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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.19 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2012

 

PSICOLOGÍA CLÍNICA Y PSICOPATOLOGÍA

La clínica de la segunda tópica freudiana: los diques pulsionales

Freudian's second topic clinic: drive's dams

 

Laznik, David1 ; Kligmann, Leopoldo2

1Profesor Regular Titular de Psicoanálisis: Freud (Cát. ifi), Facultad de Psicología, UBA. Profesor Regular Titular a cargo de Clínica Psicoanalítica (Cát. I), Facultad de Psicología, UBA. Director de los Proyectos UBACYT "Conceptualizaciones de los límites del análisis en la teoría freudiana" y "La clínica de la segunda tópica freudiana", Universidad de Buenos Aires. E-mail: dlaznik@psi.uba.ar

2 Lic. en Psicología, UBA. Investigador Formado, UBACyT. Docente de las asignaturas "Psicoanálisis: Freud" Cát. ifi, UBA y "Clínica Psicoanalítica" Cát. 654, UBA. E-mail: leopoldokligmann@gmail.com

 


Resumen:
A partir de los desarrollos de nuestra investigación postulamos que la segunda tópica se constituye para Freud como punto de inlexión y revisión de ciertos desarrollos teóricos previos que al mismo tiempo fundamentan la clínica. El siguiente artículo despliega la conceptualización de los diques pulsionales y la reconsideración de los mismos, posibilitada por la formulación de la segunda tópica.
A fin de considerar dicha cuestión realizaremos el siguiente recorrido. En primer lugar, situaremos la posición diferencial de los díques en la clínica Freudiana. Luego, ubicaremos dos grupos de pulsiones y destacaremos el abordaje singular que Freud realiza respecto de uno de ellos. En tercer lugar, desplegaremos distintas categorías de los diques pulsionales y sus articulaciones con los destinos de pulsión previos a la represión. Finalmente, situaremos los antecedentes Freudianos de las pulsiones escópica e invocante que formaliza Lacan y desde allí indagaremos de qué modo la segunda tópica permite develar el lugar de lo traumático en juego en la base de los diques pulsionales. Para realizar este recorrido utilizaremos como articuladores lo no ligado, lo traumático y el masoquismo erógeno primario.

Palabras clave:
Diques; Defensa; Pulsión; Traumático

Abstract:
From the developments of our research we postulate that the second topic is made for Freud as a turning point and prior review of certain developments. We will focus on the pursuit of instinctual levees is made possible by the conceptualization of the second topic. To do this, we will make the following route:
Will place the differential place of the levees in the Freudian clinic. We will place two sets of drives and highlight the unique approach that Freud made on those drives that are not shoring. Then we will place the formalization of the dikes from the drives that are arranged in pairs of opposites and their vicissitudes both before repression. Finally, we will place the history of scopic drives and formalizing invoking Lacan and from there we will investigate how the second topography allows to reveal the site of trauma in play at the base of the levees drives. Articulators use it unbound, the traumatic and primary erogenous masochism.

Key words:
Dams; Defense; Drive; Traumatic


 

El siguiente artículo se inscribe en el Proyecto de Investigación UBACyT: "La clínica de la segunda tópica Freudiana", Programación científica 2011- 2014.
A partir de los desarrollos de nuestra investigación, postulamos que la segunda tópica se constituye para Freud como punto de inflexión y revisión de ciertos desarrollos previos.

Dentro del marco de dicha Investigación este artículo propone indagar el fundamento traumático de los diques pulsionales: el asco, la vergüenza, la hipermoralidad, la compasión y el dolor.
Nuestra Investigación nos conduce a postular que la segunda tópica permite delimitar y precisar el fundamento pulsional de los diques que Freud había conceptualizado a lo largo de la primera tópica. De este modo, en este artículo delimitaremos cierta dimensión traumática en la base de los diques que se precisa a partir de los desarrollos de la segunda tópica. Es decir, la segunda tópica y la modificación que supone la conceptualización de lo traumático, permiten reconsiderar la teorización de los diques pulsionales.

LOS DIQUES A LO LARGO DE LA PRIMERA TÓPICA
La conceptualización Freudiana de los diques pulsionales tiene lugar a lo largo de la primera tópica. ¿Qué razón conduce a Freud a agrupar estos fenómenos de índole tan diversa, aún cuando en lo descriptivo no compartan ningún rasgo? Entendemos que se trata de:
"Su particular función de barrera frente a la pulsión sexual" (Laznik y otros 2002).
De esta manera, es su valor conceptual, más que el descriptivo, aquello que en realidad les otorga a los diques un estatuto particular.

El agrupamiento Freudiano del asco, la vergüenza y la moral bajo el título de "diques" aparece esbozado en sus primeros textos, previos a la conceptualización de la pulsión.
En el Manuscrito K (1896) introduce los síntomas de la defensa primaria: asco, vergüenza y moral. Estos síntomas de la defensa primaria son el correlato de la represión de la vivencia sexual prematura y traumática que Freud postula para dar cuenta de la fórmula del desarrollo de la neurosis (Freud 1896). Freud teoriza que luego de dicha represión adviene el tiempo de la salud aparente pero con el añadido de los síntomas defensivos primarios. Son "síntomas" que no se producen mediante el mecanismo psíquico, y por ende, no son formaciones de compromiso y se hallan por fuera del retorno de lo reprimido. Estos síntomas se constituyen como antecedentes de los diques pulsionales debido a su función defensiva frente a la sexualidad. Inicialmente tienen un lugar diferencial en la clínica Freudiana porque dicha clínica se organiza alrededor de los síntomas que se producen mediante el mecanismo psíquico -es decir, a partir de la sustitución de una representación por otra en la cadena asociativa-. De este modo, los síntomas de la defensa primaria, si bien forman parte de los tiempos lógicos del desarrollo de una neurosis, se hallan por fuera de la lógica de la represión secundaria y el retorno de lo reprimido.
Ahora bien, es recién en Tres ensayos de teoría sexual (1905) que Freud establece la serie "asco, vergüenza, moral, dolor y compasión". Esto no es casual, ya que es el concepto de pulsión el que le otorga a estos fenómenos su peculiar estatuto y permite agruparlos bajo la categoría de "diques pulsionales". Se constituyen como modos de defensa frente a la pulsión, diversos a la represión.
En Tres ensayos Freud establece la relación entre los diques y la pulsión. Freud distingue dos grupos de pulsiones, las de apuntalamiento, y otras pulsiones sexuales que no nacen apuntalándose en las pulsiones de autoconservación.
Sin embargo, hallamos cierta asimetría temporal en la formalización Freudiana de estos dos grupos de pulsiones, ya que en Tres ensayos Freud se dedica a formalizar las pulsiones de apuntalamiento, y recién en Pulsiones y destinos de pulsión aborda, y toma como eje, las pulsiones que no son de apuntalamiento.
De este modo, en primer lugar Freud aborda los diques respecto de las pulsiones sexuales que nacen apuntalándose en las pulsiones de autoconservación. En Tres ensayos conceptualiza los diques del asco, la vergüenza y la moral en relación con el conlicto psíquico entre la pulsión sexual y la pulsión de autoconservación. Teoriza las pulsiones parciales a partir de las zonas erógenas y en oposición a las pulsiones de autoconservación. De esta manera, reformula el conlicto psíquico precisando la función del asco, la vergüenza y la moral. Al decir de Freud, las mociones sexuales que parten de las zonas erógenas:
"Suscitan fuerzas anímicas contrarias (mociones reactivas) que construyen, para la eficaz sofocación de ese displacer, los mencionados diques psíquicos: asco, vergüenza y moral" (Freud, 1905, p.162).

Sin embargo, son los diques pulsionales del dolor, la vergüenza y la compasión aquellos que conducen a Freud a postular la presencia de aquellas otras pulsiones parciales en las que no puede situar claramente la zona erógena en juego:
"Tenemos que admitir que también la vida sexual infantil, a pesar del imperio que ejercen las zonas erógenas, muestra componentes que desde el comienzo envuelven a otras personas en calidad de objetos sexuales. De esa índole son las pulsiones del placer de ver y exhibir, y de la crueldad. Aparecen con cierta independencia de las zonas erógenas" (Freud 1905, 174).

En este punto, en la indagación Freudiana no prima la zona erógena sino el estatuto del semejante. Al dolor, la compasión y la vergüenza les da un tratamiento particular al no poder ubicar las zonas erógenas en juego. En el apartado "Las exteriorizaciones sexuales masturbatorias" anticipa lo que trabajará diez años más tarde en la metapsicología con respecto a los pares sadismo-masoquismo y placer de ver - exhibir.
Freud indica que el niño pequeño carece de vergüenza y ensus primeros años encuentra placer en desnudar su cuerpo. La curiosidad de ver se manifiesta algo mas avanzada la niñez, cuando el sentimiento de vergüenza se ha desarrollado. Acentúa que una vez sobrevenida la represión:
"La curiosidad de ver los genitales de otras personas permanece como una presión martirizante, que en muchos casos de neurosis presta después la mas potente fuerza impulsora a la formación de síntoma" (Freud 1905, p.174).

Respecto de la compasión Freud agrega:
"Con independencia de las otras práct icas sexuales ligadas a las zonas erógenas se desarrollan en el niño los componentes crueles de la pulsión sexual. La crueldad es cosa enteramente natural en el carácter infantil, en efecto la inhibición en virtud de la cual la pulsión de apoderamiento se detiene ante el dolor del otro, la capacidad de compadecerse se desarrollan relativamente tarde" (Freud 1905).

Y en cuanto al dolor plantea:
"Desde las Confesiones de Rousseau, la estimulación dolorosa sobre la piel de las nalgas ha sido reconocida por todos los pedagogos como una raíz erógena de la pulsión pasiva a la crueldad (masoquismo)".

En Tres ensayos Freud intuye, aunque no formaliza, estas otras pulsiones que no son de apuntalamiento y para las cuales destaca la participación del semejante. De este modo, Freud las separa de las pulsiones oral y anal que se constituyen en el registro de la demanda del Otro de los primeros cuidados; allí donde las pulsiones sexuales se apuntalan en las pulsiones de autoconservación.

Finalmente, en Pulsiones y destinos de pulsión (1915) Freud trabaja los dos destinos de pulsión previos a la represión y de este modo, aquí sí formaliza el segundo grupo de pulsiones -las que no son de apuntalamiento-. Estos dos destinos son el trastorno hacia lo contrario y la vuelta hacía la persona propia. Para explicar estos procesos utiliza las pulsiones que se organizan en pares de opuestos sadismo-masoquismo y placer de ver y de exhibir.
Las pulsiones de ver-exhibir y sadismo-masoquismo, que Freud situaba intuitivamente en Tres ensayos, son aquellas que en 1915 le permiten formalizar los dos destinos de pulsión previos a la represión. Esto permite inscribir en su teoría pulsional el lugar de los diques pulsionales como defensa frente a la pulsión, pero diversos y anteriores a la represión.
En cuanto al trastorno hacia lo contrario, Freud ubica la vuelta de una pulsión de la actividad a la pasividad. La meta activa -martirizar o mirar- es remplazada por la pasiva -ser martirizado o ser mirado-. Queda establecido entonces que en la primera tópica lo primario es el sadismo, correlativo de la posición activa.

ANTECEDENTES FREUDIANOS DE LO ESCÓPICO E INVOCANTE
Estos desarrollos y diversas referencias Freudianas a las pulsiones que se organizan en pares de opuestos le permitirán a Lacan una formalización del lugar de lo escópico y lo invocante (Lacan 1963).
Ahora pasaremos a ubicar ciertos antecedentes Freudianos de lo escópico e invocante:
Por un lado, el placer de ver en el fundamento del sueño Tres entradas de teatro (Freud 1916). Asimismo, la nitidez que Freud ubica en los frescos de Signorelli cuando desarrolla el olvido de nombres propios (Freud 1901). Si bien Freud no lo conceptualiza, dicha nitidez señala la presencia de la pulsión.
Por otro lado, Freud conceptualiza la escena primaria ubicando lo visto y oído. Lo desarrolla en el historial del Hombre de los lobos, destacando el lugar del espectador (Freud 1918) en el punto en que el sujeto vale como un objeto, se trata del punto de anonadamiento del sujeto que vale como mirada frente a los lobos.
También aborda la relación de las pulsiones con la escena primaria en las Conferencias de introducción al psicoanálisis cuando trabaja las protofantasías. Allí ubica la escena primaria -junto a la escena de seducción y la castración- como una fantasía que opera en el niño en tanto un saber universal que vela la ausencia de una verdad individual (Freud 1916). Le adjudica a dichas protofantasía el valor de lo constitucional que luego ordenará respecto de la pulsión (Freud 1937).
Hallamos un antecedente fundamental de lo invocante en los desarrollos respecto del ceremonial de dormir de la Conferencia 17. En una primera instancia Freud ubica los ruidos como el elemento supuestamente traumático (Freud 1916). Sin embargo, más allá de dicha instancia, sitúa lo traumático en el "latir del clítoris" que vale como cuerpo propio, pero ajeno al propio sujeto; una interioridad extraña y ajena a su imagen corporal (Laznik 2011). Se trata de un espacio de extimidad (Lacan 1960). Su " transposición al exterior", en los términos planteados por Freud en El problema económico del masoquismo, le permiten constituir al ruido como objeto "libidinizado"; objeto a evitar en el síntoma, pero que a la vez posibilita su organización. Pero al mismo, tiempo permanece un "residuo interior no transpuesto al exterior", una dimensión irreductible que Freud nombra masoquismo erógeno primario y sostiene la compulsión del síntoma. De este modo, situamos un antecedente Freudiano de la relación entre la pulsión invocante y el síntoma.
Desde acá, podemos situar que la segunda tópica permite darle peso a la dimensión pulsional de los estímulos auditivos, que Freud situó en Más allá del principio de placer en estado práctico. En ese sentido Freud dice que "la violencia mecánica del trauma libera un quantum de excitación sexual" (Freud 1920).
Ya dentro de la segunda tópica Freud teoriza el superyó como restos de la palabra oída. En El yo y el ello lo conceptualiza como representaciones-palabra que provienen de lo oído y cuya invest idura la apor tan las fuentes del ello. Finalmente, el historial de Juanito permite ubicar ambas pulsiones. Por un lado, como añadidura a la estructura que Freud ubica respecto del síntoma fóbico, el valor que tiene para el niño el ruido que hace el caballo con las patas, y por otro, la mancha negra en la boca. Dicha mancha en la boca de los caballos, no se liga, es decir, excede la imagen especular y es aquello que el objeto fóbico no alcanza a inscribir. En este sentido sostiene la angustia; se trata de una mancha que pone en juego el objeto mirada. En ese agujero negro, Juanito se verá a sí mismo como objeto caído del Otro, en el punto de la indefensión. Por tal razón Lacan indica que "eso negro que lota delante de la boca del caballo es la hiancia real que siempre se oculta tras el velo y el espejo, destacada siempre sobre el fondo como una mancha" (Lacan 1957).
Y con respecto al ruido Lacan dirá "En todos los casos se revela el carácter inquietante y angustioso del Krawall. Este ruido se produjo cuando se cayó el caballo del ómnibus, y fue, según Juanito, uno de los sucesos principales del valor fóbico del caballo. Fue entonces cuando pillo la tontería. Esa caída, que se produjo en una ocasión, estará siempre desde aquel momento en el trasfondo del temor al caballo" (Lacan 1957).

LA PULSIÓN INVOCANTE
A partir de estos desarrollos Lacan retoma la pulsión Freudiana que se organiza a partir de los opuestos sadismo-masoquismo con su propuesta de una pulsión invocante. Para Lacan el objeto pulsional en juego es la voz y lo desarrolla en el Seminario 10 cuando relee la propuesta de Isakover acerca de la Dafnia, quien incorpora desde el exterior un grano de arena que le permite mantener el equilibrio. Lacan toma al aporte del analista contemporáneo de Freud para dar cuenta de la operación de la incorporación de la voz como un objeto externo, incongruente, que no se asimila. Por eso afirma que "Una voz no se asimila; pero se incorpora, y esto es lo que puede darle una función al modelar nuestro vacío" (Lacan 1963).
Esta vía lo conduce a articular el objeto voz con el sadismo del superyó. Para ello utiliza el Shofar como modelo del objeto voz -el Shofar remite a la voz pero también al mandamiento- y así establece la relación entre la voz y el sadismo-masoquismo, presente como sadismo del superyó y masoquismo del yo.
Esta propuesta de Lacan permite releer el movimiento que realiza Freud respecto del sadismo y el masoquismo entre la primera y la segunda tópica.

PLURALIZACIÓN DEL MASOQUISMO
En Más allá del principio de placer Freud propone un nuevo dualismo en términos de pulsión de muerte vs pulsión de vida. Pero no alcanza a formalizar el valor específico de esta operación, y por ello intenta significarla a partir de la oposición amor-odio (Freud 1920).
Sin embargo, tres años después, en El problema económico del masoquismo, ya no plantea el odio como límite, pues éste no traspasa el campo del principio de placer (Laznik y otros 2003). Freud propone allí el masoquismo erógeno primario como límite y fundamento del aparato psíquico. En este sentido, el masoquismo erógeno primario plantea un más allá del sadismo.
Este movimiento lo conduce a Freud a pluralizar el concepto de masoquismo. Distingue así un masoquismo erógeno primario y dos masoquismos secundarios - femenino y moral-. De este modo, el masoquismo que en la primera tópica era secundario al sadismo, en la segunda tópica en tanto masoquismo erógeno primario, pasa a constituirse como primario respecto del sadismo y como fundamento de la constitución del aparato psíquico. Freud sitúa el sadismo como correlato de la constitución del yo y el masoquismo erógeno primario como residuo interior de la pulsión de muerte; es decir, resto de la constitución del yo (Freud 1924).

LA SEGUNDA TÓPICA Y LOS DIQUES PULSIONALES
La modificación conceptual del masoquismo permite reformular el planteo de la metapsicología respecto de los destinos previos de pulsión, aquel planteo que Freud trabajaba en Pulsiones y destinos de pulsión (1915) a partir de las pulsiones que se organizan en términos de pares de opuestos. Freud proponía el sadismo -pulsión de la crueldad- y el voyeurismo -pulsión de ver- como primarios. Y desde allí postulaba la transformación de la actividad en pasividad a partir de los dos destinos previos de pulsión: transformación en lo contrario y vuelta sobre sí mismo. De este modo se constituían el masoquismo y el exhibicionismo como secundarios.
Una vez planteado el masoquismo como primario, las pulsiones de ver y exhibir y las pulsiones que se organizan en términos de sadismo y masoquismo, permiten ubicar otro registro, más allá de la conceptualización de los diques pulsionales -asco, vergüenza, compasión, dolor y moral-. Nos referimos a lo traumático en términos de aquello que Freud plantea como vivencias en el propio cuerpo. En este sentido lo traumático se presenta como unos estímulos pulsionales irreductibles al campo de lo simbólico. Y en esta línea Lacan conceptualizará lo traumático a partir del valor que toma la presencia del "cuerpo no simbolizado" (Laznik y otros 2003), en tanto goce autoerótico que vale como presencia de un cuerpo ajeno y constituye un goce hétero (Lacan 1975).

Estos desarrollos permiten develar en la segunda tópica el lugar de lo traumático en la base de los diques pulsionales. Y de este modo, permiten situar el lugar de los diques pulsionales como una última barrera frente a lo pulsional. Los articuladores que nos posibilitan realizar esta lectura son lo no ligado, lo traumático y el pasaje del sadismo primario al masoquismo erógeno primario.
¿Cómo ubicar lo traumático? En Moisés y la religión monoteísta Freud prosigue con la indagación del trauma y agrega los restos de lo visto y lo oído. Se trata de aquellas vivencias en el propio cuerpo, que valen como un cuerpo extraño
En la conceptualización del masoquismo de la segunda tópica, el trauma va a situarse en relación a la ruptura de la protección antiestímulo y quiebre de la homeostasis de la escena que se rige según el principio de placer. Y en ese sentido, lo visto y lo oído se redeinen como lo traumático. Se trata de aquellas vivencias alrededor de los dos años en que el niño está dent ro del campo del lenguaje pero no aún dentro de la palabra articulada. En este sentido lo traumático se reconigura como vivencias pasvas en el propio cuerpo, que al decir de Freud son los restos de lo visto y lo oido. (Freud 1938). El latir del clítoris que Freud ubica en el ceremonial de dormir vale como trauma en tanto cuerpo no simbolizado, un interior no ligado a las representaciones que coniguran al cuerpo especular.
Lacan leerá la articulación entre lo no ligado, lo traumático y el masoquismo erógeno, a partir de la propuesta de una disyunción entre el cuerpo y el goce (Lacan 1967). El cuerpo en tanto "transposición al exterior de la pulsión de muerte", y el goce como el resto que señala Freud de la pulsión de muerte que permanece como residuo en el interior del organismo -en dicha interioridad extraña al sujeto-. De este modo, es posible leer en Freud una precisión respecto del segundo dualismo pulsional: la pulsión de muer te actuante en el interior -que vale como satisfacción pulsional ajena al yo- y aquello que se traspone al exterior y se conecta con el sadismo estructural, y vale como soporte del cuerpo del dominio y el reconocimiento especular.

Desde esta perspectiva, la segunda tópica Freudiana opera como posibilitadora de la delimitación del fundamento de los diques pulsionales, cierta dimensión traumática en la base de los diques.
A partir de la segunda tópica, los diques pulsionales de la vergüenza y el dolor en la lógica gramatical de la metapsicología, como los dos destinos previos a la represión, se podrían reconsiderar como modos de ligadura de la pulsión escópica e invocante. De esta manera, los diques se constituirían como anudamientos de lo no ligado, diversos al de la represión (Laznik 2003).
Si en la primera tópica los diques se constituían como respuestas defensivas a la pulsión, diversas a la represión, a partir de la segunda tópica es posible ubicar el fundamento pulsional de los diques; es decir, aquello traumático que los diques velan.

Bibliografía:

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Fecha de recepción: 30 de marzo de 2012
Fecha de aceptación: 10 de noviembre de 2012