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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.19 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./dic. 2012

 

Psicoanálisis

Puntualizaciones sobre las estructuras lógicas y la elección de la paranoia en la obra de Sigmund Freud (en el período 1895-1911)

Analysis of the logical structures and the choice of the paranoia in sigmund freud's work (in the period 1895-1911)

 

Lombardi, Gabriel 1 ; Alomo, Martín2

 

1 Universidad de Buenos Aires. Director del Proyecto UBACyT P039.
2 Universidad de Buenos Aires. Becario del Proyecto UBACyT P039.

 


Resumen
En el proyecto de investigación sobre los momentos electivos en el tratamiento analítico de las neurosis, que llevamos adelante en el Servicio de Clínica de Adultos de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires1, debido a la asidua consulta de pacientes psicóticos con que nos encontramos, hemos producido una ampliación de los objetivos de nuestro trabajo. Dicha ampliación incluye la consideración de los momentos electivos en los tratamientos analíticos de las psicosis. En el presente artículo, a modo de avance de dicha ampliación, consig- namos algunas de nuestras observaciones en relación a la elección de la paranoia en la obra de Sigmund Freud. Para ello, proponemos una lectura del "Manuscrito 'H'" y el trabajo sobre Schreber. Dicha revisión nos permitirá situar lo electivo en la paranoia, a través de las lógicas silogística y gramatical, pero situado en un punto exterior a ellas.

Palabras clave:
Paranoia; Freud; Elección; Silogismo; Gramática

Abstract
In the investigation's work on the elective moments in the analytical treatment of neuroses, which we are taking forward in the Service of Adults' Clinic of the Faculty of Psychology, University of Buenos Aires, due to the high frequency of cases of psychosis that we found in our sample, we have produced an extension of the aims of our work. The above mentioned extension includes the consideration of the elective moments in the analytical treatments of psychosis. In this article, as an advance of the above mentioned extension, we record some of our observations in relation to the choice of the paranoia in Sigmund Freud's work. For it, we will analyze the "Manuscript 'H'" and the work on Schreber. This review will allow us to place the elective thing in the paranoia, across the syllogism's logic and the grammar's logic, but placed in an exterior point to them.

Key words:
Paranoia; Freud; Choice; Syllogism; Grammar


 

INTRODUCCIÓN
Detectar lo electivo a partir de construcciones lógicas, requiere una operación de lectura capaz de situar aquello que excede a dicha construcción. Un si logismo, por ejemplo -ya que comenzaremos con esta estructura- es una fórmula lógica que, como sabemos, consta de dos premisas y una conclusión. En cuanto a sus modos de funcionamiento, lo particular o lo general pueden ser ubicados en la premisa mayor o en la premisa menor, haciendo variar con ello, como es fácilmente observable, la proposición conclusiva, que no es sino una inferencia deductiva de las dos proposiciones precedentes. Como vemos, se trata de una estructura formal, cuyo funcionamiento correcto exige la prosecución lineal del razonamiento, que lleva a extraer sus consecuencias, más allá del contenido de las proposiciones. Por esto mismo, detectar lo electivo en una estructura formal implica, como decíamos, apoyarnos en dicha estructura para situar desde ella algo que no es propiamente formal, un plus que excede a los elementos de la lógica. Dicho de otro modo, lo electivo en un silogismo puede advenir no por la lógica silogística, sino que -en todo caso- se podrá leer a través de ella.
Aquí surge una pregunta casi obvia: ¿cómo es posible situar lo electivo en una estructura lógica? Para intentar obtener una respuesta, ensayaremos nuestra lectura del silogismo paranoico, tal como lo propone Freud en el "Manuscrito H", de 1895. Aun antes de avanzar con nuestro desarrollo, estamos en condiciones de adelantar otra fórmula que comienza a responder la pregunta que formulamos: lo electivo, localizable en la lectura de una estructura lógica como un excedente, implica una condición ética, ella misma extranjera a la estructura.
Luego, nos referiremos a los distintos tipos de delirios identificados por Freud a propósito de la paranoia: erotomanía, celos y persecución. Al introducirnos en estas elaboraciones, nos encontraremos también inmersos en una elucidación del problema en términos lógicos; esta vez, se tratará de la lógica gramatical, y las posiciones excedentes a la estructura lógica las da el propio Freud. Nuestro trabajo allí intentará caracterizar el factor electivo en tales posiciones.

I. SILOGISMO PARANOICO

I. 1. Planteo del problema
Para analizar lo que hemos dado en llamar, con Freud, "silogismo paranoico", seguiremos el temprano "Manuscrito 'H'" 2 , incluido en su correspondencia con Fliess, escrito en 1895.
El comienzo del planteo freudiano, establece a la paranoia, la neurosis obsesiva, la histeria y la confusión alucinatoria, como "modos patológicos de la defensa". Aunque su interés central en el desarrollo del texto será el de despejar los mecanismos típicos de la paranoia. Además, agrega: "Uno se vuelve paranoico por cosas que no tolera, suponiendo que uno posea la predisposición psíquica peculiar para ello" (Freud 1895, p. 247) . Luego, progresando en su razonamiento, se pregunta en qué consiste dicha predisposición, y responde dicha pregunta: "En la inclinación a aquello que constituye el signo distintivo psíquico de la paranoia" (Id.). A continuación, desarrolla su exposición a través de lo que hoy es un conocido ejemplo para nosotros, seguramente para el lector, que sin embargo recorreremos una vez más. Esta vez, para identificar las características del silogismo propuesto por Freud, e intentar detectar en él la localización de lo electivo.
Se trata de una joven de treinta años ("una doncella que va envejeciendo", escribe Freud) que vive con su hermano y su hermana mayor. Durante el lapso de un año, han hospedado en calidad de inquilino a un viajante, un señor agradable que ha sabido ganarse el afecto de los dueños de casa. Luego de este año, el hombre se despide para retornar seis meses más tarde, segunda estadía que concluye con una despedida deinitiva. Las hermanas lamentan su ausencia, y "no sabían más que hablar bien de él". Sin embargo, la menor de ellas le cuenta a la otra un episodio, en el que ella se encontraba realizando tareas domésticas en la habitación del caballero, y "entonces la llamó junto al lecho, y cuando se llegó sin sospechar nada, le puso su pene en la mano" (Ibíd., pp. 247-248). El episodio queda suspendido allí, y "el extraño partió de viaje poco después".
Luego, la joven que protagonizó esta experiencia, enfermó, con los signos claros -comenta Freud- de un delirio de ser observada y de persecución:

"Las vecinas le tenían lástima como a una que se había quedado para vestir santos, que seguía esperando a aquel hombre; le hacían alusiones de esta clase, se contaban toda clase de chismes con respecto a ese hombre, y cosas parecidas" (Ibíd., p. 248).

Luego la joven mejora durante un tiempo, aduciendo su alteración a "la irritación", para recaer luego en la misma sintomatología. Su hermana advierte que la más joven desconoce -leugnen, escribe Freud- el tema cada vez que la charla recae sobre aquella anécdota. Breuer recibe la consulta, y deriva el caso a Freud, que escribe: "me empeñé en curar el esfuerzo {Drang} hacia la paranoia restituyendo sus derechos al recuerdo de aquella escena" (Id.). En este punto, como respuesta a sus intentos reiterados e insistentes, Freud se encuentra con la negativa por parte de la paciente, "y no volví a verla. Me hizo comunicar que eso la irritaba demasiado. ¡Defensa!", comenta. La conclusión de Freud frente a la notoria "irritación" de la paciente ante la "representación inconciliable", es que ella "la había reprimido adrede". Llegado a este punto de la exposición, Freud reformula la pregunta inicial: "La defensa era de todo punto indudable, pero de igual modo habría podido crear un síntoma histérico o una representación obsesiva. Ahora bien, ¿dónde se sitúa lo peculiar de la defensa paranoica?" (Id.).
La característica defensiva de la paciente, le permitía obtener la ganancia de desestimar de plano el reproche, al situarlo como proveniente de fuera. El contenido permanecía intacto: "la solterona que se quedó para vestir santos… se quedó abandonada por el viajante con quien tuvo un acercamiento sexual…", etc. Sin embargo, "el juicio sobre ella había sido trasladado hacia afuera, la gente decía lo que ella habría dicho de sí misma", concluye Freud. De este modo procede la paranoia, de acuerdo a las elaboraciones freudianas de 1895: el yo se deiende de unas representaciones inconciliables, para lo cual las traslada al exterior, manteniéndose el contenido de dichas representaciones, pero ahora alejadas del yo en virtud del traslado.
A partir de este punto de la exposición, Freud continuará la misma en respuesta a dos nuevas preguntas, de las cuales -focalizados en nuestro interés particular: lo electivo- nos ocuparemos sólo de la primera: "1. ¿cómo se llega a ese traslado?; 2. ¿rige también en otros casos de paranoia?" (Ibíd., p. 249).

I. 2. El recurso al silogismo
Para intentar responder a la primera pregunta, que -como decíamos- es de la que nos ocuparemos aquí, Freud recurre a la estructura lógica conocida como silogismo para despejar el análisis.
Comienza por caracterizar un mecanismo, que opera no sólo en la paranoia, sino también en condiciones normales: se trata de la proyección, dice. Este es el mecanismo que explica el traslado de la representación al exterior. La particularidad de la paranoia, explica Freud en 1895, es que en ella se da un "abuso" de este mecanismo. A continuación, se adentra en una disquisición bien interesante, que hace al nudo que nos interesa elucidar aquí.
Freud plantea que ante cada "alteración interior", tenemos derecho a suponer una causa externa o interna para la misma. En caso de prescindir de la causa interna, entonces queda abierta la vía para considerar como agente del cambio a una causa exterior. En cuanto a la razón para rechazar la causa interna, Freud lo supone del siguiente modo: "si algo nos esfuerza a apartarnos del origen interno, naturalmente recurrimos al origen externo" (Id.). En este punto, resulta interesante la explicación freudiana respecto de "la proyección" y "el delirio de ser notado" normales: nuestros estados interiores, a través de la expresión de las emociones, son advertidos por los otros. Pero atención, he aquí una primera división de aguas: aquello es normal, siempre y cuando la alteración interior resulta consciente. "Si la olvidamos, nos queda sólo la rama del silogismo que lleva hacia afuera, y de ahí la paranoia, con la sobrestimación de lo que de nosotros se sabe y de los hechizos que padecemos" (Id.). Para concluir su argumentación, apoyada -como vemos- en la lógica silogística, y antes de introducirnos plenamente en nuestras elucidaciones, reproducimos otro fragmento del mismo párrafo del manuscrito, ya que difícilmente pueda decirse mejor con otras palabras que las elegidas por Freud: "Y eso que se sabe de nosotros, y que nosotros no sabemos, no podemos admitirlo. Por tanto, abuso del mecanismo de proyección a los fines de la defensa" (Id.). Hasta este punto focalizamos nuestro interés en el "Manuscrito 'H'".
Nos interesa en particular, como anunciábamos, el recurso al silogismo. Silogismo que podríamos intentar reconstruir. En el lugar de la premisa mayor, ubicamos una "alteración interior". En caso de que esta alteración sea consciente, es decir si el sujeto se reconoce como habiendo sufrido un cambio de estado, la premisa menor sería la siguiente: "el cambio obedece a causas internas". De las dos premisas se sigue la conclusión lógicamente deducida: "entonces, auto-reproche", podríamos decir, y con él, tal vez la coniguración clínica de un mecanismo obsesivo. Cuando el funcionamiento del silogismo se articula de este modo, el reproche referido a la representación inconciliable es percibido como proveniendo de un agente interno al sujeto, por lo tanto, auto-reproche.
En cambio, si afectamos a la premisa mayor con la cualidad de "olvidada", no reconocida como propia de la experiencia subjetiva, "naturalmente recurrimos al origen externo", dice Freud. Reconstruimos también este silogismo: la premisa mayor es ocupada ahora por una proposición afectada por el olvido, alteración extraña, cambio interno no subjetivado. La premisa menor, por acción de la extrañeza que preside a la premisa mayor, opta por un agente extraño: "la causa de la alteración proviene de fuera". La consecuencia es lógica: "entonces paranoia", escribe Freud.

I. 3. Lo electivo en el silogismo
Como anunciábamos más arriba, el recurso argumentativo a la estructura del silogismo constituye un recurso lógico. Sin embargo, nuestro interés en lo electivo es ético, excede las estructuras lógicas. También es cierto que esta excedencia no implica una abolición de ellas, sino un situar lo electivo desde ellas, a través de ellas, mas como un plus externo a ellas.
Hay tres puntos específicos en el "Manuscrito 'H'", dos de ellos anteriores al recurso al silogismo, y otro imbricado a la misma argumentación si logíst ica, que remi ten a lo electivo, y que intentaremos resaltar a continuación.
a) Respecto de la deserción de la paciente de su consultorio, Freud nos explica que la irritación que le provocaba abordar la representación inconciliable era evidente:

"… me empeñé en curar el esfuerzo {Drang} hacia la paranoia restituyendo sus derechos al recuerdo de aquella escena. No se consiguió; le hablé dos veces, me hice narrar (…) todo lo que se refería al huésped, y a mis insistentes preguntas sobre si empero no había ocurrido algo "embarazoso", recibí como respuesta la más tajante negación y... no volví a verla. Me hizo comunicar que eso la irritaba demasiado. ¡Defensa!" (Ibíd., p. 248).

Aquí ubicamos un punto electivo en relación al análisis. La paciente se sitúa en una posición claramente refractaria a establecer un vínculo transferencial, a constituir a Freud en un "hombre de consulta", como se dice habitualmente cuando se inviste a alguien con cierta autoridad, y de esta posición resulta la evasión decidida de los requerimientos del analista, que inalmente no puede hallarse en posición de operar como tal.
Es fácil para nosotros ahora, ciento quince años después y contando con la experiencia y la potente obra freudianas, obtener la enseñanza de cómo no conviene abordar la entrevista con un paciente psicótico, y mucho menos cuando se trata de un caso de paranoia, de por sí caracterizado por la desconfianza. También podemos extraer la enseñanza de escuchar la preferencia del paciente paranoico, y no persistir en una posición de insistencia respecto de aquello que justamente el sujeto no quiere ceder. Respecto de la representación inconciliable, anota Freud: "ella no quería que se lo recordaran"3. Evidentemente no podemos tomar partido rápidamente aquí por leer en este "no quería" una preferencia inconsciente negada. Aparece, en principio, como una formulación consciente del tipo "no quiero eso". Tampoco pondremos este no a cuenta del concepto de negación -o de "denegación", como nos han enseñado a leerlo Lacan e Hyppolyte-, Verneinung, en los términos en que Freud la ha conceptualizado en 1925. Sin embargo, excediendo el marco conceptual del manuscrito de 1895, sí podríamos ubicar ese "no quiero" como una manifestación del inconsciente a cielo abierto de las psicosis, un inconsciente no reprimido. Por lo tanto, ese no querer de la paciente, si bien no podemos rápidamente ubicarlo como inconsciente, sin embargo, al tratarse de psicosis, bien podemos ubicarlo como una formulación inconsciente no reprimida.
Como sea, lo inconsciente o no del "no querer" constituye un excurso respecto de nuestra lectura del "Manuscrito 'H'". Sí nos queda claro que la paciente no quería hablar del tema, y que al insistir Freud sobre el punto, se obtuvieron dos constataciones, que tomamos como enseñanza: 1. la defensa se hizo evidente; 2. la paciente rehuyó dicha insistencia, sustrayéndose así de la posibilidad de análisis.
En esta manifestación de la defensa leemos una posición electiva, un no querer saber que más allá de nuestras disquisiciones respecto del estatuto de inconsciente de la misma, manifiestan una clara preferencia que coincide con la posición subjetiva. En este punto, la preferencia, considerada como proairesis aristotélica, es cumplida: el no querer se manifiesta en acto4.
b) Luego de expuesto el ejemplo, encontramos en el manuscrito la comparación de la defensa paranoica respecto de la obsesiva. En ambas, el contenido del reproche persiste, pero mientras que en el caso de la obsesión proviene del interior, en la paranoia lo hace desde fuera: "algo varió en la posición de toda la cosa" (Ibíd., p. 249), escribe Freud. Y nosotros aquí también leemos un signo electivo. Eso que "varió en la posición de toda la cosa" no puede ser sino lo que con Lacan leemos como posición del sujeto. Sin embargo aquí tampoco conviene apurarse a homologar lo electivo con el sujeto. Varía la posición del sujeto como consecuencia de una preferencia, diríamos. Y aquí es necesario que ampliemos nuestro análisis de esta preferencia en particular.
Si optamos por entender dicha preferencia en relación al deseo inconsciente, la moción de deseo en juego aquí seguramente sería de contenido sexual, y ninguna otra que la subtendida por la "representación inconciliable" con el yo: participar del intercambio erótico con el viajante ausente. Sin embargo, en el parágrafo anterior, en el que entendíamos ese "no querer" de la paciente respecto de hablar de la representación inconciliable, también como una preferencia probablemente inconsciente, aunque atribuible a un inconsciente no reprimido, sino "a cielo abierto", encontramos a la posición del sujeto como siendo una, "en acto" incluso habíamos señalado, con la posición defensiva. Por lo tanto, aquí debemos establecer una vez más esta diferenciación: ¿se trata de la preferencia relativa al deseo, a lo erótico verleugnen, desconocido, o se trata de la preferencia defensiva de no querer saber nada de eso? En este punto no nos cabe duda: en la misma línea que el "no querer" hablar con el analista del asunto, y en la misma línea de la próxima posición electiva que situaremos, en este caso también se trata de una preferencia defensiva, una preferencia que pone en acto el "no querer" saber nada de la representación inconciliable.
Por lo tanto, el comentario de Freud "algo varió en la posición de toda la cosa", en relación a la diferencia entre neurosis obsesiva y paranoia, debemos entenderlo como un cambio en la posición defensiva; y a la posición misma del sujeto -consideremos el uso del término "sujeto" como una licencia apoyada en una lectura lacaniana que operamos sobre el texto de Freud- como capturada en la determinación de la defensa. Sin embargo, esto no impide que ese punto sea considerado por nosotros como electivo. Al hacerlo, no forzamos en nada la propuesta freudiana. Creemos que este punto quedará aclarado en el desarrollo del siguiente parágrafo.
c) Las consideraciones anteriores, en el texto de Freud son preliminares a la explicación por medio del silogismo. Cuando introduce la misma, lo hace en términos explícitamente electivos. Al considerar el lugar donde se sitúa el agente del cambio, de la "alteración interior", Freud considera que "tenemos la opción de suponer una causa interna o externa" (Id.). De aquí, se sigue que la afectación que sufre la premisa mayor, que determinará el contenido de la menor, es electiva. Una vez más, la defensa caracteriza la posición del sujeto con respecto a la "representación inconciliable": esta proviene de afuera. Y esta localización del agente del cambio interno en el exterior, según Freud, es una opción. Ubicamos aquí el esclarecimiento anunciado en el apartado anterior: la posición subjetiva está señalada por la particularidad de la defensa, en rela ción al tratamiento que le da a una representación inconciliable. A su vez, ésta sería -el potencial aquí es necesario, ya que el caso no fue analizado, sino que se trata de una viñeta de dos entrevistas y de las comunicaciones de la hermana de la paciente- representante de una preferencia erótica sofocada. Reprimida "adrede", escribe Freud en 1895

I. TRES FORMAS DE LA PARANOIA: EROTOMANÍA, PERSECUCIÓN Y CELOS
En el parágrafo tercero del trabajo sobre el caso Schreber5, "Acerca del mecanismo paranoico", Freud vuelve, aunque sin comunicarlo explícitamente, sobre la lógica silogística. Lo hace articulando dicha lógica con la lógica gramatical. Para referirnos a ello, procederemos una vez más como en los apartados anteriores, introduciendo en primer lugar el contexto de la discusión en el que se incluyen los elementos que luego analizaremos en detalle.
En el apartado mencionando, Freud busca insistentemente la característica específica de la paranoia, aquella que la diferencie claramente de otros cuadros nosográficos. Si bien el "complejo paterno" gobierna el caso Schreber, Freud no encuentra allí la especificidad paranoica, ya que ello también ocurre en otros cuadros, aduce. Por lo tanto, su orientación será la de encontrar dicha especificidad en el mecanismo de formación de síntoma y en el modo de la represión paranoicos.
En la época en que redactara el trabajo sobre Schreber, Freud compartía con Jung y con Ferenczi la hipótesis de la determinación causal de la paranoia apoyada en una fantasía inconsciente de deseo homosexual. Por lo tanto, partiendo de esta premisa, construye su argumentación llegando al punto de concebir a la paranoia como un modo de respuesta subjetiva a dicho empuje inconsciente.
Siguiendo el modo de razonamiento que organizará dos años después su escrito "La predisposición a la neurosis obsesiva", se propone ahora elucidar la etiología de la paranoia en relación a los puntos de fijación de la libido. En esta propuesta, la predisposición paranoica queda ubicada en el trayecto "entre autoerotismo, narcisismo y homosexualidad" (Freud, 1911, p. 58). Dicha explicación se entiende al considerar al narcisismo como un primer punto de salida del autoerotismo, en el que el individuo se toma como objeto a sí mismo, a su cuerpo propio, constituyendo así un primer paso hacia la elección de objeto. Sin embargo, antes de llegar a dicha elección de un objeto diferente de sí mismo, hay un período al que Freud caracteriza como un estadio de homosexualidad normal, ya que se trataría de un tramo del camino hacia la elección de objeto en la constitución normal del psiquismo. En este período, el individuo tiende a ubicar el objeto en otras pesonas, pero -dice Freud- a condición de que tengan genitales similares a los propios. Al respecto, comenta que las teorías sexuales infantiles le dan sustento a este tipo de elección, ya que ellas atribuyen el mismo tipo de genitales para todos.
"Tras alcanzar la elección de objeto heterosexual, las mociones homosexuales no son canceladas" -comenta Freud- sino desviadas de su meta sexual y conducidas a otras aplicaciones" (Ibíd., p. 57). De este modo, dichas tendencias homosexuales son la base de "la amistad, la camaradería, el sentido comunitario y el amor universal por la humanidad", escribe Freud en el mismo párrafo.
En el caso del paranoico, son justamente esas pulsiones homosexuales sublimadas en lo social las que sufren "una marea alta de libido" que las relaciones sociales no toleran, y por esta vía se ven deshechas las sublimaciones creadas. Freud entiende este fenómeno como consecuente de algunas posibles frustraciones, Versagungen, ya en el plano amoroso, en el de la amistad, en general en lo social. El desligamiento de las sublimaciones sociales se corresponde entonces con una regresión a la homosexualidad previa a la elección de objeto. Ahora sí, creemos dejar expuesta la argumentación freudiana que proporciona el marco para los puntos que analizaremos, y que se resume en la siguiente oración:

"Puesto que en nuestros análisis hallamos que los paranoicos procuran defenderse de una sexualización así de sus investiduras pulsionales sociales, nos vemos llevados a suponer que el punto débil de su desarrollo ha de buscarse en el tramo entre autoerotismo, narcisismo y homosexualidad, y allí se situará su predisposición patológica; quizá la podamos determinar aún con mayor exactitud" (Ibíd., p. 58)6.

Y efectivamente, a continuación del párrafo citado, Freud intentará determinar con mayor exactitud dicha predisposición, al lograr insertarla en la elucidación de cuatro tipos de delirios, de los cuales tres son típicamente paranoicos: el delirio de persecución, el erotómano, y el de celos. El cuarto tipo al que nos referimos es el llamado "delirio de grandeza" o megalomanía. A continuación, analizaremos en detalle este pasaje de la argumentación freudiana, que -como adelantáramos- se apoya en las lógicas silogística y gramatical.

II. 2. La gramática en los desiladeros del silogismo7
Partiendo de la base, entonces, de que "el núcleo del conlicto en la paranoia del varón es la invitación de la fantasía de deseo homosexual amar al varón", Freud arriba a la idea de que

"todas las formas principales, consabidas, de la paranoia pueden figurarse como unas contradicciones a una frase sola: "Yo [un varón] lo amo [a un varón]", y aun agotan todas las formulaciones posibles de esta contradicción".

En este punto, comienza la exposición que nos interesa analizar en detalle. Observemos y analicemos el modo en que Freud organiza los distintos tipos de delirio como contradicciones a la frase yo (un varón) lo amo (a un varón).

a) Delirio de persecución
El modo de contradicción del delirio de persecución: "yo no lo amo - pues yo lo odio". Freud aclara que la condición de esta contradicción es la de no devenir consciente en el paranoico. Y retomando
las elaboraciones que observamos en el "Manuscrito 'H'", escribe: "El mecanismo de la formación de síntoma en la paranoia exige que la percepción interna, el sentimiento, sea sustituida por una percepción de afuera". Por medio de la desiguración proyectiva, Freud explica la mudanza de la frase "pues yo lo odio" en "él me odia (me persigue), lo cual me justificará después para odiarlo". Y esto le permite arribar a la siguiente configuración: "Entonces, el sentimiento inconsciente que pulsiona aparece como consecuente de una percepción exterior: Yo no lo amo - pues yo lo odio - porque ÉL ME PERSIGUE". Y concluye que el objeto perseguidor coincide con el amado, al menos considerado el punto desde su condición de objeto exterior: se trata de la misma persona.
Reconstruyamos aquí el funcionamiento del silogismo: 1. En el lugar de la premisa mayor, ubicamos la formulación"yo no lo amo"; 2. en el de la menor, la que Freud expone en tercer lugar: "porque él me persigue"; 3. la conclusión lógica: porque él me persigue, entonces "yo lo odio".
Reconstruido así el silogismo, observamos que si bien inserto en un marco conceptual diferente al del "Manuscrito 'H'", ya que allí no ubicaba Freud la cuestión de la etiología homosexual, las condiciones del silogismo coinciden, constituyendo en este punto las elaboraciones del parágrafo tercero del trabajo sobre Schreber una continuación de aquel trabajo de 1895. La "alteración interior" expresada en el "yo no lo amo", cambio que a la luz de la elucidación freudiana debemos leer como "yo no amo ahora al otrora amado", no es percibida como obedeciendo a causas internas. Por lo tanto, tal como decía Freud en 1895, queda expedito el camino que lleva a ubicar en el exterior al agente de dicho cambio. He aquí, en este punto esforzado hacia fuera, que el agente del cambio es el objeto ahora perseguidor, ubicado en la premisa menor del silogismo. El resultado, la conclusión silogística: justamente por eso, porque él me persigue, lo odio.
Aquí debemos formular una pregunta: ¿qué ganancia obtenemos para nuestros intereses al producir esta lectura articulada entre el manuscrito de 1895 y las fórmulas gramaticales expuestas en el trabajo sobre Schreber? Respuesta: en el manuscrito estaba situada la cuestión electiva, que no queda explícita en el texto de 1911. Por lo tanto, leer el trabajo sobre Schreber desde el "Manuscrito 'H'" nos permite situar lo electivo en el silogismo, y por consiguiente, introducir la consideración de lo electivo en las fórmulas gramaticales organizadoras de los delirios paranoicos.
Aquella apreciación freudiana que comentábamos respecto del manuscrito, "algo varió en la consideración de toda la cosa", podemos ubicarla en la variación respecto del objeto amado: ahora se ha vuelto perseguidor. Y en cuanto a aquella consideración electiva propuesta por Freud, "frente a una alteración interior tenemos la opción de suponer una causa interna o externa"8, recordemos que se trata de un tipo de afectación que condicionará a la premisa mayor. En este sentido, se trata de una toma de posición electiva previa al funcionamiento del silogismo y que aun lo condiciona.
Si volvemos ahora al silogismo gramatical persecutorio que hemos reconstruido: 1. yo no lo amo; 2. él me persigue; 3. yo lo odio, podemos localizar la expresión del factor electivo en el punto 2, correspondiente a la premisa menor, condicionada a su vez -fundamentalmente- por el desconocimiento que preside el cambio interior declarado en la premisa mayor. Luego nos ocuparemos de caracterizar este tipo de elección.

b) La erotomanía
La contradicción aquí es la siguiente: "yo no lo amo - pues yo la amo". "Y aquella misma compulsión a proyectar imprime a la frase esta mudanza: 'Yo noto que ella me ama'" continúa Freud, y resume la construcción gramatical en los siguientes términos: "Yo no lo amo - yo la amo - porque ELLA ME AMA".
Reconstruyamos nosotros el silogismo: 1. yo no lo amo; 2. ella me ama; 3. justamente por eso la amo.
Una vez más, observamos a la premisa menor como el lugar del silogismo en el que queda ubicado el agente externo del cambio interno, en este caso ella. Una vez más, se puede observar al factor electivo entre ubicar el agente fuera o dentro, constituyéndolo en un afuera, y además, encarnado en una persona. La particularidad en este caso, como lo indican las cursivas incluidas por Freud en el objeto (lo / la), es que la perseguidora no coincide con el objeto amado. La deformación ha afectado esta mudanza proyectiva.

c) Delirio de celos
Respecto de los celos, Freud distingue dos tipos de celotipias: la del alocohólico y los celos en las mujeres. Seguiremos su orden expositivo, y comenzaremos entonces por el caso del alcohólico.

c. 1) Los celos en el alcoholismo. Freud argumenta que el alcohólico devenido tal quizá por un desengaño con la mujer, "ingresa en la taberna y en la sociedad de los varones". En caso de que estos varones revistan para él una considerable importancia libidinal, el alcohólico se defiende entonces de la tendencia homosexual contradiciendo la frase amo a un varón, del siguiente modo: "'No yo amo al varón - es ella quien lo ama', y sospecha de la mujer con todos los hombres a quienes él está tentado de amar". Freud explica que en este caso no es necesario el recurso a la desiguración proyectiva, ya que al cambiar enteramente el sujeto agente del amar, la moción amorosa homosexual queda rechazada de plano fuera del yo.
Si procedemos con este caso como con los anteriores, observamos que la reconstrucción del silogismo gramatical coincide aquí con el ordenamiento de la frase contradictoria propuesta por Freud: 1. no yo amo al varón; 2. es ella quien lo ama; 3. como resultado conclusivo, sospecho entonces de la mujer en relación con los hombres de los que no estoy anoticiado en mi conciencia respecto de mis inclinaciones electivas.

c. 2. Delirio celotípico en las mujeres: "De manera por entero análoga se establece la paranoia de celos en las mujeres", escribe Freud. Y continúa:

"'No yo amo a las mujeres - sino que él las ama'. La mujer celosa sospecha del hombre con todas las mujeres que a el la misma le gustan a consecuencia de su narcisismo predisponente, devenido hiperintenso, y de su homosexualidad".

Analicemos aquí también el silogismo: 1. no yo amo a las mujeres; 2. él las ama; 3. como resultado, se obtiene la sospecha celosa sobre las mujeres elegidas. En este caso también hay coincidencia entre el ordenamiento de las tres proposiciones del silogismo, y la exposición freudiana.

d) El delirio de grandeza. Luego de exponer los tres delirios que revisamos, Freud escribe:
Ahora bien, se creería que una frase de tres eslabones como "yo lo amo" admitiría sólo tres variedades de contradicción. El delirio de celos contradice al sujeto, el delirio de persecución al verbo, la erotomanía al objeto. Sin embargo, es posible además una cuarta variedad de la contradicción, la desautorización en conjunto de la frase íntegra: "Yo no amo en absoluto, y no amo a nadie".
De esta contradicción absoluta, Freud infiere una posición libidinal decidida, que expresaría la siguiente frase: "yo me amo sólo a mí". Este tipo de contradicción a la frase yo lo amo es correspondida por Freud al delirio de grandeza. Notamos que el carácter absoluto de la contradicción, que atenta contra la frase toda, no permite reconstruir la estructura silogística para este caso.

II. 2. Lo electivo en el silogismo gramatical
Al revisar la reconstrucción de los silogismos anteriores a partir de los modos de contradicción a la frase yo lo amo, observamos las siguientes características:
a. la premisa mayor, en todos los casos, está afectada por el desconocimiento de la alteración interior como propia, como obedeciendo a causas internas;
b. por consiguiente, en un todo de acuerdo con la propuesta del "Manuscrito 'H'" de 1895, la premisa menor queda ocupada en todos los casos por el agente externo, casi siempre desigurado por proyección, salvo en el caso del delirio de celos;
c. notamos que la premisa menor del silogismo, para todos los casos, es la que da el tono, la proposición que caracteriza al delirio en cuestión; persecución, erotomanía y celos quedan deinidos en su especificidad en el texto de la proposición que va al lugar de la premisa menor: él me persigue, ella me ama, él / ella las / los ama;
d. la proposición conclusiva, para los tres delirios, constituye una respuesta lógica del sujeto al estado de cosas: en el caso de la persecución, como me persigue lo odio; en la erotomanía, como ella me ama entonces la amo; en la celotipia, como ella los ama, entonces siento celos;
e. orientando nuestra lectura de los silogismos gramaticales desde la propuesta del "Manuscrito 'H'", localizamos y caracterizamos el factor electivo del siguiente modo: ante la noticia de un cambio interior al individuo, éste tiene la opción de ubicar el agente de dicho cambio en una causa interna, o bien en una externa. En caso de que aquel cambio interior no sea reconocido como propio, queda abierta la vía lógica que lleva a constituir un agente externo. De esta postulación se siguen cinco consecuencias:
1. lo electivo es un factor externo a la lógica del silogismo;
2. desde dicha exterioridad, afecta la localización del agente del cambio interior (interna o externa);
3. la premisa menor del silogismo, que "da el tono" -decíamos- del delirio en cuestión, delata la elección de la defensa proyectiva paranoica;
4. lo electivo, caracterizado de este modo, representa una actitud subjetiva, una condición ética, insustancial, que se advierte en sus inlujos sobre el funcionamiento de las estructuras lógicas, de lo que se sigue el siguiente punto;
5. caracterizamos a lo electivo como a la toma de posición previa del sujeto respecto del funcionamiento de la estructura, funcionamiento que -como es el caso del silogismo, que proponemos leerlo a modo de ejemplo- puede automatizarse bajo la forma de una máquina, que procede por algoritmos, es decir por pasos sucesivos y exhautivos. Sin embargo, lo electivo representa el plus que excede al funcionamiento de la máquina silogística, o bien al de la maquinaria gramatical que en los ejemplos observados, constituían el aspecto estructural.

COMENTARIOS FINALES
Por último, señalamos que esta perspectiva para abordar la cuestión del mecanismo de formación de síntoma en la paranoia, recortando la posición electiva como previa al funcionamiento de la estructura -silogística o gramatical en este caso- constituye un antecedente relevante para las postulaciones lacanianas, de las que nos ocuparemos en otro lugar9. Creemos que este mismo punto electivo es el que lleva a Freud a rectificar su concepción del mecanismo paranoico, en lo que hace a la particularidad de la proyección y al modo específico de la defensa. En tal rectificación, encontramos un antecedente fundamental para la concepción de lo que con Lacan podremos leer como la lógica estructural de las psicosis, explicada por el mecanismo de la Verwerfung en relación al texto "Die Verneinung", de Freud, y luego por el nuevo concepto de forclusión, pero ahora referido exclusivamente al significante del Nombre del Padre10: "No era correcto decir que la sensación interiormente sofocada es proyectada hacia afuera; más bien inteligimos que lo cancelado adentro retorna desde afuera" (Freud, 1911, p. 67). Pero no sólo eso, sino que además de constituir el antecedente del
modo específico del mecanismo paranoico, Freud nos presta el apoyo para pensar esta particular cancelación interior que luego retorna desde afuera, como un punto electivo que distribuye sus elementos del siguiente modo: la particularidad de la defensa denuncia la elección, ya que aquella, en tanto mecanismo, ha sido puesta en marcha por algo que no es mecánico, y que precede a la estructura. Proponemos leer esta particularidad defensiva como el acto electivo que sanciona la preferencia decidida; y la posición previa a la puesta en marcha del mecanismo, como a la preferencia aislada, pura elección, pura res eligens. Aunque en este caso no se trata de una res cartesiana, sino de una res eligens inesencial -oxímoron-, aunque éticamente decisiva.

1 Proyecto UBACyT P039, programación 2008-2010: "Momentos electivos en el tratamiento psicoanalítico de las neurosis - En el Servicio de Clínica de Adultos de la Facultad de Psicología, UBA". Director: Prof. Dr. Gabriel Lombardi.

2 Freud, S., (1895). "Manuscrito 'H'", OC, Amorrortu, op. cit., tomo I, pp. 246-252.

3 Id. Las cursivas son de Freud.

4 Es cierto que este "acto" podría ser leído más bien como "pasaje al acto", pero no nos embarcaremos aquí en esta discusión.

5 Freud, S. (1911). "Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente", OC, Amorrortu, op. cit., tomo XII, pp. 1-76.

6 Más adelante, en la misma obra, luego de la elucidación a través de los silogismos gramaticales que examinaremos en detalle, Freud precisa su hipótesis etiológica: el punto de fijación para la paranoia quedará señalado en el narcisismo, y en la disolución de los lazos apoyados en sublimaciones de tendencias homosexuales y la consecuente regresión al narcisismo, una característica específica del cuadro en cuestión. (Vg. p. 67).

7 Para todas las citas entrecomilladas que se encontrarán en este apartado, cf. op. cit., pp. 58-62.

8 Freud, "Manuscrito 'H'", op. cit., p. 249.

9 Uno de nosotros se encuentra en la etapa final de elaboración de una tesis dedicada a los momentos electivos en el tratamiento analítico de las psicosis, producción también inscrita en el Proyecto UBACyT P039.

10 En 1954, en la "Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud", Lacan logra establecer a la Verwerfung como pareja de la Bejahung primordial, en un nivel lógico anterior al de la Verneinung. En dicha Verwerfung sitúa el mecanismo míticamente originario de la alucinación del dedo cortado en el Hombre de los Lobos. Luego, en la última clase del seminario sobre las psicosis, del 4 de julio de 1956, introduce por primera vez el término forclusión, articulado explícitamente con el significante del Nombre del Padre . Cf. al respecto Maleval, J-C. (2000). La forclusión del Nombre del Padre, Paidós, Bs. As., 2002, pp. 49, 58 y sig.

Bibliografía

1- Freud, S. (1895). "Manuscrito 'H'. Paranoia". En Obras completas, Amorrortu, Bs. As., 1996, tomo I, pp. 246-252.         [ Links ]

2- Freud, S. (1911). "Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (Schreber)", op. cit., tomo XII, pp. 1-76.         [ Links ]

3- Freud, S. (1925). "La negación", op. cit., tomo XIX, pp. 249-258.         [ Links ]

4- Lacan, J. (1954). "Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud". En Escritos 1, op. cit., p. 366-383.         [ Links ]

5- Lacan, J. (1956). Las psicosis, El seminario: Libro 3, Paidós, Bs. As., 1984.         [ Links ]

6- Lacan, J. (1958). "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis". En Escritos 2, Siglo Veintiuno, Bs. As., 1988, 513-64.         [ Links ]

7- Maleval, J-C. (2000). La forclusión del Nombre del Padre. El concepto y su clínica, Paidós, Bs. As., 2002.         [ Links ]

Fecha de recepción: 9 de abril de 2012
Fecha de aceptación: 15 de agosto de 2012

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