la decisión política frente al conflicto por parte de las autoridades gubernamentales que prefirieron dejar hacer.
Por su parte, los medios de comunicación de masas, que transmitían en directo, mostraban cómo la situación se agravaba y se salía de cauce. Las autoridades nacionales y locales discutían intentando adjudicarle una a la otra la responsabilidad tanto del conlicto suscitado como la de su resolución, llegando a desoír las órdenes judiciales de pacificación, situación que luego se reprodujo de manera semejante en la toma de viviendas de marzo de 2011, que se desarrolla más abajo.
Cabe preguntarse por las consecuencias sociales cuando desde el Poder se presenta un Discurso del Orden (Marí, 1993) con tan poca claridad y racionalidad. Si dentro del dispositivo del poder, el discurso del orden es el espacio de la Ley, el que se apropia de las técnicas con que las normas jurídicas transmiten y transportan la fuerza con los mecanismos de obediencia y control social del derecho, si en ese espacio, la fuerza encuentra dentro del dispositivo del poder su modo más racional de comunicación social, sería bastante lógico esperar que, frente a la inestabilidad de esa instancia, el resultado sea de desconcierto y angustia.
La toma de tierras en el Indoamericano puede pensarse como lucha por la vivienda, dado que las familias que ocuparon el predio buscaban, y hasta algunas pagaron por ello, un lote en el que asentar sus casas, un espacio para "habitar".
En el confuso escenario del "Parque" se visibilizaban distintos actores: operadores y punteros políticos7; funcio
narios; miembros de las barras bravas8 ; supuestos infiltrados; especuladores que vendieron lotes, lucrando con la necesidad de los semejantes; fuerzas de seguridad opuestas entre sí; grupos familiares desprovistos de todo, otros que buscaban obtener un subsidio antes de retirarse de la toma, entre muchos otros. La confusión fue tal durante los momentos más dramáticos que no llegaba a entenderse de dónde venían los ataques, ya sea contra ocupantes, policías, periodistas, vecinos, y hasta equipos médicos que debían asistir a las personas heridas.
Podría conjeturarse que, frente al rechazo que generó aquello que respondía técnicamente al discurso del orden, parecía necesario apelar a otros recursos para lograr la legitimación: son múltiples las técnicas que convierten al imaginario en el más eiciente resorte de la obediencia, el control y el poder. Entran en práctica, entonces, técnicas de manipulación destinadas a golpear todos los sentidos para vehiculizar el discurso de la ley (Marí, 1993).
En este sentido, un tema a ser considerado es que la confrontación se orientó hacia las personas inmigrantes, especialmente provenientes de países vecinos, como Bolivia y Paraguay, mientras que, del otro bando, se situaban antiguos vecinos del barrio y grupos externos a él. En esta lucha entre dos bandos adversarios (Malfé, 1994), cabe preguntarse cómo es posible que en un país como Argentina, constituido mayoritariamente por grupos inmigrantes, pueda generarse tanta hostilidad hacia personas extranjeras-cercanas, al punto de considerarlos enemigos o exogrupo (Tajfel, 1981; Turner, 1990): "Váyanse, bolivianos [puede reemplazarse por paraguayos o peruanos] de mierda", era una de las frases más repetidas en los medios de comunicación de masas.
Ahora bien, ¿qué buscaban las personas que ocupaban el Parque?: "Nuestro objetivo era tratar de ver si nos dejaban entrar en un plan de viviendas o que nos dieran un terreno para pagar" (Barco & Cavanagh, 2010).
Los grupos que ocuparon estas tierras estaban integrados, en buena medida, por inquilinos que vivían en pequeñas habitaciones y pagaban por ellas "rentas extraordinarias", un problema común a muchas "villas de emergencia", de las cuales surgen los sectores más pauperizados, muchos de ellos inmigrantes, que no pueden afrontar dichos alquileres (Kismer, 2009)
El tema es sumamente complejo, pero, según vecinos/as protagonistas, próximos al "Parque", no se resguardaron sus derechos, su condición de ciudadanos de clase media baja, con todas las angustias que tal pertenencia genera en la Argentina actual: los propietarios observaban cómo disminuía el valor de mercado en la zona sur de la ciudad en función de las frecuentes batallas por la vivienda; los que alquilaban se quejaban de costos altos, otros ni siquiera accedían al alquiler y vivían en pensiones o habitaciones; y los que tenían trabajo en blanco (una especie de lujo) decían no cumplir con los requisitos para que un crédito facilitara la adquisición de una vivienda. En síntesis, estos grupos sociales también se sentían desamparados por la indiferencia del Estado, lo que también se experimenta como violencia y, al decir de Bourdieu (1999), toda violencia se paga.
Según las noticias periodísticas, las luchas en el Indoamericano dejaron heridas profundas en la comunidad boliviana y paraguaya residentes en Argentina, pues se incrementaron las expresiones de racismo y xenofobia, así como las agresiones físicas y verbales (Barco & Cavanagh, op. cit.).
Los referentes de la comunidad boliviana en Argentina atribuían la responsabilidad del ensañamiento y la persecución hacia ellos a los medios de comunicación y a los discursos de algunos políticos, especialmente el pronunciado por el Jefe de Gobierno de la CABA, a tal punto que la Embajada de Bolivia le solicitó las disculpas públicas. La frase que despertó polémica, recogida por diversos medios de comunicación fue: "La Ciudad de Buenos Aires no se tiene que hacer cargo de los problemas habitacionales de los países vecinos, hay 500.000 personas en situación irregular. Todos los días llegan 100 ó 200 personas nuevas a la Ciudad de Buenos Aires, ha crecido muchísimo la tenencia de armas9".
Según Baczko (1991), los medios de comunicación de masas ampliican las funciones cualitativas de los discursos difundidos, y en particular de los imaginarios sociales que éstos manejan, no sólo por el carácter audiovisual de las nuevas técnicas, sino y sobre todo, por la formación de lo que se llama "cultura de masas", en donde se anudan relaciones muy complejas entre información e imaginación. En otras palabras, lo que los medios fabrican y emiten, más allá de las informaciones centradas en la actualidad, son los imaginarios sociales y las representaciones globales de la vida social, es decir, de sus agentes, instancias y autoridades, los mitos políticos, los modelos formadores de mentalidades y de comportamientos y las imágenes de los líderes, entre otras cosas. De esta manera, la información estimula la imaginación social y los imaginarios estimulan la información, contaminándose unos con otros en una amalgama activa, a través de la cual se ejerce el poder simbólico. Por eso podría pensarse que la frase pronunciada por el Jefe de Gobierno fomentaba aún más, en el imaginario colectivo, los comportamientos discriminatorios y xenófobos que podían resultarle operativos para fundamentar la inacción frente al problema.
Finalmente, varias acciones conjuntas dieron por resultado la desocupación del "Parque": la intervención de los cónsules de Bolivia y Paraguay; el temor a la deportación (Geuna, 2010), las advertencias que hacían peligrar el cobro de los subsidios gubernamentales; un endeble
acuerdo entre el gobierno nacional y municipal, quienes se comprometieron a dar respuesta conjunta al problema habitacional de los grupos ocupantes en la medida en que desocuparan el predio. Así comenzó la limpieza y el enrejado del terreno, pero el compromiso asumido no parece haber dado lugar a demasiadas acciones concretas.
Lo acontecido en el Indoamericano recuerda los trazos de la genealogía del biopoder (Foucault, 2000), en tanto ejercicio del poder sobre la población, en los que el gobierno retoma y dinamiza los argumentos del racismo, dividiendo el cuerpo social y colocando las diferencias enfrentadas entre inmigrantes y nativos. El enfrentamiento remeda una sociedad que se deiende argumentando el privilegio de la disimetría otorgada por la antigüedad en el territorio y la condición ciudadana de larga data. Este derecho y esta estirpe se esgrimen por sobre otros grupos y sus propios derechos.
En la misma línea, podría pensarse con Baczko (1991) al imaginario social como una pieza efectiva y eficaz del dispositivo de control de la vida colectiva, y en especial del ejercicio del poder. De este modo, el ejercicio del poder, en especial del poder político, pasa por el imaginario colectivo. En este sentido, ejercer un poder simbólico, no significa agregar lo ilusorio a un poderío "real", sino multiplicar y reforzar una dominación efectiva por la apropiación de símbolos, por la conjugación de las relaciones de sentido y de poderío.

Toma de viviendas en el Bajo Flores
En marzo del 2011, aproximadamente 200 personas tomaron 204 viviendas de un complejo habitacional, ubicado en la zona sur de la ciudad, a diez cuadras del Parque Indoamericano. Esos monoblocks, en etapa final de construcción, estaban destinados y serían entregados a la brevedad a los habitantes del asentamiento "El Pueblito", ubicado bajo el Puente Alsina. A pesar de la orden judicial que rápidamente solicitó el desalojo con el fin de entregar las unidades habitacionales a quienes estaban legítimamente destinadas, ni el gobierno nacional ni el local actuaron en consecuencia: no pudieron realizar un censo porque los pobladores se negaron, tampoco garantizar siquiera la atención mínima de niños, niñas y mujeres embarazadas. En cambio, una de las medidas fue cortar agua y luz, e impedir el ingreso de quienes salían de las viviendas, con lo cual comenzaron a faltar alimentos, agua, pañales, y los padres y sus niños quedaron separados.
Se supone que la negativa al censo por parte de quienes ocupaban obedecía a que habrían sido censados en otros conflictos, o bien al temor a perder el cobro de sus planes sociales, dado que se había advertido que dejarían de percibirlos si persistían en la ocupación de tierras o viviendas.
Algunos grupos ocupantes provenían de villas y asentamientos de la zona, varios ya habían participado en la toma del Parque Indoamericano, otros ya hacía años que esperaban ser incluidos en los planes sociales de vivienda; es más, algunos airmaron que esas unidades les estaban destinadas, e incluso que habían tenido que pgar para asegurarse la adjudicación.
Una de las ocupantes dijo a la prensa: "A la noche nos organizamos, porque si vienen a reprimir nosotros vamos a defender a las criaturas [...] si me matan, estoy haciendo causa por una casa para mis hijos [...] es la casa que me corresponde. Me inscribí en 1987 y en 2004 me adjudicaron un departamento que jamás me entregaron. Decían que nos ofrecían $25 mil para irnos, pero nosotros no queremos subsidios10. Que usen esa plata para construir y nos entreguen el departamento" (Rozenwasser, 2011).
Cuando comenzó la ocupación, algunas personas que se encontraban por fuera de los monoblocks, familiares de los ocupantes, manifestaron que tenían documentos que acreditaban haber sido adjudicatarios, e inclusive haber entregado dinero a funcionarios del Instituto de la Vivienda de la C. A.B.A. Si bien, aún no hay modo de comprobar esas denuncias, que identiicaban con nombre y apellido a los funcionarios, y es probable que tampoco pueda comprobarse en el futuro, el relato de estos protagonistas resulta cuanto menos verosímil (Robertazzi, Ferrari, Pertierra & Bazán, 2009).
A la vez, quienes habitaban "El Pueblito", unas 200 familias, ignoraban si las viviendas ocupadas les correspondían o no, porque nadie les había avisado. Hacía tiempo que habitan en la costa del río, en tierras con riesgo de inundación y contaminadas, padeciendo problemas respiratorios, dermatológicos; un buen número de personas ya hacía treinta años que estaban allí asentadas, después de haber llegado generalmente desde Misiones, o del exterior, Paraguay o Bolivia (Wertheimer, 2011).
Tanto los habitantes de "El Pueblito" como los ocupantes del "Bajo Flores" sostienen no querer perjudicarse unos a otros, aunque en los hechos esté sucediendo. Nuevamente, pobres contra pobres en función de un bien escaso: las viviendas.
Al mismo tiempo, los habituales vecinos y vecinas de la zona, intentando proteger sus propios derechos vulnerados, elevaron una carta en la que denunciaron posibles nuevas usurpaciones y pidieron a las fuerzas de seguridad custodia para el barrio.
El conflicto está lejos de ser resuelto, pero en estas acciones puede señalarse una modalidad más impulsiva y de acción directa: "reacciones espasmódicas" que afectarían por igual a grupos ocupantes y a encargados de diseñar políticas de vivienda.
En este caso, a diferencia del Indoamericano, no hubo represión policial, y las familias ocupantes se opusieron a ser censadas, tal vez ambas cuestiones sean consecuencia del aprendizaje que se obtuvo en la toma del "Parque".

La lucha por la vivienda como antecedente de la lucha por el trabajo
Como ya se ha dicho, tal antecedente queda explícito en el discurso de algunos de los primeros protagonistas de la recuperación de empresas por parte de sus propios trabajadores/as. En las dos entrevistas que se analizan en este apartado los dos narradores recrean un modelo que cono
cieron en anteriores experiencias de vida, y que opera como guía para enfrentar nuevos problemas y luchas.
Según el principal referente del Movimiento de Fábricas Recuperadas11, un abogado a quien se atribuye haber elaborado la primera Ley de Expropiación para una de esas organizaciones, las mutuales de vivienda fueron una de sus fuentes de inspiración:
"[...] siempre trabajé con mis padres, siempre hacían tareas sociales, mi madre fue miembro de la comisión de viviendas del barrio, era una villa grande, después se dividió, se hizo un plan habitacional, el llamado plan Alborada, 1690 viviendas [...] Como la gente también tomaba las tierras para hacer viviendas, me tocaba a mí organizarlo, hacer cooperativas de vivienda [...] Ese fue el sistema que uno utilizó después, cuando me pasó con la primer fábrica, que venía el desalojo, el juez de la quiebra y todo lo demás ¿Y cuál era la solución? Y... se me ocurrió hacer una ley de expropiación. Entonces, yo soy el autor de la primer ley... manuscrita".
El modelo que se aplicó en las cooperativas de vivienda funcionó a la manera de un anclaje (Moscovici, 1979), pues este conocimiento proporcionó herramientas que el entrevistado utilizó luego en su práctica profesional como abogado. A la vez, su relato evidencia una transmisión de valores y acciones heredadas de la generación anterior, en este caso, sus propios padres.
El otro narrador, uno de los trabajadores de Chilavert Artes Gráicas, imprenta recuperada en 2002, en el barrio de Pompeya, CABA., también recurrió a su experiencia como mutualista para afrontar la lucha por el trabajo.
Desde la década de los '80, participaba de un centro vecinal, que luego se transformó en una mutual de viviendas por necesidad, es decir por el requerimiento estatal de personería jurídica.
Decía el protagonista: "[...] ahí uno va tomando experiencia... cómo se instala el poder; a nosotros nos quisieron intervenir la mutual, nos hicieron una denuncia por fraude, por malversación de fondos, cosas que nunca nos pudieron comprobar; y teníamos los papeles. Teníamos una intervención con una clausura del lugar, con la policía y todo... [...] e incluso enfrentar vecinos; cómo demostrarles que estaban equivocados [...] salió en todos los medios, salió en televisión y la pelea esa con la policía, cómo nosotros revertimos la situación en un instante. Ellos vinieron hasta con la brigada a hacernos clausurar y nosotros estábamos adentro del local [...] esa experiencia sirvió12"
Este fragmento discursivo recrea una situación de confrontación con los poderes instituidos, a la vez que con personas vecinas. En este conlicto, los protagonistas fueron capaces de visibilizarlo, sostener sus convicciones, presentar sus pruebas, argumentar para revertir la situación, ocupando y manteniendo una fuerte presencia en el lugar, lo que impidió la clausura.
La experiencia de la mutual de viviendas, desde el punto de vista del entrevistado, rescata la cohesión de un grupo en torno a un proyecto, lo que incluye los sentimientos:
"Nosotros hemos hecho un trabajo muy grande en el barrio, que era una villa [la 21], la transformamos en barrio... un sector, todo no se puede, es imposible, encima sin plata [...] le hemos demostrado, incluso al mismo gobierno de que si te unís podés transformar algo que realmente, desde el corazón, sale [...] el tema de fondo era que teníamos que estar unidos para la conquista de las tierras. En vez de tener ranchitos así, tener una casa bien hecha13. Éramos como sesenta más o menos que hace mucho estábamos con la misma idea, sesenta personas que componíamos la mutual".
El relato ilustra el modo en que la experiencia de la mutual transforma la concepción y representación del hábitat en los miembros de una comunidad, reemplazando formas de concebir la vivienda individual por la organización del barrio, o, en sus términos, de la villa 21 al barrio. Justamente, ese proceso de transformación no tuvo la misma significación para todas las personas involucradas en el conflicto, por lo tanto se hizo necesario argumentar y convencer:
"[...] los mismos vecinos que muchos decían: 'no, yo hace treinta años que vivo acá, ¿vos te creés que me voy a mover?''. Cuando hay un proyecto, que vos tenés la razón de decirle a alguien: 'tenés que correr tu casa porque estamos por abrir una calle. Es un beneficio para todos. [...] Hoy tenemos las posibilidades de mejorar donde estamos viviendo y eliminar estos pasillitos que a veces no entra una bicicleta y poder abrir una calle y simplemente reordenándonos, ubicándonos bien'. No así, de la forma desparramada, como íbamos llegando, íbamos haciendo las casas [...] Y todo el '87, prácticamente hasta el '95 trabajamos en eso y pudimos demostrar".
Es una narración en la que se sitúan con claridad los oponentes en distintos períodos gubernamentales, los ex presidentes de la Nación, Alfonsín y Menem; los grupos de poder, empresas multinacionales, La Nación, Coca Cola, "Amalita" Fortabat, quienes disputaban el terreno ferroviario en el que se habían asentado. También identifica las alianzas fortalecedoras, por ejemplo los estudiantes y profesores de la universidad.
El conflicto llevó su tiempo y se resolvió durante el gobierno de Carlos Menem:
"[...] con Alfonsín habíamos peleado para la escrituración de las tierras y que cediera los lugares y se organizara. No, Alfonsín lejos de eso, ¡imposible! Pero tuvimos la definición de podernos organizar y, cuando vino Menem, estábamos organizados, con Menem había muchos favores que había que saldar, políticos, con la sociedad, y fue una de las deudas que tenía con las villas en ese momento. Cuando entran, ponen la idea de privatizar. Claro, nosotros estába
mos en un terreno ferroviario, ¿qué pasaba si privatizaban?, ¡nos vendían! (se ríe) con nosotros adentro, entonces. Claro, ahí, nosotros nos opusimos y justo iban a firmar el decreto e hicimos una manifestación a Casa de Gobierno, para que esos lugares quedaran exentos de privatizarse [...] Ya veníamos peleando por las tierras".
La reconstrucción narrativa que plantea este trabajador conduce desde el centro vecinal hasta la mutual de viviendas y de allí a la recuperación de empresas:
"[...] cuando en el '99 nos invitan a la mutual a participar de seminarios o de algunos encuentros, chicos de la facultad iban, muchos chicos de Sociales o de Arquitectura, a la villa iban. Nosotros siempre decíamos que van a lavar sus pecados (risas) es una forma como que... 'fui a la villa'¿viste?, 'vi a los pobres' [...] Cuando trabajábamos con chicos de la facultad, fue una buena experiencia... y eso llevó a que nosotros nos comunicáramos con otras mutuales, otras cooperativas, que nos conocieran, que nosotros estábamos haciendo viviendas... y que, en sí, lo nuestro no era la vivienda, era la compra de las tierras, la pelea era esa: cómo sacarle al Estado ese pedazo, sesenta hectáreas son, calculá, sesenta hectáreas. Conocimos a IMPA14 , íbamos, pero no sabíamos a qué, porque ellos eran un fábrica, nosotros una mutual en donde ¡nada que ver con ellos!, lo único que coincidíamos era que teníamos objetivos claros, que había que pelearle al poder, para sacarle algo".
Una experiencia clave en la vida de este protagonista es que el poder no otorga, hay que pelear, hay que "sacarle algo" que no está dispuesto a dar, pero esta disputa requiere de organización, argumentos, demostraciones a propios y ajenos, de sentimientos y convicciones, e inclusive de establecer alianzas con otros grupos sociales que, a pesar de su apoyo, no padecen los mismos problemas. Finalmente, podría decirse que los relatos de los dos entrevistados tienden a subrayar las similitudes entre la lucha por la vivienda (o por el lote para construirla) y la lucha por la fuente de trabajo. Ambos subrayan la transferencia de experiencias, en la medida en que hay un capital simbólico que se aplica a la nueva situación, se actualiza, se enriquece y produce una acción innovadora: el modelo de acción social para recuperar empresas. No obstante es posible afirmar que hay importantes diferencias entre procesos semejantes de ocupación y resistencia.

Ocupación y resistencia por la fuente de trabajo
La consigna "Ocupar, Resistir, Producir", emblemática para el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas15, sintetiza los procedimientos a seguir para volver a poner en funcionamiento las fábricas o empresas ya cerradas, o a punto de cerrar. Son tres acciones articuladas que describen la modalidad de lucha empleada frente a la posibilidad cierta de quedarse sin trabajo. Este proceso de apropiación comenzó a ines de los '90, se hizo más intenso a partir de la crisis de 2001/2002 y continúa hasta hoy, tal como señala el tercer relevamiento sobre empresas recuperadas por sus trabajadores/as de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. El mismo documento releva 205 empresas recuperadas, las que cuentan con un total de 9362 trabajadores/as (Ruggieri, 2010).
La recuperación como categoría de análisis consiste en tomar lo que antes se tenía, o volver a poner en servicio lo que ya se encuentra inservible, o bien trabajar un determinado tiempo para compensar algo que no se había hecho: poner en marcha una empresa tradicional, que ya se consideraba inviable y que podría haberse perdido para siempre, y hacerlo colectivamente. Como modelo novedoso de acción social, es un ejemplo a seguir que propone una herramienta capaz de "ampliar los criterios de lucha de la época", a la vez que "presenta continuidad con luchas anteriores de la clase obrera16" (Robertazzi, 2007).
La ocupación en las empresas que se estudiaron consiste en tomar posesión y permanecer allí, aun durante las noches, custodiando las maquinarias, exigiendo el pago de los salarios adeudados y produciendo mientras se resiste. Esta acción supone la búsqueda de protección de algún marco legal, básicamente para evitar la represión y asegurar la continuidad autogestionada de la fuente de trabajo. Asimismo supone un proceso de reinvención del trabajo, en el que se descarta a los patrones, rediseñando los procesos de decidir y los de responsabilizarse colectivamente (Robertazzi, Ferrari, Pertierra & Calcagno, 2003).
Las luchas por la recuperación de la fuente de trabajo tuvieron un amplio consenso y amplia legitimidad social al coincidir con un momento de gran movilización política y social en el que se articularon una serie de protestas por distinto tipo de reivindicaciones. Una prueba de ello fue la amplia difusión en los medios de comunicación de masas de la época, pero, a medida que se fue tomando distancia de los sucesos de ines de 2001, principios de 2002 en Argentina, el tema fue perdiendo lugar en la agenda pública. Muchas empresas autogestionadas ya llevan muchos años de experiencia y, a pesar de que en el momento actual cuentan con una menor difusión, no es sencillo oponerse a que la clase trabajadora siga produciendo en los establecimientos y con las maquinarias que se recuperan.

Transformaciones en la lucha por la tierra y la vivienda: de las acciones estratégicas al caos y la dependencia.
Es notable la diferencia entre los episodios vividos en el "Parque" con los que narraba el trabajador de Chilavert. El mismo protagonista lo subraya en una nueva entrevista sostenida en marzo de 2011, la que tuvo como objetivo conocer su punto de vista respecto de las luchas actuales por la vivienda.
Los ejes temáticos que recorre podrían sintetizarse en el orden en el que fueron apareciendo:
1) El error de los gobiernos que no trabajan junto con las personas afectadas: "Hay que trabajar con las bases, consensuar con quien lo va a usar". Desde el poder, donde incluye a todas sus esferas, quieren presentarse como "expertos" y "salvadores", desconociendo la cultura propia de los grupos sociales a los que dirigen sus acciones.
2) Una comparación con la lucha que encabezó desde los'80 y la actual. "Antes tenías que convencer a uno solo, el presidente designaba al que gobernaba la ciudad, y ese le obedecía". Ahora es más difícil, dado que ambos gobiernos confrontan entre sí.
3) La desconianza hacia los sectores gubernamentales y el desinterés de los funcionarios del Instituto de la Vivienda de la Ciudad, "los que están por el sueldo y no por el objetivo. Les da lo mismo".
4) La falta de proyecto de los grupos sociales que realizaron las tomas, la heterogeneidad que los caracteriza, la ausencia de organización. "Nosotros proponíamos erradicación con inserción" (se refiere a lo que luego se denominó plan Arraigo). Aquí prevaleció la "bronca" de los grupos: "gente avivada por la hambruna".
A la vez, intentando rescatar un rasgo positivo, se pregunta si este tipo de episodios no resultarán útiles para que los funcionarios adviertan sus errores.
La narración de este trabajador, presidente de la cooperativa de trabajo Chilavert Artes Gráicas, nacido en una provincia del norte de nuestro país, no oculta su condición de habitante de una villa; es más, se siente orgulloso de su identidad villera, pero habría que subrayar que los acontecimientos que relata ocurrieron en la década del'80, fines de la dictadura y comienzos de la democracia:"[...] cuando yo llegué a la villa, estaba viviendo... en esos conventillos, no podías creer que la gente en la villa, aparte de tener la casa como vos querías, no pague nada,... eran todas las comodidades que vos podías tener con el esfuerzo tuyo. Si tenías cloacas era tu propio esfuerzo, si querías agua, tenías agua adentro de tu casa con el esfuerzo tuyo. O sea que nadie te regalaba nada y si querías una casa bien, la hacías con tu propio esfuerzo y si querías con una chapita, chapa cartón, nadie te decía nada, dependía de vos y nadie se metía, nadie decía nada. Entonces yo decía, cómo puede ser que hay tanta gente hacinada en hoteles, conventillos, ¡no vea esto! Yo, cuando lo vi, ¡me quería morir! Incluso fui y agarré un pedazo de terreno, y traje luz, puse un foquito. ..¡¡¡es una cosa de locos!!!, largué el conventillo, ¡¡¡sabés cómo me fui!!! Traje una casilla y al otro día estaba viviendo ahí (se ríe) [...] Claro, 'yo alquilo un departamento', yo podía decir'alquilo un departamento' y vivís por vivir, porque vivís para pagar el alquiler".
El narrador plantea lo que podría denominarse una rebelión de conducta (Foucault, 2004): mudarse a un espacio donde puede hacer lo que sabe y quiere hacer, saliendo de la regulación de lo esperado, que es vivir regulado por su alquiler mensual.
El relato presenta matices diferentes: "irse con el propio esfuerzo", lo que supone un modo de subjetivación activo, protagónico y crítico, en el que se sobreentiende una moral en sentido popular, tal cual la planteaba Thompson (2000). Esa moral del esfuerzo, un producto de origen "burgués", es apropiada por el entrevistado no sólo para autolegitimarse sino también para englobar en su experiencia a otros sectores sociales ("pequeño burgueses") de una forma subordinada, por ejemplo a estudiantes y docentes.
Los mecanismos de legitimación en buena medida estaban auto construidos, y el conlicto suponía una mediana duración. Lo que aparece como caótico en el Indoamericano, es (auto) organización y acciones estratégicas en la Villa 21.
Queda como pregunta en esta comparación entre sucesos similares, ocurridos en épocas diferentes, si existe hoy otra cultura respecto de lo político o de lo institucional que torna a los ocupantes más dependientes. Podría pensarse que sí, a partir de testimonios fragmentados, pero es necesario seguir investigando.
Según el Presidente a la Cooperativa Chilavert Artes Gráficas, en la entrevista administrada a posteriori de los acontecimientos, habría que considerar los siguientes factores:
1) Las políticas habitaciones despiertan incertidumbre en los grupos sociales urgidos por tal problemática: "La duda la genera el mismo Estado. Las personas se preguntan:'¿Será cierto que lo van a terminar?' ". Para ilustrar estas afirmaciones relata anécdotas vividas en 1994, cuando debían abrir una calle en la Villa 21. Los funcionarios hacían promesas a quienes debían correr sus casas por la obra que ni siquiera llegaron a cumplirse ahora, en 2011.
2) La confusión que genera una obra que se construye sobre terrenos municipales pero con fondos provenientes de la Nación.
3) La dilación en la entrega de las unidades habitacionales, dado que, a su entender, es tal la urgencia por la vivienda que los departamentos debieran entregarse con lo básico para ser ocupados. "Es una política del detalle y es la gente misma la que tendría que ocuparse de eso [...] Tienen que hacer algo ellos, es un modo de darle valor a lo que se les da, no tiene que estar todo solucionado".
4) La heterogeneidad de los grupos ocupantes, donde conviven la imperiosa necesidad de algunos, junto con otros actores sociales "que proliferan porque están jugando con la necesidad de la gente. No hay herramientas legales para resolverlo".
5) Un cuestionamiento a la construcción de torres y a los diseños que hacen arquitectos/as, quienes habitualmente ignoran las costumbres, hábitos y necesidades de los grupos adjudicatarios.
6) La falta de información de los habitantes de "El Pueblito", pues ignoraban que serían trasladados a las unidades habitacionales del Bajo Flores, lo que revela que "no trabajaron con las bases".
En las luchas por la vivienda se encuentran líneas de continuidad pero también de transformación, las diferentes épocas en las que se producen muestran tales proce
sos. Ahora bien, tampoco podría plantearse que los episodios vividos en el Indoamericano sean iguales que la ocupación de viviendas en el Bajo Flores. En este último caso, los grupos familiares argumentaban a su favor, diciendo que habían sido estafados por funcionarios, pero terminan reproduciendo la misma situación con otros pobres, los habitantes de "El Pueblito". Todos, unos y otros, parecen decir verdades fragmentarias. Como fondo común a todos los relatos se mantiene la indiferencia y la falta de coherencia en las políticas del Estado.

Conclusiones
Es difícil para estos habitantes plantear sus reclamos en términos de derechos vulnerados, porque aparecen tomados por la necesidad y ocupando o intrusando, pero, en todos los casos, en fuerte dependencia de lo que se derive de la negociación con la estructura gubernamental y con intermediarios que se arrogan inluencias varias en distintos sectores de ella. Asimismo con poca capacidad de establecer red con los sectores populares vecinos a la toma. Al respecto, las ocupaciones de las cooperativas de trabajo son la antítesis.
Ciertamente, en ambos casos, fábricas y viviendas, se ocupa una "propiedad", pero la historia de los espacios y las prácticas de ocupación difieren.
Quienes recuperaron las empresas debieron traspasar una mentalidad que consideraba inviolable la propiedad privada (que de hecho fue abandonada por sus dueños), pero el espacio de lucha, si bien subjetivamente diferente, es el mismo que antes de la reapropiación. Se las denomina "recuperadas", y en el término mismo subyace una continuidad. Una cultura compartida, un capital intersubjetivo importante se pudo rescatar y multiplicar. La estabilidad de los grupos ayudó, asimismo, a soportar el sufrimiento colectivo.
Por otra parte, el período 1997-2003 fue de una fuerte desocupación, con lo cual el imaginario de empatía ante la catástrofe social era aglutinador, y la "recuperación", un aliciente para muchas personas.
Trabajar regularmente ya supone una disciplina, y la necesidad de acuerdos intersubjetivos se vuelve más necesaria en las empresas recuperadas. En las experiencias de viviendas se apreció, en algunos casos, que para muchos involucrados la autoconstrucción fue una primera experiencia laboral (Bazán & Siedl, 2011). La experiencia laboral, la concepción misma de trabajo varía en distintos sectores; no ha sido fácil articular esta experiencia de trabajo "fragmentada" con la exigencia de organización que suponían las cooperativas y ONGs de viviendas.
Los conflictos de vivienda descriptos aparecen caracterizados por tres actores: el poder gubernamental -que no es homogéneo- la población y el grupo ocupante. Esta trilogía es relatada de tal forma que grupo ocupante y población entran en conflicto y confrontan, amenazando la distribución territorial, lo que justiica luego la intervención "forzada" gubernamental, para retomar una seguridad que no satisface la xenofobia de algunos vecinos ni los derechos de los otros. Asimismo tampoco conforma a los que no discriminan pero sienten inquietud ante esta situación nueva, como a los que buscan un nuevo asentamiento, un lugar para habitar.
Frente a esta situación tan caótica, que aparece tan desmembrada, pareciera que la única salida posible para las familias desamparadas por el Estado sería la de organizarse, es decir, como planteara el presidente de la cooperativa de trabajo Chilavert Artes Gráicas: "volver a las bases", buscar acciones estratégicas, consensuadas. En otras palabras, salir de la posición de dependencia, para acceder a una posición de acción transformadora. Sería esperable, entonces, que así como la lucha por el trabajo se plasmó y se consolidó en torno a la consigna "Ocupar; Resistir; Producir"; la lucha por la vivienda pudiera afianzarse en torno a una nueva consigna convergente: "Ocupar; Resistir; Habitar".

1 La sede de la investigación es el Instituto de Investigaciones de la Facultad de Psicología, UBA.

2 Los medios de comunicación de masas presentaron un claro ejemplo de este debate entre derechos a raíz de la decisión judicial que ordena la urbanización de la villa "Rodrigo Bueno" (Retiro, C.A.B.A.) en marzo de 2011.

3 Programación Cientíica UBACyT 2003, P615, "La apropiación de la fuente de trabajo"; Programación Cientíica UBACyT 2004-2007, P057, "Estudio psicosocial comparativo del proceso de constitución de bienes de utilidad social. Resiliencia organizacional y comunitaria en empresas recuperadas por sus trabajadores/as". Instituto de Investigaciones, Facultad de Psicología, UBA.

4 Se agradece a la Dra. Silvina Penella la entrevista otorgada el 30/3/2010, en la misma Defensoría. Se presentan en este artículo algunos fragmentos iniciales, en los que describe la institución en la que trabaja. El principal motivo del encuentro y el diálogo fue la muerte de un niño que se encontraba, junto con su familia, y muchas otras, en un edificio sin terminar perteneciente a una cooperativa de vivienda, La Lechería, ubicada en la CABA.

5 Cabe señalar que la entrevistada muestra satisfacción y entusiasmo frente al proyecto de urbanización de las Villas 31 y 31 bis, por su carácter participativo y por el rol protagónico de la Universidad.

6 Es llamativo señalar que algunos periodistas confundieron el número de personas asesinadas, en algunos casos se mencionan tres y en otros cuatro personas. Tampoco sus nombres tuvieron repercusión en la agenda pública.

7 El puntero político es un actor social que realiza un tipo de práctica política relacionada con el clientelismo y la corrupción. Bási camente, a partir de su liderazgo intermedia entre los ciudadanos, que pasarían a ser considerados clientes, y los distintos funcionarios y sectores del Estado, proporcionando beneficios -"favores"- a cambio de la adhesión incondicional a distintos partidos de la política institucional.

8 En Argentina, se considera "barras bravas" a grupos violentos que operan en el interior de las hinchadas de los clubes de fútbol, los que están inanciados por los dirigentes de estos ámbitos deportivos. Suelen estar muy vinculados al poder, no sólo dentro de sus clubes, y prestar servicios al poder político.

9 Conferencia de Prensa de Mauricio Macri del día 9 de diciembre de 2010.

10 Las negritas están presentes en el original.

11 Se trata del abogado Luis Caro, que fue entrevistado, en 2008, por investigadoras del equipo de investigación en la fábrica Ghelco, recuperada por sus trabajadores/as.

12 Las marcas en negrita se propone subrayar la semejanza entre dos procesos de ocupación y resistencia.

13 La entrevista que se cita más ampliamente fue realizada en la imprenta durante 2004, algunos de sus dichos fueron analizados junto con este trabajador en otra entrevista administrada en marzo de 2011 para comparar aquellas acciones con los nuevos sucesos de defensa del derecho a la vivienda. El subrayado es producto de la transcripción realizada y marca el énfasis que el entrevistado da a sus palabras.

14 IMPA, empresa metalúrgica recuperada en el barrio de Almagro de la C.A.B.A., es una de las primeras organizaciones que se recuperaron, en 1998, su proceso fue un modelo a seguir por otras organizaciones. Allí se realizaban amplias convocatorias que intentaban incluir a todos los grupos sociales "expulsados" por cuestiones económico-políticas.

15 El Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) fue un tipo de organización que nucleaba empresas recuperadas por sus trabajadores y trabajadores, teniendo como principal referente a la empresa IMPA, a comienzos del siglo XXI.

16 Son definiciones textuales de una de las iguras protagónicas e iniciales del MNER, así como de la recuperación de la fábrica metalúrgica IMPA, Eduardo Murúa.

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Fecha de recepción: 5 de abril de 2011
Fecha de aceptación: 14 de octubre de 2011

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