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Anuario de investigaciones

On-line version ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.19 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires July/Dec. 2012

 

Psicoanálisis

Dos oleadas en la pluralización lacaniana de los nombres del padre: hacia su operatividad clínica

Two waves in lacanian pluralization of the names of father: towards its clinical perfomance

 

Schejtman, Fabián1 ; Godoy, Claudio2

 

1 Profesor Titular Regular, Cátedra II de Psicopatología, Facultad de Psicología, UBA. E-mail: fschejtman@psi.uba.ar
2 Profesor Adjunto Regular, Cátedra II de Psicopatología, Facultad de Psicología, UBA. E-mail: claudiog@arnet.com.ar


Resumen
El trabajo que aquí presentamos expone una de las vías de ingreso a nuestro actual proyecto de investigación UBACyT 20020100100016 correspondiente al período 2011-2014 "Versiones del padre en el último período de la obra de Jacques Lacan (1971-1981)": el interrogante por la pluralización que lleva del nombre del padre a los nombres del padre en la enseñanza de Lacan. En esta oportunidad distinguimos dos oleadas en aquel movimiento de pluralización y nos detenemos luego, especialmente, en la segunda para examinar de qué modo ésta termina por volver clínicamente operativos a "los nombres del padre" al proponerlos como cuartos eslabones que anudan lo simbólico, lo imaginario y lo real.

Palabras clave:
Padre; Nominación; Lacan; Nudos

Abstract
The paper presented here shows one way to enter our current research project UBACyT 20020100100016 for the period 2011-2014 "Versions of the father in the last period of Jacques Lacan's work Lacan (1971-1981)": the question about the pluralization that leads from the name of the father to the names of the father in the teaching of Lacan. This time we distinguish two waves in that movement of pluralization and we stop then, especially, in the second to examine how this ends up "the names of the father" a clinical notion, when it propose them as quarters links that tied symbolic, imaginary and real.

Key words:
Father; Nomination; Lacan; Knots


 

INTRODUCCIÓN
El trabajo que aquí presentamos expone una de las vías de ingreso a nuestro actual proyecto de investigación UBACyT 20020100100016 correspondiente al período 2011-2014 "Versiones del padre en el último período de la obra de Jacques Lacan": el interrogante por la pluralización que lleva del nombre del padre a los nombres del padre en la enseñanza de Lacan.
La expresión "nombre del padre" se menciona ya en el temprano "Seminario sobre el hombre de los lobos" que Lacan dictó entre 1951 y 1952 (cf. Lacan 1951-52) y se formaliza como significante a lo largo de los años '50 operando en la metáfora paterna (cf. Lacan 1957-58: cap. IX-XI y 1958a)- a partir de sustituirse al deseo de la madre y hacer lugar así a la significación fálica-, a la vez que su forclusión entrega a ese primer Lacan la razón de estructura de la psicosis (cf. Lacan 1957-58: cap. VIII y 1958a). Luego, puede encontrarse ya su pluralización en su enseanza posterior, desde los años '60: la que conduce a Lacan del "nombre del padre" a los "nombres del padre". Aunque, es preciso indicarlo, sin desterrar el singular, cuyas apariciones se constatan, al lado del plural, hasta en sus últimos seminarios en los '70.
En esta oportunidad distinguiremos dos oleadas en aquel movimiento de pluralización y nos detendremos luego especialmente en la segunda para examinar de qué modo ésta termina por volver clínicamente operativos a "los nombres del padre" al proponerlos como cuartos eslabones que anudan lo simbólico, lo imaginario y lo real.

LA PRIMERA OLEADA
El plural "nombres del padre" se introduce sobre el final del Seminario 10 de Lacan: allí situamos pues, el inicio de la primera oleada de su pluralización. En la última clase de "La angustia" se anuncia, justamente, que el seminario que le sigue versará sobre… "los nombres del padre": "Si el año próximo todo ocurre de tal forma que pueda proseguir mi Seminario de acuerdo al camino previsto, voy a darles cita no sólo en torno al nombre, sino a los Nombres del Padre" (Lacan 1962-63: p. 364).
Como es sabido, el décimo primer seminario de Lacan no fue dictado inalmente bajo ese título. Efectivamente, el 20 de noviembre de 1963, en la que hubiese sido su primera clase -y fue la única (cf. Lacan 1963)- Lacan lo suspendió a raíz de su expulsión de la International Psychoanalytic Association (IPA) - lo que él , acercándose a Spinoza, pudo denominar su "excomunión" (cf. Lacan 1964: p. 11-12) -. Y cuando lo retomó, su título ya no era "Los nombres del padre" sino "Los fundamentos del psicoanálisis" -establecido luego como "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis" (cf. Lacan 1964) -.
Y bien, en esta primera fase de pluralización, que situamos entre la última clase del Seminario 10 (cf. Lacan 1962-63) y el inicio del Seminario 21 (cf. Lacan 1973-74) -donde más adelante fecharemos el comienzo de la segunda-, a las referencias a "los nombres del padre" Lacan las acompaña, invariablemente1, de alusiones a esta "excomunión", cier tamente de una crítica a la IPA -a la que considera estructurada del mismo modo que Freud pensó al ejército y a la iglesia (cf. Freud 1921)- pero, asimismo, de una puesta en cuestión del propio deseo de Freud -al cual no juzgó ajeno a tal estructura que supuesta para la IPA-.
Que el deseo mismo de Freud queda cuestionado a partir de la introducción de "los nombres del padre" es algo que Lacan explicita ya en la primera clase del Seminario 11: "… la histeria nos da la pista, diría yo, de cierto pecado original del análisis. Tiene que haberlo. El verdadero no es, quizá, más que éste: el deseo del propio Freud, o sea, el hecho de que algo, en Freud, nunca fue analizado. Estaba yo exactamente en esto cuando, por una peculiar coincidencia, se me puso en el disparadero de tener que renunciar a mi seminario. Lo que tenía que decir sobre los Nombres-del-Padre, en efecto, no intentaba otra cosa que el cuestionamiento del origen, es decir, averiguar mediante qué privilegio pudo encontrar el deseo de Freud, en el campo de la experiencia que designa como el inconsciente, la puerta de entrada" (Lacan 1964: p. 20).
Y que ese deseo no es ajeno a la "psicología de las masas" que Lacan entrevé en la estructura de la IPA, sólo tres años después -en la "Proposición de octubre de 1967"- es indicado de este modo: "Partimos también del hecho, que parece perfectamente plausible, de que [a las sociedades psicoanalíticas existentes] Freud las quiso tal cual son. […] Está claro pues que Freud asumió el riesgo de cierta detención. Quizás más: que vio en ellas el único refugio posible para evitar la extinción de la experiencia" (Lacan 1967a: p. 9.) "… el tipo existente […] de la unidad: sociedad de psicoanálisis, en tanto que tocada con un ejecutivo de escala internacional. Lo dijimos, Freud lo quiso así [...] La naturaleza de esas sociedades y el modo en que obtemperan, se aclara con la promoción de Freud de la Iglesia y del Ejército como modelos de lo que concibe como la estructura del grupo. (Con este término, en efecto, habría que traducir hoy Massen de su Massenpsychologie)" (ibíd.: p. 21). Lo que llega, en verdad, hasta el final mismo de la enseñanza de Lacan: "Sabemos lo que costó que Freud permitiera que el grupo psicoanalítico pudiese mas que el discurso y deviniese Iglesia. La Internacional, ya que éste es su nombre, se reduce al síntoma que ella es de lo que Freud esperaba de ella" (Lacan 1980).
De todo ello se sigue que es la faz religiosa -¿militar también?- del deseo del "padre del psicoanálisis" la que viene a ser corroída por esta primera oleada de pluralización de los nombres del padre. Aquí agregaremos, muy brevemente, que ésta no hubiese acontecido sin la tachadura que, al menos desde el Seminario 5 (cf. Lacan 1957-58), pesa sobre el Otro -S (A)- y el establecimiento, entre el Seminario 7 (cf. Lacan 1959-60) y el Seminario 10 (cf. Lacan 1962-63) de la dimensión real del objeto (a). En suma, dos reales que obstaculizan, precisamente, la preminencia de la que gozaba, hasta entonces, el unitario significante del nombre del padre

LA SEGUNDA OLEADA
Pasamos ahora a considerar la segunda oleada de esa pluralización y alguna de las novedades que conlleva. Se inicia -así lo acabamos de anticipar- en el Seminario 21, titulado "Los no incautos yerran" [Les non dupes errent], homófono en francés, precisamente, de… ¡Los nombres del padre! [Les noms du père].
Y bien, esta homofonía no es en absoluto ajena al hecho de que situemos en el Seminario 21 el comienzo de la segunda fase de pluralización. En efecto, frente a la reiterada airmación de Lacan -luego de la única clase de "Los nombres del padre" en noviembre de 1963-, de que nunca volvería a hablar de ello, tenemos este seminario -exactamente diez años después- que en su título lleva la marca poco camulada del asunto hasta aquí vedado: "'Les non dupes errent' [Los no incautos yerran] […] ¿Suena raro, no? Es una pequeña muestra de mi estilo. […] la frase suena estrictamente de la misma manera que 'Les noms du père' [Los nombres del padre]. Es decir, aquello de lo que prometí no hablar nunca más" (Lacan 1973-74: 13-11-73).
¿Esta marca es sin razón? No lo creemos. Encontramos más bien en este Seminario 21 lo que consideramos el punto de partida de un nuevo abordaje de "los nombres del padre" -a esto llamamos la segunda oleada en lo que respecta a su pluralización-, que tendrá su punto cúlmine hacia el final del Seminario 22.
En efecto, la clave del nuevo tratamiento que Lacan le da a los nombres del padre en esta segunda fase de su pluralización, parte de la consideración novedosa de la operación de la nominación que se encuentra en "RSI" como pasaje del nombre del padre al padre del nombre o al padre como nombrante -y así de los nombres del padre, podríamos decir, a los padres del nombre- y, especialmente, su modulación -la de la nominación- entre los tres registros, lo que le permitirá plantear, en ese seminario, tres formas de nominación -imaginaria (la inhibición), simbólica (el síntoma) y real (la angustia)-, en in, tres nombres del padre -o tres padres del nombre-, capaces de operar el anudamiento borromeo de los registros.
Por esa vía -que a continuación examinaremos de cerca- la pluralización de los nombres del padre alcanzará, en esta segunda oleada de los años 70', un estatuto impensado en la enseñanza de Lacan de la década anterior: será, precisamente, la clave del lazo entre lo simbólico lo imaginario y lo real, alcanzando una operatividad clínica que aquí nos interesa destacar.

EL "NOMBRAR-PARA"
El recorrido que conduce a ello comienza sorprendentemente en el Seminario 21 con la consideración de Lacan -en el marco de un comentario sobre la relación entre el ejercicio del amor y el nombre del padre- de una función prevalente en la actualidad -según él- y preferida por sobre la del padre que denomina "nombrar para" o "ser- nombrado-para" 2.
De este modo introduce el asunto en la clase del 19 de marzo de 1974: "El desfiladero del significante por el cual pasa al ejercicio ese algo que es el amor, es muy precisamente ese nombre del padre que sólo es 'no' a nivel del decir, y que se amoneda por la voz de la madre en el decir 'no' de cierto número de prohibiciones; esto en el caso, en el feliz caso, aquél donde la madre quiere, con su pequeña cabeza, proferir algunos cabeceos" (Lacan 1973-74: 19-3-74).
Allí se tiene a la madre cuando, haciendo lugar al nombre del padre, "es reducida a traducir ese nombre por un no" (ibíd.). Logra transmitir al hijo, así, diríamos, un no… amoroso, que no es sin la referencia paterna.
Pero Lacan señala que "lo que vivimos es muy precisamente esto: […] la pérdida, la pérdida de lo que se soportaría en la dimensión del amor […] a ese nombre del padre se sustituye una función que no es otra cosa que la del 'nombrar para'. Ser nombrado para algo, he aquí lo que despunta en un orden que se ve efectivamente sustituir al nombre del padre. Salvo que aquí, la madre generalmente basta por si sola para designar su proyecto, para efectuar su trazado, para indicar su camino" (ibíd.)
Se trata, en principio, de un abordaje histórico. Propone que en su tiempo -pero podría justificarse su extensión hasta el nuestro, es decir, en la actualidad- hay una pérdida de la dimensión del amor que queda aquí ligada con la sustitución del nombre del padre por lo que denomina la función del "nombrar para": "Ser nombrado para algo, he aquí lo que, para nosotros, en el punto de la historia en que nos hallamos, se ve preferir […] a lo que tiene que ver con el nombre del padre" (ibíd.). Y en este orden preferido por sobre el nombre del padre es la madre, ella sola, su solo deseo sin intervención paterna alguna, la que dirige, "señala a su crío ese proyecto que se expresa por el 'nombrar para'" (ibíd.).
Pero no decimos aquí "orden" por azar. Es que el "nombrar-para" introduce ciertamente un orden, según indica Lacan, pero uno bien distinto al "orden amoroso" posibilitado por el nombre del padre: "Es bien extraño que aquí lo social tome un predominio de nudo, y que literalmente produzca la trama de tantas existencias; él detenta ese poder del 'nombrar para' al punto de que después de todo, se restituye con ello un orden, un orden que es de hierro" (ibíd.).
Este es el punto que nos interesa resaltar: con el "nombrar-para" lo social "toma predominio de nudo". Aquí, en efecto, el "nombrar para" anuda, enlaza, entrama… restituye. Pero como se indica en la cita, el orden que llega a restituir es uno de hierro. En ello se distingue de aquel -más o menos maleable, más o menos lexible, más o menos elástico- que el nombre del padre proporciona, como lo enseña Lacan desde temprano a partir de su metáfora paterna y la significación del falo que le es correlativa3.
Así, este orden de hierro, inflexible, del "ser-nombrado-para" termina ligado, en este desarrollo del Seminario 21,
con el "retorno del nombre del padre en lo real, en tanto que precisamente el nombre del padre está verworfen, forcluido, rechazado" (ibíd.), es decir, con la psicosis tal como era abordada por el primer Lacan (cf. especialmente Lacan 1955-56 y Lacan 1958a). Y, retomando los términos mismos de su primera enseñanza -aunque de un modo más extendido si se quiere, puesto que llega en este caso hasta lo social-, el "ser nombrado para" -"signo de una degeneración catastrófica" (Lacan 1973-74: 19-3-74)-, se propone como una forma psicótica de anudamiento.
En otros lugares hemos examinado detenidamente este modo de encadenamiento y considerado algunas de sus consecuencias (cf. p. ej. Mazzuca, Schejtman, y Zlotnik 2000). Aquí solamente destacaremos que se trata, justamente, de un modo de lazo: introduce de hecho en la enseñanza de Lacan la idea de que la nominación enlaza; incluso ésta del "nombrar-para", por inlexible o psicótica que sea, anuda.

PADRES DEL NOMBRE: HACIA UNA CLÍNICA DE LAS NOMINACIONES
Es Eric Porge quien ha señalado (cf. Porge 1997: p. 149-150) que quizás Lacan precisó plantear en primer término la disyunción entre el "nombrar-para" y la función del padre en el Seminario 21 -lo que acabamos de desplegar- para que emergiera propiamente el padre del nombre a partir del nombre del padre en el seminario siguiente.
Aquí recordaremos que esto último acontece en la clase del 11 de marzo de 1975 de "RSI", cuando Lacan se refiere a la función de la nominación de este modo: "en la lingüística […] se distingue el dar-nombre, el nombrar, el consagrar-una-cosa-con-un-nombre-de-habladuría. A pesar de todo, ahí se ve que esto, la nominación, es distinto de la comunicación…" (Lacan 1974-75: 11-3-75). A partir de eso, indica luego: "… yo reduzco el nombre del padre a su función, radical que es dar un nombre a las cosas, con todas las consecuencias que eso comporta, porque eso no deja de tener consecuencias…" (ibíd.).
Ahora bien, hasta este momento del seminario Lacan todavía intentaba sostener la propuesta de la cadena borromea mínima, la de tres eslabones -se verá enseguida que luego termina desplazándola, al preferir la de cuatro- y, por ello, a esta función de la nominación la supone aún, en esta clase del Seminario 22, parte de lo simbólico mismo -es decir, no constituyendo todavía un cuarto eslabón que anuda a los tres registros-: "Quién no ve que esta historia nos deja en el tres, a saber que, como podía esperarse de ello, lo que es de Ia distinción en lo simbólico del dar-nombre forma parte de ese simbólico, como lo demuestra esto, que la adjunción de ese cuatro es de alguna manera superflua" (ibíd.).
Pero solo un mes después se produce el vuelco que lo lleva a pasar de la cadena de tres a la de cuatro anillos. En la clase del 15 de abril de 1975 lo indica y extrae las algunas consecuencias de ello: "De tres [consistencias], no se sabe nunca cuál de Ias tres es real; es precisamente por eso que es necesario que sean cuatro, porque el cuatro es […] el nombre del padre. La nominación, es la única cosa de la cual estemos seguros que eso hace agujero. […] quizás un día -por qué no el año próximo, al paso en que persisto- trataré de mostrarles lo que de todos modos, de los nombres del padre, sí yo lo acoplo, a ese nombre del padre, a lo simbólico, para hacer de él el más uno por el que se asegura manifiestamente […] Pero quizás, esos nombres del padre, podemos especificar que después de todo no sólo lo simbólico sea lo que tenga el privilegio de eso, que no es obligatorio que sea al agujero de lo simbólico que esté unida la nominación. Lo indicaré el año próximo (ibíd.: 15-4-75).
En otros lugares (cf. Schejtman 1996, 2007, 2008) hemos mostrado que en la cadena mínima de tres eslabones, los registros son tan simétricos que no es posible distinguirlos: sólo el cuarto introduce la disimetría que quiebra la homogeneidad entre ellos. No deja de sorprender que en la cita sea lo real el registro que a Lacan le interesa aislar específicamente. De cualquier forma lo importante es esto: "es necesario que sean cuatro".
Luego, se indica que el cuarto es propiamente el nombre del padre, pero inalmente… pluralizado -lo que queda claro en el recorrido que aquí resumimos-: se trata de la nominación que Lacan acopla primero a lo simbólico, pero enseguida a cada uno de los registros. Es posible que estos "nombres del padre", estas formas de la nominación, entonces más bien "padres del nombre", se acoplen -o redoblen- no sólo a lo simbólico si no también a lo imaginario y lo real.
Así pues, en la última clase del Seminario 22 se abre la vía que conduce a situar a la nominación en tanto que cuarto término capaz de enlazar de modo borromeo a los tres registros, pero introducida como un redoblamiento posible de cada uno de ellos. En efecto, si lo simbólico no tiene el privilegio exclusivo de unirse a la nominación, si hay espacio allí también para lo imaginario y lo real, ¿por qué no distinguir una nominación imaginaria, una real y una simbólica?
De ese modo procede Lacan: diferencia una nominación imaginaria que adjudica a la inhibición, una nominación real que atribuye a la angustia y, por último, una nominación simbólica que reserva para el síntoma: "... nominación de lo imaginario como inhibición, nominación de lo real como lo que se encuentra que sucede de hecho, es decir angustia, o nominación de lo simbólico, quiero decir implicada, lor de lo simbólico mismo, a saber como sucede de hecho bajo la forma del síntoma..." (Lacan 1974-75: 13-5-75).
Inhibición, síntoma y angustia terminan así propuestos al inal de "RSI" como "nombres del padre" capaces de anudar a los tres registros que ya no consiguen por sí mismos enlazarse. Ello es lo que vuelve, en última instancia, clínicamente operativos a los nombres del padre -aquí los tres miembros del trío freudiano de 1925 (cf. Freud 1925)-, puesto que a partir de estas consideraciones queda expeditos los caminos para una "clínica de las nominaciones" que pueden anudar de diversos modos los tres registros lacanianos. Nuestra investigación se ocupará, entre otras cosas, de examinarlos en los niveles de la dirección de la cura y las construcciones nosológicas.

1 Cf. Lacan 1964: p. 20, 256 y 271, Lacan 1965-66: 15-6-66, Lacan 1966-67: 23-11-66, 25-1-67, 7-6-67, Lacan 1967-68: 21-2-68, Lacan 1971-72a: 14-6-72, Lacan 1971-72b:3-3-72, 1-6-72-.

2 Sea que se ponga el acento en el nombrante o en el nombrado.

3 Cf. también el distingo entre la metáfora paterna y la metáfora delirante, justamente a partir de la movilidad y elasticidad de la primera en oposición a la fijeza y rigidez de la segunda, en Mazzuca, Schejtman y Zlotnik 2000: p. 131-132.

Referencias bibliográficas

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Fecha de recepción: 13 de abril de 2012
Fecha de aceptación: 18 de septiembre de 2012

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