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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.19 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./dic. 2012

 

Psicoanálisis

Das ding y los límites de la simbolización

Das Ding and the limits of the symbolization

 

Virgilio, M. Cristina1

 

1 Lic. en Psicología, UBA. Docente de Cátedra: Psicoanálisis Freud 1, Facultad de Psicología, UBA. Investigadora UBACyT, Proyecto "El objeto en la melancolía. Del amor a la pulsión", dirigido por Graciela Ortiz Zabala. E-mail: cristinavirgilio@sinectis.com.ar

 


Resumen
La presente investigación "Das Ding y los límites de la simbolización, se enmarca en el proyecto de investigación "La melancolía. Del amor a la pulsión". El objetivo de la misma es realizar una indagación acerca del término "cosa", del alemán Ding, y cómo a través de diversas reelaboraciones, dicho término pasa a la categoría de concepto. Se busca situar a partir de ciertas precisiones, su injerencia o no en las dificul tades de simbol ización que se encuentran en las psicosis y en especial en la melancolía. La representación y el afecto, el pensamiento y la libido, no van separados para el psicoanálisis. Cómo ubicar el pasaje de la cosa del mundo a su representación psíquica, a su parcialización como objeto de la pulsión y a su valor como objeto total depositario del afecto amor-odio.

Palabras clave:
Psicoanálisis; Psicología; Melancolía; Das Ding; La cosa freudiana; Psicosis; Pulsión; Libido; Objeto; Investigación

Abstract
This research "Das Ding and the limits of symbolization", is part of research project "The melancholy.From love to drive". The aim is make an inquiry about the term thing, german Ding, and how through different re-elaborations, said term goes to the category of concept. It seeks to place from certain refinements, interference or not on the difficulties of symbolization found in psychoses and especially melancholy. Representation and affection, thought and libido, are not separated for psychoanalysis. How to locate the passage from the thing in the world to its mental representation, its capacity as object of the drive control and its value as a depositary total affection love-hate object.

Key words:
Psychoanalysis; Psychology; Melancholy; Das Ding; The freudian thing; Psychosis; Drive; Libido; Object; Research


 

OBJETIVO:
Como se indicó, la presente investigación es un estado de trabajo que recorta un tema de nuestro particular interés: "Das Ding y los límites de la simbolización" dentro del proyecto general mencionado. Como su título lo precisa, interesa rastrear e investigar el término Cosa, Ding empleado por Freud, y desde allí avanzar en la indagación del proceso de simbolización del sujeto, y en especial atender a los límites del mismo en la estructura psíquica del melancólico.
Para ello, es preciso dejar indicado que se ha podido avanzar hacia la distinción de tres modalidades melancólicas: 1.-la psicosis melancólica propiamente dicha; 2.-la melancolía en la constitución del sujeto; y 3.- los efectos de melancolización en la vida o bajo transferencia analítica. En esta investigación se tratará centralmente de las dos primeras.
Partiendo de una de las características de esta grave patología como es la dificultad en efectuar desprendimientos y sustituciones, reclamó nuestro interés el proceso por el cual Das Ding dejaría paso a la constitución de objeto y cuál es la cualidad atributiva del mismo.¿Qué características propias a la melancolía tiene la constitución del objeto y el sujeto? Por qué para Freud interesa tan notoriamente el narcisismo. Es nuestro propósito avanzar con estas preguntas en el horizonte.

DESPLIEGUE DE LA INVESTIGACIÓN:
Se inicia este recorrido con el texto Proyecto de psicología para neurólogos1 . En el apartado I Freud adjudica la máxima importancia a las representaciones hiperintensas que son observables en las neurosis, con lo que introduce tempranamente la concepción cuantitativa. Se asiste en este texto, aún no separado del campo de la neurología, a la presentación temprana de conceptos mayores del psicoanálisis. Principio de constancia, inercia psíquica, apremio de la vida, experiencias de dolor, de placer, de displacer, huida del estímulo, e investidura son algunos de ellos. En el punto 3 "Intento de figurar los procesos ψ normales" (sección 4), Freud se interroga acerca del error en el curso del pensamiento, para lo cual deberá examinar los procesos normales del pensar. Parte del acto del pensar práctico al que le atribuye el origen de todos los procesos sucesivos y su meta última, da un valor a la brevedad del intervalo entre la percepción y la acción, al punto de sostener que si un proceso del pensar ha durado demasiado se ha vuelto, entretanto, inutilizable.
Parte de allí para decir: "El comienzo de los procesos de pensar así escindidos es la formación de juicio, a que el yo llega mediante un hallazgo dentro de su organización -mediante la coincidencia, ya parcialmente mencionada (págs. 376-7 y 414)- de las investiduras-percepción con noticias del cuerpo propio. Por esa vía los complejos perceptivos se separan en una parte constante, no comprendida, la cosa del mundo, y una variable, comprensible, la propiedad o movimiento de la cosa …Como el complejo-cosa retorna en conexión con diversos complejos-propiedad, y éstos retornan en conexión con diversos complejos-cosa, surge la posibilidad de retrabajar, por así decir, de un modo universalmente válido y prescindiendo de la percepción real en cada caso, los caminos del pensar que llevan desde estas dos clases de complejos hasta el estado-cosa-deseado. El trabajo de pensar con juicios, en vez de pensar con complejos de percepción singulares no ordenados, es entonces un gran ahorro. Queda dilucidar si la unidad psicológica así ganada es subrogada también por una unidad neuronal en el decurso del pensar, y por una unidad neuronal otra que la representación-palabra. ... En la creación del juicio puede colarse ya el error. En efecto, los complejos-cosa o complejos-movimiento no son del todo idénticos, y entre los ingredientes que se desvían pueden hallarse algunos cuyo descuido perturbe el resultado en la realidad. … Son espejismos del juicio o fallas de las premisas…"
Tenemos, por un lado, una parte constante: "Cosa del mundo"; y por la otra, una variable que son "las propiedades o movimientos de la cosa". Freud retomará esto mas tarde en su trabajo La negación, a propósito del juicio de atribución y el juicio de existencia.
En el punto 16 de la parte 1 del mismo texto (pág. 372), en relación con el signo de percepción y el pensar reproductor, Freud dirá que en el caso de que la investidura-deseo de la imagen-recuerdo esté en presencia de la percepción de ella, las dos investiduras coinciden, y esto genera el signo real-objetivo desde ω (percepción),con lo que la descarga es exitosa y se tramita con facilidad. En otro caso, cuando la investidura-deseo está presente y junto a ella una percepción que no armoniza con ella del todo, lo cual por otro lado es lo que ocurre frecuentemente, allí el complejo-percepción se descompondrá en una parte que permanecerá idéntica, y otra que será lo variable.
Luego se lee que el lenguaje creará para esta descomposición entre lo idéntico y lo variable, el término juicio (Urteil; <parte primordial>) y desentrañará la semejanza que de hecho existe entre el núcleo del yo y el ingrediente constante de percepción, por un lado; y las investiduras cambiantes dentro del manto junto al ingrediente inconstante,por el otro. Es decir, la cosa del mundo Ding, y su actividad-propiedad o predicado-.
El juzgar es por lo tanto un proceso psicológico provocado por las desemejanzas entre la investidura-deseo de un recuerdo y una investidura-percepción cuasi-semejante a ella.
Este proceso descripto por Freud acerca de lo idéntico y lo variable del complejo percepción del objeto, y el complejo recuerdo del mismo, la relación existente entre el pensar, el juicio y la desemejanza, entre la cosa del mundo y la cosa yo, toma toda su relevancia en la presente investigación. Son los inicios que nos permiten ir recortando un posible eje a desplegar en relación con la melancolía, Das Ding y los límites de la simbolización. Dicho en un lenguaje llano, simbolizar (acto en el que intervienen procesos de pensamiento, percepciones y juicios) remite a la sustitución, se trata de sustituir por la vía de una representación, imagen mental, una cosa del mundo, exteroceptiva, interoceptiva y/o propioceptiva, por una construcción simbólica. En términos ilosóicos, diríamos que en la representación mental de una cosa ésta pierde su cosidad.
Freud ejemplifica esto con la imagen mnémica que el niño forma del pecho materno y, con una simplicidad práctica asombrosa, nos introduce en las perspectivas variables del tiempo y el espacio en las que el objeto irá a presentársele cada vez. No hay identidad de percepción más que en la alucinación del proceso primario.
En el punto 17, de la parte 1 del mencionado texto, Freud habla de una tercera posibilidad, y es que en presencia de una investidura de deseo, una percepción emergente no coincida con la imagen-recuerdo deseada (recuerdo positivo), allí se generará un interés por discernir esta imagen-percepción para descubrir eventualmente desde ella un camino hacia el recuerdo positivo. "Los sectores en disidencia despiertan el interés", dirá.
Agreguemos a modo de recordatorio que cuando emerge el recuerdo (huella mnémica) de un objeto hostil, Freud sostiene que no es el dolor lo que se presenta con él pero es algo muy parecido, lo llama displacer; hace la distinción entre el dolor generado por una necesidad orgánica y el afecto de displacer.
Pasa a continuación a pensar la posibilidad de que el objeto que brinda la percepción sea parecido al sujeto, o sea, un prójimo. Allí, el interés teórico está dado en que un objeto como éste es simultáneamente el primer objeto-satisfacción y el primer objeto hostil, así como el único poder auxiliador. Sobre el prójimo es en quien aprende a discernir. Si grita, despertará el recuerdo del gritar propio, y con ello las vivencias propias de dolor. De esta manera, Freud dice que el complejo del prójimo (semejante-nebenmensch) se separa en dos componentes, uno de los cuales impone una ensambladura constante, se mantiene reunido como una cosa del mundo, mientras que el otro es comprendido por un trabajo mnémico, es decir que puede ser reconducido a una noticia del cuerpo propio (su propio grito, por ejemplo).
Freud enfatiza entonces que el juicio no es una función primaria, sino que presupone la investidura, desde el yo, del sector dispar, y que al principio no tiene más fin práctico que el de descargar la investidura del ingrediente dispar.
Propone retener que es el interés originario por restablecer la situación satisfactoria (afecto-placer) el que, en un caso ha producido el meditar reproductor, y en otro, el apreciar judicativo, y ello como medio para alcanzar, desde la situación perceptiva dada, real, la situación perceptiva deseada. Dirá al inal de esta sección (punto 17, parte 1) que las imágenes-movimiento son sensibles, y además las considera percepciones que tienen cualidad, despiertan conciencia y captan atención, solo que sus cualidades son poco llamativas por no ser tan diversas como las del mundo exterior ni estar asociadas con representaciones-palabra, sino más bien ser ellas las que sirven a esta asociación.
Y en este sentido, dice en la parte III del mismo texto:"… Toda vez que ante el dolor no se reciban buenos signos de cualidad del objeto, la noticia del propio gritar sirve como característica del objeto. Entonces, esta asociación es un medio para hacer consciente, y objeto de atención, los recuerdos excitadores de displacer: Ha sido creada la primera clase de recuerdos conscientes. De aquí a inventar el lenguaje no hay mucha distancia…". Es difícil apreciar en su magnitud lo que Freud esta anticipando en este trabajo pre-psicoanalítico.
Es de destacar la impor tancia que adjudica a las imágenes sonoras, los signos de descarga sonora (el gritar) y los primeros fonemas, surgidos de aquello que excita dolor.
Con algunos de los conceptos vertidos en este texto, inédito hasta 1950, y las siguientes conceptualizaciones en psicoanálisis, podemos afirmar que para Freud el proceso del pensar es libidinal, aunque no tuviera aún formalizado el concepto, y que desde allí parte la posibilidad de simbolización de la cría humana.
En otro sentido,es importante destacar-acerca del texto freudiano que estamos tratando-que algunos traductores sugieren que el término <cosa> podría traducirse como <objeto> o <complejo objetivo> en oposición al <complejo atributivo>, o mejor aún,<complejo predicativo>. Y que aunque esta terminología es más corriente y correcta en filosofía, la han evitado para no incurrir en confusión con el sentido analítico de <objeto>, no empleado aún por Freud en 1895. Respecto de la distinción entre objeto y cosa (gegenstand, sache, objekt y ding,) no sitúa diferencia alguna todavía aquí. Es de destacar, sin embargo,que de los cuatro términos del alemán que aquí se ubican, es ding el que no responde al sentido de objeto, cosa es un sustantivo que se usa para decir de la cosa del mundo y también en sentido de artilugio; los otros tres, con algunas variantes entre si, responden a objeto como sustantivo, como complemento, y sache cobra además el valor de objeto-cuestión.
Mucho más adelante, en el texto Tótem y tabú2 vuelve a referirse a la percepción, la cosa del mundo, la conciencia y la representación; leemos: "… lo que así proyectamos, idénticamente al primitivo, en la realidad exterior, no puede ser sino nuestro conocimiento de que junto a un estado en el que la cosa es percibida por los sentidos y la conciencia, esto es, junto a un estado en el que una cosa dada se halla presente, existe otro en el que esta misma cosa no es sino latente, aunque susceptible de volver a hacerse presente…"
En 1915, en su texto princeps Lo inconsciente3, Freud, habrá dejado el lenguaje neurológico, para fundar un concepto que dé cuenta, en el campo ya claramente diferenciado del psicoanálisis, de los mecanismos psíquicos. Retoma sus notas del Proyecto pero esta vez habiendo fundado un nuevo campo. En nuestro idioma hemos tenido que sortear varias dificultades de traducción con respecto a los términos usados en el original (ver más adelante). Contemporánea de La Represión4 y apenas posterior a I
ntroducción al Narcisismo5, Freud ordena una lógica que dé cuenta del modo en que el psiquismo se representa el mundo, sachevorstellung y wortvorstellung.
En línea con lo indicado en párrafos anteriores, es en el campo del quántum, en el campo del afecto, donde se juega el destino de las representaciones, sus dificultades y los modos en que cada quien ingresa al mundo de la simbolización.
Para Freud, das Ding -esa cosa- es la cosa del mundo, material, tanto en el orden de la percepción como de la atribución que de ella se hace, y además, como aquello que de la cosa no es posible tomar desde la percepción.
Para algunas corrientes filosóficas el término "cosa" es uno de los cinco modos del ser, equiparable al ente; pero en otras el concepto cosa es una modalidad de ser del ente; también cobra el valor de sustancialización; en otros, se piensa que el concepto de persona puede reducirse al de cosa y/o viceversa. Para Kant, las cosas en sí son las realidades que no pueden conocerse por hallarse fuera del marco de la experiencia posible y trascienden las posibilidades del conocimiento. Pero, según el diccionario de José Ferrater Mora, Kant a veces distingue entre cosa en sí y objeto trascendental, y en otros momentos distingue la cosa en sí del nóumeno, para luego ubicarlas como prácticamente idénticas.
José Luis Echeverry6 dice que "…Recordemos que en alemán hay dos modos de decir <objeto>, el primero es gegenstand, lo que está ahí enfrente, en el mundo, obyecto. El segundo es objekt, y en este sentido es, siguiendo la tradición kantiana, construido, es la síntesis de sensaciones en una representación que referimos a una cosa del mundo.
En la monografía de Freud sobre las afasias7, encontramos que la unidad de la función del lenguaje es la palabra. Y defne a ésta como una representación compleja que se presenta compuesta por elementos acústicos, visuales y kinestésicos, y que la palabra así definida cobra en psicología su significado por su enlace con la representación-objeto. La representación-objeto parece una <cosa del mundo> (Ding, cosa material) porque debido a las impresiones sensoriales que hemos recibido de un <objeto del mundo> (ob-yecto), admitimos una serie mayor de nuevas impresiones dentro de la misma cadena asociativa.
Para José Luis Echeverry8, en Freud, la palabra misma es una representación y el objeto mismo lo es; de ahí, representación-palabra y no sólo palabra u objeto. Pero se debe tener en cuenta que el objeto-representación se constituye por referencia a las cosas del mundo, a lo que está ahí, enfrente; y entonces objeto (Objekt) designará a veces objetos del mundo.
Con el propósito de sintetizar, recortaremos que en Freud resuena la tradición kantiana según la cual la representación es síntesis que supone algo dado en la sensación, ligado a la actividad del "pensar".
En este breve recorrido por los textos freudianos encontramos una coherencia que se sostiene en relación con el problema de lo exterior y lo interior del aparato psíquico; ejemplos de ello son los movimientos que Freud realiza desde la realidad material hacia la realidad psíquica, desde el trauma a la fantasía, o desde la vivencia a la pulsión interior a la estructura. Otros autores, como Jacques Lacan y J-A. Miller retomarán esta difícil cuestión del psicoanálisis valiéndose de la topología, con la banda de Moebius y produciendo el concepto de extimidad.
Una cuestión central relacionada con el objeto de nuestra investigación es el enlace que se establece o no entre la representación palabra y la representación-objeto. (representación-cosa, según la traducción que José López Ballesteros hace de la Obra de Freud).
Jacques Lacan, en la clase 4 del Seminario de La ética9retoma el término das Ding (Cosa) usado por Freud, en relación con el principio del placer y el principio de realidad, y despliega la dificultad derivada del uso de das Ding y/o die sache, para resituar sus equivalencias y sus diferencias. A esta altura de su enseñanza Lacan está interesado en ubicar las diferencias entre sache y ding, y deja a sache del lado de lo preconsciente, próximo a wort -palabra- y la relación entre preconsciente y consciente, a su vez separa das Ding para acceder a otro nivel en relación con el principio de realidad, así la ubica como aquello que por sus propias condiciones está perdido, y le otorga el valor de otro absoluto del sujeto. Entendemos que esto es planteado así, dado que representa la pérdida original de la relación natural del hombre con el mundo. Lacan hace partir de allí el principio del placer; y será el grito, la manera en que lo extraño y lo hostil aparecen, se dan a saber como la primera experiencia de la realidad para el sujeto humano. Sabemos que Lacan a la altura del seminario de La ética en psicoanálisis está interesado en el ordenamiento simbólico y en la pulsión de muerte, por lo cual esa cosa muda al sentido, fuera-sentido, ubicada por él incluso antes de toda represión, quedara de ese lado. Del lado de lo que no es, del lado de lo perdido. Aquello que estando en el núcleo de sujeto le es ajeno. J-A. Miller piensa que Lacan toma de allí el neologismo "éxtimo" al que hace un momento nos referimos."…das Ding pues, es lo que lógicamente y al mismo tiempo cronológicamente, en el punto inicial de la organización del mundo en el psiquismo, se presenta, se aísla como el término extraño alrededor del cual va a girar todo el movimiento de la vorstellung…" 10 (-representante-; desde el principio del placer será la búsqueda orientada al reencontrar).
"…La función de das Ding, de la cosa, en tanto es una función primordial, que se sitúa al nivel inicial de la instauración de la gravitación de las vorstellungen inconscientes, es otra…" 11. Como antes mencionamos separa su
función de la relación próxima entre sach y wort.
Siguiendo este seminario, vemos la relación que Lacan establece entre esa cosa, así definida y la cosa materna, la madre en tanto ocupa ese lugar, como primer objeto. En ese sentido,va siguiendo el camino de la pregunta por el bien soberano en Aristóteles, sosteniendo que no hay bien soberano más que aquel que está prohibido (es desde la línea del deseo). Notamos aquí que ha habido un desplazamiento del ordenamiento conceptual desde lo imposible por estructura a lo prohibido desde lo normativo. Lo imposible y lo prohibido; y podemos decir que lo prohibido es un tratamiento de lo imposible.
Es Melanie Klein quien pondrá en el centro del das Ding al cuerpo mítico de la madre,cuerpo al que se dirigirán las tendencias agresivas primordiales. No ahondaremos en esta teoría.
Lacan se refiere a Kant y lo relaciona con Sade para mostrar desde otra lógica que la del proyecto freudiano, el valor que cobra para la puesta en marcha de la defensa, el afecto-dolor claramente ubicado como causa.
Es Lacan y precisamente en este seminario el que eleva das Ding -la llamará La cosa freudiana-, a otro nivel epistémico que el de Freud, hace de este término freudiano un concepto, lo eleva a esa categoría. Y se sirve de ella para dar cuenta de la articulación entre psicoanálisis y filosofía,entre el campo de lo social y el del arte y, centralmente de la pulsión de muer te. La subl imación es abordada desde allí.
En este sentido, dirá más adelante: "…Es al nivel de la buena y la mala voluntad, el bien y el mal… donde Freud, al término de su pensamiento, reencuentra el campo de das Ding y nos delinea el plan del más allá del principio del placer…". Dirá que es como una paradoja ética que el campo del das Ding sea encontrado al inal y que Freud nos muestre allí ese algo que en la vida puede preferir la muerte. "…Creo que todo el pensamiento de Freud muestra que lo que hemos visto al principio como el campo que polariza el principio del placer, ese campo que va más allá del principio del placer, por cuanto ni el placer, ni las tendencias de la vida como tales, ni las tendencias unificadoras, eróticas de la vida, bastan para ordenarlo…, para hacer pura y simplemente el organismo viviente, de las necesidades y apremios de la vida, el centro del desarrollo psíquico"12.
En estos párrafos,asistimos a la articulación de das Ding y la compulsión de repetición, observable clínico que lleva a Freud a construir su tercer modelo pulsional; esta cosa del mundo que se vuelve íntima y extraña -real-, perdida a la simbolización y, por lo mismo,que no cesa de no escribirse, está ahora en el centro como tendencia a lo anterior, lo inorgánico, lo hostil, la muerte. Si el movimiento del deseo es buscar adelante lo perdido atrás, la línea de la compulsión abre allí mismo otra lógica que va más allá del principio del placer.
En la clase 14 del Seminario 1613 , Lacan vuelve sobre el término alemán das Ding, y reconoce allí haberse servido de él en los términos que mencionamos párrafos más arriba. Recuerda que Freud lo introduce por la función del nebenmensch -complejo del semejante-. En este seminario, Lacan centrará su enseñanza en las relaciones entre lo propio y lo ajeno, lo conocido y lo extraño, lo interior y lo exterior, el término éxtimo del que hablamos más arriba; en suma las relaciones del sujeto con el otro y el Otro, lo mortificante y lo vivificante del orden simbólico y de las relaciones humanas.
Es muy enriquecedor notar en los párrafos citados de Lacan las huellas tempranas de la teorización freudiana.

LA MELANCOLÍA:

Hacia el final de su enseñanza14 Lacan se pregunta, y pregunta a su auditorio: ¿A partir de cuándo alguien está loco?
No es sobre cualquier "locura" que trata esta investigación sino sobre una en especial, la melancolía, y en ella particularmente la relación entre das Ding y la simbolización, qué límites si los hay se encuentran en esta patología.
Ya en sus albores, en el manuscrito G15, que se estima de 1895, Freud se interesa por la melancolía y su relación con ciertas funciones del cuerpo y con el duelo.
Algunas citas del texto refieren a la "…invaginación en lo psíquico…." y "… en la melancolía el agujero está en lo psíquico…" Esta temprana afirmación freudiana remite a un empobrecimiento, efecto de una excitación que escapa por un agujero.

1.- Melancolía. Breve repaso histórico:
Haciendo un brevísimo repaso histórico, sabemos que la melancolía gozo en el pasado de cierto statu quo, de cierto prestigio entre las clases medias, altas y el clero mismo, y sobre todo en los intelectuales de la burguesía interesados por el arte en sus mas variadas expresiones. Muy lentamente, la melancolía fue perdiendo ese dejo de romanticismo esnob que se sostuvo hasta los finales del siglo XVIII, esa idea de personalidad estéticamente retirada de las pasiones vulgares con un valor asociado a lo creativo, y fue empezando a ser considerada una verdadera patología. Con anterioridad fue Robert Burton (1577-1640) quien con su texto "Anatomía de la Melancolía", aportó una nueva versión de la misma, un estudio sistemático de ella. Así, se va desplazando desde la versión de la antigua Grecia, como bilis negra, pasando luego por la enfermedad de la tristeza sin causa, hasta el tiempo previo a la revolución francesa, en la que la causa se ubicaba socialmente en el in de los viejos privilegios y la falta de nuevos referentes en los jóvenes, hasta llegar a la psiquiatría que la empieza a considerar una verdadera enfermedad sin adornos literarios o filosóficos. Esquirol, Falret, Kraepelin son algunos de los más importantes psiquiatras interesados en esta nueva nosografía.

2.- La Melancolía, el arte y la realidad psíquica:
En la clase 21 del seminario 616, Lacan se refiere al grabado de Alberto Dudero, Melancolía I. El cuadro de referencia es uno de los tres grabados del famoso pintor del renacimiento alemán, Alberto Dudero, cuadro que junto a "El caballero, la muerte y el diablo" y "San Jerónimo en su gabinete" compone las estampas maestras del autor. Se la considera su obra más enigmática.
Lacan se sirve de dicho cuadro para dar cuenta de la dimensión de engaño en relación a lo cognoscente, en relación a la realidad psíquica, y hace alusión al lugar donde se fija la mirada. Él viene desplegando conceptos que ordenan los inicios de la demanda infantil en términos bien concretos: la demanda que el niño dirige al Otro real como un tiempo lógico anterior en donde se juegan los destinos del naciente lenguaje. Y en concordancia con otras bibliografías posteriores sobre el tema, tales como La lógica de lo percibido de J-A. Miller y El nacimiento del Otro de Rosiney Robert Lefort, podemos hablar del estado naciente del sujeto y también del Otro; cuestión por otra parte, que en su tiempo fue cuestionada pues se partía de la aceptación de la preexistencia del Otro al nacimiento del sujeto; sin embargo en los textos citados y Lacan mismo advirtieron que más allá de la prexistencia del lenguaje, hay una construcción que es propia del sujeto naciente, es la creencia en este Otro al que corporiza y hace ser la sede de atribuciones de la máxima importancia para la prosecución de la constitución del aparato psíquico. Tiempo en el que se despliega esa relación entre la contingencia y lo construido.
Tiempo en que la fantasía viene a saldar el déficit del lenguaje para asir lo real pulsional, dado que ella posibilita el anudar elementos tan disyuntos como la pulsión y el Otro, lenguaje y el cuerpo. De una manera simplificada hoy situamos su función como de un amboceptor, esto es, nexo entre lo simbólico y lo real 17.

3.- Melancolía, narcisismo, psicosis:
En nuestro campo, tal como lo venimos situando, sabemos que el trabajo de duelo por un objeto perdido se realiza sobre un objeto incorporado. El duelo significa autentificar la pérdida real del objeto, pieza por pieza, signo por signo, ideal por ideal. Es un trabajo del sujeto que no es posible realizar sin poner en función el recuerdo, junto a lo fijo y lo variable de las representaciones que del objeto se tienen.
En la clase 28 del seminario 8 de Lacan18, encontramos que: "…Ya en el duelo normal, esta pulsión que el sujeto vuelve contra sí, era, en el lugar del objeto, una pulsión agresiva. Sondeen estos remordimientos dramáticos, la fuerza de la cual vuelve contra el significante mismo la potencia del insulto que puede lindar con la de la melancolía, encontrarán, ahí la fuente; con este objeto que se ha escapado así, no valía la pena tomar tantas precauciones, si a este deseo, a este objeto, se lo llega hasta a
destruir…"
Esta cita abre una vía de investigación a seguir en acuerdo a lo extimo, lo familiar, lo extranjero, en esa topología de banda que tan bien ha situado Jacques Lacan, y que Freud anticipara con su texto Lo siniestro. 19
Para Freud, en su texto de referencia Duelo y melancolía20, esta patología se soporta de tres premisas: la pérdida de objeto, la ambivalencia y la regresión de la libido al yo. Esta última es la que había ilustrado con gran claridad en introducción al narcisismo en tanto introyección de libido objetal en el yo produciendo una estasis y la dificultad de sostener la cualidad por excelencia de la libido que es su movilidad, su plasticidad. Queremos dejar indicado que a diferencia de otras neurosis narcisistas, en la melancolía el yo es vaciado por el objeto.
Por este vector que es el del narcisismo, encontramos que Lacan dice: "Como el objeto a está habitualmente oculto detrás del i(a) del narcisismo, y el i(a) del narcisismo está allí para que en el cuarto nivel el a quede oculto…. Esto es lo que el melancólico necesita que pase, por así decir, a través de su propia imagen, y atacándola primero para poder alcanzar en ese objeto a que lo trasciende, aquello cuyo mando se le escapa, y cuya caída lo arrastrará en la precipitación"21.
Recordemos de sus primeras enseñanzas que el i(a), es la imagen del objeto, ya no es el objeto. Repensar esta lógica imaginaria y simbólica del estadio del espejo permite ubicar en las relaciones, al sujeto y el Otro, y los restos de esa experiencia que llamamos objetos.
Es innegable a esta altura que la condición previa a todo duelo por la pérdida de un objeto, es que para que ésta pueda ser sancionadacomo tal e iniciar el trabajo de duelo, el objeto tiene que haber estado constituido en su atributo de objeto. De aquí la importancia de distinguir especialmente das Ding y objekt. Das Ding tal como lo señala Lacan quedará como la cosa fija, perdida por efecto de la simbolización, y como tal del lado de lo real y la pulsión de muerte en tanto eterno retorno de lo igual; y el objeto, por su parte,será generador de esas operaciones que dan cuenta de la causa de deseo; del resto de la operación de separación; de la ijación libidinal en lo psíquico y del desplazamiento en la cadena.
El difícil camino de la simbolización implica sucesivas construcciones en torno de das Ding y objekt, son sucesivas construcciones del sujeto naciente. Se trata de los puntos de unión-separación entre ese sujeto que construye sus objetos, el objeto que él mismo fue para el otro, lo hostil interior-exterior y las sucesivas incorporaciones-desprendimientos. Operaciones que Lacan ejemplifica con el círculo de Euler como alienación-separación.
A partir del Seminario La angustia22 , el objeto para Lacan sedimentará como un producto-resto de la operación significante sobre la cosa, agujeros del cuerpo recortados por la pulsión. No se trata de una falta sino de un agujero
efecto de una pérdida. Sabemos que luego cuando afirme que el goce es producto del significante,el objeto tomará valor de plus de goce (seminario 17, J. Lacan), y desde allí se pensará un doble movimiento, por un lado el goce "mítico?" evacuado por el significante y por el otro el retorno recortado en a como un plus de gozar. Desprendiéndose de este movimiento, falta aún una nueva torsión en su teorización, la que lleva a ubicar al objeto como semblante de ser, "…Por último, lo simbólico, al dirigirse hacia lo real, nos demuestra la verdadera naturaleza del objeto a. Si antes lo califiqué de semblante de ser, es porque semeja darnos el soporte de ser…" 23.
Recortemos muy sucintamente que se ha ubicado a partir del seminario 19 lo que se indica como la última enseñanza de Lacan, la que conduce por la vía de lo real imposible-contingente a lo que resta como irreductible, eso que llamará Sinthome, y que Freud bajo otras coordenadas ubicó muy tempranamente como fuente independiente de desprendimiento de displacer, y luego como restos sintomáticos.
Estas conceptualizaciones acerca de das Ding y el objeto nos permiten avanzar en esa afirmación respecto de una imposibilidad en la tramitación del duelo. Porque si se está en duelo-dolor permanente es que no hay trabajo de duelo, algo lo obstruye. Es aquí donde se produjo la interrogación acerca de cuál es la atribución, la cualidad, el estatuto de objeto en las psicosis y especialmente en la melancolía.

4.- Melancolía, observables clínicos:
Repasemos brevemente algunos: fijeza inmóvil al objeto perdido - delirio de indignidad - apatía - tristeza estable - dolor moral - ausencia del movimiento deseante - ideas recurrentes de muerte - necesidad de ser castigado - un goce oscuro en relación con la muerte - dificultad en la simbolización - límite férreo a efectuar subrogaciones, sustituciones del objeto. Y en comparación con el dolor depresivo del neurótico, en éste se percibe que su dolor demanda consuelo o compasión, en cambio el melancólico no demanda alivio. Su autorreproche no admite desplazamientos de sentido.

5.- Cosa, objeto, sujeto
El sujeto melancólico se encuentra con una verdad lapidaria y es que nada tiene sentido. Él capta un real con demasiada proximidad, sin velos, no cuenta con un intervalo, tiene certeza de esa verdad cruda. Y, efectivamente, las cosas no tienen sentido, no vienen con un sentido inherente, y es por lo mismo que el trabajo psíquico de los sujetos es darles ese sentido que no tienen en sí, el sentido es una creación de los sujetos. Pero para ello, es preciso, consentirlo desde la creencia y la ilusión, operaciones tan propias de las neurosis, sostenidas en ese referente que llamamos función padre. Hay entre el vacío-agujero y la representación, un abismo que la neurosis salva gustosa. No es el caso de la melancolía.
En el colmo de lo obsceno, una paciente gravemente afectada de una melancolía le dice a su analista que lo único que le importa es desenterrar el cuerpo de su hijo y llevarlo a su casa junto a ella. Han caído todos los velos, la pulsión de muerte, el goce deletéreo gobierna.
Retomando la posición freudiana de la melancolía como una neurosis narcisista, es necesario poner en tensión la pérdida del objeto (señalando a esta altura la dificultad que encontramos en la expresión "pérdida de objeto"), la ambivalencia y la regresión de la libido al yo del narcisismo. Y, por otro lado, avanzar en el problema de la simbolización y el delirio de indignidad, que hacen de la melancolía una psicosis, ya que hay un notorio rechazo a esa otredad íntima que como vimos nace del propio afecto-dolor.
Nos proponemos proseguir esta investigación indagando esa tensión entre el narcisismo y la psicosis, la cualidad de la certeza en el dolor moral-psíquico; los efectos del superyo, y centralmente, la distinción entre falta, pérdida, vacío y agujero, ya que para el psicoanálisis su distinción es causa de episteme. Nuestra guía seguirá siendo lo que hemos podido cernir hasta aquí acerca del concepto Das Ding.

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Fecha de recepción: 9 de abril de 2012
Fecha de aceptación: 15 de octubre de 2012

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