SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.19 número2El objeto a en la perversiónVariantes de la resistencia en el curso de tratamientos psicoanalíticos en instituciones índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.19 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./dic. 2012

 

Psicoanálisis

Algunas consideraciones acerca de la noción de resistencia en la práctica analítica

Some considerations about the notion of resistance in the analytical practice

 

Leibson, Leonardo1

 

1 Médico. Psicoanalista. Especialista en Psiquiatría. Profesor Adjunto Regular de Psicopatología, Cát. ifi, Fac. de Psicología, UBA. Docente de la Maestría en Psicoanálisis, Fac. de Psicología, UBA. Investigador Formado en Proyectos UBACyT. Director de Proyecto PROINPSI. E-mail: leibson@fibertel.com.ar

 


Resumen
El presente trabajo expone algunas líneas de trabajo del proyecto de investigación PROINPSI 2010-2012 aprobado por la Resolución (CD) N° 1115/11, con el título de "Variantes de la Resistencia y posibilidades de su elaboración en el curso de tratamientos psicoanalíticos efectuados en el Servicio de Psicopatología (Adultos) en el ámbito de la Universidad de Buenos Aires."
Los objetivos del presente trabajo son: a) Considerar algunos desarrollos de Freud y Lacan sobre la resistencia. b) Examinar las consecuencias de estos desarrollos en la práctica del psicoanálisis. Planteamos que el recorrido que se produce en cada análisis depende, más que de la resistencia en sí misma, de cómo sea considerada por quien dirige la cura. A partir de esto, se interroga la afirmación de J. Lacan acerca de que la resistencia se juega principalmente del lado del analista.

Palabras clave:
Resistencia; Transferencia; Cura; Lugar del analist
a

Abstract
The present paper exposes some lines of work of the project of investigation PROINPSI 2010-2012 approved by the Resolution (CD) N ° 1115/11, with the title of "Variants of the Resistance and possibilities of his production in the course of psychoanalytic treatments effected in the Service of Psycopathology (Adults) in the area of the University of Buenos Aires" The aims of the present work are: a) To consider some developments of Freud and Lacan on the resistance. B) To examine the consequences of these developments in the practice of the psychoanalysis. We raise that the tour that takes place in every analysis depends, more that of the resistance in itself, the mode as it is considered for whom directs the cure. From this, the afirmation interrogated is that of J. Lacan about how the resistance is played principally of the side of the analyst.

Key words:
Resistance; Transfer; Treatment; Place of the analyst


 

1. INTRODUCCIÓN
El presente trabajo se inscribe dentro del proyecto de investigación PROINPSI aprobado por la Resolución (CD) N° 1115/11, que se realiza en el ámbito de la Cátedra II de Psicopatología de la Facultad de Psicología de La Universidad de Buenos Aires con el título de "Variantes de la Resistencia y posibilidades de su elaboración en el curso de tratamientos psicoanalíticos efectuados en el Servicio de Psicopatología (Adultos) en el ámbito de la Universidad de Buenos Aires" dirigido por el autor. La investigación parte de considerar la noción de resistencia en psicoanálisis en sus dos ver tientes: como impedimento y como motor de la cura, entendiendo que lo que se presenta como un obstáculo es asimismo lo que motoriza y resulta un elemento indispensable del tratamiento analítico.
El problema a considerar es cuándo y cómo el impedimento y la detención que deinen al concepto mismo de resistencia pueden favorecer la prosecución de la cura y cuándo y cómo podrían terminar resultando meros frenos que entorpecen o directamente imposibilitan el tratamiento. Partimos de la hipótesis de que el recorrido que tenga cada análisis depende, más que de la resistencia en sí misma, de cómo sea considerada la misma por quien dir ige la cura, o sea por el analista. A partir de esto, interrogamos la afirmación de J. Lacan acerca de que la resistencia se juega principalmente del lado de la función del analista.
Adentrándonos en esta problemática, podemos considerar los diversos aspectos y momentos clínicos en los que la resistencia puede localizarse: las entradas y los finales de análisis, la incidencia del pago y de los tiempos asignados al tratamiento, la inluencia que puede tener la confección de diagnósticos, entre otros factores.
La clínica nos muestra que las resistencias se hacen más notorias en ciertos momentos, particulares de cada análisis. Nos interesa en especial detectar su incidencia tanto en las posibilidades de que se inicie un tratamiento así como en las condiciones que determinan la finalización del mismo. Nos guía la idea de que tanto ese inicio como ese final se efectúan en relación al modo en que sean abordadas la transferencia y las resistencias que se despliegan a lo largo de cada cura. Esto implica la pregunta por cómo operó allí, en cada caso y en cada momento, el deseo del analista.

2. LA NOCIÓN DE RESISTENCIA EN FREUD:
UN OBSTÁCULO QUE MOTORIZA
"(…) tengo que afirmar que es Ud. un espléndido psicoanalista que ha comprendido plenamente el núcleo de la cuestión. Quien reconoce que la transferencia y la resistencia constituyen los centros axiales del tratamiento pertenece irremisiblemente a la horda de los salvajes."
S. Freud a G. Groddeck1

La cita que nos sirve de epígrafe es lo que Freud le respondió a Georg Groddeck, médico berlinés que comenzaba a ensayar la inclusión de elementos tomados de los textos freudianos en su práctica clínica, acerca de si podía ser reconocido como psicoanalista. Su pregunta tenía fundamento, dado que Groddeck no había tenido la formación que ya en ese momento (ines de los años 1920) se consideraba la requerida mínimamente para recibir el título de analista. En su carta le relata a Freud varios momentos de tratamientos llevados a cabo, dejando claro que tomaba en cuenta las cuestiones transferenciales y la emergencia de resistencias en el curso de esas curas. La respuesta de Freud, clara y contundente, no solo no deja lugar a dudas con respecto a la posición de Groddeck respecto del psicoanálisis sino que es muy esclarecedora con respecto a lo que Freud pensaba acerca del psicoanálisis como tal.
La resistencia es una de las primeras nociones que Freud desarrolla en el curso de su elaboración de la práctica del psicoanálisis. Su formulación no deja de tener un aspecto paradojal, porque por un lado es un obstáculo que se opone a la prosecución del trabajo analítico y a la vez se trata de algo que señala la dirección en la que ese trabajo debe desarrollarse. Es así que eso que se presenta como un obstáculo que debe ser superado se convierte en un elemento decisivo de la práctica, en tanto no habría psicoanálisis sin esa resistencia. En verdad, cuando nos adentramos en la argumentación de Freud comprobamos que esa paradoja no pasa de ser aparente. En efecto, dado que aquello que intenta decirse es retoño de la conflictiva entre lo inconciente y lo que deiende, eso no podría emerger libremente y a cara descubierta sino que debe hacerlo ofreciendo su carácter de obstáculo, lo que requiere ser leído y descifrado por el anal ista. La resistencia, en este sentido, podría entenderse como una formación del inconciente que se despliega en el desarrollo de la cura analítica.
La resistencia es algo con lo que Freud se encuentra tempranamente, ya en el análisis de los sueños (Freud, 1900) aunque no sólo se presenta a propósito de los sueños dado que, como es la cura misma la que está atravesada y condicionada por ella, Freud la articula al síntoma que en tanto satisfacción pulsional se presenta como "resistencia a curar" (Freud, 1905a, b) y a la transferencia, motor y obstáculo, al servicio de las resistencias.
En múltiples textos de Freud transferencia y resistencia se convierten en los ejes de la cura. Y su tratamiento es lo que brinda especificidad al psicoanálisis, a diferencia de lo que es la práctica psicoterapéutica de la hipnosis.
Unos años más tarde, en otro momento de su elaboración teórica que comienza con "Más allá del principio del placer" (Freud 1920), se produce un viraje en la dirección de la práctica freudiana. Dicho viraje consiste en incorporar a la dimensión del psicoanálisis una modalidad de resistencia que tiene otra raigambre. Cuando Freud señala que si bien todo lo que es reprimido es inconsciente pero no todo lo que es inconsciente es reprimido, abre paso a lo real pulsional de la resistencia, entendido en términos de pulsión de muerte. Otro modo de enunciarlo es que lo que resiste es la compulsión a repetir, lo cual se enuncia en textos como "Más allá del principio del placer", "Análisis terminable e interminable" y otros.
También en la Adenda de "Inhibición, Síntoma y Angustia" (Freud 1926), Freud denomina al poder de la compulsión a la repetición "resistencia de lo inconsciente" o "resistencia del ello". Allí deine a la resistencia en términos de una contra investidura, al tiempo que distingue distintos tipos de resistencias: resistencias del yo (represión, resistencia de transferencia, ganancia de la enfermedad), resistencia del ello (compulsión a la repetición) y resistencia del superyó (conciencia de culpa que sostiene la necesidad de castigo y la reacción terapéutica negativa).

3. EL NUDO FREUDIANO DE LA RESISTENCIA
"El psicoanálisis no se caracteriza en cuanto ciencia por el material que trata, sino por la técnica con que trabaja."
Sigmund Freud2

En esta ocasión proponemos adentrarnos en un momento anterior al último mencionado. Se trata de la 19° Conferencia de 1917, titulada justamente "Resistencia y Represión". Freud comienza dicha exposición de la siguiente manera: "Cuando emprendemos el restablecimiento de un enfermo para liberarlo de sus síntomas patológicos, él nos opone una fuer te, una tenaz resistencia, que se mantiene durante todo el tratamiento" (Freud 1917, 262). No deja de sorprenderse por este hecho, que por otra parte se cuida mucho de mencionarlo a los parientes del enfermo pues piensa que lo tomarían como una excusa anticipada del médico para disimular su impericia. Por otra parte, agrega, el propio enfermo desconoce la producción de estos fenómenos, con la dificultad añadida de que se revuelve ante esta idea por resultarle inverosímil: ¿cómo alguien que desea su curación podría oponerse a la misma?. Sin embargo esto es bien verosímil y el ejemplo que pone Freud para demostrarlo es por demás significativo: "todos los que han acudido al dentista llevados por un insoportable dolor de muelas le han querido detener el brazo cuando él aproximaba las tenazas al diente del enfermo". El psicoanálisis no es una práctica cruenta, al menos no produce derramamientos de sangre. Pero no deja de tener una dimensión en la cual algo del cuerpo, de su integridad, puede aparecer amenazada, y estarlo efectivamente. Que esto sea, además, condición para que la cura avance no resuelve las cosas sino que las complica más. Nos interesa subrayar que es mediante este procedimiento que el psicoanálisis toca algo de la imagen y la realidad del cuerpo y que supone cierto paso por el dolor bajo alguna de sus formas. No es sin eso que el análisis se lleva a cabo.
La indicación de Freud al respecto es clara y contundente: "Es obligatorio para el médico ser desconiado y mantenerse en guardia contra ella." La manera de llevar a cabo esto es la indicación, dirigida al paciente, de que "se ponga en un estado de calma observación de sí sin reflexión, y nos comunique todas las percepciones interiores que pueda tener en ese estado (…) en la secuencia en que emergen dentro de él". (Ib., 263). O sea, le expresa la regla fundamental en todos sus detalles: "Le encarecemos que siga siempre sólo la supericie de su conciencia, que omita toda crítica (…) y le aseguramos que el resultado del tratamiento (…) depende de que obedezca a esta regla fundamental del psicoanálisis" (Ib., 263).
La manera de tomar la resistencia consiste entonces no en oponerle la voluntad férrea de hacerla a un lado, o sea no es una lucha contra ella, sino la imposición (porque como toda regla, no deja de serlo) de la Regla Fundamental del psicoanálisis, enunciada en esta ocasión como el requerimiento de hacer lugar a lo supericial y no reflexivo del decir. En todo caso, si hay una lucha -y Freud no se priva, y más bien abunda, en imágenes y metáforas que aluden a la guerra y a sus técnicas - se trata de una lucha que la incluye, dado que Freud, que no era en absoluto ingenuo al respecto, se da bien cuenta de que "Cuando fijamos esta regla técnica fundamental, lo primero que conseguimos es que se convierta en el blanco de ataque de la resistencia" (Ib., 263) O sea, que la manera de combatir la resistencia consiste en …promoverla, alimentarla, otorgarle un imperativo para que se resista a eso. Así, relata Freud, hacen los pacientes. Se detienen en sus asociaciones, censuran lo que está por decirse, ceden a sus objeciones críticas, pausan el relato. La posición de Freud es imperturbable: "[ante esto] uno tiene que declarar que decirlo todo significa realmente decirlo todo" (Ib., 264, subrayado mío). La posición del fundador del psicoanálisis al respecto no deja lugar a dudas. Pero ¿qué es decirlo todo? Lo que se extrae de la puesta en práctica de esta Regla, es que decirlo todo permite el surgimiento de algo más. Eso que queda dicho en el término "realmente". En efecto, decirlo todo apunta a eso que realmente…es imposible de decir. Pero para que lo real, imposible de decir, adquiera algún estatuto en la cura misma - o sea, para que produzca algún efecto de sujeto en quien se analiza - el esfuerzo de obedecer a la regla fundamental es condición ineludible.
No sólo Lacan señala que lo imposible es justamente decirlo todo. Ya Freud, al menos a partir de "Recordar, repetir, reelaborar" (Freud 1914) tiene claro que existe un límite no rebasable para la actividad de recordar y por ende lo que no podría ser dicho por más empeño que se ponga en ello. Aunque ya antes de esto había ubicado con claridad que el análisis de un sueño conduce a encontrarse con esa zona umbilical, donde no hay un más allá en el análisis.
La paradoja de la resistencia es homóloga de la (aparente) paradoja misma de la "técnica" del análisis (o sea, de su método3). Para vencer la resistencia es necesario reconocer su lugar de obstáculo necesario. Para poder encontrar ese punto donde no se puede hablar hay que imponer la exigencia de hablar hasta más no poder.
En este sentido, prosigue Freud, no hay posibilidad de privacidad en el seno de la cura analítica. No hay asuntos que el analizante pueda reservarse alegando razones de intimidad o juramentos de conidencialidad. En el seno de un análisis, allí, todo es público, no hay algo que de antemano pudiera estar reservado o protegido como excepción. Como dice Freud: "la cura analítica no soporta semejante derecho de asilo" (Ib., 264). La imagen acá es más próxima a lo policial que a lo bélico. Si se trata de perseguir y prender a un criminal, no puede haber en la ciudad una zona donde esto esté impedido. Por lo demás, si hubiera algo así, allí habría que ir a buscarlo sin dudas. Este ejemplo pone sobre el tapete la cuestión central: la resistencia es inevitable, en tanto no se trata solamente de una maniobra conciente o voluntaria del yo del paciente sino de algo que, más allá del yo, resiste al decir. Es por eso que la resistencia se convierte en el principal aliado del analista, dado que es allí donde hay algo para encontrar, esté oculto o no. Lo que la resistencia ofrece en el análisis no es tanto una supuesta protección al yo (aunque el yo así lo crea) sino las coordenadas en el decir del lugar donde lo que no puede ser dicho se localiza. Por supuesto, se trata allí de ese objeto que causa al sujeto en su escisión constitutiva, el que Lacan llamó objeto a. Pero no nos anticipemos tanto.

Volvamos a nuestra Conferencia. Freud pasa a describir variantes de la resistencia. En primer término menciona las "intelectuales", las que a su vez pueden presentarse bajo dos modos: ya sea una oposición de bibliografía científica crítica al psicoanálisis como argumento para desestimar lo que surge en la cura, ya sea su inversa especular: el apetito de saber y estudiar psicoanálisis que opera como distracción de la tarea específica que se lleva a cabo. Freud lo puntual iza así: " [el paciente] de buena gana está dispuesto a hacerse partidario del psicoanálisis, bajo la condición de que el análisis deje a salvo su persona" (Ib., 265). La resistencia puede adoptar formas "amistosas", o más exactamente amorosas. Es función del analista no conformarse con estas efusiones engañadoras.
Pero además de estas resistencias intelectuales, Freud describe una modalidad de resistencia más sutil y difícil de vencer: "en lugar de recordar, repite unas actitudes y mociones de su vida que, por medio de la llamada "transferencia", pueden emplearse para resistirse al médico y a la cura" (Ib., 265). Nos encontramos acá con la articulación de los términos de resistencia y transferencia, ar ticulados mediante la noción de repetición. Podemos ver que Freud, de alguna manera, anticipa el gesto de Lacan de separar transferencia y repetición (Lacan 1963-64), aunque no termine de extraer las mismas consecuencias, especialmente porque la noción de repetición que produ-ce Freud no termina de distinguir esas dos formas que Lacan llamará con los aristotélicos nombres de tyché y autómaton.
Sin embargo, es muy clara la dirección que Freud plantea para una intervención del analista en relación al surgimiento de estas repeticiones en transferencia: "Las resistencias de esta clase, dice, no deben ser objeto de un juicio adverso unilateral. Contienen tanto del material más importante del pasado del enfermo, y lo espejan de manera tan convincente, que se convierten en los mejores soportes del análisis si una técnica diestra sabe darles el giro correcto" (Ib., 266, subr. mío). Que una resistencia devenga motor del análisis, o que persista como obstáculo, es del analista de quien depende. De su destreza para imprimirles un giro adecuado, para producir ese "cuarto de vuelta" que hace surgir un nuevo sentido a lo que allí se está presentando. Una operación que implica la lectura de esa repetición en acto, una lectura que no es tanto hermenéutica que apunta a encontrar un sentido oculto, sino que encuentra en lo que está sucediendo algo que está tan a la vista que se escabulle al entendimiento. La lectura de la resistencia/repetición no lee lo que esta -supuestamente- quiere decir sino lo que efectivamente está diciendo, aun en su medio-decir.
Por eso, prosigue Freud, lejos de considerar las "una amenaza imprevista para la terapia analítica", un analista sabe "que estas resistencias tienen que salir a la luz; más aún, quedamos insatisfechos cuando no las provocamos con la nitidez suiciente y no podemos aclarárselas al enfermo" (Ib., 266). Hay acá un paso más: el analista es quien provoca el surgimiento de las resistencias. De donde sería una resistencia del analista no convocarlas.
Freud, llevando su argumento hasta las máximas consecuencias, afirma entonces que "el vencimiento de estas resistencias es la operación esencial del análisis y la única pieza del trabajo que nos asegura que hemos conseguido algo con el enfermo" (Ib., 266) Sitúa este horizonte desde el inicio mismo del psicoanálisis -"esta experiencia nuestra con la resistencia (…) se convirtió en la base de nuestra concepción dinámica de las neurosis" (Ib., 267). Y más aún, resulta ser el punto clave por el cual Freud decide abandonar el uso de la hipnosis y las técnicas sugestivas, abandono que le permite fundar en su especificidad el campo psicoanalítico.
Resaltemos esto: la resistencia no se vence con hipnosis, hay algo en la resistencia que resiste a la sugestión y que exige la operación de la interpretación (en términos de lo que un poco más arriba planteamos como lectura). Nuevamente, vemos que lo que resiste orienta con respecto a cuál puede ser la vía posible para la prosecución del trabajo analítico. O más exactamente, de ese trabajo analítico, de tal o cual tratamiento. Porque la resistencia hace a lo singular de la práctica del análisis, dado que ese obstáculo en su modo de presentación es único en su modo de aparición para cada sujeto. Lo cual nos enseña algo más acerca de lo Universal, lo particular y lo singular. Lo universal es que hay resistencia. Pero no es universalizable ni la forma de las mismas (que hacen a su particularidad) ni el tratamiento posible de cada resistencia (fuente de la singularidad que requiere un análisis para ser considerado tal).
La resistencia resiste a la hipnosis, a la sugestión. Y lo hace de la mejor manera: ofreciendo un obstáculo, oponiéndose manifiestamente. Ahí donde el hipnotizador intentaría forzar la situación apelando a mayores y mejores encantos a fines de esquivar ese obstáculo, el psicoanálisis propone hacer de eso que se opone índice de verdad.

Detenerse en lo que detiene, hacer caso de lo que impide avanzar, buscar allí no tanto la razón sino la causa del movimiento. Poder llevar adelante esta práctica del obstáculo es lo que caracteriza al psicoanálisis como praxis. Práctica del obstáculo que está incluida en la enunciación -y no sólo en el enunciado- de la Regla Fundamental y cuyo sostenimiento es claramente función del analista. En esta ocasión, Freud lo plantea en estos términos: "salvo que hayamos cometido particulares torpezas técnicas, nunca nos enfrentamos con la total dimensión de la resistencia que un paciente puede desplegar" (Ib., 268). Salvo que el analista no cumpla con su función o no sostenga su lugar, la resistencia es un obstáculo que se pone a trabajar. Pero si el analista defecciona, la resistencia (la suya) detiene el movimiento y el análisis se interrumpe. Pero no tanto por lo que el analizante oponga allí, sino porque el otro de los partenaires del diálogo analítico ha dejado un lugar vacío.

4. LA RESISTENCIA EN LA ENSEÑANZA DE JACQUES LACAN: UN CAMBIO DE VÍA
"La resistencia del paciente es siempre la de uno, y cuando una resistencia tiene éxito, es porque están metidos en ella hasta el cuello, porque comprenden."
J. Lacan4

La enseñanza de Jacques Lacan, por su parte, incluye desde muy temprano la cuestión de la resistencia en términos de resistencia del analista. Al criticar y refutar a los analistas posfreudianos, especialmente a aquellos de la "Escuela del Yo", promueve un retorno a Freud en el curso del cual retomará la idea de una resistencia que es parte del tratamiento analítico y está determinada por condiciones homólogas a las que establecen la constitución del sujeto. Estos desarrollos cuentan con la triada Simbólico Real Imaginario como aparato de lectura del texto freudiano y herramienta crítica en el debate con los otros psicoanalistas.
A partir de los primeros Seminarios la resistencia no puede ser considerada como algo propio del lugar del analizante, sino que el analista toma su parte decisiva en su surgimiento y mantenimiento. Por ejemplo, en El Seminario 2 (Lacan 1954-55) afirma: "A la resistencia en el sentido de Widerstand, obstáculo, obstáculo a un esfuerzo, no hay que buscarla en otra parte que en nosotros mismos. Quien aplica una fuerza, provoca una resistencia." En el escrito "La dirección de la cura y los principios de su poder" (Lacan 1966b) articula la resistencia del paciente con el deseo, ya que su resistencia es el intento de sostener su deseo como algo distinto de la demanda.
Como mencionamos anteriormente, a la altura del Seminario 11 Lacan trabaja formas distintas de la repetición - automatón y tyché - que modifican el concepto de transferencia. El inconciente, planteado ahora en términos de su apertura y su cierre, posibilita nuevas articulaciones de la noción de resistencia: "Cuando el sujeto cuenta su historia actúa, latente, lo que rige a esa sintaxis y la hace cada vez más ceñida. ¿Ceñida con respecto a qué? A lo que Freud, desde el principio de su descripción de la resistencia psíquica, llama un núcleo. (…) Hay que distinguir la resistencia del sujeto de esta primera resistencia del discurso, cuando este procede al ceñimiento en torno al núcleo. Porque la expresión 'resistencia del sujeto' implica en demasía un yo supuesto, y nada más asegura -cuando nos acercamos al núcleo- que éste sea algo que aún justifique la calificación de yo".
Se trata entonces de que lo que al analista supone que sabe no se confunda con la posibilidad de seguir sosteniendo su ignorancia. Poder diferenciar resistencia del discurso de la resistencia del yo es esencial en este sentido. Para no atribuir, al menos apresuradamente, una resistencia al sujeto y confundirlo en el acto con el yo que espeja un desconocimiento militante.
Una idea que se va desarrol lando en los años subsiguientes tiene que ver con ese requerimiento de cierta ignorancia del lado del analista. Nos parece importante adentrarnos en esta línea para examinar y valorar más precisamente lo que acabamos de encontrar en Freud acerca de la resistencia y la incumbencia del analista en el tratamiento de la misma.
Tomaremos como ejemplo una argumentación extraída del Seminario 17 (Lacan 1969-70). Allí, casi en una cita de sí haciendo mención a lo que escribió como respuestas pára una entrevista radiofónica (lo que luego sería publicado bajo el título de Radiofonía) dice Lacan:
"Del saber supuesto del que, según mi decir, el psicoanalizante hace transferencia, no he dicho que el psicoanalista sea supuesto saber más su verdad. Que se piense en ello para comprender que adjuntarle este complemento sería mor tal para la transferencia. Pero de igual modo, que no se piense, si comprendo con precisión ha de impedir al efecto seguir siendo verdadero." (Lacan 1969-70, 201)
Nos interesa subrayar en esta ocasión que la disyunción entre el saber y la verdad es una operación que está a cargo del analista y de no efectuarse podría producirse la muerte de la transferencia. Un modo directo y crudo de hacer referencia al lugar del analista en el soporte de la transferencia. Agregar la verdad al saber operará como resistencia -fatal- del analista. Que también localiza el punto de verdad, pero como exterior a su posición. El lugar del analista, deinido por Lacan en esta serie de seminarios que podemos ubicar desde el 14 hasta el 17, es el lugar del "no pienso". También se perila como el lugar de la no verdad a partir de estas afirmaciones.
Prosigue Lacan en esta sesión del Seminario: "Degusto la indignación por el hecho de que una persona revista lo que denuncio como el poco saber cuya labor hace la transferencia. (…) El psicoanalista solo se sostiene si no anda a la greña en su ser. El famoso no saber con el que nos toman a guasa sólo le llega al alma por el hecho de que, por su parte, no sabe nada. (…) Su disciplina lo penetra por el hecho de que lo real no esté de entrada para ser sabido; es el único dique para contener al idealismo" (Lacan 1969-70, 201).
Podríamos formular así lo que se puede extraer de esta cita. Que se olvide/deniegue que hay un imposible en el discurso del analista, eso es Resistencia. Un imposible que hace a la libertad que el analista puede tomarse con respecto a los personajes que se vea jugar en la escena transferencial, a condición de no confundir lo que se juega (la ilusión de realidad) con lo real de la ilusión (lo que podrá caer de ese juego en tanto resto). O sea que al estar concernido por el no pienso, la no verdad y el no saber, el anal ista podrá contemplar esa suer te de mandato freudiano de convocar la resistencia para saber hacer con ella.
Por eso, un poco más adelante, Lacan propone que "el efecto de verdad no es más que una caída de saber. Esta caída es la que hace producción, que luego debe retomarse." (Ib., 202) La caída, que en algún momento será la del analista en su función de semblante del objeto a, hace a la producción de un efecto sujeto y a la posibilidad de que el análisis no sea interminable.

1 Freud, S.; Groddeck, G. (1970) Correspondencia,. Barcelona, Anagrama, 1977, Pág. 38.

2 Freud, S. (1917), "24° Conferencia. El estado neurótico común", en Conferencias de introducción al psicoanálisis (Parte III), Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1991, pág. 354.

3 Tomando la cita que utilizamos como epígrafe, comprobamos que lo que Freud llama "técnica" es en verdad una cuestión de método, de camino a seguir para poder ir al encuentro de lo inesperado, más que la aplicación de una serie de procedimientos sobre un material determinado para lograr un objetivo prefijado.

4 Lacan 1955-56, 75

Referencias bibliográficas

1- Freud, S. (1900) "La interpretación de los sueños". En Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1997, tomos IV y V.         [ Links ]

2- Freud, S. (1905a) "Tres ensayos para una teoría sexual". En Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2003, VII, 109-224.         [ Links ]

3- Freud, S. (1905b) "Fragmentos de análisis de un caso de histeria". En Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2003, VII, 1-107.         [ Links ]

4- Freud, S. (1914) "Recordar, repetir y reelaborar (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis II)". En Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2004, XII, 145-158.         [ Links ]

5- Freud, S. (1915) "Puntualizaciones sobre el amor de transferencia (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, III)". En Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2004, XII, 159-174.         [ Links ]

6- Freud, S. (1917), "19° Conferencia. Resistencia y Represión", en Conferencias de introducción al psicoanálisis (Parte III), Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1991, pág. 262-276.         [ Links ]

7- Freud, S. (1920) "Más allá del principio del placer". En Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1979, XVIII, 1-62.         [ Links ]

8- Freud, S. (1926) "Inhibición, Síntoma y angustia". En Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1989, XX, 71-164.         [ Links ]

9- Freud, S.; Groddeck, G. (1970) Correspondencia, traducción de E. Subirats. Barcelona, Anagrama, 1977.         [ Links ]

10- Lacan, J. (1953-54) El Seminario de Jacques Lacan. Libro 1. Los Escritos Técnicos de Freud. Barcelona, Paidós, 1986.         [ Links ]

11- Lacan, J. (1954-55) El Seminario de Jacques Lacan. Libro 2. El Yo en la Teoría de Freud y en la Teoría Psicoanalítica. Buenos Aires, Paidós, 2006.         [ Links ]

12- Lacan, J. (1955-56) El Seminario de Jacques Lacan. Libro 3. Las Psicosis. Buenos Aires, Paidós, 2002.         [ Links ]

13-Lacan, J. (1963-64) El Seminario de Jacques Lacan. Libro 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós, 2001.         [ Links ]

14- Lacan, (1966a) "Posición del inconsciente". En Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI, 1987, 808-829.         [ Links ]

15- Lacan, J. (1966b) "La dirección de la cura y los principios de su poder". En Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002, 565-626.         [ Links ]

16- Lacan, J. (1969-70) El Seminario de Jacques Lacan. Libro 17. El reverso del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1992.         [ Links ]

Fecha de recepción: 11 de abril de 2012
Fecha de aceptación: 9 de septiembre de 2012

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons