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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.18  Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2011

 

PSICOANALISIS

 

Pasaje al acto, acting out y acto analítico. Variaciones de la relación sujeto-Otro

Passage to act [passage à l'acte], acting out and analytical act. change of subject-Other relations

 

Muñoz, Pablo D.1; Leibson, Leonardo2; Smith, María Celeste3; Berger, Andrea 4;Acciardi, Mariano5; Bugacoff, Adriana 6

1 Lic. en Psicología. Magíster de la Universidad de Buenos Aires en Psicoanálisis.JTP Regular del Área Psicología Clínica y Psicopatología. Director del Proyecto UBACyT "Transformaciones del concepto de pasaje al acto en el período de la obra de J. Lacan comprendido entre 1963 y 1980. Similitudes y diferencias con los conceptos de acto y acting out". E-mail: pmunoz@psi.uba

2 Médico. Especialista en Psiquiatría. Profesor Adjunto Regular de la Cátedra II de Psicopatología, Facultad de Psicología, UBA. Investigador Formado, Integrante del Proyecto UBACyT.

3 Lic. en Psicología. ATP Regular de la Cátedra II de Psicoanálisis: Escuela Francesa y ATP Interina de la Cátedra II de Psicopatología. Investigadora Formada, Integrante del Proyecto UBACyT.

4 Lic. en Psicología. JTP Interina de la Cátedra II de Psicopatología, Facultad de Psicología UBA. Investigadora Formada, Integrante del Proyecto UBACyT P601 (2008-10).

5 Lic. en Psicología. JTP Interino de Psicología y Epistemología Genética. Investigador Formado del Proyecto UBACyT P601 (2008-2010).

6 Lic. en Psicología. UBA; JTP Interina de la Cátedra II de Psicopatología (UBA). Investigador Formado del Proyecto UBACyT P601 (2008-2010).

 


Resumen
En este artículo se presentan los vectores principales y los primeros avances del proyecto de investigación 2010-2012: "Transformaciones del concepto de pasaje al acto en el período de la obra de J. Lacan comprendido entre 1963 y 1980. Similitudes y diferencias con los conceptos de acto y acting out".

Con el objetivo de avanzar en la precisión de la génesis, delimitación y transformaciones del concepto de pasaje al acto en la enseñanza de Lacan, indagamos aquí: 1) las coordenadas del Otro en el acting out; 2) los elementos concernidos en la formulación de un acto analítico; 3) las condiciones del pasaje al acto del famoso caso de Jean Claude Romand en su relación con la impostura y la metira y 4) las articulaciones entre los conceptos de pasaje al acto, acting-out y acto tomando como eje algunos de los usos que Lacan hace del término de locura.

Palabras clave:
Pasaje al acto; Acting out; Acto analítico; Locura

Abstract
This article presents the main vector and the irst steps of the research project 2010-2012: "Transformation of the concept of passage to the act [passage à l'acte] during the period of the work of J. Lacan from 1963 to 1980. Similarities and differences with the concepts of act and acting out".

With the goal of advancing on the precision of the origins, definition and transformation of the concept of passage to the act [passage à l'acte] in the teaching of Lacan, we investigated here: 1) the coordinates of the Other in the acting out, 2) the elements involved in the formulation of an analytical act, 3) the conditions of the famous Jean Claude Romand case of passage to the act in relation to the imposture and lie, and 4) the joints between the concepts of passage to the act, acting out and act taking as axis some Lacan uses of the term of madness.

Key words:
Passage to the act; Acting out; Analytical act; Madness


 

"Dar a comprender demasiado
es abrir paso con callejones sin salida"
J. Lacan1

Introducción
En La invención lacaniana del pasaje al acto (Muñoz 2009) se ha demostrado la originalidad de la introducción del concepto de pasaje al acto por parte de Lacan, oponiéndolo al concepto de acting out. Allí se ubicó que esta delimitación fue posible debido a la construcción del concepto de estructura, de la distinción de los tres registros y de la invención del objeto a. En esa línea de trabajo, continuaremos en esta investigación con las variaciones de la conceptualización del pasaje al acto, para lo cual proponemos indagar la relación que existe entre el mismo y los conceptos de acting out y acto analítico.
Hemos citado en nuestra propuesta de investigación autores que sostienen, de manera diferente, que el concepto de pasaje al acto deviene en acto: J.-A. Miller afirma que el pasaje al acto se generaliza en la conceptualización del acto analítico y J. Allouch que el pasaje al acto se diluye en el acto analítico. Coincidimos en situar una estructura común, en tanto ambos sitúan cierta mutación del sujeto pero a la vez ubicamos que Lacan deja de mencionar, o lo hace muy esporádicamente, al pasaje al acto después de El Seminario 15. Entonces, tanto la mutación de la posición subjetiva resultante de ambos, como esta ausencia de mención explícita, ¿autorizan sin más a afirmar que esta noción desaparece? ¿El pasaje al acto se disuelve, se generaliza en la noción de acto analítico? ¿Pierde eficacia su consideración clínica?
Nuestra hipótesis no apunta en esa dirección, en tanto sostenemos que el concepto de pasaje al acto conserva un valor clínico transestructural que no desaparece con la delimitación del concepto de acto analítico. De hecho, lacanianos de diversas orientaciones, utilizan el concepto de pasaje al acto para ubicar una coordenada clínica precisa, sin alusión al acto analítico. Tomemos como ejemplo la revista Imago Agenda N° 146 de este verano, llamada "Los bordes de Thánatos", donde la psicoanalista Liliana Donzis, comenta un caso clínico al que da en llamar "Muerto bien muerto. Consideraciones sobre el pasaje al acto" donde sitúa un pasaje al acto que desemboca en la muerte del hermano del pequeño paciente.
Por otra parte, en El Seminario 10, cuando Lacan nos presenta un cuadro de doble entrada que sitúa una simbolización posible de las respuestas del sujeto en el camino de la realización del deseo, y las vicisitudes que este recorrido inevitablemente suscita, allí encontramos tanto al acting out como al pasaje al acto. Si situáramos allí al acto analítico, ¿lo ubicaríamos en las mismas coordenadas? Es así que consideramos que uno de los ejes posibles para establecer diferencias entre los términos de la tríada acting out, pasaje al acto y acto analítico es la dimensión del A que está en juego en cada uno, lo cual nos permitirá corroborar la pertinencia del concepto de pasaje al acto en la teoría psicoanalítica lacaniana.
En el primer punto del presente artículo despejaremos las coordenadas del A en el acting out. En el segundo punto, delimitaremos algunos de los elementos que para Lacan están concernidos en la formulación de un acto analítico. El tercer punto está dedicado a profundizar en el famoso caso de Jean Claude Romand, el falso médico francés de 42 años, que en enero de 1993 mató a su esposa, a sus dos hijos de 5 y 7 años, a los padres y al perro. El pasaje al acto criminal, antecedido por un dudoso y fracasado intento de suicidio, nos llevará a interrogarnos por las relaciones entre dicho pasaje al acto y la cuestión de la mentira y la impostura. Por último, en el cuarto punto se exploran las articulaciones entre los tres conceptos tomando como eje algunos de los usos que Lacan hace del término de locura en dos momentos de su enseñanza.

1) Paradojas del A en el acting out
Lacan, en El seminario 10 plantea que "Todo lo que es acting out debe oponerse al pasaje al acto" (Lacan 1962-63, 135). Una de esas oposiciones centrales es que el acting implica un sostenimiento, Lacan lo ejemplifica con un llevar de la mano, sin caída de la escena, sin dejar caer. ¿Y qué sostiene de la mano? El objeto a, que por otra parte puede ser el superyó más incómodo. Esta acción, que desde El Seminario 1 Lacan ubica en un contexto de palabra, se presenta como una escena, con un carácter de argumento. Destaquemos la "presentación" en oposición a la "representación", ya que sorprende al sujeto por su extrañeza, por su insistencia, por su compulsión a efectuarla, sin que despierte asociaciones en el análisis. Y mediante esta escena que se da a ver, el sujeto exige una respuesta exacta.
Señalemos las siguientes cuestiones:
• si el acting está ubicado en un contexto de palabra, implica a un A. Pero, ¿qué estatuto tiene esta palabra aquí?;
• si el acting se da a ver, se dirige, podríamos decir, no a un oyente, lugar del analista (recordemos el "poder discrecional del oyente") sino a un "vidente", a un A espectador;
• si implica una exigencia de respuesta, y además exacta, podemos leer allí una especie de reclamo al A, una demanda.
Cuando nos habla acerca de su mecanismo, Lacan en El Seminario 3 plantea: "Confirmo el acting-out como equivalente a un fenómeno alucinatorio de tipo delirante que se produce cuando uno simboliza prematuramente, cuando uno aborda algo en el orden de la realidad, y no en el seno del registro simbólico" (Lacan 1955-56, 117). ¿Quién es allí ese "uno" sino el lugar del A? Y leemos allí al acting-out como un equivalente a un fenómeno claramente psicótico, justamente en el punto en que se trata del lenguaje, puesto que a la psicosis hay que ubicarla como un efecto de lenguaje. Allí la fenomenología clínica responde a la estructura de un significante, pero que tiene como característica no operar encadenado, este significante no
remite a otro significante, retorna de lo real, desencadenado, no representa a un sujeto para otro significante, sino que lo señala. Entonces, si el acting out está en un contexto de palabra, en un contexto significante, este significante no está, en el acmé del acting, en condiciones de ligarse a otro significante, y producir alguna significación. De allí que David Kreszes, en su artículo "Consideraciones sobre la Verwerfung" ubique como mecanismo del acting a la Verwerfung de un significante, no del nombre del padre, sino un significante que tendrá la posibilidad de inscribirse, corregida la vicisitud transferencial que lo desencadenó. ¿Y a qué se debe según Lacan este desencadenamiento? A ubicar en el plano de la realidad, del registro imaginario, de las significaciones, lo que habría que haberse escuchado, leído desde el registro simbólico. Podemos sostener entonces, que si el acting se presenta, es porque el A, no está en posición de representar, lo que requiere del encadenamiento significante. Y retorna, desencadenado en esta escena, que demanda al A, que se reubique. Reclama al A, por este abordaje en el seno de la realidad, por la no operatividad simbólica que dejaría como resto al objeto a, que en tanto caído, causa el deseo. Este "deseo desconocido" en su causa, el objeto a, se recubre imaginariamente y se da a ver.
Es por esto que situamos como paradojal el lugar del A al que el acting out se dirige, en tanto no hay caída de la escena para el sujeto, el sujeto está sostenido de la mano, pero es una escena que no lo representa, sino que presentifica el desconocimiento del lugar de objeto a como causa del deseo. De allí que Lacan se pregunte si este A está a la altura de esta respuesta exacta que se le demanda, si está en condiciones de interpretar. Es por esto que no vacila en llamarlo transferencia salvaje, transferencia sin análisis, en tanto se le demanda una interpretación, que desde ese lugar transferencial, no es posible.
Ubicar en estos términos al acting out, incluyendo las particularidades paradojales del A al que se dirige, nos permite clínicamente, repensar y rectificar en tanto analistas la posición transferencial que lo desencadenó.
Dejamos señalada el mantenimiento de la escena, una demanda a un A que no está en el lugar de intérprete, y la ubicación del objeto a en acting, para retomar en el próximo trabajo sus diferencias con el pasaje al acto en las misma coordenadas.

2) El acto analítico: una lógica del no pensar
En la reseña de enseñanza del Seminario que dictó durante el período 1967-1968, titulado "El acto psicoanalítico" (Lacan 1969), Jacques Lacan entrelaza una serie de formulaciones que nos interesa comentar para cernir los elementos, o al menos algunos de ellos, que hacen a la formulación de un acto psicoanalítico.
Tomemos en primer término una definición: "el acto (a secas) ha lugar de un decir, cuyo sujeto cambia. Es acto porque anda, pero no solo por decir "eso anda", y ni siquiera "andemos", sino haciendo que "a eso llegue yo" se verifique en él" (Lacan 1969, 47).
Tenemos aquí dos afirmaciones encadenadas. Primera, el acto tiene lugar y surge a partir de un decir. Segunda, no es solo por decir algo que eso ya se convierte o implica un acto. Requiere que algo se sume (o se reste) a ese decir para que entonces el sujeto (que no es previo al acto sino que se constituye a partir de él) cambie. Se entiende: cambie de lugar. El acto implica una especialidad dividida: entre un lugar y otro (como en el célebre ejemplo del cruce del Rubicón).
Por otra parte, este decir que hace al acto tiene que ver con lo dicho y también con el modo de decir. "[Que] A eso llegue yo", dicho en subjuntivo no es una descripción de una acción ni de un hacer, tampoco es la constatación de algo que ha sucedido, ni el imperativo de lo que debe efectuarse ni el potencial de lo que habría ocurrido o tendría que ocurrir. El subjuntivo "(que) a eso llegue yo" indica un devenir presunto que en su recorrido se retuerce y se entrecruza señalando un antes de que llegue, la llegada misma y la necesaria consecuencia de que a eso llegue. También plantea que ese recorrido puede leerse, porque que "yo llegue" no explicita necesariamente a dónde ha llegado. Ni mucho menos por qué.
Se trata en esta primera definición, recordemos, del "acto a secas", no especialmente del acto psicoanalítico. Y Lacan agrega a continuación: "Como es acto por reproducirse del hacer mismo que ordena, el acto psicoanalítico parece idóneo para reverberar más luz sobre el acto" (ib.). El acto psicoanalítico se propone como una especie del acto. Que lleva la característica fundamental de tener lugar en un decir particular (que se ubica como una excepción al decir 2) y que tiene consecuencias: un cambio que implica el surgimiento de un sujeto. En el inicio de El Seminario: "El acto psicoanalítico" (Lacan 1968-1969) Lacan irá ubicando otras formas del acto: el acto poético, el acto
político/revolucionario, el acto moral. También recorre algunas caracterizaciones del acto según la filosofía. Pero su despliegue mayor apunta a despejar qué aporta el acto psicoanalítico a este conocimiento del acto.
Volvamos a la "Reseña...". Al principio mismo de este texto se dice que "el acto analítico lo vamos a suponer a partir del momento selectivo en que el psicoanalizante pasa a psicoanalista". Y a continuación, como para desalentar la idea que hace equivaler el acto analítico a lo que ocurre después de concluido un análisis, agrega: "Aislado así a partir de ese momento de instalación, el acto está al alcance de toda entrada en psicoanálisis" (Lacan 1969, 47). El acto se encuentra al final porque habrá estado desde el inicio, desde la instalación de un comienzo (que tampoco coincide con el inicio de los encuentros entre un analista y quien será analizante). La temporalidad del acto y del acto analítico se constituye en varias direcciones y requiere ser pensada tanto en lo que se anticipa de un inicio como en lo que se posterga de un final así como de lo que no llega nunca al encuentro supuesto.
Se trata de un tiempo lógico, en el sentido fuerte de ambos términos. Un tiempo complejo en tanto se ve inmiscuido por la lógica, entendiendo que "[la lógica matemática]... atesta desde afuera a Otro cuya estructura, y justamente por ser lógica, no llega hasta recubrirse a sí misma: es S(A/), de nuestro grafo" (ib, 50).
La lógica es tomada por Lacan (en este seminario y en el anterior, justamente titulado "Lógica del fantasma" (Lacan 1967-1968)) como esa articulación que prescinde del sentido y en cierta manera del decir, que deja escribir lo posible y por ende también lleva a ubicar los límites de esa escritura. O sea, la lógica es el operador de lo que no puede decirse, y que permite también localizar o circunscribir lo que no puede escribirse. 3 En esa línea, es lo que le permite a Lacan avanzar sobre ciertos planteos acerca del objeto a en tanto "nada indica que el objeto a no tenga una consistencia cuyo sostén sea de lógica pura" (subrayemos una vez más el uso del subjuntivo por parte de Lacan).
Es a partir de esta ubicación del objeto a que Lacan podrá afirmar que "el psicoanalista en el psicoanálisis4 no es sujeto, y que situando su acto con la topología ideal del objeto a, se deduce que opera por no pensar" (ib, 50, subrayado nuestro).
El no pienso mediante el cual la Regla Fundamental plan- tea y soporta la apuesta que se juega en el análisis5 tiene su contrapartida en el analista que opera por no pensar. O sea, que si se ubica en el "no pienso" de la disyunción de la alienación ("o no pienso o no soy"), podrá operar. Como analista, claro. Al menos en una posición. Porque a continuación se afirma: "Un 'yo no pienso' que es el derecho, de hecho suspende al psicoanalista de la ansiedad de saber dónde darle su puesto para pensar, pese a todo, el psicoanálisis, sin estar condenado a fallarlo". Ahí encontramos al psicoanalista en otro lugar posible, sin la prisa del objeto, sin la condena del sujeto. Se trata más bien de "la humildad del límite en que el acto se presentó a su experiencia [que] le tapa, mediante la reprobación con que se enuncia como fallido, las vías más seguras que ella encierra para alcanzar ese saber" (ib. 50).
Lacan apunta acá a otra figura del acto, princeps en tanto surgida de la pluma de Freud y ubicada por éste en un lugar central de la experiencia del inconciente: el acto fallido. Lacan dirá que es el único acto logrado6 , en tanto nos muestra la lógica de la que se trata: una lógica que se pone en evidencia cuando encuentra su impasse, en las trabazones que arman las paradojas7.
Tan clave es esta cuestión que Lacan afirma: "nada puede hacer que exista un psicoanalista, a no ser la lógica con que el acto se articula en un antes y un después" (ib. 52). Este acto, que es el psicoanalítico, hace que exista un psicoanalista donde antes no lo había, y eso no es un resultado de un puro y simple accionar, de una tarea (aunque la requiere: es la tarea del psicoanalizante, pero que no tendría lugar si no puede ser soportada por el acto del psicoanalista) sino que se soporta de una lógica que deja sus marcas en lo que se considera como tiempo: un antes y un después, no del todo lineales, no del todo cronológicos, no del todo hechos de duración sino más bien de escansiones, pausas, suspiros y caídas. Una lógica que al intentar cerrarse sobre sí misma (porque si no se propusiera dar cuenta del fundamento de su operación no sería lógica) muestra, en sus paradojas, los límites de su operación y en esos límites aquello a lo que apunta. Este límite Lacan lo escribe con la letra a minúscula del objeto. Decimos que se trata de eso en el acto analítico: de un límite, de que un análisis tenga un inal, aunque ninguna lógica pueda anticipar cómo ni cuándo se producirá ni tampoco de qué estará hecho ese final. Pero sí puede conjeturar que se trate de un final que incluya el vaciamiento de un supuesto saber y la destitución del sujeto que se le atribuía, movimiento sincrónico a la caída del objeto que será la estofa de ese inal, aunque solo puede otorgarla por su falta.

Pero este final no anticipable aunque sí conjeturable no es sin ciertas condiciones: "El psicoanalista se hace de objeto a. Se hace, entiéndase: se hace producir; de objeto a: con objeto a" (ib. 52-53). El psicoanalista se hace hacer, se hace producir. Se deja hacer, podemos agregar, y no porque lo piense. Más bien, como veíamos, porque no piensa, porque se deja no pensar. Esto va completamente a contramano de ciertas imaginerías que suponen que un analista es una especie de comparsa que se disfraza del objeto que conviene según el paciente que esté atendiendo y que podría tomar (y dejar) los hábitos a gracia y voluntad. Lacan lo considera de muy otra manera.
No se atiende ni se disfraza, aunque pueda a veces hacer el payaso - o cualquier otro personaje de la comedia. Se hace producir, de objeto, con objeto. Con ese objeto vacío sin concepto.
Por esto, "el acto psicoanalítico consiente en zafarse de la captura de lo universal". La singularidad en acto en el fin de análisis. Una singularidad que no cabe en ninguna forma de universal ni puede ser reducida a eso. Una singularidad que desmantela la idea de un saber supuesto universal así como la suposición del sujeto que lo captaría. Una singularidad que es el límite del concepto. "El acto psicoanalítico, para mantener su avanzada propia, no ha de mezclarse en tales asuntos" ¿De qué asuntos se trata? De "tipos, normas, meros remedios" (ib. 55). Hay entonces una mención al recurso que Freud hace de la escena más que del mito (ib. 55), lo cual de alguna manera acerca y preserva al acto analítico del acting out. El recurso a lo escénico, a lo teatral en algún sentido, nos interroga acerca de qué se trata esto. Ya vimos que no es el analista quien asume un personaje sino que con el objeto, en todo caso, ese personaje lo hace. Son los personajes de la escena transferencial, sustentados por la apuesta, por lo que está en juego en ese juego de palabras... que lleva algo que cae de la palabra en tanto se trata de un decir que no piensa.
Lo que lleva a quien se analiza a que se entregue a esa subversión del decir hasta "producir lo incurable donde el acto encuentra su in propio, y aquello que del síntoma cobra un efecto revolucionario sólo por dejar de marchar al son que le marca la batuta llamada marxista8" (ib. 57). Lo que el acto produce es el encuentro con lo incurable, efecto de subversión que lo revolucionario del síntoma permite encontrar.
En ese sentido, Lacan afirma que "no adviene la palabra sino porque el acto ya estaba. Entiéndase: estaba allí por poco, así no hubiese llegado la palabra, estaba allí en el instante en que esta por in llegaba". Tensión entre la palabra, el acto y un resto que cae de esa tensión que el acto analítico muestra a las claras. Por eso se trata de un decir pero no basta con decir, ni con escribir ni con leer. Esa lógica que muestra la falla en su propio devenir, en ese devenir que la hace toparse con su impropiedad, con su impureza, con lo incurable del límite. Esa lógica termina cuando muestra que en su límite hay un residuo, un resto. Más allá del principio del placer, para decirlo con Freud. Un más allá que la barradura de lo simbólico que, cuando surge en el corte en acto que se produce en un análisis, muestra la dimensión de lo que llamamos goce, de lo que se apunta con esa a minúscula.
Georges Perec, hablando de su análisis, describe no sin humor: "El psicoanálisis no se parece en verdad a los anuncios para calvos; no hay un 'antes' ni un 'después'. Hubo un presente del análisis, un 'aquí y ahora' que comenzó, duró, concluyó. También podría escribir que 'tardó cuatro años en comenzar' o que 'se concluyó durante cuatro años'" 9. Paradojas del tiempo que es el tiempo del acto. Agreguemos que hasta que no se produce ese encuentro (fallido, pero encuentro al in) el sujeto no cambia de posición en tanto no hay antes ni después. Cuando lo haya, no habrá posibilidad de volver atrás.
Todo esto sostenido, soportado e incluso en alguna medida causado, por el no pienso del analista que deja hacer al objeto. Un no pienso que no se entiende sino que se desprende de una lógica, especialmente de sus fallas.

3) El pasaje al acto de Jean Claude Romand

a) El caso
El material con el que contamos está recogido de las crónicas del juicio que se desarrolló en Francia y en el que Jean Claude Romand fue sentenciado a cadena perpetua y una pena de prisión firme de veinte años, y el texto perteneciente a E. Carrère, El adversario, sobre el cual estuvo basada una película homónima.
La vida de Romand está atravesada por las mentiras. No pudo rendir aquellos exámenes que le hubieran permitido concluir el segundo año de la carrera de Medicina. Esto ocurre inmediatamente después de que Florence, su prometida y luego esposa, intenta abandonarlo. Ante la pregunta de sus padres les dijo que le fue bien. Cuando llegaron los resultados anunció que había aprobado. Al afirmar haber rendido el examen con éxito comenzó el laberinto de mentiras en el que su vida se transforma. Romand lo dijo así: "Cuando estás cogido en ese engranaje de no querer defraudar, la primera mentira llama a la siguiente y así toda la vida". Durante diecinueve años se ocupó de ocultar, sin levantar demasiadas sospechas en su entorno, que nunca había concluido sus estudios universitarios. Una vez "recibido de médico", decía trabajar en la O.M.S, aunque permanecía en su auto fuera del edificio o deambulaba por distintos bares. Mientras tanto, haciendo uso del prestigio que ese trabajo le brindaba, administraba el dinero de sus suegros y el de sus padres. Precisamente, eran esos fondos los que le permitían mantener a la familia. El autor del libro se resiste a reducir el motivo de los asesinatos a una simple estafa económica a punto de ser descubierta por su entorno.

En el texto de Carrère están consignados algunos fragmentos que dan cuenta de la desorientación que "el caso" produce en los peritos a la hora de inclinarse por un diagnóstico. Inmediatamente después de ser detenido, es entrevistado por un grupo de psiquiatras frente a los cuales continúa interpretando el personaje calmo, obsequioso con el objetivo de granjearse la simpatía de los interlocutores. Les pregunta a los psiquiatras si los somníferos que le suministran pueden causarle una adicción. Los psiquiatras quedan sorprendidos por la desafectación. No le creen. Estando preso lo entrevistan nuevamente, dice haber considerado la posibilidad del suicidio para luego descartarla con la ayuda del capellán. Afirma que seguirá vivo para con su sufrimiento, mantener viva la memoria de los muertos. Para ese entonces, había perdido 25 kg y comienza a interpretar el personaje del "gran criminal en el camino de la redención mística". Las visitadoras de la cárcel, con una de las cuales inclusive entabló una relación amorosa, habían contribuido a la construcción de ese personaje. Otro equipo de psiquiatras que intenta elaborar un diagnóstico, airman que la novela narcisística continúa en la cárcel y esto le permite evitar una depresión masiva. Detectan que no hay sufrimiento psíquico y de ahí la dificultad para ofrecerle tratamiento. Advierten del riesgo de una depresión melancólica pero, ubican allí la única posibilidad de caída de las defensas que sistemáticamente lo han mantenido alejado de la autenticidad.

b) Acerca de la mentira y la impostura
Es importante subrayar las diferencias entre la mentira en el adulto y en el niño. Autores clásicos, entre ellos Anna Freud -quien se ha esforzado por distinguir parámetros de diferenciación entre lo normal y lo patológico en el campo de la mentira infantil- se afanaron en precisar las particularidades de la mentiras infantiles en su relación con la fantasía y la realización de deseo en contrapunto con la adquisición del principio de realidad.
El planteo de V. Tausk, cuando afirma que a través de la mentira el niño comprueba que sus padres no pueden conocer sus pensamientos, nos permite afirmar que la posibilidad de mentir es un logro de la infancia: le posibilita al niño descompletar al Otro. El niño cuando miente desacredita el saber del Otro encarnado en los padres.
J. Lacan en la clase del 4 de marzo de 1959 de su seminario afirma: "Hay correlación entre este no saber en el Otro y la constitución del inconciente. El uno, de algún modo, es el reverso del otro".
En la enseñanza de Lacan, las referencias a la cuestión de la mentira son múltiples. Ya desde El Seminario 1 plantea que es la palabra la que instaura la mentira en la realidad. En El Seminario 5 aborda la mentira en contrapunto con el registro de la verdad. En El Seminario 7 sostiene que a nivel del inconciente el sujeto miente, y esa mentira es su modo de decir respecto a la verdad. Afirma que el "Tú no mentirás" tiene como función retirar del enunciado al sujeto de la enunciación.
J. Derrida en Historia de la mentira afirma que mentir, engañar y engañarse se inscriben en la categoría de lo pseudológico (pseudos: mentira, falsedad, error, engaño, fraude, creación poética). Destaca, apoyándose en San Agustín, que mentir es querer engañar al otro, y a veces aun diciendo la verdad. La mentira deja de ser un hecho o un estado: es un acto intencional. Produce un movimiento de eje correlativo al pasaje de lo constatativo a lo performativo: más que mentira, se trata de un acto de mentir. Se despoja de este modo de una concepción de mentira que repose sobre la adecuación con la realidad.
La psiquiatría fundó una discutida categoría: la pseudología fantástica o la mitomanía. J. Jinkis se reiere a esa entidad: "Una especie de la mentira ligada a la fantasía fue bautizada (por Delbrück, en 1891) de un modo fantástico; la llamó 'Pseudología fantástica' y tuvo una existencia pesadillezca para los practicantes de la psicopatología psiquiátrica (y para los pacientes que fueron calificados de psicópatas, mitómanos, atribuyéndoseles desde 'una paranoia inventada', 'un delirio sistematizado', con menos subterfugios se los tachaba de 'simuladores' e 'impostores'". Jinkis se detiene en un trabajo sobre el tema que le pertenece a Helene Deutsch, quien conserva a diferencia de otros psicoanalistas, el término "Pseudología fantásti
ca". Entre otras cuestiones, Jinkis subraya que Helene Deutsch no se engaña perdiéndose en la mentira que contraría la realidad, y airma que hay un deseo que se satisface: el deseo de decir. Destaca la estructura ternaria de la mentira, que al igual que el chiste necesita de Otro para constituirse.
El énfasis puesto en "el deseo de decir" y en "la estructura ternaria de la mentira" permite afirmar que para que algo se sancione como mentira, se requiere de Otro volviendo innecesaria la apelación a la realidad. Aun así, tiene un efecto enloquecedor un decir desamarrado del problema de la adecuación. Digamos provisoriamente, que no existe la mentira per-se, porque es un hecho discursivo que, cuando se produce, nombra una forma de lazo paradojal con el Otro. El lazo con el Otro es siempre paradojal, quizá convendría nombrarlo como "particular" por lo que de "solitario" conlleva.
La mentira en la infancia tiene un lugar destacado porque ofrece la posibilidad de "descontarse" del Otro y en ese sentido, inaugura una suerte de duplicidad de escenas. La mentira en el adulto, no tiene ese valor inaugural o fundante.

c) Lectura del caso
Retomando el caso, es interesante subrayar que no se trata estrictamente de mentir, sino de una vida organizada alrededor de la impostura: modalidad que la locura toma ya que atañe a la infatuación del yo. Si la locura es corte, desamarre, corto circuito entre el sujeto y el Otro, la impostura de Romand es un nombre posible para dar cuenta del impasse entre el sujeto y el Otro.

En el texto de Carrère hay algunas afirmaciones respecto al tema del cuerpo: la aversión por la manipulación de los cuerpos y la oscuridad respecto a la cuestión sexual. La cuestión del sexo, según el decir del autor del libro "es una de las lagunas de la historia". Cada vez que mantenía relaciones sexuales con una mujer (primero Florence y luego Corinne, su amante al momento en que asesina a la familia), ellas tomaban la iniciativa de separarse y él caía en una profunda "depresión".
Agreguemos una referencia que hace Jean Claude durante el juicio, cuando le preguntan por los gastos de tarjetas de crédito en casas de masajes y en negocios de venta de pornografía. Él afirma, que a través de esos masajes que recibía mensualmente, "tenía la sensación de tener un cuerpo".
La problemática de los enlaces entre el ser, la existencia, la apariencia, la imagen, es decir: el cuerpo en su dimensión más viva y de afectación enlazada -y a la vez distanciada de la imagen- se inaugura con un acto que supone decir: "Este soy yo". A esto llamamos: el estadio del espejo. Se trata de un decir que funda una hiancia que la identificación colma dejando un resto no especularizable llamado objeto a. En ese movimiento se abre el campo de la ilusión. Comienza la posibilidad de ubicar términos como "detrás" y "delante". A partir de ese momento estructuralmente inaugural, aun de modo conlictual se es un cuerpo, se tiene un cuerpo. Parece que Romand no contara con un espejo que le permita afirmar "Ese soy yo ".
Funciona como un espejo que reproduce lo que el otro quiere ver en él, una suerte de "trampa para el ojo" en la que se puede infinitizar la pregunta por qué hay detrás, en una suerte de búsqueda de lo verdadero. Carrère parece haber quedado capturado allí, interpelado hasta descubrir que no hay ningún "verdadero" detrás de esta apariencia. Es puro ropaje, una especie de "caballero inexistente" de Italo Calvino: una armadura vacía.
Los psiquiatras que lo entrevistan reparan en ese "deseo de agradar". Les habla en los términos que él supone ellos esperan de él. Ellos se centran en una cuestión transfe- rencial, no se dejan "engañar", se vuelve "indecidible" si lo que dice es verdadero o no.
La práctica discursiva de engañar de Romand parece haberse inaugurado cuando airma haber aprobado exámenes que ni siquiera rindió. A partir de entonces comienza a conformarse una red en la cual la impostura cobra un lugar protagónico y estabilizante. El pasaje al acto homicida en sus opacidades, surge cuando la impostura se ve amenazada por el fracaso, y paradojalmente, revela la fortaleza de la debilidad de su estofa.
Luego de haber recorrido en forma sucinta las particularidades del caso, abordar brevemente algunos aspectos de la mentira y la impostura, nos queda para la continuación del trabajo de esta investigación: a) profundizar las diferencias entre el valor de la mentira en la infancia y la adultez, b) desplegar las relaciones entre mentira y performatividad.

4) La locura del pasaje al acto, del acting out y del acto
En este apartado se recorrerán las características y disyunciones que mantienen estos tres conceptos entre sí, intentando ubicar una estructura en común, una intersección, una comunidad entre esta tríada, y lo que en la enseñanza de Lacan hemos investigado como fenómenos de locura. 10
Cuando en el consultorio el pasaje al acto o el acting out nos sorprenden, iluminan fenómenos que dejan ese sabor a locura. Tendremos que poner a prueba si el acto "por deberle su estructura al pasaje al acto", tal como lo dice Miller 11 , también tiene encerrado esa cuota - condición de locura necesaria para su realización.
Es por ello que para tratar de investigar lo que tienen en común, de loco esta tríada se intentará hacer jugar las variables de: tiempo y relación sujeto-Otro. Es decir que intentaremos probar que en la resolución que presa de la prisa en que se realiza el acto (pasaje al acto o acting out) y el cruce de la relación particular del sujeto con el Otro caracterizada por lo que proponemos llamar una "relación de impasse" encontraremos cierta conjunción que hacen de esta tríada fenómenos que se manifiestan como locos.

La locura
En nuestra investigación anterior 12 hemos arribado a la siguiente conclusión: no hay acerca de la locura una doctrina sistemática y acabada en la obra de Lacan. Sin embargo es un tema recurrente que va tomando distintas versiones en función de los distintos operadores conceptuales con los que va pensando su enseñanza. Hemos planteado que estos fenómenos trans-estructurales se manifiestan en el campo del cuerpo (como excitación motriz) y de la palabra (excitación palabrera). Y si bien no
hay, como hemos dicho anteriormente, una doctrina acabada, proponemos conceptualizar la temática de la locura tomando dos ejes, dos momentos en la obra de Lacan, que signan los polos de su enseñanza. Un momento primero, que él denomina de sus antecedentes (en Acerca de la causalidad psíquica) y el de su última enseñanza (Seminario 24). Uno indica su filiación a Hegel, el otro su atadura a la teoría de los nudos.
La condición de la locura en el primer momento implica una operación de identificación que denominará plena, inmediata, a un ideal. El sujeto cree ser aquello con lo que se identifica. Atañe a la infatuación del yo, que vemos manifestarse -dice Lacan- en las distintas iguras hegelianas de la "ley del corazón", donde el ser no reconoce el desorden del mundo que vive, o en la acusación al Otro del "alma bella", donde desconoce su parte en su propio asunto. Hegel propone entender estos fenómenos como "desconocimiento" de una conciencia individual respecto de su relación con una conciencia colectiva. Forma de liberarse de esa conciencia colectiva. Ese corte entre lo universal y lo particular en términos de Hegel, se pone de manifiesto en la "inmediatez" de la identificación que es leída por Lacan como resultado del no funcionamiento del carácter mediador de lo simbólico, de la no función mediadora del campo del Otro. Entonces, la locura para esta época puede leerse como el cortocircuito, el corte entre el sujeto y la mediación del campo del Otro.
En el otro extremo, en el último tramo de su enseñanza, separado de la filosofía, y tomado por la teoría de los nudos, vuelve sobre la locura, definiéndola como lo que se opone a la debilidad. La debilidad "mental", la mentalidad, sentimentalidad, es definida como anudamiento, tejido, red, articulación lenguanjera, discurso del Otro. En esta serie incluye la referencia al inconciente freudiano, saber inconciente, descifrable, interpretable, que remite a la relación del sujeto al Otro y la consecuente producción de sentido. Entonces la locura en esta época es lo que se opone a la debilidad, es corte entre S1 y S2 , es desanudamiento simbólico-imaginario, es el desamarre del sujeto respecto del campo del Otro, del discurso mentiroso lenguanjero del campo del Otro.
Subrayamos que a través de estos dos momentos distantes entre sí en el tiempo y en sus paradigmas, sin embargo encontramos una confluencia: la locura es corte, desamarre, cortocircuito entre el sujeto y el Otro. Distintos modos en definitiva de nombrar el "impasse entre el sujeto-Otro".

La triada pasaje al acto-acto-acting out
Para Lacan las claves del pasaje al acto las encontramos en el acto de suicidio "del sujeto". Este "suicidio" implica una destitución subjetiva radical. El pasaje al acto, nos muestra a nivel del sujeto su identificación al objeto, deyecto, perdido. Es decir, que el sujeto como objeto deyecto se cae de la escena, del fantasma. Ya no se dirige al Otro, ni lo convoca, ni busca su interpretación. El corte con el Otro es brutal, sin resto. El Otro pulverizado ya no ocupa su lugar en la ficción del fantasma. Implica un atravesamiento que desintegra al Otro y al sujeto. El pasaje al acto es paradigmático de la realización de ese impasse
entre el sujeto y el Otro. Si el concepto de acto le debe su estructura al de pasaje al acto, debemos entender que encontramos también este suicidio subjetivo del que hablábamos mas arriba.
Sin embargo, y aquí radica su particularidad, en el acto ese suicidio implica transformación. Es decir, no hay en el acto desintegración subjetiva sino cambio subjetivo. Pero para que ese cambio se produzca hay un tiempo necesario de impasse, de corte que lleva al sujeto a dar el paso a la realización. Luego, en otro momento, deberá advenir un tiempo distinto que inscriba dicha transformación.
Por eso decimos: el acto implica un antes y un después (como el pasaje al acto) pero en el acto hay inscripción de ese cambio como transformación del sujeto. Transformación que implica una relación particular del sujeto con el significante.
El acto es repetición de un significante que se significa a sí mismo, mixtura del significante que se realiza, o sea, pasa a lo real. El significante en el acto es arrojado de lo simbólico, rompe con su condición simbólica de copular con los otros significantes. Se presenta como tal carente de sentido, abortado del sentido. El acto nos muestra una trasgresión del significante, ¿su locura?
Loca es sin duda, para quien la ve, la excitación, o como diría Freud la descarga motriz, la innervación motriz que implica el acting out. Esta motilidad "desordenada", desfigurada, es una puesta en escena, por parte de un sujeto que se dirige con ella al Otro, al que convoca como espectador. Por eso decimos que hay un mensaje, hay un llamado, búsqueda de interpretación.
¿Donde ubicar entonces la relación de impasse entre el sujeto y el Otro en este fenómeno que también se presenta como loco?
Si bien hay sujeto que se dirige al Otro, el acting out nos muestra el cortocircuito en la imposibilidad del Otro de acoger, de escuchar cierta verdad del sujeto, respecto de su deseo. Desconociendo al objeto en su dimensión de causa de deseo, el sujeto se ve llevado a su mostración, a mostrar el objeto como causa. Pero con la particularidad de no hacerse representar por su escena. Queda escindido de la escena misma que produce. No se hace representar por ese significante para otro significante. El sujeto separado de su cadena, realiza una escena en la cual no se hace representar como sujeto. Concluimos: el acting out es otra forma de presentación del "impasse sujeto -Otro".

Hemos intentado empezar a esbozar los primeros lineamientos en la investigación dilucidando que el acto, como el pasaje al acto y el acting out, a pesar de sus diferencias, muestran en la temporalidad del instante en que se realiza, la locura que implica el impasse sujeto - Otro.
Esta realización es un estado particular del significante. Una entrada del significante en lo real. Entrada que despoja al significante de sentido, dándole ese carácter insensato, irracional, asemántico, de arrojarse, de lanzarse a lo futuro. Produciendo un corte en la dimensión del tiempo simbólico, medible, cuantificable. Pone en juego el tiempo del arrebato.
Que toma una forma radical en el pasaje al acto, donde ese arrebato destituye al sujeto, pulveriza al Otro. Una forma de transformación en el acto, donde vemos que la operación del significante no es la de representar a un sujeto para el Otro sino para sí mismo. Y de suspensión de representación en el acting out, donde está suspendida la función de representación del significante que se dirige al Otro.
Tiempo del arrebato, locura, corte, desamarre entre sujeto-Otro. Impasse del sujeto de su definición misma, un sujeto es lo que significa un significante para otro significante y del Otro del Otro que no hay salvo en la ficción que lo produce como articulación entre significantes.
Para concluir en este avance, pero con la deuda de lo que vendrá, podemos formular que en el corazón de la experiencia clínica, el acto del analista, hará resonar con su presencia la causa del deseo. Despojado de su subjetividad y de la relación al Otro, pondrá en juego en la regla fundamental la invitación a la asociación libre, no sólo como copulación de una asociación con otra bajo el soporte del sujeto supuesto saber, sino también la locura de la trasgresión al significante, de su realización.

1 Lacan 1969, p. 58.

2 El decir que el analizante produce bajo el imperio de la Regla Fundamental no es un decir más, aunque se trate de que se diga siempre más. Es, como veremos, un decir sin pensar, una operación que vuelve disyuntos el decir del pensar.

3 Lo que no puede decirse y lo que no puede escribirse no tienen porque recubrirse ni limitarse recíprocamente. Son más bien heterogéneos. Para demostrar esto serían necesarios desarrollos que exceden los alcances del presente texto. Cf. Leibson 1995.

4 Curiosa y aparente redundancia: el psicoanalista en el psicoanálisis. ¿Dónde más podría hallarse a un psicoanalista sino en un psicoanálisis? Sin embargo, la replicación hace lotar la pregunta como algo que podría tener otras respuestas. ¿Tal vez aquello de que el analista es al menos dos? Véase lo que continúa en el texto.

5 Por eso la Regla Fundamental no es tanto: "diga todo", sino "diga sin pensar".

6 También lo dice del suicidio, pero por otros motivos y no sin un matiz más irónico.

7"En la ética que se inaugura con el acto psicoanalítico (...) la lógica gobierna, y de seguro ya que encontramos en ella sus paradojas" (ib. 55).

8 Dejamos para otra ocasión las interesantes conclusiones que surgirían de analizar las circunstancias tan especiales en las que se desenvuelve este Seminario, rodeado y hasta tomado por los acontecimientos que prologaron, consistieron y sucedieron al mayo francés de 1968.

9 Perec, G., "Los lugares de un ardid" en Pensar/Clasificar, Barcelona, Gedisa, 1986. Georges Perec (1936-1982) fue un poeta y narrador francés que, entre muchas otras cosas, da en este texto una reflexión acerca de su análisis que realizó en París en los años 70.

10 Nuestra investigación anterior (2008-2010): "Variaciones del concepto de locura en la obra de J. Lacan. Su incidencia en el diagnóstico diferencial neurosis-psicosis". Director: Pablo D. Muñoz.

11 Miller, J.-A.: "Observaciones sobre su concepto de pasaje al acto", en Infortunios del acto analítico, Ed. Atuel, Buenos Aires. Esta afirmación es comentada y discutida en Muñoz, P. (2009): La invención lacaniana del pasaje al acto, Ed. Manantial, Bs.As.

12 Berger, A.: "Algunos avances en la consideración de la locura en la última enseñanza de J. Lacan. Relaciones entre Locura y Manía", trabajo presentado para el I Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, XVI Jornadas de Investigación y Quinto Encuentro de Investigadores del Mercosur, a realizarse los días 7, 8 y 9 de Agosto del 2009, en la Ciudad de Bs As, Secretaría de Investigaciones, Facultad de Psicología, UBA.

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Fecha de recepción: 31 de marzo de 2011
Fecha de aceptación: 4 de septiembre de 2011

 

 

 

 

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