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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.20 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2013

 

PSICOANALISIS

Tique y trauma: el encuentro electivo con lo real de lalengua

Tyche and trauma: elective encounter with the real of lalangue

Alomo, Martín1; Muraro, Vanina2; Lombardi, Gabriel3

1Psicoanalista. Docente de "Clínica de Adultos I", Facultad de Psicología, UBA. Investigador UBACyT, Proyecto 20020100100104. E-mail: martinalomo@hotmail.com

2Licenciada en Psicología, UBA. Becaria UBACyT, categoría Culminación de doctorado. Investigadora de UBACyT. Jefa de Trabajos Prácticos Regular de la materia Psicoterapias y Clínica de Adultos, Cátedra I. Profesor Titular: Gabriel Lombardi. Facultad de Psicología, UBA. 3Universidad de Buenos Aires. Director del Proyecto UBACyT 2011 - 2014: "Presencia y Eficacia Causal de lo Traumático en la Cura Psicoanalítica de las Neurosis. Investigación sobre la Complicidad del ser Hablante con el Azar (tique). Estudio de Casos en el Servicio de Clínica de Adultos de la UBA en Avellaneda".


Resumen
El encuentro tíquico con lo real de lalengua, traumático, constituye una inflexión que reúne tres aspectos radicales: no hay Otro del Otro, no hay metalenguaje, no hay relación sexual. Frente a ello, el ser hablante puede responder de acuerdo a distintos estilos: dando cuerpo al significante amo que lo representa; consagrándose a un saber condensador de la verdad con carácter de fijeza; o bien, produciendo una invención en relación a aquello con lo que se ha encontrado fuera de programa. Esta última opción pone de manifiesto la apertura a lo electivo.  Nos proponemos delimitar un punto determinado por el cruce de tres ejes: a) la concepción lacaniana del psicoanálisis como el campo propio de lo electivo; b) eso electivo abordado por el psicoanálisis, se define por ser también traumático; c) por último, un tercer elemento que define este punto es el referente material (Bedeutung), en este caso: lalengua.

Palabras clave:
Lacan; Tique; Trauma; Elección; Lalengua

Abstract
The tychic encounter with the Real, traumatic dimension of lalangue constitutes an inflexion that conjoins three radical aspects: there is no Other of the Other; there is no metalanguage; there is no sexual relationship. Facing that, the speaking being may respond according to different styles: by embodying the master significant that represents him; by devoting himself to a savoir that condenses the truth in a fixed manner; or, by producing an invention around that which has found out of programme. The latter option reveals the opening to the choice. We set out to establish a point determined by the junction of three axises: a) the lacanian conception of psychoanalysis as the field of the choice; b) that the choice discussed by psychoanalysis is also defined by being traumatic; c) at last, a third element defining this point is the reference material (Bedeutung) -in this case, lalangue.

Key words:
Lacan; Tyche; Trauma; Choice; Lalangue


 

Introducción
El encuentro tíquico con lo real de lalengua, traumático, constituye una inflexión que reúne tres aspectos radicales: no hay Otro del Otro, no hay metalenguaje, no hay relación sexual. Frente a ello, el ser hablante puede responder de acuerdo a distintos estilos: o bien dando cuerpo al significante amo que lo representa (comando identificatorio); o bien consagrándose a un saber condensador de la verdad con carácter de fijeza (filosofía, religión, ideología); o bien, produciendo una invención en relación a aquello con lo que se ha encontrado fuera de programa. Esta última opción pone de manifiesto la apertura a lo electivo.
La investigación sobre el final de análisis producida en el seno de la Escuela concebida por Jacques Lacan, hace posible detectar un tipo de saber inconsciente que es función de lo real, que se apoya en elementos discretos (significantes) extraídos del inconsciente-lalengua1, y que permiten verificar una relación con la verdad no fja en relación a ese saber, sino intermitente, y también transitoria, en su captación de sentido finalmente transmisible en el dispositivo del pase. Este tipo de saber como función de lo real2, en un tipo de relación con la verdad intermitente y transitoria -aunque no por eso ineficaz- articulado a significantes de lalengua, nos permite concluir lo siguiente: Lo específico del ser hablante es su apertura electiva a una causalidad por libertad. Esto nos lleva a la siguiente conjetura inicial, que intentaremos demostrar en el desarrollo del trabajo: la fórmula lacaniana no hay relación sexual bien podría llamarse causalidad por libertad electiva.

I. Lalengua, tíquica
Para comenzar, nos interesa señalar lo siguiente. Freud se ha encargado, en lo que podemos pensar como el establecimiento de las bases de un nuevo discurso, de forjar tres hitos en la historia del pensamiento. Momentos que importan, si seguimos el planteo freudiano, una herida narcisista para la humanidad. Los conocemos: la llamada revolución copernicana, que ha arrancado a los hombres de la concepción geocéntrica; el evolucionismo darwiniano, que ha corrido a nuestra especie del antropocentrismo; y por último, el psicoanálisis, que ha destronado a la conciencia.
Es interesante observar cómo Lacan, en Le savoir du psychanalyste, considera este planteo freudiano como una preparación del campo para sentar las bases de un discurso nuevo, antes que como una genealogía fundada en la historia.
Lo cierto es que la pregnancia de la invención freudiana en nuestra cultura, como lo hemos señalado en otras oportunidades3, ha dejado establecido que hay "fuerzas inconscientes", motivaciones ocultas capaces de determinar al individuo aun en aquellas conductas y situaciones en las que se siente dueño absoluto de la situación.
Incluso, consideramos que ya no para la población general, sino para los analistas, la cuestión de la determinación inconsciente -más aún: la sobredeterminación-, elemento constatado por estos en su condición de analizantes, y también en su propia práctica clínica, justifica su creencia en el inconsciente. Por otra parte, sin este acuerdo básico, que constituye un punto de partida, sería imposible el desarrollo de un análisis.
Lo que nos hemos preguntado durante las últimas investigaciones, punto sobre el que nos proponemos continuar avanzando, es lo siguiente: partiendo de la base de la eficacia del inconsciente, y de las determinaciones que comanda más allá de la conciencia y del yo de las personas, ¿cuál es el motivo que justificaría emprender un psicoanálisis? Para analistas y para analizantes, ¿qué habilitaría a unos a ofertarlo y a otros a transitarlo?
La respuesta que hemos encontrado, a la luz de los resultados de investigaciones anteriores, nos muestra que en la causación de las neurosis y en sus distintas manifestaciones en el tratamiento psicoanalítico, una parte considerable, y plausiblemente la parte decisiva de lo que en psicoanálisis llamamos "determinación", se produce antes o por fuera de los mecanismos en que los efectos de la causa se demoran. Esto deja señalado un factor etiológico que no necesariamente debemos poner a cuenta de las determinaciones y de los mecanismos inconscientes, sino que hay una participación electiva del ser hablante en la producción de su neurosis.
Notemos que este señalamiento no constituye un detalle menor, ya que sin ese margen de participación subjetiva, si todo estuviera determinado por los mecanismos inconscientes, el análisis no tendría razón de ser. En todo caso se trataría simplemente de una actividad que permitiría constatar lo inexorable sólo para atestiguarlo, sin ninguna posibilidad de cambio.
Por el contrario, situar en la etiología de las neurosis, además de la determinación de mecanismos inconscientes, la participación electiva del ser hablante, tiene implicaciones éticas. Este postulado da cuenta de la razón de ser del psicoanálisis, ya que una vez finalizado el recorrido la elección quedará nuevamente en manos del sujeto, pudiendo conmutar lo que inicialmente se presenta como elección forzada y como identificación alienada al Otro (que más bien lo elimina en tanto que Otro), permitiéndole el acceso a una nueva modalidad electiva4.
Resulta llamativo que hoy en día enunciar este aspecto constituya una especie de anatema para algunos colegas responsifs5. Sin embargo, la hipótesis lacaniana de lalengua no admte otro camino para pensar e psicoanálisis que no sea considerarlo el campo propiamente electivo, tíquico. Esto es así porque el surgimiento del sujeto como efecto
de la estructura, en el encuentro del ser hablante con el campo de lo social que lo precede en el mundo, es decir el campo discursivo, ocurre en lo particular del encuentro de cada uno con el lenguaje. Al menos, ése es el aspecto de lo social que privilegiamos en psicoanálisis, y eso mismo es lo que determina nuestro campo de acción. Sin embargo, que haya sujeto como efecto de la estructura significante, no implica que dicho sujeto se corresponda con los significantes del código universal, compartido, y como tal se trate entonces de un sujeto previsible. Si así fuera, sólo bastaría con averiguar cuáles son los significantes extraídos del sistema de la lengua que lo han determinado, para saber más o menos de qué tipo de sujeto se trata. Incluso esta operación podría estandarizarse, y seguramente no faltarían autores interesados en escribir el diccionario o el manual nosográfico de la sujeto-linguo-logía.
Sin embargo, el sujeto es determinado por significantes no de la lengua, sino de lalengua, escrito todo junto, tal como Lacan comienza a hacerlo a partir del 4 de noviembre de 1971. Y lalengua, más allá de la relación que sus unidades guarden con los significantes del sistema lingüístico, implica la actividad del ser hablante con unidades no provenientes del diccionario para todos, sino provenientes de los sonidos, inflexiones, el "baño de lenguaje" primario, que posteriormente han podido recortarse como significantes, extraídos de su particular mundo a-estructural. A esto se refería Lacan al decir que él no hacía lingüística sino lingüistería. No se trata, en el análisis, de la relación del ser hablante con la Academia del idioma, sino con el "idioma" que, a partir de la función palabra, se ha constituido para el ser hablante por medio de la extracción de significantes provenientes de su lalengua. Decía Lacan en 1971:
"No dije que el inconsciente está estructurado como lalengua, sino como un lenguaje (...) El inconsciente tiene que ver ante todo con la gramática (...) Para empezar, diría que si hablo de lenguaje es porque se trata de rasgos comunes que se encuentran enlalengua"6.
Como podemos notar, este paso es electivo. El ser-tíquico-ahí adviene, en lo que podríamos pensar como la captura primera por la estructura, en la contingencia de un encuentro entre lo a-estructural y la estructuración gramática del inconsciente-lenguaje, y -además- puede hacer de las suyas con los avatares de dicho encuentro, en la medida de lo que quiera. Eso que llamamos significantes, ahora con la hipótesis de lalengua, ya no remite a lo que de la lengua se escucha y se recorta, sino a lo que cada uno ha podido -y querido- escuchar de su lalengua particular, preexistente al campo del lenguaje y la palabra.
Por lo tanto, nos estamos refriendo al momento de creación de la lengua, o mejor dicho al momento inaugural del campo de la sintaxis para cada sujeto, apoyado en el lecho acuático del baño primario de lalengua. Sin embargo, el aspecto electivo no se restringe, si atendemos a Lacan, solamente a aquellos momentos fundantes:
"A esta lengua, en resumidas cuentas, se la crea. Creamos una lengua para darle sentido en todo momento. Esto no está reservado para las frases donde la lengua se crea: en
cualquier momento damos un pequeño empujoncito (un petlt coup de pouce), sin el que la lengua no estaría viva, ella está viva en tanto que a cada instante se la crea. Es en esto que no hay inconsciente colectivo, que hay sólo unos inconscientes particulares, en tanto que cada uno, a cada instante, da un pequeño empujoncito a la lengua que habla"7
Notamos que todo el párrafo está condicionado por el esfuerzo de Lacan por desambiguar el significante "crear". Se trata de una creación constante, permanente, no sólo de la creación inaugural. Y se crea la lengua que hablamos, apoyados en el suelo de goce cuya materia, cuya Bedeutung está constituida por elementos de lalengua. Por lo tanto, podemos decir que cada uno crea la lengua como puede y como quiere, condicionado por lo que puede y quiere escuchar de su lalengua. Y lo tíquico interviene aquí en dos niveles: por un lado, lo tíquico inherente a lalengua como campo sonoro, melódico, podríamos decir, al que adviene el viviente y del que emergerá un sujeto del lenguaje, una vez que sea capturado por la maquinaria de la sintaxis. Esa lalengua es contingente, ya que a cada cual la suya. Por otro lado, tenemos el nivel de lo tíquico que podríamos llamar secundario, en el que a su vez podemos distinguir dos variantes, distribuidas de acuerdo a las condiciones de goce y a los caprichos del deseo. Desarrollaremos este punto más adelante.

Lo electivo: contingencia y preferencia
El planteo aristotélico sobre lo contingente es un planteo lógico. Y su lógica es clara al distribuir en proposiciones afirmativas y negativas las cuatro formas establecidas como posible, imposible, necesario y contingente.8 Sin embargo, al tratarse lo contingente de algo que puede ser, se confunde con lo posible. Esta es la crítica que muchos pensadores posteriores le han formulado, mientras que otros han reconocido la diferencia entre contingencia y posibilidad. Sin embargo, lo contingente no es sólo lo que puede ser, es decir lo mismo que lo posible, sino que -tal la clásica definición de Tomás de Aquino- refiere a lo que puede ser y a la vez, no ser.9 Tener en cuenta este detalle, lo contingente como aquello que puede ser y puede no ser, implica al menos dos puntos importantes: a) al hablar de contingencia, siempre -en el campo de la lógica- nos estaremos refriendo a modalidad, porque una proposición que se defne por poder ser y poder no ser al mismo tiempo, es una proposición autorreferente,10 en el sentido de que su propio estatuto de contingente adviene al ser considerada en su particular conjunción de poder ser /
poder no-ser: "puede ser que sea q, y puede ser que no sea q". Esto es lo mismo que decir "es contingente que sea q", con lo cual queda claro el punto: la contingencia recubre modalmente a la proposición "p es q". b) Sin embargo, hay desarrollos importantísimos que se ocupan de la vertiente ontológica de la contingencia: cuando se trata del caso en que aquello que se supone contingente, aquello que puede ser y no ser, es un objeto y no una proposición. Respecto de esta última vertiente de lo contingente ontológico, tal vez la célebre tesis de Émile Boutroux, De la contingencia de las leyes de la naturaleza,11 sea la obra más importante.
En este contexto, siempre nos referiremos a lo contingente en el sentido de la conjunción entre lo que puede ser y lo que puede no ser. Esta misma defnición de lo contingente como conjunción entre dos elementos, es lo que permite a Santo Tomás defnirlo como ens ab alio, es decir como un ser proveniente de otro, rasgo que se hace evidente en la conjunción "y" que articula el poder ser con el poder no ser12.
Nos interesa dejar señalado que el symbebekós, el accidente, presente en la noción de causa azarosa, se inserta lógicamente en la modalidad de lo contingente. Por lo tanto, al referirnos a lo fortuito, tò apó tiques, que responde a una causa por accidente, estamos aludiendo a la categoría lógica aristotélica de lo contingente.
La contingencia y la preferencia están reunidas en el término aristotélico tique. En lo tíquico se conjuga lo azaroso con lo electivo, ya que se trata de un hecho fortuito, inesperado, accidental, que le ocurre a un ser capaz de elección. Sin embargo lo contingente también puede ser autómaton, traducido habitualmente como casual, aunque también automático. Por lo tanto, en lo autómaton tenemos lo azaroso, pero no hay allí implicado un ser capaz de elección, un ser capaz de preferir en acto -proairesis-alguna de las opciones que accidentalmente, fuera de programa, se le ofrecen.
De este modo, encontramos en Aristóteles, más de trescientos años antes de Cristo, el suelo más firme para asentar la disquisición que proponemos en nuestro planteo: lo tíquico reúne la articulación entre contingencia y preferencia.

El uso del término electivo (électif) en la enseñanza de Jacques Lacan
En relación al uso habitual del término "electivo" -électif en francés- hemos podido constatar un rasgo característico en la obra de Jacques Lacan. Este rasgo, incluso, puede que sea más que habitual, tal vez exclusivo. Aunque es necesario introducir los matices correspondientes que modulen la cuestión13.
¿A qué tipo de uso nos referimos?, ¿cuál es ese rasgo
característico? En este punto, lo que nos interesa situar es la articulación entre preferencia y contingencia. Dicho interés se alinea en todo con las propuestas de Aristóteles, Tomás de Aquino y el propio Lacan. La elección, considerada como preferencia, proairesis, se produce en acto, el acto electivo propiamente dicho. Y en cuanto a lo contingente, queda caracterizado según la versión aristotélico-tomista como lo que puede ser y lo que puede no ser. Si bien el término "electivo" denota rápidamente a la primera de as dos categorías mencionadas, a a preferencia, ello no quita que aunque connotado, o evocado de algún modo, se deje oír también lo contingente. Esto es fácil de comprender: elegir una cosa de entre otras, implica que la opción hubiera podido ser justamente otra que la efectivamente escogida; lo que pudo haber sido elegido pero no lo fue, hubo de presentarse al juicio electivo -justamente en tiempo presente- como lo que puede ser y lo que puede no ser.
Ahora bien, hemos comentado la articulación entre preferencia y contingencia que implica lo electivo, pero no hemos dicho todavía cuál es el tipo de uso que encontramos en la obra de Lacan para el término en cuestión. Sorprendentemente, y al contrario de lo que estamos habituados a leer en la mayoría de los textos, entre preferencia y contingencia, Lacan alude mayormente a la segunda categoría en su uso de "electivo". Como decíamos, lo electivo reúne a ambas nociones, por lo tanto en el particular uso que Lacan hace del término, aunque acentúe más uno de los dos rasgos, ello no implica que el otro falte; en todo caso, la preferencia queda connotada en un nivel menos evidente y más alusivo14.

Dos variantes de lo tíquico en la creación inaugural de la lengua
Como decíamos más arriba, en la creación fundante de la lengua -que nombramos así siguiendo la distinción lacaniana, que la separa de la creación permanente-, podemos encontrar dos variantes, una condicionada por el goce de lalengua, y la otra orientada por las veleidades del deseo.
a. La lengua como efecto del goce de lalengua (o cómo cada uno escucha lo que puede)
Proveniente del "baño de lenguaje" primario, la melodía expresiva de lalengua que recibe al viviente, el sujeto responde a marcas significantes que aún prescinden de la gramática. Aun sin entender de qué se trata, el bebé puede reaccionar con alegría o con diversos afectos a expresiones que no comprende en modo alguno15. Esa lalengua constituye una especie de lazo primario con quienes ocupan los roles parentales o de cuidado, con aquellos que constituyen su entorno. Y a través de esos sonidos, marcados por inflexiones que son unas y no otras, marcadas por silencios y por ritmos específicos, el bebé comienza a vincularse a través de gestos y de afectos con su entorno. Esto hace que algunos elementos de su lalengua devengan marcas de goce, que condicionarán la captura del sujeto por la estructura del lenguaje. La creación de la lengua en esta vertiente, entonces, deviene un condicionamiento, que resalta el carácter de contingente de lo tíquico que, como señalábamos más arriba, reúne en su configuración lo azaroso y la preferencia.
b. La lengua como efecto de las veleidades del deseo (o cómo cada uno escucha lo que quiere)
Este aspecto de la creación de la lengua resalta, en cambio, el aspecto "proairético" de la tique. Si bien está la condición de goce que señalábamos en el punto anterior, también en la creación de la lengua se juega un querer, un deseo. Cada uno hace la lengua, e incluso \a lalengüea según su capricho. Es decir que aquellos significantes constituidos en marcas de goce provenientes del baño sonoro del período de pre-lenguaje, condicionan la lengua marcándola singularmente con sus pesos específicos, pero además, con sus pequeños empujoncitos (avec ses petits coups de pouces), el hablante novel puede elegir un sentido y no otro, un corte y no otro, ya no como puro efecto determinado por las marcas de goce. Y justamente estos retoques mínimos, singulares, le posibilitan zafarse aunque sea un poco de las coerciones de la estructura. Un pequeño empujoncito puede hacer que un significante de la lengua tenga otro sabor más deseable, respire distinto, o baile al son de otro ritmo, distinto al del corset de la sintaxis, orientado por el rostro deseante que anida en las mismas condiciones de goce que operan al modo de fijaciones provenientes de lalengua.
Resta por decir aún por qué este encuentro con lo real de lalengua, como señalábamos más arriba, sería traumático.

II. El trauma de lalengua
Acordamos con Freud en que lo traumático es el encuentro con lo sexual, que se impone al sujeto más allá de sus posibilidades de representación. El pequeño Hans es ejemplo de ello, y la construcción de su fobia da cuenta del artilugio que el sujeto construyó para apoyar el trabajo de la represión, de modo tal de volverla más eficaz en lo que respecta al sofocamiento de ese real que hacía presente la erección inesperada, disruptiva. "Lo traumático es lo sexual" explica, también, que una jovencita de trece años, tal como le contaba a su analista, comience a llorar, angustiada, en su clase escolar, al notar -a propósito de una conversación sostenida en dicho contexto-que lo que su tío había hecho con ella durante su niñez, y de lo que ella había participado -incluso gozosamente, aun a su pesar- se correspondía con un abuso sexual. Lo traumático, entonces, es el encuentro con lo real del sexo y queda inscripto como tal, como trauma, en ese segundo momento de resignificación que fija una lectura de los hechos y finalmente los nombra.
Sin embargo, lalengua, la lallation, el laleo, la melodía que constituye el telón de fondo sobre el que adviene el humano, también porta las marcas de goce de los Otros primordiales. En este sentido, lalengua no sólo impregna del llamado "baño de lenguaje" al ser hablante aún en ciernes, todavía virgen de la violencia de la estructura, sino que además instila en él las marcas de goce de esos Otros, que son portadas por la melodía sonora, escandida de silencios, ritmos y modulaciones diversas.
Mas la melodía, para que pase a constituir la música del lenguaje -sabemos que la música no sólo es melodía, sino que se compone también de armonía y ritmo- tal como estamos acostumbrados, debe ser afectada necesariamente por la sintaxis. Esta opera, en principio, por producir cortes, escansiones, pero ya no ligadas necesariamente a los elementos inmanentes de la melodía de lalengua, sino que obedece a determinaciones propias de la estructura: metáfora y metonimia. Se trata del significante. Es aquí, en este punto, donde Y a d'l'Un, hay Uno, toma toda su potencia. ¿Hay lalengua? ¿Hay significante? Y a d'l'Un es la respuesta de Lacan. Es cierto que ésa es su respuesta a la ausencia de relación sexual. Pero también a nuestras preguntas. ¿Por qué? Porque nos anoticiamos de la presencia de lalengua al tratar con ella desde otro lugar, esto es, desde la estructura del lenguaje. Ya sea como analizantes o cuando estamos en función de analistas. ¿Hay significante? En tanto y en cuanto el significante se define por el corte, por la escansión, encontramos significantes. Pero como podemos notarlo, eso que llamamos significante en la función y el campo de la palabra -que luego Lacan trastrocara en "ficción y canto", a propósito de sus consideraciones sobre lalengua y la verdad mentirosa16- opera sobre una materia, más precisamente sobre una moterialité. Dicha moterialité está constituida por la materia de lalengua. Es decir que se trata de elementos dispersos, que han inundado al viviente en momentos previos a la constitución de la estructura sintáctica del lenguaje. Sobre esta materia es que el Uno opera, recortando eventualmente significantes, que toman como elementos de su estructura a aquellos elementos dispersos de lalengua, que por sí mismos no son significantes, y que no están escandidos de acuerdo al corte de la sintaxis. Hay Uno, entonces, viene a decir que no hay relación sexual, que el uno no copula con el dos. Pero también hay Uno implica que el corte Uno que opera la sintaxis estructural toma como materia a las unariedades dispersas de lalengua, no pre-verbales, como ha insistido Lacan, sino unariedades que atestiguan un momento de pre-lenguaje, como señala Colette Soler, en su elucidación del problema17.
Además, como decíamos, lalengua porta las marcas de goce del Otro, y en este sentido, se trata de una vehiculización de obscenidades: lalengua, obscena, podríamos decir. Este valor de goce de los elementos de lalengua importa también un trauma, además del trauma del sexo. Hay el Uno porque no hay relación sexual, y ese Uno que se pone de manifiesto en el aislamiento de un significante y no otro es un corte impuro, ya que la materia misma sobre la que opera está contaminada por los goces del Otro: lalengua transmigra las modulaciones, las particularidades, las marcas de goce, los pecados del Otro. Esto hace que el peso de goce condensado en un elemento de lalengua, tomado luego en su retroacción por el signifcan te, introduzca en la estructura algo a-estructural, algo que no es significante y que además, trafica goce. Lalengua obscena, pecadora, anima e incorpora un contrabando de goce incluso ancestral, que atañe -toca, afecta- a ese misterio evocado por Lacan en Encoré, el del cuerpo parlante.
El momento de la captura inicial del sujeto en las redes de la estructura del lenguaje, puede ser pensado como un momento en que lalengua gozada hace cuerpo. O dicho de otro modo, el cuerpo de lo simbólico no se hace solo, no se incorpora al mundo del sujeto por una propiedad intrínseca de la estructura. Del mismo modo, lalengua gozada no podría hacer cuerpo sin el encuentro con las redes de la estructura signifcante. Esto, de por sí, representa un trauma: el trauma del encuentro real con lalengua. O, si se quiere, el trauma del encuentro real con la lengua. Se trata de dos modos de decir lo mismo, ya que lo determinante y verdaderamente traumático no es ni lo uno ni lo otro, sino un factor común que subyace a las dos postulaciones: el encuentro con lo real. ¿Y qué es lo que se encuentra con lo real? El ser hablante advenido al mundo de lo simbólico es la respuesta. Lo real y el encuentro en cuestión no podrían ser pensados sin ese encuentro entre dos heteridades, la estructura y lalengua. Trauma del encuentro del hablante con lo real. Este trauma, plantea Colette Soler, está en coalescencia con el trauma del sexo, con el trauma de lo fálico18.

La lengua, inacabada
"Donner le coup de pouce : la derniére main á un ouvrage"'19Esta es una de las acepciones de "coup de pouce" -el pequeño empujoncito- que ofrece el Petit Robert20Así, de ese modo, el ser hablante, tomado en las redes de la lengua que habla, es lenguado por ésta, y a su vez ésta es ¡alenguada por aquel. Que las lenguas están inacabadas, lo demuestra la progresión de las ediciones de los diccionarios, siempre una nueva por venir. Estas siguen a los cambios que se han incorporado por el uso de los hablantes. Esto es lo que le lleva a decir a Colette Soler que la lengua es un cementero. "Toda lengua es muerta"21 aun cuando sea viva, dice, apoyándose en el Lacan de "La tercera": "es la muerte del signo lo que acarrea"22.
Y si bien es cierto que el pequeño empujoncito debe terminar la tarea, darle una mano más a la obra inconclusa, eso no significa que sea el final de la obra. Siempre se trata de la penúltima mano, el penúltimo empujoncito para cada quien, cada vez que lalea su goce o su deseo entre las grietas de la lengua. Y aun cuando las lenguas sean sensibles a las sutilezas de cada hablante que, aunque imperceptiblemente, de acuerdo al uso de goce van incidiendo en el estado de esas lenguas -verdaderas muertas vivientes-, ellas revelan su estado cadavérico en la fijeza con que resisten ser discontinuadas desde el exterior. "La
lengua es inmune a los cortes mayores (o, en lenguaje político, 'la lengua es inmune a las revoluciones')"23, escribe Jean-Claude Milner, haciendo gala de su stalinismo lingüístico.
Lacan, al introducir sus retoques en la lingüística de Saussure -prefriendo hablar de arbitrio y no de arbitrariedad24-ya estaba introduciendo en la maquinaria de la lengua las condiciones de posibilidad -aunque más bien de contingencia- para las innovaciones del hablante. En este sentido, tal como señala Milner, entre significante y significado no hay arbitrariedad sino contingencia25. Como sabemos, tique autómaton se sitúan en lo contingente. Por otra parte, sabemos que el significado se distribuye entre sentido y significación. Si reformulamos el retoque lacaniano a la lingüística saussuriana -aunque debemos reconocer que en este caso no se trata sólo de un pequeño empujoncito-, podemos decir que entre el significante, por un lado, y el sentido o la significación, por el otro, hay tique autómaton. En la contingencia de la lengua puede advenir el ser electivo, o no. Es otro modo de cernir-desde la lógica simbólica esta vez- el lugar de la tique eventual, el coup de pouce que se apoya en significantes de lalengua para animar a la lengua muerta-viviente.

III. La fórmula lacaniana no hay relación sexual bien podría llamarse causalidad por libertad electiva
Hasta aquí, hemos definido a lalengua como tíquica y también traumática. Ahora, retomaremos nuestra conjetura inicial, recuperada en el subtítulo de este parágrafo. En nuestro desarrollo, hemos dicho que lo electivo se presenta en diversas instancias. En el ingreso inaugural de un hablante a las redes de la lengua que lo esperaba, pero también cada vez que la lengua es puesta en uso. Aquellos retoques singulares no son otra cosa que manifestaciones de lo electivo, que cualquier analizante y todo analista que se precie de tal, practican cotidianamente.
Sin embargo, en este apartado, nos referiremos a la invención como punto de llegada sinthomática al cabo del recorrido de un análisis. Este camino abre diversas posibilidades para hacer otra cosa diferente que consistir en la alienación a un significante amo, padeciendo su comando identificatorio, y la de consagrarse a un saber condensador de la verdad revelada, como podrían representar diversos apostolados (la religión, pero también la filosofía o la ideología).
¿Y qué es lo que propone el análisis para desembarazarse de esos modos de ser sujeto? Propone un método libertario, una práctica orientada por la asociación libre. El cum
plimiento de la regla fundamental, con la imposibilidad estructural de ser cumplida que ella misma porta, sólo eso26 es lo que se demanda de un analizante. "Elija no elegir, ya verá cómo no podrá hacerlo". Este podría ser el texto de la enunciación del método. Sin embargo, más allá de la paradoja de pedirle a alguien que sea libre en su discurso, o mejor dicho gracias a ella, el analizante podrá encontrar, si quiere, una propuesta novedosa para escuchar su laleo flexibilizador de la lengua que lo condiciona.
El saber de lalengua, saber que no representa al sujeto, entonces S2, puede, a partir de una intrusión significante en el discurrir del analizante, devenir S1 a ser descifrado (siempre y cuando el analizante quiera). Allí comienza el juego que todos conocemos, el trabajo analizante que aprendimos del dispositivo freudiano. El inconsciente-lenguaje, tal como lo nombra Colette Soler para diferenciarlo de otro tipo de inconsciente, no estructurado como un lenguaje sino a-estructural, el inconsciente-lalengua. El trabajo de desciframiento transcurre en el espacio transferencia! -en el esps de un laps, escribió Lacan en 197627-. Si seguimos la propuesta de Colette Soler, en su lectura de "Prefacio a la Edición inglesa del Seminario XI", a propósito del pase ubica un tercer tiempo del algoritmo de la transferencia "que Lacan no incluyó en su Proposición", dice28. Allí ubica el laps, una vez más, pero ya no al nivel del significado al sujeto, sino de lo que llama ICSR, letras que aluden a la noción de inconsciente real para no nombrarla. Aquí, en este caso, en el final, estamos a nivel de un analista-desecho y también deshecho, situados ya en ese inconsciente que, si real, "no soporta amistad alguna".
Un analista primero, el que hace lugar a la decantación del significado al sujeto, se alterna con un analista segundo, significante cualquiera que divide al sujeto en el intervalo abierto en el eje epistémico de la transferencia. Deberíamos decir que este camino vendría a finalizar con un tercer momento, localizable únicamente si se suplementa el recorrido del análisis con la opción del pase. Allí, en los resultados de este dispositivo, solamente en él y a posteriori del funcionamiento de todas sus instancias, con el dictamen del cartel del pase y en la comunicación posterior de los testimonios de los Analistas de la Escuela, podremos tomar conocimiento del tercer momento, el de la des-consistencia del analista que había funcionado como significado de la filtración primera (écoulement en francés, sinónimo de laps)29y también del que vistió con ropajes circunstanciales e lugar de significante cualquiera. Ahora, en este tercer momento, el del ICSR como letra localizada, se trata de otro analista, uno nuevo. Paradójicamente o no, un análisis, cuando es llevado hasta el final, arroja como resultado un analista. Podemos anoticiarnos de ello siempre y cuando haya pase, y de ningún otro modo.
A continuación, intentaremos reseñar lo que nos enseña la investigación de la Escuela referida al final de análisis de los analistas, y a cómo alguien que atravesó un análisis
puede llegar a desear ocupar la función del analista. Dicha reseña estará centrada en los elementos que atañen al presente desarrollo; en particular, a este apartado final.

Otro encuentro con lalengua, tíquica
Hay uno implica que no hay relación sexual, que el uno no copula con el dos. En el final del análisis aparecen aquellos significantes intrusivos, que habían aparecido disruptivamente en el discurso, laps, como otro tipo de unos. Se trata de unos disyuntos del inconsciente-lalengua. Y si aprendimos, con Lacan, que la interpretación analítica opera en contra del sentido, sin embargo en L'etourdit, a propósito del final, la cuestión está revisada. Ahora se trata de otra orientación para el análisis: hacia el sentido y en contra de la significación. O lo que es lo mismo: en el fna se trata de encontrar una detención al deslizamiento metonímico, al trabajo de desciframiento. Una detención que también opere como límite al goce del analizante, es decir a gozar con el trabajo de desciframiento bajo transferencia. Un uno disyunto, fuera de cadena, en lo real entonces, puede mostrar su cara de ausentido, absens,aun cuando antes, en otro momento lógico del análisis, hubiera relanzado el trabajo interpretante30, lo que equivale a decir el trabajo de desciframiento.
Justamente como ejemplo de este hallazgo, Marcelo Mazzuca, en la publicación de sus testimonios de Analista de la Escuela, a propósito de un "sueño de castración" que ofrece el siguiente texto: "se me derriten dos o tres dedos de la mano", ha propuesto la noción de "sueños índice". Es decir un sueño que es eso, revela un sentido, lo indica, mas no promueve la signifcación31.
Al final, entonces, luego del recorrido de un análisis, el ser hablante puede ser encontrado por un uno desprendido del inconsciente-lalengua que, otra vez, podría ser que no represente al sujeto. La diferencia, en este caso, estaría dada por el hecho de que tampoco se trataría de un S2, en todo caso se trata de una función del saber en lo real, tal como lo propone Lacan en L'etourdit, mas no como un S2 que eclipsa al sujeto con su potencia afanísica.
Y esos unos, fuera de sentido y disyuntos de la cadena, pueden ser retomados por el pasante, por ejemplo, para reingresarlos en el lazo social que propone la Escuela a través del dispositivo del pase. Esto significa que el encuentro con lo imposible, la constatación de que no hay relación sexual, la verificación de que el fundamento está ausente, puede no dejar al sujeto en la perplejidad, en la psicosis o en el cinismo, sino que con esos mismos unos alguien puede querer hacer algo distinto.
En el caso de un analista, esta motérialité de lalengua, al final, puede representar un nuevo suelo, tal vez opaco y carente de espectacularidad, pero punto de apoyo al fin para enlazarse de otro modo con los otros y con su inconsciente. Incluso este es el punto en el que encontra
mos todo el alcance de lo que el pase nos enseña: la constatación de la imposibilidad y del fuera de sentido pueden animar un nuevo deseo. El deseo del analista, por ejemplo.
La causalidad por libertad electiva como sinónimo de la fórmula no hay relación sexual, implica al menos cinco conjeturas finales:
a.  El trayecto de un análisis posibilita al sujeto liberarse de los significantes amos que lo han comandado durante su vida;
b.  Esos significantes amos han provenido de lalengua, y han podido ser analizados -es decir separados de sus determinaciones de goce- por medio de la operación que los ha constituido como S1 del trabajo de desciframiento;
c.  El encuentro tíquico con lo real de lalengua vuelve a tomar por sorpresa al ser hablante en la fase final del análisis;
d.  Paradójicamente, el encuentro con lo real al fnal, la constatación de los diversos modos de lo imposible y el ausentido, fijan un sentido que no promueve la incitación al trabajo de desciframiento;
e.  El punto anterior nos permite concluir que el trayecto de un análisis, cuando se ha llevado hasta el fnal, opera un cambio en las condiciones de goce del sujeto.

1Soler, C. (2009). Lacan, l'inconscient réinventé. París: PUF, 2009, passim.

2Lacan, J. (1972). "L'etourdif. Paris: Scilicet, n° 4, 1973, 5-52.

3Alomo, M. (2009). "Momentos electivos en el tratamiento psicoanalítico de un caso de esquizofrenia paranoide". Revista Investigaciones en Psicología, Año 14, n° 1. Buenos Aires: Secretaría de Investigaciones, Fac. de Psicología, UBA, 2009, 7-27.

4Uno de nosotros ha desarrollado extensamente este punto en otro lugar. Vg. Lombardi, G. (2008). "Predeterminación y libertad electiva". En Revista Universitaria de Psicoanálisis, Vol. 8. Buenos Aires: Secretaría de Investigaciones, Facultad de Psicología, UBA, 2008, pp. 103-126.

5Lacan, J. (1971). Le savoir du psychanaliste. En J. Lacan: Hablo a las paredes. Buenos Aires: Paidós, 2012, p. 23.

6Lacan, J. (1971). Le savoir du psychanaliste, op. cit., pp. 23-30. 

7Lacan, J. (1976). Le seminaire. Livre 23. Le sinthome. Paris: Seuil, 2005, p. 133. (Traducción propia).

8Aristóteles, Analíticos Primeros A 13 y sig. Cf. también Sobre la Interpretación 13 y 21.

9Cf. Santo Tomás de Aquino (S. XIII). Summa Teológica, I, q. LXXXVI, 3 c.

10Es interesante señalar que respecto de este punto, el Russell de los Principiae estaría en desacuerdo, ya que se trataría de dos niveles analíticos distintos. Sin embargo, si nos atenemos a la enseñanza de Jacques Lacan, que claramente postula la ausencia de metalenguaje, una proposición contingente, entonces modal, no se trataría sino de un bucle autorreferencial.

11Boutroux, É. (1874) Des contingences des lois de la nature. París: Félix Alean, 1929.

12Santo Tomás, Summa Contra Gentes, L. III, q. LXXV; cf. también, L. III, q. LXXIV.

13Uno de nosotros ha trabajado extensamente este punto en otro lugar. Vg. Alomo, M. (2013). Clínica de la elección en psicoanálisis. Libro II: Por el lado de Lacan. Buenos Aires: Letra Viva, 2013.

14Ahorramos aquí los ejemplos. Al respecto, remitimos una vez más a la referencia mencionada en la nota anterior.

15Cf. al respecto Soler, C. (2009). Lacan, l'inconscient réinventé. París: PUF, 2009, pp. 25-40.

16Vg. L'etourdit, op. cit.

17Cf. C. Soler, op. cit.

18C. Soler, op. cit.

19"Dar un empujoncito: la última mano a una obra".

20Robert, P. (1990). Petit Robert. Paris: Dictionnaires Robert, 1990.

21C. Soler, op. cit., p. 46.

22Lacan, J. (1974). "La tercera". En Intervenciones y textos 2. Buenos Aires: Manantial, 2001, p. 89.

23Milner, J-C. (1995). La obra clara. Lacan, la ciencia, la filosofía. Buenos Aires: Manantial, 1996, p. 90.

24Vg. Lacan, J. (1976). Le seminaire. Livre 23. Le sinthome, op. cit., p. 19: "L'inouT est que les hommes aient très bien vu que le sym-bole ne pouvait étre qu'une piéce cassée, et ce - si je puis diré - de tout temps. Mais l'inou'í est aussi qu'ils n'aient pas vu à l'époque, l'époque de ce tout temps, que cela comportait l'unité et la récipro-cité du signifant et du signifé - et conséquemment que, d'origine, le signifé ne veut ríen diré, qu'il n'est qu'un signe d'arbitrage entre deux signifants pour le choix de ceux-ci - signe d'arbitrage, et, de ce fait, pas d'arbitraire" 

25lbíd.

26Tal vez sea irónico decir "sólo eso".

27Lacan, J. (1976). "Prefacio a la Edición Inglesa del Seminario XI". En Otros Escritos. Buenos Aires: Paidós, 2012, pp. 599-602.

28Cf. C. Soler, op. cit., pp. 46-50.

29Le petit Robert, op. cit.

30"EI interpretante es el analizante", sentencia Lacan en ...ou pire, tomando como referencia los tres elementos del signo peirceano.

31Cf. Mazzuca, M. (2011). Ecos del pase. Buenos Aires: Letra Viva, 2011. "Es eso", por otro lado, consiste en la proposición mínima y se ubica en el nivel más elemental de lenguaje, comenta Bertrand Russel en los Principiae.

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Fecha de recepción: 17 de mayo de 2013
Fecha de aceptación: 12 de agosto de 2013