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Anuario de investigaciones

On-line version ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.18  Ciudad Autónoma de Buenos Aires Dec. 2011

 

PSICOLOGÍA DE LA SALUD, EPIDEMIOLOGÍA Y PREVENCIÓN

 

Factores de riesgo para la salud de los adolescentes: investigación y promoción de la salud en establecimientos secundarios de enseñanza

Risk factors for adolescent health: research and promotion  of health in secondary education establishments

 

De Lellis, Martín1; Da Silva, Natalia; Duffy, Débora; Schittner, Vanesa2

1 Graduado en Psicología. Profesor Titular Regular en la Cátedra Salud Pública y Salud Mental de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Director de Proyecto UBACyT 2008-2010 y 2010-2012. E-mail: delellis@fibertel.com.ar

2 Docentes de la Cátedra de Salud Pública y Mental de la Facultad de Psicología de la UBA. Miembros del Proyecto UBACyT.

 


Resumen
Se exponen los resultados obtenidos de la aplicación de una encuesta orientada a relevar los factores de riesgo asociados a la salud de los adolescentes, y cuyos principales resultados son los siguientes: a) La iniciación temprana al consumo de tabaco y alcohol; b) Un bajo grado de adopción de hábitos alimentarios saludables; c) Ocupación del tiempo libre mediante actividades que denotan elevados niveles de sedentarismo; d) Frecuentes episodios de violencia interpersonal; e) Elevado porcentaje de accidentes reportados en y fuera de la escuela. Se espera que el presente estudio genere insumos pertinentes para continuar el trabajo de extensión en dos establecimientos educativos del nivel secundario, sirviendo como línea de base que permita a la vez evaluar el resultado de posteriores intervenciones. Se establece seguidamente una discusión respecto de la importancia que presentan los datos relevados y un examen acerca de los supuestos teóricos y metodológicos que sustentan el presente enfoque.

Palabras clave:
Factores de riesgo; Promoción de la salud; Investigación evaluativa; Adolescentes

Abstract
It will be presented the results of the implementation of a survey aimed to lighten the risk factors associated with the health of adolescents, and the main results are the following: to) the early initiation to the consumption of tobacco and alcohol; (b) a low degree of adoption of healthy eating habits; (c) occupation of leisure time activities that denote high levels of physical inactivity; (d) frequent episodes of interpersonal violence; (e) high percentage of accidents reported in and out of school. It is expected that this study allow us to continue the work of extension in two educational establishments of the secondary level, serving as a baseline that allows at the same time evaluate the results of subsequent interventions. A discussion then establishes respect for the importance that they have forbidden data and a review on the theoretical and methodological assumptions underpinning the present approach.

Key words:
Promotion of health; Risk factors evaluation research; Teenagers


 

1. Los antecedentes teóricos y empíricos
Durante la última década han acontecido en el campo de la salud pública transformaciones tales como el incremento de la expectativa de vida, el cambio en los patrones de fecundidad y el surgimiento de nuevas problemáticas epidemiológicas, las cuales impactan directamente sobre la calidad de vida de la población.
Como consecuencia de este proceso observamos que se ha generado un interés cada vez mayor por el análisis de las distintas fases que configuran el curso de vida.
La adolescencia representa una etapa decisiva en la adquisición y consolidación de los hábitos de vida, ya que se afirman algunas tendencias comportamentales propias de la infancia y se incorporan otras nuevas provenientes de los entornos de influencia en los que interactúa el sujeto.
El enfoque epidemiológico de riesgo ha sido una de las herramientas operativas más eicaces para orientar la priorización de problemas y el diseño de estrategias de intervención destinada a grupos focalizados según criterios tales como la edad, el sexo, el hábitat o la condición social, identificando aquellos factores que se constituyen como amenazas a la salud.
De acuerdo a este enfoque, si bien los comportamientos (ej: accidentes, consumo de sustancias, embarazo no deseado, violencia interpersonal, suicidio) que un individuo pone en práctica de manera consistente y sostenida en su vida cotidiana pueden resultar importantes para el mantenimiento de su salud o bien ubicarlo en situación de riesgo para la enfermedad, una de las cuestiones principales a considerar guarda relación con el grado de libertad o autonomía en la toma de decisiones: al hablar de comportamientos de riesgo se pone el énfasis en la elección del sujeto, prescindiendo a menudo de considerar los factores sociales o contextuales que determinan tales elecciones.
Más allá de los logros obtenidos, este enfoque inspiró estrategias de intervención que se caracterizaron por su restrictividad para abordar los problemas, dado que no han ofrecido una respuesta integral para abordar los problemas que afectan a este grupo etario. Sin embargo, en alguno de sus usos promovió a su vez una caracterización del adolescente como generador de riesgos para sí y para terceros, lo cual condujo a un proceso de estigmatización del joven como peligroso ante la sociedad y, principalmente, para las generaciones mayores.
Es por entonces que en el campo de la salud pública sobresale la utilización del concepto estilos de vida, uno de los que ha tenido mayor visibilidad y aplicación en las últimas décadas, por el empleo que han hecho del mismo tanto clínicos como sanitaristas (Menéndez, E. 2009). Sin embargo, en una revisión del concepto hecha por Coreil, Levine y Jaco (1985) los autores advierten acerca del uso que se hace de la noción restringiéndola a un conjunto discreto de hábitos personales modificables independientemente, con prescindencia de los aspectos generales que definen a las sociedades en los cuales dichos individuos participan.
Tratando a su vez de corregir los sesgos individualizantes del concepto, referentes claves de la psicología de la salud (Morales Calatayud, F. 2008); (Ribes Iñesta, E. 1990) han señalado que los comportamientos que conllevan un riesgo para la salud deben ser comprendidos como patrones consistentes que llevan a las personas a actuar de un modo estable y previsible, pero que ellos se hallan a la vez determinados por la interacción entre las características personales individuales (dependiente en gran medida de los aspectos biográficos), las interacciones sociales y los determinantes socioeconómicos y ambientales.
Como lo expresara Rodríguez Marín (1995, pág. 125) "el análisis de los estilos de vida debe hacerse desde un modelo que considere al ser humano como punto de corte entre sistemas sociales y microsistemas orgánicos", ya que los acontecimientos sociales y los acontecimientos biológicos tienen un impacto recíproco sobre tal comportamiento y, a su vez, sobre la integridad funcional de la persona. Tales aspectos obligan a plantear una mirada más integral en torno a la relación entre el consumo de sustancias, los hábitos alimentarios, el ejercicio físico, o bien la utilización del tiempo libre en cada uno de los contextos sociales en los que se adoptan dichos comportamientos.
Por ello no es posible emplear el concepto estilos de vida sin relacionarlo con los determinantes presentes en las condiciones de vida (la cultura, los ingresos, la estructura familiar, el sistema de atención de la salud, el medio ambiente de trabajo, ya que ambos determinan la forma como se desarrolla el hombre dentro de la sociedad y su relación con el proceso salud-enfermedad), disminuyendo o incrementando la vulnerabilidad de las personas y los grupos humanos que comparten dichos estilos de vida.
Los ambientes y estilos de vida entonces, se determinan interdependientemente entre sí, del mismo modo que la influencia recíproca que presentan los otros dos componentes del campo de la salud: la biología humana y el modo de funcionamiento y estructuración de los sistemas de atención de la salud.
Hecha esta breve incursión teórica, señalaremos algunos antecedentes empíricos que abonan la investigación y promoción de salud en instituciones educativas.
Hallamos en la actualidad evidencias (Stewart -Brown, 2007) que apoyan los aspectos clave de los programas de Escuelas Promotoras de Salud, y que comprenden entre sus destinatarios a los adolescentes escolarizados, en particular cuando satisfacen los siguientes requisitos : a) Incluyen intervenciones sobre distintas dimensiones, tales como creación de ambientes físicos y psicosociales saludables y acciones interpersonales de educación para la salud; b) Propenden a la incorporación de la promoción de la salud en la cultura escolar y en el proyecto institucional, c) Promueven la articulación con los servicios de salud y con otras organizaciones de la comunidad; d) Involucran a los principales actores de la comunidad educativa, quienes le otorgan continuidad a las acciones.
No obstante lo anteriormente planteado, un estudio comparativo que llevó a cabo la OPS/OMS en veinte países de la región reveló la escasez de investigaciones sobre los problemas y necesidades sanitarias de los adolescentes. Asimismo, la evidencia aportada por las numerosas experiencias de intervención e investigación que se han
desarrollado en todo el mundo y en América Latina (Ippolito-Shepherd,J. 2010) destacan los pocos antecedentes de enfoques novedosos para actuar sobre el problema, así como los escasos programas de elaboración de materiales educativos y la baja disponibilidad de registros confiables que informen sobre la salud de este grupo etario (Bravo, A. 2010).
Existe suficiente consenso en torno a cuáles son los comportamientos adoptados por los adolescentes que se constituyen en factores de riesgo: por ejemplo, las relaciones sexuales sin protección, el consumo excesivo de alcohol y otras drogas psicoactivas -incluido el tabaco -; el manejo de vehículos sin la adecuada protección y hallarse involucrado en disputas que desencadenan agresiones físicas, en algunos casos con portación de armas blancas o de fuego (WHO. 2002).

2. Metodologia: ejes de la investigación y comportamientos de riesgo en los adolescentes
En nuestro país se han llevado a cabo distintas investigaciones poblacionales de alcance nacional sobre factores de riesgo que han comprendido a los adolescentes como grupo focal, y que permiten el siguiente análisis:
Según la Encuesta Nacional sobre consumo de sustancias psicoactivas realizada en población general de 12 a 65 años, (SEDRONAR, 2006), "...las sustancias de curso legal, alcohol y tabaco, son las que presentan las mayores tasas de consumo de alguna vez en la vida, 73.9% y 51.7% respectivamente...". En cuanto a la edad de inicio los datos coinciden con los de Encuesta Nacional sobre consumo de sustancias psicoactivas en estudiantes del Nivel Medio" (SEDRONAR, 2009), "...la edad de inicio en el consumo de tabaco y alcohol se ubica en los 13 años, y a medida que aumenta la edad de los estudiantes, se observa mayor consumo...".
De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), realizada entre 2005 y 2009 por el Ministerio de Salud de la Nación en todo el país"... casi 2 millones de mujeres realizan menos actividad física y más de 500 mil tienen problemas de obesidad. En ese período, el sedentarismo entre las mujeres se incrementó del 47% al 58,5%, mientras que el porcentaje de obesidad aumentó del 13,9% al 17,1%. Si bien la obesidad se relaciona con el sedentarismo, es igualmente importante la disminución del consumo de frutas y verduras. Mientras hace cinco años un 40% de la población las consumía diariamente, hoy lo hace un 37%, un descenso más pronunciado aun entre los sectores de menores recursos" (Ministerio de Salud de la Nación, 2007)
En la Encuesta Mundial de Salud Escolar aplicada en nuestro país y que cubrieron un rango etario similar al presente estudio se obtuvieron las siguientes conclusiones: a) Un alto consumo de bebidas alcohólicas entre los estudiantes, que alcanzó un 56,8% de los casos, y un fácil acceso a las mismas en la población adolescente; b) El alto porcentaje de jóvenes que padece sobrepeso, llegando a un 19% de la población encuestada; c) Un elevado porcentaje de adolescentes padecieron lesiones graves secundariamente a accidentes, y una cuarta parte admitieron haber sido atacados físicamente una o más veces en el último año (24,5%); d) En relación a los datos relativos a las pautas de higiene, se reportaron un muy bajo porcentaje de jóvenes que acostumbra lavarse las manos, en comparación con otros países de la región como Uruguay o Chile.
De acuerdo a la encuesta mundial sobre el tabaquismo en adolescentes en Argentina (Ministerio de Salud. 2009) se ha detectado un alto porcentaje de jóvenes expuestos al humo de tabaco ajeno, que alcanza un valor de 57,6% en el propio hogar y de un 72,3% si se toma en cuenta la exposición a lugares públicos. También la mayor prevalencia de tabaquismo en mujeres respecto de los varones a diferencia de lo observado en la población adulta; la iniciación temprana al consumo en ambos sexos y el alto porcentaje de jóvenes que se hallan expuestos a publicidades que incitan a la compra del producto.
La presente investigación evaluativa, que ha contado con subsidio de UBACYT para el período 2008-2010, está planteada en cuatro fases, las que se articulan con el proceso de intervención, a saber:
a) Diagnóstico preliminar: comprende la fase exploratoria de trabajo con cada uno de los actores relevantes de la comunidad educativa, a in de elaborar o adaptar los instrumentos a utilizar a la vez que se obtiene información preliminar que será ajustada en el proceso de investigación;
b) Implementación de un Plan de trabajo, que se corresponde con los lineamientos pautados y acordados en el programa de extensión aprobado por la Secretaría de Extensión de la Facultad de Psicología de la UBA;
c) Monitoreo de la intervención: durante esta fase se realizará una evaluación y seguimiento de la intervención en ejecución, en los cuatro ejes que componen la misma;
d) Evaluación de Resultados: Si bien la valorización que se efectúa del proceso indica que los efectos no terminan cuando inalizan las intervenciones del programa, es necesario establecer un corte o inalización para poder replicar los mismos instrumentos que se aplicaron para la construcción de la línea de base a fin de poder establecer una comparación antes/después.
Uno de los cuatro ejes de análisis tomados en consideración en la formulación del proyecto ha sido la investigación sobre factores de riesgo en los adolescentes, para lo cual se decidió la aplicación de la presente encuesta de riesgo cuyo objetivo es, entre otros, servir como línea de base para futuras intervenciones en el marco de dicho programa. La metodología utilizada para relevar la información que a continuación se expone consistió en un cuestionario validado en Argentina, a instancias de la OPS, para jóvenes de 12 a 19 años (Cimmino, Garibaldi, Najchauz 1997). El instrumento adaptado final fue validado para su empleo en la región de América Latina en el ámbito de la Organización Mundial de la Salud y se aplicó a una muestra de alumnos que constituyen el grupo focal de intervención mencionado anteriormente, en los dos establecimientos educativos, y cuyos principales hallazgos se exponen en el siguiente punto.
En cada escuela se seleccionó la cantidad de alumnos pautados en cada grado independientemente de la matrícula de las escuelas seleccionadas, y se estimó la cantidad de encuestas por grado a tomar en cada establecimiento, a los efectos de cubrir todo el rango de edad considerado en este estudio.
Se envió, a través de los canales formales de comunicación copia impresa del consentimiento informado, requisito indispensable para realizar la toma e invitando a los padres a que lo suscriban en el tiempo programado.
La administración de la encuesta tuvo una duración promedio de aproximadamente 30 minutos, exponiéndose a los alumnos y docentes con anterioridad a la toma los motivos que fundamentan la misma. Se consignó la toma de la encuesta en las divisiones seleccionadas consignándose los rechazos (sólo dos casos), pasándose luego a la fase de procesamiento y análisis de la información.

3. Análisis de resultados
De acuerdo al marco conceptual que orienta la intervención, al enfoque metodológico descrito y a los objetivos de investigación planteados, se exponen a continuación los resultados correspondientes a la aplicación de la encuesta sobre estilos de vida y factores de riesgo asociados con la salud de los adolescentes escolarizados.
En total 420 alumnos de ambas escuelas respondieron la encuesta para identificación de factores de riesgo para la salud, en su mayoría mujeres, 62,5% y 37,5% hombres. 211 pertenecían a la Escuela Normal Superior Próspero Alemandri -ENSPA- todos de 4°, con una marcada mayoría de mujeres, 70,8%. Mientras que 209 hacían parte de la Escuela de Educación Secundaria Media N°9, Profesor Roberto Fernando Giusti -Media N°9- de los cuales el 19,6%(41) estaba en 2°, 14,4%(30) en 3° 35,9%(75) en 4° y 30,1%(63) en 5°, donde solo un poco menos de la mitad son hombres, 45,9%.
En cuanto a la edad, los estudiantes estuvieron en un rango de 13 a 18 años, siendo consecuentes con el rango estipulado por la encuesta, dirigida a jóvenes de 12 a 19 años. La mayor parte de ellos tenían 15 años en el momento de la encuesta, 46,5%, seguidos de quienes tenían 16 años, 20%, mientras que los que de 14 años representaron el 15,3%, y los de 17, 13 y 18 años, 10,7%, 5% y 2,4% respectivamente.
Respecto a los servicios con los que cuenta la zona de residencia, todos los estudiantes encuestados afirmaron tener al menos tres de ellos. El servicio con el que, según los alumnos de ambas escuelas, menos contaban en su respectiva zona de residencia fue el de cloacas, con un 87,7% en ENSPA y 86,7% en la Media N°9, seguido por mayoría de calles asfaltadas, 88,6%, 88,3 y alumbrado público, 89,1% y 88,7% para ENSPA y Media N°9 respectivamente. Los demás tuvieron una representación superior al 93% en ambas escuelas, siendo un poco mayor en ENSPA para todos los servicios. Además, de estos tresúltimos servicios, el 4,1% del total de estudiantes encuestados manifestó no tener ninguno.
El promedio de personas por hogar fue de 5 para ambas escuelas, con una desviación estándar de 1,2 personas. Además se midió el nivel de hacinamiento en las viviendas de los estudiantes, entendido éste como la consideración relacional entre el número de personas por vivienda y el número de habitaciones para dormir (sin incluir baño y cocina). Teniendo en cuenta que al preguntar la cantidad de cuartos en la encuesta fueron incluidos baño y cocina, estos fueron nuevamente restados con el in de obtener las categorías de hacinamiento de manera adecuada. Al respecto se encontró que más del 90% de las familias de los estudiantes de ambas escuelas vivían sin hacinamiento (2,4 y menos personas por habitación), mientras que el 3,9% en ENSPA y 4,8% en la Media N°9 y 4,8% vivían en condiciones de hacinamiento medio (de 2,5 a 3 personas por habitación) y 4,8% y 4,3% en condiciones de hacinamiento crítico (más de 3 personas por habitación) para ENSPA y Media N°9 respectivamente.
Con respecto a la tipología de las familias de los estudiantes, se encontró, para las dos escuelas, que más de la mitad de las familias, eran de tipo nuclear (compuesta por padre, madre e hijos). Seguidas, en ambos casos, por las familias monoparentales (compuesta por un solo miembro de la pareja progenitora); en tercer lugar se ubicaron las familias ampliadas y/o extensas (integrada por las tres generaciones, abuelos padres e hijos y/o parientes colaterales, tíos, primos u otros familiares y/o matrimonios de varias generaciones) y inalmente las familias simultáneas (aquellas que se constituye después de un divorcio, separación o viudez, cuando uno o ambos integrantes de la pareja tienen hijos de la unión anterior).
Con respecto al consumo de cigarrillo, poco más de la mitad de los estudiantes afirmaron que por lo menos una de las personas con las que viven fuman. Para ambas instituciones madre/padre fueron los que mayor porcentaje representaron.
Del total de estudiantes, el 51% afirmó haber probado cigarrillo alguna vez. Con relación a la frecuencia, el 47,8%(99) de quienes afirmaron haber fumado dijeron que únicamente lo probaron y no continuaron consumiéndolo, mientras que el 22,7%(47) manifestó fumar todos los días de la semana.

Gráfico 1. Distribución porcentual de quienes afirmaron haber probado el cigarrillo alguna vez en según la frecuencia de consumo.

Es importante resaltar que, de los 212 estudiantes que probaron el cigarrillo alguna vez, el 63,5% afirmaron que por lo menos uno de los integrantes del hogar fumaba sin mayores diferencias por escuela. Además 66 de esos 212, correspondientes al 31,1% dijeron haber tratado de dejarlo, sin mayores diferencias ni por escuela ni por sexo.
En cuanto a la edad promedio de inicio de consumo fue de 13 años para ambas escuelas, con una desviación estándar de 1,5 años, la edad mínima manifestada fue de 7 años y la máxima de 17. Además, respecto a la edad de los estudiantes en el momento de la encuesta se encontró que la frecuencia de consumo no tiene mucha relación, dado que el 50% de los de 18 años fuma todos los días, pero el 40,7% de los de 14 años también lo hace con la misma frecuencia. Así mismo el 20% de los que tenían 13 años fuma algunos días de la semana y el 18,6% de los de 16 años también.

 

Gráfico 2. Distribución proporcional de la frecuencia de consumo de cigarrillo según edad. Estudiantes de 4° ENSPA 2010 y Media N°9 2010.

Otra forma de observar la cantidad de cigarrillos consumidos es analizar, de los que fuman a diario, el 37,8% consumen de 6 a 9 cigarrillos, mientras que el 24,3% consumen entre 10 y 19 cigarrilos diarios. Por otra parte, de quienes fuman algunos días de la semana, el 28,6% afirmó consumir de 6 a 9 cigarrillos.
Una cuarta parte de los estudiantes de ambas instituciones afirmó haber visto o sufrido algún accidente en el trayecto de la casa a la escuela, atribuyendo como razón principal hacer algo que está prohibido. El 50% de los estudiantes ha sufrido un accidente o menos, siendo mayor la proporción de hombres, 59,6% que la de mujeres, 48,5%.
Cabe resaltar que, si bien no se indagó respecto al vehículo en el que se sufrió el accidente, gran parte de los que dijeron utilizar moto y/o bicicleta habitualmente, tuvieron al menos un accidente, 73,2% y 61,4% respectivamente. Respecto al lugar en que ocurrieron los accidentes, la mayoría de los estudiantes afirmaron que fue en la calle, 67,4%. Y de estos, el mayor porcentaje fueron golpes y/o caídas, 65,6%, seguido de vehiculares, 42,1%.
Los demás tipos de accidentes, tanto en calle como en escuela, representaron porcentajes inferiores al 15%. De las personas que tuvieron por lo menos un accidente, el 57,7% dijeron no haber faltado a la escuela por esta causa, mientras que el 25,1% airmó haber faltado de 2 a 3 días, el 11,2% una semana y el 6% restante 15 días o más. La mayoría de los estudiantes respondió que los accidentes escolares generalmente ocurren en el patio, 57,2% seguidos de quienes airmaron que generalmente ocurren en la clase de gimnasia, 45%.
Cerca del 40% de los alumnos afirmaron haber participado en peleas físicas en las que alguien salió fuertemente lastimado, siendo mayor la proporción de hombres, 45,1% frente a un 28,6% en las mujeres. Además, 37 de los 420 alumnos encuestados airmaron haber sido detenidos por la policía por alguna razón, representando un 8,8%, siendo significativamente mayor el porcentaje de detenidos en la escuela Media N°9, 15,3%(32) frente a un 2,4%(5) en ENSPA. Mientras que el 5% de todos los estudiantes afirmó haber sido detenido sin explicación alguna, el 8,6% haber sido maltratado/o golpeado por policías. El 41,3% de los encuestados considera que el barrio donde viven es seguro, 26,9% que no y 31,8% no saben, sin diferencias importantes según escuela.
Con relación a las comidas, el 66,9% de los estudiantes encuestados, manifestaron desayunar diario o casi diario, el 87,9% almorzar, el 75,7% tomar la merienda, el 93,1% cenar y el 40% comer entre comidas, distribución similar según escuela pero con ciertas diferencias entre los sexos, encontrando que mayor porcentaje de hombres que de mujeres desayuna, almuerza y cena todos o casi todos los días. Mientras que fueron más mujeres las que afirmaron tomar merienda y comer entre comidas.

 

Gráfico 3. Distribución proporcional de las comidas efectuadas todos o casi todos los días según sexo. Estudiantes de 4° ENSPA 2010 y Media N°9 2010.

Referente a los hábitos en la preparación de alimentos se encontró que ninguno de ellos supera el 70%, siendo lavar frutas y verduras el principal con 69,5% seguido por revisar fechas de vencimiento, 57,8%, mientras que solo el 33,6% afirmaron que controlaban que las latas no estén hundidas.
La mayor parte de los encuestados, 51,2% afirmó que al comer o tomar algo a veces piensan si les hace bien o mal
a la salud, seguidos por quienes nunca se detienen a pensar en ello, 32%, mientras que solo el 16,8% refirió pensarlo casi siempre. Sin diferencias por escuela pero sí por sexo, siendo las mujeres las más pendientes de este aspecto, 25,9% de ellas se ubicaron en la categoría de casi siempre frente a un 12,3% de los hombres; además, quienes dijeron que nunca lo hacían representaron el 23,7% de los hombres y solo el 8,9% de las mujeres.
El 68,3% de los alumnos manifestó no estar haciendo nada con su peso o que estaban intentando mantenerlo, seguidos de quienes estaban intentando adelgazar, 23,6%, y finalmente quienes trataban de aumentar, 8,3%, sin diferencias según escuela ni por edad pero sí por sexo, siendo mayor la proporción de mujeres que afirmaron intentar adelgazar, 29,3%, frente al 13% de los hombres. Lo anterior coincide con la percepción que tienen de sí mismos, si bien el 63% de los estudiantes se sentían con un peso apropiado, fueron más las mujeres que afirmaron estar gordas o muy gordas, 35% frente al 25% de los hombres. Por su parte, el hábito principal para controlar el peso fue la gimnasia con un 59,2%, con una diferencia de 6,8% a favor de las mujeres, 63,1%; seguido de las dietas, 29,5%, siendo mayor nuevamente en las mujeres, 38,2% , 20,5% más que la de los hombres. Respecto a las dietas practicadas, fueron recomendadas principalmente por un médico 30% y en segundo lugar por algún familiar o amigo, 19,8%, los demás medios (Internet, libros y programas de televisión) representaron valores inferiores al 10%.
Con respecto al consumo de alcohol, 373 de los 420 estudiantes afirmaron haber probado bebidas alcohólicas alguna vez en la vida, representando así cerca del 90% de la población encuestada, sin mayores diferencias por escuela. De estos, solo el 1,9%(7) aseguró haber probado únicamente sin continuar su consumo, mientras que 61,2%(222) airmó consumir pocas veces en el mes, el 32,2%(117) algunos días de la semana y el 4,7%(17) todos los días.

Gráfico 4. Distribución porcentual de quienes afirmaron haber probado bebidas alcohólicas alguna vez según la frecuencia de consumo. Estudiantes de 4° ENSPA 2010 y Media N°9 2010.

Es importante resaltar que, de los 127 estudiantes que dijeron que en casa se acostumbraba tomar bebidas alcohólicas, el 94,5% airmaron haberlo probado. Sin mayores diferencias según escuela. Mientras que haber probado bebidas alcohólicas sí tuvo algunas diferencias según sexo, siendo mayor la proporción de mujeres que afirmó haberlo hecho en algún momento de la vida, 90,4%(235) frente a un 86,5%(135) de los hombres. Pero respecto a la frecuencia de consumo, fue mayor en los hombres, dado que el 9,8%(13) de ellos consumen todos los días y 34,1%(45) lo hacen algunos días de la semana, frente a un 1,8%(4) y 30,7%(70) de las mujeres respectivamente en las frecuencias mencionadas.
Respecto a la edad de consumo, si bien no se indagó acerca de la edad de inicio, se puede observar que la frecuencia de consumo se incrementó a medida que incrementaba la edad de los estudiantes en el momento de la encuesta. Así, el 27,3% de los de 14 años, afirmó consumir algunos días de la semana, frente a un 36,5% de los que tenían 16 y a un 66,7% de los de 18 años. Mientras que los que dijeron consumir alcohol todos los días representaron el 1,8% de la población de 14 años, el 5,4% de los de 16 años y el 22,2% de los de 18 años.

Gráfico 5. Distribución proporcional de la frecuencia de consumo de bebidas alcohólicas según edad. Estudiantes de 4° ENSPA 2010 y Media N°9 2010.

Por su parte, las bebidas que principalmente afirmaron tomar los estudiantes fueron cerveza, 54%, seguida de vino, 24%, además del fernet que tuvo un porcentaje del 23,9% en otras bebidas. El 32,1% de los encuestados airmaron haberse sentido mareados después de tomar alguna bebida alcohólica.
Con relación a los hábitos para el cuidado bucal, casi la totalidad de estudiantes, 96,9% manifestaron que acostumbraban lavarse los dientes, pero solo el 59,2% lo hacía tanto después de las comidas como antes de dormir, mientras que 37,6% afirmó hacerlo solo de vez en cuando. Comportamiento que fue similar en todas las edades, y en ambas escuelas y sexos.
En cuanto al aseo de las manos, el 85,5% afirmó lavárselas después de ir al baño, 72,9% antes de comer, 64,8% después de tocar animales, 59,3% antes de preparar la comida y 51,9% después de jugar en la tierra.
En cuanto a la utilización del tiempo libre, las principales actividades realizadas en los momentos que no asisten a la escuela fueron, utilizar la computadora, 87,7%, ver televisión, 57,9%, escuchar música, 50%, dormir, 47,4% y estar con amigos, 39,5%; en menor medida hacer deporte, 15,2%, estar con el(la) novio(a), 11,4% y dibujar, escribir y/o leer, 10,2%. Sin mayores diferencias ni por escuela ni por sexo. Con relación a las horas de sueño diarias, el 60,5% dijo que dormía de 6 a 8 horas, el 17,9% 9 o más horas, el 11,7% de 3 a 5 y el 9,4% respondió que no sabía. Por su parte, la droga más conocida por los estudiantes fue la marihuana, 84,5%% de los estudiantes airmó conocerla, seguida de la cocaína, 18,3% las demás tuvieron porcentajes inferiores al 10%. Además el 12,4% afirmó haber utilizado drogas, principalmente marihuana, pero también airmaron utilizar aunque en porcentajes mínimos, cocaina, rivotril, popper, lanza perfume, te de floripondio, aire comprimido. Siendo mayor la proporción de hombres que sí utilizo alguna droga en ambas escuelas.

Gráfico 6: Distribución proporcional de haber probado alguna droga, según escuela y sexo. Estudiantes de 4° ENSPA 2010 y Media N°9 2010.

Respecto al tiempo en el cual habían utilizado alguna droga, la mayoría de los que afirmaron haberlo hecho dijo que solo la habían probado, 70,2%, menos de un mes 10,1%, más de un año, 11%, entre 1 y 6 meses 5,4% y entre 7 meses y 1 año 3,3%. Además el 54,5% de quienes probaron la intentaron dejar.
Cambiando de tema, los datos también coinciden en relación a la inadecuada alimentación y la escasa actividad física. Se pudo observar un escaso consumo de carne de cerdo, 5,4%; pescado, 9,7%; legumbres, 14,4%, cereales, 28,9%; huevo, 36,9%; verduras y hortalizas, 40%. La mayor parte de los encuestados, 51,2% airmó que al comer o tomar algo a veces piensan si les hace bien o mal a la salud, seguidos por quienes nunca se detienen a pensar en ello, 32%, mientras que solo el 16,8% refirió pensarlo casi siempre. Sin diferencias por escuela pero sí por sexo, siendo las mujeres las más pendientes de este aspecto, 25,9% de ellas se ubicaron en la categoría de casi siempre frente a un 12,3% de los hombres; además, quienes dijeron que nunca lo hacían representaron el 23,7% de los hombres y solo el 8,9% de las mujeres.
El 68,3% de los alumnos manifestó no estar haciendo nada con su peso o que estaban intentando mantenerlo, seguidos de quienes estaban intentando adelgazar, 23,6%, y finalmente quienes trataban de aumentar, 8,3%, sin diferencias según escuela ni por edad pero sí por sexo, siendo mayor la proporción de mujeres que afirmaron intentar adelgazar, 29,3%, frente al 13% de los hombres. Lo anterior coincide con la percepción que tienen de sí mismos, si bien el 63% de los estudiantes se sentían con un peso apropiado, fueron más las mujeres que airmaron estar gordas o muy gordas, 35% frente al 25% de los hombres. Por su parte, el hábito principal para controlar el peso fue la gimnasia con un 59,2%, con una diferencia de 6,8% a favor de las mujeres, 63,1%; seguido de las dietas, 29,5%, siendo mayor nuevamente en las mujeres, 38,2%, 20,5% más que la de los hombres. Respecto a las dietas practicadas, fueron recomendadas principalmente por un médico 30% y en segundo lugar por algún familiar o amigo, 19,8%, los demás medios (Internet, libros y programas de televisión) representaron valores inferiores al 10%.

4. Orientaciones para la investigación y la acción en el marco del Programa Escuelas Promotoras de Salud
Los antecedentes revisados y los datos producidos en la investigación abonan especíicamente la importancia que adquieren las instancias de socialización en toda estrategia preventiva orientada a la población juvenil, ya sean primarias (familia, grupo de pares) como secundarias (escuela, empresa o taller, centro recreativo).
En tal sentido, cobra ello relevancia en el presente estudio acerca de los factores de riesgo en el marco de una estrategia orientada a promover entornos educativos que incrementen en los jóvenes las posibilidades de adoptar decisiones favorables a la salud, tal como se plantea en los objetivos del programa de extensión en el cual se enmarca la presente investigación, y que ha sido institucionalizado en el ámbito de la Secretaría de Extensión de la Facultad desde el año 2006 hasta la fecha.
Los datos expuestos anteriormente concuerdan parcialmente con los hallazgos obtenidos en la literatura internacional, y con los resultados de las encuestas provinciales y nacionales realizadas durante los años 2005, 2007 y 2009 que se aplicaron mayoritariamente en instituciones escolares de nuestro país.
De acuerdo a los datos obtenidos en el presente estudio nos interesa destacar que los principales problemas observados son los siguientes:
• Al referirnos a los comportamientos de riesgo los datos permiten destacar la adquisición temprana de comportamientos que se consideran perjudiciales para la salud, en el cual sobresale el consumo excesivo de alcohol, la iniciación temprana al consumo de tabaco y la exposición al humo tabáquico ambiental, dada la prevalencia de personas que en el hogar fuman.
• Con relación específica al consumo de alcohol, una frecuencia incrementada de consumo conforme aumenta la edad de los sujetos, y con apreciables diferencias de género, ya que es más observable en varones que en mujeres.
• Un bajo grado de adopción de hábitos alimentarios saludables, siendo escaso el número de chicos/chicas que desayunan diariamente, y se hallan preocupados por informarse en torno al efecto de los alimentos consumidos sobre la salud.
• Los hábitos no saludables de alimentación se potencian por la escasa actividad física, dada la ocupación del tiempo libre mediante actividades que denotan un elevado porcentaje de sedentarismo, tendencia que de ser reforzada se encuentra asociada a numerosos problemas y riesgos de la vida adulta, entre los cuales sobresale el sobrepeso y la obesidad.
• La alta incidencia de episodios asociados a la violencia interpersonal, pues más del 40% admitió haber participado en peleas físicas, y los problemas que el 10% de adolescentes encuestados han referido en relación con las fuerzas de seguridad.
• La influencia del entorno familiar, si nos atenemos al porcentaje de jóvenes fumadores en hogares donde al menos un miembro de la familia fuma, o la iniciación temprana al consumo de alcohol en jóvenes cuyos progenitores también manifiestan hábitos regulares de consumo.
• Por último, un alto porcentaje de accidentes producidos en la escuela o bien in itinerere, que no sólo se constituyen en riesgos para la salud sino que impactan directamente sobre el presentismo escolar.
Respecto de la estrategia de investigación desarrollada un reexamen de los datos y los antecedentes relevados nos invita a considerar, en ulteriores trabajos, la posibilidad de identificar no sólo los aspectos que representan un riesgo o amenaza para la salud sino también aquellos factores protectores, entendidos como las condiciones que impiden la aparición de un riesgo o de las conductas que le están asociadas, enriqueciendo así la perspectiva de análisis sobre este campo temático.
Como lo señala Krauskopf (1994), si el sujeto puede comprender más ampliamente el peligro potencial al que se halla expuesto, mantiene una exposición gradual o limitada a este tipo de situaciones, pudo a su vez desarrollar la capacidad de responder con eicacia, recibe apoyo y sostén de adultos significativos y demuestra habilidades para la resolución de conlictos se hallará en mejores condiciones para afrontar los riesgos y disminuir así sus condiciones de vulnerabilidad.
Por otro lado, profundizar el examen acerca del impacto que los determinantes sociales pueden estar ejerciendo sobre la conducta de los jóvenes, e identificar entre ellos aquellos en los que se ya puede observarse una vulneración particular de su derecho a la salud.
Asimismo, por tratarse de un proyecto de investigación directamente vinculado con la actividad de extensión desarrollada desde la Universidad, sus logros deben reconocerse en relación con el nuevo conocimiento que genera, pero también a partir de los cambios favorables que impulsa en la realidad sobre la cual opera.
Si, como se ha mencionado anteriormente, la salud ha de mejorarse permitiendo a los individuos cambiar sus comportamientos y estilos de vida, la acción debe ir dirigida no también a las condiciones sociales de vida que interactúan para producir y mantener estos patrones de comportamiento.
En tal sentido, los entornos educativos que apoyan la salud ofrecen a las personas protección frente a los riesgos, permitiéndoles ampliar sus capacidades y desarrollar autonomía respecto a la salud.
En síntesis, el análisis de los datos anteriormente expuestos permite dar prioridad a temas que, si bien han sido identificados por el equipo técnico y los miembros de las instituciones en las cuales se desarrolla el presente trabajo, permitirá sin duda reforzar su relevancia en torno a las siguientes áreas: a) Consumo responsable de sustancias psicoactivas, principalmente en lo referido a alcohol y tabaco y retraso en la iniciación al consumo; b) Pautas para una mejor convivencia entre los actores que integran la comunidad educativa a in de prevenir episodios de violencia interpersonal entre pares y desde o hacia la escuela; c) Medidas que propicien hábitos alimentarios saludables dirigidas al ámbito institucional (ej: habilitación de kioscos saludables) o mediante la incorporación de nuevos contenidos pedagógicos en la currícula escolar; d) Prevención de accidentes, priorizando las pautas de autocuidado del joven y la adopción en los hábitos de movilidad o transporte más seguros entre el hogar y la escuela; e) Estrategias que impliquen en mayor medida a padres, dada la influencia ejercida sobre las conductas en los sujetos que componen la muestra del presente estudio.
La participación que alcancen los jóvenes en torno al reforzamiento de las estrategias y dispositivos que se hallan en curso en el ámbito del programa de Escuelas Promotoras de Salud, y que han sido señalados y descritos en múltiples trabajos previos (de Lellis, M; et al.; 2009, de Lellis, M; Da Silva, Schittner, et al. 2010) representan un elemento crítico para el éxito y la sustentabilidad de todas las acciones que en el futuro se emprendan.
Pero como muy bien señalan Carvalho Mezquita Ayres y cols (2003) el enfoque de educación y promoción de la salud no puede quedar presa de las tendencias modeladoras que proponen los paradigmas conductistas clásicos, sino que debe dar paso a enfoques de corte constructivista que destaquen el interés del adolescente por apropiarse de información que para ellos tenga sentido, a f in de movilizarse y hallar soluciones prácticas a las situaciones que los amenazan y, en cierto sentido, los vuelve más vulnerables.
En síntesis, consideramos que el presente estudio, el cual integra con su aporte un modelo de investigación evaluativa que reconoce la complejidad y multidimensionalidad del escenario institucional, servirá al propósito de brindar una evaluación más sistemática de las intervenciones que tengan como destinatario focal a los adolescentes, a fin de promover en ellos una vida más saludable.

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Fecha de recepción: 31 de marzo de 2011
Fecha de aceptación: 8 de septiembre de 2011

 

 

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